miércoles, 30 de septiembre de 2020

LOS POLÍTICOS Y LOS PARTIDOS HAN PERVERTIDO EL SISTEMA DEMOCRÁTICO

 


Circula por las redes una imagen que describe perfectamente la situación

La actual situación de emergencia en las democracias occidentales, especialmente en España, demuestra que el sistema que ordena y administra se ha pervertido y necesita revisión y modificación.

Por un lado los partidos políticos. Se han convertido en estructuras piramidales cuyos objetivos son ganar elecciones, pescar subvenciones, hacer política y colocar en puestos apetecibles a cuantos más de sus adeptos mejor. Lo de buscar y procurar el bien común es tan ajeno a un partido político como la rueda a un trineo. Es una certeza matemática que las políticas de partidos, es decir, las políticas partidistas, son eso: por y para el partido. Por eso se ha repetido tantas veces que las luchas partidistas y los mismos partidos políticos, según está montado el sistema actualmente, son inevitablemente perjudiciales para el bien público. Y es que cuando un partido (cualquiera) desea el poder no dudará en aliarse con quien le haga falta y cueste lo que cueste, aunque lo que conceda signifique perjuicio para otros. Esto es política y a esto dedican los partidos todos sus esfuerzos.

Por otra parte el político en sí. Es evidente que, en la actualidad, la figura del político es la de quien sólo piensa en la política, quien sólo hace política. Todo su tiempo, sus ilusiones, anhelos, energías tienen como único fin la propia política. Así, tanto en sus manifestaciones públicas como en sus intervenciones en el parlamento todo es política: “Exigimos la dimisión de…”, dicen unos, y otros contestan: “Apoyen incondicionalmente nuestras maniobras”, y luego, “Son ustedes unos irresponsables”, “Ustedes dijeron esto y hacen lo otro”, “Ustedes son unos tal y unos cual”…, y así sucesivamente. En otras palabras, el 99.99% del tiempo están tratando asuntos políticos, asuntos que les interesan a ellos y a sus partidos, de modo que no les queda tiempo para afrontar los verdaderos problemas, es decir, no se busca el bien común ni siquiera en situaciones de emergencia sanitaria y económica como la presente. Lo que importa es conservar el poder unos, y ganarlo otros. Nada más.

Si no hay reformas de fondo la cosa irá a peor, de modo que los partidos se convertirán en sectas (si no lo son ya) en las que el líder manda sin que nadie le discrepe y los fieles obedecen pase lo que pase, se diga lo que se diga y se haga lo que se haga. Buena cosa sería limitar la estancia en política a ocho años (más o menos el diez por cien de la vida de una persona) para que el ciudadano metido a labores políticas sepa la fecha en que se extingue su tiempo en esa tarea y se dedique a aquello por lo que se le paga, no a hacer política y medrar para ir para ir ascendiendo. Otra medida útil sería que los cargos específicos se otorgaran tras oposición y no por amiguismo, enchufismo y nepotismo, que es como se hace ahora. Lo mismo habría que hacer con los destinos en que se suele colocar a los políticos que ya están amortizados, a los que se sienta en poltronas que exigen muy poco pero están muy bien pagadas, como los puestos en consejos de administración de empresas públicas o en organismos como el Consejo del Reino y similares. Y qué se puede decir de esa norma que  le da una jugosa paga vitalicia a quien ha estado dos legislaturas en función pública.

Todo esto se ha propuesto, se ha repetido infinidad de veces, pero lo malo es quien tiene que tomar la decisión de acabar con todas estas perversiones es el mismo político que está disfrutándolas, con lo que la cosa no pinta bien, o sea, que de momento todo seguirá igual, pues ellos, los políticos profesionales y vitalicios, no querrán ni hablar de privarse de todos los privilegios que ahora disfrutan. Además, es fácil deducir que cualquiera de los presentes, llegado el caso, haría lo mismo que los políticos, puesto que ¿quién se resiste a ganar mucho, a ejercer poder y a ser protagonista en los medios sin tener realmente ninguna obligación?

¿Alguien piensa que los actuales gobernantes y grandes cargos políticos (se incluye diputados y senadores) tendrían éxito dependiendo exclusivamente de su trabajo, de su mérito y de su esfuerzo? ¿Alguien sabe de algún político que haya vuelto al trabajo después de dejar de serlo? En fin, según están las cosas hay que ser muy ingenuo, crédulo o fanático para creer hoy en los políticos vitalicios. Y sin entrar en algo tan propio e inseparable del político como la corrupción, pues no hay partido que no tenga su lista de casos.

El sistema está pervertido, podrido, es carísimo e ineficaz. ¿Qué hacer?

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 27 de septiembre de 2020

GRANDES DEL ROCK QUE COMO JOHN LENNON FUERON ASESINADOS A TIROS

 

Marvin Gaye entre sus padres unos años antes de que su padre le pegara un tiro

Pronto se cumplirán cuarenta años de la muerte de John Lennon, tiroteado al igual que otros músicos de rock, pop, soul, jazz...

Hace unos días se le negaba por enésima vez la libertad condicional al imbécil que asesinó a John Lennon.  Pronto se rememorará el suceso, pues en diciembre se cumplirán cuarenta años. Otros nombres relevantes en la historia del rock y estilos próximos fueron también asesinados a tiros

El 8 de diciembre de 1980, poco antes de las 11 de la noche, frente a la entrada de su casa en Nueva York, un descerebrado acabó a tiros con la vida de John Lennon. ¿El motivo?, hacerse famoso, y por eso no merece la pena ni mencionar su nombre. El ex beatle tenía 40 años. El asesino privó al mundo de un genio, e incluso de una hipotética reunión con los otros. Ojalá cumpla su pena íntegramente. En otros países a estas alturas haría años que el criminal estaría en la calle y ganando millones por ir a vomitar a la televisión.  

Otros grandes músicos que militaron en estilos vecinos del rock & roll y ejercieron potente influencia en éste fueron igualmente asesinados, con mayor o menor alevosía y casi siempre a tiros.

Sam Cooke tenía 33 años el 11 de diciembre de 1964, cuando fue tiroteado en el Hacienda Motel, en Los Ángeles, California. La policía encontró el cadáver del cantante y compositor con una bala en el pecho que le había atravesado el corazón. La autora del disparo mortal era la encargada del hotel, Bertha Franklin, que afirmó haber disparado para defenderse de un supuesto ataque de Cooke. Su relato, sin embargo, fue inmediatamente cuestionado. La versión que declaró la homicida, Franklin, no coincide ni con la de la dueña del hotel Evelyn Carr, ni con la de la acompañante del Cooke aquella noche, Elisa Boyer. Por otro lado, algunos allegados que vieron el cadáver (entre ellos Etta James y Muhammad Ali) vieron que tenía gran cantidad de golpes, contusiones y heridas. Al parecer Cooke llevaba gran cantidad de dinero que, lógicamente, nunca apareció. La homicida fue absuelta.

