domingo, 30 de enero de 2022

LA ARROGANCIA DE LAS ESTRELLAS DEL ROCK SEGÚN SUS PALABRAS

 


Little Richard no exageró cuando dijo, Soy el creador, soy el arquitecto del rock & roll

La insolencia y el desplante son muy propios de la estrella del rock; de hecho, es muy raro el gran personaje que se muestra tímido, retraído, silencioso. Así, dejándose llevar por la vanidad, muchas veces demuestran estar convencidos de su propia y exclusiva genialidad, y casi siempre de un modo más bien infantil. De todos modos no se les tiene en cuenta esa tan humana debilidad

El caso es que incluso hay veces que esas muestras de soberbia tienen un punto de encanto y otras un fondo de ironía, en ocasiones los músicos hablan totalmente en serio mientras que en otras resultan delirantes. En fin, que la modestia no es abundante en el hábitat del rock & roll y sí la fanfarronada y el descaro, como demuestran estas declaraciones.

Puede empezar Little Richard, que en realidad no dijo más que la pura verdad: “Soy el innovador. Soy el creador. Soy el emancipador. ¡Soy el arquitecto del rock'n'roll!”. Nadie puede contradecir a Ricardito.

De la misma quinta es Jerry Lee Lewis, que estaba convencido del don que tenían sus deditos: "Otras personas practican y practican. Yo no, porque estos dedos míos tienen cerebro. No les dices lo que tienen que hacer, sólo lo hacen. Dios les dio talento". Amén.

David Bowie hizo una especie de juego de palabras: “Soy una estrella instantánea, solo agrega agua y revuelve”, como si fuera algo así como café soluble instantáneo.

Algunos se creían mucho más de lo que eran, como Michael Hutchence, cantante de INXS: “La gente lleva vidas realmente planas. Necesitan algún tipo de pico. Me gusta ser ese pico". Igualmente los hermanos Gallagher, de Oasis; Noel dijo: “Cada canción que escribo la comparo con The Beatles. La cosa es que ellos solo llegaron allí antes que yo. Si hubiera nacido al mismo tiempo que John Lennon, habría estado allí”. No sólo había que estar allí, sino tener aquel talento y aquella compenetración. Claro que su hermanito Liam no sujetó la soberbia cuando declaró: "Ser yo es el mejor concierto del mundo".  

Claro que el mencionado John Lennon no fue bocazas cuando proclamó: “Mientras era un Beatle estaba convencido de que éramos el mejor jodido grupo del mundo, y creernos eso fue lo que nos convirtió en lo que fuimos”.

El ‘Rey Lagarto’, el recordado Jim Morrison tiró por el camino de la sicodelia y la alucinación: "Me veo a mí mismo como un cometa enorme y ardiente, como una estrella fugaz. Todos se detienen, señalan hacia arriba y dicen jadeando: '¡Oh, mira eso!' Entonces me voy (como una estrella fugaz), y nunca volverán a ver algo así. Y no podrán olvidarme nunca". Cierto, Jim es inolvidable.

 

Dado al exceso de todo tipo, Gene ‘Kiss’ Simmons (nacido en Israel) se reivindicó: "Estoy muy orgulloso de mí. ¿Por qué? Porque vengo de la nada. No podía hablar ni una palabra de su idioma cuando llegué a Estados Unidos; una de las primeras frases que escuché fue ‘¿Eres estúpido? ¿No puedes hablar inglés?’ Muchos años después, esas personas terminaron trabajando para mí".

También el veterano guitarrista Carlos Santana se auto-aduló : “Si toco las notas correctas puedo ponerte los pelos de punta, o hacerte llorar, o ponerte cachondo, o hacerte bailar. Y no tengo que tocar muchas notas, porque tengo mi propia belleza". ¡Ay Chihuahua!

Grandes clásicos como Robert Plant no necesitan abuela: “No es sólo que pensemos que somos el mejor grupo del mundo, es que en nuestras mentes somos mucho mejores que quien sea el número dos". Y que el tres, el cuatro…

Seguramente Iggy Pop era irónico cuando decía: “Me miro en el espejo y pienso, 'Vaya, soy muy guapo'. De todos modos creo que soy el mejor”. Hombre, guapo, lo que se dice guapo…

Pete Townsend no hace mucho miró al resto del rock & roll por encima del hombro: "A veces creo firmemente que The Who es la única banda de rock en la faz de este planeta que sabe de qué se trata eso del rock and roll". Seguro que saben de qué va esto, lo han demostrado, pero otros también.

Ejemplo de bocazas es Morrissey, que nunca deja de insultar a los demás, sobre todo si se atreven a discrepar de sus proclamas y que, sin duda, se tiene en mucho más valor que el real. "Yo no actúo. Las focas actúan", dijo para llamar la atención, pues con la música hace mucho que no la consigue.

En fin, parece como si ser estrella del rock exigiera buenas dosis de arrogancia y autobombo.

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 27 de enero de 2022

¿DÓNDE HUBO GENOCIDIO, EN HISPANOAMÉRICA O EN ANGLOAMÉRICA?

 

Los soldados estadounidenses posan ante los montones de cadáveres de indios tras la matanza de Wounded Knee

Sigue en América la guerra contra las estatuas de los descubridores como si al derribarlas se consumara la venganza o como si así se modificara la Historia. Además, hay gobiernos americanos que exigen periódicamente compensaciones económicas a España por hechos y sucesos de hace quinientos años, unas exigencias que tienen como único fin desviar la atención de los verdaderos problemas a que se enfrentan esos gobiernos. Sin embargo, los datos demográficos demuestran que no fueron los españoles los que exterminaron a los amerindios

La efigie de Ponce de León ha sido derribada en Puerto Rico (I-22), mientras que los presidentes de Venezuela, México y otros sacan de vez en cuando la herramienta de que “España es la culpable de todo y debe pedir perdón y pagar por la Conquista y por la muerte de los indios”. Y aun hay gente a ambos lados del océano que, contra toda evidencia, se tragan tanto la patraña como el anacronismo histórico. ¿Será necesario repetir que la conquista de los imperios Inca y Mexica fue protagonizada por indios y que los ejércitos de Pizarro y Cortés nunca tuvieron más del diez por cien de españoles?

