miércoles, 30 de noviembre de 2022

JAPÓN, MÁS CRUEL Y SANGUINARIO QUE LA ALEMANIA NAZI Y LA URSS

 


Decapitación de un soldado australiano

 

Muchos chinos, a los que odiaban y menospreciaban, fueron enterrados vivos por los japoneses
Nanking, dos adolescentes violadas, apuñaladas y con una botella y una caña en sus vaginas

La II Guerra Mundial se hizo verdaderamente mundial en 1942. Aunque Japón había iniciado su imperialismo agresivo, racista y cruel cinco años, no fue hasta diciembre del 41cuando medio mundo declaró la guerra al otro. Desde Manchuria (noreste de China) hasta Malasia y las Filipinas, el Imperio del Sol Naciente perpetró las más escalofriantes atrocidades que se puedan imaginar, en algunos casos peores que lo ocurrido los campos de concentración nazis y soviéticos 

Mucho se ha hablado y escrito sobre los crímenes de la Alemania nazi, y también acerca de los de los soviéticos y sus gulag, pero muy poco de las infinitas monstruosidades cometidas por Japón desde finales de los años treinta hasta su derrota total en 1945. Las estimaciones más aceptadas señalan que el ejército nipón, en su despiadada expansión por Asia, masacró a no menos de 23 millones de chinos y otros 30 millones entre birmanos, vietnamitas, indonesios, malayos, filipinos, camboyanos… A ello habría que añadir los cientos de miles de soldados aliados capturados, esclavizados y asesinados en aterradores crímenes de guerra. Lo sorprendente es que, 80 años después de las bombas atómicas y la rendición, aun hay quien ve a  Japón como una víctima. 

No se pueden olvidar salvajadas como las del Escuadrón 731, que llevó a cabo experimentos de todo tipo con personas, como sacar desnudo al preso en el frío de Siberia y echarle agua para congelarlo y luego cortarle fácilmente brazos y piernas, o inyectarle sangre de animal y todo tipo de gérmenes, e incluso hacer vivisecciones (abrirlo en canal) sin anestesia. Tampoco los abundantes casos de canibalismo, incluyendo las veces en que al desdichado se le cortaban trozos de carne de los muslos o las nalgas, las freían y, aun vivo, se las comían delante de él. ¡Y qué decir de lo que se conoce como Masacre de Nanking o Violación de Nanking!, donde no hubo límites para las barbaridades ejercidas por los japoneses (antes de leer sobre esto es preciso mentalizarse), como demuestran las muchas fotos que hicieron ellos mismos para demostrar su ‘valentía’. Y torturas, robos y saqueos, la prostitución forzada de miles de mujeres para ‘consuelo’ de la soldadesca… Famosos se hicieron los capitanes que hicieron una ‘competición’ en la que el objetivo era cortar cien cabezas con una katana de un solo tajo; hasta los periódicos se hicieron eco del torneo. 

Todo ello contra las poblaciones asiáticas. Pero los soldados aliados capturados no lo tenían mejor. El australiano Russell Braddon estuvo cuatro años prisionero en varios campos de la jungla, y sobre ello escribió su ‘La isla desnuda’. En este libro se describe muy bien qué hacían los japoneses con los soldados enemigos capturados. En 1942 cayó en manos niponas Singapur, de donde se llevaron no menos de sesenta mil prisioneros. Con ellos formaron una larguísima fila para atravesar la jungla, a pleno sol, sin agua, sin comida, sin descanso; los utilizaban como detectores humanos de minas, y cuando se detenían a reposar los japoneses, a los prisioneros los ataban como una recua a pleno sol. Se cruzaron con algunas ambulancias de aliados, las cuales fueron atacadas y asesinados sus ocupantes, sanitarios y heridos. En una ocasión se toparon con una brigada ciclista japonesa, la cual se detuvo ante la cuerda de presos para insultar, escupir, dar de culatazos, de patadas y puñetazos, y para atravesar a unos cuantos desdichados (británicos, australianos, indios…) con sus bayonetas, sables o katanas. En otra ocasión se toparon con un anciano chino, al que prendieron fuego al pelo después de aporrearlo entre docenas de ‘valientes’, luego le echaron un caldero de agua hirviendo y finalmente gasolina…, todo ello acompañado por las incesantes y sonoras carcajadas de los soldados japoneses. 

Después de unos 300 km por la selva, los metieron en vagones de ganado hasta Kuala Lumpur; fue un día y medio tan hacinados que tenían que estar de pie, sin comida ni agua y, dado que muchos tenían disentería, diarreas incontrolables. Al llegar, los habitantes de la ciudad los recibieron a patadas y salivazos, amenazado por los japoneses. Aun peor fue el desfile que hicieron flanqueados por cientos de picas coronadas con cabezas de chinos. Al llegar a la prisión (Pudu) los metieron, como a sardinas, en habitaciones vacías, donde permanecían días enteros, donde comían, dormían, hacían sus necesidades y morían. Los heridos eran rematados: varios testigos declararon cómo ametrallaron a 135, los atravesaron con sus espadas, los quemaron y sobre los restos pasó un tanque adelante y atrás varias veces. Los prisioneros convivían con serpientes muy venenosas, mosquitos como puños, piojos y moscas verdes sobrevolando y dándose atracones… El hedor debía ser mareante. Y lo de los piojos, insoportable; los desdichados descubrieron que la mejor manera de ‘lavar’ la ropa (no tenían agua) era colocar camisas, zapatos y pantalones cerca de los hormigueros, ya que las hormigas acababan con los parásitos. Y además de las palizas, siempre estaban la malaria, la disentería, las fiebres, las heridas sangrantes, las llagas supurantes, el hambre y la sed y  la falta de cualquier medicina.           

