jueves, 17 de mayo de 2012

GIBRALTAR. CEUTA y MELILLA Dos casos sin posible comparación


Melilla y Ceuta son españolas desde hace siglos

Las relaciones diplomáticas entre España e Inglaterra se han vuelto más tensas tras el anuncio de un miembro de la Casa Real inglesa de ir a visitar Gibraltar, a lo que ha respondido la Reina Sofía anulando su presencia en los actos del jubileo de Isabel II.

Hay muchos españoles (de esos que están siempre en contra de su país porque siguen identificando el nombre de España con el régimen anterior) que piensan que el caso de Gibraltar es idéntico al de Ceuta y Melilla, por lo que antes de exigir la devolución del Peñón a los ingleses hay que ‘devolver’ Ceuta y Melilla a Marruecos. Pero esto último es imposible, porque las dos ciudades jamás pertenecieron a Marruecos, y si nunca fueron suyas no se le pueden devolver; se le pueden regalar, entregar, donar, vender, alquilar..., pero jamás devolver.

Melilla, fundada por los fenicios, pero apenas contó con población hasta que Abderramán III la incorporó al Califato de Córdoba en el s. X. En el XV pertenece al ducado de Medina Sidonia y desde el XVI ya pertenece a la corona española.
Ceuta también es de fundación fenicia y allí se establecieron sucesivamente griegos, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, visigodos y, finalmente, en el s. X, es conquistada por el Califato de Córdoba. Luego taifas, almohades, almorávides..., el Reino de Fez y el Reino de Granada se la disputan y la toman varias veces; en el s. XV es conquistada por Portugal y en el XVI se incorpora a la corona española; finalmente, cuando Portugal y España se separan, s. XVII, Ceuta decide seguir unida a España y no acompaña a Portugal en su secesión.

Marruecos existe como país desde hace poco más de 50 años, mientras que ambas ciudades pertenecieron al califato de Córdoba hace 1000, y ambas son ciudades españolas desde hace cuatro o cinco siglos. Por tanto, jamás podrán devolverse Ceuta y Melilla a Marruecos, puesto que jamás fueron suyas.

La toma de Gibraltar fue un auténtico acto de piratería
El asunto de Gibraltar tiene una historia totalmente diferente, una historia que comienza con un típico acto de piratería inglesa. A la muerte sin descendencia de Carlos II se produce en España la Guerra de Sucesión (1701-1713); así, por un lado estaban los que apoyaban a Felipe de Borbón (Felipe V), y por otro los que apoyaban al candidato austríaco, el archiduque Carlos. Los ingleses se decantaron por éste, es decir, Inglaterra no estaba en guerra con España, sino que simplemente apoyaba a uno de los dos pretendientes al trono, o sea, no fue un ataque legítimo, y por tanto Gibraltar tampoco puede considerarse botín de guerra. El caso es que en 1704 varios navíos británicos y holandeses atacaron Gibraltar con más de 13.000 hombres y unos 1.500 cañones, ayudados por varios cientos de soldados catalanes, que se ocuparon del ataque por tierra. El por qué del asalto hay que buscarlo en el espíritu de pirata que tenían la mayoría de los marinos ingleses. Defendieron el Peñón menos de cien soldados con 40 cañones y la ayuda de 200 ó 300 voluntarios. Al terminar la Guerra de sucesión, el Tratado de Utrech establecía que Inglaterra se quedaba Gibraltar (y Menorca), y España no tuvo otro remedio que firmar, pues lo contrario significaba continuar con el conflicto, es decir, fue lo que se dice un ‘trágala’.

Además, se puede añadir que los ingleses han arrebatado terreno a España en la zona cuando han tenido oportunidad, saltándose lo firmado en aquel tratado. Y por si fuera poco, también reclaman otras posesiones que no aparecen en el mismo, como aguas territoriales o espacio aéreo. Es decir, se ciñen al tratado para quedarse con la roca, pero se lo saltan cuando les interesa. De todos modos, lo peor es que Gibraltar es algo así como un parásito de España, además de un paraíso fiscal que acoge y lava dinero de oscura procedencia. Y curiosamente, los ocupantes se consideran ingleses o soberanos gibraltareños  según les convenga. Lo malo es que el actual status no tiene visos de cambiar, pues a diferencia de los españoles, los ingleses hacen honor al dicho ‘My country wright or wrong’, o sea ‘correcto o equivocado, es my país’.

Como puede verse, el caso de Gibraltar no tiene nada que ver con el de Ceuta y Melilla. Inglaterra sí que podría devolver el Peñón a España, pero ésta no podría devolver las dos ciudades a Marruecos. Son situaciones que no tienen puntos en común, que no pueden considerarse como similares.  
Carlosdelriego.

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