Etiquetas

Mostrando entradas con la etiqueta HISTORIA DE ESPAÑA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta HISTORIA DE ESPAÑA. Mostrar todas las entradas

viernes, 20 de junio de 2025

LAS CIFRAS DEMUESTRAN QUE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA FUE LA MÁS GARANTISTA Y BENÉVOLA DE TODA EUROPA

 


Ninguno de los instrumentos de tortura que se exponen en los museos es auténtico ni hubo nunca nada parecido. Todos se construyeron en el siglo XIX y fueron pensados para atraer visitantes

 

A pesar de que periódicamente aparecen estudios que desmontan las mentiras acerca de la Inquisición Española, aun hay novelas, películas, series televisivas en las que se sigue dando validez histórica a los tópicos extendidos por los tradicionales enemigos-envidiosos de España. Sin embargo, la realidad desmiente totalmente esa leyenda que señala al Tribunal del Santo Oficio como autor de las más terribles torturas y ejecuciones. Los números son claros

 

La Inquisición fue un invento francés. Y a diferencia de la del resto de Europa, la española fue un tribunal garantista, un tribunal que podía tardar años en completar el proceso legal, puesto que exigía pruebas sólidas, testigos, documentos, contaba con abogados, métodos legales de apelación…, y como se anotaba todo y de todo quedaba constancia documental y, además, había que enviar informes completos a la ‘sede central’, hoy se saben los nombres de los reos, sus acusaciones, las pruebas, sus culpas, su lugar de origen, las sentencias… Prueba irrefutable de que la Inquisición daba todas las garantías legales a los acusados es que los presos comunes (ladrones, asesinos, secuestradores…) pedían y exigían ser juzgados por el Santo Oficio.

 

Los autores y especialistas que, sin prejuicios ni ideologías, se han dedicado a estudiar este asunto concluyen que la Inquisición Española llevó a cabo 49.092 procesos judiciales entre los años 1550 y 1700, de los que salieron un total de 1.695 sentencias de muerte; sin embargo, fueron ejecutadas 863 personas, mientras que el resto de los sentenciados eran ajusticiados ‘en efigie’ (es decir, se ejecutaba un muñeco). Y si se conocen las cifras con tal exactitud es precisamente por los métodos cien por cien garantistas que se seguían.   

 

Por comparar cifras. En el año 1572, siguiendo las órdenes de la corona francesa con el apoyo de la iglesia católica francesa, fueron ejecutados en París entre 2.000 y 3.000 mil protestantes en apenas unas cuantas horas en un episodio conocido como la Noche de San Bartolomé. El frenesí anti-protestante se extendió por el resto de Francia, por lo que se calculan entre 10.000 y 30.000 los ‘herejes’ que fueron asesinados en el país vecino, que siempre pasó por tolerante y miró con desprecio al sur…

 

Es necesario insistir en que las cifras son concretas y exactas en el caso español, mientras que en el francés son aproximadas y estimativas. Ello es así porque los procesos inquisitoriales españoles eran anotados y registrados en todos sus términos, y comunicados a las autoridades superiores, pero las cifras de las ejecuciones en Francia no se pueden determinar con exactitud porque no había procesos, ni abogados, ni apelaciones. 

 

El Tribunal del Santo Oficio español perseguía sobre todo a herejes, protestantes y falsos conversos, aunque también a sodomitas, piratas, asaltadores de caminos, corsarios berberiscos e incluso espías. En cuanto a brujas y brujos, España fue el país más lógico y escéptico ante acusaciones de este tipo. De hecho, el inquisidor Alonso de Salazar y Frías (1564-1636) dejó escrito: “No hubo brujas ni embrujados en ningún sitio hasta que se comenzó a tratar y a hablar sobre ellos”. La mayoría de los inquisidores españoles eran hombres de leyes y no solían caer en supercherías ni acusaciones infundadas, Y muchos de los inquisidores señalaron que los acusados de brujería eran dignos de lástima, no de castigo. Por otro lado, estos licenciados en leyes no solían dar crédito a las confesiones bajo tortura; además, en caso de recurrirse a ella, ésta no podía durar más de 15 minutos y debía estar presente un médico que velara por la vida del reo.

 

En el resto de Europa las cosas fueron muy distintas, pues todo el continente cayó en aquellos años en un frenesí de búsqueda de brujas y hechiceros. Incluso bastaba con una acusación anónima para que las gentes se echaran a la calle para buscar a los ‘amigos del maligno’ y acabar con todos…, sin procesos ni jueces ni leyes. Así, el cálculo de quemados y quemadas, decapitados, torturados hasta la muerte o asesinados por las turbas en Alemania bajo acusación de brujería se estiman entre las 20.000 y 30.000 personas. En Suiza mataron bajo esta acusación a no menos de 10.000 personas. En Francia fueron alrededor de 4.000, en los países escandinavos 2.000 y otros tantos en Inglaterra. Todos ellos señalados y quemados por hechicería. Los números no pueden ser exactos porque, a diferencia de España, no había procesos ni garantías, ni quedaban anotados los nombres y acusaciones, sino que se mataba al sospechoso sin más. La Inquisición Española ejecutó bajo acusación de brujería a un total de 49 personas. La última ‘bruja’ quemada en Europa fue en el año 1782 en Suiza.

 

En España, el Tribunal del Santo Oficio llevó a cabo procesos muy garantistas, que duraban el tiempo que fuera necesario y de los que quedaba documentación escrita con todos los detalles del proceso y del acusado, de los jueces, abogados, acusaciones, testigos, pruebas… Por eso se conocen los números con tanta precisión. Y evidentemente, no son los peores de Europa.

 

Pero los enemigos de España (extranjeros y españoles) siempre preferirán creer a su ideología y prejuicio antes que a la verdad demostrada. 

 

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 6 de junio de 2025

BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, EL EMBUSTERO MÁS ACEPTADO DE LA HISTORIA

 


 Bartolomé de las Casas mintió (como en casi todo) al ocultar los sacrificios humanos, la esclavitud o el canibalismo que había en América

Aunque no fuera esa su intención, Bartolomé de las Casas se convirtió en el más dañino, eficaz y duradero enemigo de España ‘gracias’ a su obra ‘Brevísima relación de la destrucción de las Indias’ (1552). Todos los enemigos de la potencia entonces dominante utilizaron tal libelo para compensar su envidia, sobre todo ingleses, holandeses y franceses. Increíblemente hoy sigue teniéndose como referencia histórica (incluso para muchos españoles) a pesar de las evidencias que demuestran que ese libro es una sucesión de mentiras   

 

No hay actualmente ningún historiador, autor o especialista mínimamente riguroso que no señale como una variada exposición de mentiras, exageraciones y falsedades la ‘Brevísima’ de Bartolomé de las Casas (1474 u 84-1566). Fijándose en las más evidentes es incomprensible que aún haya criaturas que le den credibilidad y lo señalen como un historiador fiable; de hecho, todos los expertos en el asunto le niegan cualquier valor historiográfico.

 

Para empezar, el fraile luego obispo dejó escrito que los indios eran seres mansos que desconocían la violencia y se asombraban ante la de los conquistadores. Es absolutamente imposible que de las Casas no supiera que todos los pueblos de América estaban entonces en peramente guerra unos con otros; es imposible que no supiera de las redadas que daban los reinos dominantes contra los dominados en las que secuestraban hombres y mujeres; no es posible creerse que este señor, que estaba allí entonces, no supiera de los fines de esos secuestros (decenas de miles al año): esclavitud (sexual en el caso de las mujeres), sacrificios en los que se arrancaba el corazón a la víctima en vivo para ofrecerlo a los dioses, y finalmente la antropofagia, práctica muy habitual en Mesoamérica. No hay forma de que fray Bartolomé desconociera todo esto; es como si un historiador estadounidense de los años sesenta no supiera nada de la guerra de Vietnam… Es decir, ocultó deliberadamente una gran parte de la verdad, lo que convierte lo que cuenta en una gran mentira.

