miércoles, 29 de junio de 2022

LA HIPOCRESÍA IDEOLÓGICA

 

Sorprende que apenas haya habido declaraciones de asociaciones feministas contra el trato dado a la jugadora Brittney Griner en Rusia

No hay día en que los medios de comunicación no informen de algún suceso relacionado con asuntos feministas, racistas o sobre homosexualidad. Uno de los últimos ha sido el supuesto insulto racista del antiguo piloto de Fórmula 1 Nelson Piquet, quien se refirió a Lewis Hamilton como ‘neguinho’, negrito. Los adictos a la corriente dominante han puesto el grito en el cielo por tan criminal calificativo, pero se callan ante hechos y situaciones infinitamente más violentas y sangrantes

Un rasgo típicamente humano es la contradicción, la incoherencia, puesto que la persona casi nunca es monolítica; al contrario, es muy habitual en la persona mostrar caras opuestas. Lo reprochable es la hipocresía de acusar en unos casos y en otros idénticos hacer la vista gorda, es decir, valorar el mismo hecho en función de raza, sexo, orientación sexual o ideología política. En el mundo occidental abundan las criaturas que no ven problema en decir una cosa y hacer la opuesta, por ejemplo cuando uno habla continuamente de la lucha contra el cambio climático mientras viaja por todo el mundo en aviones muy contaminantes.

Gran revuelo ha causado, sobre todo en los ambientes deportivos, la calificación de ‘neguinho’, negrito, con que el ex campeón Nelson Piquet se ha referido al piloto de F1 Lewis Hamilton. Los inquisidores más extremos se han rasgado las vestiduras y llenado las redes sociales de insultos y amenazas. Sin embargo, ante hechos del mismo jaez pero muchísimo más preocupantes mantienen un sorprendente silencio.

Así, los que se indignan con palabras y expresiones ‘micro-racistas’ y ‘micro-machistas’ parecen no enterarse del ‘macro-racismo’ y ‘macro-machismo’ legal de los países musulmanes, como Qatar, donde han muerto miles de indios, malayos o indonesios por las pésimas condiciones laborales que han tenido que soportar al construir los estadios para el mundial de fútbol. En este país, como en todos los islámicos, la mujer es poco más que un animal, sin derechos ni libertades. Igualmente, en el mundo musulmán se prohíbe la exhibición de la bandera arco iris, y cualquier expresión o muestra de homosexualidad puede ser castigada incluso con la muerte. Sin embargo, por sorprendente que parezca, los colectivos y asociaciones que tanto gritan aquí contra el racismo, el machismo y la persecución de la homosexualidad, se mantienen en silencio, en cómplice silencio ante actos extremadamente machistas, racistas y homófobos. Es difícil entender tal contradicción.

Similar es lo que ocurre con las dos deportistas desaparecidas-secuestradas por los gobiernos de China y Rusia. La tenista Peng Shuai denunció abusos de un ex alto cargo político chino, lo que le acarreó la desaparición de escena y unas reapariciones dudosísimas en las que se retracta; es evidente que la ex jugadora ha sido represaliada y, seguro, privada de libertad y de cualquier tipo de derecho. Algo parecido sucede con la jugadora estadounidense de baloncesto Brittney Griner, a la que ‘encontraron’ (¿) un par de frasquitos con hachís cuando volvía a Rusia para reincorporarse a su equipo (la detuvieron una semana antes de la invasión de Ucrania pero no lo comunicaron hasta un mes después…); lleva meses en prisión preventiva y la amenazan con diez años de cárcel. Se trata de dos casos de machismo extremo (además, Griner es homosexual) a los que los siempre exaltados movimientos feministas no les han prestado el mínimo caso porque los actos machistas vienen de un país comunista y de otro que lo fue. Es surrealista mostrar un gran enfado por una palabra machista y quedarse indiferente ante situaciones tan sangrantes como la de la tenista y la baloncestista.

Lo peor es la postura cómplice que sobre el ‘caso Oltra’ han adoptado los partidos políticos que llevan la lucha contra el machismo en su bandera. Esta alto cargo del gobierno valenciano ocultó y silenció el abuso cometido por su marido (luego ex) sobre una menor tutelada. Pero por increíble que parezca, no sólo no fue afeada su conducta, sino que la señora en cuestión fue apoyada y homenajeada por sus compañeros de partido e ideología. Esto significa que el partido y la ideología no son verdaderamente feministas y anti machistas, sino que sólo lo son cuando el acusado o acusada no son de los suyos. Esto es, más que incoherencia, pura hipocresía ideológica.