Basta comparar la demografía actual de los países hispanoamericanos con la de los que están al norte de México para dejar en evidencia quién cometió genocidio. Según los datos más actuales, en Estados Unidos menos de un uno por cien de su población es indígena o mestiza; en Canadá el dato mejora ligeramente con un cuatro por cien. Poco, muy poco comparado con la población de Honduras, que cuenta con un 96% de indios o mestizos; o con el 92% de Ecuador, el 88% de Bolivia, el 85% de México y Perú (sedes de los imperios azteca e inca) o el 82% de indígenas y mestizos de Nicaragua o Guatemala; en Estados Unidos el matrimonio mixto estuvo prohibido por ley hasta los años sesenta del siglo XX. Con estos datos queda claro dónde hubo y dónde no hubo genocidio.

No será preciso tampoco recordar cómo Inglaterra primero y EE UU después promovieron, financiaron y ejecutaron diversos planes para acabar con todos los indios; y no sólo mediante la persecución directa, sino que utilizaron métodos como los contagios deliberados de enfermedades, como cuando, en 1837, regalaron a diversas tribus mantas contaminadas con gérmenes de la viruela, enfermedad que acabó con no menos de 100.000 amerindios del norte.

Pero también utilizaron los estadounidenses los métodos más ‘tradicionales’ para el exterminio de las poblaciones autóctonas. Es sabido que en batallas tan famosas como ‘Wounded Knee’ (1890) el ejército de la Unión disparó sus más potentes cañones contra población civil desarmada (niños, mujeres, ancianos) tras acabar con todos los guerreros. También se utilizó la matanza de búfalos para acabar con la principal fuente de alimentación y recursos de los indios; por ejemplo, el general Sheridan diseñó un plan para, en 1872-73, exterminar a más de tres millones y medio de búfalos, con lo que condenó a morir de hambre a cientos de miles de personas. No se puede olvidar la ‘Ley para el gobierno y protección de los indios’ (1850), que permitía esclavizar a los indios y vender a los niños y jóvenes; hay que tener en cuenta que los indígenas no eran considerados seres humanos, por lo que matarlos no constituía asesinato: “matar al indio es salvar al hombre” decía la propaganda gubernamental estadounidense.

La Corona Española jamás pretendió ni aspiró a la eliminación de la población autóctona para quedarse con toda la tierra, algo que sí hicieron otras potencias conquistadoras, sobre todo Inglaterra. España siempre quiso organizar socialmente, legalmente, administrativamente los territorios americanos siguiendo su propia organización, legisló para proteger a los indígenas, se preocupó por su educación (construyendo colegios y universidades antes de que acabara el siglo de la conquista) y por su evangelización (hay que ponerse en la época para comprender lo importante que era eso entonces); siempre trasladó a las tierras americanas todos los avances en legislación, ciencia, tecnología o pensamiento, y siempre trató de proporcionar a aquellas tierras vías de comunicación, ciudades e infraestructuras de modo idéntico a como se hacía en la metrópoli. Y para todo ello se utilizaron las riquezas autóctonas, es decir, la mayor parte del oro y plata extraída en los años de presencia española en Hispanoamérica se quedó allí y sufragó aquellos gastos.

Quienes llevaron a cabo la emancipación fueron criollos, hijos y nietos de españoles pero nacidos en América, que lo único que pretendían era repartirse los territorios entre las familias criollas más poderosas. Y para realizar tal empresa jamás contaron con los indios, a los que consideraban ‘un lastre’.

Evidentemente EEUU consiguió su propósito, que era borrar la presencia de los nativos en su territorio, pues hoy día su número es residual, testimonial. De hecho, cuando fueron juzgados, algunos nazis se inspiraron en ese genocidio para llevar a cabo el suyo, pues vieron que era posible… Los números de indígenas y mestizos hoy demuestran sin lugar a dudas la diferencia entre la actuación española y la de otros.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 23 de enero de 2022

MUERE MEAT LOAF, EXPERIENCIAS, OPINIONES Y DISPARATES

 


Meat Loaf, el cantante grueso con voz finísima.

Ha muerto Meat Loaf. El cantante grueso de voz fina. Aunque por aquí se conocían sólo un par de elepés y algunas canciones, en realidad fue lo que se dice un superventas. Pero además de su trayectoria artística y sus éxitos, Meat Loaf, ‘Cacho Carne’, era un tipo con mucha personalidad que no perdía ocasión de contar sus experiencias o expresar disparatadas opiniones

Dicen las estadísticas que aun hoy, 45 años después de su lanzamiento, su álbum ‘Bat out of Hell’ (‘Murciélago fuera del infierno’) vende alrededor de 200.000 copias anuales; e igualmente sus temas emblemáticos, como ‘I´d do anything for love’, siguen escuchándose clásicos. Actor de cine y teatro, este gran tejano no perdió el tiempo.

Contaba que el primero que le puso un apodo relacionado con su tamaño fue su padre (policía, alcohólico, violento), que cuando él tenía apenas nueve meses dijo que era ‘beefy’, que podría ser ‘carnoso’ o ‘robusto’. Más tarde, “cuando era niño todos me llamaban así, Carne’. Su sobrepeso fue la causa por la que los abusones se metían con él continuamente, algo que incomprensiblemente no es excepcional.