 

Embustes de tamaño cósmico son sus narraciones de las atrocidades y matanzas. Cuando un cronista narraba un hecho aportaba datos y detalles; por ejemplo ‘llegamos a una aldea que llamaban tal, era el día de tal (de San Lorenzo, de la Ascensión de Nuestra Señora, de Pascua, de Adviento…), íbamos al mando de tal (Cortés, Alvarado, Olid…), llovía mucho o hacía mucho calor, el cacique del pueblo se llamaba tal… Así lo hicieron todos los que vivieron y escribieron de primera mano sobre aquellos sucesos, desde Bernal Díaz del Castillo hasta fray Toribio de Benavente (Motolinía), pasando por Bernardino de Sahagún o el propio Hernán Cortés en sus ‘Cartas de relación’ dirigidas al emperador Carlos. Como es lógico, cuando alguien narra un hecho nunca deja de aportar ese tipo de datos y referencias. Sin embargo, a pesar de que de las Casas suele comenzar la ‘descripción’ de las matanzas con un rotundo “Yo vide”, es decir, “yo vi”, jamás señala dónde sucedió ni una sola de esas masacres, ni el pueblo ni la región ni sobre qué tribu o poblado se perpetró; igualmente ni una sola vez especifica cuándo, en qué fecha o temporada o estación del año vio aquello; nunca precisa quién fue el capitán que ordenó la escabechina ni proporciona ni un solo nombre de soldado, de fraile o de español que estuviera allí o tomara parte en el episodio que cuenta… Ni tampoco subraya quiénes eran los indios aliados que iban en la expedición, pues cualquier contingente de españoles viajaba siempre acompañado por cientos o miles de indios enemigos de los aztecas. Es, en fin, absolutamente incomprensible e increíble que se presente como testigo ocular y no sea capaz de especificar ni un solo detalle acerca de quién, cuándo o dónde. La conclusión es que no presenció nada, sino que se limitó a soltar mentira tras mentira, confiando en que nunca nadie lo descubriría.

 

Y como suelen hacer todos los mentirosos, a veces suelta mentiras innecesarias. Por ejemplo cuando afirmó que “en la isla la Española hay más de treinta mil ríos, doce de ellos tan caudalosos como el Duero, el Guadalquivir o el Ebro”. Esto es una trola monstruosa que no tiene ningún sentido, puesto que en esa isla (ocupada hoy por Haití y República Dominicana) no hay ni un centenar de ríos contando arroyos y cursos no permanentes. Y el más largo, el Artibonito, es un tercio del Duero y su caudal es alrededor de la séptima parte del río castellano. ¿Por qué se inventaría de las Casas una patraña semejante?..., sobre todo teniendo en cuenta que no apoyaba ninguna de sus afirmaciones y no tenía necesidad de explicar la hidrografía de la isla. Es la típica trola de un embustero terco y pertinaz que no puede dejar de mentir.

 

En cuanto a la cantidad de muertos, comienza señalando doce millones, luego lo eleva a quince millones y finalmente afirma que los españoles mataron con sus lanzas y espadas a unos veinticinco millones de indios (si el fraile trolero hubiera vivido más habría elevado la cifra a cientos de millones). Ni con ametralladoras ni con cámaras de gas, ni dedicando todo el día a matar podrían haber alcanzado tales cantidades. Además, el hecho de que en lo que fue la América Hispana la población de indios y mestizos esté hoy entre el 75% y el 90% desdice las afirmaciones de Fray Mentira. Y por último, si se dedicaron a matar, ¿por qué construir más de mil hospitales, otros tantos colegios, cincuenta universidades…?, todo abierto a indios, españoles y mestizos, como indican los estatutos de fundación de cada centro.   

 

Asimismo, Bartolomé de las Casas se comportó de un modo hipócrita y despectivo con los indios. Jamás se fue a convivir con ellos a sus poblados, nunca se interesó por aprender sobre las culturas, sus historias, sus costumbres, sus idiomas; al contrario, cuando viajaba (según otros cronistas contemporáneos que sí dan datos de cuándo, quién y dónde) llevaba no menos de una docena de indios porteadores para su gran equipaje (“viajaba como un marqués, como un gran señor”, dijo de él Motolinía) y luego ni siquiera les pagaba ni un céntimo. Además, de las Casas pidió por escrito al emperador que trajera negros de África para aliviar el trabajo de los indios…        

 

Todo esto es innegable, evidente, indiscutible. Y aun así existen muchas personas (incluyendo españoles) que lo citan como si fuera un historiador riguroso y fiable. En realidad de las Casas fue un gran embustero, falsario y manipulador, no un historiador. Fueran cual fueran sus intenciones, el fin no justifica los medios.  

 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 26 de febrero de 2025

CUANDO LA UNIÓN SOVIÉTICA SECUESTRABA ESPAÑOLES REPUBLICANOS

 


Fulgencio García fue a la URSS a hacer un curso de tres meses, pero fue encarcelado durante quince años sin delito, ni acusación, ni juicio

 

Funcionarios, aviadores, marineros y republicanos españoles de diverso pelaje fueron retenidos sin acusación, sin juicio ni motivo, o sea, secuestrados, por la URSS En los inciertos y violentos años treinta y cuarenta del siglo pasado

 

El régimen estalinista de la Unión Soviética fue uno de los más los más extremos, paranoicos y deshumanizados totalitarismos del siglo XX. Allí todo el mundo era sospechoso: altos cargos del partido, militares, poderosos funcionarios, ciudadanos a pie…, cualquiera podía ser detenido, juzgado o no, y enviado al paredón o a Siberia; no importaba si había acusación, pruebas o testigos, lo que nunca había era abogado defensor. Y si el que era señalado por el NKVD o cualquier otra policía política era, además, extranjero, las sospechas se convertían automáticamente en condena, como pasó con muchos españoles republicanos e incluso comunistas.

 

Trágica y a la vez ridícula es la desventura padecida por un grupo de comunistas españoles que, al terminar la Guerra Civil Española, se fueron al exilio en Francia; cuando ésta fue ocupada por los nazis fueron capturados y deportados a Alemania como mano de obra forzosa. Luego, en 1945, al entrar los rusos en Berlín, aquellos españoles, viéndose libres de los nazis, crecidos y envalentonados, deciden esperar al Ejército Rojo en la ya abandonada Embajada de España, donde, henchidos de orgullo, izaron una bandera republicana y otra roja. Pero al llegar los oficiales soviéticos los tomaron por el embajador español y los demás componentes de la legación, todos acompañados por sus esposas e hijos. Aquellos desgraciados españoles trataron de explicar que eran comunistas, que eran republicanos, que no eran diplomáticos franquistas y que si estaban en la embajada era porque la habían ocupado para recibir, como se merecían, a sus camaradas del Ejército Rojo que acababan de derrotar a los nazis. No hubo forma de convencer a los militares y a los funcionarios soviéticos, así que, de entrada, fueron enviados a un campo de concentración cerca de Moscú, y luego a otro, y luego a otro… Veinte años después, aquel grupo de desdichados republicanos españoles que quisieron agasajar a los soldados soviéticos seguían secuestrados en la URSS aunque no pesaba sobre ellos  ninguna acusación. Claro que, con total seguridad, Moscú ya sabía que aquellos no eran diplomáticos franquistas.