Cuando se los llevaron para construir un tren a través de la jungla el trato no mejoró. Al llegar se les dejó bien claro que conservarían la vida mientras trabajaran, y que cuando no fueran productivos serían fusilados. Muchos prisioneros, desesperados, cuando llegaba el tren se tiraban a los raíles, hasta el punto que a veces las ruedas patinaban; los buitres se daban grandes festines, puesto que al escuchar el silbato del tren se colocaban a la espera del banquete… Los cuerpos (cadáveres o moribundos) eran enterrados a poca profundidad, de modo que a la primera lluvia se iba la tierra y aparecían restos humanos por todas partes, que eran consumidos por los buitres (una vez derribaron uno de una pedrada y se lo comieron sin que lo vieran los nipones). Los heridos y enfermos (todos tenían llagas, úlceras, heridas, desnutrición, enfermedades tropicales) eran amontonados (literalmente) en covachas cercanas para que murieran.  

La lista de masacres, atrocidades y monstruosidades que con toda ferocidad y satisfacción, con todo racismo y desprecio cometieron los ejércitos japoneses en Asia es interminable, y cada una más horrorosa que la anterior. Sorprende que aun haya quien sienta empatía por aquel ejército, por aquella nación que jaleaba la violencia. Ocurrió hace ochenta años. 

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 27 de noviembre de 2022

WILKO JOHNSON, EL GENIAL GUITARRISTA QUE SE REBELÓ CONTRA EL ROCK DE SU TIEMPO Y CONTRA EL CÁNCER


El estilo singular, vertiginoso, de Wilko Johnson produjo un gran impacto tanto entre el público como en músicos posteriores

La noticia era esperada desde hace casi diez años. Wilko Johnson, el genial guitarrista y compositor, sucumbe al cáncer que le fue diagnosticado en 2013. Cualquiera que tenga un mínimo interés en esto del rock & roll habrá disfrutado con el estilo ‘espídico’ de Wilko en sus diversas etapas. Su forma de tocar resulta inconfundible, tanto que en su momento consiguió romper con los viejos esquemas y abrir la puerta a la evolución, al punk y la new wave 

En 2013 le diagnosticaron cáncer de páncreas y le dieron menos de un año de vida. Wilko decidió aprovechar ese tiempo y se buscó y encontró cómplices. Pero un año después le dijeron que la cosa podía no ser tan inmediata si se le extirpaba ese tumor; así, le retiraron nada menos que tres kilos del abdomen y le dieron unos cuantos años más. En fin, podría decirse que Wilko Johnson sobrevivió diez años a su destino. Pero finalmente ha caído. Lo mejor es colocar el ‘Stupidity’ en el plato y subir el volumen. Ahí está Wilko Johnson. 

Wilko Johnson ha sido uno de los guitarristas de rock más fácilmente identificables gracias a sus modos entrecortados, a su estilo electrizante, trepidante, vertiginoso, siempre en el filo de la navaja. Como es sabido, casi nunca utilizó púa, por lo que era capaz de llevar, él solo, el ritmo y el punteo simultáneamente. Siempre dijo que se había inspirado en la técnica de Mick Green, el guitarrista del pionero Johnny Kidd & Los Piratas. Cuando Dr. Feelgood irrumpe en la escena británica, en la primera mitad de los años setenta, el rock estaba un tanto acomodado en el progresivo más indulgente, el sinfónico más pretencioso y el heavy más previsible; pero cuando sale su fantástico primer disco (‘Down by the jetty’) el público se da cuenta de que hay algo más, que se puede hacer algo diferente con las mismas guitarras y baterías. Así, Wilko y aquella magnífica banda de rock & blues desbrozaron y limpiaron de pompa y exceso el rock roll, volviéndolo más lógico, más auténtico, pero sin perder ferocidad, al revés, con más colmillo. Y esta idea de Wilko y los suyos fue aprovechada por el punk y la new wave para dar el siguiente paso en la trayectoria del negocio. 

Entonces, en el 75, cuando apareció el mencionado primer Lp, la prensa especializada catalogó a los Feelgood como ‘pub rock’, un término que a Wilko (a quien describen sus allegados como “un hombre extremadamente inteligente y sensible”) no le pareció nada bien: “Nunca me gustó eso de ‘pub rock’, puesto que no describe un tipo de música sino un lugar, el pub, donde podían actuar bandas de folk, rock, blues, jazz, country…, cada una con su estilo y muy diferentes entre sí”. 

En lo que sí estuvo de acuerdo siempre fue en la convulsión que supuso la aparición de Dr. Feelgood: “Sacudimos al personal, lo hicimos plantearse cosas; éramos mucho más agresivos que los grupos a los que el público se había acostumbrado. En fin, creo que dimos un susto a todos, al público, a las discográficas, a los otros grupos…” 

Con los Feelgood sacó cinco álbumes superlativos (Wilko compuso todas las canciones excepto las versiones de clásicos del rock), pletóricos de energía, de blues-rock hiperenergético, de rock & roll desnudo y guitarrero. ¡Cómo resistirse a la potencia, al vigor, al hechizo del Lp ‘Stupidity’, al trepidante ritmo de ‘Roxette’, al blues incendiario del ‘Back in the night’ o a la energía ilimitada del ‘She does it right’! Luego, en 1977 Wilko Johnson se separó de Dr. Feelgood: “Pero no me fui, me echaron”, declaró el artista, quien añadió: “Dijera la prensa lo que dijera, yo quería continuar en la banda, pero la relación con Lee Brilleaux (cantante) se había vuelto muy tensa; Lee era un tipo encantador, pero las discusiones en torno a las canciones (forma, sonido, autor) llegaron a ser demasiado acaloradas”.  