Sin embargo sus primeros años de colegio no fueron sólo acoso.  Contó que se lo montó con dos chicas cuando tenía once años…, claro que, como los pescadores, es fácil que exagerara: “Hice un trío en el coche de mi madre en quinto grado (11 ó 12 años)…, sí, vale, sólo fue besuqueo con una y besuqueo con otra, pero fue un trío, ¿no?”, relataba con orgullo. 

Más tarde se encontró con Charles Manson. En su libro de memorias ‘To Hell & back’ (1999), Meat Loaf recordó aquel episodio. Hacia el 67 ó 68 recogió en su coche a un autoestopista que le dijo que tenía que ver a Dennis Wilson, de Beach Boys, y que si lo llevaba se lo presentaría. Lo llevó, pero allí no había nadie. Frustrado, ‘reveló’ que el fin del mundo estaba muy próximo, pero a la vez predijo un gran éxito al cantante. Éste olvidó el asunto y no le dio mayor importancia…, hasta que volvió a verlo en la prensa y la televisión después de haber llevado a cabo sus sanguinarios crímenes. 

Cuando todos los jóvenes estadounidenses sin gran poder económico estaban destinados a pasar por Vietnam, Meat Loaf decidió engordar un poco más para librarse por exceso de peso. Parece que la treta no le dio resultado, pues no fue rechazado a pesar de pesar unos 30 kilos más de lo normal; lo que no cuenta es qué pasó cuando lo llamaron a filas y él no se presentó..

El artista tejano creía firmemente en la existencia de fantasmas. Y también tenía fama de exagerado y de contar fábulas y fantasías. “Yo he visto fantasmas y he estado cerca de ellos”, dijo en una entrevista en 2012. “los hay que son sólo energía que se diluye…, y los hay que demuestran gran inteligencia. Una vez perseguí a uno…”. Cuando estaban grabando su álbum de más éxito “vi a una chica vestida de blanco en mi habitación, bajé y llamé a los otros, pero cuando llegaron había desaparecido”. Lógico, ¿no?

La periodista Cindy Adams, especialista en chismes y famoseo, relató que en 2019 hizo un viaje larguísimo en avión para entrevistarlo, pero “me dejó plantada hasta tres veces”. Pero luego añadía que “después supe por qué, y es que Meat Loaf tiene graves problemas de movilidad, pues había sufrido varias caídas y accidentes bastante graves”. Finalmente el encuentro se produjo; la periodista entonces comprendió: “caminaba muy despacio, apoyándose en un bastón y con un ayudante pendiente de él”. Y es que son conocidos los no pocos incidentes y trompazos que se dio en su vida. El doliente cantante le explicó: “Me caí en el escenario en un concierto en Dallas, me rompí la clavícula y me lastimé otros huesos; estuve doce días en el hospital con fortísimos dolores, me dieron medicación muy fuerte y perdí más de 30 kilos; la última operación duró más de siete horas”. El pobre artista era propenso a las caídas y golpes, y se cuentan no menos de docena y media de accidentes de escenario, otros varios de coche y alguno de avión, con fracturas, contusiones y conmociones cerebrales. Al terminar la entrevista con Adams le confesó: “En el último año y medio he tenido que rechazar seis giras, ha sido terrible”.

Además, Meat Loaf negaba el cambio climático. Y por eso proclamó en 2020 que a la activista Greta Thunberg “le han lavado el cerebro, porque el calentamiento global no existe, no hay cambio climático; ella no tiene la culpa de decir lo que dice porque la han obligado a pensar así y a decir esas mentiras”.

También se rebeló contra las medidas anti virus: “Las mascarillas no hacen nada, no impiden el contagio, son una molestia, no puedes respirar, te pica la nariz… No soporto que me controlen y me digan lo que tengo que hacer. Si me muero, me muero, pero no seré controlado”.

Genio y figura.

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 20 de enero de 2022

CIEN AÑOS DE LA MATANZA RACISTA DE TULSA, EE UU

 


Visión de una parte del barrio negro de Greenwood, Tulsa, después del paso de las bestias racistas.

Era la mañana del 30 de mayo de 1921. Un limpiabotas negro de19 años, Dick Rowland, montó en el ascensor del edificio Drexel de Tulsa, Oklahoma, cuya ascensorista era Sarah Page, blanca, de 17 años. Es posible que se conocieran, al menos de vista, pues ambos trabajaban en aquel edificio. No está claro lo que pasó, pero ella dio un grito, un blanco lo oyó y se imaginó que un negro intentaba violar a una blanca. Esa suposición dio lugar a unos disturbios raciales que produjeron cientos de muertos y miles de afectados

Es probable que Dick tropezara e instintivamente intentara agarrarse al brazo de Sarah, la cual, sorprendida, gritó; y es muy improbable que un negro se atreviera a agredir a una blanca en un estado del sur en una época en la que no era necesario motivo para linchar a un afro. Y es que hace un siglo EE UU era un país eminentemente racista, con legislación racista, con grupos legales racistas y con las comunidades negras siempre en riesgo de agresión, sobre todo en estados sureños como Oklahoma.

Lo más seguro es que la cosa fuera creciendo como bola de nieve por una ladera. El ‘testigo’ diría que le pareció que el chico intentó agredir a la chica, el siguiente contaría que hubo agresión, el siguiente que intentó violarla, el siguiente que la violó, el siguiente que la chica estaba grave en el hospital y, finalmente, alguien afirmaría que la joven había muerto. Hace un siglo, igual que hoy aunque de modo distinto, los bulos y rumores crecían hasta no tener nada que ver con la realidad. Entonces todo se precipitó.