 

Durante los tres años de la Guerra Civil, la República envió muchos barcos a recoger material bélico a los puertos de la Unión Soviética. Pero no pocos de  aquellos barcos fueron incautados con los pretextos más peregrinos (errores en la documentación, papeles, permisos, embarques…), de manera que para julio de 1939 eran nueve los buques que la principal aliada del bando republicano se había quedado: el Cabo San Agustín, el Juan Sebastián Elcano, el Cabo Quilates, el Inocencio Figueredo, el Mar Blanco, el Isla Gran Canaria, el Marzo, el Ciudad de Tarragona y el Ciudad de Ibiza. La mayoría de sus tripulantes fueron repatriados rápidamente, pero hubo otros, alrededor de cincuenta, que fueron retenidos en Unión Soviética; ¿por qué a unos se les dejó marchar sin problemas y a otros no?, ¡quién sabe! El caso es que la policía política, llegado el momento, les preguntó qué opción escogían: quedarse a vivir en la URSS y adoptar su nacionalidad, volver a España o irse a terceros países. Los que eligieron quedarse fueron enviados a los koljós (granjas colectivas) y de ellos nunca más se supo, quienes dijeron que preferían irse a México o Francia siguieron retenidos (en realidad, secuestrados), pues los rusos entendieron como un desprecio que quisieran vivir en esos países antes que en la Rusia que los había acogido; y los que se atrevieron a pedir volver a España fueron repatriados sin más, pues la policía política pensaba que serían represaliados por el aparato franquista. Al pasar el tiempo, los que no pudieron salir fueron detenidos y enviados de un campo de concentración a otro; a varios se les perdió la pista para siempre (por ejemplo al capitán del Mar Blanco, Ángel Leturia, y otros cuatro marineros), mientras que al resto se les embarcó en el río Yeniséi (frontera entre Siberia Occidental y Central) hasta el Círculo Polar Ártico para construir carreteras. Luego fueron enviados a otro campo del Gulag para, unos dieciocho años después, ser finalmente repatriados. Al igual que los anteriores, no habían sido ni acusados, ni juzgados, ni condenados: fueron secuestrados. Al regresar ya eran profundamente anticomunistas. 

 

Durante 1938 el Gobierno Republicano envió muchos estudiantes a la escuela de pilotos de Kirovabad (hoy Ganja), en Azerbaiyán. Al terminar la Guerra Civil quedaban allí unos doscientos. Las autoridades soviéticas les hicieron la misma pregunta, ¿quedarse o irse? Un tercio, más o menos, decidió quedarse, y el resto pidió irse a Argentina, Chile, México… Pasado un tiempo y tras presiones y promesas, otros cuarenta comunican su deseo de adoptar la nacionalidad rusa, mientras que algunos optaron por quedarse sólo hasta que terminara la II Guerra Mundial. El resto fue recluido en una ‘residencia’ llamada Monino; de ésta, a principios de 1940 fueron fusilados cinco de ellos, los que con más insistencia exigían su liberación. Los pilotos republicanos, entonces, deciden pedir ayuda a las embajadas de los países aliados de la URSS, pero sólo tres de ellos consiguieron salir de allí al acreditar tener familiares en otros países. Después de meses de retención y vigilancia (ya en 1941) aquellos aviadores españoles que habían resistido casi lo irresistible para conservar su dignidad y nacionalidad, son finalmente detenidos, iniciando el consabido viaje por el Gulag, de un campo siberiano a otro. Fueron repatriados en 1954 (ya muerto Stalin) echando pestes del comunismo y los comunistas…

 

Todo el mundo conoce las atrocidades cometidas por los nazis en Auschwitz, Mauthausen o Treblinka, pero apenas se sabe de las perpetradas por los soviéticos en Jarkov, Cherepovets o Kolimá. Ambas dictaduras están a la par.

 

CARLOS DEL RIEGO

lunes, 20 de enero de 2025

LA RECONQUISTA SE HIZO CON LAS MISMAS HERRAMIENTAS QUE LA CONQUISTA, Y EL EJEMPLO ES ALMANZOR

 


Recreación del asedio de Barcelona por los ejércitos de Almanzor

Corría el año 985, es decir, hace 1040 años, cuando el caudillo Almanzor, ‘El Victorioso’, asedió, conquistó y destruyó la ciudad de Barcelona. Es un episodio más que explica cómo actuaron los musulmanes en Hispania desde que la conquistaron en el año 711. Luego vino la reconquista, que usó las mismas herramientas que la dicha conquista , aunque muchos consideran que ésta fue admisible y aquella no

 

En la Alta Edad Media las cosas se hacían siempre así aquí y en cualquier parte del mundo: con violencia extrema como principal herramienta. ¿O es que hay alguien que piensa que los territorios que tomaron los mahometanos en África y Asia a partir del año 622 lo fueron con diálogo, buen rollo y tolerancia? De modo que cuando invadieron la Hispania visigoda no venían repartiendo golosinas con buenas palabras y buscando el entendimiento. Nada de eso, entraron  a sangre y fuego y mantuvieron su poder a sangre y fuego, y por eso los hispanos respondieron con idéntica moneda.

 

Almanzor fue uno de los grandes personajes de la Edad Media hispana; nació en Al Andalus (¿Algeciras?) hacia 939 y murió en Medinaceli (Soria) en 1002. Ha pasado a la historia por su destreza militar, por sus incontables victorias y por su extrema crueldad. Sabido es que cuando una expedición bélica musulmana se topaba con un convento o monasterio era su costumbre degollar a todos los frailes o monjas (éstas después de haber sido…). Desde 977 Almanzor no dejó de emprender campañas de venganza, represalia, castigo y, en fin, violencia y muerte por casi toda la península. Así, en el año 985 marchó sobre Barcelona. En su camino desde Córdoba no dejó de asolar y destruir toda ciudad cristiana, aldea, iglesia o convento. Y cuando se acercaba a Barcelona empezó a cortar las cabezas de todos los aldeanos, religiosos y de toda persona que encontró. Cuando llegó a la ciudad se plantó ante las murallas y comenzó a disparar sus catapultas o trabuquetes, pero no cargadas con piedras sino con las cabezas que había ido recolectando en su camino; las crónicas dicen que lanzó unas mil diarias durante seis o siete días, pero aunque fuera la mitad… Cuando tomó Barcelona mató, quemó y destruyó, llevándose también muchos cautivos para pedir rescate. Era la Edad Media y así se hacía la guerra.

 

Casi ocho siglos transcurrieron entre Covadonga y la entrega de Granada, pero la península no estuvo ocupada por los sarracenos todo ese tiempo; al contrario, hubo partes donde apenas llegaron los musulmanes, en muchas otras sólo estuvieron de paso, y de alrededor de la mitad del territorio fueron expulsados mucho siglos antes de la toma del último reino, el nazarí de Granada en enero de 1492. En fin, no ocuparon toda Hispania todo ese tiempo.

 

También está instalada la idea de que nunca existió un verdadero sentimiento reconquistador (la Península Ibérica o parte de ella fue conquistada y reconquistada muchas veces por distintos pueblos a lo largo de su extenso devenir a través del tiempo). Sin embargo, si se consultan las fuentes se llega a la conclusión contraria. Las más antiguas son las llamadas Crónica de Alfonso III y la ‘Crónica Albeldense’, ambas escritas al final del siglo IX. En la primera se lee: “… se salvará España y se organizará el ejército y la nación goda” (“Sit Spanie salus et gotorum gentis exercitus reparatus”); en la segunda: “Actualmente una parte de España está ocupada por los sarracenos, por lo cual los cristianos hacen la guerra noche y día, todos los días, combatiendo contra ellos hasta que su expulsión sea dispuesta por la predestinación divina” (esta afirmación de la ‘Albendense’ comienza, en latín: “Sarrazeni euocati Spanias ocupant…”). Cronistas posteriores, como Sampiro o Lucas de Tuy, escribieron en términos parecidos sobre el asunto. Es decir, desde muy pronto se tomó conciencia de haber sido invadidos y ocupados, así como de la obligación de recuperar lo perdido.