Para entonces el punk había hecho su ruidosa aparición, y como dijeron entonces, el “rock & roll sin grasa” de los Feelgood era el modelo. “Dicen que hay miles de personas tocando la Fender gracias a Joe Strummer, de los Clash, cierto, pero hay que decir que Strummer se puso a ello gracias a mí; y yo me puse a tocar gracias a Mick Green”. Luego, ya fuera de la emblemática banda, Wilko Johnson se enroló en el grupo de Ian Dury, al que dio un toque de personalidad y carácter; luego inició su carrera en solitario acompañado por el bajista de Dury, el magnífico Norman Watt-Roy. Y luego llegó el cáncer y la sentencia a muerte en diez meses. 

Él recordaba: “En realidad aquella experiencia me condujo a uno de los mejores años de mi vida…, en muchos sentidos. Eso de enfrentarme a la muerte, sentarme cada día a las tantas de la mañana pensando ‘qué mierda, voy a palmar cualquier día’. Esto es algo que hay que experimentar para entenderlo. Pero no todo fueron esos pensamientos, sino que casi siempre estaba de buen humor y con el espíritu alto. En fin, miraba alrededor y me decía ‘estoy vivo y es tan hermoso’. Además, hubo cosas muy divertidas durante el año en que contaba los días que me quedaban: los directos, las colaboraciones, la grabación con Roger Daltrey… Durante un concierto en el festival Fuji Rock noté que todo el público me miraba sabiendo que mi muerte estaba muy próxima, así que pensé que de ningún modo podía equivocarme”.   

Estuvo al pie del cañón hasta el último día. Eso era lo que lo hacía feliz: “Sí, soy un fulano miserable, puesto que los únicos momentos en que soy realmente feliz, absolutamente feliz es cuando estoy en el escenario o en el estudio con la guitarra colgada. Mientras pueda seguir, seguiré. Muchos o pocos, la música llenará los años que me queden”, explicó en 2017. 

Wilko Johnson no fue una estrella del rock (no iba de eso), pero sí una figura imprescindible. Tocó mucho en España, donde siempre se le recordará con admiración y cariño. 

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 23 de noviembre de 2022

CUANDO EL ÁRBITRO YERRA SE CONVIERTE EN LO PEOR DEL DEPORTE

 

Los fallos de los árbitros afectan de modo determinante e injusto al marcador, y suelen producir incontrolables reacciones

En la mayoría de las grandes citas deportivas se producen tremendos errores de los árbitros, los cuales afectan de modo determinante al marcador final. Los fallos arbitrales que más llaman la atención y más controversia despiertan son los del fútbol, pero en casi todos los deportes el marcador definitivo depende de las decisiones arbitrarles. En resumen, muchísimas veces el encuentro deportivo está condicionado por los yerros de los jueces y comisarios 

Cierto que el deporte está muy manipulado por sus directivos, casi siempre codiciosos, inmorales y corruptos (como se comprueba viendo a qué países se les conceden grandes acontecimientos deportivos). Cierto que el dopaje es una trampa que utilizan muchísimos deportistas. Pero una vez comenzado el encuentro deportivo son los árbitros, jueces, referís o comisarios los que tienen la última palabra, por lo que, por lógica, se suceden gruesas equivocaciones. 

Para empezar podría decirse que es preciso tener un tanto de osadía, de soberbia, de vanidad e incluso de narcisismo para erigirse en el encargado de impartir justicia sabiendo que, con total seguridad, va a fallar, con lo que va a decidir erróneamente. Así, el encargado de impartir justicia va a cometer gravísimas injusticias (involuntariamente en el mejor de los casos) que afectarán de modo determinante al resultado final. El árbitro habrá influido (inocentemente tal vez) de manera decisiva en el tanteador, lo cual es una aberración, una manipulación, un fraude, un timo. 

Seguro que ante ese razonamiento hay quien argumenta que también los jugadores se equivocan y fallan, cierto, pero es que son ellos, los deportistas, los que tienen que decidir el enfrentamiento con sus aciertos y sus errores, y en ningún caso las decisiones del juez debe afectar al desenlace; si esto sucede es una estafa, generalmente involuntaria, pero estafa . 

En los campos de fútbol se ven decisiones calamitosas, mucho peores ahora que se cuenta con tecnología, puesto que al final la sentencia tiene bastante de opinión, de apreciación, de subjetividad y, desgraciadamente, de disparidad de criterios (ante idéntica situación hoy se señala una cosa y mañana su contraria); además, cuantos más árbitros más fallos. Pero es que el disparate arbitral se ve en infinidad de modalidades deportivas. En baloncesto y balonmano se sancionan o se dejan de sancionar acciones que llevan al aficionado a preguntarse “¿cómo no habrá visto eso si estaba a un metro?, ¿qué habrá interpretado?”. En un reciente campeonato de atletismo, en la salida de una carrera de velocidad, los jueces dieron salida nula y descalificaron a una participante; ésta reclama, van al vídeo y comprueban que no fue ella la que se movió antes de tiempo, con lo que la recalifican; lógicamente, con la concentración arruinada, esa esprínter quedó muy lejos de su marca y de su expectativa; por tanto, se puede afirmar rotundamente que esos jueces defraudaron, estafaron, manipularon el resultado de la prueba. 

