miércoles, 28 de noviembre de 2018

ISLEÑOS SIN CONTACTO CON EL EXTERIOR MATAN A UN VISITANTE: ¿ESTARÁN AISLADOS PARA SIEMPRE? Una impactante noticia ha dado la vuelta al mundo de titular en titular: un joven fue asaeteado hasta la muerte por intentar acercarse a los habitantes de una isla del Océano Índico al este de la India, los cuales apenas han mantenido contacto con el exterior y atacan a todo el que se acerca. Más o menos así es la cosa, la cual plantea abundantes preguntas


Parece un imposible que las poblaciones sin contactar se mantengan en su aislamiento para siempre.

Ese ingenuo que fue a hablarles de paz y amor no es el primero en caer bajo las iras de estos indios hostiles. Hace unos diez años liquidaron a dos pescadores y también atacaron a los tripulantes de otro barco que naufragó allí mismo, y seguro que hay más casos desconocidos. Lo curioso es que quienes defienden esta postura aislacionista afirman que no son hostiles (¿) y que lo único que hacen es decir “dejadnos en paz”; entonces, parece oportuno preguntar si cuando llegan a occidente indios, africanos, asiáticos o de cualquier procedencia, ¿sería justo recibirlos del mismo modo y repetirles ese ‘dejadnos en paz’? ¿Las exigencias morales que sirven en una dirección no sirven en la contraria, o sea, no hay que pedir reciprocidad? ¿Acaso una cultura tiene superioridad sobre otra? También afirman los expertos y antropólogos que actúan así porque saben qué les espera fuera de su isla, pues conocen lo ocurrido con otras sociedades parecidas…, algo que vuelve a plantear preguntas, ¿cómo sabrán qué hay fuera si nunca ha salido nadie y vuelto para contarlo?, ¿cómo se habrán enterado de lo sucedido con poblaciones parecidas si no permiten que nadie se acerque?, ¿alguien sabe hablar su lengua?

El caso es que no dejan de surgir preguntas en torno a este asunto. ¿Alguien piensa que estos colectivos van a quedarse aislados para siempre?, ¿es eso posible? En este sentido, también caben otras cuestiones: los que maldicen el descubrimiento de América ¿acaso piensan que el continente iba a permanecer incógnito y aislado del resto del planeta, como los habitantes de la isla Sentinel del Norte?

Dicen los expertos que cuando ellos lo deseen saldrán de su isla. En este caso, ¿es obligatorio recibirles con los brazos abiertos o sería lícito pagarles con la misma moneda?, ya que si ellos no permiten que el resto del mundo se les acerque, parece lógico que el resto del mundo, llegado el momento, adopte idéntica postura. En otras palabras, ellos se arrogan el derecho de no permitir la entrada en ‘su’ mundo, pero cuando ellos lo deseen, también se arrogarán el derecho de exigir que el ‘otro’ mundo los acoja. En cualquier caso, más tarde o más temprano, esa separación no podrá sostenerse.  

También parecen oportunas otras consideraciones; por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos acoge a todos, a todos los seres humanos, por tanto, si se exige respetar el deseo de esa población se les están negando esos derechos (seguro que sus conductas son contrarias); además, seguro que en otros aspectos sociales seguirán en el Neolítico; por otro lado, ¿a qué cultura, pueblo, nación o colectivo se le da legitimidad para matar a quien se le acerque?. Asimismo, no es disparatado pensar que la isla puede convertirse en objeto de deseo de toda clase de aventureros y amantes del riesgo y la adrenalina.

En realidad hay otras poblaciones que están sin contactar o casi en la selva amazónica, en Papúa y en otros lugares, pero al igual que los pobladores de Sentinel del Norte, no van a poder mantener su segregación indefinidamente, ya sea porque la civilización terminará por llegar, porque un día los recursos sean insuficientes, por la codicia de occidentales sin escrúpulos, porque alguno de sus miembros sienta curiosidad por lo que hay un poco más allá o porque un náufrago les contagie una enfermedad que acabe con todos (que al parecer  en Sentinel apenas son unos cientos de individuos). De un modo u otro, el tiempo acabará con ese aislacionismo.

Lo que subyace detrás de la posición de los que defienden a la tribu aislacionista es un complejo de superioridad: “como nosotros somos superiores tenemos que permitir que ellos, inferiores y retrasados, mantengan todas sus costumbres”, aunque vayan en contra de la lógica, del transcurrir del tiempo, de la evolución del pensamiento. Es como si se defendiera la costumbre de la ablación para las niñas o la obligación de casarlas con quien el padre diga.

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 25 de noviembre de 2018

GRANDES ÉXITOS ESCRITOS EN UNOS MINUTOS Algunos artistas tardan meses, años, en terminar su obra: la retocan, la modifican y nunca quedan satisfechos. Otros, sin embargo, hacen lo contrario, se limitan a materializar inmediatamente lo que se les ocurre (un caso que todos conocen es el de Mozart, que nunca corregía ni arreglaba sus partituras). En el universo del rock & roll se dan los dos extremos, de modo que existen canciones que necesitaron muchos retoques y modificaciones para que todos quedaran satisfechos; pero también hay otras que surgieron de un chispazo, casi instantáneamente, y curiosamente se convirtieron en éxitos fulgurantes

Escribir el irresistible 'Rock & roll' sólo llevó media hora a los componentes de
 Led Zeppelin.


Para la gran mayoría de los mortales eso de componer una obra musical es algo impensable, ni aunque se trate de una simple canción con texto y partitura, con su estribillo y su estrofa. Es muchísimo más difícil de lo que parece. Y eso que, ciñéndose a ese sistema solar llamado rock & roll, existe la ventaja de que no hay reglas de funcionamiento ni sus ‘cánones’ tienen que ver con cualquier otro género musical ni aún artístico. Por eso, se han dado casos de canciones que apenas necesitaron unos minutos para ser concebidas y, por el contrario, no dejan de sonar por más años que pasen. Por ejemplo…  
Una pieza emblemática y tremendamente evocadora de una época es ‘San Francisco’ (1967). John Phillips, de The Mamas & The Papas, formaba parte de la organización del festival Monterey Pop (uno de los primeros) y alguien debió sugerirle que podía hacer una canción que sirviera como himno del ‘hippismo’, como una especie de reclamo para que la juventud estadounidense se pusiera en camino hacia la capital del movimiento hippie. Así, Phillips se sentó con papel y lápiz y en menos de media hora tenía la canción hecha para voz y guitarra. De unos minutos de inspiración surgió un himno, una ilustración perfecta de un momento del siglo XX. 

