lunes, 31 de diciembre de 2018

CANCIONES DE GRANDES DEL ROCK QUE RECUERDAN SU INFANCIA La Navidad suele estar asociada a infinidad de recuerdos infantiles, pues casi todo el mundo tiene en su memoria los buenos y los no tan buenos momentos que pasó de niño cuando llegaba esa celebración. Los autores de rock suelen mirar mucho a su pasado cuando escriben sus canciones, de hecho, muchos han dedicado más de una a recordar años infantiles

John Fogerty escribió para los Creedence varias canciones en las que recordaba
su infancia.


Todo el mundo alguna vez (o muchas) ha empezado una frase con un ‘cuando era niño’, y mucho de lo que se cuenta de entonces se sitúa en época navideña, puesto que es a los niños a quienes más ilusión hace la llegada de estas fechas. Por eso se tienen tantos recuerdos de navidades infantiles aunque, en realidad, los buenos y malos recuerdos de la niñez suelen permanecer para siempre en la memoria de cada persona. Canciones de temática autobiográfica abundan en la selva del rock & roll, y dentro de las que cuentan la propia existencia no son raras las que se remontan a los primeros recuerdos, a aquellos años en que aun se creía en los Reyes Magos o Santa Claus.

John Fogerty, líder de los Creedence Clearwater Revival, escribió varios temas sobre sus recuerdos de infancia. Inolvidable es el evocador ‘Born on the bayou’ (‘Nacido en los pantanos’, 1969), que habla de cuando vivía en los pantanos (del sur de Usa) durante sus años de pantalón corto…, y eso que nunca había estado allí; él se imaginó al fantasma de aquellos cenagales que llaman ‘Hoodoo’ y a su padre avisándole: “Mi papá me dijo, no dejes que el hombre te atrape, y haga lo que me hizo a mí. Porque él te atrapará (…). Y aun puedo recordar mi viejo perro ladrando, persiguiendo una aparición por ahí (…) Deseo estar de vuelta en el pantano”. Es, en realidad, un recuerdo inventado, imaginado, falso. También evocó Fogerty vivencias infantiles auténticas en otro de sus grandes títulos, ‘Green River’ (1969), que alude directamente a su infancia; por un lado ese era su sabor favorito de refresco, ‘green river’; por otro, todo el tema es una añoranza del chaval que va de vacaciones: “Muchos recuerdos felices allí. Aprendí a nadar. Había una cuerda colgando del árbol, libélulas, ranas, y la pequeña cabaña en la que nos quedábamos era propiedad de un descendiente de Buffalo Bill”, contó él mismo. Y es que ¿quién no recuerda con felicidad cuando no había cole?

De la niñez se suelen conservar recuerdos, imágenes y momentos relacionados con la escuela. Los siempre gratificantes Supertramp tocaron el asunto más de una vez. Su exitoso ‘Logical song’ (1980) reflexiona sobre cómo la inocencia va dando paso a las preocupaciones y la responsabilidad, de cómo el colegio enseña cosas necesarias, pero nada de cómo es cada uno por dentro; o sea, “nos enseñan cómo hay que funcionar de cara al exterior pero no cómo funciona el interior; recuerdo que al terminar la escuela estaba muy confuso, perdido, no sabía quién era; de todo eso va la canción”, dijo Roger Hodgson. El tema tiene conexión con otra de Supertramp, ‘School (1987), que es un continuo ‘haz esto y no aquello’: “vete a la escuela y aprende las reglas de oro, haz caso al profe cuando te dice que dejes de jugar y te pongas a estudiar. Sé bueno y después del cole jugarás en el parque, pero no te quedes hasta tarde, no seas vago, haz como el empollón”. Sí, la escuela es una de las principales fuentes de recuerdos, por aburrida que fuera y por lejana que esté.

Neil Young también ha tirado de biografía para escribir letras, como en la cadenciosa y nostálgica ‘Helpless’ (abandonado, desamparado, 1970). Ésta toca los primeros recuerdos del canadiense que, como casi todos, son agridulces: el agradable pueblo al que se mudaron, sus problemas de salud, la separación de sus padres…, con versos como “ventanas azules, azules detrás de las estrellas. Luna creciente amarilla. Grandes pájaros volando que arrojan sombra sobre nuestros ojos. Las cadenas están cerradas y atadas a la puerta. Abandonado, abandonado”. La atmósfera, el ritmo, la armónica, la entonación, el texto… todo destila melancolía y sensaciones contradictorias.

Los británicos Inspiral Carpets publicaron en 1990 un tema que trata del recuerdo traumático, de eso que se desearía borrar de la memoria. ‘This is how it feels’ (1990), que tiene una evidente influencia de The Doors, cuenta cómo veía de niño los problemas de sus padres y cómo se sentía: “Esto es lo que se siente estando solo, siendo pequeño y sin que tus palabras valgan nada”. Claro, no todo va a ser dicha y maravilla.  

La incombustible cantante, guitarrista y compositora country estadounidense Loretta Lynn publicó en 1966 el tema ‘Country Christmas’. Aunque lejos de su país no es tan conocida, ha editado más de sesenta elepés y compuesto infinidad de canciones desde 1963. Cuando le encargaron escribir para un álbum de Navidad ella recordó: “Cuando era niña no teníamos dinero, así que papá nos cortaba un arbolito, luego mamá y los niños cogíamos palomitas y las ensartábamos en un hilo, y así decorábamos el árbol; lo mejor era cuando nos reuníamos todos alrededor y cantábamos juntos. Cuando recordé aquellas navidades infantiles supe que no me costaría nada escribir una canción sobre ello; la terminé esa noche y al día siguiente la grabamos”. El trepidante ritmo da un toque alegre y vivaracho a los recuerdos de navidades infantiles: “mamá y los adornos de palomitas, manzanas, nueces y dulces, papá tocando y todos reunidos alrededor del árbol cantando el ‘Noche de paz’. Tendremos una feliz Navidad”. Imágenes nunca olvidadas, como las de todo individuo.
¿Quién no se acuerda de sí mismo disfrutando emocionado aquellas celebraciones infantiles?

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 26 de diciembre de 2018

LA BUENA POLÍTICA UNE, LA QUE BUSCA SEPARAR ES INDESEABLE En épocas navideñas se reparten indiscriminadamente felicitaciones, abrazos y buenos deseos (al menos en las sociedades occidentales). Y aunque algunas veces se hace de modo maquinal, lo más habitual es que el saludo sea sincero y bienintencionado. Lo que está detrás de ese ambiente es, ante todo, una especie de unidad, un sentimiento del que participa casi todo el colectivo social; es decir, esa tradición, este rito se convierte en nexo, en punto de unión que se impone (parcialmente, momentáneamente) sobre otras cuestiones. Es una buena muestra de que la política basada en la cohesión siempre será preferible a la que busca la disgregación

La mala política es la que busca la ruptura y la separación.