¿Acaso usted no se equivoca nunca?, suele ser la principal alegación que usan los árbitros cuando se les señala lo que perjudican sus desaciertos. A lo que podría responderse que sí, que errar es propio de la persona, pero que no todos tienen el cuajo suficiente para meterse a impartir justicia sabiendo que se van a equivocar y, por tanto, a cometer groseras injusticias. Para esto, para erigirse en juez a sabiendas de que cometerá injusticias, hay que tener ese punto de egolatría, soberbia y narcisismo. 

Alrededor del universo del deporte hay todo tipo de sinvergüenzas, unos están ahí para llenarse los bolsillos (la Fifa, la Uefa, el Coi…) y otros se medican fraudulentamente para ganar (los deportistas). Pero peor que esos sinvergüenzas son los que se sienten capacitados para administrar justicia sabiendo que cometerán graves injusticias y, aunque sea involuntariamente, manipulan el resultado final.  

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 20 de noviembre de 2022

LA PLAGA DE LA ‘CANCELACIÓN’ AMENAZA SERIAMENTE AL ROCK

 

Spotify y otras plataformas han retirado una canción de Patti Smith porque ingluye la palabra 'nigger'

La censura siempre ha estado en contra del rock & roll, entre otras cosas porque la censura representa el poder y lo políticamente correcto, mientras que el rock se identifica con la rebeldía contra lo establecido y contra los poderosos. Por eso la lista de canciones que han sido perseguidas por los censores del buenismo de moda es larga. Por unas cosas o por otras los inquisidores de la corrección siempre encuentran víctimas que llevar a la hoguera. Lo más reciente es la cancelación que ha sufrido una de Patti Smith en Spotify y otras plataformas 

La libertad de expresión está hoy amenazada, amedrentada, reducida. Eso es algo innegable. No se puede hacer un chiste sin que alguien se sienta ofendido (generalmente en nombre de otros), y hay que tener mucho cuidado al escribir una canción (o cualquier cosa) porque algún colectivo podría sentirse aludido. El negocio del rock sufre ese recorte de libertades atemorizado por el ataque de los censores e inquisidores que tratan de imponer su visión del mundo. Más allá de las canciones que hablan de sexo y drogas, la lista negra de las supuestas ‘ofensas’ se ha ampliado. 

El tema ‘Rock & roll nigger’ (1978) de Patti Smith ha sido retirado por Spotify, Apple Music, Amazon…, al considerar intolerable que se utilice el término ‘nigger’, que es una forma despectiva de referirse a los hombres y mujeres cuyos ancestros están en el África negra (¿estará bien así?). Y eso que la canción no va de razas, sino de artistas o personajes tratados con desprecio por la sociedad. Por otra parte, también los Rolling Stones se han visto obligados a retirar de su repertorio el clásico ‘Brown sugar’, ya que podría referirse a una jovencita dulce y de tez oscura, lo que es un pecado mortal para la inquisición biempensante; lo curioso es que hasta ahora siempre se dijo que se refería a drogas, y por eso estuvo varias veces al filo de la censura. 

Cientos de canciones de la historia del rock podrían ser ‘canceladas’ por idéntica razón, ya que los compositores siempre han utilizado términos gruesos, irreverentes y a veces despectivos sin que, hasta ahora, les importara un pepino el azote de los jueces de la corrección. Incluso ha habido casos en que la censura vio intenciones que los autores ni siquiera habían imaginado. 

The Who publicó en 1965 uno de sus grandes títulos, ‘My generation’. Pues resulta que en fecha tan temprana ya existía la figura del ofendidito en nombre de otros: las lumbreras de la BBC entendieron que el característico ‘My ge ge ge generation’ era una burla y una ofensa a las personas que tuvieran problemas de tartamudez. Roger Daltrey debió quedarse pasmado al conocer lo que los vigilantes de la moral habían entendido, puesto que el cantante se había inspirado en el tema 'Stuttering Blues' que John Lee Hooker presentó en 1953 y en el que utilizaba ese recurso. Eso es todo. Como es sabido, el tiempo colocó la canción en el lugar que se merece, para vergüenza de los puritanos. 

Veinte años después Dire Straits publicó otra pieza icónica, el ‘Money for nothing’, que fue un gran éxito y que resiste el paso del tiempo. En el año 2011 el Consejo Canadiense de Estándares de Radiodifusión consideró que no debería permitirse la transmisión de esta canción, ya que en la segunda estrofa  utiliza varias veces el término ‘faggot’, que equivale a ‘maricón’, por lo que varios años después de su aparición el tema fue prohibido en la radio de ese país. La letra explica cómo un ignorante dependiente de una tienda de electrodomésticos mira un vídeo de la MTV y reacciona con ese insulto al ver a los tipos estrafalarios que salen. Es decir, las hordas del pensamiento único tratan de silenciar, de coartar, de achantar, de prohibir… Parece que Canadá se ha erigido en juez absoluto de lo que está bien o mal, en bandera de lo que se permite y lo que se prohíbe. Lo demuestra el hecho de que allí, en el país del Gran Norte, no hace mucho organizaron cancelaciones de obras literarias que incluían quemas de libros al estilo de las Juventudes Hitlerianas. 