Al día siguiente la policía detuvo a Rowland y se inició la investigación. El periódico Tulsa Tribune difundió los rumores como si fueran noticia, con lo que echó más leña al fuego. A lo largo del día fueron concentrándose a las puertas del juzgado donde estaba el acusado grupos de blancos y negros; éstos  seguros de que Rowland sería linchado, y los blancos exigiendo que les entregaran al negro. Las masas vociferantes terminaron por pelearse, sonaron disparos y resultaron muertos diez blancos y dos negros. Finalmente, superados en número, los afroamericanos se fueron a sus casas, en el barrio Greenwood.

En las primeras horas del 1 de junio de 1921 masas furiosas de blancos asaltaron ese barrio. Desalojaron a todo el mundo, hombres, mujeres, niños, ancianos, enfermos… Más de seis mil afroamericanos (más de diez mil, según otras fuentes) fueron detenidos y agrupados en diversos recintos y centros de detención durante más de una semana, de manera que el barrio quedó en manos de la turba blanca, que robó y saqueó,  destruyó e incendió durante horas sin que las autoridades lo impidieran. Así las cosas, el gobernador declaró la ley marcial y envió a la Guardia Nacional, que detuvo la violencia. 

El balance de los daños señaló que unos 35 bloques de viviendas y locales fueron totalmente arrasados, saqueados y carbonizados, alrededor de mil personas fueron atendidas en los hospitales y el número de muertos se ha situado en torno a los trescientos (circulan aún rumores de la existencia de fosas comunes, pero nunca ha habido pruebas o indicios de tal cosa). Concretamente fueron 1256 los edificios destruidos, viviendas, negocios, iglesias, escuelas, una biblioteca y un hospital; todo fue reducido a escombros después de que los racistas se llevaran todo lo que de valor encontraron.

Sin duda, los negros que se habían concentrado a las puertas de juzgado donde estaba Dick Rowland tenían motivos para pensar que sería linchado, pues los antecedentes señalaban que las autoridades, tan racistas y supremacistas como la mayoría de la comunidad blanca, se ponían siempre de parte de los blancos. Baste decir que ni los responsables políticos municipales ni los del condado hicieron nada para detener el disturbio. Al contrario, la policía local contrató a cientos de civiles, todos blancos, a los que convirtió instantáneamente en ‘agentes’, los cuales se comportaron como lo que eran, unos racistas violentos que no sólo no intentaron detener la violencia, sino que tomaron parte activa en los apaleamientos, los asesinatos y la destrucción; la policía proporcionó armas de fuego y munición a los más exaltados, vociferantes y violentos. Incluso la Guardia Nacional tomó parte en los arrestos y detención de cientos de residentes del barrio Greenwood.

Ningún poder, ya fuera municipal, del condado, estatal o federal movió un dedo para detener toda esa destrucción y violencia racista, ninguno intentó imponer el orden. Es más, ninguno de los actos fue denunciado y ninguno de los agresores que tomaron parte directa en la barbarie fue acusado, detenido o procesado a pesar de que todos proclamaban orgullosos su participación en los estragos y linchamientos. Y aunque los gobiernos municipales y del condado financiaron las acciones de la Cruz Roja, única institución que se puso del lado de las víctimas durante y después de la violencia, ninguno de ellos puso un centavo para la reconstrucción del distrito negro de Greenwood, al revés, en principio boicotearon todo intento de reconstrucción.

Fueron dos días de violencia extrema, bestial, racista, en la que tomaron parte ciudadanos, agentes de la autoridad, policías…, fue la matanza de Tulsa. La sociedad estadounidense de hace un siglo era sumamente racista, un sentimiento propio de la mentalidad protestante que aun hoy sigue presente.

Posteriormente, los cargos contra el presunto agresor, Dick Rowland, fueron desestimados y las acusaciones señaladas como ‘muy sospechosas’.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 16 de enero de 2022

1972, UN AÑO GLORIOSO PARA EL ROCK & ROLL

 


Aquel año se produjo algo tan demencial como la suspensión del concierto de Led Zep en Singapur porque tenían el pelo muy largo

Sí, ha transcurrido medio siglo, pero muchos de los acontecimientos de aquel año están en la memoria colectiva. Y para el rock & roll es uno de sus mejores años: están activos los artistas más legendarios, se editan álbumes y canciones clásicas, la industria del disco vive su mejor momento. El mundo vivió un año…, como muchos, con atentados, experimentos atómicos, viajes a la luna, sucesos increíbles… Hace cincuenta años de todo esto

Fue año olímpico, con Fernández Ochoa ganando un oro en los Juegos de Invierno en Sapporo, Japón; los de verano fueron en Múnich y son recordados, sobre todo, por el atentado contra el equipo israelí. Con unos meses de diferencia, EE UU coloca en la luna las dos últimas naves tripuladas, las Apolo 16 y 17. Es el año del accidente en los Andes del equipo de rugby uruguayo, y la increíble aventura de los 16 rescatados con vida. Comienza el escándalo Watergate que terminó con el presidente Nixon.

En el planeta del rock & roll se viven buenos momentos, tanto desde el punto de vista artístico como del comercial. Entre otros acontecimientos y anécdotas, se recuerda la vez que Keith Richards subió al escenario para tocar con Chuck Berry, pero fue expulsado de allí por tocar demasiado alto; Led Zeppelin no pudieron tocar en Singapur, ya que los representantes del gobierno no les permitieron bajar del avión porque ¡tenían el pelo largo! Durante todo el año, y en los posteriores, John Lennon se ve obligado a acudir a varios juicios porque su visado ha caducado y las autoridades pretenden echarlo de EEUU, ya que, según las agencias de seguridad, ha cometido pecados tan perversos como manifestarse contra la guerra de Vietnam, declararse de izquierdas o fumar marihuana.

