James Brown fue un extraordinario artista en el escenario, pero también una fiera rabiosa de puertas adentro. |
Lo
de ser un pionero siempre es difícil. Si además se es negro en los Estados
Unidos de los años veinte del siglo XX, la perspectiva es ciertamente mala. Si
también se es proclive a la violencia la cosa se pone mucho peor. Todo eso era
Huddie Leadbetter (1888-1949), que adoptó el nombre de Lead Belly en la cárcel
y es recordado por ser autor de clásicos de siempre como ‘Let the midnight
special’ o ‘Black Betty, además de ser uno de los primeros en grabar el tradicional
‘La casa del sol naciente’’. ‘Bluesman’ poderoso, compositor inspirado,
guitarrista innovador, Leadbelly aportó formas que luego serían básicas en la
‘invención’ del rock & roll (“sin Leadbelly no habría habido Beatles”, dijo
George Harrison). Sin embargo, tenía tanto genio para la música como malas
pulgas. Ingresó en la cárcel por primera vez en 1915 por participar en una
pelea multitudinaria extremadamente violenta; treinta días. Un par de años
después volvió a la trena por liquidar al marido de su prima y dejar a otro
tipo medio muerto; le cayeron unos cuantos años pero sólo pasó siete entre
rejas. Después apuñaló a otro y, claro, regresó al trullo. Salió, pero no pasó
mucho antes de que volviera a poner a trabajar su navaja, así que salía y entraba
de prisión como quien va de vez en cuando a hacerse una revisión. Eso sí, entre
sus víctimas no había ningún blanco, pues allí en aquella época le hubieran
puesto una corbata de cáñamo al instante. Músico excepcional, autor brillante y
auténtico pionero, Leadbelly era pendenciero, navajero y peligroso cuando no
tenía las manos ocupadas con la guitarra.
También
tenía muy mala leche y muchos vicios el imprescindible Jerry Lee Lewis. Aunque
hay mucha leyenda sobre sus andanzas, es cierto que ha tenido siete esposas
(algunas primas, otras familiares entre ellas), que una murió por sobredosis y
otra se ahogó en circunstancias muy sospechosas, que otra tenía 13 años y era
hija de una prima suya, que casi mata a uno de sus profesores, que pegó un tiro
a uno de sus músicos… Eso es lo acreditado, pues de otras ‘cosas’ siempre será
‘presunto’. Gran artista, persona indeseable.
Su
contemporáneo Chuck Berry también fue un genio, y también tenía un lado muy
oscuro. Además de muy orgulloso, tacaño y ‘pesetero’, se enfurecía con
facilidad, como cuando le atizó un directo al rostro a Keith Richards porque
éste tocó su guitarra sin permiso, o como cuando le llamó de todo por
discrepancias musicales; en fin, protagonizó abundantes pendencias con otros
músicos, pues era muy, muy irascible cuando se trataba de música y mucho más si
había pasta de por medio. Siendo adolescente pasó una temporada en un
reformatorio por robo de coches y asalto a mano armada. También pencó un par de
años (le rebajaron la pena por comentarios racistas del juez) por llevar a una
chica de 14 años de un estado a otro de Usa con intenciones aviesas (su idea
era prostituirla). Más tarde puso cámaras en el baño de mujeres de uno de sus
restaurantes; luego encontraron en su casa los vídeos, además de un pequeño
arsenal. No, aunque sea uno de los más grandes del rock & roll, no es lo
que se dice un modelo de conducta.
Y
hablando de los primeros momentos del r & r, Elvis. La primera gran
estrella de este negocio tenía debilidad por las chicas muy jóvenes; concretamente
babeaba con las de catorce años, sin embargo, según sus biógrafos, todo
consistía en retozar, pelear a pellizcos, hacerse cosquillas o practicar la
lucha grecorromana con ellas, nada más (¡quién sabe!); y cuando conoció a
Priscilla, que luego sería su esposa, ella tenía catorce años (él diez más).
Asimismo, afirman los expertos que una vez que tuvieron a su hija, Lisa Marie,
él dio de lado a su mujer y se enrolló con una chiquilla de… catorce años. Sí,
el rey tenía una malsana tendencia a las adolescentes, y varios autores afirman
que, además de las relaciones que se conocen, hubo muchísimas más, la mayoría
con menores de edad. Como es sabido, en algún momento perdió la cabeza, como
cuando, tras recibir amenazas, salió a un concierto con una pistola en la
bragueta y otra en la bota, o como cuando en 1970 se ofreció a Nixon para
luchar contra la cultura de la droga…, él, que se metía más medicamentos que
una atleta de la extinta RDA.
James
Brown, ‘El padrino del soul’, era lo que se dice un animal de escenario y,
desgraciadamente, una bestia cuando estaba en casa. Golpeaba a su mujer a
diario y de modo salvaje. Su hija Yamma recordaba a su madre, Deidre, en el
suelo con el rostro ensangrentado, moviendo los brazos para parar los golpes
mientras él la pateaba, se sentaba encima de ella y la aporreaba de modo
inmisericorde y rabioso. A su tercera esposa, Adrienne, la trató de modo
similar, pero ésta denunció y él fue arrestado varias veces antes del divorcio.
A su cuarta mujer, Tomi Rae, entre otras agresiones, una vez la zarandeó y
lanzó con tanta violencia que fue hospitalizada con magulladuras por todo el
cuerpo; no ingresó en la cárcel porque admitió todos los cargos. También
huyeron de él otras parejas a causa de los malos tratos, como la malograda
Tammy Terrel o su primera mujer, Velma, a las que sacudía ferozmente. Había
convivido con la violencia desde adolescente, con denuncias y arrestos por
robo, violencia, asalto… Pero todo fue a peor cuando empezó a meterse algo tan
destructivo como el polvo de ángel (‘angel dust’), que a menudo iba acompañado
de cocaína; si ya era de naturaleza violenta, con la droga se volvía salvaje.
Lejos de los focos, una fiera rabiosa.
Otros
nombres que pueden ser considerados precursores en alguno de los terrenos del
rock también se condujeron de manera cruel e inhumana con quienes tenían más
cerca. Brian Jones, que siempre se consideró un activista revolucionario,
también era un matón de puertas adentro; emparejado con Anita Pallenberg, se
sabe del maltrato a la que la sometía, y cuentan los especialistas que una vez
se rompió una mano al partirle la cara. Johnny Cash engañaba a su mujer
constantemente, incluso con la hermana de ésta, incluso cuando estaba
embarazada, lo que la condujo a las drogas, la depresión y la paranoia…,
circunstancia que no impidió que Johnny siguiera persiguiendo faldas. ¡Y qué
decir del peligroso Phil Spector!, a quien le encantaba encañonar al que se
atreviera a llevarle la contraria y que está en la cárcel por asesinato.
Claro
que hay otros aun peores que no merecen ni que se mencione su nombre.
CARLOS
DEL RIEGO
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