Pero aun hay algo peor que la persecución de la libertad de expresión (que lógicamente también tiene sus límites), y es que los propios grupos de rock obedezcan fielmente, mansamente, a los dictados de los gobiernos, de la corrección social, de lo bien visto. Se observa que, desde hace tiempo, grupos de rock, de heavy, de punk incluso, utilizan en sus letras lenguaje inclusivo, patean la lengua con palabros impronunciables del tipo de ‘tod@s’ o ‘chicxs’ y siguen al pie de la letra las corrientes que imponen gobiernos y, en fin, el puritanismo oficial. 

Alguien dijo que si el rock no molesta es que se ha convertido en pop, en canción melódica. 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 16 de noviembre de 2022

JUAN ARGÜELLO, EL LEONÉS CUYA CABEZA INERTE ATERRORIZÓ A MOCTEZUMA

Los aztecas eran un pueblo violento y agresivo al que se enfrentaron los españoles y sus aliados indígenas

 Infinitos episodios de toda clase sucedieron en los años de la conquista de América (a mediados del siglo XVI ya estaba concluida), los cuales fueron protagonizados por personajes que, en mayor o menor medida, conservan su nombre en las páginas de la Historia. El leonés Juan Argüello hizo lo imposible: después de muerto, su cabeza aterrorizó al emperador azteca Moctezuma 

Aunque parezca reiteración, es necesario recordar que cuando llegaron los españoles (hace unos 500 años), los territorios que hoy conforman México estaban en permanente y violentísima guerra de todos contra los aztecas. Éstos venían a suponer alrededor del cinco por cien de la población que habitaba el territorio, sin embargo, habían impuesto una tiranía revienta-pechos y antropófaga al resto. Esa situación explica por qué tantos y tan fácilmente se aliaron con los recién llegados, los tlaxcaltecas, los totonacas, los zapotecas…, que resistían al dominio mexica y cuyos caciques se quejaban continuamente, insistentemente, de la tiranía sangrienta que ejercían los mexicanos. Esta situación de enemistad permanente fue aprovechada por los españoles, que aun así se las vieron en aventuras asombrosas, inverosímiles, increíbles, como la de Juan Argüello, el leonés que, formando parte de la hueste de Hernán Cortés en 1519, peleó hasta su último aliento, siendo su enorme cabeza cortada y luego presentada a Moctezuma, el cual se acobardó al verla…  

Cuenta Bernal Díaz del Castillo que Hernán Cortés dejó una pequeña guarnición de cuarenta soldados, auxiliados por unos dos mil totonacas, en la Villa Rica (Veracruz) mientras él avanzaba hacia México-Tenochtitlán. Al poco, fuerzas mexicas atacaron el puesto, provocando el pánico en los aliados de los españoles, quienes a la primera refriega escaparon gritando aterrorizados; los españoles se quedaron solos y aun así consiguieron resistir. Pero finalmente casi todos murieron, incluyendo el capitán, sólo sobrevivió muy malherido un soldado, el cual iba a ser llevado como trofeo a Moctezuma. El cronista-soldado Díaz del Castillo explica: “Le llevaron un soldado vivo, que se decía Argüello, que era natural de León, y tenía la cabeza muy grande y la barba prieta y crespa, y era muy rebusto (sic) de gesto y mancebo de muchas fuerzas”. 

Hay que imaginarse el aspecto del tal Argüello (con orígenes, seguro, en la comarca de Los Argüellos, al norte de León, la cual está acreditada desde la Edad Media): un tipo alto, macizo, muy fuerte, criado en los rigores y fríos de la montaña con las mejores cecinas y embutidos, con una gran cabeza con pelo alborotado y una negra y frondosísima barbaza. Asimismo es fácil deducir que el angelito, una vez metido en batalla, debía repartir mandobles a diestro y siniestro con una fiereza y contundencia que asustó y asombró a los atacantes (de ahí lo de “rebusto de gesto”). Y tampoco sería disparate especular con que lucharía gritando e insultando… En fin, un enemigo verdaderamente temible. 

Un poco más adelante, el soldado-cronista detalla cómo fue el encuentro entre el gran Moctezuma y el cabezón del leonés: “… y aun le llevaron presentada la cabeza del Argüello, que paresció ser murió en el camino de las heridas, que vivo le llevaban. Y supimos que el Montezuma, cuando se la mostraron, como era rebusta y grande y tenía grandes barbas y crespas, hobo pavor y temió de la ver, y mandó que no la ofreciesen a ningún cu de México”. Es decir, el poderosísimo Moctezuma (al parecer el nombre real era Motecozuma), sentado en su trono y rodeado de muchos caciques, sacerdotes y capitanes, casi se desmaya de espanto cuando le presentaron la inmensa y barbadadísima testa de Argüello, la cual, seguramente, conservaría una expresión de rabia, un acongojante rictus de furia, como si en cualquier momento pudiera recobrar la vida y lanzarse contra todos los que le rodeaban… Por eso el soberano azteca ordenó que no se ofreciese en ningún templo (‘cu’) de su ciudad. 

Y esa es casi toda la información, casi toda la huella que este grandullón  leonés dejó en la Historia. Casiano García publicó en 1946 un interesante estudio titulado ‘Leoneses en América’, en el que compendia los nombres de todos los leoneses (de los que se tiene noticia) que tomaron parte en la conquista. Este autor añade que el cabezón se llamaba Juan Argüello, y dice que “le hirieron muy malamente y le cogieron a tiempo que no podía ser socorrido y así lo llevaron queriendo hacer presentación de él al Emperador y sacrificarlo en sus templos. Aun herido mucho les costó llevarlo, pues sus fuerzas extraordinarias le ayudaron a que se defendiera como un toro de todos los que le rodeaban. Consiguieron atarlo y, aun así, su gesto era tan terrible que les infundió pánico y no se atrevían a mirarlo. Murió por fin de las heridas (...) y le cortaron la cabeza (…) cosa que hicieron los capitanes”. 