Y hay situaciones y casos parecidos cada día en todas partes. Hace unas semanas se supo de un musulmán que tiroteó al azar a los clientes de un bar gay en Suecia, pero apenas ha tenido atención por parte de colectivos LGTBIQ+ (sería más fácil TMH, todo menos hetero), puesto que el criminal no es un blanco cristiano. Más recientemente, un jugador senegalés de fútbol del PSG se negó a jugar con una camiseta que exhibía los colores arco iris alegando ‘motivo personal’, y no jugó; sin embargo, no ha sido vapuleado en las redes sociales, porque es africano subsahariano (en fin, negro) y si alguien se mete con él corre el riesgo de ser tachado de racista.    

Sólo los tontos ignorantes no están en contra del machismo, del racismo y de la persecución de la homosexualidad, pero si eso se lleva como bandera, lo lógico y coherente es reaccionar más duramente, más enérgicamente cuanto más evidentes y crueles sean los casos, no al revés.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 26 de junio de 2022

LOS PRIMEROS FESTIVALES DE ROCK EN ESPAÑA. EL ENROLLAMIENTO DE LEÓN

 Algunas imágenes del enrollamiento de León


Así recogieron la noticia algunos en Burgos

Corrían los últimos meses de los cuarenta años. La música rock ya llevaba tiempo intentando asomar la cabeza aunque sin salir de los círculos más subterráneos e incluso marginales. A pesar de todo, de la falta de locales, de la escasez de material, de lo extraño que entonces sonaba lo de ‘concierto de rock’, éste era ya algo imparable también en aquella España

El primer verdadero festival de rock fue el de Burgos, en 1975, y poco después el de Canet, ambos antes de la muerte de Franco. Y el año siguiente se celebró el ‘I Enrollamiento Ciudad de León’. Fueron los primeros festivales, los que abrieron las puertas a los muchos que hoy se esparcen por todo el país. Casi medio siglo hace de aquello.  

En el verano del 75 se organizó el ’15 Horas de Música Pop Ciudad de Burgos’, que concentró en la plaza de toros a la mayoría de los grupos españoles que luchaban para hacerse ver y oír en un entorno poco favorable (como corresponde al rock & roll). Fue como el Woodstock español. En aquel maratoniano concierto imperó, ante todo e incluso por encima de la música, el buen rollo; la gente deseaba transmitir su ansia de libertad, comunicarse con el que estaba al lado y demostrar (tal vez sin saberlo) que ya se había asimilado el espíritu hippie, aunque con retraso y sin entender muy bien aquello de ‘haz el amor y no la guerra’ (sobre todo por lo difícil que era lo primero). El caso es que estaba naciendo una nueva forma de entender la música. En la escasa y casi subterránea prensa especializada se hablaba del ‘rollo’ (y a veces del ‘rrollo’) para referirse al ambiente del rock español, y por eso a algunos de aquellos primeros festivales se les llamó ‘enrollamientos’. El de Burgos presentó una amalgama heterogénea de grupos de rock, cantantes de ‘nova cançó’, cantautores protesta y bandas del más diverso pelaje, grupos como los sensacionales The Storm o los inigualables Burning, los casi olvidados Traidor, Inconfeso y Mártir, y la Companyia Eléctrica Dharma, Tílburi, Gualberto, Iceberg, Tartessos y otros. La prensa de la época seguía viendo el asunto como una plaga: “La invasión de la cochambre”, tituló La Voz de Castilla.

Pero lo mejor de aquella singular concentración es que abrió puertas. A partir de aquel momento se sucedieron citas similares, con muchos grupos en escena y con miles de jóvenes que querían compartir gustos musicales y aquel sentimiento fraternal que, ingenuo, impregnaba a todos los que se dejaban el pelo largo. El ‘rollo’ estaba asimilado.

Poco después (aun antes de la muerte de Franco) se organizó el ‘Festival Canet Rock’, que congregó a grupos y solistas del momento, muchos de ellos con propuestas reivindicativas y trasfondo político. Allí se reunieron alrededor de 40.000 jóvenes para ver a la Dharma, Sisa, Pau Riba, Oriol Tranvia, Granada, Toti Soler, Atila, Triana, Secta Sónica y algunos otros.