Black Sabbath estaba grabando su segundo álbum, ‘Paranoid’, en 1970. En menos de tres días lo tenían todo terminado, pero faltaban unos minutos para completarlo, así que hubo que ponerse a idear otra canción  Se cuenta que mientras Tony Iommi probaba un riff de guitarra, el bajista Geezer Butler y Ozzy Osbourne escribían los versos apresuradamente. Unos veinte minutos después ya la estaban ensayando en el estudio, con Ozzy leyendo la letra mientras cantaba. Lo que iba a ser un tema de relleno se convirtió en el mayor éxito de grupo y uno de los primeros emblemas del rock duro.

La trepidante ‘Rock & roll’ (1971) de Led Zeppelin también apareció como un chispazo. Estaban escuchando blues cuando Jimmy Page empezó a hacer un sencillo riff sobre el que se construyó gran parte de la estructura; John ‘Bonzo’ Bonham, que estaba malhumorado por las esperas, se arrancó con un ritmo que parecía no pegar bien con el resto, un ritmo basado en el comienzo del tema ‘Keep a knockin’ (1957) de Little Richards. Pero al combinar todo, la cosa funcionó. En total, alrededor de media hora (grabarlo ya fue otra cosa) de inspiración y un clásico incontestable.

Uno de los mejores grupos de heavy en su más estricto sentido es Uriah Heep, que en 1972 publicó su poderoso ‘Easy Livin´’. Cuenta sus autor, el teclista y guitarrista Ken Hensley, que aquel año, después de pasarse días y días trabajando intensamente en el estudio, compartían un taxi de vuelta a casa; hablaban de que el público pensaba que los músicos de rock llevaban una vida fácil y regalada, que llegaban a un sitio, tocaban un rato y ganaban millones. Cuando bajó del taxi, las palabras ‘vida’ y fácil’ bailaban en la cabeza de Hensley, de modo que al llegar a casa se puso a escribir y, en apenas quince minutos, lo principal, la letra y la música, estaban hechas. Tantos años después no ha perdido su arrollador encanto (un recuerdo para el bajista Gary Thain y sus vertiginosas líneas de bajo, el cual murió cuando tenía…, sí, 27 años).  

Cuando el guitarrista de REM, Peter Buck, aprendía a tocar la mandolina repetía una y otra vez un riff, luego, al escucharlo, pensó que de ahí podía salir una canción, de hecho, cuenta que casi instantáneamente se le ocurrió el coro; luego les puso las grabaciones a los demás y en apenas 10 minutos el tema estaba escrito; “cuando al día siguiente la escuché, me di cuenta de que casi todo eran las escalas que yo practicaba”, dijo Buck. La canción sigue siendo uno de sus títulos de referencia, ‘Losing my religion’ (1991).

Según el propio David Bowie, la maravillosa ‘Life on Mars’ (1971), fue fácil de hacer. Estaba en un parque y se le ocurrió una tonadilla, caminó para tomar un autobús con la musiquilla insistiendo en su cabeza, llegó a casa e inmediatamente se puso al piano y “al final de la tarde tenía terminadas la letra y la música”, explicó él mismo (posteriormente Rick Wakeman y Mick Ronson le proporcionaron sus increíbles adornos). Parece fácil, pero hay que tener un talento desbordante para hacer tal cosa.

Y aunque no consta cuánto tardaron Ramones en escribir su primer disco, seguro que fue incluso menos; por ejemplo, el tema ‘No quiero salir contigo’ sólo tiene dos versos, el título y ‘entonces por qué tú quieres salir conmigo”, un par de acordes y listo; no parece que esto llevara mucho tiempo; el resto de las canciones sigue más o menos esos parámetros. Según su manager Dany Fields, el disco se grabó en una semana y costó unos seis mil dólares, aunque “podía haber costado seiscientos”. Son destellos fugaces, pero deslumbran.

Dicen que Led Zeppelin tardó un año en terminar su impactante ‘Starway to heaven’, pero las leyes del rock permiten hacerlo muy bueno con mucho menos.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 21 de noviembre de 2018

LAS MENTIROSAS PREDICCIONES APOCALÍPTICO-MEDIOAMBIENTALES Las ridículas predicciones que a décadas vista proclaman ciertos gobernantes con voz campanuda y tono apocalíptico tienen tanto valor como las que vaticinaban el fin del mundo en el año mil o el caos de los ordenadores en el dos mil. Echando un vistazo a los vaticinios de algunos ‘expertos’ ecologistas y comparándolos con la realidad que el tiempo ha mostrado puede deducirse que era evidentemente exagerados, cuando no auténticas mentiras

Según auguraron ciertos expertos en 1994, en el año 2010 sería imposible esquiar en el sur de España, sin embargo, esta foto de junio de 2018 muestra un muro de cuatro metros de nieve (foto, websierranevada).


Hay ocasiones en que la obsesión por una causa justa lleva a sus defensores a pasar por encima de la realidad, de la verdad, ya sea consciente o inconscientemente. De este modo se conducen muchas bienintencionadas criaturas preocupadas por el medio ambiente y los excesos contaminantes, las cuales no dudan en proponer futuros cercanos casi apocalípticos; sin embargo, cuando se cumplen los plazos anunciados y las cosas no son como habían predicho, algunos de los que creyeron aquellas profecías catastrofistas empiezan a dudar, a sentirse engañados y manipulados y, fácilmente, a pasarse al lado negacionista.

Eso de anunciar grandes catástrofes a escala planetaria viene de muy antiguo.  Una de las herejías altomedievales es el mito milenarista, que predecía, más o menos, el fin del mundo con la llegada del año mil; lo curioso es que con la llegada del año dos mil (el último año del siglo XX y del segundo milenio) se produjo un mito semejante, ya que se habló del colapso de todos los ordenadores en caso de que hubiera algunos no preparados para el cambio de dígito. Sobra decir que no pasó nada. Sin embargo, por curioso y sorprendente que parezca, y a pesar de que todos los vaticinios de enormes catástrofes fallan, se siguen anunciando, y muchas veces desde organismos científicos.