El guitarrista Les Harvey, del grupo escocés de blues Stone The Crows, se electrocuta en pleno concierto en Gales a causa de un micro mal conectado y peor aislado; su novia, Maggie Bell, cantante de la banda, al ver lo sucedido se desmaya y tiene que ser trasladada al hospital inconsciente. Lo del pelo largo, aunque hoy parezca una nimiedad, en otro tiempo era visto como un enorme delito; así, el batería de Edgar Winter, Bobby Ramírez, es asesinado a palos a las puertas de un bar en Chicago porque tenía el pelo muy largo. Las disputas entre músicos y managers ya eran cosa corriente; Terry Knight es despedido como manager de Grand Funk, iniciándose una serie de demandas, pleitos y juicios que tienen su auge poco antes de un concierto benéfico del grupo en el Madison de Nueva York, donde el tal Knight trató de ‘secuestrar’ el equipo de sonido del grupo poco antes de comenzar el concierto, que se retrasó hasta que llegó una orden judicial que daba la razón a la banda y autorizaba la celebración del concierto.

Se separaron gigantes del rock como los Creedence, los arrolladores MC 5 o la Velvet Underground, y se fundaron bandas como The Jam, que pocos años después sería una de las avanzadillas del punk-nueva ola, Styx, Van Halen o The Tramps, entre otros.

En cuanto a la música en sí, muchos de los elepés publicados hace cincuenta años están considerados como grandes clásicos. Así, el fabuloso ‘Harvest’ de Neil Young, el atrevido y genial ‘Thick as a brick’ de Jethro Tull, el arrollador ‘Machine Head de Deep Purple (que incluye el ‘Smoke on the water’ y ‘Highway Star’), el inagotable ‘Exile on main street’ de los Rolling Stones, el irresistible ‘Talking book’ de Stevie Wonder (con la hechizante ‘Superstition’), el tremendo ‘Transformer’ de Lou Reed o el asombroso y eterno ‘Ziggy Stardust’ de David Bowie. Por sólo citar unos pocos, pues hubo mucho más. 

Los grandes éxitos de aquel 1972 siguen siéndolo medio siglo después: ‘Heart of gold’ de Neil Young, que no pierde carga emotiva jamás; la inmortal ‘American Pie’ de Don McLean, que puede escucharse a diario en cualquier emisora de radio; la superventas ‘Without you’ a cargo de Harry Nilson (el original era de los desdichados Badfinger); el siempre evocador y bienvenido ‘Nights in white satin’ de los Moody Blues; el irresistible ‘A horse whit no name’ de America; igual que el ‘Black dog’ de Led Zep; y ‘Burning love’ de Elvis, ‘Changes’ de Bowie, ‘Crocodile rock’ de Elton John, ‘Easy livin’ de Uriah Heep, y muchísimos otros títulos que no pierden frescura a pesar de ser ya cincuentones.

En España el rock aún se veía como ‘música ratonera’ de ‘peludos sin vacunar’. Aún así había, y muy bueno. Los geniales Lone Star, los ‘africanos’ Barrabás, el valiente Bruno Lomas, Los Pekenikes y sus instrumentales, Micky, Módulos, Cecilia…, que rivalizaban con Diablos, Fórmula V, Camilo Sesto, Julio Iglesias, Nino Bravo…

Desde entonces la tecnología ha avanzado de modo insospechado, casi tanto como ha retrocedido el poder, la calidad y la esencia del rock. Y es que 1972 fue uno de los años gloriosos de era dorada del rock. Por todo.

CARLOS DEL RIEGO.

jueves, 13 de enero de 2022

DJOKOVIC, MODELO DE EGÓLATRA, HIPÓCRITA Y CARADURA

 

Nadie recordará gestos y actitudes así en sus dos principales rivales

Cuando se habla de ellos tres, se suele decir que mientras Nadal y Federer caen bien, Djokovic no. ¿Y por qué?, se preguntan los fans del serbio sin querer ver sus ataques de ira incontrolada en la pista o cómo ha querido pasar por encima de las normas. Es fácil de demostrar que Novak Djokovic se viene  comportando desde hace años como un egocéntrico, pero ahora se ha revelado también hipócrita y caradura 

La tremenda polémica mundial en torno a la presencia del tenista Novak Djokovic en el Abierto de Australia de tenis 2022 ha servido para que el personaje en cuestión se deje ver como realmente es, un individuo muy creído y soberbio, un tipo con más dobleces que una camisa y con más cara que espalda.

El sensacional jugador está convencido de que puede hacer lo que le dé la gana en cualquier parte. Está acostumbrado a que sea así en su país (casi), por lo que no puede extrañar que, llegado el momento, se haya sentido tan especial como para convencerse de que las normas son para los demás, no para él. Debió pensar “soy el número uno y no se atreverán a prohibirme jugar en Australia”. En la pista se muestra como un deportista que no acepta la posibilidad del error y la derrota, se siente infalible y perfecto, y por eso, cuando falla, revienta raquetas contra el suelo (tantas veces) o las lanza contra la grada (eso hizo en un partido a puerta cerrada), golpea la bola con rabia sin reparar que puede dar a alguien (como así sucedió), patea enfurecido y descontrolado la silla de un juez de línea con éste sentado… ¿Alguien recuerda a Nadal o Federer destrozando raquetas u otros gestos de ira? Por no hablar de las imitaciones-burlas que hace años hacía de sus colegas rivales. Y si a ello se añade su entorno más cercano, en el que su padre (que suele insultar a los demás tenistas) dice que Novak es como Jesucristo (o sea, él es San José y la madre la Virgen María), es innegable que todo desemboca en el comportamiento de un auténtico ególatra. Un tipo con un orgullo desmesurado y un ego del tamaño del Himalaya.

