jueves, 31 de agosto de 2023

MÁS DE 1600 CIENTÍFICOS CUESTIONAN LA ‘CRISIS CLIMÁTICA’ Y SUS PREDICCIONES

 


Gran parte de la población mundial sigue creyéndose las profecías de los futurólogos del clima a pesar de que nunca se han hecho realidad

 

Los cambios bruscos de las condiciones climáticas están llevando a muchos ciudadanos a atribuirlos al cambio climático. Pero un gran colectivo de científicos, incluyendo dos premios nobel, afirman que esa creencia es eso, creencia, ideología, y nada tiene que ver con la ciencia climática. Así, niegan el relato de que el calentamiento global tenga que ver con un aumento de huracanes, sequías, olas de calor, inundaciones o desastres naturales en general. Los científicos en cuestión afirman que “La ciencia del clima se ha convertido en un asunto basado en creencias"

 

El clima siempre ha estado en perpetuo cambio; en realidad clima es cambio. Cierto que la industrialización y la acción humana ha elevado mucho más de lo razonable la contaminación del aire, tierras y aguas, pero de eso al cambio climático originado por el hombre hay mucho trecho. Y peor aún es la politización y polarización ideológica, la ‘doctrina indiscutible’ del cambio climático que se quiere imponer. Por ello, gran parte de la población y no pocos especialistas climáticos han puesto en duda abundantes afirmaciones sin base científica y, por supuesto, las predicciones apocalípticas.

 

Así piensan 1609 científicos y expertos de todo el mundo que firmaron una declaración en la que rechazan la idea de que exista una emergencia climática y en la que, igualmente, exigen que la política y la ideología salgan de esta cuestión exclusivamente científica. “No hay ninguna emergencia climática. Por tanto, no hay motivo de pánico ni alarma”, concluye el escrito publicado este mes de agosto por el Global Climate Intelligence Group.

 

En el documento afirman que el dióxido de carbono es “imprescindible” para la vida en la Tierra y “favorece a la naturaleza”, permite el crecimiento de la biomasa vegetal y aumenta la eficacia de los cultivos. Por ello, señalan que “los modelos climáticos exageran el impacto de los gases de efecto invernadero”.

Dos de los firmantes, dos premios nobel, el físico John Francis Clauser de EE. UU. y el noruego-estadounidense Ivan Giaever, descartan también que el calentamiento global esté relacionado con un aumento de desastres naturales, pues “no hay evidencia estadística” que respalde esta creencia. Y afirman con rotundidad: “La ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían explicar con sinceridad los costes reales y los beneficios reales de sus medidas”. Es más,  sostienen que el calentamiento está siendo “mucho más lento” de lo previsto por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático. Y el mencionado Nobel de Física Clausser ha denunciado: “La ciencia climática acientífica ha producido metástasis hasta convertirse en una pseudociencia periodística que busca el impacto masivo. No existe una verdadera crisis climática, sino un relato promovido y divulgado por el marketing de las multinacionales, por políticos, periodistas, agencias gubernamentales, organizaciones ecologistas”.

 

También recuerda el documento suscrito por esos 1609 científicos las equivocadísimas profecías de los ‘popes’ del cambio climático, pero sólo las recientes. Así la de Al Gore (Nobel junto al comité del clima de la ONU en 2007 por un documental), quien al presentar la película un año antes vaticinó: “Nos quedan diez años para tomar medidas drásticas respecto a nuestras emisiones de dióxido de carbono o el mundo llegará a un punto de no retorno”. Se ha cumplido el plazo pero no la profecía.

 

La en otro momento emblema del dogma climático Greta Thunberg sentenció en marzo de 2018, citando a un “célebre científico” (aunque no dijo quién): “El cambio climático acabará con toda la humanidad si en menos de cinco años no dejamos de quemar combustibles fósiles”. Cumplido el plazo, no la predicción.

 

Menos famosos, aunque no menos equivocados (si no malintencionados), fueron los casos de Mostafa Tolba, ex director del programa ambiental de la ONU, quien se creyó futurólogo al decir en 1982: “Si el mundo no cambia de rumbo, se enfrentará a una catástrofe ambiental que provocaría una devastación total e irreversible, como un holocausto nuclear, hacia el año 2000”. Y finalmente James Hansen, director del Instituto Goddard de Ciencias Espaciales de la NASA, quien predijo en 2008 que “dentro de cinco a diez años el Ártico se quedará sin hielo durante los verano”.

