Hay quien cree que lo mejor para frenar la despoblación es subvencionar diez veces más el exterminio de no nacidos que la maternidad. |
Por increíble que parezca, el Gobierno
de España entiende que es más beneficioso para la sociedad subvencionar la
muerte de seres humanos antes de que nazcan que beneficiar, apoyar y proteger
los nacimientos, y por eso destina 34 millones de euros a las madres que deseen
acabar con la vida de su hijo no nacido y sólo 3.5 millones a las que dan a
luz.
Siendo esta realidad algo terrible, aun
más desconcertante es que muchos de los que apoyan incondicionalmente el aborto
claman contra la despoblación que sufren muchísimos territorios en España. Con
toda seguridad, habría menos despoblación si se beneficiara más la maternidad y
menos la liquidación de no nacidos.
Hay que recordar que el término abortar
es un eufemismo que se usa para no pronunciar la palabra matar. Es decir,
cuando una mujer conduce al ser que lleva dentro al matadero, ese ser (que
pertenece a la especie humana) está vivo, mientras que cuando la mujer se va,
ese ser está muerto; por tanto, lo que en realidad se ha hecho es matar.
Sencillamente. Dicho sea de paso, ¿alguien se ha preguntado cómo es el
procedimiento?, o sea, ¿primero se saca y luego se mata o primero se mata y
luego se saca?, o ¿qué ocurriría si el que va a practicar el aborto le dice a
la madre que él le saca al bebé de su barriga, pero que lo mate ella? Hay que
tener en cuenta que a los dos meses de embarazo ya están formados todos los
órganos y el corazón lleva dos o tres semanas latiendo.
Por otro lado, los que defienden el
derecho de la mujer a decidir sobre la vida del más inocente de los seres vivos
(ni siquiera puede gritar) suelen utilizar el argumento de que la mujer ‘está
decidiendo sobre su propio cuerpo y por tanto ella es la única que tiene
derecho a dejar que viva o a matar a la criatura que está en su seno’. Pero
este es un argumento falso, ya que el ser que la embarazada lleva dentro no es
uno de sus órganos, no es como si fuera su corazón o su hígado, sino que ese
ser tiene genes y ADN propios y distintos a los de su madre. Dicho de otro
modo, vive dentro de ella, vive a costa de ella, pero no es ella, no es su
cuerpo y, por tanto, ella no tiene derecho a decidir sobre la nueva vida. Asimismo
empuja a reflexión el hecho de que haya mujeres que apoyan incondicionalmente
el aborto basándose en la afirmación de que ‘no se trata aun de un ser humano’,
sin embargo, cuando esas mismas mujeres desean dar a luz, increpan a los que
fuman cerca y les piden que tengan consideración con su hijo no nacido; en
otras palabras, se están adjudicando el derecho a decir quién es persona y
quién no, quién vive y quién muere. Es aterrador leer que de cada cien
embarazos (sanos, pues hay causas que imponen el aborto) veinte terminan a
manos de un ejecutor.
Se mire como se mire, la despoblación
continuará avanzando si se apoya con más dinero el exterminio de seres humanos que
la maternidad. Esto es una certeza matemática.
CARLOS DEL RIEGO
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