Cuando en el año 1994 se suspendió el Campeonato del Mundo de Esquí en Sierra Nevada por falta de nieve, voces autorizadas y conocedoras del asunto del clima publicaron en revistas especializadas artículos sensacionalistas en los que afirmaban que, para el año 2010, sería imposible esquiar en el sur de España por falta permanente de nieve; igualmente se dijo que, alrededor de dicho año el río Ebro perdería un gran porcentaje de su caudal, mientras que algunas poblaciones costeras del Mediterráneo serían inundadas. Poco antes, a principio de la década de los noventa, otros ‘expertos’ anunciaron que en torno al año 2020 el petróleo empezaría a dejar de utilizarse por la simple razón de que apenas quedaría, y que su extracción ya no sería rentable; la principal razón era que el acceso masivo de chinos e indios al automóvil terminaría rápidamente con las reservas mundiales. Son apenas un par de ejemplos, pero podría elaborarse una larguísima lista de augurios de enormes calamidades enunciadas en el último medio siglo que, evidentemente, no se han cumplido ni de lejos. En todo caso, como es sabido, Sierra Nevada ha recibido copiosísimas nevadas en los últimos años y el petróleo no parece escasear.

Es imposible negar la contaminación de los mares (desde plásticos hasta combustibles), de las tierras (desde desechos tecnológicos hasta residuos nucleares), del aire, de los ríos y subsuelos. No cabe duda, se esquilman los recursos naturales mucho más allá de la lógica, se destruyen estúpidamente ecosistemas sin calcular las consecuencias y, en fin, no se hace un uso racional de esos recursos. Pero anunciar cataclismos, predecir escenarios cercanos a las plagas bíblicas o hecatombes a escala global de aquí a unas décadas es acercarse no ya a la adivinación, sino a la simple mentira. Claro que hay creencias aun más disparatadas, como la que sostienen quienes están convencidos de que ‘nos estamos cargando el planeta’, sin tener en cuenta que el planeta ha pasado por episodios infinitamente más catastróficos y duraderos que el actual (la gran extinción del Pérmico duró un millón de años) y que la Tierra tiene mucho tiempo para regenerarse. En otras palabras, todos esos excesos los pagarán las personas, pero lo que sucede ahora es para la Tierra apenas un rasguño.    

No cabe duda de que mucha gente sinceramente convencida y comprometida con el medio ambiente prefiere pasarse, exagerar, elegir siempre el peor de los escenarios sin valorar las infinitas e imprevistas variables. Pero esta postura, a la larga, resulta contraproducente, pues creará escépticos.

En realidad, sólo tipos de la talla de Julio Verne o Isaac Asimov fueron capaces de ‘adivinar’: aquel predijo el viaje a la luna, y este anunció que un día todos los humanos estarían intercomunicados permanentemente.

CARLOS DEL RIEGO




domingo, 18 de noviembre de 2018

GRANDES CANCIONES CON LETRAS INQUIETANTES Noticias e informaciones que causan inquietud y preocupación saltan todos los días a los titulares de los medios de información. Narran crímenes, accidentes, agresiones, acosos, desgracias…, y suelen causar alarma y desazón por más que el lector esté acostumbrado. En el mundillo del rock & roll son muy abundantes las canciones con textos perturbadores, e incluso muchas de ellas han logrado enormes éxitos a pesar de que sus letras resultan desagradables

Pink Floyd hizo muchas canciones con contenido inquietante, entre ellas el 'Cuidado con ese hacha, Eugene', en la que Water emites unos alaridos escalofriantes.


Muy raro es el día en que el ciudadano no es bombardeado con imágenes de las  desgracias que sufren sus prójimos. Por ello, porque esas calamidades que intranquilizan son cosa cotidiana, no es de extrañar que el rock & roll haya prestado atención especial y haya dedicado a las inquietudes que afectan a la persona muchas canciones, algunas de las cuales son ya auténticos clásicos aún cuando lo que cuentan resulta molesto, irritante, odioso.   

Una canción que casi todo el mundo ha escuchado y tarareado es ‘Luka’ (1987), el gran éxito de la californiana Suzanne Vega. El tema narra un caso de abuso y maltrato infantil, algo verdaderamente escaso en el departamento del rock. Lo curioso es que la melodía es tremendamente pegadiza y no da sensación de tristeza…, hasta que se conoce la letra (“te pegan hasta que lloras”). Se produce el contraste entre el ambiente imperante y lo desagradable del texto; la propia artista contó: "Es una canción que habla del abuso que sufren muchos niños y, por lo tanto, afecta de modo diferente a las personas, algo que no sucede con, por ejemplo, una canción de amor". La pieza mantiene el tipo a pesar de los años y también su capacidad para conmover. Desgraciadamente no habla de algo extraño o de otro tiempo.

Terriblemente desasosegante es el contenido de ‘One’ (1989) de Metallica. Esa letra surge de la novela de Dalton Trumbo ‘Johnny cogió su fusil’ (tan terrible como la película que sobre ella se hizo). Cuenta los pensamientos de un soldado que pierde en la guerra sus brazos y piernas, sus ojos, nariz, boca y oídos. Al despertar cree estar en un sueño, pero pronto entiende lo que pasa y le invade la desesperación. Los versos resultan espeluznantes: “Aguanto el aliento deseando la muerte (…) la oscuridad me aprisiona (…) no puedo vivir, no puedo morir. Atrapado en mi mismo, el cuerpo es mi prisión”. Es una gran canción (con ese vertiginoso solo de guitarra) pero si se interioriza la letra produce un insoportable mal rollo.

Otro título con letra sobrecogedora es el ‘Carefull with tha axe, Eugene’ (1968), o sea, ‘Cuidado con el hacha, Eugene’, de Pink Floyd’. La atmósfera, en general, tiene mucho de un sicodélico ‘mal viaje’. El tono suave y etéreo del comienzo va tomando cuerpo hasta desembocar en un caos sonoro coronado por unos alaridos escalofriantes de terror, de dolor (los pone Roger Waters)…, para luego regresar a una calma que, no obstante, sugiere que algo terrible le ha ocurrido a Eugene al manejar el hacha… 

The Beatles también supieron hacer canciones con mensajes nada tranquilizadores. Por ejemplo el ‘She´s leavin home’, que habla de una chica que desapareció de casa sin más, causando tremendo dolor a sus padres. También puede ser inquietante el ‘Revolution 9’ del ‘Álbum blanco’, que parece surgir de una paranoia lisérgica y que, seguro, sin la indeseable Ono su espacio en el disco hubiera sido utilizado para algo muchísimo mejor. Pero tal vez sea ‘Maxwell silver hammer’ (El martillo de plata de Maxwell), de 1969, la que produzca más inquietud; y es que, encajada en una melodía más bien divertida y un ambiente festivo, la letra es cruel, sádica, ya que refiere la historia de un desalmado que liquida a la gente con su martillo de plata. Hasta para hablar de temas desagradables lo hacían con enorme estilo y talento.