 

Los plazos se cumplen sobradamente pero no las adivinaciones y vaticinios de los profetas climáticos. ¿De verdad hay aun criaturas que, a pesar de todo, se tragan las trolas y los augurios de estos videntes?

 

¿Quién es el negacionista?, ¿el que no cree en adivinos ni en futurología o el que niega la evidencia y se traga las profecías aunque nunca se cumplan?     

 

CARLOS DEL RIEGO

 

lunes, 28 de agosto de 2023

LAS CATASTRÓFICAS CONSECUENCIAS DEL BREXIT PARA LA MÚSICA ROCK

 


Músicos de todos los estilos exigen libertad de movimiento, como dice la pancarta

Elton John es de los que más ha protestado contra el brexit 

y de los que más pasta ha perdido

Que la separación de Inglaterra de la Unión Europea, el ‘brexit’, fue una catástrofe es algo que casi todas las partes reconocen. La industria de la cultura y especialmente la de la música están sufriendo, desde entonces, desde 2019, unos efectos devastadores, como se ha señalado en un reciente estudio

 

La Sociedad Independiente de Músicos (ISM) ha publicado un estudio titulado ‘Paying the price’ (pagando el precio), el cual ha se ha elaborado a partir de las entrevistas realizadas a 400 músicos británicos que han venido trabajando en Europa desde 2021. Desde enero de ese año, la mitad  de los músicos británicos de ese sector cultural ha perdido trabajos en la Unión Europea, y con los músicos, todos los trabajadores que han de acompañarlos durante giras y conciertos. Las regulaciones y papeleos que se exigen para entrar en Europa desde el ‘brexit’ han afectado de modo muy negativo a todo el sector de la cultura, pero muy especialmente a los músicos.

 

Según el estudio mencionado un 48% de los músicos y de los trabajadores del sector afirma que ahora trabaja mucho o muchísimo menos en la UE de lo que lo hacía antes de la segregación británica. También se indica que el 27,8% de cantantes y grupos asegura que no ha vuelto a actuar fuera del Reino Unido desde que entró en vigor, y el 39% reconoce que ha tenido que rechazar trabajos fuera de las fronteras británicas porque los gastos no compensaban; es más, muchos de los que ya tenían firmados contratos tuvieron que cancelarlos, puesto que el precio convenido con el contratante apenas superaba los gastos inevitables, y hacer todo el esfuerzo para perder pasta...

 

Además, se han multiplicado el papeleo, los plazos de estancia permitidos, permisos y visados, impuestos, aduanas, seguridad social…, sin olvidar la inspección de los instrumentos y equipos técnicos, obligatoria en toda frontera, y también las leyes sobre copyright de cada estado, la validación de los permisos de conducir, las autorizaciones para que cada camión o turismo pueda circular…, y todo ello en cada país que se incluya en la gira, es decir, si se va de París a Madrid, nuevamente hay que empezar con todos los requisitos para cada músico, técnico, electricista, montador, carpintero, chófer, cocinero, asistentes, escoltas…

 

Lógicamente esto lo sufren todos los músicos, desde los emergentes hasta los consagrados, e igualmente el problema afecta a músicos y orquestas de clásica, de jazz, de folk…Entre quienes han alzado la voz contra este absoluto absurdo político están nombres de la talla de Elton John, quien se ha quejado de los costes prácticamente inasumibles a los que, desde el ‘brexit’, tiene que hacer frente cuando sale de gira por países de la UE. Otros como The Charlatans han acusado al ejecutivo inglés de “tratar a los artistas con gran desprecio" .También Thom Yorke, líder de Radiohead, ha hecho oír su voz, tildando a su gobierno de “inútil”. Incluso la mezzosoprano Jennifer Johnson declaró que “el brexit está matando nuestro sector musical”.

 

Pero es que, por si fuera poco, incluso en los países de la UE donde no se precisa visa o permiso de trabajo se les pone a los ingleses límite de permanencia. O sea, actualmente los artistas británicos han de actuar sólo en su tierra para no perder su dinero y su cabeza entre tanta burocracia. Y es que cuando los políticos meten la mano en algo lo arruinan, inevitablemente.