Marvin Gaye estaba en casa de sus padres, en Los Angeles, el 1 de abril de 1984. Ellos empezaron a pelearse, seguro que con violencia, de modo que Marvin se interpuso; su padre, Marvin Gaye senior, se revolvió contra su hijo y se enzarzaron cuerpo a cuerpo. Entonces el iracundo padre sacó la pistola y le disparó dos veces, una en el pecho (mortal) y otra en el hombro. Al parecer, lo último que dijo fue: “Me has disparado, no volveré jamás a esta casa”. Otra versión sostiene que el padre disparó al hijo tras negarse éste a darle más dinero. Era el día previo a su 45 cumpleaños. Gaye senior fue condenado a seis años… pero la sentencia fue suspendida al detectársele un tumor cerebral. Murió a finales de siglo en una residencia. 

Terrible fue la muerte de Peter Tosh, uno de los pioneros del reggae, miembro de los Wailers de Bob Marley y con una meritoria carrera en solitario. El rastafari fue asaltado en su casa en Jamaica (en septiembre de 1987) por un delincuente al que él había ayudado anteriormente. Junto a otros dos secuaces le exigió dinero, pero el músico dijo que no tenía en casa; no le creyeron y lo torturaron durante horas sin conseguir nada. Luego llegaron unos amigos a la casa, los cogieron como rehenes y, de repente, sin que se sepa exactamente cómo empezó, se desató una buena ‘balacera’, en el curso de la cual aquel ingrato le metió a Tosh dos balas en la cabeza; en total, tres muertos y cuatro heridos. El asesino fue condenado a la horca y luego conmutada su pena por la perpetua. Afortunadamente sigue en la cárcel.

Felix Pappalardi fue un bajista, compositor y cantante del grupo Mountain; además, escribió, arregló y produjo varias canciones de Cream y se convirtió en un reputado bajista y productor de jazz-rock y jazz que compartió estudio y escenario con grandes del género. El 17 de abril de 1983, en su apartamento de Nueva York, su esposa Gail Collins le pegó un tiro en el cuello con una pequeña Derringer de plata que él le había regalado unos meses antes. Según los vecinos, llevaban un rato discutiendo a gritos cuando se escuchó el disparo. El origen de la pelea está en los celos desatados de Gail porque el músico había escrito una canción para su amante, con la que llevaba un año saliendo. Ella alegó accidente, pero fue declarada culpable de homicidio en segundo grado y se pasó cuatro años entre rejas. Pappalardi tenía 43 años.

Jaco Pastorius fue también un enorme bajista de jazz y jazz-rock que militó en bandas como Weather Report y se codeó con Pat Metheny, Al di Meola, Herbie Hancock... Pastorius padecía una fortísima adición a las drogas y diversos problemas mentales, lo que le llevó a ser señalado como un músico poco fiable, iracundo y muy dado a provocar peleas en cualquier sitio, en cualquier momento. Perdió muchos contratos y siempre estaba sin blanca, incluso vivió en la calle durante varios años. En septiembre de 1987 intentó colarse en un concierto de Santana en Florida, pero fue detenido y expulsado; luego se dirigió a un club cercano en el que, dado su estado, la montó y se puso a aporrear y patear la puerta, hasta que salió el encargado, que casualmente era experto en artes marciales… El bajista llegó al hospital con una cara nueva en la que no había dos centímetros sin fractura, además de un ojo casi reventado y un brazo roto. En coma. Diez días después murió. El karateca fue condenado por homicidio involuntario a menos de dos años y salió a los cuatro meses. Desgraciadamente, según quienes lo conocieron, Pastorius debió buscarse algo así durante toda su vida, a pesar de lo cual la sentencia parece corta, pues seguro que al segundo o tercer directo ya estaría KO. Tenía 35 años.

John Lee ‘Sonny Boy’ Williamson murió antes del nacimiento oficial del rock & roll, pero su influencia es reconocida por no pocos de los máximos representantes de esto. Cantante, compositor y armonicista de blues, se le recuerda por ese estilo en el que sólo su armónica acompañaba a su voz. Sus mejores años fueron los de entreguerras, cuando grabó discos de gran popularidad y ventas (discos de 78 revoluciones por minuto). El 1 de junio de 1948, Williamson fue asesinado (no a tiros sino a palos) para robarle en una calle de Chicago mientras iba a su casa. Investigaciones posteriores afirman que el músico había estado jugando a las cartas y que había ganado bastante dinero, y que fueron algunos de los que habían perdido los que lo asaltaron, le dieron una paliza de muerte y le robaron. Consiguió llegar a casa. Su mujer lo encontró tirado ante la puerta. En sus últimos estertores dijo que había ganado mucho dinero aunque no tenía nada encima. Lo llevaron al hospital, donde murió a las pocas horas. Dicen que sus últimas palabras fueron: “Lord, have mercy”, o sea, "Señor, ten piedad", tantas veces repetidas en el blues. No hubo detenidos. Tenía 34 años.

¡Qué peligrosa llega a ser la vida del músico de rock!

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 23 de septiembre de 2020

EL TENIS, UN DEPORTE PSICOLÓGICO Y MENTAL QUE PROTEGE CONTRA EL DETERIORO DEL CEREBRO

 


Para ejecutar un golpe así el cerebro del jugador ha tenido que llevar a cabo una infinidad de ajustes de posición, de cálculo, de fuerza, de decisión

Si hay modalidad deportiva donde importa más el pensamiento que la fuerza, es el tenis, actividad con infinitas posibilidades y con grandes beneficios para evitar el deterioro cerebral. Sus antecedentes se pierden en la Historia. Empieza Roland Garros, buen pretexto para hablar de tenis

Lo dicen todos los que juegan y compiten sea cual sea su nivel, desde el profesional hasta el jugador de club: el tenis es el deporte más psicológico, el que exige más a la cabeza que al resto del cuerpo, el que da más triunfos si se manejan mejor los pensamientos y las emociones, si se gestionan mejor las dudas y los ánimos, la confianza y la inseguridad, la presión y las ganas. Además, el tenis exige concentración total, de modo que incluso el profesional que no esté con todos sus sentidos en el juego la fallará por mucho. Cierto que hay otras especialidades que también requieren grandes esfuerzos mentales, pero ninguna obliga a que desde el primer al último punto el jugador esté completamente solo; por eso existe la regla de que el entrenador (o cualquiera) no puede indicarle correcciones, orientaciones, consejos o cualquier tipo de  pauta técnica, pues está terminantemente prohibido.

Por eso el tenis es distinto a todas las demás modalidades deportivas, el tenista está absolutamente solo de principio a fin del encuentro (excepto en Copa Davis), lo que significa una exigencia mental tremenda, llevando al jugador a un cansancio extra. Por eso, hay tenistas que, sin tener el juego más técnico o potente, consiguen el éxito gracias a la solidez mental, a su predisposición siempre positiva, a un espíritu ganador que lucha sin temor…, y así, hay muchos campeones de la raqueta a los que primero hay que derrotar mentalmente y luego en el tanteador. Esa absoluta soledad, esa continua cavilación y lucha consigo mismo hacen del tenis el juego más cerebral. Y por eso hay tenistas que no desmayan jamás, que siempre tienen actitud positiva. El triunfo está en la mollera, sólo hay que encontrar el lugar donde se esconde.