Evidentemente, Rolling Stones no dejaron de escribir sobre asuntos escabrosos, al revés, casi podía decirse que era una de sus especialidades. Así, su fantástico álbum ‘Sticky fingers’ (1971) incluye el ‘Brown sugar’, uno de los mejores y más emblemáticos rythm & blues; sin embargo el texto haba de sexo duro y violento, de drogas, de esclavitud, de maltrato…, hasta el punto de que su autor, Mick Jagger, reconoció a finales del siglo XX que “nunca se me hubiera ocurrido escribir esta canción hoy, seguro que me la hubieran censurado, aunque yo mismo me hubiera censurado. Ahora me sería imposible escribir algo parecido”. A primera vista va de un blanco que mantiene relaciones con una mujer negra, pero el hombre es el amo, ella la esclava y la relación es violación. Claro que también hay quien afirma que todo es una metáfora del dominio que ejerce la droga sobre el adicto. Se mire como se mire, el tema no es tan ligero como se piensa.   

De todo aficionado es conocido el contenido del 'Every breath you take' (1983) de Police. Hasta no hace mucho se tenía por una canción de amor inocente en la que el enamorado le dice a ella lo que siente cada vez que respira, cada vez que se mueve…; sin embargo, el verso con que concluye el supuesto halago es de lo más alarmante, pues viene a señalar que ‘hagas lo que hagas yo te estaré observando’; en otras palabras, puro acoso. El autor, Sting, desveló cuál era su intención, la cual poco tenia de complaciente: “es una canción siniestra”; además, también desveló que no sólo se refiere al tiparraco que espía todo lo que hace la chica, sino que trataba de denunciar a los gobiernos, siempre intentando averiguar lo que hacen y dicen los ciudadanos. Hay que imaginarse a un tipo que continuamente dice: ‘sé qué haces, se dónde estás, te vigilo constantemente’. Es para preocuparse, ¿verdad?

No es que fuera lo que se dice un gran éxito, de hecho ni siquiera es un título popular, pero el ‘Frankie teardrop’ (1977) de los estadounidenses Suicide es de lo más siniestro y atemorizador. En realidad no hay mucha música, sólo un ruido obsesivo, una voz temblorosa y, repentinamente, unos alaridos que ponen los pelos de punta. La cosa va de un tipo que pierde el trabajo y que, como no puede alimentar a su familia, los mata a todos y luego a sí mismo (terrible, real y frecuente suceso). Pero luego el tal Frankie aparece en el infierno, donde su principal tormento es la desesperación. Más mal rollo. .

Claro que para repertorio tremendista, turbador y preocupante, el de Joy Division, la mayoría de cuyas letras (firmadas por el suicida Ian Curtis) sólo contienen ideas tétricas, pesimistas, desesperadas. Una de sus piezas más conocidas es la póstuma ‘Love will tea rus apart’ (1980), que viene a ser ‘El amor nos desgarrará’, una terrible y fatal previsión que escribió pensando en su matrimonio roto. El tono depresivo y tenebroso se palpa desde la primera nota…, como casi todo lo publicado por Joy Division.

Sí, el rock ha reflexionado mucho acerca de lo que inquieta a la persona. 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 14 de noviembre de 2018

COLÓN, DEFENESTRADO CON CARÁCTER RETROACTIVO. ¿IGUAL SUERTE PARA LAS PIRÁMIDES O EL COLISEO? Es delirante cómo hay criaturas que juzgan personas, hechos y pensamientos del pasado según los códigos morales de la actualidad, es decir, aplican una retroactividad ética y legal a todo aquello que no coincide con su ideología, con las legislaciones y mentalidades del siglo XXI. En otras palabras, hay quien exige respeto a los Derechos Humanos y la Democracia incluso cientos de años antes de que esos conceptos se ‘inventaran’. Por eso, porque hay quien cree que sus ideas deben ser aplicadas en cualquier momento de la Historia, Colón ha sido degradado

Usando el mismo argumento con el que retiran la estatua de Colón, también deberían retirarse las pirámides aztecas, símbolos de crudelísimos sacrificios.


Se ha cumplido la sentencia y la estatua de Cristóbal Colón que se mostraba en Los Ángeles, Usa, ha sido retirada por “su contribución al genocidio”. En otras palabras, el almirante ha sido juzgado, condenado y sentenciado (sin juicio y sin defensa, claro), pero aplicándole leyes de hoy, exigiéndole valores de hoy, con códigos éticos y morales de hoy. Y eso además del hecho de que el verdadero genocidio (planificado y sistemático) se perpetró al norte del Río Bravo (Río Grande en Estados Unidos)  y fue consumado por los antepasados de los que hoy se rasgan las vestiduras ante el protagonista de la gran aventura que mostró al mundo cómo es en realidad..

Si se trata de conservar o destruir los monumentos, representaciones u objetos históricos en función de la conducta y trayecto vital de las personas a ellos asociados, y sin tener en cuenta cada contexto histórico, habrá que ir preparando la herramienta, pues será mucho, muchísimo lo que haya que echar abajo. Y es que nadie es perfecto, nadie está libre de culpas, manchas y errores, De este modo habría que empezar por derruir las pirámides de Egipto, ya que son un evidente símbolo de absolutismo tiránico, despiadado y sanguinario. Asimismo los restos de las construcciones de las diversas culturas de Mesopotamia, siempre brutales y en las que los poderosos sometían violentamente al pueblo. Luego habría que demoler el Coliseo, un edificio  específicamente construido para albergar violencia, crueldad, sangre y muerte. Las pirámides mayas y aztecas tampoco pueden dejarse en pie, pues en sus altares fueron sacrificados miles y miles de personas (hombres, mujeres y niños) con una crueldad aterradora. Y palacios y jardines (como Versalles), estatuas, castillos, murallas y otras construcciones antiguas, medievales, renacentistas…, todo lo cual puede verse como símbolo de la opresión y la desigualdad. Así podría continuarse durante horas, recordando piezas históricas que, vistas bajo el prisma del pensar actual, no superarían un examen moral. Por tanto, ¡abajo con todo!  

En la misma línea de razonamiento deberían prohibirse textos y narraciones históricas como la Ilíada (machista, belicista), la Guerra de las Galias y la Guerra Civil de Julio César (genocida), las obras de Shakespeare (machistas, misóginas, racistas) o Madame Bovary (heteropatriarcal)… y la cosa podría alargarse hasta el infinito, sobre todo si se empiezan a revisar con los mismos parámetros películas, teatro, música… Siempre se encontrará algo incompatible con la corrección política que guía tantas seseras de hoy.