 

El estudio de la Sociedad Independiente de Músicos británica concluye con una pregunta: “¿Sobrevivirá la música inglesa al ‘brexit’?” 

 

CARLOS DEL RIEGO

 

jueves, 24 de agosto de 2023

LA CARA SUCIA Y CONTAMINANTE DEL COCHE ELÉCTRICO

 


Mujeres y niños pequeños extraen el metal a mano y sin la más mínima medida de seguridad


 Todos tendrán múltiples problemas de salud para que en occidente obliguen a conducir coches eléctricos

Por alguna razón, gobiernos, multinacionales, grandes financieras y, en general, los más grandes centros de poder coinciden en el objetivo de implantar obligatoriamente los coches eléctricos a toda la población mundial (excepto a sí mismos). Pero cuanto más se va conociendo de todo lo relacionado con la fabricación y funcionamiento del supuesto auto no contaminante más difícil resulta comprender esa obsesión por este tipo de automóvil

 

Muchas veces se ha dicho que la fabricación de un coche eléctrico exige el mismo esfuerzo energético que el de los otros, los condenados. Así, para moldear la carrocería, los ejes o el chasis de un coche hay que calentar la aleación por encima de los mil grados, y tal temperatura no se consigue con energía solar o eólica, sino con gas (combustible fósil) a presión, es decir, gasta y contamina lo mismo la construcción de un eléctrico que la de un gasolina.

 

También es de sobra sabido que la energía con la que cargar las baterías de los eléctricos no crece en los árboles, sino que hay que generarla. Y aquí aparece un problema de imposible solución: los ecologistas furibundos están en contra de los aeorogeneradores porque matan aves y alteran el paisaje; tampoco les gustan los paneles solares porque arrasan campos y entornos y son muy contaminantes (antes y después de su vida hábil); igualmente detestan las presas y pantanos porque desplazan población, modifican el entorno… Es decir, los ideólogos y fanáticos del ecologismo tampoco están por las ‘energías limpias’. Los combustibles fósiles ni verlos, y la nuclear ni se menciona. O sea, no están por producir energía de ningún modo posible, y sin embargo, coinciden con poderosos, políticos y millonarios en la imposición forzosa del coche eléctrico, algo que exigiría una cantidad inimaginable de electricidad.

 

También es necesario recordar que todo gasta y todo contamina, incluyendo los dispositivos electrónicos. Así, cuando cualquiera (ecologista idólatra o ciudadano corriente) pone un mensaje de whats app se vierten 0.2 gramos de CO2 a la atmósfera, lo que significa que cada día se echan 35.000 toneladas de dióxido de carbono. Algo parecido pasa con los e-mail, las llamadas, las publicaciones en las redes, las búsquedas en el móvil o el ordenador, los pedidos de hamburguesas o a las grandes distribuidoras mundiales... Aunque parezcan acciones inocentes, todo eso contamina, todo eso exige energía que tiene que salir de algún sitio. Y dado que las energías limpias y renovables no pueden producir ni la décima parte de lo necesario, son los fósiles los que vienen al rescate para que cualquiera se permita el lujo de difundir sus opiniones o sus fotos de vacaciones.

 

Pero lo peor es la contaminación e inhumanidad que produce la extracción de los metales imprescindibles para la fabricación de las baterías con las que animar a los coches eléctricos: cobalto, litio y níquel. Más de la mitad de las minas están en África central, y allí trabajan en condiciones de subsistencia miles de hombres, mujeres y niños, sin ninguna medida de seguridad y en condiciones casi de esclavitud. Lógicamente, respirar en esas condiciones provoca innumerables enfermedades y problemas de salud: cáncer, nacimientos con malformaciones, abortos, cirrosis, múltiples problemas respiratorios… Además, la extracción de esos metales produce muchos residuos contaminantes que se quedan en las tierras y envenenan los ríos. Y allí apenas se queda una mínima parte de los beneficios. Y lo más gracioso, tragicómico, es que las máquinas con las que se transportan los metales y con las que se trabaja en esas minas van a gasoil. Y los barcos que los llevan a las fábricas queman fuel oil.