 

La Reconquista fue lo que fue y no difiere en nada al resto de actos bélicos de aquellos siglos en cualquier parte del mundo. Y sólo el ignorante mira a aquellos tiempos según opiniones, ideologías o pensamientos del siglo XXI.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

viernes, 29 de noviembre de 2024

CUANDO RAMIRO II DE LEÓN DERROTÓ AL CALIFA DE CÓRDOBA ABDERRAMÁN III EN LA BATALLA DE SIMANCAS, AÑO 939

 


Mapa de Hispania pocos años antes de la batalla de Simancas.

Hace nada menos que 1085 años. Unos tres cuartos de la Península Ibérica estaban dominados por el Califato de Córdoba, mientras que el cuarto restante era, casi todo, el Reino de León. Era el año 939, el Califa Abderramán III se sentía insultado e irritado por las victorias que Ramiro II de León lograba sobre los musulmanes. Le llamaba tirano y puerco y para acabar con él organizó un gigantesco ejército con el que demostrar quién mandaba en la península

 

Abd al-Rahman ibn Muhammad (891-961), que ha pasado a la Historia como Abderramán III, se había proclamado califa independiente de Bagdag diez años antes, en 929, cuando fundó el Califato de Córdoba, un reino poderoso y admirado en todo occidente, y ello a pesar de las rencillas y disputas internas a las tuvo que enfrentarse y al constante incordio de los reyes de León, siempre empeñados en empujar la frontera hacia el sur. Ramiro II de León (898-951) era un tipo de armas tomar (cuando atrapó a los traidores que querían usurparle el reino no dudó en sacarles los ojos, incluyendo a su hermano Alfonso); en los veinte años de su reinado no dejó pasar alguno sin campaña contra los sarracenos; “no sabía descansar” dice de él la Historia Silense.

 

El Rey de León había conquistado Osma (además de otras muchas acciones bélicas exitosas) y tomado la fortaleza de Margerit (Madrid). Al orgulloso Abderramán (cuya madre era vascona) los triunfos de ese “diablo, perro, puerco, tirano Ramiro” (calificativos con que lo ‘adornan’ las crónicas musulmanas) le parecieron inadmisibles, de modo que organizó un gigantesco ejército, llamando a la yihad para castigar al ‘enemigo de Dios’. Soldados propios, mercenarios e infinidad de voluntarios de todos los territorios dominados por los musulmanes conformaron un ejército de un tamaño jamás visto en la península: entre ochenta mil y cien mil hombres para emprender la ‘Campaña del supremo poder’. Tan convencido estaba de su triunfo que ordenó oraciones a Alá en todas las mezquitas para agradecer la próxima y segura victoria. Ramiro contó con su ejército y con tropas castellanas, navarras y de otras regiones cercanas al Duero.

 

Julio de 939, los dos ejércitos estaban casi frente a frente cerca de Simancas (Valladolid), preparándose para la batalla. Consta que hacía el 20 de julio se produjo un eclipse de sol (del que hay datos de cronistas de uno y otro bando y que también fue visto en Alemana e Italia), con lo que todo el mundo se quedó a la espera. Kitab Al Raud cuenta: “hubo un espantoso eclipse de sol (…) que llenó de terror a los nuestros y a los infieles (…) Dos días pasaron sin que unos y otros hicieran movimiento alguno”. Pasado el susto, a principios de agosto se desataron las hostilidades. Las bajas fueron abundantes en ambos bandos, pero la segunda parte de la batalla fue terrible para los caldeos (también llamados amorreos, bárbaros…). Al parecer, el ejército califal había sido reclutado demasiado deprisa; el cronista Ibn Hayyan habla de incompetencia de los mandos militares, e incluso enfrentamientos y recelos entre unos y otros generales que desembocaron en vergonzosas retiradas (muchos fueron ejecutados al llegar a Córdoba).

 

Ante el empuje del ejército cristiano los musulmanes huyeron hacia un paraje llamado La Alhóndega (ya en Soria), donde se toparon con tremendos precipicios. Escribió el cronista Al Muqtabis: “… y en la retirada el enemigo los empujó hacia un profundo barranco (…) del que no pudieron escapar, despeñándose muchos y pisoteándose de puro hacinamiento”. El propio Abderramán se vio obligado a huir a toda prisa y herido (“semivivus evasit”), ni siquiera tuvo tiempo de desmontar su lujosa tienda, ni de llevarse el valioso Corán que le habían traído de Oriente, ni su famosa cota de malla tejida con hilo de oro, ni las mujeres que conformaban su harén personal (que, despavoridas, corrían diseminadas por los campos)…, todo cayó en manos de Ramiro, que con gran botín y muchos cautivos regresó triunfante a León.

 

Además de los errores de reclutamiento y organización del ejército de Abderramán, los historiadores musulmanes hablan de la caballería pesada leonesa como factor determinante en la batalla. Serían unos trescientos o cuatrocientos jinetes con pesadas armaduras de hierro que, según la estrategia de Ramiro, debían esperar el momento oportuno para entrar en acción; entonces, tras horas de combate, los caballeros leoneses reciben la orden de ataque: no cabalgan, no corren, sino que avanzan despacio, apenas al trote, todos juntos, como una máquina enorme y pesada que se lleva por delante todo lo que encuentra a su paso sin sufrir bajas. Lógicamente, al ver ‘aquello’ y escuchar cómo retumbaba la tierra, el enemigo entrara en pánico y huyera en desbandada.

 

De tan grande enfrentamiento se supo en toda Europa, y existen varios textos de diversas procedencias que hablan de tan sonado triunfo cristiano (alguno de los cuales habla de ‘Radamiro, cristianísimo rey de Galicia”), del eclipse, de las incontables bajas en el ejército del califa…A raíz de la batalla, el territorio dominado por el Rey de León desplazó su frontera hacia el sur del río Duero, zona a la que se llamó ‘extrema Dorii’, Extremadura.

 

La victoria en Simancas está considerada como una de las más meritorias y trascendentes de toda la Edad Media europea y la primera gran victoria de la Reconquista. Como detalle final se puede añadir que Ramiro entabló posteriormente pactos con el califa y, como muestra de buena voluntad, dos años después le devolvió su preciado Corán (doce tomos), así como otros objetos de gran valor y algunas decenas de prisioneros. Este gesto fue muy valorado en Córdoba, que se lo agradeció enviando embajadores a León para dar gracias en nombre del Califa Abd al-Rahman ibn Muhammad al-Nāṣir li-dīn Allah.   