Y en el verano de 1976 se celebró el ‘I Enrollamiento Ciudad de León’. Fue en el palacio de los deportes y gracias al mismo organizador que el de Burgos, el inefable José Luis Fernández de Córdoba, todo un personaje sin el cual la explosión del rock en la España de los setenta no hubiera sido igual, incluso seguro que se hubiera retrasado. Un diario de León señalaba con grandes titulares “Capital de la mugre”, aunque el otro decía “León, capital del rock” para referirse a la celebración del gran concierto. Pero no hay que mirar el primer titular como algo extraño, puesto que la mayoría de los bienpensantes de la época asimilaban rock y suciedad, pelo largo y dejadez, juventud y drogas…, por no hablar que a muchos de los afines al rock se les tachaba, inmediata y despectivamente, de rojos.

Muchos amigos del buen rollo se llegaron a León desde muy diversas partes de España, pues un acontecimiento de este tipo era totalmente novedoso y atraía cantidad de gente. Si no totalmente lleno, el pabellón registró muy buena afluencia. Fulares, pantalones de pata de elefante, botas camperas, camisas estrechas…, y humo, mucho humo, cirros, cúmulos y nimbos sobrevolando la pista del recinto a medida que transcurría la tarde. Sí, gran parte era tabaco, pero también se olía el ‘costo’. Se perpetraron pequeñas transacciones y trapicheos, pero lo más abundante era una especie de intento de concelebración, con mucho “no tendrás una china”, “¡que corra, que corra!” o incluso el desesperado “¡eh, no tengas tanto cuello!”, pero todo ello de un modo muy natural, con muy “buen rollo tío”. Al día siguiente aquel diario decía que en el pabellón sólo había “... ruido, mugre, sudor, humo y desmadre”. Tenía razón en lo del humo, puesto que el interior del recinto era una inmensa nube.

Actuaron los grupos de rock punteros de la época, como los catalanes Iceberg, los sevillanos Triana (que estaban presentando el novísimo flamenco-rock), los cántabros Bloque, los madrileños Asfalto y Brakamán, y Atila, Coz, Pau Riba, Iceberg, Flamenco y la neoyorquina Nico (los grupos eran los que había, por lo que los carteles de cada festival se parecían bastante). Exótica fue la presencia de Nico, quien fuera integrante de los legendarios Velvet Underground de Lou Reed y que resultó un cuerpo extraño en el cartel, ya que lo suyo no era rock ni nada que se le pareciese. Salió a escena en solitario y empezó a cantar con su voz melancólica y un tono monocorde, casi sin acompañamiento; aquello no era lo que el público esperaba, así que se olvidó el buen rollo, el ambiente amistoso, cordial y cariñoso y empezó a silbar y gritar hasta que, afortunadamente para ella, alguien ‘ayudó’ a la rubísima cantante a dejar el escenario. Tras ella volvieron los grupos de rock para regocijo de aquella ‘cochambre’ que había invadido León. Hubo algún detenido, unos cuantos que se colaron y alguna pequeña trifulca, todo leve y previsible.

Y también se recuerda que, casi siempre, el sonido era infame. Aun así, para los que estuvieron en alguno de aquellos primeros festivales del rock será imposible sujetar la nostalgia cuando recuerden...

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 22 de junio de 2022

LA ESTUPIDEZ IDEOLÓGICA Y TOTALITARIA A LA QUE LLAMAN CORRECCIÓN POLÍTICA


Para interpretar a un enfermo terminal debieron contar con un verdadero moribundo, según la ideología de la corrección ignorante

El célebre actor estadounidense Tom Hanks ha declarado que hoy no se hubiera atrevido a encarnar a un homosexual, como hizo en la película ‘Philadelphia’, porque ese papel debería estar reservado a homosexuales. Es otra muestra más de que la corrección política se está transformando en pura inquisición, en una censura violenta y totalitaria que, seguro, no se quedará ahí, sino que irá robando más y más libertades. Es una especie de pandemia

Ya hace tiempo que los adalides de la corrección política se han convertido en activos miembros de la Inquisición a la caza de de herejes y herejías y, en fin, a todo el que se salga de los cánones que impone su ideología, para señalarlos, juzgarlos y condenarlos. Y lo peor es que este maremoto de represión se lleva por delante la inteligencia, la razón, la realidad, como demuestra el hecho de que el propio actor Tom Hanks se autocensura y se incapacita a sí mismo para interpretar un personaje.