 

En pocas palabras, para que los países más avanzados dejen de quemar petróleo y tengan así su atmósfera más limpia, aceptan quemar gasoil, contaminar tierras y aguas, destruir entornos y esclavizar…, claro que como todo esto sucede en los países pobres, lejos de la vista de los buenistas...

 

Visto el asunto ¿porqué confluirán los gobiernos y los políticos, los medios de comunicación, los grupos ecologistas, los banqueros, multinacionales y poderosos en general en esa obsesión por implantar a la fuerza los coches eléctricos? No se puede saber ese por qué, pero sí es evidente que el factor ecológico no es, ya que todos ellos sólo viajan en aviones, barcos o automóviles que queman fósiles y contaminan como cientos.         

 

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 20 de agosto de 2023

LOS MÚSICOS QUE CONVIERTEN EL ESCENARIO EN PÚLPITO IDEOLÓGICO

 


 Utilizar el escenario para propagar política o ideología convierte el concierto en un mitin y al músico en líder político

Es más que sabida la eficacia que tiene la política cuando se trata de manchar, corromper, envilecer y sembrar cizaña. Por eso, cuando la política y la ideología invaden espacios como los conciertos, se producen conductas y proclamas tendenciosas y, a veces, desafortunadas. Mucho se ha hablado del destape (término muy de la Transición) de la cantante Amaral. Es una muestra perfecta del uso del escenario como púlpito para sermonear, en lugar de ser un espacio reservado para los músicos y la música    

Uno de los más inspirados y brillantes iconos de la música popular fue (es) el gran Freddie Mercury, que nunca, jamás, aprovechó su posición para lanzar soflamas o exhibir posturas ideológicas. Al contrario, siempre exigió a sus compañeros que las canciones estuvieran destinadas a emocionar a sus seguidores, sólo a eso, nada de moralinas. E igualmente en directo. Él siempre dijo que su misión y la misión de su grupo era divertir a la audiencia, hacerla saltar, bailar, cantar hasta que todos se olvidaran del resto del mundo, hasta que sólo importara lo que había en ese recinto y en ese escenario. “Para eso estamos aquí, para eso estamos los artistas. Para otras cosas están otros, no los músicos”. Sorprende que cantantes y grupos de mucho menor relieve se sientan oradores políticos, denunciadores de injusticias y, en fin, líderes adoctrinadores y, casi siempre, pretenciosos vocingleros. 

Hace unos años, el veterano cantante y compositor estadunidense Alice Cooper declaró con toda energía: “Odio la política con pasión. Creo que la política y el rock & roll son incompatibles, una es la antítesis de la otra; es como si yo me pongo a cantar los valores del índice Dow Jones durante un concierto. Desde niño siempre he odiado la política, y ahora se acuesta con el rock”. Vincent Furnier (su verdadero nombre) también se refirió a los músicos que hacen política o difunden ideología durante sus actuaciones: “Me parece injusto que una estrella del rock, aprovechándose de su popularidad, trate de influir en sus seguidores diciéndoles qué tienen que votar o cómo deben pensar; además, hacer eso es como considerarlos borregos que carecen de pensamiento propio”. 

No deja de resultar un tanto chocante que Eva Amaral, una señora de más de cincuenta, actúe como una adolescente airada. En primer lugar porque sólo desde la ingenuidad más infantil puede pensarse que ese gesto va a cambiar algo o influir en alguien (realmente ha habido muy pocas voces contrarias a la exhibición); además, toparse con unas domingas al aire es casi cotidiano. Por otro lado, si lo que pretendía era escenificar un acto de libertad femenina con gran  difusión mediática, se antoja mucho más eficaz si repite la acción ante el ministerio correspondiente para denunciar la ley que favorecía a violadores, o ante la embajada de Arabia Saudí, donde las mujeres no tienen derecho ni a destaparse la cabeza. Es evidente que la cantante utilizó el escenario y el concierto para difundir ideología y, por tanto, usó su posición privilegiada para intentar influir en las ideas de la audiencia, o para conseguir fotos, portadas y redes sociales, o para significarse dentro de la corriente…, o para todo ello. 