Dijo un filósofo de la Grecia Clásica que la buena política es la que une, mientras que la política que busca separar, disgregar, enfrentar, es como una plaga que sólo trae miseria e infelicidad. Es una reflexión plenamente acertada y que muchos (desde políticos a ciudadanos de a pie) deberían sopesar y tener en cuenta. Actualmente se están observando muchas actuaciones políticas cuyo objetivo es desunir. La España actual (XII-18) afronta un problema de desunión: una parte importante de políticos y ciudadanos de Cataluña se ha fijado como principal objetivo, como única meta a la que supeditar todo, la segregación, la separación del resto del país. Estas ansias de alejamiento, estas ganas de división y encierro en la propia tribu son también actualidad en Inglaterra, donde el ideal aislacionista ha penetrado en el sentir de una proporción significativa de la población. En ambos lugares, los que tienen el cisma como bandera buscan el enfrentamiento, intentan culpar de todos los males a los demás, a “ellos”, a la vez que se presenta la división como única solución para “nosotros”.

Son dos casos evidentes y cercanos, pero podrían señalarse otros muchos. Y en todos, en todos, quienes meten el veneno de la separación y el enfrentamiento son los dirigentes políticos, que tienen sus propios intereses como verdadero motor. En realidad, estos gobernantes pretenden hacer y deshacer a su antojo, sin tener que dar cuentas a nadie, y por eso buscan separarse de estancias políticas superiores. De este modo, esos pésimos dirigentes dividen a las personas entre “nosotros” y “ellos”, entre buenos y malos, y mucha gente les compra tan odioso pensamiento. Aunque el contexto histórico y las circunstancias son totalmente diferentes, la metodología es la misma que la que se usó en la Hispanoamérica del siglo XIX, donde los que mandaban (hijos de españoles nacidos allí) no soportaban las restricciones de poder que les imponía la metrópoli, o sea, pretendían no tener que rendir cuentas, hacer y deshacer a su antojo y de modo casi siempre dictatorial (los indios veían los enfrentamientos como ‘guerras entre españoles’; además, las mayores matanzas de indígenas se produjeron después de las independencias).

Lo que buscan los políticos que proclaman la desunión como ideal perfecto, como si fuera la fórmula mágica que curará todas las dolencias de la sociedad y del individuo, es precisamente eso: un territorio en el que ejercer el poder y manejar todo sin verse obligados a dar explicaciones. 

Sí, tantos años después el pensador griego sigue en lo cierto: la política deseable es la que busca unir, amigar, aproximar, mientras que la que trata de aislar, separar, enfrentar resulta verdaderamente odiosa.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 23 de diciembre de 2018

DE TRAICIONES Y ROCK & ROLL Las pequeñas o grandes traiciones son costumbre muy arraigada, de modo que no habrá quien se libre ni de haberlas sufrido ni de haberlas cometido. En el terreno sentimental, cuando hay pasta de por medio o entre amigos, aparecen deslealtades traicioneras, aunque donde más abunda el traidor con todas sus letras es en la clase política (algo evidente en todo momento y lugar). El asunto, claro está, aparece en las letras del rock

John Lennon con Alan Klein antes de que éste lo traicionara.


Eso de traicionar y defraudar confianzas tiene que ser uno de los oficios, costumbres o deportes más antiguos del mundo. En los más altos centros de poder o en los entornos más humildes, en cualquier relación donde se promete fidelidad, la debilidad o el interés se convierten en traición. En la esfera del rock & roll ese tema suele tener a los managers, productores y administradores como grandes judas, aunque también abundan las infidelidades sentimentales, e incluso hay buenos palos contra los traidores con mayúsculas, los políticos.

En la historia del rock son muchos los casos en que el artista depositó su confianza y la administración de sus ganancias en un representante que resultó ser un sinvergüenza, un traidor. Cuando esto sucede los músicos se vengan de los trincones gestores con letras explícitas. En su ‘Steel & glass’ (1974) John Lennon se dirigió sin eufemismos a un manager que le salió rana. Alan Klein fue contratado para llevar las cuentas de los Beatles en 1969 (Paul, que lo conocía, se negó, cosa que fue otro factor de enfrentamiento), pero su gestión no debió ser satisfactoria. ‘Steel & glass’ tiene un tono amargo, el tono de quien se siente traicionado por alguien en quien había confiado y a quien había defendido: “tu madre te dejó cuando eras pequeño, pero desearás no haber nacido (…) tu teléfono no suena y ya nadie te contesta”; versos llenos de rencor, pues la madre de Klein había muerto, efectivamente, cuando era niño. No, Lennon no se andaba por las ramas.

En términos parecidos se expresan Queen en la potente ‘Death on two legs’ (1975). Va dirigida a Norman Sheffield, quien fue manager del grupo y quien no confió en ‘Bohemian rhapsody’. Freddy (siempre volcánico) le dedicó lindezas como “vieja mula descarriada con modales de cerdo (…) deprimente, mala persona, charlatán, aborto, eres el hijo de un cerdo castrado (…) ¿te sientes al borde del suicidio?, deberías probar”. Sheffield, que lógicamente se sintió aludido, demandó al grupo, pero hubo arreglo extrajudicial. Fueran o no justificados los insultos, es evidente que Freddy se sintió traicionado.

El desengaño amoroso es la forma de deslealtad más habitual, también en el mundillo del rock. El tema ‘Whisky  in the jar’ es una tradicional irlandesa versioneada hasta el infinito por todo tipo de bandas, siendo la versión de Thin Lizzy de 1972 la que le dio su forma más reconocible. Va de un bandido irlandés que roba para contentar a su novia Molly, pero ésta no era muy de fiar, o sea, lo traiciona, lo delata, y el enamorado malhechor da con sus huesos en la cárcel. La letra es explícita: “Robé su dinero y se lo llevé a Molly (…) ella juró que me amaría siempre. Pero esa mujer tenía el diablo dentro y me engañó”, de modo que estando borracho, lo pillaron y lo echaron al trullo: “aquí estoy con una bola y una cadena. Pero lo que importa es que haya whisky en la jarra”. Es una forma de decir que el mal de amores se cura, o al menos se olvida, con bebercio.

La amistad traicionada deja siempre profundas cicatrices. Morrisey, cantante de los.Smiths, se sintió rechazado y traicionado por un amigo muy cercano que se enteró de que el cantante era gay. Entonces escribió ‘What different does it make’ (1984), uno de los primeros éxitos de la banda. El propio Morrisey declaró que la música del tema es excelente, pero que la letra es demasiado fácil, “vergonzosa”, y afirmó: “es como si la hubiese hecho Duran Duran”. Hoy no parece tan horrible: “Todos los hombres tienen sus secretos y aquí está el mío (…) Creí poder confiar en ti, y sin embargo empiezas a retroceder. ¿Cuál es la diferencia?, ninguna (…) Ya sabes la verdad sobre mi (…) haces que me sienta tan avergonzado”. Confiar algo tan íntimo a un amigo y que éste te dé de lado debe ser muy decepcionante.