 

CARLOS DEL RIEGO

 

miércoles, 30 de octubre de 2024

EL GENOCIDIO DE AMÉRICA (CON SACRIFICIOS HUMANOS Y CANIBALISMO) TERMINÓ CUANDO LLEGARON LOS ESPAÑOLES

 



 Los sacrificios humanos y el canibalismo eran prácticas comunes en toda la América precolombina, en donde el pueblo dominante masacraba sin piedad a sus vecinos

Lo que los españoles se encontraron en América fue lo más parecido a una película de terror, de ‘gore’, de crueldad sin límites, sangre y violencia llevada a unos extremos inimaginables. Realmente el nuevo continente era escenario de aterradores genocidios casi a diario, con sacrificios humanos y canibalismo como factores comunes a todos los pueblos, y con diversas ‘particularidades’ propias de cada pueblo, tribu o cultura. Estos genocidios cotidianos terminaron cuando llegaron los españoles, que los prohibieron y combatieron, es decir, el genocidio no empezó sino que terminó al llegar las tres carabelas

 

De sobra conocidas eran las costumbres de los aztecas, que siempre, todo el año, estaban atacando a pueblos vecinos (tlascaltecas, totonacas, tarascos, zapotecas…) para hacerse con víctimas para el sacrificio (arrancándoles el corazón en vivo), para esclavitud o directamente como reses de carne; los brazos y los muslos eran lo más apreciado en la cocina azteca, y por eso se reservaban para capitanes y sacerdotes; el pueblo llano se debía conformar con el resto… Si era un día de gran celebración se llegaban a sacrificar mil personas en las diversas pirámides (los cu), extrayéndoles el corazón y ofreciéndoselo al dios Huitzilopotchli (que cada día tenía que vencer a las tinieblas y, para ello, necesitaba sangre y corazones a diario). A comienzos del año azteca  (el 2 de febrero), durante todo el mes se sacrificaban casi exclusivamente niños, que sabían perfectamente a dónde los llevaban y lo que les esperaba, por lo que todos iban llorando…, cosa que alegraba mucho a los sacerdotes porque las lágrimas de los niños (incluso de tres años) eran pronóstico de abundancia.  

 

También era costumbre a final del año azteca la fiesta del fuego, en la que arrojaban a las llamas a los esclavos vivos, pero antes de que dejaran de gritar los sacaban para extraerles el corazón y ofrecerlo al dios correspondiente. En el estreno de la gran pirámide de Tenochtitlán (en 1487, antes de la llegada de Colón) estuvieron cuatro días y cuatro noches sacrificando sin parar. Los sacerdotes jamás se lavaban, por lo que iban siempre totalmente cubiertos por unas costras de sangre seca y putrefacta.

 

Práctica común entre los incas (de todos los territorios andinos, en realidad) era reutilizar los cadáveres de los vencidos: con los huesos hacían flautas para tocar en las celebraciones, cráneos como vasos para beber en rituales importantes, cueros cabelludos como cascos o para hacer hondas, dientes usados como amuletos en las batallas…, y tambores de piel humana. Estos se llamaban ‘runatinya’ y para su fabricación se despellejaba a capitanes o grandes guerreros enemigos, con la barriga se hacía el ‘parche’ del tambor, al que iban unidos los brazos del desollado con percutores en los extremos, de modo que en los grandes desfiles, y con el movimiento, debía parecer que el ‘tambor’ se tocaba a sí mismo. Los guerreros iban adornados con ‘trozos’ de enemigos colgando.

 

En la zona suroriental de la actual Colombia vivía el pueblo de los paeces, que eran antropófagos, y para conseguir la ‘carne’ estaban siempre en guerra con todos los pueblos que estaban a su alcance. En 1540 se aliaron con sus enemigos los yalcones para luchar contra los españoles. Trazaron un plan de ataque, primero los yalcones y luego los paeces, pero cuando llegó su turno de ataque, los paeces se quedaron mirando, viendo tranquilamente cómo los españoles ponían en fuga a los yalcones, que sufrieron grandes pérdidas. Entonces, los paeces cayeron sobre sus ‘aliados’, a los que cazaron fácilmente y sin riesgo…, dándose luego un gran festín y guardando una buena provisión de ‘carne’.

 

Un marino alemán que naufragó en la costa de Brasil a finales del siglo XVI (Hans Staden) contempló las costumbres de los indios tupinamba. Los prisioneros eran arrastrados al centro de una plaza, donde los hombres se iban pasando la maza ritual e iban aplastando los cráneos de las víctimas, de modo que cuando los sesos salían disparados todos gritaban y bailaban; entonces las ancianas se acercaban a beber la sangre, mientras los niños se empapaban sus manos con los trozos de los cerebros y las madres con bebés se untaban los pezones de sangre para que sus hijos también ‘degustaran’ la fiesta. Luego el cuerpo era troceado y colocado en algo parecido a una parrilla, donde también se congregaban las ancianas para paladear la grasa que caía… 

 

Todo ello reconocido por los propios indios expertos en culturas precolombinas, que reconocen hoy sin ambages que “todos los sacrificados iban aterrorizados, muchas veces suplicando (…) y morían en un espantoso dolor”. Muchos se desmayaban y era arrastrados por el pelo hasta el lugar de sacrificio, donde eran despertados antes de…

 

La relación de atrocidades podría ser interminable. La América precolombina era escenario de aterradores genocidios, de modo que para la gran mayoría de sus habitantes la vida era un verdadero infierno, no un paraíso. Lejos de genocidas, los españoles fueron la liberación de los pueblos oprimidos de América, que eran casi todos.

     

(Si se quiere comprobar esta información, consúltese a autores como María Isolina Comas, Carlos Cuervo Márquez, José María Iraburu, José Vasconcelos, John Lynch, Marvin Harris, Díaz del Castillo… También hay abundantes pruebas arqueológicas).

 

CARLOS DEL RIEGO

 

miércoles, 16 de octubre de 2024

EXIGEN A ESPAÑA ‘PAGAR’ POR LA CONQUISTA. ¿CUÁNTO COSTARON LAS UNIVERSIDADES Y HOSPITALES?

 


Parte del hospital que fundó en 1521 Hernán Cortés, el Hospital del Niño Jesús u Hospital de Jesús, que aun sigue funcionando

 

El Presidente de Venezuela, tan ignorante como malintencionado, utiliza la vieja estratagema de desviar la atención de los problemas de su país exigiendo disculpas y ‘pagos’ a los españoles por la conquista. Parece increíble que aun haya quien se trague tamaña bola, a un lado y otro del océano, a pesar de las evidencias históricas que resplandecen a poco que se busque

 

Libros de cronistas, obras de historiadores, ensayos y estudios de especialistas desmienten con total y absoluta certeza la creencia de una España depredadora en América. Cierto que hubo violencias y ladrones (exactamente igual que hoy), pero estaban fuera de la ley, pues todas las que se promulgaban prohibían explícitamente el maltrato a los indios, el engaño o el robo de sus propiedades. Así, si el tiranuelo venezolano (que se quedará en el poder por encima de las urnas hasta que no pueda más) exige que España “pague” por la conquista, bueno es recordarle las universidades y hospitales que España construyó en Venezuela y que tan incontables e importantes beneficios llevaron a este país (sin contar vías de comunicación, infraestructuras, colegios de primeras letras, de segunda enseñanza y de artesanos, iglesias y catedrales, plazas, bibliotecas…). 

 

Más de cuarenta universidades se fundaron en la América Española a lo largo de tres siglos, muchas de las cuales siguen funcionando y destacando con orgullo su año de fundación. La primera universidad fundada en toda América fue la de Santo Domingo en 1538, aunque existe la disputa con la de San Pablo de México y San Marcos de Perú, ambas constituidas en 1551, debido a discrepancias burocráticas de la época. Centrándose exclusivamente en las de Venezuela se pueden mencionar la Real Universidad de Santa Rosa, Caracas, fundada en 1721; la de San Buenaventura, Mérida, en 1810, que hoy sigue funcionando con el nombre de Universidad de los Andes. Y hay que tener en cuenta que la actual Venezuela formaba para del Virreinato de Nueva Granada junto a Colombia y Ecuador; en este virreinato se fundaron varias otras universidades, como la de Santo Tomás, Bogotá, Colombia, en 1580; la de San Fulgencio en Ecuador en 1586; la de San Gregorio, Quito, Ecuador, 1621… Lógicamente todas contaron con grandes maestros y profesores formados en España y que posteriormente fueron sustituidos por docentes autóctonos. ¿Cuánto costaron estas universidades?, ¿cuánto dotarlas y mantenerlas? ¿Debería España exigir el reembolso de todo aquello?