Parece oportuno recordar, por otra parte, que el pensamiento de las personas de hace quinientos años estaba muchísimo más cerca del pensamiento de la Roma Antigua que del de la actualidad; es lo mismo que la tecnología, la del año 1.500 no sorprendería demasiado a Arquímedes, mientras que cualquier artilugio de hoy sería inexplicable para alguien nacido dicho año. Para hacerse una idea de cuál era la mentalidad de Colón y los que cruzaron el Atlántico poco después que él, baste recordar que estaban convencidos de que en los nuevos territorios iban a encontrar los restos del Paraíso Terrenal, la Fuente de la eterna juventud, la ciudad de El Dorado, las tribus perdidas de Israel o la tribu de las Amazonas      

En fin, quienes juzgan sumariamente el pasado según las leyes y mentalidades actuales estarán seguros de que, de haber vivido hace quinientos, mil o dos mil años, vestirían vaqueros, escucharían rock & roll, verían series en la tele y su escala de valores y su pensamiento serían idénticos a los que tienen hoy..

¡Cómo se podrá ser tan simple e ignorante!!

CARLOS DEL RIEGO




domingo, 11 de noviembre de 2018

EL LADO OSCURO Y ODIOSO DE ALGUNOS PIONEROS DEL ROCK Como cualquier otro bípedo sin plumas, los grandes personajes que dieron forma a esto del rock & roll tenían algunas virtudes y muchos defectos. Sin embargo, algunos de ellos traspasaron toda frontera moral y se convirtieron en auténticos matones cobardes o en bestias rabiosas que se ensañaban con los más débiles que tenían más cerca

James Brown fue un extraordinario artista en el escenario, pero también una fiera rabiosa de puertas adentro.


Lo de ser un pionero siempre es difícil. Si además se es negro en los Estados Unidos de los años veinte del siglo XX, la perspectiva es ciertamente mala. Si también se es proclive a la violencia la cosa se pone mucho peor. Todo eso era Huddie Leadbetter (1888-1949), que adoptó el nombre de Lead Belly en la cárcel y es recordado por ser autor de clásicos de siempre como ‘Let the midnight special’ o ‘Black Betty, además de ser uno de los primeros en grabar el tradicional ‘La casa del sol naciente’’. ‘Bluesman’ poderoso, compositor inspirado, guitarrista innovador, Leadbelly aportó formas que luego serían básicas en la ‘invención’ del rock & roll (“sin Leadbelly no habría habido Beatles”, dijo George Harrison). Sin embargo, tenía tanto genio para la música como malas pulgas. Ingresó en la cárcel por primera vez en 1915 por participar en una pelea multitudinaria extremadamente violenta; treinta días. Un par de años después volvió a la trena por liquidar al marido de su prima y dejar a otro tipo medio muerto; le cayeron unos cuantos años pero sólo pasó siete entre rejas. Después apuñaló a otro y, claro, regresó al trullo. Salió, pero no pasó mucho antes de que volviera a poner a trabajar su navaja, así que salía y entraba de prisión como quien va de vez en cuando a hacerse una revisión. Eso sí, entre sus víctimas no había ningún blanco, pues allí en aquella época le hubieran puesto una corbata de cáñamo al instante. Músico excepcional, autor brillante y auténtico pionero, Leadbelly era pendenciero, navajero y peligroso cuando no tenía las manos ocupadas con la guitarra. 

También tenía muy mala leche y muchos vicios el imprescindible Jerry Lee Lewis. Aunque hay mucha leyenda sobre sus andanzas, es cierto que ha tenido siete esposas (algunas primas, otras familiares entre ellas), que una murió por sobredosis y otra se ahogó en circunstancias muy sospechosas, que otra tenía 13 años y era hija de una prima suya, que casi mata a uno de sus profesores, que pegó un tiro a uno de sus músicos… Eso es lo acreditado, pues de otras ‘cosas’ siempre será ‘presunto’. Gran artista, persona indeseable.
Su contemporáneo Chuck Berry también fue un genio, y también tenía un lado muy oscuro. Además de muy orgulloso, tacaño y ‘pesetero’, se enfurecía con facilidad, como cuando le atizó un directo al rostro a Keith Richards porque éste tocó su guitarra sin permiso, o como cuando le llamó de todo por discrepancias musicales; en fin, protagonizó abundantes pendencias con otros músicos, pues era muy, muy irascible cuando se trataba de música y mucho más si había pasta de por medio. Siendo adolescente pasó una temporada en un reformatorio por robo de coches y asalto a mano armada. También pencó un par de años (le rebajaron la pena por comentarios racistas del juez) por llevar a una chica de 14 años de un estado a otro de Usa con intenciones aviesas (su idea era prostituirla). Más tarde puso cámaras en el baño de mujeres de uno de sus restaurantes; luego encontraron en su casa los vídeos, además de un pequeño arsenal. No, aunque sea uno de los más grandes del rock & roll, no es lo que se dice un modelo de conducta.

Y hablando de los primeros momentos del r & r, Elvis. La primera gran estrella de este negocio tenía debilidad por las chicas muy jóvenes; concretamente babeaba con las de catorce años, sin embargo, según sus biógrafos, todo consistía en retozar, pelear a pellizcos, hacerse cosquillas o practicar la lucha grecorromana con ellas, nada más (¡quién sabe!); y cuando conoció a Priscilla, que luego sería su esposa, ella tenía catorce años (él diez más). Asimismo, afirman los expertos que una vez que tuvieron a su hija, Lisa Marie, él dio de lado a su mujer y se enrolló con una chiquilla de… catorce años. Sí, el rey tenía una malsana tendencia a las adolescentes, y varios autores afirman que, además de las relaciones que se conocen, hubo muchísimas más, la mayoría con menores de edad. Como es sabido, en algún momento perdió la cabeza, como cuando, tras recibir amenazas, salió a un concierto con una pistola en la bragueta y otra en la bota, o como cuando en 1970 se ofreció a Nixon para luchar contra la cultura de la droga…, él, que se metía más medicamentos que una atleta de la extinta RDA.  

James Brown, ‘El padrino del soul’, era lo que se dice un animal de escenario y, desgraciadamente, una bestia cuando estaba en casa. Golpeaba a su mujer a diario y de modo salvaje. Su hija Yamma recordaba a su madre, Deidre, en el suelo con el rostro ensangrentado, moviendo los brazos para parar los golpes mientras él la pateaba, se sentaba encima de ella y la aporreaba de modo inmisericorde y rabioso. A su tercera esposa, Adrienne, la trató de modo similar, pero ésta denunció y él fue arrestado varias veces antes del divorcio. A su cuarta mujer, Tomi Rae, entre otras agresiones, una vez la zarandeó y lanzó con tanta violencia que fue hospitalizada con magulladuras por todo el cuerpo; no ingresó en la cárcel porque admitió todos los cargos. También huyeron de él otras parejas a causa de los malos tratos, como la malograda Tammy Terrel o su primera mujer, Velma, a las que sacudía ferozmente. Había convivido con la violencia desde adolescente, con denuncias y arrestos por robo, violencia, asalto… Pero todo fue a peor cuando empezó a meterse algo tan destructivo como el polvo de ángel (‘angel dust’), que a menudo iba acompañado de cocaína; si ya era de naturaleza violenta, con la droga se volvía salvaje. Lejos de los focos, una fiera rabiosa.