Pero los más traidores, los que más defraudan la confianza en ellos depositada son, sin duda, los políticos, como se demuestra estos días (XII-18). Muchas, muchísimas veces el rock & roll se ha revuelto contra estos embaucadores, profesionales de la mentira y la traición, aunque pocas veces con tanto acierto y desencanto como The Alarm en su ya clásico ‘The deceiver’, ‘el impostor’ (1984). La voz desglosa, de modo muy vehemente, un texto crudo y acusatorio que encaja perfectamente en la descripción de cualquier político, e incluye términos tan descriptivos como impostor o manipulador, y versos como: “tu presunción me pone enfermo (…) eres la codicia y el engaño” (…) tus promesas se van a la basura (…) muerdes las manos que te alimentan”. Sin decirlo explícitamente, se entiende que ese ‘deceiver’, ese impostor mentiroso y codicioso es el dirigente político.

En todas partes cuecen habas y en todas partes hay traición, aunque sólo en las esferas del poder es seguro y general. 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 19 de diciembre de 2018

NERUDA, ROUSSEAU, VERLAINE: ATROCES PADRES DESALMADOS Hace unos días se supo que de momento no se pondría el nombre de Pablo Neruda al aeropuerto de Santiago de Chile ante las protestas de quienes opinan que un tipo que despreció, insultó y abandonó a su hija, y que confesó haber violado, no puede ser distinguido con dicho honor. No es Neruda el único literato que ha ido más allá de los simples defectos de la persona para convertirse en un ser desnaturalizado: Rousseau o Verlaine fueron auténticos criminales con sus hijos

El genial cuadro de Goya es una perfecta descripción del trato que Neruda, Verlaine y Rousseau dieron a sus hijos.


No existe la perfección entre los individuos del género humano, toda persona tiene defectos y comete sus faltas. Pero hay algunos que traspasan los límites de las debilidades humanas y se convierten en auténticos indeseables. Como es lógico, tal cosa se da en todos los ámbitos. Recientemente se supo de la controversia en torno al poeta chileno Pablo Neruda, a quien se iba a honrar dando su nombre al aeropuerto de la capital de este país; sin embargo, las maldades que perpetró en su vida han frenado la iniciativa. Él mismo admitió haber violado a una camarera; se sabe además que fue un maltratador reincidente, y sus propios textos muestran el trato que dio a su hija, Malva Marina, la cual nació con una discapacidad, hidrocefalia; el poeta la rechazó, la insultó y trató con desprecio y, finalmente, la abandonó cuando tenía dos años (murió con ocho). ¿Cómo puede un corazón tan duro y desnaturalizado hablar de amor, de bondad, de los sentimientos más elevados de la persona? ¿Acaso sus versos son el tupido velo que tapa todas sus atrocidades?

Pero no es el de Neruda el único caso de escritor-bestia. El filósofo suizo Jean Jacques Rousseau (1712-1778) puede ser un perfecto candidato para el título de peor padre del mundo. Este elemento, que pasa por ser uno de los grandes pensadores del XVIII, como es sabido, tuvo cinco hijos con una joven lavandera llamada Teresa Levaseur, los cuales, a todos los bebés, a los cinco, se los arrancó de los brazos a la llorosa y suplicante madre y, sin  ponerles nombre siquiera, los echó al hospicio, donde el 95% no llegaba a la edad adulta y los que llegaban se convertían en mendigos alcohólicos. ¿Y este sádico figurón da lecciones de educación? ¿Es posible que semejante bestia tenga aun consideración entre ciertos intelectuales? Voltaire lo caló rápidamente y le dirigió las más violentas y merecidas invectivas, pero él se exculpaba con un ridículo “no puedo trabajar con el ruido de los niños”. El muy hipócrita, egoísta y mezquino (le encantaba presumir en las tabernas de lo que obligaba a hacer a las mujeres), cuando la gente murmuraba por lo que había hecho a sus hijos y a la mujer (“nunca he sentido el menor rastro de amor por Teresa, no tengo nada con ella como individuo”, graznó una vez) alegó que no tenía dinero para mantenerlos, cuando era evidente que dinero no le faltaba (era avaro hasta el extremo); luego trató de disculpar su aberración diciendo que no quería que sus hijos fueran educados por sus abuelos… Un indeseable que se atrevió a decir que él hubiera sido un buen padre, un desvergonzado que escribió ‘Emilio o de la Educación’ y que fue incapaz de cumplir con su obligación. David Hume dijo de él: “Es un monstruo que se ve a sí mismo como el único ser importante del universo”; y Denis Diderot: “falaz, vanidoso como Satán, cruel, hipócrita y lleno de malevolencia”. Pero él tenía otro concepto de sí: “Nunca he conocido a un hombre mejor que yo, con un corazón más amoroso, tierno y sensible”. Un auténtico degenerado cuyos libros no pueden lavar su asquerosa conducta.  

El francés Paul Verlaine (1844-1895) es otro ejemplo de literato pervertido y contrario a cualquier atisbo de humanidad. Este sub- simio pegaba por costumbre a su mujer Matilde Mauté, de 16 años, sin decir nada, sin mediar pretexto o palabra, golpes, palizas, borracho y feroz, puñetazos y patadas; estando embarazada le dio tal paliza que hubiera muerto sin el rápido socorro de los vecinos; en otra ocasión, lleno de ira asesina, cogió al bebé de tres meses y lo lanzó contra la pared. Luego, este ser atroz se enamoró del poeta Arthur Rimbaud y se fue a vivir con él a su casa, con su familia; la cama matrimonial quedó para ellos. Finalmente abandonó a su mujer e hijo (lo mejor que les pudo pasar), y huyó con su amante, quien se llevó todo lo que de valor encontró en la casa. Un año antes de su muerte Verlaine fue proclamado ‘Príncipe de los poetas’, aunque merecía el de la crueldad.

No puede extrañar que Neruda tuviera a Verlaine como una de sus referencias.  
     
CARLOS DEL RIEGO


domingo, 16 de diciembre de 2018

MASCULINIDAD, MACHISMO Y ROCK Se trata de uno de los temas de permanente actualidad en cualquier parte del mundo. Expresiones que hasta hace unos años pasaban desapercibidas, hoy son motivo de indignación para gran parte de la población, que se siente ofendida y denuncia lo que cree que son palabras machistas, misóginas. El rock & roll no se libra de esta circunstancia, de modo que hay ya muchos títulos significados que están señalados. Y también hay canciones en las que se manifiestan dudas sobre cómo ser hombre

The Cure planteó las dudas de lo masculino en su 'Boys don´t cry' en 1979.


Es una de las corrientes más potentes del momento: se buscan y se encuentran indicios, huellas o ‘evidencias’ de machismo, o lo que llaman ‘micromachismos’, en cualquier ámbito. Evidentemente el planeta del rock también se ve afectado por esta forma de entender las cosas. De este modo, hay títulos fácilmente reconocibles en los que ya se ha ‘detectado el crimen’, con lo que inmediatamente se denuncia y se exige su rectificación. Y por otra parte, también existe alguna canción en la que se plantean dudas y desconciertos acerca de lo que significa hoy pertenecer al sexo masculino.