 

No hay más que echar un vistazo a la lista de hospitales erigidos por la Corona Española en Hispanoamérica para asombrarse: alrededor de un millar en los tres siglos de presencia española en aquellos territorios. Ya los Reyes Católicos habían dejado ordenado, en el capítulo 12 de sus Instrucciones: “… hacer en las poblaciones donde se viere que fuera más necesario casa para hospitales en que se acojan y curen los pobres, así de los cristianos como de los indios”. Posteriormente, con Carlos I (Leyes de Burgos, 1512, Leyes Nuevas 1542) y sus sucesores continuaron construyéndose hospitales por toda Tierra Firme e Islas. Había hospitales especializados en indios, en niñas y mujeres, en contagiosos, en negros y mulatos…, y acogían tanto a indios como a mestizos y españoles, a mulatos y negros, pobres y caciques…

 

El primero fue el Hospital de Jesús (fundado por Hernán Cortés) en México en 1521, y que en su acta fundacional se lee: “… para españoles, indios y castas”. También hay que remarcar el Hospital de los Naturales, fundado en 1549 en Lima, y destinado exclusivamente a los indios, como dice su lema “Indorum pauperem pater”. Concretamente en Venezuela, entre los siglos XVI y XVIII se fundaron 29 hospitales (en el Virreinato de Nueva Granada fueron cientos). El primer hospital erigido en la Historia de Venezuela fue el Hospital del Espíritu Santo, en Cartagena de Indias en el año 1562. Luego el Hospital de San Lázaro, en Barquisimeto, en 1565; el Hospital de los Reyes, Caracas, en 1590; el Hospital de San Pablo, Caracas, en 1597; el Hospital de San Juan de Dios, en Mérida, Venezuela, en 1630, y otro del mismo nombre en La Guaira en 1743… Casi una treintena de ‘casas de hospital’ para atender de cualquier dolencia a todo el que lo necesitara, fuera quien fuera.

 

Todo ello es muy fácil de comprobar por cualquiera. Así, ¿fue esto genocidio?, ¿imperialismo depredador a la inglesa, francesa u holandesa?  

 

CARLOS DEL RIEGO

 

miércoles, 2 de octubre de 2024

LAS REALIDAD Y LOS HECHOS DE ESPAÑA EN AMÉRICA CONTRADICEN LAS MENTIRAS DEL PRESIDENTE DE MÉXICO

  

La primera imprenta de América la llevaron los españoles a México en 1539 

Nuevamente un presidente de alguna de las repúblicas hispanoamericanas vuelve a tratar de desviar la atención, a intentar crear una cortina de humo que oscurezca los verdaderos problemas de su país, a procurar la manipulación del pueblo con el señalamiento de un culpable. Y siempre recurren al asunto de la conquista de América. Y ello a pesar de que los datos, las evidencias y la propia Historia cuentan justamente lo contrario que esos gobernantes

 

El Presidente de México y su sucesora tienen el país patas arriba. Hay un problema de violencia aterrador, con unos 30.000 asesinatos al año (estudiantes, mujeres, políticos, periodistas…); corrupción generalizada, narcotráfico a escala industrial, enorme pobreza, abismales desigualdades, presos políticos, miles de desaparecidos…, por no hablar de lo olvidados y arrinconados que tienen a los indios, que no paran de exigir que se los atienda hoy en lugar de mirar tanto a los del pasado. Sin embargo, esos presidentes vuelven una y otra vez a lo que sucedió hace medio milenio, o sea, lo que tienen ante sí les preocupa mucho menos que lo que pasó hace siglos.

 

El caso es que, por mucho que digan los iletrados, los esclavos de la ideología, los malintencionados y los enemigos de la verdad basada en crónicas, documentos, hechos o números, lo cierto es que la acción de España en América fue, a pesar de todos los excesos que también son históricos, la mejor de todas las llevadas a cabo por las potencias coloniales. Todo esto es realidad irrefutable:

 

México no existía en 1520 (tardaría tres siglos). Allí había un pueblo dominante (aztecas) que oprimía, sacrificaba, esclavizaba y se comía a los de los pueblos vecinos. Lógicamente, todos estos pueblos se aliaron con los recién llegados (se hubieran aliado con cualquiera), de manera que el ejército de Cortés que tomó Tenochtitlán estaba integrado por un 99.5% de indios y un 0.5 de españoles. Fueron los indios los que conquistaron.

 

Las leyes promulgadas por la corona española siempre fueron en beneficio del indio. Así las Leyes de Burgos, promulgadas por Fernando el Católico en 1512, seguramente siguiendo lo dispuesto por Isabel en su testamento, en el que insistía en el buen trato que había que procurar a los indios; y las Leyes de Indias o Nuevas Leyes que firmó Carlos I en 1542 “hechas para (…) el buen tratamiento y conservación de los indios”. Es decir, la ley prohibía maltratar, engañar o robar a los nativos; el problema es que el centro de poder estaba muy lejos del lugar de los hechos, de manera que quien violaba la ley estaba protegido por muchos miles de kilómetros.

 

De esto puede deducirse que quienes cometieron las violencias y los excesos fueron delincuentes que se pasaban la ley por ahí (tal y como sucede hoy), y por eso muchos de ellos se enfrentaron a ‘juicios de residencia’. Por tanto, puede decirse que nada hay que achacar al gobierno de España y no se le puede exigir compensación o excusas. Además, los conquistadores actuaron por su cuenta, sin fondos públicos, es decir, la conquista fue iniciativa privada. 

 

Cuando se fueron los españoles de América (primera mitad del siglo XIX) casi tres cuartas partes de la población (en algunos casos más) eran indios, y actualmente hay más que cuando llegó Colón. La catástrofe demográfica sufrida en América se debió a las enfermedades, causantes del 90% o más de las muertes. Hay que tener en cuenta que, tarde o temprano, barcos europeos o asiáticos habrían llegado a América y llevado consigo las enfermedades. Tarde o temprano el tifus, viruela, gripe, sarampión… habrían llegado a América, lo que significa que antes o después los indios tendrían que pasar por la plaga y los muertos hasta conseguir la inmunización. Un proceso exactamente igual al que pasaron los habitantes del resto del planeta siglos antes. España, por tanto, no causó aquellas mortandades.

 

Acusan a los españoles de haber robado riquezas incontables, sobre todo oro. El dato irrefutable es que España extrajo de América no mucho más de 200 toneladas de oro en 300 años; más o menos la cantidad que ha sacado el Presidente de Venezuela del entorno del río Orinoco en 10 años. España utilizó más de la mitad del oro en construir más de mil hospitales (para indios, mestizos y blancos, se especificaba en los estatutos fundacionales), unas 40 universidades, cientos de escuelas de primeras letras y colegios de segunda enseñanza, vías de comunicación, infraestructuras (el primer sistema de alcantarillado del Imperio Español se construyó en América), catedrales, ciudades…; nunca se ha sabido a dónde se ha ido el oro extraído por el dueño de Venezuela, aunque se tiene ligera idea.

 

Los misioneros españoles fueron los primeros en aprender los idiomas nativos, del nahua al quechua, e incluso escribieron diccionarios bilingües y obras en las que se recogían tradiciones, costumbres y mitología local. Gracias a ellos se conserva todo aquello. También llegaron, procedentes de España, la escritura, la rueda y los metales, toneladas de herramientas, ganado y semillas, arquitectos, maestros de obra, profesores, maestros y libros (se sabe que a final del siglo XVI llegó una partida de 40.000 libros). La primera imprenta de las Américas se instaló en la ciudad de México en 1539.    