Otros nombres que pueden ser considerados precursores en alguno de los terrenos del rock también se condujeron de manera cruel e inhumana con quienes tenían más cerca. Brian Jones, que siempre se consideró un activista revolucionario, también era un matón de puertas adentro; emparejado con Anita Pallenberg, se sabe del maltrato a la que la sometía, y cuentan los especialistas que una vez se rompió una mano al partirle la cara. Johnny Cash engañaba a su mujer constantemente, incluso con la hermana de ésta, incluso cuando estaba embarazada, lo que la condujo a las drogas, la depresión y la paranoia…, circunstancia que no impidió que Johnny siguiera persiguiendo faldas. ¡Y qué decir del peligroso Phil Spector!, a quien le encantaba encañonar al que se atreviera a llevarle la contraria y que está en la cárcel por asesinato.

Claro que hay otros aun peores que no merecen ni que se mencione su nombre.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 7 de noviembre de 2018

EL GOBIERNO DA MÁS DINERO PARA SUBVENCIONAR LA MUERTE QUE LA MATERNIDAD En medio de la vorágine política, judicial y económica que inunda los medios, parece haber pasado totalmente desapercibida una noticia que es (XI-18) de lo más preocupante: el Gobierno de España dedica 34 millones de euros a subvencionar el aborto y sólo 3.5 millones a la maternidad, es decir, hay diez veces más dinero para apoyar la muerte que la vida

Hay quien cree que lo mejor para frenar la despoblación es subvencionar diez veces más el exterminio de no nacidos que la maternidad.


Por increíble que parezca, el Gobierno de España entiende que es más beneficioso para la sociedad subvencionar la muerte de seres humanos antes de que nazcan que beneficiar, apoyar y proteger los nacimientos, y por eso destina 34 millones de euros a las madres que deseen acabar con la vida de su hijo no nacido y sólo 3.5 millones a las que dan a luz.

Siendo esta realidad algo terrible, aun más desconcertante es que muchos de los que apoyan incondicionalmente el aborto claman contra la despoblación que sufren muchísimos territorios en España. Con toda seguridad, habría menos despoblación si se beneficiara más la maternidad y menos la liquidación de no nacidos.

Hay que recordar que el término abortar es un eufemismo que se usa para no pronunciar la palabra matar. Es decir, cuando una mujer conduce al ser que lleva dentro al matadero, ese ser (que pertenece a la especie humana) está vivo, mientras que cuando la mujer se va, ese ser está muerto; por tanto, lo que en realidad se ha hecho es matar. Sencillamente. Dicho sea de paso, ¿alguien se ha preguntado cómo es el procedimiento?, o sea, ¿primero se saca y luego se mata o primero se mata y luego se saca?, o ¿qué ocurriría si el que va a practicar el aborto le dice a la madre que él le saca al bebé de su barriga, pero que lo mate ella? Hay que tener en cuenta que a los dos meses de embarazo ya están formados todos los órganos y el corazón lleva dos o tres semanas latiendo.

Por otro lado, los que defienden el derecho de la mujer a decidir sobre la vida del más inocente de los seres vivos (ni siquiera puede gritar) suelen utilizar el argumento de que la mujer ‘está decidiendo sobre su propio cuerpo y por tanto ella es la única que tiene derecho a dejar que viva o a matar a la criatura que está en su seno’. Pero este es un argumento falso, ya que el ser que la embarazada lleva dentro no es uno de sus órganos, no es como si fuera su corazón o su hígado, sino que ese ser tiene genes y ADN propios y distintos a los de su madre. Dicho de otro modo, vive dentro de ella, vive a costa de ella, pero no es ella, no es su cuerpo y, por tanto, ella no tiene derecho a decidir sobre la nueva vida. Asimismo empuja a reflexión el hecho de que haya mujeres que apoyan incondicionalmente el aborto basándose en la afirmación de que ‘no se trata aun de un ser humano’, sin embargo, cuando esas mismas mujeres desean dar a luz, increpan a los que fuman cerca y les piden que tengan consideración con su hijo no nacido; en otras palabras, se están adjudicando el derecho a decir quién es persona y quién no, quién vive y quién muere. Es aterrador leer que de cada cien embarazos (sanos, pues hay causas que imponen el aborto) veinte terminan a manos de un ejecutor.

Se mire como se mire, la despoblación continuará avanzando si se apoya con más dinero el exterminio de seres humanos que la maternidad. Esto es una certeza matemática.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 4 de noviembre de 2018

CUANDO LOS MÚSICOS ERAN VISTOS COMO SUJETOS PELIGROSOS A VIGILAR Podría haberse pensado que, una vez terminada la Guerra Fría, el papel de los espías perdería importancia. Sin embargo, nada de eso, ya que a pesar de que su trabajo es generalmente silencioso y discreto, los medios informan a menudo de sus acciones e incluso de sus muertes truculentas. Algunas de las grandes figuras del rock y de otros géneros musicales también han sido objeto de espionaje, sobre todo a cargo de las agencias estadounidenses que, por lo que se ve, viven en la paranoia más simplona

Por imágenes tan 'terribles' como esta John Lennon tuvo estuvo en el punto de mira de los federales.


Muchas veces se dice, en broma o no tanto, que uno de los factores que determinan la importancia de una persona es el interés que despierta en las agencias de espionaje. La tecnología actual permite casi a cualquiera  husmear, fisgar, meter las narices en la vida de otro, lo que significa que los gobiernos y sus departamentos especializados pueden observar cada paso o conversación de todo ciudadano (cosa que ya hacen o desearían hacer). Y si en lugar de tratarse de un contribuyente de a pie se trata de espiar a una figura de alcance internacional, seguro que a los especialistas en cotillear al prójimo se les caerá la baba de gusto. Por eso no puede extrañar que personajes significados de la música en general y del rock en particular fueran objetivo de las principales agencias de espionaje de Usa.