Una de las grandes del country, la malograda Tammy Wynette, publicó en 1968 el gran éxito ‘Stand by your man’ (inolvidable la versión de los Blues Brothers en la película). La letra aconseja a las chicas que se queden con su hombre pase lo que pase. Tammy contó que la escribió en quince minutos y se pasó el resto de su vida (murió en 1998) explicándola y defendiéndola. El caso es que varias asociaciones denunciaron que esa canción presenta e idealiza a una esposa sumisa, obediente y dispuesta a pasar por todo, aunque ella alegó que es “sólo una bonita canción  de amor”. Pero como las ofendidas organizaciones insistían en su protesta, Tammy se veía obligada a contestar: “Es evidente que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos pero no somos iguales; yo preferiría no verme obligada a cavar zanjas, sino hacer algo más femenino. Y me gustan las pequeñas cortesías, como que te enciendan el cigarrillo o te abran la puerta. Lo disfruto, supongo que así disfruto siendo mujer”. Da igual la solidez del razonamiento, pues canción y autora ya tienen el estigma. Ya lo dice el primer verso: “A veces es difícil ser mujer”.

Incluso todo un Premio Nobel, Bob Dylan, es diana del dedo acusador a causa de un par de versos de su ‘Just like a woman’ (1966). Los cargos se basan en las frases “Ella aguanta como una mujer pero se echa a llorar como una niña (…) engañas como una mujer, haces el amor como una mujer (…) pero lloras como una niña”. Eso es todo. Dicen que esa comparación es un menosprecio para las niñas…, claro que si dijera ‘como un niño’ también protestarían por olvidar a las niñas. Cuando se quiere ver algo, se ve.

Los Roling Stones han tenido que lidiar muchas veces con las exigencias de la corrección política de cada momento. En 1966 publicaron su ‘Under my thumb’, que literalmente es ‘bajo mi pulgar’, pero se entiende como ‘bajo mi control’. Varias organizaciones encontraron una posición de dominio del hombre sobre la mujer en frases como: “La chica que me dominaba (…) que me fastidiaba (…) está bajo mi control” (…) la forma en que ella habla es cosa mía”. Cuando llegaron las protestas, Jagger salió al paso: “La idea central del tema es que yo estaba debajo de ella, que ella me estaba pateando, así que lo único que hice fue cambiar las tornas. No entiendo que haya mujeres que tomen eso como algo en contra de la feminidad”. Si tuviera que dar explicaciones de sus letras según el sentir de cada época, el eterno Mick no haría otra cosa.

Los tejanos ZZ Top han sido tachados de misóginos y machistas varias veces. Por ejemplo por su ‘Legs’ (1983), piernas. El autor, Bill Gibons, contó que conducía su coche en medio de un aguacero cuando vio a una chica muy guapa caminando, siguió y al poco dio la vuelta para recogerla, pero ya no estaba: “sus piernas fue en lo primero que me fijé”, recordó Gibbons, quien al no verla pensó “tiene piernas y sabe cómo usarlas”. Esta frase es la idea de la canción y su primer verso, y luego dice “es una especie de jet, intenta quitarse los pantis”. Eso es todo. Varios  grupos protestaron por esos versos y por el vídeo, acusándolos de mostrar a la mujer como un objeto. 

Ninguno de los autores de estas presuntas muestras de machismo o misoginia pensó en ello a la hora de escribirlas, ya que cuando fueron hechas apenas se pensaba en tales conceptos. Sin embargo, llegó un momento en que, planteadas estas cuestiones, algunos autores empezaron a preguntarse cuál debía ser en adelante el rol del hombre, de lo masculino. Un par de canciones presentan estas dudas, estas incertidumbres sobre cómo ser hombre ante las nuevas circunstancias.   

El gran Joe Jackson publicó la magnífica ‘Real men’ en 1982. Es una lúcida reflexión sobre lo que significa ser hombre en el final del siglo XX. Él mismo explicó: “El hombre se ve amenazado en su masculinidad, desconcertado hasta el punto de no saber qué debe hacer. Muchos de los papeles asignados desde siempre al hombre lo asumen ahora las mujeres; muchos conductas típicas del hombre las ejercen las mujeres, con lo que para el hombre todo eso deja de tener sentido”. En la canción Jackson plantea las dudas e incertidumbres que hoy asaltan al hombre: “¿Qué es un hombre ahora?, ¿qué significa ser hombre? (…) ahora todo cambia y tiene que cambiar más. Creemos que todo irá a mejor, pero nadie está seguro”. Incluso va más allá: “Es la hora de tener miedo, de cambiar los planes. No saben cómo tratar a una mujer ni cómo ser un hombre”. Todo el texto es titubeo, desconfianza, temor, dudas acerca de la sexualidad del hombre, de sus relaciones con las mujeres y con otros hombres, de los papeles que hombre y mujer deben asumir, de su posición en una sociedad que cambia constantemente…, de nada está seguro. Más que una canción, parece una profunda reflexión filosófica ante la nueva realidad.

También The Cure en ‘Boys don´t cry’ (1979) consideraron el asunto masculino. Eso de ‘los chicos no lloran’ indica por dónde va la cosa: los hombres no deben mostrar emociones, sobre todo aquellas que puedan ser entendidas como síntoma de debilidad. El protagonista del texto trata de esconder su tristeza cuando la chica se va: “Intento reírme de ello, cubrirlo todo con mentiras (…) esconder las lágrimas, porque los chicos no lloran (…) Rompería a llorar, suplicaría perdón, rogaría (…) pero los chicos no lloran”. El hombre se siente coaccionado por lo que se espera de un hombre y no es capaz de dejar salir sus sentimientos.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 12 de diciembre de 2018

LA POLÍTICA DE APACIGUAMIENTO NO FUNCIONÓ CON EL NAZIONALSOCIALISMO NI FUNCIONARÁ CON EL NACIONALISMO Quienes han de tomar decisiones trascendentes lo hacen, en muchas ocasiones, pensando que cediendo aplacarán al que vocifera y amenaza; sin embargo, con tal política, con cada cesión, el agitador refuerza su postura y se convence más de estar en lo cierto. Así se ha visto en la historia europea reciente y así se ve hoy en España, donde los gobiernos centrales (débiles y pusilánimes) creen que consintiendo y tragando con todo apaciguarán a los cada vez más envalentonados separatistas

El timorato y necio Neville Chamberlain creyó que bajándose los pantalones aplacaría a la bestia, pero fue al revés, la bestia se envalentonó y pasó lo que pasó.


Hay políticos que con el brabucón, con el que amenaza o delinque adoptan una postura firme y toman las medidas oportunas, mientras que hay otros que ceden pensando que es mejor evitar la confrontación aunque haya que consentir ante el que trata de intimidar; y lo hacen pensando que de este modo el agresor se conformará. Sin embargo, siempre sucede todo lo contrario, pues quien busca pelea, al ver que el rival se acobarda, él se envalentona e incluso piensa que cuando el otro cede y trata de apaciguar es que le está dando la razón, o sea, se convence más de que tiene derecho a su exigencia y a ponerse como se pone. La cosa no es nueva, de hecho hay en la historia reciente de Europa (y de España) no pocos ejemplos de dirigentes políticos que optaron por no enfadar al agresor, por transigir para evitar problemas; pero la realidad es obstinada, y cada vez que un político ‘se baja los pantalones’ ante quien amenaza, se verá obligado a volver a meter el rabo entre las piernas una y otra vez, hasta que un día la cesión sea total y ganen los que más gritan, amenazan y usan la violencia. El apaciguamiento muestra inseguridad, miedo, indecisión.