Por otro lado, se puede llegar a la victoria por muchos caminos, utilizando muy diversas tácticas y estrategias, cosa que comparte el tenis con casi todos los deportes. De este modo, no se explica cómo hay aficionados que menosprecian a jugadores con estilo y técnica diferente, lo que quiere decir que hay quien quiere que todos jueguen con la misma técnica, con los mismos recursos… Sin embargo, cada uno sale a la pista con sus armas y con lo que le permite el contrario, y eso es lo bonito del tenis (del deporte en general), que unos usan unos métodos técnicos y otros los contrarios, que se puede ganar con cualquier tipo de juego, elegante o tosco, de fondo de pista o de red, con una u otra estrategia.

Otra característica del juego del ‘lown tennis’ (nombre original) es que un detalle, un punto, una bola fácil que se falla o una imposible que se gana pueden producir un cambio radical de tendencia, de modo que uno pasa de la euforia y la confianza a la duda y la inseguridad, mientras su rival se traslada de la sensación de derrota a la esperanza, aquel rumiará y rememorará el error durante un rato, éste olvidará instantáneamente todo lo malo que ha hecho hasta ese momento.

Y es que la cantidad de pensamientos que asaltan al jugador a lo largo de los puntos, juegos y sets es casi infinita. Así, a veces parece que el rival adivina tus intenciones, mientras otras eres tú el que pareces atraer la bola, unas veces no aciertas nunca y otras vas siempre al lado bueno y tienes la impresión de que es imposible el fallo. Además, en no pocas ocasiones el jugador no entiende lo que está pasando y es incapaz de enderezar el rumbo ya que una vez que salta a pista nadie que le puede aconsejar.

Recientes investigaciones afirman que el juego del tenis es excelente para el cerebro, para mantenerlo en forma y a salvo de degradación. La explicación es que para efectuar cada golpe, el cerebro se ve obligado a efectuar una gran cantidad de ajustes y tomar muchas decisiones en unas décimas de segundo: calcular a dónde va y dónde botará cada bola, decidir la posición para ejecutar derecha o revés, así como la dirección o el tipo de golpe según cada situación (plano, liftado, cortado, largo, corto), observar dónde está el rival…La mente del jugador está sola y se ve obligada a resolver cada problema al instante y continuamente; y cada bola es un problema, es decir, el coco ha de plantearse y resolver miles de cuestiones en un mismo partido. Igualmente la mollera tiene que gestionar emociones de euforia si se va ganando o desánimo si se va perdiendo, las  buenas o malas sensaciones, la aceptación de errores y fallos…  Las investigaciones concluyen que, de todos los deportes, es el tenis el que más beneficios proporciona al cerebro, protegiéndolo contra enfermedades degenerativas y deterioro mental.

La historia da testimonio muchas veces de juegos de pelota y desde hace milenios, como demuestran los historiadores romanos. Desde entonces, en los diversos textos históricos aparecen juegos de pelota. Incluso Calderón de la Barca escribió ‘Farsa famosa del juego de pelota’ en el que se produce este diálogo “…- Quince pierde (dice un jugador).- Con cuarenta y chanza, luego troquemos (dice el otro; chanza o chaca, es saque).- Oh!, si esta mudanza hiciera que yo mejorase el juego” (responde el primero quejándose de lo mal que está jugado). Hay noticia de práctica de juego de pelota desde el siglo XIII, pero es a partir del siglo XVI que se populariza en toda Europa el ‘jeu de paume’, el juego de palma, que en realidad se jugaba con raqueta (tan popular era que uno de los episodios emblemáticos de la Revolución Francesa se produce en un recinto específico para este juego). Ya se contaba como ahora; una teoría dice que el cómputo se basa en los cuatro cuartos de una hora: quince, treinta y cuarenta y cinco, cuarenta para abreviar. Los tantos los marcaba el público, pues no había jueces, y además estaba prohibido enfadarse. Pero es a finales del siglo XIX cuando el mayor británico Walter C Wingfield (descendiente directo de uno de los primeros ingleses que se apasionaron por este ejercicio) pone las primeras reglas, pensando sobre todo en una actividad para practicar sobre hierba; era el año 1874 y lo llamó ‘sphairistike’. Pero inmediatamente se prefirió usar la voz francesa ‘tenetz’, que señalaba al jugador al saque; como en Inglaterra el mayor Wingfield trasladó el juego de la cancha cerrada al césped (‘lawn’ en inglés), no extrañará que en junio de 1877 apareciera en un diario londinense la noticia de que “El Club All England de croquet y lawntennis de Wimbledon organiza un torneo…”.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 20 de septiembre de 2020

MEDIO SIGLO DE LA MUERTE DE JIMI HENDRIX, EL GRAN MITO DE LOS AÑOS DORADOS DEL ROCK

 


Medio siglo después de su muerte, Jimi Hendrix es ya más que un mito

Hace justo medio siglo de la muerte de Jimi Hendrix. Desde entonces ese nombre suena a leyenda, a mito inmortal de la guitarra eléctrica. Su figura es casi venerada por los amantes del rock & roll y hasta quienes no saben de qué va esto reconocen esas dos palabras. Pero además del talento artístico que desplegó, Hendrix es hoy un recordatorio de lo que fue el rock cuando aun no formaba parte del sistema, cuando era verdadera contracultura

Han pasado cincuenta años desde aquella noche en Londres (18-IX-70) en que murió el artista y emergió el mito, ya que Hendrix (igual que la otra baja irreparable de 1970, Janis) es la viva imagen y sonido de aquellos años dorados del rock, cuando escuchar eso tenía el atractivo de lo prohibido, de lo clandestino, además de lo estrictamente artístico. Sus asombrosas y sorprendentes actuaciones en los grandes festivales (la guitarra ardiente en Monterrey, el himno de EE UU en Woodstock) forman parte del evangelio del rock, más aún, son imágenes representativas del siglo XX.

Pero antes de aquel día de 1970, antes de su ascenso al Olimpo de los dioses del rock & roll, hubo mucho Hendrix. Como ocurría habitualmente con gran parte de los jóvenes negros de Estados Unidos a lo largo de la pasada centuria, su infancia y juventud (o sea, su vida toda) fue una sucesión de ausencias y abusos paternos, alcohol, violencia, decepción, drogas…  

Su padre, Al, fue reclutado por el ejército tres días después de casarse y con Lucille, embarazada de Jimi (que sería bautizado Johnny Allen). Pidió permiso para ir a ver a su hijo, pero se le denegó y se le asignó un destino que imposibilitara irse sin permiso. Entre destinos lejanos y servicios varios, Al Hendrix no conoció a su hijo hasta que tenía tres años. Al regresar y comprobar que su hijo se llamaba Johnny Allen, Al sospechó que ese nombre podía ser el de algún amante de su mujer en esos tres años, así que se lo cambió por James Marshall.