Esto es todo lo que se sabe de aquel tiarrón de cabeza desmesurada, espesas barbas y una fuerza de la naturaleza en combate, aquel leonés al que le sobraban riñones, el que impresionó de tal modo a Moctezuma y sus huestes que no se atrevían ni siquiera a mirar su cabeza inerte… Hay que suponer que, incluso sin vida, sus ojos abiertos debían ser ciertamente aterradores, sobre todo para los mexicanos que lo habían visto pelear y, seguro, oído sus desaforados y amenazantes gritos. 

Juan Argüello, español de León, murió en México a finales de 1519. Han quedado para la historia su tremenda figura y su indomable valentía.  

 CARLOS DEL RIEGO

(Actualización de texto de X-2017)

domingo, 13 de noviembre de 2022

DOS CANCIONES ESCRITAS PARA CANTAR CON LOS AMIGOS, ‘WE WILL ROCK YOU’ Y ‘WE ARE THE CHAMPIONS’

 


Dos canciones de Queen escritas para que la gente cantara a coro de forma 'unificadora y positiva'

Acerca de la amistad se han escritos cientos de canciones, algunas de las cuales ya tienen el sello de clásicas (cualquier interesado en el rock recordaría media docena al instante). Pero los Queen no se conformaron con reflexionar o ensalzar la amistad, sino que escribieron esos temas con el propósito de que la cantaran los colegas en grupo, algo así como un ‘Asturias patria querida’ que no exige ser asturiano ni estar bebido, aunque tampoco exige lo contrario. May, Mercury y compañía entregaron ‘We will rock you’ y ‘We are the champions’ hace 45 años, y desde entonces siempre se corean en grandes ocasiones    

Cuando a finales de 1977 apareció ‘News of the world’ Queen ya era una banda aclamada en el planeta del rock. El álbum contenía piezas con espíritu del punk de la época (como ‘Sheer heart attack’) o preciosas lentas como ‘All dead all dead’, pero las que más perviven y resuenan a diario son esas dos que comienzan con el ‘we’, nosotros. Son dos canciones con una intención clara. 

Al parecer, en mayo de aquel año, durante un concierto en Sttaford (Inglaterra), el público cantó durante muchos minutos el ‘You’ll never walk alone’ (Nunca caminarás solo), un tema de un musical de 1945 titulado ‘Carousel’, una melodía con la que el grupo de Liverpool Gerry & the Pacemakers alcanzó el número uno en 1963 y que los hinchas del Liverpool F C adoptaron como himno casi de inmediato. May quedó impactado al ver la unificación del espíritu de los fans al cantar a coro, con lo que propuso escribir algo que fuera “tan unificador y positivo”, algo “para que la multitud cante al unísono”. 

Durante las horas de carretera fueron trazando el irresistible ‘tum tum tá’ de ‘We will rock you’ y terminando los versos de ‘We are the champions’ (Freddie la tenía en la cabeza desde hacía años) que habrían de ser cantados a coro, nunca como solista. Y entre mayo y septiembre de 1977 las compusieron, arreglaron y grabaron. Casi cinco décadas después, esas canciones de apariencia simple, casi esquemática, se han convertido en auténticos himnos y son coreadas tal y como deseaban sus autores (May ‘We will…’ y Mercury, que la escribió pensando en el Manchester United, ‘We are…’), es más, tienen la cualidad de elevar el ánimo de quienes participan en la ‘comunión’ coral. De hecho, según un estudio de unos investigadores de Goldsmiths College de la Universidad de Londres realizado en 2011, el  ‘We are the champions’ es la canción más pegadiza jamás escrita. Por eso, cuando se celebra la consecución de un triunfo en un recinto deportivo es ya casi inevitable que los campeones la vociferen como si su vida dependiera de ello. 

Sí, está claro que Queen tiene muchas, muchísimas canciones con más profundidad artística y mayor mérito creativo, pero es que estas dos fueron creadas para el público, para la gente, para que amigos y desconocidos que se unan en el sentimiento deportivo…, y vale para reuniones de colegas. Evidentemente han traspasado los límites de la cultura rock y se han elevado a cultura popular. ¡Esto sí que tiene valor! 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 9 de noviembre de 2022

LOS ATENTADOS CONTRA OBRAS DE ARTE, ¿SON SÓLO ESTUPIDEZ O HAY ALGO MÁS PERVERSO DETRÁS?

