Paavo Nurmi inició su leyenda en Amberes 1920, donde ganó los primeros tres de sus nueve oros olímpicos
John Brendan Kelly, padre de la actriz y princesa de Mónaco Grace Kelly, ganó dos oros en remo en poco más de media hora
En septiembre de
1920, hace justo un siglo, se celebraron las últimas pruebas de los Juegos de
la VII Olimpiada, que tuvieron lugar en Amberes, Bélgica. Apenas hacía un par
de años del fin de la guerra (que ocasionó la supresión de los de la sexta
Olimpiada), por lo que los atletas no llegaron en las mejores condiciones. Aún
así, la cita de hace cien años estrenó los símbolos olímpicos, los aros o la
bandera, y dejó algunos nombres para la historia
Sólo hace cien años
de aquello, pero al mirar atrás se puede tener la sensación de que ha pasado
mucho más tiempo. Los atletas venían de la instrucción y los frentes de
batalla, no de los entrenamientos; de hecho, muchos de los participantes aun
estaban movilizados, y además, en Europa apenas se habían celebrado competiciones
desde hacía años. En fin, no era la situación idónea para el deportista. A
pesar de todo, allí emergieron leyendas del deporte como el fondista finlandés
Paavo Nurmi o la tenista francesa Suzanne Lenglen.
Los juegos anteriores
debieron ser en Berlín en 1916 pero no se celebraron por razones evidentes.
Acabada la I Guerra Mundial en 1918, el COI buscó a toda prisa una sede en
donde reanudar la idea olímpica, y se decidió por Amberes; a pesar de estar el
país en ruinas y con más construcciones defensivas que edificios en pie, la
ciudad consiguió terminar a tiempo el estadio y poner en marcha toda la
maquinaria olímpica. Para empezar decidió no invitar a los países que
provocaron o perdieron la guerra (quien invita a participar es el anfitrión, no
el COI), con lo que Alemania, Austria, Bulgaria, Turquía, Polonia, Rumanía y
Hungría fueron excluidas. Lógicamente hubo poco público en los recintos, puesto
que la gente tenía otras prioridades y porque los precios eran altísimos dada
la situación. Allí se estrenaron los aros olímpicos, idea de Coubertin basada
en los aros del altar del templo de Delfos. También la bandera, que el barón
diseñó y encargó a unos almacenes de París, y el Juramento Olímpico (que exige
al atleta juego limpio y respeto a las normas), siendo el primero en pronunciar
el solemne juramento el belga Victor Boin, medallista en deportes tan dispares
como la esgrima y el waterpolo.
En lo estrictamente
deportivo, la principal figura de Amberes 1920 fue el legendario ‘finlandés
volador’, Paavo Nurmi, que en su debut en los juegos, con 23 años, ganó tres
medallas de oro (en su palmarés olímpico aparecen 9 oros y tres platas) en
10.000 m, campo a través y campo a través por equipos, y una plata en 5.000 m.,
donde ganó el francés Guillemot; se dice que éste hubiera ganado también en los
diez kilómetros, pero adelantaron la carrera y tuvo que correr recién terminada
la comida, y además le robaron sus zapatillas y disputó la prueba con unas
prestadas que eran dos tallas mayores que las suyas. El duelo Nurmi-Guillemot
fue lo mejor del estadio. También brilló el esprínter estadounidense Charles
Paddock, que venció en los 100 lisos con su característico (e ineficaz) salto
de cinco metros para romper la cinta de llegada.
La tenista francesa
Suzanne Lenglen (que el año anterior había ganado Wimbledon) puede ser
considerada como la primera gran heroína del deporte mundial. Ganó en
individual (perdió sólo cuatro juegos en los diez sets que disputó en Amberes) y
en dobles mixtos, y logró el bronce en dobles femeninos. Entre sus hitos
destaca el hecho inigualado de no perder un solo partido desde 1921 a 1926. La
leucemia se la llevó cuando tenía 39
años.
La piscina de
natación (con agua helada, sucia y maloliente) se construyó en el foso de una
fortificación, y vio cómo ganaba el hawaiano Duke Kahanamoku los 100 metros…
dos veces, pues un australiano dijo que alguien le había pegado bajo el agua
(¿) y exigió la repetición; Kahanamoku se hizo famoso por difundir el surf por
todo el mundo. La estadounidense Aileen Riggin se convirtió en la campeona más
joven, pues ganó el salto de trampolín con 13 años. El italiano Nedo Nadi ganó
cinco oros y una plata en esgrima, y su hermano Nedo tres oros y una plata. El
estadounidense Eddie Eagan es el único caso de oro en juegos de verano y de
invierno: venció en boxeo, peso semipesado, y doce años después en los Juegos
de Lake Placid en bobsleigh a cuatro.
En Amberes 20 hubo
otros deportistas que han pasado a la historia del olimpismo no sólo por sus
éxitos en la pista: uno es el único oro olímpico que fue ejecutado, y otro el
único medallista que fue distinguido con el Premio Nobel. El tirador de pistola
James Howard Snook integró el equipo de EE UU que se hizo con el triunfo; diez
años más tarde fue ejecutado en la silla eléctrica por asesinar a su amante a
martillazos. Por el contrario, el británico Philip Noel-Baker (que había sido
condecorado en la primera guerra por su trabajo en la unidad de ambulancias),
logró la medalla de plata en los 1.500 metros; luego trabajó en la constitución
de la Sociedad de Naciones, escribió obras sobre el desarme internacional y en
1959 obtuvo el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos por la paz y la
colaboración entre las naciones.
Igualmente hay que
recordar al estadounidense John Brendan Kelly, que consiguió dos oros en remo
que fueron algo así como una venganza contra las élites inglesas que le habían
menospreciado… Unas semanas antes no se le permitió participar en las regatas
reales a causa de su ‘profesionalismo’, pero no es que hubiera cobrado por
competir, sino que era un albañil y la Asociación Británica de Remo prohibía la
participación de obreros, artesanos y comerciantes, a los que consideraba ‘no
amateurs’; también se dice que fue por su ascendencia irlandesa. En individual venció
al gran Jack Beresford (quien en total ganó cinco medallas en cinco juegos),
que había triunfado en la carrera donde no dejaron participar a Kelly. Media
hora después, con su primo Paul Costello, venció en doble ‘scull’. Cuentan que
Kelly afirmó que ese no era aun su desagravio; como tampoco que hiciera una
fortuna como constructor en Filadelfia, donde comenzó como albañil; quizá sí lo
fuera el hecho de que en 1956, cuatro años antes de su muerte, su hija Grace se
convirtiera en princesa de Mónaco al casarse con el príncipe Rainiero.
España debutó
oficialmente como equipo nacional en estos juegos. Ganó dos medallas de plata,
una en un deporte de exhibición, el polo, y otra en fútbol, aunque no jugó la
final. Esta la disputaban Bélgica y Checoslovaquia, pero los checos se
retiraron antes del descanso y fueron descalificados (las decisiones arbitrales,
las continuas provocaciones de sus rivales y la entrada de soldados belgas en
el terreno de juego fueron sus razones); así que se organizó un torneo para
disputarse la plata y el bronce entre España, Italia y Holanda que ganaron los
Zamora, Samitier, ‘Pichichi’ y otras leyendas del balompié español.
Hubo más atletas, proezas
y sucesos para el recuerdo, muchos más, a pesar de todo lo que hubo que superar
para que se celebraran los Juegos Olímpicos de Amberes de hace cien años.
CARLOS DEL RIEGO
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