La música (incluyendo el rock y el pop), así como la literatura, el deporte o la historia siempre salen perdiendo cuando la política, sucia, invasiva y adoctrinadora, los penetra e infecta; y esto es así porque la política suele entenderse como ideología, y ésta siempre es maniquea y generalista, simplista y sectaria. Por ello, un cantante que trata de adoctrinar, de transmitir consignas políticas o ideológicas, lo que está haciendo es dividir a la gente entre buenos (los que lo aplauden) y malos (los demás). 

¿Qué será lo próximo? ¿Señoras políticas despelotándose en los mítines? 

CARLOS DEL RIEGO

 

viernes, 11 de agosto de 2023

CÓMO LOS INGLESES USARON VINO ENVENENADO PARA LIQUIDAR A CIENTOS DE INDIOS EN 1623


 Los británicos y sus sucesores estadounidenses traicionaron a los indios infinidad de veces

Lo que se conoce como ‘Guerras Indias’ abarca un período de tiempo de unos trescientos años, desde 1622 hasta comienzos del siglo XX, es decir, prácticamente desde que los británicos desembarcaron en Norteamérica (los primeros colonos arribaron a bordo del Mayflower en el invierno de 1620). Los recién llegados perpetraron todo tipo de masacres y barbaridades encaminadas al exterminio de los nativos y su sustitución por los anglosajones; entre las innumerables muestras de vileza destaca el envenenamiento de cientos de indios en el año 1623 

Desde el primer momento los ingleses se condujeron con la máxima crueldad, con ese racismo y superioridad tan característico de los anglicanos; los indios, lógicamente, se defendían y procuraban responder con parecida violencia. Así, pueden enumerarse la Guerra de los Castores, la de Pequot, la del rey Felipe, la de la reina Ana, la de Tuscarora, la incontables batallas y venganzas contra iroqueses, shawnees, cheroquis, creeks, seminolas…, así como la Ley de Remoción de Indios, el Sendero de las Lágrimas, las masacres de Sand Creek, Red Cloud, Wounded Knee…, se haría interminable la enumeración completa de las matanzas de indios (éstos tuvieron algunas victorias, como Little Bighorn, muy sonada pero sin trascendencia).  

Los colonos y soldados británicos, y posteriormente sus sucesores nacidos en América, llevaron a cabo un baño de sangre continuado para eliminar a los amerindios, arrinconar a los supervivientes y quedarse con tierras y recursos. Esto duró alrededor de tres siglos, hasta que los indios fueron una población residual y prácticamente invisible. 

En 1622 se produjeron diversos enfrentamientos entre los powhatan y los británicos, que invadían territorio nativo continuamente. En uno de esos los indios acabaron con la vida de cientos de colonos y capturaron prisioneros. Luego, en mayo de 1623, el jefe Opechancanough fue con su séquito a devolver esos presos a un lugar del actual estado de Virginia, aceptando la propuesta británica de conversaciones de paz. Opechancanough era jefe de guerra de un grupo de guerreros powhatan, siendo éste el nombre colectivo de los miembros de una confederación de más de 30 tribus. Para sellar su ‘amistad’ y agasajar a sus invitados, los británicos ofrecieron a Opechancanough y sus guerreros unas copas de vino. 

Según los autores Middleton y Lombard en su obra ‘Colonial America: A History to 1763’, el destacamento inglés comandado por el Capitán Tucker lo había planeado todo desde el principio, ya que “las conversaciones de paz fueron una argucia”, la cual formaba parte de un objetivo más amplio, pues “esperaban destruir a todos los miembros de la tribu cerca del asentamiento de Jamestown”. Allí hay una placa conmemorativa en la que se lee: “Indios envenenados en la reunión de paz”. Dicen los historiadores que “los ingleses ofrecieron un brindis con vino (envenenado por el Dr. Potts) que los powhatan aceptaron, y cuando los indios empezaron a sentirse mal, los soldados británicos abrieron fuego con pistolas y fusiles". Pero la traición no terminó de salirles bien a los felones, pues según el Instituto Smithsonian: “acabaron con la vida de 200 guerreros (cortaron la cabellera a 50) y otros 150 resultaron heridos, pero Opechancanough consiguió sobrevivir y escapar de la trampa. 