Durante la Revolución Francesa, en aquel parlamento llamado La Convención, los diputados más exaltados, jacobinos, amenazaban e incluso organizaban al pueblo contra sus rivales políticos; entre los moderados o girondinos hubo quien optó por tratar de calmar a los jacobinos, creyendo que así dejarían de perseguirlos. Pero fue al revés: muchos girondinos terminaron en la guillotina (claro que después también acabaron sin cabeza muchos jacobinos).

Unos meses antes del comienzo de la II Guerra Mundial tuvieron lugar los Acuerdos de Munich, por el que los primeros ministros Daladier (Francia) y Chamberlain (Inglaterra) aceptaron ceder a Hitler una parte de Checoslovaquia (los Sudetes) para evitar la guerra. Así, volvieron a sus países muy ufanos y declarando que “Hitler es un hombre razonable”, o que de esa conferencia vendría “paz para nuestros tiempos”. Churchill, contrario a ceder ante el posible enemigo, dijo de Chamberlain que “pudo elegir entre la humillación y la guerra, prefirió humillarse, pero eso no evitará la guerra”. El astuto estadista británico estaba en lo cierto, puesto que al poco de tomar la región de los Sudetes, Hitler se sintió fuerte al comprobar que las potencias occidentales preferían arrodillarse antes que una guerra, así que rápidamente invadió el resto de Checoslovaquia y, antes de un año, Polonia, dando inicio así a la guerra que Winston Churchill había anunciado; además, se mantuvo siempre contrario a concesiones o pactos con la Alemania nazi. Finalmente quedó comprobado que el hombre pegado a un puro tenía razón, de modo que, seguramente, una postura diferente de Inglaterra y Francia en aquella reunión de Munich hubiera cambiado la historia y, tal vez, evitado una guerra.          

Aquí, en España, se trató de apaciguar a terroristas, se negoció con ellos mientras ponían bombas y se les avisaba de redadas…, o sea, se bajaron muchos pantalones para que ‘fueran buenos’. No se consiguió nada, claro.

Y es que el resultado de plegarse a la postura del agresor es siempre el contrario al deseado, pues éste se alimenta de la debilidad del agredido (¿acaso la mujer maltratada consigue mejor trato de su pareja o marido mostrándose sumisa?, nada de eso, lo enfurece más). En la película ‘Mars attacks’ (Tim Burton, 1996), hay una secuencia que demuestra en qué acaba la política de apaciguamiento: el jefe marciano y su séquito se reúnen con los senadores terráqueos para parlamentar, pero repentinamente sacan sus armas y pulverizan a todos los presentes; en medio de la batalla, el personaje interpretado por Pierce Brosnan (el profesor Kessler), esquivando disparos láser se dirige al marciano: “pero señor embajador, esto es una locura, le ruego considere su postura, piense en lo que está haciendo”. Lógicamente, estas palabras de auto-humillación no surten efecto y dicho profesor acaba perdiendo la cabeza.

Con esa postura que adoptan los gobiernos nacionales ante los separatistas se obtendrán parecidos resultados.

CARLOS DEL RIEGO
(Actualización del texto de 20.VI-12)

domingo, 9 de diciembre de 2018

LA POLÉMICA EN TORNO A LA MÁS IRREVERENTE CANCIÓN DE NAVIDAD El avance de la censura es casi imparable. Mete sus narices en todo y nada está a salvo de los censores que protegen e imponen la corrección política, la cual cuenta, además, con la vigilancia constante de miles de voluntarios que están a la búsqueda de algo contra lo que indignarse, algo que denunciar. Hace unos días los nuevos inquisidores la tomaron con una canción de navidad, tal vez la más irreverente de todas las tonadas navideñas, el excelente ‘Fairytail of New York’ (1987) de The Pogues

Kirsty y Shane en el vídeo de este clásico folk-punk de The Pogues. Un día borrarán de él el alcohol y el tabaco.


Resulta que, de repente, alguien (un periodista sin mucho que hacer) cayó en la cuenta de que esta canción, ‘Cuento de hadas en Nueva York’, contenía la palabra ‘faggot’, que en inglés no se refiere al instrumento musical, sino, de modo despectivo, a los homosexuales; en fin, más o menos equivale a maricón. Es curioso que sea ahora cuando se ‘denuncia’ el contenido de esta pieza, ya que apareció hace nada menos que treinta años.

Dicho periodista (un tal Thomas Haynes) exigió que se eliminara esa palabra de la canción por ser un “insulto homófobo” (sería más correcto decir ‘homosexófobo’), es más, juzgó que, en general, toda la letra es “muy mala”; como era predecible, una tropa de irritados retroactivos (con tres décadas de retraso) se han sumado a la indignada legión en las redes sociales; incluso uno de estos centinelas de la corrección clamó contra la canción porque ninguno de los dos cantantes, Shane McGowan y Kirsty MacColl son homosexuales (ella murió hace años), es decir, si alguno de los dos vocalistas fuera homosexual la palabra en cuestión perdería su insultante significado y, por tanto, tendría justificación su uso. ¡Sorprendente modo de pensar!

En la polémica han terciado miles. Unos rasgándose las vestiduras y otros diciendo que no es para tanto. Uno, que se confesaba homosexual, explicaba que no se siente ofendido al escucharla y que el tema ya le aburre. Incluso alguno explicó que ‘faggot’, en jerga irlandesa, significa algo así como holgazán, manirroto.

Llama la atención que los jueces de la corrección sólo se fijen en ese término, pues la letra es ciertamente malhablada, agresiva, insultona. El tema va de un borracho (inmigrante irlandés) que es arrojado a una celda mientras duerme la cogorza, entonces otro empieza a entonar una vieja canción irlandesa y él sueña, evoca, recuerda…, y en su delirio cree escuchar: “Eres un vago, eres basura, eres una vieja zorra enganchada a la droga (…) saco de mierda, gusano, eres un maricón (faggot) de mierda. ¿Feliz Navidad? ¡Para tu culo!. Rezo a Dios para que sea la última para nosotros”. Como puede deducirse, se trata de la canción de navidad menos navideña de todos los tiempos; en realidad es una canción etílica, de sueños rotos, de marginación.

El cantante y coautor de este deslenguado ‘cuento de hadas navideño’, Shane McGowan, entró al trapo y explicó que “utilicé esa palabra porque encaja a la perfección en el personaje, con su forma de hablar, su situación y su carácter; no se supone que tiene que ser una buena persona”; es decir, lo que el borrazhuzo cree escuchar son las palabras que entiende, y serían así, malsonantes, groseras. McGowan se veía obligado a explicar la lógica: “muchas veces los personajes de historias o canciones tienen que ser malvados y desagradables, porque si no, no sería posible contar nada. Jamás pensé en homosexuales ni en insultarlos”. Además, resulta curioso que los inquisidores se sientan ofendidos con el supuesto insulto homosexfóbico pero no con el machista (‘slut’, furcia).