Sus padres estaban todo el día como el perro y el gato, sobre todo por lo mucho que bebían; según Leon Hendrix, su hermano menor, Al no era violento con ellos, pero sí su madre, que cuando estaba bebida (muy a menudo) era capaz de todo. Así, cuando preveían pelea los niños se escondían en un armario hasta que escampaba. La primera guitarra de Jimi Hendrix fue…, una escoba, que tocaba con tanta pasión como luego una de verdad. La segunda fue un ukelele con una cuerda que encontró en la basura. Por increíble que parezca aprendió a tocar, de oído, sin ayuda y con ese instrumento, clásicos del r & r como el ‘Hound dog’. Cuando por fin tuvo guitarra, decidió tocarla como zurdo pero sin modificarla, o sea, con las cuerdas al revés.

Su madre murió alcoholizada y con el hígado y el bazo reventados en 1958, pero su padre, Al, no les dejó asistir al funeral, algo que Jimi siempre tuvo clavado y jamás perdonó. Ese dolor consiguió expresarlo con la guitarra, que se convirtió en otra extremidad; faltaba a clase para estar con músicos de blues, de los que aprendió a convertir sentimientos en música.

El que fue su primer concierto tuvo lugar en una sinagoga de Seattle, pero el joven Jimi empezó a ser Hendrix en escena y le echaron antes de terminar. Desde finales de los cincuenta militó en varios grupos. Y fue reclutado por el ejército, donde pasó unos cuantos meses; por las noches, tocaba su guitarra, cuando tenía unos minutos tocaba…, hasta que sus compañeros se hartaban y se la escondían. Un año después fue licenciado.

En poco tiempo era músico de artistas como Wilson Pickett, Sam Cooke o Little Richard; con éste rivalizaba a la hora de hacer extravagancias y excesos en escena y, además, Jimi siempre estaba tratando de ligar con todas las chicas que se cruzaba. Y hacia 1966, gracias al productor Chas Chandler, forma la Jimi Hendrix Experience, con la que en un par de años alcanza la fama y la gloria para siempre.

Como muchos (casi todos) los músicos de rock de aquellos años, no se libró de las drogas y el alcohol, las fiestas, las mujeres y los excesos de todo tipo, incluyendo la violencia. Cuenta Eric Burdon, amigo personal, que Hendrix podía “estar cantando sobre las injusticias y los desamparados y, al terminar, atizar a alguna chica en un callejón”. Afirman sus biógrafos que ninguna de sus novias y amigas se libraban de la violencia de Hendrix cuando estaba bebido, entonces “se convertía en un bastardo”, según uno de sus íntimos. Buscando dar un giro a su vida se fue a Europa, pero no cambiaron las cosas: en un concierto en Alemania se negó a tocar porque el escenario estaba mojado y temía electrocutarse; por fin se presentó, totalmente borracho, para recibir un abucheo generalizado; salió corriendo mientras los Ángeles del Infierno, encargados de la seguridad (¿), dispararon a un ayudante, quemaron el escenario y dieron de palos al road manager… Este fue su último concierto.

El 17 de septiembre de l970 estaba en Londres. Esa noche estuvo de fiesta. Se fue a casa con su novia. Bebieron. Jimi se tomó un montón de pastillas para dormir. A la mañana siguiente le encontraron. Muerto. Tenía 27.

Sus discos, sus actuaciones, sus solos, sus locuras (como tocar con los dientes), su pasión desatada…, todo eso que forma parte del mito se concentró en los últimos tres o cuatro años de su vida, la cual tenía que ser una auténtica vorágine, una batidora donde se agitaban desordenadamente la música, el alcohol, las drogas, las mujeres, la violencia… 

No tuvo tiempo Jimi Hendrix de adocenarse, de acomodarse al sistema. Por eso su figura se mantiene en lo más alto del panteón de reyes del rock & roll. Y es que, en este medio siglo que ha transcurrido desde su muerte, eso que fue contracultura, rebelión, protesta, contestación o descaro, ya forma parte de la gran industria. Jimi Hendrix quedará para siempre como uno de los gigantes de los años gloriosos del rock. Y del mismo modo que nunca habrá otro Siglo de Oro, nunca habrá otra época como aquella que él tan perfectamente representa.   

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 17 de septiembre de 2020

LOS JUEGOS OLÍMPICOS DE HACE UN SIGLO, AMBERES 1920

 


Paavo Nurmi inició su leyenda en Amberes 1920, donde ganó los primeros tres de sus nueve oros olímpicos


John Brendan Kelly, padre de la actriz y princesa de Mónaco Grace Kelly, ganó dos oros en remo en poco más de media hora

En septiembre de 1920, hace justo un siglo, se celebraron las últimas pruebas de los Juegos de la VII Olimpiada, que tuvieron lugar en Amberes, Bélgica. Apenas hacía un par de años del fin de la guerra (que ocasionó la supresión de los de la sexta Olimpiada), por lo que los atletas no llegaron en las mejores condiciones. Aún así, la cita de hace cien años estrenó los símbolos olímpicos, los aros o la bandera, y dejó algunos nombres para la historia

Sólo hace cien años de aquello, pero al mirar atrás se puede tener la sensación de que ha pasado mucho más tiempo. Los atletas venían de la instrucción y los frentes de batalla, no de los entrenamientos; de hecho, muchos de los participantes aun estaban movilizados, y además, en Europa apenas se habían celebrado competiciones desde hacía años. En fin, no era la situación idónea para el deportista. A pesar de todo, allí emergieron leyendas del deporte como el fondista finlandés Paavo Nurmi o la tenista francesa Suzanne Lenglen.

Los juegos anteriores debieron ser en Berlín en 1916 pero no se celebraron por razones evidentes. Acabada la I Guerra Mundial en 1918, el COI buscó a toda prisa una sede en donde reanudar la idea olímpica, y se decidió por Amberes; a pesar de estar el país en ruinas y con más construcciones defensivas que edificios en pie, la ciudad consiguió terminar a tiempo el estadio y poner en marcha toda la maquinaria olímpica. Para empezar decidió no invitar a los países que provocaron o perdieron la guerra (quien invita a participar es el anfitrión, no el COI), con lo que Alemania, Austria, Bulgaria, Turquía, Polonia, Rumanía y Hungría fueron excluidas. Lógicamente hubo poco público en los recintos, puesto que la gente tenía otras prioridades y porque los precios eran altísimos dada la situación. Allí se estrenaron los aros olímpicos, idea de Coubertin basada en los aros del altar del templo de Delfos. También la bandera, que el barón diseñó y encargó a unos almacenes de París, y el Juramento Olímpico (que exige al atleta juego limpio y respeto a las normas), siendo el primero en pronunciar el solemne juramento el belga Victor Boin, medallista en deportes tan dispares como la esgrima y el waterpolo.