Ahora resulta que, en el cine o el teatro, sólo puede hacer de homosexual alguien que realmente lo sea…, y eso que en el cine o en el teatro nadie hace de sí mismo (salvo casos excepcionales y muy concretos), es decir, ningún actor es pistolero del oeste, ni legionario romano, ni mafioso. Sin embargo, la nueva corriente exige que el papel de homosexual sólo pueda interpretarlo un homosexual; ¿habría que demonizar a Rock Hudson por hacer papeles de galán hetero siendo homosexual? Lo que pretende esta corriente totalitaria es que el actor sólo pueda interpretar lo que es, de igual modo que en el cine el caballo, el perro o el gato sólo hacen de caballos, perros y gatos. Esta corriente es la misma que exige que los libros de una poetisa negra y activista sólo puedan ser traducidos por una mujer negra y activista (lo que no exigen es que sus libros sólo los compren y los lean mujeres, negras y activistas), y que la música o la ropa de esta o aquella cultura no pueda ser escuchada o vestida por quienes no pertenezcan a esa cultura.   

Pronto se insultará y se tratará de cancelar a los músicos blancos que se atrevan a hacer una versión de una canción de un músico negro, hindú o sudamericano, o incluso a los blancos que osen hacer música funk, soul o blues. Se acerca el momento en que una película y su director sean acosados y acusados porque los actores (incluyendo extras y figurantes) no sean de la etnia a la que están interpretando, o porque haya católicos figurando ser protestantes o viceversa, o que cristianos hagan de musulmanes, o que alguien sobrio interprete a un borracho, o que un diestro interprete a un zurdo… Y después habrá quien se escandalice y se rasgue las vestiduras cuando un escritor blanco fije la acción de su obra en una tribu de África, en una población esquimal o en una cárcel de mujeres. Es la misma corriente de ‘pensamiento’ ignorante que tienen los que censuran y modifican títulos, pasajes y términos de una novela escrita hace décadas o siglos para adecuarla a la ideología del momento. Igual que los que dicen que eran machistas Platón y Aristóteles (¿).       

Incomprensiblemente siempre hay criaturas buscando qué y a quién censurar, puesto que se sienten posesores de la única verdad, de la única postura admisible y, por tanto, legitimados para juzgar y condenar a todo el que se atreva a pensar, hacer o decir cualquier cosa que discuta esa única verdad posible. Sorprendente es, por otro lado, que estas criaturas que se desviven por corregir y llevar al único camino aceptable a los demás, sean las primeras que abominan y echan pestes de la Inquisición medieval y de la censura de las dictaduras, siendo que ellos repiten con exactitud aquella forma de ‘pensar’.

Volviendo a la peli de Tom Hanks, ¿para las escenas en que el protagonista está terminal debieron contratar a alguien en ese estado?

En fin, esa sensación de sentirse moralmente tan superior como para perseguir al discrepante (que es la que experimentaron los miembros de la Gestapo o el KGB) debe enganchar más que la heroína.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 19 de junio de 2022

CÓMO JIMI HENDRIX DIO NUEVA VIDA A GRANDES CLÁSICOS DE BEATLES, DYLAN O BERRY

 


Los autores de las canciones que Jimi Hendrix versionó siempre se sintieron halagados

Jimi Hendrix, a quien se tiene con razón como uno de los más grandes guitarristas de la historia del rock, hubiera cumplido este año ochenta; pero como todo iniciado sabe, su vida sólo se extendió hasta los 27. Cambió el concepto de guitarrista y demostró que la electricidad no sirve sólo para dar más volumen, fue un cantante con mucha personalidad y un compositor original y atrevido. Pero también supo reconocer las obras de otros para darles nuevo impulso, de modo que algunas de las versiones que hizo muestran mayor empaque y reconocimiento que las originales  

¿Alguien se imagina cómo sería hoy Jimi Hendrix si aquel 6 de septiembre de 1970 todo hubiera quedado en un susto que le hizo reflexionar y empezar a cuidarse? Sería un mito, una leyenda viva, octogenario pero legendario (hay que suponer que no se habría acercado al rap o al reggaetón). Seguramente tendría un amplísimo repertorio propio y una larga lista de versiones, puesto que desde sus inicios siempre supo reconocer y admirar lo que salía del intelecto de otros. Y demostró tener muy buen gusto a la hora de escoger los temas a los que dar su personalísimo toque hasta reconstruirlos a su manera. Apenas estuvo activo cinco o seis años y sólo publicó tres discos en menos de dos (67 y 68), pero su huella e influencia será eterna.