Como este asunto no es nuevo, habrá que preguntare ¿cuántas canciones, cuentos infantiles, novelas, películas, obras de teatro, óperas, cuadros, esculturas…, habría que modificar para evitar palabras o referencias que alguien pueda considerar insultantes!?¿Será necesario recordar que en las historias y narraciones siempre hay un malo que insulta? ¿Y que en el terreno del rock las palabras ofensivas abundan más que las elogiosas? 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 5 de diciembre de 2018

LAS NUEVAS JUVENTUDES HITLERIANAS Existe un número significativo de españoles que están convencidos de que la libertad y la democracia consiste en decir, hacer y votar lo que ellos quieren que se diga, se haga y se vote, de modo que, piensan, quienes discrepen pueden ser legítimamente amenazados, insultados y agredidos

Adoctrinados desde niños, luego estarán dispuestos a todo.


Un joven de 19 años ha sido apaleado en Vitoria por quince valientes que estaban en inferioridad numérica. ¿Su delito?, formar parte de una asociación que, pacíficamente, pedía la unidad de España; terrible pecado que, para esa parte de españoles, justifica cualquier acto en su contra, paliza incluida. Mientras le pateaban la cara entre los quince le llamaban ‘español de mierda’ y ‘facha’…, aunque él ya estaba inconsciente y no oía. Es como si, mientras las ‘Hitlerjugend’, las Juventudes Hitlerianas, aporreaban a judíos y comunistas en las calles del Berlín nazi, acompañaran los palos con gritos de ‘nazi de mierda’ o ‘fascista’. ¿Quién es el nazi?, ¿quién el facha?, ¿el que recibe una panadera por ejercer su libertad de expresión y asociación, o los que se juntan en manada para aporrear a quien piensa distinto? Y eso sin contar la muestra de gran valentía que supone ir quince encapuchados contra uno; es como en la sabana: si aparece una hiena no hay mucho peligro, pero existe riesgo de muerte cuando se juntan quince, sólo entonces son muy valientes.

Tampoco parece muy democrático salir a la calle a insultar, amenazar  y protestar por los resultados de unas elecciones limpias y legítimas. Y es que esto es lo ‘malo’ de la democracia, que a veces surgen grupos políticos con los que se está en total desacuerdo (los buenos resultados de un extremo son la rabia del otro, y viceversa), pero hay que aceptarlo como se aceptó que los que justifican la sangre vertida por los terroristas vascos entren en las instituciones democráticas. En fin, parece hipócrita escandalizarse con la aparición del emergente partido de extrema derecha, aunque no haya cometido violencias o ilegalidades, y callarse o incluso sonreír cuando se impide a otros la elemental libertad de expresión, cosa ocurrida muchas veces cuando los oradores son de ideas contrarias.

Lo que está detrás de las agresiones por causa política o detrás de la coacción y la amenaza a quien expresa otras ideas (amparadas por la legalidad) es el deseo absoluto, irrefrenable y fanático de imponer el pensamiento único. Puede afirmarse que ese deseo de imposición de uniformidad ideológica es lo más fascista que existe, ya que esa tendencia a perseguir hasta la agresión (o la muerte) a quien no esté de acuerdo con ese único pensamiento válido se ha visto perfectamente en todos los regímenes fascistas; en realidad en todos los totalitarismos, ya sean capitalistas o comunistas.

Si por un agujero en el continuo espacio-tiempo hubieran aparecieran un par de escuadras de las Hitlerjugend cuando esa manada de quince valientes vapuleaba a uno, se hubieran unido a los agresores sin preguntar, pues se hubieran reconocido inmediatamente en los modos y números.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 2 de diciembre de 2018

LOS 86 AÑAZOS DEL ARQUITECTO DEL ROCK & ROLL, LITTLE RICHARD Cumple estos días (el 5-XII-18) nada menos que 86 tacos el enorme Ricardito, el gran Little Richard, uno de los inventores del rock & roll. Contradictorio, tornadizo y voluble, luchador, explosivo en escena y dotado con un talento exuberante, parece buen momento para revisar algunos de los momentos clave en la vida del autor de algunos de los más significados títulos de los primeros años del rock

Little Richard, el arquitecto del rock & roll, 86 primaveras.


Su influencia en muchos, muchísimos grupos y solistas de la historia de este género musical es tan evidente que basta con una única, pequeña y significativa referencia: Paul McCartney ha confesado infinidad de veces que todos los ‘uuuuuu’ (y gritos similares) que suenan en miles de canciones de los artistas más diversos tienen una sola procedencia, la de uno de los constructores de las formas definitorias del r & r: Little Richard, de 86 añazos. 

Ya desde su infancia, Ricardito se comportó como un provocador vocacional. Cuentan sus biógrafos que tenía tendencia a guardar sus excrementos y regalarlos a sus familiares. El propio cantante contó que, de niño, guardó “el producto de sus intestinos en una caja” y se lo regaló a una anciana llamada Ola, que era amiga de la familia, por su cumpleaños. Emocionada, la viejecita se llevó el regalito a casa para abrirlo en presencia de sus amigas a la vez que otros presentes. Entonces, mientras el pequeño Richard observaba escondido, la señora abrió la ‘aromática’ cajita y se escuchó un grito de horror seguido de un “¡voy a matarlo!”, aunque el bromista no debió escuchar nada pues estaba ahogado de risa. En otra ocasión guardó las ‘sobras’ desechadas por su organismo en un frasco y lo guardó con los de mermelada de mamá; no se sabe si Ricardito recibió una paliza, pero seguro que a mamá no le gustó.  

El caso es que no todo eran bromas y diversión en la niñez de Ricardito. Cuenta que su cabeza era muy grande y que tenía un ojo mayor que el otro, pero lo que más le acomplejaba era que su pierna derecha era hasta siete centímetros más corta que la izquierda, cosa que hacía que su caminar fuera irregular y sus caderas se balancearan de modo muy notorio; ni que decir tiene que los otros niños se mofaban de él y le gritaban que andaba como las chicas, algo que, lógicamente, le afectaba muchísimo. Su madre pensó que el mejor remedio para que el chaval olvidara sus tribulaciones era la Iglesia, donde el bromista de físico descompensado empezó a cantar… Entonces su vida cambió: el rock & roll ya le había elegido y le estaba esperando.

En todo caso, su infancia y adolescencia no fueron deseables. A Bud Penniman, su padre, le horrorizaba el caminar ‘feminizante’ del muchacho, así como su tendencia a dejarse el pelo largo y sus habituales locuras (con las cortinas de la cocina se hizo un traje), lo cual se tradujo en insultos, menosprecios, malos tratos y golpes hasta la sangre (en una ocasión incuso lo ató). Pero el díscolo muchacho no cambiaba, así que su severísimo padre lo echó de casa cuando tenía 13 años. Sorprendentemente (eran los años 40 en el profundo sur de Usa), fue acogido por un matrimonio blanco que tenía un local con escenario, algo que le atrajo desde el principio. Años después, cuando el artista tenía 19, el padre terrible lo escuchó cantar y quedó asombrado, de modo que, henchido de orgullo, comenzó a apoyarlo sinceramente e incluso prometió comprarle un coche…, pero no cumplió la promesa, pues al poco fue tiroteado y muerto por un amigo de Richard; la cosa nunca se aclaró: al parecer Frank (el homicida) estaba lanzando petardos en un local propiedad de Bud, hasta que éste lo echó a patadas; fuera, Frank empezó a armar jaleo, Bud salió con un arma, hubo un forcejeo, un tiro y un cadáver, el del padre de Little Richard. Este hecho también causó una profunda cicatriz en el joven músico: se quedó sin padre (maltratador, pero padre) y sin su mejor amigo en el mismo instante.