 

Lo que sí impusieron por la fuerza los españoles fue la prohibición de los sacrificios humanos y el canibalismo, y a cambio llevaron la filosofía, Grecia y Roma, una moralidad en la que el individuo está asistido por derechos, una lengua universal que une a todos y que es comprendida en todo el mundo, una organización y administración territorial, social, jurídica…

 

Es evidente que América debe mucho a España. La Historia y los hechos así lo demuestran. No hay, por tanto, razones para acusar.       

 

CARLOS DEL RIEGO

 

miércoles, 18 de septiembre de 2024

¿DESDE CUÁNDO EXISTE ESPAÑA, DESDE CUÁNDO LOS ESPAÑOLES TIENEN CONCIENCIA DE SERLO?

 


Manuscrito de las Cartas de Cortés. En la octava línea se lee '...nera que quando salio destos rreynos de españa'. Y justo debajo '... paso a la ysla española'. Era sobre 1520 y ya existían conceptos como España 



 Encabezamiento de la cuarta carta de relación, donde se lee'nueva España' y 'Rey de España'

No hace mucho tiempo se decía (y se estudiaba) que España era el país europeo que antes tomó conciencia de serlo, que era una de las naciones más antiguas. Sin embargo, en las últimas décadas no sólo se niega dicha afirmación, sino que se ha retrasado siglos el asentamiento de España como ente político, e incluso hay quien afirma (contra toda evidencia) que sigue sin existir

 

Pero entonces, ¿Cuándo se tienen conciencia de la existencia de España y de españoles? Hay autores que sostienen que la idea de unidad territorial, política y legislativa ya estaba en la mente del rey godo Leovigildo (525-586) en la Spania del siglo VII d.C., aunque no se puede hablar aún de nación (además, todo el sureste de la península estaba bajo autoridad de Bizancio). Durante años los libros de texto afirmaban, erróneamente, que España existe como tal desde la unión de las coronas de Castilla y Aragón, pero esa unión no fue real, efectiva, de hecho y de derecho hasta la entronización de Carlos I. Y es precisamente durante el reinado de éste cuando se vuelven de uso corriente los términos España y españoles, lo que indica que ya se tiene conciencia de nación y de pertenencia a ella. Hay historiadores que retrasan la toma de identidad jurídica y política hasta la llegada del primer Borbón, Felipe V, a comienzos del siglo XVIII, pero se basan casi exclusivamente en cuestiones legislativas y políticas más que en el sentir del pueblo; de todos modos, ya con el Emperador Carlos I el poder y la ley afectaban por igual a todos los territorios que hoy conforman el país (también a los de ultramar, pero eso es otro asunto).

 

Dato muy significativo es el hecho de que a los nuevos territorios americanos continentales, una vez finalizada la conquista de México-Tenochtitlán, se les empezó a denominar La Nueva España, y a partir de 1535 se creó oficialmente el Virreinato de Nueva España. Parecen indicios bastante razonables de que ya existía el concepto de España, pues si no fuera así, ¿a qué venían esos nombres para las nuevas tierras americanas?

 

Cortés escribió a Carlos I varias ‘Cartas de la conquista de México’, normalmente llamadas Cartas de relación, la primera fechada en julio de 1519 y la quinta en septiembre de 1526. La tercera, en mayo de 1522, se titula elocuentemente: “Carta tercera enviada por Fernando Cortés, capitán y justicia mayor del Yucatán, llamado la Nueva España del mar océano, al muy alto y potentísimo César y invictísimo señor Don Carlos, emperador semper augusto y Rey de España, nuestro señor” (a lo largo del texto se repiten términos parecidos infinidad de veces). Si no existía la idea de España, ¿a qué se referirá Cortés al decir la Nueva España o Rey de España? Objetivamente, esas palabras señalan inequívocamente que existía noción de país llamado España, que estaba arraigado y que era de uso cotidiano.

 

Algo parecido se puede decir de la obra de Bernal Díaz del Castillo ‘Historia verdadera de la conquista de la Nueva España’. Y tanto éste como Hernán Cortés narran continuamente lo que les sucede a los españoles, no a los castellanos, aragoneses o vascos, y por ello en sus libros se leen frases como “éramos muy pocos españoles”, “aquella noche murieron muchos españoles”, “los españoles quedamos muy admirados de eso”, “hacíamos a algunos españoles se metiesen en celada”. Cuando cuentan el episodio en el que un soldado escaló el volcán Popocatépetl para recoger azufre (con que hacer pólvora), Bernal especifica que era canario, mientras que Cortés dice “…entrando un español setenta o ochenta brazas, atado a la boca abajo…”, y acto seguido dice que en adelante espera “que nos provean de España”. Al hablar Bernal de sus compañeros suele señalar su lugar de procedencia, y al final de su libro se detiene a enumerar a todos, dejando claro de qué parte de España es cada uno, pero cuando habla del contingente siempre, sin excepción, se refiere a españoles.

 

Si a aquel territorio se le llamó desde tan pronto ‘Nueva España’, si en aquellos libros escritos en el siglo XVI (el de Cortés desde 1519 hasta 1526; Bernal debió terminar el suyo hacia 1568) se refieren continuamente a esos términos, es fácil deducir que el concepto de España ya estaba más que arraigado, asumido e interiorizado, e igualmente la denominación de españoles.

 

Todo ello indica que entonces (en el primer cuarto del siglo XVI), por fuerza España tenía que existir en el sentir y en la conciencia del pueblo, de todos los pueblos y gentes que la integraban.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 28 de julio de 2024

LA DIFERENCIA ENTRE EL CASO DE GIBRALTAR Y EL DE CEUTA Y MELILLA

 


El robo del peñón de Gibraltar fue un típico acto de piratería inglés

 

No suele pasar mucho tiempo sin que se suscite la polémica en torno a la españolidad de Gibraltar, algo que muchos españoles no dejan de reivindicar. Y en estas ocasiones también suele plantearse el asunto de Ceuta y Melilla. Sin embargo, son casos totalmente diferentes desde su origen. El Peñón fue asaltado en un acto de piratería sin que España e Inglaterra estuvieran en guerra, mientras que las ciudades norteafricanas formaban parte de España siglos antes de la existencia de Marruecos.

 

Hay muchos españoles (de esos que están siempre en contra de su país por que siguen identificando el nombre de España con el régimen anterior, o por la leyenda negra) que piensan que el caso de Gibraltar es idéntico al de Ceuta y Melilla, por lo que, afirman, antes de exigir a los ingleses la devolución del Peñón hay que ‘devolver’ Ceuta y Melilla a Marruecos. Pero esto último es imposible, porque las dos ciudades jamás pertenecieron a Marruecos, y si nunca fueron suyas no se pueden devolver; se pueden regalar, entregar, donar, vender, alquilar..., pero jamás devolver.

 

Melilla fue fundada por los fenicios pero apenas contó con población hasta que Abderramán III la incorporó al Califato de Córdoba en el s. X. En el XV pertenece al ducado de Medina Sidonia y desde el XVI ya forma parte de la corona española. Ceuta también es de fundación fenicia y allí se establecieron sucesivamente griegos, cartagineses, romanos, vándalos, bizantinos, visigodos y, finalmente, en el s. X, es conquistada por el Califato de Córdoba. Luego taifas, almohades, almorávides..., el Reino de Fez y el Reino de Granada se la disputan y la toman varias veces; en el s. XV es conquistada por Portugal y en el XVI se incorpora a la corona española; finalmente, cuando Portugal y España se separan, s. XVII, Ceuta decide seguir unida a España y no acompaña a Portugal en su secesión.

 

Marruecos existe como país desde 1956, mientras que ambas ciudades pertenecieron al califato de Córdoba hace mil años, y ambas son ciudades españolas desde hace cuatro o cinco siglos. Por tanto, jamás podrán devolverse Ceuta y Melilla a Marruecos, puesto que jamás fueron marroquís.