Además, tan excepcional tenista es lo que se dice un hipócrita, como demuestra el hecho de que, tras proclamar su patriotismo incondicional, fija su residencia fiscal lejos de la hacienda serbia, en Mónaco, un paraíso fiscal. Si tantísimo ama a su país, ¿por qué evita pagar en él los impuestos que contribuirían a su desarrollo y mejora de la calidad de vida de sus compatriotas? Lo que dice choca con lo que hace, lo que evidencia una grosera hipocresía. Seguro que no hay que recordar que tanto Federer como Nadal tienen fijada su residencia fiscal en sus respectivos países. Ahora, con el asunto de su negativa a vacunarse, también ha dejado claro el balcánico que, contra lo que suele decir de “amor para todos”, le importa un pimiento ir contagiando por ahí. 

Y tiene la cara tan dura como todos los que se creen tan únicos y especiales como para sentirse por encima de leyes y normas. Lo de decir que se contagió a mediados de diciembre es, sin la menor duda, un truco de abogado, un recurso, un montaje para dar sensación de cumplir, puesto que si aquel positivo hubiera sido real lo hubieran esgrimido de inmediato como prueba concluyente de su exención de vacunarse. Soltar una información que hubiera sido concluyente con tanto retraso es más que sospechoso. Además, cuando le han pillado en trolas y manipulaciones culpa a su representante, a su asistente, a su ayudante…, él jamás es responsable, él no sabía nada. Y suelta todas las trolas sin rubor, con una cara de cemento armado.

Además, está demostrando poca inteligencia, puesto que toda la polémica influirá en su juego, por no mencionar que sus rivales lo mirarán con enfado, y tendrá a gran parte del público de uñas; esto último puede que sea lo peor para una personalidad como la suya. Y no se puede olvidar que este tipo de problemas puede reproducirse al llegar a otros países. Está claro que Novak Djokovic no calculó las consecuencias de sus actos, lo que significa escasez de luces.

Es tan bueno jugando al tenis como cuestionable como persona.

CARLOS DEL RIEGO.

domingo, 9 de enero de 2022

THE CRAMPS, UNA BANDA INOLVIDABLE

 


Lux Interior y Poison  Ivy, la eterna pareja de The Cramps

Su electrizante y esquemático sonido es único, como lo es su puesta en escena, sus letras delirantes, su particular y enloquecido rock & roll. The Cramps (Los Calambres) es, en todo caso, una banda singular, imposible de imitar. Puede que nunca lograra grandes cifras de ventas ni fuera protagonista de fotos y portadas, pero quien los escucha un par de veces jamás los olvidará

A veces surgen grupo únicos e inimitables; por ejemplo, nadie ha tratado jamás de imitar a los Creedence o a The Queen (salvo The Queen sin Freddie), del mismo modo que resulta imposible intentar emular a The Cramps. La voz densa y maleable de Lux Interior (en realidad Erick Purkhiser) y la guitarra cargadísima de Poison Ivy (Kristy Wallace) son indescifrables. Se conocieron en el colegio y jamás se separaron, ni en escena ni en casa. Formaron The Cramps hacia 1975-76 con la idea de recuperar la escena más oscura de la cultura de EEUU: las películas de serie B y los cómics de terror (sus portadas son muy explícitas), los emblemas y propuestas de la contracultura y, claro, el rock & roll en su forma más cruda, escueta, esquemática,

Su primer disco es del 79, pero Lux Interior y Poison Ivy ya eran pareja desde el 72, y nunca se separaron, nunca amagaron con cambiar de pareja, sólo la muerte de Lux en 2009 rompió la magia que había entre ellos, incluso en las parejas más duraderas es difícil no encontrar episodios de distanciamiento, de palabras gruesas o de discusiones airadas, sin embargo ellos no, pues siempre tuvieron palabras bonitas el uno para la otra y viceversa. “Él es fácil de amar, es muy valiente e inteligente”, decía Poison Ivy (Kristy) de Lux (Eric), mientras que éste gustaba de decir de ella: “Hay un millón de caras de Ivy, como si fueran un millón de Ivys, y yo las amo a todas”. Y así estuvieron 37 años.

El vibrante y vertiginoso estilo de los Cramps se suele asociar a lo que se llama ‘psychobilly’, y no es por casualidad, puesto que para sus primeros conciertos repartían folletos promocionales en los que así describían su novedosa propuesta. Poison Ivy recuerda: “Hacia 1976 empezamos a usar ese término, ‘psychobilly’, pero no pensando en que habíamos inventado un subgénero musical, sino simplemente para describir nuestro estilo. Todos los rockabillies de los años 50 eran poco menos que psicópatas que aceleraban el country y lo mezclaban con el rythm & blues para construir algo que estaba muy cerca de la locura. Eso es el ‘psichobilly’, que se adoptó como género en los 80”.

La segunda mitad de los años setenta vieron la aparición de una gran cantidad de grupos que se ‘graduaban’ en el CBGB de Nueva York. Así, nombres como The Dead Boys, B 52, The Runaways, Talking Heads, Blondie o Ramones obtuvieron sus ‘diplomas’ en ese legendario escenario neoyorquino. Con todos ellos se codearon The Cramps, pero… “No sé por qué pero nunca encajamos muy bien allí, y eso que muchos de aquellos grupos me encantaban, como Blondie o Ramones”, contaba Poison Ivy.