En lo estrictamente deportivo, la principal figura de Amberes 1920 fue el legendario ‘finlandés volador’, Paavo Nurmi, que en su debut en los juegos, con 23 años, ganó tres medallas de oro (en su palmarés olímpico aparecen 9 oros y tres platas) en 10.000 m, campo a través y campo a través por equipos, y una plata en 5.000 m., donde ganó el francés Guillemot; se dice que éste hubiera ganado también en los diez kilómetros, pero adelantaron la carrera y tuvo que correr recién terminada la comida, y además le robaron sus zapatillas y disputó la prueba con unas prestadas que eran dos tallas mayores que las suyas. El duelo Nurmi-Guillemot fue lo mejor del estadio. También brilló el esprínter estadounidense Charles Paddock, que venció en los 100 lisos con su característico (e ineficaz) salto de cinco metros para romper la cinta de llegada.

La tenista francesa Suzanne Lenglen (que el año anterior había ganado Wimbledon) puede ser considerada como la primera gran heroína del deporte mundial. Ganó en individual (perdió sólo cuatro juegos en los diez sets que disputó en Amberes) y en dobles mixtos, y logró el bronce en dobles femeninos. Entre sus hitos destaca el hecho inigualado de no perder un solo partido desde 1921 a 1926. La leucemia se la llevó cuando tenía  39 años.

La piscina de natación (con agua helada, sucia y maloliente) se construyó en el foso de una fortificación, y vio cómo ganaba el hawaiano Duke Kahanamoku los 100 metros… dos veces, pues un australiano dijo que alguien le había pegado bajo el agua (¿) y exigió la repetición; Kahanamoku se hizo famoso por difundir el surf por todo el mundo. La estadounidense Aileen Riggin se convirtió en la campeona más joven, pues ganó el salto de trampolín con 13 años. El italiano Nedo Nadi ganó cinco oros y una plata en esgrima, y su hermano Nedo tres oros y una plata. El estadounidense Eddie Eagan es el único caso de oro en juegos de verano y de invierno: venció en boxeo, peso semipesado, y doce años después en los Juegos de Lake Placid en bobsleigh a cuatro.

En Amberes 20 hubo otros deportistas que han pasado a la historia del olimpismo no sólo por sus éxitos en la pista: uno es el único oro olímpico que fue ejecutado, y otro el único medallista que fue distinguido con el Premio Nobel. El tirador de pistola James Howard Snook integró el equipo de EE UU que se hizo con el triunfo; diez años más tarde fue ejecutado en la silla eléctrica por asesinar a su amante a martillazos. Por el contrario, el británico Philip Noel-Baker (que había sido condecorado en la primera guerra por su trabajo en la unidad de ambulancias), logró la medalla de plata en los 1.500 metros; luego trabajó en la constitución de la Sociedad de Naciones, escribió obras sobre el desarme internacional y en 1959 obtuvo el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos por la paz y la colaboración entre las naciones.

Igualmente hay que recordar al estadounidense John Brendan Kelly, que consiguió dos oros en remo que fueron algo así como una venganza contra las élites inglesas que le habían menospreciado… Unas semanas antes no se le permitió participar en las regatas reales a causa de su ‘profesionalismo’, pero no es que hubiera cobrado por competir, sino que era un albañil y la Asociación Británica de Remo prohibía la participación de obreros, artesanos y comerciantes, a los que consideraba ‘no amateurs’; también se dice que fue por su ascendencia irlandesa. En individual venció al gran Jack Beresford (quien en total ganó cinco medallas en cinco juegos), que había triunfado en la carrera donde no dejaron participar a Kelly. Media hora después, con su primo Paul Costello, venció en doble ‘scull’. Cuentan que Kelly afirmó que ese no era aun su desagravio; como tampoco que hiciera una fortuna como constructor en Filadelfia, donde comenzó como albañil; quizá sí lo fuera el hecho de que en 1956, cuatro años antes de su muerte, su hija Grace se convirtiera en princesa de Mónaco al casarse con el príncipe Rainiero.

España debutó oficialmente como equipo nacional en estos juegos. Ganó dos medallas de plata, una en un deporte de exhibición, el polo, y otra en fútbol, aunque no jugó la final. Esta la disputaban Bélgica y Checoslovaquia, pero los checos se retiraron antes del descanso y fueron descalificados (las decisiones arbitrales, las continuas provocaciones de sus rivales y la entrada de soldados belgas en el terreno de juego fueron sus razones); así que se organizó un torneo para disputarse la plata y el bronce entre España, Italia y Holanda que ganaron los Zamora, Samitier, ‘Pichichi’ y otras leyendas del balompié español.

Hubo más atletas, proezas y sucesos para el recuerdo, muchos más, a pesar de todo lo que hubo que superar para que se celebraran los Juegos Olímpicos de Amberes de hace cien años.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 13 de septiembre de 2020

LOS MANAGERS MÁS INFLUYENTES DE LA HISTORIA DEL ROCK

 


Elvis fue pionero en muchas cosas, incluso en contratar un representante que se encargara de todo, el coronel Parker

¡Cuánta gente rodea al grupo de rock cuando alcanza cierto estatus! Abogados, administradores, road managers, asistentes, ayudantes, pipas, seguridad…, además de ingenieros, técnicos, productores… Pero por encima de todos está el manager, el que majea los hilos, el que tiene la última palabra, el que tiene el control de los ingresos y los gastos, de los contratos, de las giras o de la relación con la discográfica. Algunos de ellos fueron más allá de la mera representación legal y llegaron a influir en la parte artística de sus clientes

Los managers representan a artistas de todo tipo. Su trabajo es controlar y dirigir la carrera de sus clientes, elegir lo mejor para ellos, desde los conseguirles los contratos más ventajosos hasta sacarlos de situaciones apuradas (en las que tan fácilmente se meten las estrellas), es decir, están muy cerca de ellos y los conocen muy bien. En el apartado del rock & roll algunos managers han jugado papeles decisivos en las trayectorias de los grupos y solistas más renombrados, metiendo mano incluso en el terreno musical.

El primer manager del rock & roll que alcanzó notoriedad fue el de Elvis, el Coronel Tom Parker (holandés, con mucha vida, y no era coronel) . Era un auténtico lince para la comercialización de cualquier cosa, por lo que no le fue difícil vender un producto tan extraordinario; de hecho, es casi seguro que Elvis no hubiera llegado tan lejos sin él. Establecía los acuerdos con tiempo y mirando minuciosamente cada cláusula, cada frase, cada palabra, exigía las condiciones más favorables en todos los medios comunicación (cine, televisión), controlaba la venta de productos ‘elvispreslinianos’ y también sabía cómo contentar a las masas, cómo darles lo que querían. Tras la muerte del rey, Parker viajó a toda prisa a Nueva york para negociar la venta de todo lo relacionado con el finado, sobre todo ventas e ingresos. A cambio de sus servicios el Coronel Parker ‘sólo’ se llevaba el 25% de los beneficios (más, mucho más, según algunos especialistas).