En el afamado festival Monterrey Pop de 1967 Hendrix dejó boquiabierta a la audiencia y a quienes hoy revisan las imágenes (esos dientes-púa, el fuego…). Allí hizo una increíble versión del ‘Like a rolling stone’ de Bob Dylan, transformándola en algo distinto sin perder fidelidad a la melodía, con matices blues y un resultado muy fresco, muy natural y, claro, una guitarra incendiaria.

De Dylan es también uno de los temas más característicos y ‘propios’ de Hendrix, el ‘All along the wachtower’. Y es que ¿quién ha escuchado la versión de Bob Dylan?, y ¿quién no reconoce al segundo acorde la ‘apropiación’ que hizo Jimi de este tema? A veces se dice que hay canciones destinadas a triunfar cuando alguien las coge y las reconstruye, pues este es uno de los casos más significativos. El propio Hendrix explicó: “Cuando en ocasiones toco canciones de Dylan tengo la sensación de que yo podría haberlas escrito, siento que han salido de mí; y ‘All along the …’ es una canción que, estoy seguro, podría habérseme ocurrido a mí…, sin embargo, también estoy seguro de que nunca hubiera sido capaz de terminarla”.   

Cuando se habla del ‘Hey Joe’ se piensa casi exclusivamente en Jimi Hendrix, pues él fue quien la popularizó en su primer single, en 1966. Parece que su origen es tradicional, aunque tras varios juicios se da la autoría al cantante folk Billy Roberts. La versión de Hendrix es la ‘auténtica’, con una escalofriante  fuerza dramática en la voz (el texto habla de asesinato y huida) y esa Fender que llega hasta el tuétano. El bajista de Animals y luego productor Chas Chandler quedó alucinado cuando la escuchó, comprobó que estaba ante un prodigio y lo convenció para mostrar ‘eso’ en Londres… 

Tampoco se resistió a reinterpretar el clásico de los Animals (adaptación de otra tradicional) ‘The house of the rising sun’. Su visión de una pieza tan espinosa (habla de una ‘casa de perdición’) es totalmente instrumental, pero en ningún momento pierde densidad y atractivo a pesar de que dejó volar su imaginación y se dejó improvisar.

Una gran virtud de Jimi Hendrix era su capacidad para reelaborar y dar nuevo sentido a los temas más populares y exitosos del momento. Cream sacó su poderoso ‘Sunshine of your love’ en 1967, convirtiéndose en éxito casi al instante. Un año después Hendrix hizo su versión, instrumental, que paradójicamente resultaba más dura, más heavy que el original, que tendía más al blues-rock.  

Cuentan que en el festival Monterrey Pop en 1967 Hendrix salió a toda velocidad del baño para colgarse la guitarra y marcarse un casi improvisado ‘Wild thing’, original de The Troggs; la interpretación es salvaje, sicodélica y a la vez encantadoramente experimental. Y es al final de esa canción cuando Hendrix escenificó la quema de su guitarra en una de las imágenes más impactantes de toda la historia del rock.

En junio de 1967 Jimi Hendrix tocaba en un gran escenario en Londres en lo que era una cita ineludible para todo el que era algo en el rock en aquellos momentos. Así, entre el público estaban los cuatro Beatles, cuyo ‘Sgt. Peppers lonely hearts club band’ había salido ¡tres días antes! Con su inconfundible manera, ritmo, tono y actitud, Hendrix se arrancó con un arrollador ‘Sgt Peppers’. Los cuatro de Liverpool quedaron anonadados ante la inesperada versión que Hendrix les presentó a modo de homenaje. Paul dijo que aquel había sido “el mejor cumplido que los Beatles habían recibido jamás”.

Casi era algo lógico que Hendrix rindiera tributo a sus héroes musicales, entre los que estaba en lugar de honor Chuck Berry, de quien versionó su eterno ‘Johnny be good’. A diferencia de todas las demás, esta adaptación casi calca la original, como si sintiera demasiado respeto por Berry como para ‘enmendarle’ una canción; así, la entrada, el ritmo, la melodía…, todo lo hizo con una inusitada fidelidad al original, aunque en los solos dejó salir ese espíritu indomable que le impedía ceñirse a lo previsto, dientes incluidos.