 


Sólo los tontos creen que los grandes contaminadores van a verter menos gases gracias a escenas teatrales de este tipo 

Los activistas-fanáticos del cambio climático han encontrado una forma de llamar la atención: atacar obras emblemáticas de la historia de la pintura (pronto irán a por esculturas, edificios y piezas históricas). Estos atentados contra el arte han conseguido atraer la curiosidad del público, pero también la indignación y la repulsa. Por eso, no sería raro que las provocaciones (ya que esto es lo que son) desencadenaran entre quienes se siente agredidos deseos de pagar con la misma moneda. Han conseguido llamar la atención, pero tal vez las consecuencias no sean las que los activistas persiguen  

Parece una gran sandez  pensar que atentar contra una obra de arte contribuye a la lucha contra la contaminación. Esos actos de provocación que en Europa se vienen sucediendo en los últimos meses de 2022 han despertado mucha más irritación que solidaridad, con lo que las consecuencias de tales actos se quedarán muy lejos de las que en realidad persiguen los agitadores y quienes están detrás de ellos, quienes los financian, les indican los objetivos y les proporcionan todos los medios para su ejecución. Es decir, basta que alguien se sienta agredido por una causa para que, automáticamente, opte por ponerse en contra de esa causa; dicho de otro modo: cuando se quiere imponer una idea por la fuerza es lógico que se generen resistencia y rebeldía, y entonces será muy fácil situarse en el bando contrario para combatir esa imposición; y ello aunque el fin sea deseable. Así, no sería extraño que hubiera quien, impulsado por el mismo espíritu y deseos de llamar la atención, tratara de pagar a los activistas con la misma moneda; por ejemplo, acudiendo a alguna de sus reuniones y lanzarles cubos de sangre y vísceras de cerdo (como en la película ‘Carrie’), o incluso llegar al extremo de consumir y contaminar más a propósito para fastidiarlos. 

Pero la cosa aún tiene más. Algunos expertos y analistas de este tipo de conductas se preguntan si los eco-terroristas (de atentar contra un objeto a hacerlo contra una persona apenas media un paso) pueden estar beneficiando sin saberlo a los productores de contaminación, si no serán marionetas financiadas y manipuladas por las manos de quienes tienen intereses en los combustibles fósiles y en el consumo más descontrolado. No es un disparate, puesto que si el vandalismo contra el arte irrita y repele a tantos, es hasta lógico volverse en contra de esa idea consumiendo más, contaminando más, vertiendo más…, que es precisamente lo que persiguen los que ganan enormes sumas produciendo y vendiendo sin preocuparse por otras consideraciones. Estos oligarcas sin escrúpulos han visto con qué facilidad se engaña y manipula a jóvenes occidentales sin grandes problemas que necesitan enemigos, malos a los que enfrentarse incluso con violencia, y eso de la acción directa contra quienes provocan el cambio climático les resulta irresistible a chavales de posición acomodada y sin mayores necesidades. 

También parece oportuno preguntarse por qué estas ceremonias propagandísticas sólo se escenifican en países europeos, Australia o Canadá, o sea, en lugares donde el estado de derecho permite forzar la libertad de expresión hasta extremos como los vistos. Teniendo en cuenta que China, Estados Unidos, Rusia e India son los causantes de las tres cuartas parte de la contaminación que soporta la Tierra, ¿por qué no se montan escenas de este tipo en esos países?, ¿qué haría el Kremlin si vandalizan en el Museo del Hermitage?, ¿por qué no hay eco-fanáticos que atenten en los museos chinos, indios, estadounidenses o rusos? La respuesta es evidente (e idéntica a la pregunta de por qué no hay manifestaciones contra el machismo en Irán): porque en esos países no habría miramientos, no habría atenuantes y se perseguiría y castigaría duramente a los ejecutores y, si los pillan, a los inductores, que de momento se quedan contemplando cómodamente el espectáculo. 

No parece muy inteligente irritar, crispar e indignar a la población para ganarse su apoyo. Al revés, podría parecer que esos actos vandálicos persiguen lo contrario: que el público se ponga en contra del cuidado del medio ambiente. 

Hasta ahora han sido obras maestras de la pintura las víctimas de los ataques de los fanáticos, pero seguramente continuará la escalada, es decir, podrían fijar sus objetivos en edificios singulares, infraestructuras, fábricas…, hasta llegar a los atentados personales. El fanatismo no sabe de límites morales.   

CARLOS DEL RIEGO

viernes, 4 de noviembre de 2022

MUERE EL ÚLTIMO PADRE DEL R & R, JERRY LEE LEWIS

 


 El rock & roll pierde al último superviviente de los años que lo diseñaron

Ya no queda ninguno vivo, ninguno de aquellos chavales que en los primeros años cincuenta se lanzaron enloquecidamente a una novísima pasión, el rock & roll. Tan nueva era que ellos tuvieron que encargarse de darle forma, marcar esquemas y estructuras, señalar el ritmo, los acordes y ‘riffs’ y, en fin, todo lo que configura el rock & roll. El último de sus padres, el inimitable Jerry Lee Lewis, deja este mundo dejando al mundo del rock huérfano  de pioneros     

Sí, Jerry Lee Lewis era el último superviviente de aquellos años en que el rock no existía y todo estaba por hacer, todo estaba por inventar, todo estaba por imaginar y materializar. Elvis murió en 1977, Little Richard en 2020 y Chuck Berry en 2017, Buddy Holly en 1959, Eddie Cochran en 1960, Gene Vincent en 1971 y Bill Halley en 1981, y pueden añadirse otros pioneros tal vez menos conocidos pero no con menos mérito, como Fats Domino, Roy Orbison o Bo Diddley… Todos están muertos, todos los que vivieron en primera persona el nacimiento de la nación rock & roll viven ya en la memoria y, evidentemente, en sus canciones (acaba de fallecer también uno de los revitalizadores del r&r y el rockabilly de los años setenta, Robert Gordon, que también merece ser recordado). 