A pesar de que el coronel fue el primero, tal vez el más famoso de los representes de grupo de rock sea Brian Epstein, que se encargó de convertir a los Beatles en el grupo más importante de la historia del rock. Cómo entró en contacto con ellos es de sobra conocido, sólo recordar que él explicaba: "Me llamó la atención de inmediato su música, su ritmo y su sentido del humor en el escenario. Así comenzó todo". Se encargó de la imagen de la banda y la cambió según sus criterios; siempre tuvo un fino olfato comercial, así que se esforzó para que la ‘beatlemanía’ no dejara de crecer y aparecer en primera página; consiguió un excelente contrato y señaló a Georges Martin como el productor ideal; evidentemente, en todo estuvo acertado. También fue quien decidió cambiar de batería. Era un tipo muy brillante que determinó el devenir del grupo y, por extensión, del pop y el rock posteriores. Tras su muerte se hizo cargo Allen Klein, un “parásito lujurioso”, como lo calificaron ellos mismos; afortunadamente a éste no le interesaba la música y no tuvo influencia.

Otro representante con gran influencia fue  Andrew Loog Oldham, el primer manager de los Rolling Stones. No tenía ni 20 años cuando los convenció para que se presentaran como ‘los chicos malos’ por oposición a The Beatles…, una idea que funcionó muy bien. También fue el responsable de que despidieran al pianista Ian Stewart (por ser cinco años mayor que Jagger) e incluso aportó sus propias ideas al sonido del grupo. Pero también era un águila para los negocios, y consiguió un excelente contrato discográfico para sus clientes, algunos dicen que mejor que el de Epstein para Beatles (vete a saber)  Pero hacia 1967 Oldham se enganchó a las drogas y terminó con los Stones.

Para 1965 David Jones aun no era David Bowie. Entonces se topó con Kenneth Pitt, un tipo chapado a la antigua que sabía mucho del mundo del espectáculo, pues había representado a gente como Frank Sinnatra o Jerry Lee Lewis. Pitt era un gran amante de todas las artes, algo que fue determinante en la personalidad artística del joven Bowie, quien gracias a él encontró lazos de unión entre la música rock con el cine o el teatro. Pitt dejó de trabajar para Bowie en 1970, pero su influencia (tanto en lo visual como en lo musical) lo condujo al estrellato y condicionó muchas de sus obras.

También los grupos punk se vieron obligados a dejarse llevar por managers. Los neoyorquinos Ramones ‘inventaron’ ese estilo a mediados de los años 70. Y su representante, Danny Fields, fue quien lo llevó a Inglaterra. Ellos tocaban en el CBGB, Fields sufrió un auténtico flechazo, ya que quedó perdidamente enamorado del sonido del grupo. Estuvo con ellos unos cinco años y él fue quien eligió las icónicas fotos de sus primeros discos (era fotógrafo), mostrando así la primera imagen verdaderamente punk. Como dicen en su canción ‘Danny says’, él se encargaba de la promoción, de la contratación, de los conciertos, siendo determinante para que Ramones se convirtieran en una de las bandas más influyentes. Lo malo es que eso no les sirvió para vender mucho.

El otro ‘gran manager’ del punk es, claro, Malcom McLaren, que se encargó de montar enormes escándalos con los Sex Pistols para conseguir atención, propaganda, contratos…McLaren representaba a los New York Dolls (un antecedente), pero se separaron, así que aprovechó gran parte de su imagen y su actitud para moldear a The Swankers, que pronto pasaron a ser Sex Pistols. Grabaron un disco, pero McLaren no quería seguir los cauces habituales, así que apostó por el escándalo, el marketing del follón, la propaganda de la bronca y la provocación. Y le salió bien, pues con ese sólo single le sacó los cuartos a varias discográficas, que ante tanto jaleo rompían el contrato e indemnizaban. Gracias a todo, los Pistols se convirtieron en el puntal del punk británico y, aunque duraron poco, esas actitudes desafiantes, malhabladas e insultonas tuvieron muchos seguidores, que formaron grupos de ese jaez. McLaren fue el principal culpable.

Imposible no mencionar a Kit Lambert, un aventurero con una vida trepidante que un día se topó con The Who. Lambert fue el que los animó a Moon y demás a hacer todo tipo de locuras en escena, nada, a saltar, romper y dejarse llevar por lo que sintieran sin cortarse. Como es sabido, esos excesos en escena se convirtieron en una de las características de The Who, a los que convirtió en grupo millonario. Las drogas y el alcohol pudieron con él, ya que en 1981 (con sólo 45 años) murió, tremendamente borracho y colocado, tras una brutal pelea.

La figura del manager es imprescindible para el grupo de rock. Y los ha habido de todos los colores, sin embargo, fueron pocos los que tuvieron influencia directa en la parte artística de las grandes figuras del rock.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 9 de septiembre de 2020

VERACRUZ, SEPTIEMBRE DE 1568, LA ARMADA ESPAÑOLA DERROTA AL PIRATA DRAKE, QUE TRAICIONA A SUS HOMBRES Y HUYE

 


Representación de la batalla, de la que huyeron cobardemente Drake y Hawkins, abandonando a sus hombres

Durante los siglos en que el Imperio Español era el más poderoso se produjeron infinidad de sucesos, episodios bélicos, guerras, asaltos y batallas de las potencias marítimas contra el imperio dominante, algo lógico. Destacaron en esta actividad los ingleses, sobre todo los piratas al servicio de su corona. Uno de ellos, el famoso Francis Drake, tenido por héroe en Inglaterra, fue derrotado varias veces por ejércitos españoles; en una de ellas traicionó y abandonó a sus hombres en plena batalla

Es sorprendente cómo en Reino Unido olvidan los patinazos propios, casi tanto como España sus éxitos. E igualmente ocurre con los personajes, pues allí  sólo se fijan en los logros de sus figuras históricas y pasan por alto sus defectos y delitos, mientras que aquí ocurre justo lo contrario. En el año 1568, a pesar de que Inglaterra y España habían firmado un tratado de paz unos años antes, una flotilla al mando de los piratas Francis Drake y John Hawkins intentaron tomar el puerto de San Juan de Ulúa (Veracruz)…

Hacía más de un año que la media docena de barcos del corsario atacaban y sometían al pillaje barcos y puertos españoles en el Caribe, desde Florida hasta Cartagena, además de vender esclavos (muchas veces a la fuerza) que habían capturado en África. Y todo ello a pesar de que las coronas de España e Inglaterra (Felipe II e Isabel I) habían firmado un acuerdo. El caso (a grandes rasgos) es que la flota pirata decidió atracar en San Juan de Ulúa (hoy Veracruz, México) para reparar y aprovisionarse antes de volver a Inglaterra. Los barcos ingleses se acercaron a puerto y fueron confundidos con una flota española que se esperaba (retirarían banderas y estandartes); incluso las autoridades españolas subieron a los barcos ingleses, momento en que descubrieron que no eran los buques que creían; Drake y Hawkins los tranquilizaron diciendo que sólo pretendían arreglar desperfectos en los barcos y hacerse con provisiones. Eso sí, antes de que se dieran cuenta los españoles, los piratas se hicieron fuertes en ciertas posiciones en tierra y allí ubicaron varias baterías de cañones, lo que venía a ser una advertencia: o se hacía lo que ellos querían o… Claro que los españoles también habían tomado sus posiciones.