Como es lógico y natural, el jefe powhatan no volvió a confiar en ningún blanco, de modo que reanudó la lucha. En ‘Colonial America: A History to 1763’ se lee que dos décadas después de la traición, en 1644, Opechancanough consiguió ejecutar su venganza y durante dos años no cesó de acosar y matar colonos británicos, y se estima que eliminó a no menos de 500. Su suerte acabó cuando en 1646 fue capturado y muerto por un soldado mientras estaba atado en la cárcel. En los informes que enviaron a Inglaterra, los soldados alardeaban de la hazaña y recibieron felicitaciones desde la metrópoli. 

Una guerra es una guerra, pero cuando se proponen conversaciones de paz, cuando se enarbola bandera blanca y se va a efectuar un intercambio de prisioneros, no hay nada más despreciable que aprovecharse de la tregua para eliminar a los invitados que, confiados, acuden a la reunión en son de paz. Hay que recordar que hasta los nazis y los soviéticos respetaban las treguas y las conversaciones bajo bandera blanca. 

Como es sabido, la traición y la ruptura de los tratos fueron constantes durante los siglos siguientes, siempre con los británicos y sus sucesores ejerciendo de traidores. El resultado de esos 300 años de vileza anglosajona es conocido: confinamiento, racismo, marginación, segregación y la casi eliminación de todo el que no fuera un blanco de origen británico. Y todo protegido por leyes racistas en vigor hasta hace unas pocas décadas. 

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 6 de agosto de 2023

¿QUIÉN GRABÓ EL PRIMER DISCO DE ROCK & ROLL?

 


 Bill Haley afina en presencia de Elvis Presley, que se iba a la mili, en 1958

Chuck Berry, Little Richard y Fats Domino en 2012

Entre los más interesados y conocedores del mundillo del rock & roll suele haber discrepancias a la hora de señalar cuál fue el primer disco enteramente r&r y qué artista tuvo el honor de registrarlo. Como casi siempre en estos casos, no puede señalarse a un único músico el mérito absoluto, sino que fueron varios los que en poco tiempo hicieron su aportación, y cada uno de ellos con una procedencia artística diferente. Fats Domino, Elvis, Chuck…    

Que el origen del rock & roll es negro es innegable. Pero no surge hasta que se produce fusión con otros modos musicales populares. Por eso puede decirse que el nuevo estilo fue algo totalmente nuevo y muy distinto de cada uno de sus diversos ‘padres’. Lo que sí se puede rastrear es cuál fue la primera grabación que pueda tildarse de rock & roll y quién la protagonizó. 

Muchos son los precedentes, pero existe bastante coincidencia en que el tema ‘The fat man’ de Fats Domino, publicado en 1949, ya puede considerarse r&r. El piano de Domino, presente de principio a fin, proporcionado melodía y ritmo, y ya tiene un innegable aire rock, aunque también tiene no poco de una tonadilla tradicional de Nueva Orleáns. Habla de un ‘gordo’ que mira a las chicas… 

La entrada instrumental del ‘Rocket 88’ de Ike Turner (1951) es puro rock, con esos típicos toques de piano que dan ambiente y que tanto se han repetido; sin embargo la melodía, la voz y los arreglos de viento tienen mucho más de blues y rythm & blues. Eso sí, habla de algo tan propio en este mundo como los coches rápidos. Aseguran que, al grabarla, un altavoz se cayó y se rompió un cono, Ike lo reparó metiendo papeles detrás y logró así la primera guitarra con distorsión. 

Bill Haley tiene varios argumentos para figurar entre los primeros. En 1951 hizo su propia versión del ‘Rocket 88’, y en1953 escribió y publicó con His Comets ‘Crazy man crazy’, y aunque es una fusión de country y rythm & blues, sin duda entra perfectamente en la definición del rock & roll; y fue el verdadero primer éxito del nuevo género. De hecho, los grandes especialistas afirman que el eterno ‘Rock around the clock’ viene a ser algo así como una evolución lógica del ‘Crazy…’ Ese ‘Rock around the clock’ (1954) fue el primer tema del nuevo estilo en convertirse en número uno y, en fin, el primero que tiene una entrada, un ritmo, una sucesión de acordes, una instrumentación y un tono cien por cien rock & roll; y eso que la mayoría de los que la escuchaban entonces nunca habían oído el término rock & roll. El guitarrista, Danny Cedrone, recibió 31 dólares por aportar el sólo de guitarra (y meses después murió de una mala caída). De eso hace casi setenta años, pero el “One, two, three o´clock, four o´clock rock” sigue causando hoy el mismo efecto. 