Pero nada podría sujetar ya su talento y explosividad. Con veintitrés años ya conoció el éxito gracias al vertiginoso ‘Tutti Frutti’, cuya letra despertó desconfianza, pues algunos intuyeron mensajes homosexuales: que si se refería al culo de un gay, que si decía algo así como ‘si no entra, no fuerces, engrasa y prueba’. Fuera lo que fuera, era rock & roll volcánico, y Little Richard una estrella. Sin embargo, tampoco le esperaba un camino fácil, ya que otros artistas blancos (Pat Boone o Elvis) versioneaban sus canciones y conseguían más difusión y éxito que él; además, cobraba muchísimo menos por actuación que cantantes blancos que cantaban sus composiciones. Él lo atribuyó siempre al racismo que impregnaba aquella sociedad: “Si es un blanco se le dice rey del rock & roll, si es un negro se dice ‘autoproclamado’ rey del r & r”, explicó él mismo al respecto.

Además, las drogas y el sexo. Confesó haber consumido “religiosamente” ‘polvo de ángel’ (PCP), heroína, maría y, sobre todo, cocaína; de hecho se definió como “el niño con la nariz brillante”, aunque, cuentan, su napia era más bien roja, tanto que al sonarse le salía “sangre y carne” (declaró él). Tampoco tuvo empacho en reconocer que era adicto al sexo: con chicas o chicos, en grupo, en solitario (una vez presumió de haberse ‘auto-satisfecho’ ocho veces en un día) o mirando cómo sus novias se lo montaban con otros…; claro que hay quien dice que ‘menos lobos’, y que todo no eran más que alucinaciones de drogadicto.
Todo eso chocaba estrepitosamente con su educación religiosa; en su familia había varios predicadores, respiraba desde niño creencias religiosas y las tenía muy arraigadas. Por eso consideraba ‘antinaturales’ sus relaciones homosexuales, pero sólo cuando se imponía su yo piadoso. Así, un día decidió abandonar los escenarios y buscarse en la Iglesia, pero la cosa no funcionó y volvió a la música. A mediados de los setenta prometió prestarle dinero a uno de sus hermanos, aunque en lugar de cumplir la promesa se gastó la pasta en drogas, sexo y fiestas; su hermano murió y él se sintió tan culpable que volvió a abandonar la música, el sexo y los vicios, de modo que estuvo unos diez años apartado del mundanal ruido para dedicarse a predicar. En 1985 sufrió un gravísimo accidente (tuvieron que sacarlo del coche con herramienta industrial); el médico le dijo que estaba vivo de milagro (desde entonces arrastra serios problemas de salud) y él se lo tomó al pie de la letra, pues explicó que gracias a que llevaba una vida dedicada a Dios y alejado de vicios, éste le había permitido seguir vivo. Hasta que poco después volvió a rectificar, volvió al rock & roll y se reconcilió con su sexualidad. Esos vaivenes se han repetido cíclicamente a lo largo de su vida.

Como él mismo dice: “El rock & roll es algo que yo creé. Es todo lo que sé hacer, no sé hacer otra cosa. No soy un predicador, sólo un viejo cantante de rock & roll”. ¡Y por muchos años, Ricardito! 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 28 de noviembre de 2018

ISLEÑOS SIN CONTACTO CON EL EXTERIOR MATAN A UN VISITANTE: ¿ESTARÁN AISLADOS PARA SIEMPRE? Una impactante noticia ha dado la vuelta al mundo de titular en titular: un joven fue asaeteado hasta la muerte por intentar acercarse a los habitantes de una isla del Océano Índico al este de la India, los cuales apenas han mantenido contacto con el exterior y atacan a todo el que se acerca. Más o menos así es la cosa, la cual plantea abundantes preguntas


Parece un imposible que las poblaciones sin contactar se mantengan en su aislamiento para siempre.

Ese ingenuo que fue a hablarles de paz y amor no es el primero en caer bajo las iras de estos indios hostiles. Hace unos diez años liquidaron a dos pescadores y también atacaron a los tripulantes de otro barco que naufragó allí mismo, y seguro que hay más casos desconocidos. Lo curioso es que quienes defienden esta postura aislacionista afirman que no son hostiles (¿) y que lo único que hacen es decir “dejadnos en paz”; entonces, parece oportuno preguntar si cuando llegan a occidente indios, africanos, asiáticos o de cualquier procedencia, ¿sería justo recibirlos del mismo modo y repetirles ese ‘dejadnos en paz’? ¿Las exigencias morales que sirven en una dirección no sirven en la contraria, o sea, no hay que pedir reciprocidad? ¿Acaso una cultura tiene superioridad sobre otra? También afirman los expertos y antropólogos que actúan así porque saben qué les espera fuera de su isla, pues conocen lo ocurrido con otras sociedades parecidas…, algo que vuelve a plantear preguntas, ¿cómo sabrán qué hay fuera si nunca ha salido nadie y vuelto para contarlo?, ¿cómo se habrán enterado de lo sucedido con poblaciones parecidas si no permiten que nadie se acerque?, ¿alguien sabe hablar su lengua?

El caso es que no dejan de surgir preguntas en torno a este asunto. ¿Alguien piensa que estos colectivos van a quedarse aislados para siempre?, ¿es eso posible? En este sentido, también caben otras cuestiones: los que maldicen el descubrimiento de América ¿acaso piensan que el continente iba a permanecer incógnito y aislado del resto del planeta, como los habitantes de la isla Sentinel del Norte?

Dicen los expertos que cuando ellos lo deseen saldrán de su isla. En este caso, ¿es obligatorio recibirles con los brazos abiertos o sería lícito pagarles con la misma moneda?, ya que si ellos no permiten que el resto del mundo se les acerque, parece lógico que el resto del mundo, llegado el momento, adopte idéntica postura. En otras palabras, ellos se arrogan el derecho de no permitir la entrada en ‘su’ mundo, pero cuando ellos lo deseen, también se arrogarán el derecho de exigir que el ‘otro’ mundo los acoja. En cualquier caso, más tarde o más temprano, esa separación no podrá sostenerse.  

También parecen oportunas otras consideraciones; por ejemplo, la Declaración Universal de los Derechos Humanos acoge a todos, a todos los seres humanos, por tanto, si se exige respetar el deseo de esa población se les están negando esos derechos (seguro que sus conductas son contrarias); además, seguro que en otros aspectos sociales seguirán en el Neolítico; por otro lado, ¿a qué cultura, pueblo, nación o colectivo se le da legitimidad para matar a quien se le acerque?. Asimismo, no es disparatado pensar que la isla puede convertirse en objeto de deseo de toda clase de aventureros y amantes del riesgo y la adrenalina.