También fue versión y también fue asombrosa la que hizo del himno estadounidense en el festival de Woodstock… 

Y es que cuando Jimi Hendrix empezaba a tocar todo podía suceder y todo era excepcional, único, irrepetible.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 15 de junio de 2022

MÁS DE LA MITAD DEL ORO QUE ESPAÑA EXTRAJO EN AMÉRICA SE QUEDÓ EN AMÉRICA

 


Con el oro y la plata de América se construyeron las universidades, hospitales, colegios, catedrales e infraestructuras de América_ en la imagen la Universidad de Perú, fundada en 1551, sigue funcionando

 

Uno de los principales ‘argumentos’ en que se basa la leyenda negra es el tópico de que España saqueó América, llevándose de allí todo lo que había valor. Cosa que es, evidentemente, mentira. En los virreinatos americanos (que nunca fueron colonias, si acaso provincias de ultramar) se construyeron grandes edificios e infraestructuras, universidades, colegios, hospitales…, que fueron pagados, claro está, con el metal precioso americano. En otras palabras, más de la mitad de lo extraído se quedó en América

 

La leyenda negra antiespañola está cimentada en falsedades. Una es la del inexistente genocidio, pues los porcentajes de poblaciones indígenas y mestizas dominan cada país hispanoamericano, a diferencia de lo sucedido donde sí hubo genocidio (en el norte); además, todo historiador mínimamente riguroso (hasta el más indigenista) admite que no menos del 90% de las muertes se debieron a enfermedades, muchas de las cuales llevaban asolando Europa desde hacía milenios, y seguían devastándola igual que en América. La otra gran mentira ‘negra’ es la del supuesto expolio que España llevó a cabo en sus provincias americanas; esto es tan contrario a la realidad como lo anterior; baste recordar, por un lado, que en las últimas décadas se ha extraído más oro y plata (en México y otros productores) cada año que lo que España extrajo en todo el tiempo que duró su presencia; y por otro lado, alrededor de la mitad de lo extraído se quedó allí para costear el increíble impulso constructor con el que la metrópoli dotó a Hispanoamérica de universidades, colegios, hospitales, catedrales, vías de comunicación... ¿Qué potencia conquistadora dejó al marcharse tal legado?

 

Los que se creen las patrañas por más absurdas que sean desconocen el dicho “España llenó América de hospitales”, a los que tenían total acceso indios y blancos, negros y mestizos, sin la discriminación que caracterizó EE UU hasta hace cuatro días. Los datos son inequívocos, y sólo quien no quiera verlos no los verá. En fecha tan temprana como 1509 (17 años después del descubrimiento), en la isla de La Española ya estaban en funcionamiento los hospitales de San Nicolás de Bari, San Buenaventura y Concepción de la Vega. En la Nueva España (México) Hernán Cortés fundó y financió en 1521 la construcción del Hospital de Jesús, que tanto tiempo después sigue en funcionamiento. En este virreinato se construyeron (a partir de 1521) los hospitales para leprosos de San Lázaro; en 1540 se erigió en Hospital de San Juan de Letrán, en 1562 el Real de Nuestra Señora del Rosario, en 1562 el de Hospital de la Caridad del Nombre de Dios, en 1575  el de la Santa Veracruz, en 1580 el de Nuestra Señora de Montserrat y el Real de El Nombre de Jesús, en 1582 el de San Bartolomé y el de San Juan de Dios, y la lista continúa... Y todo esto sólo en lo que hoy es México… Allí donde se fundaba una ciudad se construía casi de todo, desde hospitales a monasterios.

 

El origen de esa forma de actuar (que hoy se diría humanitaria) estaba en la  mismísima Isabel de Castilla, que en 1503 escribe al gobernador de Cuba Nicolás Ovando: “Haga en las poblaciones donde viera que fuera más necesario casa para hospitales en que se acojan los pobres, así de los cristianos como de los indios”. ¡Qué mujer!

 

En lo que será EE UU (donde sí hubo colonias) la primera universidad fue la de Harvard, fundada en 1636, y la segunda la de Pensilvania, en 1765, como escuela médica. Siglos de retraso respecto a Hispanoamérica, donde, para entonces, ya había no menos de trece universidades: en Santo Domingo (La Española, en 1538), Lima y México desde 1551, la de Santiago en La Española desde 1558, la de Bogotá en 1580, la de Quito en 1586, la Pontificia de Lima en 1608, la de Córdoba (Argentina) en 1613, la de Santiago de Chile en 1619, la San Miguel de Chile y la Pontificia (jesuita) de Bogotá en 1621, la jesuita de Quito en 1622, la de Sucre (Bolivia) en 1624.