Jerry Lee Lewis vivió una vida de auténtico ‘rockero’: en perpetua compañía del  escándalo, con subidas y bajadas vertiginosas, con la ruina económica llamando continuamente a su puerta y con hacienda hurgando para llevarse su parte. Y, como corresponde a los profesionales de este negocio, con el rock & roll omnipresente. Ese rock & roll que surgió cuando el niño Jerry Lee se escapaba para ir a los tugurios más ‘pecadores’  y se extasiara con las actuaciones de los bluesmen negros que, sin saberlo, estaban siendo gasolina para un nuevo motor. Impulsado por su espíritu rebelde y provocador y la música en las venas, Jerry terminó por entrar en la ‘fábrica’ que había montado Sam Phillips en Memphis, Sun Records, en la que compartió estudio con otros nombres que, con el tiempo, comparten con él el sello de la leyenda: Elvis, Carl Perkins, Roy Orbison, BB King, Johnny Cash… El ‘National Endowment for Humanities’, o sea, El Fondo Nacional para las Humanidades (organización de apoyo a las iniciativas culturales, artísticas, educativas… de EE UU) ha señalado que si hubiera que señalar el lugar de nacimiento del rock & roll, sin duda sería Sun Records. 

Cada uno de aquellos fundadores aportó lo suyo, es decir, cualquier aficionado al rock podría enumerar fácilmente algunas de las características de cada uno de ellos sin forzar la memoria. Jerry Lee Lewis es el piano desbocado e impetuoso (tocado incluso con los pies), la melena rubia, los dobles sentidos o el sexo casi explícito (¿qué son las grandes bolas de fuego?), las mujeres (siete veces se casó), la tensión de cada una de sus canciones, el nervio en sus conciertos y el afán por mostrar de qué era capaz (como cuando quemó el piano)…, es muy fácil imaginar y describir a Jerry Lee Lewis. Por todo ello, bien puede decirse que ha muerto el hombre para que perviva para siempre la leyenda. 

Con Jerry Lee Lewis desaparece el último representante de una época mágica, aquella que imaginó y materializó la música rock. Desde entonces el mundo cuenta con un aliciente más, con una forma de vida más. 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 2 de noviembre de 2022

EN EL AÑO 1202 EL REINO DE LEÓN CELEBRÓ CORTES EN BENAVENTE CON PRESENCIA DEL PUEBLO


En el contorno se lee, Adefonsi Regis Legionis Signum. El sello del Rey

El Rey Alfonso IX de León fue el primero de toda Europa que convocó a los representantes de las ciudades a una curia, a unas cortes, junto a la Corona, la Iglesia y la nobleza; fue en 1188, cuando se promulgaron los Decreta. Pero esa convocatoria de ciudadanos no fue una casualidad, como demuestra el hecho de que unos años después volviera a emplazarlos para participar en las Cortes de Benavente de 1202 

Nunca antes en ningún lugar el pueblo llano había tenido representación en uno de esos cónclaves en donde los poderes tradicionales, Corona, Iglesia y nobleza, trazaban las líneas a seguir en el reino. Hasta que el Rey de León Alfonso IX decidió contar con la opinión de los ciudadanos, a los que citó por vez primera a finales del siglo XII en San Isidoro de León. Aquello fue algo absolutamente novedoso, revolucionario: el rey junta a las clases sociales más elevadas con los delegados del pueblo llano. Pero aquella insólita iniciativa en la Plena Edad Media Europea no fue la única en la que Alfonso IX de León dio voz a los pobladores de las ciudades a través de sus representantes. 

Hace 820 años, Alfonso Fernández, hijo del Rey Fernando  II de León y padre de Fernando III ‘El Santo’, volvió a llamar a obispos, nobles y ciudadanos para alcanzar acuerdos que dejaran a todos satisfechos. Se acordaron disposiciones sobre herencias y, entre otras, una ley monetaria que convino a todas las partes. Según un documento firmado por el Rey y que se conserva en el Archivo de la Catedral de Zamora, el 11 de marzo de 1202: “En Benavente, con la presencia de los obispos, de mis vasallos y de muchos de cada villa…”, Esto viene a dejar bien claro que Alfonso tenía presentes a sus súbditos cuando se trataba de concilios, foros, juntas, curias o cortes en las que se promulgaban leyes y disposiciones que afectaban a todos los estamentos de aquella sociedad. De hecho hubo otras cortes, como la que celebró en esta misma ciudad en 1228. 

Alfonso IX Fernández de León consiguió que el pueblo accediera a mejoras económicas y sociales, como el freno que puso a los abusos de la nobleza o el avance en derechos jurídicos que afectó a todos los habitantes del Reino. Muchas otras iniciativas de Adefonsus Rex Legionensis fueron cimiento para obras que aun hoy perduran, como el Estudio General de Salamanca que él puso en marcha y en el que su nieto, Alfonso X ‘El Sabio’, se basó para fundar la Universidad de Salamanca 24 años después de la muerte de el último rey privativo de León. 

Es desconcertante que un personaje que se adelantó tanto a su tiempo en el terreno de derechos y libertades sea tan desconocido por los españoles. Evidentemente Alfonso Fernández de León también tiene sus sombras (no era santo, como su hijo), pero sus adelantadas iniciativas supusieron un gran avance en el contexto de la Plena Edad Media Europea. Nació en Zamora en 1171 y murió en Sarria, hoy Lugo, en 1230, ambas ciudades formaban parte del Reino de León. 

¿Será posible que aquel reino (y aquellos reyes) que tanto dio a la Historia de España haya sido silenciado, tapado, encerrado en una comunidad tan artificial, falsa y fraudulenta? 

CARLOS DEL RIEGO