En realidad hay otras poblaciones que están sin contactar o casi en la selva amazónica, en Papúa y en otros lugares, pero al igual que los pobladores de Sentinel del Norte, no van a poder mantener su segregación indefinidamente, ya sea porque la civilización terminará por llegar, porque un día los recursos sean insuficientes, por la codicia de occidentales sin escrúpulos, porque alguno de sus miembros sienta curiosidad por lo que hay un poco más allá o porque un náufrago les contagie una enfermedad que acabe con todos (que al parecer  en Sentinel apenas son unos cientos de individuos). De un modo u otro, el tiempo acabará con ese aislacionismo.

Lo que subyace detrás de la posición de los que defienden a la tribu aislacionista es un complejo de superioridad: “como nosotros somos superiores tenemos que permitir que ellos, inferiores y retrasados, mantengan todas sus costumbres”, aunque vayan en contra de la lógica, del transcurrir del tiempo, de la evolución del pensamiento. Es como si se defendiera la costumbre de la ablación para las niñas o la obligación de casarlas con quien el padre diga.

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 25 de noviembre de 2018

GRANDES ÉXITOS ESCRITOS EN UNOS MINUTOS Algunos artistas tardan meses, años, en terminar su obra: la retocan, la modifican y nunca quedan satisfechos. Otros, sin embargo, hacen lo contrario, se limitan a materializar inmediatamente lo que se les ocurre (un caso que todos conocen es el de Mozart, que nunca corregía ni arreglaba sus partituras). En el universo del rock & roll se dan los dos extremos, de modo que existen canciones que necesitaron muchos retoques y modificaciones para que todos quedaran satisfechos; pero también hay otras que surgieron de un chispazo, casi instantáneamente, y curiosamente se convirtieron en éxitos fulgurantes

Escribir el irresistible 'Rock & roll' sólo llevó media hora a los componentes de
 Led Zeppelin.


Para la gran mayoría de los mortales eso de componer una obra musical es algo impensable, ni aunque se trate de una simple canción con texto y partitura, con su estribillo y su estrofa. Es muchísimo más difícil de lo que parece. Y eso que, ciñéndose a ese sistema solar llamado rock & roll, existe la ventaja de que no hay reglas de funcionamiento ni sus ‘cánones’ tienen que ver con cualquier otro género musical ni aún artístico. Por eso, se han dado casos de canciones que apenas necesitaron unos minutos para ser concebidas y, por el contrario, no dejan de sonar por más años que pasen. Por ejemplo…  
Una pieza emblemática y tremendamente evocadora de una época es ‘San Francisco’ (1967). John Phillips, de The Mamas & The Papas, formaba parte de la organización del festival Monterey Pop (uno de los primeros) y alguien debió sugerirle que podía hacer una canción que sirviera como himno del ‘hippismo’, como una especie de reclamo para que la juventud estadounidense se pusiera en camino hacia la capital del movimiento hippie. Así, Phillips se sentó con papel y lápiz y en menos de media hora tenía la canción hecha para voz y guitarra. De unos minutos de inspiración surgió un himno, una ilustración perfecta de un momento del siglo XX. 

Black Sabbath estaba grabando su segundo álbum, ‘Paranoid’, en 1970. En menos de tres días lo tenían todo terminado, pero faltaban unos minutos para completarlo, así que hubo que ponerse a idear otra canción  Se cuenta que mientras Tony Iommi probaba un riff de guitarra, el bajista Geezer Butler y Ozzy Osbourne escribían los versos apresuradamente. Unos veinte minutos después ya la estaban ensayando en el estudio, con Ozzy leyendo la letra mientras cantaba. Lo que iba a ser un tema de relleno se convirtió en el mayor éxito de grupo y uno de los primeros emblemas del rock duro.

La trepidante ‘Rock & roll’ (1971) de Led Zeppelin también apareció como un chispazo. Estaban escuchando blues cuando Jimmy Page empezó a hacer un sencillo riff sobre el que se construyó gran parte de la estructura; John ‘Bonzo’ Bonham, que estaba malhumorado por las esperas, se arrancó con un ritmo que parecía no pegar bien con el resto, un ritmo basado en el comienzo del tema ‘Keep a knockin’ (1957) de Little Richards. Pero al combinar todo, la cosa funcionó. En total, alrededor de media hora (grabarlo ya fue otra cosa) de inspiración y un clásico incontestable.

Uno de los mejores grupos de heavy en su más estricto sentido es Uriah Heep, que en 1972 publicó su poderoso ‘Easy Livin´’. Cuenta sus autor, el teclista y guitarrista Ken Hensley, que aquel año, después de pasarse días y días trabajando intensamente en el estudio, compartían un taxi de vuelta a casa; hablaban de que el público pensaba que los músicos de rock llevaban una vida fácil y regalada, que llegaban a un sitio, tocaban un rato y ganaban millones. Cuando bajó del taxi, las palabras ‘vida’ y fácil’ bailaban en la cabeza de Hensley, de modo que al llegar a casa se puso a escribir y, en apenas quince minutos, lo principal, la letra y la música, estaban hechas. Tantos años después no ha perdido su arrollador encanto (un recuerdo para el bajista Gary Thain y sus vertiginosas líneas de bajo, el cual murió cuando tenía…, sí, 27 años).  

Cuando el guitarrista de REM, Peter Buck, aprendía a tocar la mandolina repetía una y otra vez un riff, luego, al escucharlo, pensó que de ahí podía salir una canción, de hecho, cuenta que casi instantáneamente se le ocurrió el coro; luego les puso las grabaciones a los demás y en apenas 10 minutos el tema estaba escrito; “cuando al día siguiente la escuché, me di cuenta de que casi todo eran las escalas que yo practicaba”, dijo Buck. La canción sigue siendo uno de sus títulos de referencia, ‘Losing my religion’ (1991).

Según el propio David Bowie, la maravillosa ‘Life on Mars’ (1971), fue fácil de hacer. Estaba en un parque y se le ocurrió una tonadilla, caminó para tomar un autobús con la musiquilla insistiendo en su cabeza, llegó a casa e inmediatamente se puso al piano y “al final de la tarde tenía terminadas la letra y la música”, explicó él mismo (posteriormente Rick Wakeman y Mick Ronson le proporcionaron sus increíbles adornos). Parece fácil, pero hay que tener un talento desbordante para hacer tal cosa.

Y aunque no consta cuánto tardaron Ramones en escribir su primer disco, seguro que fue incluso menos; por ejemplo, el tema ‘No quiero salir contigo’ sólo tiene dos versos, el título y ‘entonces por qué tú quieres salir conmigo”, un par de acordes y listo; no parece que esto llevara mucho tiempo; el resto de las canciones sigue más o menos esos parámetros. Según su manager Dany Fields, el disco se grabó en una semana y costó unos seis mil dólares, aunque “podía haber costado seiscientos”. Son destellos fugaces, pero deslumbran.

Dicen que Led Zeppelin tardó un año en terminar su impactante ‘Starway to heaven’, pero las leyes del rock permiten hacerlo muy bueno con mucho menos.

CARLOS DEL RIEGO