En sus conciertos podía pasar de todo, pues Lux Interior era un salvaje de escenario. Se retorcía por el suelo sin soltar el micro, se desnudaba bruscamente o sugerentemente, se metía el micro por la boca hasta la garganta o lo chupaba como…; en una ocasión salió en calzoncillos de leopardo, pidió el zapato de una espectadora, lo llenó de vino y se lo bebió; en otra bajó del escenario, se metió medio micro en la boca y se morreó con una fan con el micro sostenido por las dos bocas… durante ocho o diez minutos. Pero este ‘Elvis retorcido e infernal’, como fue calificado, aún podía ir más lejos: se asegura que durante uno de sus enloquecidos shows llegó a masturbarse durante una canción y terminó con la última nota… Indudablemente, con él era imposible aburrirse.

The Cramps llegó a tocar, incluso, para los internos de un hospital psiquiátrico de California. El caso es que, a mediados de los 70, un promotor de ese estado pensó en un concierto de rock para los ingresados en la institución mental, por lo que contactó con un productor de grupos punk de la zona de San Francisco, el cual le ofreció una banda llamada Readymades, que además tocaría gratis; fue fácil llegar a un acuerdo. No está claro por qué, pero Readymades se presentaron como The Cramps. Al poco de empezar, Lux Interior se dirigió a la audiencia: “Me han dicho que ustedes están locos, pero yo no estoy tan seguro. A mí me parece que están bien, tan bien como yo”.

Lux se apagó definitivamente en febrero de 2009 (falló su corazón), y con él una sorprendente banda de rock & roll. Sólo hay que escuchar ‘What´s inside a girl’, ‘Weekend on Mars’, ‘Get off the road’, ‘I ain´t nothing but a gorehound’ o ‘Human fly’ para recuperar o descubrir sensaciones.

CARLOS DEL RIEGO.

jueves, 6 de enero de 2022

LA COMUNISTA CAPITALISTA

 


Muchos políticos y ciudadanos en general dicen una cosa a la vez que hacen la contraria

Es una contradicción, un contrasentido, pero una ministra española ha demostrado que se puede presentar uno como comunista a la vez que exhibe todos los símbolos, beneficios y privilegios exclusivos del capitalismo. Y parece que a nadie le chirría esa doble moral. El problema es que no se puede ser las dos cosas, del mismo modo que no puede ser una circunferencia triangular

La noticia ha pasado casi de puntillas en los periódicos, apenas una reseña perdida en la vorágine de la actualidad, y eso en algunos, puesto que los afines la han escondido en el rincón menos visible. La ministra Irene Montero,  comunista declarada (a los 15 años se afilió a las Juventudes Comunistas) e integrante de Unidas Podemos, declaró un patrimonio de unos 630.000 euros cuando hace cinco años declaró algo menos de 7.000. Haciendo las cuentas y sumando todos los sueldos, sobresueldos, primas, beneficios y demás ingresos, y si no hubiera gastado nada en comida ni otros gastos ineludibles, no llegaría a la mitad de aquella cantidad. No es que ella sea la única, al revés, con total seguridad no hay político que no haya incrementado su patrimonio de modo escandaloso. Esto es tan seguro como la muerte.

Pero donde más choca la vida capitalista de la ministra con su auto proclamación comunista es en el desglose de los más de seiscientos mil del ala. A pesar de que la propiedad inmobiliaria es un concepto desconocido en el primer capítulo del comunismo (y por tanto absolutamente prohibido), la señora declara propiedades inmobiliarias por valor de 335.000 euros. A pesar de que las inversiones, acciones y valores son exclusivamente capitalistas, la ministra declara seguros y similares por valor de 187.000 euros. A pesar de que la acumulación de capital era motivo más que suficiente para la purga, para el gulag, para la checa, Montero manifestó poseer cuentas bancarias con un total de 107.000 euros.

No es que la tenencia de esas propiedades no sea legítima (siempre que se hayan obtenido por medios legítimos), pero es que está en las antípodas de lo que exige el comunismo. La posesión de inmuebles y la posesión de la tierra son distintivos capitalistas; del mismo modo que pocas cosas hay más representativas del capitalismo que las inversiones, acciones o planes de pensiones privados; e igual se puede decir de las gruesas cuentas bancarias y los tratos con los bancos, que son los auténticos templos del capitalismo. Y seguramente no le falten automóviles, ordenadores, móviles y otros bienes de consumo que, cambiados cada poco tiempo, tan bien simbolizan el desarrollo del capitalismo.   

En fin, si esta señora exhibe abiertamente las banderas y atributos del capitalismo burgués, ¿cómo es posible que aún se presente como comunista? Si se es posesor de tantos bienes muebles e inmuebles, valores y cuentas, ¿en qué se sustancia su comunismo? Y sobre todo, ¿cómo es posible que haya quien se crea lo que dice (que es comunista) a pesar de no cumplir con las reglas básicas de esa creencia? La respuesta a esto último es bastante fácil: porque hay muchos que se sienten y manifiestan comunistas o muy rojos pero viven y poseen como burgueses capitalistas tan bien acomodados como la señora en cuestión.

Con total y absoluta seguridad, el aumento exponencial del patrimonio de todo político es cualquier cosa menos limpio y legítimo, pues no olvidemos que el poder es sinónimo de corrupción y el político tiene poder. Y luego está la hipocresía, decir una cosa y hacer la contraria. 

En la fantástica película de Billy Wilder ‘Uno, dos tres’ (1961), la esposa de un joven comunista dice refiriéndose al hijo que espera: “Cuando sea mayor que él decida si ser un capitalista o un comunista millonario”. Parecía un chiste, pero la realidad muestra que hay quien ha conseguido presentarse como un comunista millonario.