También en 1954 se publicó el primer disco de otro blanco que apostaba por los nuevos ritmos, el ‘That´s allright’ de Elvis Presley. Elvis había ido un par de veces al estudio para grabar (la primera en 1953), y no fue hasta que, en un descanso, improvisó una versión muy veloz de ese clásico del blues al que instintivamente se sumaron el guitarrista y el bajista. Cuando el jefe del estudio lo escuchó propuso grabarla (buscaba a un blanco que sonara como un negro) y publicarla inmediatamente. El impacto fue instantáneo. Y Elvis hizo su imprescindible aportación. 

El gran Chuck Berry publicó su iniciático rock & roll ‘Maybellene’ en 1955, inspirándose (tal vez más de la cuenta) en un tema hillbilly titulado ‘Ida Red’. Antes de grabarla y por indicación del jefe de los estudios Chess, le puso una letra nueva en la que hablaba de una chica que engaña a un chico, el cual la persigue en coches que corren mucho; pero la grabación final no fue tan fácil, ya que tuvieron que hacer nada menos que 36 tomas. Berry siempre dijo que era una canción básicamente country, a más velocidad pero country. Con ese ritmo, hablando de chicos y chicas y coches rápidos, el éxito era previsible. 

En 1955 irrumpe un irreverente cantante y pianista llamado Little Richard, quien venía grabando y actuando desde principios de la década, pero ese año sorprendió con su ‘Tutti fruti’. Contó que el tema se le ocurrió mientras lavaba platos, y que lo de ‘A wap bop a lup bop a wop bam boom’ era su respuesta cuando le preguntaba ¿qué tal? Descaradamente sexual, tuvo que cambiar ‘Tutti fruti, buen culito’ por ‘Tutti fruti, oh Rudi’, pero sus maneras eran descaradamente rock & roll: expresivo, exagerado, deslenguado, atrevido…, y no hay que olvidar que fue el primero en desgañitarse gritando ese “uuuuuuu” que tantos han imitado después. 

Sí, podrían añadirse otras grabaciones pioneras de Bo Didley, Buddy Holly, Jerry Lee Lewis y otros que tendrían cabida entre los pioneros. Pero lo que no se discute es que todo lo que vino después tiene su base en esa media docena de grabaciones.  

CARLOS DEL RIEGO

 

jueves, 3 de agosto de 2023

TESTIMONIO DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN REPUBLICANO DE OMELLS DE NA GAIA

 


Las condiciones y el trato dado a los presos de los campos de concentración durante la Guerra Civil fueron muy parejos en uno y otro bando

 Agosto de1938, la Guerra Civil sigue asolando España y produciendo innumerables víctimas tanto en los frentes de batalla como en las retaguardias. De hecho, las mayores crueldades se dan lejos de los puestos más avanzados. Un médico catalán vivió y sufrió  cuatro meses en el campo de Omells de Na Gaia, Lérida. Y luego lo contó 

Las imperdonables barbaridades cometidas en los territorios dominados por el bando nacional han sido denunciadas infinidad de veces. Sin embargo, muchos de los que, con razón, abominan de esos crímenes, suelen encontrar justificación o incluso benevolencia cuando se trata de los equivalentes perpetrados por el bando republicano. Hace justo 85 años, en agosto del 38, fue trasladado el médico Joan Pujol de la Modelo al terrible campo de Omells de Na Gaia, Lérida, entonces bajo dominio republicano. Fueron cuatro meses en los que Pujol padeció y fue testigo de crímenes de gran crueldad. Y lo contó muchas veces sin que nadie le contradijera o puntualizara jamás. 

Contaba el doctor Pujol que estuvo preso en ese campo de abril a agosto del 38, trasladado desde la Modelo de Barcelona. En ésta se produjo un motín, por lo que todos los presos, hubieran tomado parte o no en la revuelta, fueron formados en el patio de la cárcel con todos sus bártulos, y allí estuvieron toda la noche bajo estricta vigilancia de guardias armados con tercerolas (fusil un tercio más corto que la carabina), pistolas y naranjeros (subfusil fabricado en España, sin licencia, a imitación del MP28 II alemán).  Los prisioneros fueron luego trasladados a la estación, donde se los montó en vagones con todas las ventanas bajadas. Al llegar a Sabadell algunos quisieron ver dónde estaban y se asomaron. Sonó un disparo y al primero que se dejó ver, sin previo aviso, le volaron la cabeza; otro fue herido en un brazo por la misma bala. 