Antes de que el rock hiciera su ruidosa aparición ya existían músicos que molestaban y, por tanto, eran objeto de sospecha y observación. Hacia 1941 se fundó en Nueva york un grupo de folk cuyas letras eran comprometidas y protestonas, una banda de corta vida llamada Almanac Singers, en la cual militaban dos personajes tan imprescindibles como Bob Seeger y Woody Guthrie. Eran críticos con el sistema, presentaban ideas ‘izquierdosas’, revolucionarias y antibelicistas. Se hicieron muy populares por la gracia de sus letras, siempre chispeantes e ingeniosas. El Fbi se fijó en ellos, pero no para disfrutar o difundir sus canciones, sino para tacharlos de ‘grupo sedicioso y peligroso’, algo casi lógico en aquel ambiente de patriotismo extremo y paranoico. Cuando se produce el ataque a Pearl Harbour (a finales de 1941) el grupo se vuelve muy sospechoso y, además, no todos sus integrantes tenían tanta política dentro como Seeger, así que se separa. Pero éste y Guthrie jamás abandonaron su activismo, por lo que fueron observados muy de cerca por la agencia durante décadas; se dice que Bob Seeger tenía un expediente de casi dos mil páginas, en los que se anotaban desde sus letras hasta cómo vestía. Guthrie les pareció menos importante porque su dosier apenas tenía cien páginas; sin embargo éste recibió la visita de un agente que le preguntó por Seeger, y mientras charlaban, el investigador vio la guitarra de Woody en la que estaba escrito “Esta máquina mata fascistas”, con lo que la entrevista concluyó. En su informe, el detective anotó que “se confirma que este hombre y su grupo son activos propagandistas del comunismo”. 

Hoy sorprende que cosas tan nimias como la forma de vestirse tuvieran tanta importancia para las agencias de espionaje de Usa en el pasado: una camisa sin abrochar era motivo suficiente de sospecha. En este ambiente, muchos músicos de jazz tenían el cartel de ‘indeseable’, pues se atrevían a pedir igualdad de derechos. Entre estos estaba el ‘peligrosísimo’ Duke Ellington. A finales de los años 30 investigaron y observaron sus conciertos (¡qué suerte ver a Duke en vivo!), como el que dio para una especie de congreso juvenil en el que se hablaba de desempleo…, algo terrible para los directores de agencias de espionaje, que calificaron a El Duque como integrado en el “frente comunista” y por tanto, un peligro para la nación…, y ello a pesar de que el músico siempre manifestó su anticomunismo e incluso escribió canciones en las que así lo expresaba. Más de cuarenta años estuvo Ellington bajo el microscopio de los agentes. Sí, era peligrosísimo: hacía bailar a la gente.

Caso emblemático es el de John Lennon. Desde el momento en que se fue a vivir a Nueva York al separarse su grupo se convirtió en sospechoso a vigilar. El mismísimo J. Edgar Hoover se encargó personalmente del asunto y escribió al presidente Nixon señalando sus “posiciones revolucionarias y peligrosas”, ya que estaba en contra de la guerra de Vietnam, consumía drogas y hablaba de paz y amor; por ello recomendaba expulsarlo del país. A finales de 1971 Lennon participó en un festival a beneficio del escritor, activista pacifista y ex representante del grupo MC5 John Sinclair, que había sido condenado a 10 años por posesión de un par de porros; allí tocó una canción titulada así, ‘John Sinclair’, y como consecuencia la condena fue invalidada y el activista puesto en libertad. En la agencia estaban furiosos, de modo que la presión sobre Lennon se intensificó a lo largo del año siguiente. Pero nunca encontraron causa para la deportación. Y es que de lo único que puede acusarse a John es de haberse casado con una bruja.

El rey, Elvis, también despertaba sospechas y había que espiarlo (faltaría más). Su vida fue escudriñada a fondo cuando recibió amenazas, intentos de chantaje y anónimos varios, aunque ya venía siendo observado con recelo desde sus inicios, desde 1956, cuando un director de periódico escribió a la oficina federal explicando que las actuaciones y música de Elvis eran “un producto sucio y dañino”. También se hablaba de que sus “movimientos obscenos” eran un peligro para la juventud y la seguridad de Usa (¿de verdad hubo quien pensó así?); el informe que elaboró la oficina tenía casi 700 páginas. Eso sí, todos quedaron boquiabiertos cuando Elvis se ofreció a Nixon como agente…

¿Alguien puede pensar en The Monkees como un grupo subversivo? Pues sí. Hace unos años se desclasificó parte de un informe escrito por un agente que acudió a un concierto del grupo en 1967, en el cual se decía que vestían como ‘beatniks’ (terrible), lanzaban mensajes subliminales y proyectaban en una pantalla imágenes de “naturaleza subversiva y de izquierda”… ¡Qué se tomaría ese agente para ver todo eso en ese grupo!

El injustamente desconocido cantautor Phil Ochs fue vigilado, acechado e incluso agredido (presuntamente) por agentes federales durante toda la década de los sesenta. Él lo sabía y así lo manifestó muchas veces, como cuando en un concierto en 1966 dijo al público: “ya sabéis que soy el cantante folk del Fbi”. Pero el público e incluso sus más allegados no le hacían mucho caso, pues lo tenían por un alcohólico paranoico, siendo lo primero pero no lo segundo. De todos modos Phil no dejó nunca de cantar sus letras cargadas de política e ideología antibelicista (en plena guerra de Vietnam eso era visto por muchos estadounidenses como una traición) y, por si fuera poco, no ocultaba su simpatía por Fidel Castro. Así, en 1973 hizo un viaje por países de África Oriental donde el dictador cubano contaba con importantes apoyos; en la capital de Tanzania, Dar es Salaam, fue atacado y estrangulado casi hasta la muerte (lo que arruinó su voz), ¿quién ordenó esa agresión?. Al final temía por su vida. Y bebía y bebía. La agencia tenía un dosier de casi 500 páginas en el que se le calificaba de “activista de izquierda radical”. Tal vez decidió adelantarse a sus enemigos y por eso se ahorcó. Pobre.

También Dylan, Joplin o Hendrix tuvieron el ‘honor’ de ser espiados. Está claro que muchos músicos (y otros artistas) provocan en algunas criaturas unas ganas irresistibles de indignarse.

CARLOS DEL RIEGO



jueves, 1 de noviembre de 2018

HACE 205 AÑOS JOSÉ BONAPARTE HUIA DE ESPAÑA LLEVÁNDOSE UN FABULOSO BOTÍN Hace 205 años, en junio de 1813, el entonces rey de España José I, impuesto por Napoleón, abandonaba definitivamente ‘su’ reino, pero no lo hacía con las manos vacías, sino que pretendía llevarse un gigantesco botín cargado en unos ochocientos carros. Sin embargo, fue alcanzado, derrotado y despojado en la Batalla de Vitoria; el propio Pepe Botella (que era abstemio) lo abandonó todo y a todos y huyó a caballo



La caballería francesa trata de abrirse paso en medio de la confusión (grabado de Mélida para la primera edición de la obra de Galdós).