CARLOS DEL RIEGO.

domingo, 2 de enero de 2022

LAS VIEJAS DISPUTAS ENTRE VETERANOS DEL ROCK SIGUIERON DURANTE 2021

 


Paul McCartney y Mick Jagger llevan décadas dirimiendo si Beatles o Stones

Se sabe de peleas y enfrentamientos verbales entre músicos de rock casi desde que éste se inventó. Y no hay año en que las tirrias, celos y egos de los grandes veteranos no resuenen, por cualquier causa, en prensa y redes. El extinto 2021 dejó algunos sonoros cruces de palabras

En general las disputas y peleas dialécticas vienen de muy lejos, como la que mantienen Beatles y Stones desde hace décadas, o los insultos y descalificaciones que se lanzan David Gilmour y Roger Waters desde hace poco menos. El año pasado la inquina parece haberse disparado. Y aunque todos son añosos, mantienen el orgullo en todo lo alto.

Aunque siempre se dijo que no había enemistad entre ellos, la realidad dice que, en no pocas ocasiones, miembros de Beatles y Stones se han acusado mutuamente. La última fue en octubre del 21, en una entrevista a un periódico de Nueva York; McCartney insistió en que los Beatles abrieron caminos nuevos y sus raíces eran muy amplias, mientras que los Rolling Stones “siempre fueron una banda de versiones de blues, nada más, y aunque no sé si debo decirlo, pienso que nuestros horizontes fueron mucho más amplios que los suyos”. Jagger, claro, no podía quedarse callado, y durante un concierto en Los Ángeles se dirigió al público con tono irónico: “Hay muchas celebridades hoy aquí (…) incluyendo Paul McCartney, que se unirá a nosotros luego para hacer una versión de un blues”. Meses antes subrayó que “The Beatles ni siquiera hizo una gran gira”. Con una sonrisa, pero…

Pero no sólo sus supuestos rivales le lanzan dardos a los Stones; en noviembre el solista de los Who, Roger Daltrey, respondió al periodista con palabras elogiosas para Jagger:”Es el cantante número uno del rock”, pero inmediatamente cambió el tono: “Si estabas a la puerta de un pub en el que tocaban los Rolling Stones y tú escuchabas desde la puerta, seguro que pensabas que en ese local estaba tocando una banda mediocre”; incluso insinuó que no se merecen el estatus y la reputación que tienen en la historia del rock. En esta ocasión no hubo respuesta, ni siquiera de Jagger.

Quienes nunca se han cortado con los tacos, amenazas y palabras soeces son los integrantes de los Sex Pistols, sobre todo su solista John Lydon (Johnny Rotten). Resulta que está a punto de estrenarse una serie de televisión titulada ‘Pistol’ que cuenta la historia del grupo. Lydon, haciendo honor a su apodo, vomitó: ”Es la mierda más irrespetuosa que he tenido que soportar”. El motivo de su enfado es que no ha participado, no contaron con él y, además, todo el guión de la serie (seis capítulos) se basa en el libro de memorias que Steve Jones escribió en 2018, ‘Lonely boy: Tales from a Sex Pistol’. El caso es que la cosa viene de largo, puesto que a finales del siglo pasado todos, excepto Lydon, acordaron que cualquier cosa que se hiciera sobre el grupo tendría que contar con el sí de la mayoría. Todos menos el cantante siguen de acuerdo y la cosa va hacia adelante a pesar de las rabietas, desprecios e incluso demandas, pues Johnny Rotten fue a juicio en 2021 y lo perdió estrepitosamente. Pero siguió con su pataleta; como la serie es para FX, que es de Disney, dijo: “El dinero de Walt Disney me venció, ¿quién iba a ganar el juicio? El dinero ha hablado y me ha dado una patada en el culo. Los Sex Pistols ya son propiedad del puto Mickey Mouse”.

Enemigos irreconciliables son Roger Waters y Dave Gilmour (en realidad Waters se lleva mal con todos). En 2021 parecía que se iba a publicar la esperada reedición del ‘Animals’ (1977), pero no se ha superado el principal problema, que es la acreditación de la autoría, arreglos y producción de las canciones. Waters declaró: “Gilmour viene exigiendo desde hace tiempo más acreditación y recompensa por su contribución a la banda, no sólo en ‘Animals’, sino en todo lo que hizo hasta 1985. Pretende más de lo que le corresponde, y por eso no quiere que se sepa todo lo que yo aporté”. El guitarrista, por su parte, sólo dijo “no estar interesado en contestar a todas las mentiras que sobre mí escucho continuamente”. Es difícil tomar partido por uno u otro, aunque los antecedentes de Waters le son muy desfavorables. 

Fleetwood Mac es el prototipo de grupo de éxito cuyos integrantes jamás dejan de tirarse los trastos a la cabeza. Hace tres años pusieron de patitas en la calle al guitarrista, cantante y compositor Lindsey Buckingham, quien los llevó a juicio…, para luego (en 2021) decir que estaba abierto a hacer las paces y continuar con el grupo. Y de paso gritó que F. Mac sin él es un grupo de versiones. Y también que todo fue culpa de la cantante y compositora Stevie Nicks, “que creyó que el grupo debía adaptarse más a ella, es decir, hacer un sonido más suave y depresivo”. Stevie contestó que ella no tuvo nada que ver en el despido: “Nunca lo pedí, nunca lo exigí”. Llevan tantos años siendo enemigos íntimos que, seguro, en 2022 seguirán diciéndose cosas de ex.

Procedentes de los sesenta y los setenta del siglo pasado, los músicos de rock siempre mantienen el espíritu combativo. Con y sin razón.

CARLOS DEL RIEGO.