En estas, a finales de septiembre de 1568, llegó la flota española que se esperaba, al mando de Francisco Luján y el nuevo virrey, Martín Enríquez de Almanza, con lo que las tornas se cambiaron. Los recién llegados no se fiaban nada de los británicos, así que se dispusieron a darles una sorpresa. Se ordenó el ataque en tierra y se tomaron fácilmente las posiciones artilladas inglesas, pues los artilleros huyeron a toda velocidad hacia sus barcos.

La batalla había estallado. Cerca del puerto los barcos se tiroteaban con todo lo que tenían. Al ver que las cosas se ponían feas, Francis Drake ý John Hawkins pusieron pies en polvorosa, dejando atrás barcos y hombres, que seguían luchando mientras sus capitanes huían en un acto de cobardía que la historiografía inglesa se ha ocupado de silenciar, de borrar de los libros. Pero no terminó ahí la traición de Drake y Hawkins; los dos barcos en los que escapaban (los otros cuatro fueron hundidos o capturados) iban abarrotados y no había provisiones para todos, así que los célebres piratas decidieron desembarcar a más de cien hombres en las costas del sur de lo que hoy e EE UU, lo que equivalía a entregarlos a sus enemigos. Lógicamente fueron capturados, y bien tratados en principio, pero luego llegó la Inquisición, que los juzgó por los típicos crímenes piráticos: asaltos y saqueos, asesinatos, incendios, destrucción…; algunos fueron condenados a muerte y otros a galeras. Los traidores Drake y su colega llegaron a Inglaterra con unos setenta supervivientes, y allí contaron que los malvados españoles habían roto la tregua…, olvidándose de decir que ellos llevaban más de un año rompiéndola.

La versión oficial inglesa de la batalla fue la de los desertores, quienes se guardaron mucho de revelar que habían  abandonado a sus hombres en plena batalla mientras ellos corrían aterrados; e igualmente olvidaron que, una vez lejos del combate, dejaron tirados a más de un centenar de ingleses en territorio enemigo para asegurarse ellos dos el regreso a casa.

Es curioso ver cómo cuando Inglaterra es derrotada su historiografía calla o recurre a argumentos y razonamientos legales, mientras que cuando vence idealiza la victoria sin acudir a más razones. Los anglosajones tienen el dicho: ‘Our country, right or wrong’, o sea, ‘nuestro país es lo primero y nos da igual que tenga o no la razón’. En otros lugares hay quien piensa al revés: ‘nuestro país es culpable tenga o no tenga razón’.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 6 de septiembre de 2020

GRUPOS DE ÉXITO CUYOS INTEGRANTES ERAN TAMBIÉN ENEMIGOS

 


Roger Waters trató a sus compañeros como sus subordinados, sobre todo a Wright, a pesar de lo cual Pink Floyd hizo discos históricos

Al igual que sucede en toda asociación o colectivo de personas que comparte espacio y tiempo, en las bandas de rock también se dan los choques y enfrentamientos. Muchas veces es causa de separación, pero ha habido otras en que, a pesar de que los integrantes se llevaran a matar, algunos grupos consiguen mantener el equilibrio, publicar discos de enorme mérito y, en fin, permanecer vivos

Las discrepancias y choques de egos han sido cosa corriente en todas las bandas de rock, tanto en las de gran éxito como en las menos famosas. Sin embargo, al alcanzar las cifras millonarias, las personalidades de los músicos parecen agigantarse, por lo que suelen aparecer las suspicacias, celos y envidias, y los problemas de dinero, de drogas o de pareja. Muchas veces eso ha sido causa de separación, pero ha habido otras en que, aun tirándose los trastos continuamente a la cabeza, los componentes de la banda consiguieron sujetarse a la hora de trabajar. Así, aunque parezca imposible, hicieron discos tocados por el éxito que, con el tiempo, se convirtieron en clásicos.

Sabida es la turbulenta trayectoria de Pink Floyd. La salud mental de Syd Barret provocó muchos dolores de cabeza a sus compañeros en los primeros años de la banda, quienes terminaron por ponerlo de patitas en la calle. Pero no fue el fin de los problemas. Roger Waters se adjudicó el puesto de líder y lo ejerció despóticamente; se sabe que trataba a Rick Wright con desprecio, abiertamente, delante de cualquiera. No así a David Gilmour, ya que pronto comprendió que éste sabía dar un toque de clase y encanto a las canciones que él, Waters, no conseguía. Aun así, siempre impuso sus criterios con modos de tirano; él miraba y trataba a sus colegas como a inferiores, mientras que estos…, lo aguataban. Un día decidió deshacer el grupo como si fuera propiedad suya. Pero lo bueno del asunto es que, aun en esas condiciones de animadversión mutua, Pink Floyd fue capaz de sacar elepés tan admirados y vendidos como ‘The dark side of the moon’, ‘Wish you were here’ y ‘The Wall’.

La cosa se dispara cuando se unen artistas de gran renombre previo y dan lugar a lo que se llama ‘supergrupo’. Tal fue el caso de Cream, banda integrada por Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker, los tres con egos del tamaño del Himalaya que, inevitablemente, terminaron por pelearse. El batería, Baker, era un tipo imposible (dicen), siempre ‘colocado’, enfadado y gritón; la relación con Bruce era imposible, pues éste no se echaba atrás nunca; Clapton no estaba para oficiar de mediador y trataba de ‘pasar de todo’. En tales circunstancias, entre peleas, insultos y amenazas, publicaron cuatro álbumes y piezas eternas como ‘Strange brew’, ‘Sunshine of your love’ o ‘White room’, antes de disolverse tras tres años de vida.

Uno de los casos más sonados de enemigos inseparables es el de Fleetwood Mac en su segunda fase, cuando se fueron a EE UU. Explican los que estaban allí que resulta increíble que el grupo lograra grabar un álbum tan superior como ‘Rumours’ (1977) en los escasos minutos diarios en los que no estaban gritándose, peleándose y drogándose. Las sesiones de grabación debieron ser apocalípticas: eran dos chicas y tres chicos, dos parejas y uno suelto; voces continuas todos contra todos y cada uno (a) con su cónyuge; se rompían las parejas de modo estruendoso y público y se formaban otras; reproches, tacos, amenazas, desprecios; y siempre, omnipresente, presidiéndolo todo, la cocaína, que debían consumir a paladas, (testigos aseguran que comparecían en el estudio absolutamente “intoxicados”). El resultado de aquel ‘ambientillo’ fue el éxito apoteósico desde el primer momento (13 millones de discos vendidos antes de terminar los setenta y, hasta hoy, más de 40 millones). Tras varias separaciones y reuniones, hoy siguen en la brecha.