El ejército napoleónico entró en España como elefante en cacharrería. No se conformó con saquear a conciencia, sino que procuró ejercer todo tipo de violencia sobre la población y sobre todo aquello que tuviera significado histórico, artístico o popular; por ejemplo, utilizó como cuadras monumentos milenarios, instaló polvorines al lado de catedrales (lógicamente algunos explotaron, con las previsibles consecuencias), soldados y oficiales tiraron al blanco sobre estatuas, tallas e imágenes de gran valor, profanaron tumbas de reyes e importantes personajes buscando objetos de valor… y, en fin, se dedicaron a destruir todo lo que pudieron por pura y simple diversión. En el terreno de la vileza destacó el mariscal Joachim Murat, duque de Berg y cuñado de Napoleón, que se ensañó con el pueblo llano, aunque en realidad liquidó con entusiasmo y sin mirar posición social (oportunista, veleta y traidor, acabó sus días fusilado).

Cuando ‘el pequeño Napoleón’ (uno de los muchos motes con que lo identificaban los españoles) comprendió que la derrota de su hermano era inevitable decidió huir de España, ya que sin su apoyo el pueblo no tendría piedad con él. Pero ‘su majestad intrusa’ (además de cobarde, ladrón, megalómano y, como remate, sectario masón) no se iba a marchar sin llevarse nada, así que emprendió una campaña de depredación de todo lo que tuviera valor y pudiera transportarse. Así, requisó todos los carros, carretas, coches, calesas, furgones y carromatos que había en Madrid y alrededores y los llenó con un inmenso tesoro: Joyas y alhajas de oro, plata y piedras preciosas, oro en todas sus formas (monedas antiguas y modernas, barras, obras de arte), ropas de lujo, telas finísimas y tapices de gran valor, muebles, tallas de madera, cuadros (de Velázquez, Murillo, Tiziano, Rubens, Van Dick…), vajillas, cuberterías y muchas más piezas de plata labrada, grandes cofres y bolsones rebosantes de dinero, estatuas, ajuares de iglesia y sacristía, anillos y cuanto adornara a vírgenes y santos, retablos y pinturas sobre tabla (destrozaron mucho más de lo que se llevaron), tallas y artesonados de madera, porcelanas, armas, la colección de minerales del gabinete de Historia Natural, documentos históricos, cartas geográficas y de navegación de los siglos XVI y XVII…, y todas las provisiones y víveres que pudieron acopiar. El 27 de mayo de 1813, ‘Pepe Plazuelas’ abandonaba definitivamente Madrid “dejándolo sin un alfiler” (cuenta Pérez Galdós en ‘El equipaje del rey José’, uno de sus imprescindibles Episodios Nacionales) para cruzar a Francia y disfrutar de lo saqueado.

La inmensa columna fue atacada en varios sitios por los ingleses al mando de Wellinton (‘Véllinton’ o Vellinzón’, decían aquellos españoles), en coalición con guerrilleros como Mina y sus aliados portugueses (también combatieron allí varias mujeres, entre ellas Agustina de Aragón, que debía tenerlos como el caballo de Santiago). Tras encarnizada lucha, desbandada francesa. El ya ex-rey, ‘el rey Pepino’, muerto de miedo, dejó atrás casi todo lo afanado y huyó al galope, “pálido, con el negro cabello en desorden, fruncido el ceño, trémulas las manos (…),  aterrado, jadeante (…) como el asesino que huye” (Galdós).

La desbandada tuvo que ser un monstruoso caos; todo lo que tenía pies echó a correr, hombres y caballerías, dejando atrás cualquier cosa que retrasara la carrera, incluyendo ciento cincuenta cañones y doscientos carros de municiones, equipamientos, cajas, furgones, carromatos y todo tipo de enseres particulares, bagajes y equipajes. Cada caballo llevaba a tres o cuatro personas, las cuales defendían su posición con estocadas y tiros. “¡Los ingleses, los guerrilleros!”, gritaban despavoridos los franceses y los afrancesados, metiendo el terror en el cuerpo de los que no podían correr. La batalla fue terrible (más de 10.000 muertos), y tras la matanza llegó la posterior desbanda, la búsqueda de botín, la persecución despiadada de fugitivos, la venganza sobre los españoles que se marchaban con los franceses. Aquello fue espeluznante, apocalíptico, dantesco.

Y a continuación se produjo el pillaje y saqueo de lo saqueado. Llegaron de Vitoria y otros lugares grupos de paisanos atraídos por la seguridad de poder hacerse con algo de todo lo que gabachos y afrancesados dejaron desparramado por el campo en su desesperada huida. Además, también se presentaron salteadores y ladrones a exigir una parte de los valiosos despojos. Se sucedieron infinitas escenas de codicia y de crueles tropelías por parte de algunos del bando vencedor, que se cebaron con los afrancesados (y sus familias) que no pudieron huir. Los lugareños acudían con sus propios carros e iban revisando y cargando según preferencias. En medio de aquella vorágine algunos hacían chanzas con ciertos objetos, como el bastón de mando del mariscal Jourdan, las pelucas variadas de un familiar de ‘el rey pelele’ y hasta el sombrero del mismísimo ‘Pepe el espantadizo’. Al caer el día, los más rastreros se dedicaron con gran meticulosidad a revisar los cuerpos de los miles de muertos (muchos hechos pedazos por la artillería) en busca de anillos, relojes, cadenas, medallas …, de noche se veían moverse los farolillos de estos buitres sin plumas. Igualmente aparecieron compradores ávidos de hacerse con objetos de valor por muy poco dinero: unos pujaban por las piezas de joyería, otros por la ropa, por las armas, municiones y pólvora, otros compraban vinos y licores…, se hizo negocio incluso con las carretas ya vacías. Se dice que muchas familias de la zona hicieron fortuna duradera gracias al naufragio del pequeño Bonaparte.

En fin, ‘el rey baraja’ apenas se llevó de España lo que le cupo en los bolsillos, mientras que muchos españoles se aprovecharon de la mayor parte de aquel fabuloso tesoro.

Dos siglos después, ¿deberían los españoles echar chispas contra los franceses por la ocupación, violencias, saqueo y destrucción que perpetraron en España? Evidentemente, tal pensamiento no sólo es estéril, sino tonto.

CARLOS DEL RIEGO