 

Pero lo mejor es que a todos estos centros podían acudir los indios y los mestizos. Es más, durante el siglo XVII a la de México acudían incluso filipinos, que eran considerados ‘indios japoneses libres vasallos de Su Majestad’ (algo que reclamó un estudiante filipino, Manuel de Santa Fe). Según un trabajo sobre los indios con vocación sacerdotal, en las últimas décadas del siglo XVIII  se contaron 134 indios realizando estudios superiores en México, ya fuera en la universidad, el seminario, los colegios universitarios de Puebla o los centros de jesuitas en Oaxaca. Se conserva una ordenanza de 1697 que ordenaba que una cuarta parte de las becas para estudiantes mexicanos se dedicase a los indios. Muchos indios de familia noble (las noblezas de cada territorio se respetaron hasta la independencia) estudiaron en los seminarios, pero no para llegar a curas (excepto unos pocos casos), sino para adquirir formación de cara a convertirse en líderes y funcionarios. Como anécdota muy ilustrativa puede señalarse que la patrocinadora del colegio exclusivo para indios, Nuestra Señora de Guadalupe, la noble india Ana Ventura Gómez, escribió en 1790 al Rey de España, Carlos IV, para quejarse porque la rectora del colegio había permitido ingresar a una española.

 

Podría añadirse que España llevó a América la planificación urbanística de las ciudades, dando solidez y personalidad a las ciudades, algunas de las cuales han sido distinguidas como Patrimonio de la Humanidad: Sucre y Potosí en Bolivia; Cartagena de Indias y el centro histórico de Santa Cruz de Mompox, en Colombia; la ciudad vieja de La Habana y sus fortificaciones, el centro histórico de Cienfuegos o el centro histórico de Camagüey, en Cuba; el Viejo San Juan, en Puerto Rico; los centros históricos de Quito y Cuenca en Ecuador; los de México, Oaxaca, Puebla, San Miguel de Allende, Guanajuato, Morelia, Zacatecas y Campeche, en México; el distrito histórico de Panamá; las zonas históricas de Cuzco, Lima y Arequipa, en Perú; la Antigua Guatemala, en Guatemala; Coro, en Venezuela…, así como muchas ciudades coloniales construidas por los españoles y que hoy son candidatas a figurar en la lista de la Unesco como Salta, en Argentina o Villa de Leyva, en Colombia.

 

Todas esas construcciones, ciudades, barrios, infraestructuras, monumentos… se costearon con el oro y la plata que allí se extraía, lo que deja como burda mentira lo del saqueo.

 

CARLOS DEL RIEGO


domingo, 12 de junio de 2022

FENDER Y LES PAUL IMPULSARON, A SU PESAR, LA APARICIÓN DEL ROCK & ROLL

 



Leo Fender en su taller de reparación de radios, donde creó la primera guitarra eléctrica de cuerpo macizo


Les Paul tocando la primera Gibson que llevaba su nombre

Casi todos los amantes del rock & roll responderían igual a la pregunta sobre cuál es el instrumento emblema del rock  roll: la guitarra eléctrica. Y si se piden marcas, todos empezarían con Gibson y Fender, o al revés. La historia de estos instrumentos es la historia de EE UU en la era de la posguerra, la cual se exportó por sí misma a todo el mundo, provocando, muy a pesar de sus inventores, la aparición del rock & roll

 

El periodista musical y experto en el rock & roll Ian S. Port, ha publicado un libro en el que explica cómo nació el rock en función de los legendarios constructores de guitarras Fender y Les Paul, además de la rivalidad entre ellos y cómo influyeron en la ‘forma’ del r & r (‘The birth of loud: Leo Fender, Les Paul, and the guitar-pioneering rivalry that shaped Rock ‘n’ Roll’). En él se desvela que ni uno ni otro pensaban en otra cosa que no fuera country o jazz, de manera que cuando sus inventos se convirtieron en instrumentos de un sonido ruidoso, engreído, descarado y agresivamente nuevo, se sintieron decepcionados, frustrados. Sin embargo, en poco tiempo se dieron cuenta del potencial de sus guitarras, comenzando entonces a rivalizar por convencer a las incipientes estrellas del rock y afines para que usaran una u otra: desde el bluesman Muddy Waters hasta Buddy Holly, Dylan, Beatles o Eric Clapton, recibieron las recomendaciones de Fender y Les Paul.