Llegaron a Cervera y los encerraron en la iglesia. Llevaban dos días sin comer, así que cuando empezaron a repartir comida en lata, de procedencia rusa, algunos se precipitaron desordenadamente sobre los que repartían, por lo que recibieron contundentes y abundantes culatazos. Al llegar a Bellpuig se apearon y, con todas sus pertenencias, comenzaron una marcha de 35 kilómetros por caminos rurales hasta Omells de Na Gaia. El cansancio provocó que muchos fueran abandonando sus cosas y, luego, empezaron a rezagarse. Al final de la columna iban unos guardias que, con tiros en la cabeza o ráfagas de naranjero, acababan con los extenuados que no podían seguir. El camino quedó sembrado de cadáveres y objetos personales de todo tipo. 

En total llegaron a Omells unos 400 prisioneros, los cuales se tiraron casi enloquecidamente a un abrevadero de animales, repitiéndose el reparto de culatazos y algunos tiros. Fueron encerrados en la iglesia, y como no había dónde hacer las necesidades, abrieron las tumbas que había bajo el pasillo central de la iglesia para que los cautivos orinaran y defecaran (el olor debía ser…). De madrugada los sacaron a palos, gritos e insultos, los formaron y allí les habló el que llamaban camarada Astorga, quien los dividió en grupos de cinco y les comunicó que estaban en el Campo 3 de trabajo; asimismo les comunicó que, ante cualquier fuga o intento, fusilaría a los de su grupo y a los de los grupos anterior y posterior. Tres días después uno se fugó y el camarada Astorga cumplió su palabra: formó a catorce (los cuatro del grupo del fugado más los grupos anterior y posterior) y sin más los fusiló.  

Al saberse que Pujol era médico se le ordenó atender a la gente del pueblo (que tenía prohibido dar a los presos ni un sorbo de agua), a los guardias y a los presos (incluso al camarada Astorga). Entonces supo que de los alrededor de 400 presos que allí penaban había muchos de la FAI y Juventudes Libertarias (ambos anarquistas, perseguidos por comunistas), y militares, curas, abogados, médicos, homosexuales, delincuentes comunes, prófugos, desertores…, sólo había un prisionero de guerra. Joan Pujol estaba preso porque era católico y ‘gente de misa’; estuvo condenado a muerte aunque no se le imputó ningún delito. Entre ellos se habían colado un par de espías del SIM (Servicio de Información Militar) que rápidamente fueron identificados y señalados por los presos, quienes ni se les acercaban. 

Cuando Juan Pujol fue trasladado a otro campo el recuento de muertos ascendía a 54, sin contar los fusilados por ser compañeros del fugado, ni los ejecutados por rezagarse durante la marcha campo a través, ni los enfermos o heridos que no podían trabajar que fueron montados en un camión con destino a Barcelona pero que fueron fusilados cerca de la localidad de Maldá. El camarada Astorga era una máquina de fusilar. Entre los muertos, Pujol recuerda a uno llamado Francisco Antequera Díaz, apodado ‘el seminarista’, que fue apaleado hasta quedar inconsciente; lo dejaron tirado en un pajar al que llamaban hospital con la prohibición de que nadie le diera ni agua; volvieron más tarde y no pararon de atizarle hasta que vieron que estaba muerto. También recuerda cómo un guardián llamado A. Pérez mandó a uno llamado Argila y a otro llamado Viñas subirse a un árbol con el objeto de probar una pistola ametralladora; los dos cayeron acribillados. Al parecer el tal Pérez fue fusilado poco después por los suyos por ladrón. 

Y con toda seguridad, las terribles condiciones y el trato cruel a los presos serían muy parecidos en uno y otro bando. 

Al acabar la guerra Joan Pujol se dedicó al cuidado y tratamiento de disminuidos psíquicos. 

CARLOS DEL RIEGO