Muy doloroso tuvo que ser para los hermanos Campbell lo que sucedió con UB 40. Aquí la causa inicial de la guerra fue el dinero, pero luego se agravó con violentas luchas fratricidas. El problema fue que, aunque vendían mucho y no paraban de tocar, siempre andaban justos de pasta (pésimas inversiones, administración calamitosa), lo que derivó en crecientes enemistades y división en dos bandos. Resistieron mucho tiempo así, publicando y vendiendo, pero con suspicacias a causa del vil metal. En 2008 Ali Campbell, solista y compositor, harto de todo, dejó el grupo. Los que seguían en UB 40 (incluyendo a Robin Campbell)  contrataron a Duncan Campbell para sustituir a su hermano, cosa que Ali se tomó como una traición: “me senté durante cinco años a escuchar cómo mi hermano Duncan asesinaba mis canciones”, declaró. Los hermanos dejaron de hablarse salvo para insultarse. El padre se puso de parte de unos y la madre de todos sus hijos. Luego las cosas se pusieron surrealistas cuando se fueron otros miembros del grupo con Ali, de modo que hubo un tiempo en que había dos bandas que se presentaban como UB 40. Hoy los rencores se mantienen, y en cada entrevista Ali tira con artillería pesada contra Robin y Duncan, quienes responden con el mismo calibre.

Otros grupos con hermanos también han vivido entre celos y envidias. Notorio es lo mal que se llevaban Tom y John Fogerty en el seno de los Creedence Clearwater Revival; Tom terminó por dejar la banda, según John porque “no soportaba que su hermano pequeño fuera el autor de todos los temas de éxito del grupo”; aun así, sus mejores discos salieron con los dos juntos. The Kinks estaba liderado con mano firme por Ray Davis, quien apenas dejaba que su hermano pequeño aportara sus composiciones; el orgullo de Ray y los celos de Dave (además de lo mal que se llevaban todos con el batería, Mick Avory) no impidieron, sin embargo, la publicación de temas y álbumes imprescindibles. No eran hermanos aunque todos se hicieran llamar Ramones, pero dos de ellos estuvieron sin hablarse durante veinte años a pesar de compartir escenario, estudios de grabación, promociones, giras, hoteles, aviones…; Joey era de izquierdas y Johnny muy de derechas, por lo que chocaban continuamente, pero todo explotó cuando el guitarrista le birló la novia al cantante; se odiaban, no se dirigían la palabra, pero uno cantaba los coros en las canciones del otro tanto en estudio como en directo sin problemas. Nunca fueron grandes vendedores, pero es indiscutible su importancia e influencia.

Se ha comprobado infinidad de veces: del conflicto puede surgir el talento.  

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 2 de septiembre de 2020

AGATA CHRISTIE, CENSURADA Y TRAICIONADA POR SU BISNIETO

 


Portada de la primera edición de la obra, 1939

El descendiente de la gran novelista Agatha Christie ha tenido la osadía de corregir sus obras. La cosa apenas ha tenido difusión y trascendencia, ya que casi no se habla de otra cosa que de virus, contagios y vacunas. El bisnieto de la escritora ha decidido cambiar el título de ‘Diez negritos’ (y otras 74 expresiones de la obra) porque puede parecerle mal a los negros…, y eso que ninguno ha dicho nada al respecto. El asunto es un grave precedente que permitirá a quien posea los derechos de las obras de autores fallecidos modificarlas a su antojo o al antojo de las modas, pensamientos y tendencias de cada momento

Característico del mediocre es creerse a la altura del gran artista. Por eso, el engreído no comprende que lo que hizo el artista no debe ser tocado, puesto que además de lo que la obra de arte muestra, también es un reflejo de su momento, de su sociedad, de cómo se vivía y pensaba cuando la pieza fue terminada. Por eso, cambiar una novela es distorsionarla, censurarla, desnaturalizarla, convertirla en algo anacrónico y traicionar tanto la obra como a su autor. ¿A alguien se le ocurriría repintar un Velázquez porque la escena que representa le parece machista? Pues tal ha sido la insolencia, la soberbia de un sujeto llamado James Prichard, bisnieto  de la eterna Agatha Christie; como posesor de los derechos de sus novelas, el heredero ha tenido la desfachatez de corregir a la autora “para adaptarla a los nuevos tiempos”. Y es que, además del título, el muy necio ha cambiado hasta 74 expresiones a lo largo de ‘Diez negritos’.

¿Cuántas pinturas, esculturas, obras de teatro, novelas, poesías, películas, letras de canciones… habría que adaptar a los nuevos tiempos?  ¿Cómo puede haberse atrevido a censurar a una escritora de este calibre? ¿Cómo puede creerse que le está haciendo un favor y que incluso está cumpliendo la voluntad de la creadora de Poirot? Sólo la soberbia, la vanidad, el engreimiento de creerse a su altura y sentirse legitimado para fusilar la obra de otros está detrás de este crimen de ‘lesa literatura’. También hay que ser un verdadero estúpido para pensar que así se combate el racismo y que con cambiar palabras o frases de una novela habrá menos racistas.

El tal Prichard sigue tratando de explicar su disparate diciendo que “no debemos utilizar términos que puedan hacer daño en 2020”, lo que indica que este individuo está convencido de que hay muchos negros que sufren a diario con la expresión diez negritos (por cierto, no aparecen negros en la novela, el título viene de una canción infantil). Por otro lado, tal vez en el futuro haya quien piense que hay que modificar otro tipo de expresiones o imágenes que alguien podría considerar ofensivas para las mujeres, los homosexuales, los animales, los discapacitados, los vegetarianos, el medio ambiente, el planeta…, con lo que se entraría en una espiral censora de la que nadie podría escapar, desde Platón hasta los Beatles.

Además, no consta que ningún negro se quejara por el título de la obra. ¿Acaso no protestan ellos, ‘the black people’, por el evidente racismo que sufren en EEUU gritando ‘las vidas negras importan’? Esto demuestra  que es el inquisidor literario quien lleva racismo dentro, ya que entiende que los negros no pueden defenderse por sí mismos, que son incapaces, y por tanto, con un estúpido sentimiento paternalista, se presenta como paladín de la corrección política (en este caso con efecto retroactivo) porque, seguro, está convencido de que lo necesitan a él para combatir el racismo censurando a la bisabuela.

Esta es otra evidencia de la cantidad de gente que siente el impulso irresistible de ofenderse en lugar de otros; la cosa funciona así: el ofendidito entiende que una imagen, película, texto, foto o discurso tiene que resultar, por fuerza, ofensivo para este o aquel colectivo, y como desde dicho colectivo no hay reacción, él se siente obligado a ofenderse en su lugar. En realidad es una muestra de soberbia de quien se siente moralmente superior por encontrar algo para ofenderse que ni los propios interesados encuentran ofensivo.

Corren tiempos en que la corrección política y la búsqueda de motivos para indignarse, por más infantiles y estúpidos que sean, pueden terminar ‘adaptando’ obras de arte de hace siglos a los nuevos tiempos. Según la visión del buscador de agravios, sería conveniente revisar y corregir miles y miles de manifestaciones artísticas desde el Paleolítico.

El descendiente de Agatha Christie no sólo ha cometido la insolencia de ofenderse en lugar de los negros (quienes jamás se han quejado), sino que se siente a la altura de su ilustre ancestro y por eso se atreve a censurarla, a rectificarla, a juzgarla moralmente con carácter retroactivo. En definitiva, al cambiar el original (en el título y otras 74 veces) el traidor bisnieto cambia el todo, ya no es la misma novela que escribió Christie en 1939. Es una estafa.

CARLOS DEL RIEGO