 

El asunto de Gibraltar tiene una historia totalmente diferente, una historia que comienza con un típico acto de piratería inglesa. A la muerte sin descendencia de Carlos II se produce en España la Guerra de Sucesión (1701-1713); así, por un lado estaban los que apoyaban a Felipe de Borbón (Felipe V), y por otro los que apoyaban al candidato austríaco, el archiduque Carlos. Los ingleses se decantaron por éste, es decir, Inglaterra no estaba en guerra contra España, sino que simplemente apoyaba a uno de los dos pretendientes al trono, o sea, no fue un ataque legítimo, y por tanto Gibraltar tampoco puede considerarse botín de guerra. El caso es que en 1704 varios navíos británicos y holandeses atacaron Gibraltar con más de 13.000 hombres y unos 1.500 cañones, ayudados por varios cientos de soldados catalanes, que se ocuparon del ataque por tierra. El por qué del asalto hay que buscarlo en el espíritu de pirata que tenían la mayoría de los marinos ingleses. Defendieron el Peñón menos de cien soldados con 40 cañones y la ayuda de 200 ó 300 voluntarios. Al terminar la Guerra de sucesión, el Tratado de Utrech establecía que Inglaterra se quedaba Gibraltar (y Menorca), y España no tuvo otro remedio que firmar, pues lo contrario significaba continuar con el conflicto, es decir, fue lo que se dice un ‘trágala’.

 

Además, se puede añadir que Gibraltar ha arrebatado terreno a España en la zona cuando sus patronos, los ingleses, han tenido oportunidad, saltándose lo firmado en aquel tratado. Y por si fuera poco, también reclaman otras posesiones que no aparecen en el mismo, como aguas territoriales o espacio aéreo. Es decir, se ciñen al tratado para quedarse con la roca, pero lo ignoran cuando les interesa. De todos modos, lo peor es que Gibraltar es algo así como un parásito de España, además de un paraíso fiscal que acoge y lava dinero de oscura procedencia. Y curiosamente, los ocupantes se consideran ingleses o soberanos gibraltareños  según les convenga. Lo malo es que el actual status no tiene visos de cambiar, pues a diferencia de los españoles, los ingleses hacen honor al dicho ‘My country wright or wrong’, o sea ‘correcto o equivocado, es my país’.

 

Como puede verse, el caso de Gibraltar no tiene nada que ver con el de Ceuta y Melilla. Inglaterra sí que podría devolver el Peñón a España, pero ésta no podría devolver las dos ciudades a Marruecos. Son situaciones que no tienen puntos en común, que no pueden considerarse como similares. El peñón fue robado y las ciudades no. Así de simple.

 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 17 de abril de 2024

LA SUERTE DISPAR DE LOS HIJOS MESTIZOS DE LOS CONQUISTADORES FRANCISCO PIZARRO Y DIEGO DE ALMAGRO

 


Doña Francisca Pizarro Yupanqui, hija de Francisco y sobrina de Atahualpa, en una estatua en Trujillo

No fueron pocos los capitanes que adquirieron fama en la conquista de América y se casaron con mujeres nativas; sus hijos mestizos adquirieron renombre y la Historia los recuerda. Como es lógico, los soldados imitaron a sus jefes. La conquista de Perú la idearon Francisco Pizarro y Diego de Almagro (junto al clérigo Hernando de Luque), cuyos hijos mestizos corrieron suerte muy dispar

 

Pizarro y Almagro se asociaron para conseguir todo lo necesario para explorar y conquistar el Imperio Inca (el Birú, Perú). Pero por causas diversas (poder y cargos sobre todo) terminaron siendo enemigos mortales. Así, se formaron dos bandos, pizarristas y almagristas. Los primeros detuvieron y ejecutaron a Almagro; el hijo de éste, Diego Almagro ‘el mozo’, junto a unos cuantos almagristas, se vengó irrumpiendo en casa de Pizarro en Lima y lo cosieron a estocadas y puñaladas; Almagro ‘el mozo’ fue nombrado gobernador y al poco detenido, juzgado y ejecutado…

 

El conquistador Diego de Almagro se casó con una india de Panamá bautizada como Ana Martínez, de cuya unión nació en 1522 el mestizo Diego Almagro ‘el mozo’. No tendría ni quince años cuando se unió a su padre en Perú y, no mucho después, se metió de lleno en las guerras fratricidas entre su padre y Francisco Pizarro. Tomó parte en diversos combates y batallas con los indios y, al ser ejecutado su padre, decidió ir contra Pizarro; en 1541 entró en su casa y, junto a otros conspiradores, dieron muerte al conquistador de Perú. Entonces, Almagro ‘el mozo’ fue proclamado gobernador de Lima (tenía veinte años), con el apoyo de los enemigos de Francisco Pizarro (que no eran pocos) y alegando ser el sucesor legítimo de su padre Almagro ‘el viejo’. Sin embargo, los pizarristas y el ejército imperial lo derrotaron en la batalla de Chupas, en la que el joven Almagro se batió valientemente. Fue juzgado, condenado y ejecutado por el mismo método (estrangulamiento en el poste y posterior decapitación) y por el mismo verdugo que su padre. Apenas dos décadas vivió Diego Almagro ‘el mozo’, pero es oportuno subrayar que siendo mestizo alcanzó el cargo de gobernador, algo sólo posible en un imperio, el español.

 

Francisco Pizarro se casó con la hermana de Atahualpa, Inés Huaylas Yupanqui (Quispe Sisa antes de bautizarse), con la que tuvo dos hijos, Francisca Pizarro Huaylas Yupanqui, y Gonzalo, que murió muy joven (ambos reconocidos como legítimos por el emperador Carlos). Francisca no tenía ni siete años cuando, en 1541, su padre Francisco fue asesinado; al parecer Francisca y Gonzalo estaban en la casa, pero poco antes de la llegada de los asesinos la cuñada de Francisco Pizarro, Inés Muñoz, logró sacarlos y esconderlos. Aquella noche pudo ser la última de la mestiza Francisca, pero la suerte estuvo de su parte. Años después recibió la herencia de su padre, lo que la convirtió en una de las personas más ricas de Perú. Su gran fortuna y el hecho de ser una princesa inca debió convertirla en un gran partido para los no pocos aventureros que podían imaginar casarse con ella y proclamarse rey de un reino independiente…, o al menos así debió pensarlo alguien en España, puesto que la invitaron a venirse a la metrópoli. Llegó a Sevilla y luego a Trujillo, la tierra de su padre, donde fue acogida con todo el cariño con que se acoge a un familiar querido al que hace años que no se ve.              

 

Cuando tenía 18 años, Francisca se casó con su medio tío Hernando Pizarro, que ya tenía 46; tuvieron cinco hijos, alguno de los cuales ‘casó muy bien’. Al morir Hernando hacia 1580, la ya rica mestiza recibió otra cuantiosa herencia. Tenía entonces 46 años y, pasando por encima de las ideas de la época, se casó con el marqués de Puñonrostro, Pedro Arias Portocarrero, mucho más joven que ella. Vivió como una gran señora, patrocinó grandes construcciones en Trujillo, se trasladó a Madrid y se convirtió en una asidua de la corte de Felipe II. Murió en Trujillo en1598 a los 63 años. 

 

Trayectorias vitales totalmente contrapuestas tuvieron los hijos mestizos de dos conquistadores que ya están en la Historia. Almagro ‘el mozo’ fue la cruz, Francisca Pizarro Yupanqui la cara. Pero ambos vivieron como cualquier español de la época, sin que su condición mestiza les supusiera el mínimo menoscabo o prejuicio.

 

CARLOS DEL RIEGO