 

Según el autor, el triunfo de la guitarra eléctrica se debió, en gran parte, a que dio poder a los músicos individualmente como nunca antes se había visto; hasta entonces, el músico era uno más de la banda, pero con la irrupción de esa guitarra y el r&r los integrantes del grupo vieron aumentar su personalidad y presencia, de manera que empezó a interesar quién era el guitarrista, el batería… En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, la música estaba evolucionando desde el jazz de grandes bandas al rock 'n' roll, y estos estilos más ruidosos exigían instrumentos revolucionarios. A finales de los años 40 y primeros 50 las guitarras eléctricas de cuerpo sólido, ideadas por Fender y Les Paul, se popularizaron por todo EEUU, pues todo tipo de bandas sucumbieron a la potencia e infinitas posibilidades que proporcionaba.

 

Leo Fender (1909-1991) era desde niño un apasionado por las máquinas y sus entrañas. Sin que casi nadie le enseñara, se convirtió en hábil reparador de radios, a pesar de que tenía un ojo de cristal. Siempre tuvo pasión por el funcionamiento de las cosas, empezando por los aparatos de sonido, luego por la megafonía y la amplificación y posteriormente por el diseño y construcción de instrumentos. No tocaba ninguno, de modo que su impulso para idear uno nuevo no vino de su inquietud artística, sino técnica; así, fue su curiosidad y su destreza en el manejo y reparación de aparatos eléctricos en su tienda en California (‘Fender radio service’) lo que lo llevó a la creación de una guitarra.

 

Les Paul (1915-2009) era ya un joven y prometedor guitarrista de jazz en los años 30 del siglo pasado. Tocaba en cualquier sitio, incluyendo bares y restaurantes; tras una de esas actuaciones, alguien le dejó una nota: “Tu forma de cantar y tocar, tu voz, tu armónica e incluso tus chistes están muy bien, pero tu guitarra no suena lo suficientemente fuerte”. Esto afectó profundamente al joven Les Paul (Lester Polsfuss), quien inmediatamente se fue a casa pensando en ese mensaje; tomó su guitarra acústica y, de alguna manera, consiguió conectarla a la radio (al parecer usó una aguja de fonógrafo acoplada a un cable), con lo que consiguió amplificar el sonido, logrando la primera versión de la guitarra eléctrica de cuerpo macizo (en 1936 Gibson ya había electrificado una guitarra, pero no con ese cuerpo). Y no se quedó sólo en el desarrollo de esa nueva tecnología, sino que en su casa experimentó con todas las posibilidades de la grabación de sonido, amplificación, mezclas…

 

Leo Fender y Les Paul se conocían e incluso admiraban uno el trabajo del otro…, al principio, pues cuando la demanda de guitarras eléctricas crecía y crecía, pasaron a ser rivales, competidores. Y eso que en principio quedaron poco menos que horrorizados al ver cómo el nuevo sonido, el rock & roll, modificaba la idea que ambos habían supuesto para sus guitarras. Fender diseñó la guitarra pensando exclusivamente en los músicos de country, mientras Les Paul era un guitarrista fanático del jazz; por eso, cuando se dieron cuenta de que el rock se ‘apropiaba’ de sus inventos, quedaron anonadados, desorientados. Ian S. Port, el autor del libro sobre Fender y Les Paul, explica: “Eso no era lo que querían, eso no era el sonido para el que ellos habían trabajado; quedaron desconcertados, conmocionados, impactados. Es curioso cómo los innovadores y los inventores no llegan a vislumbrar los efectos y consecuencias que sus ideas provocarán”.

 

Cuando la pequeña firma de Leo Fender comercializó la primera guitarra eléctrica de cuerpo sólido, la ‘Esquire’, en 1950, los músicos de cualquier género (grandes bandas, blues y rythm & blues, boogie, country & western…) vieron de inmediato su atractivo, su fuerza y sus enormes posibilidades. Entonces, para no quedarse atrás y viendo el potencial del producto, Gibson pidió colaboración a Les Paul para construir algo parecido, y en 1952 lanzó la primera Gibson con cuerpo macizo (bastante más cara que la de Fender).

 

A partir de entonces y hasta la fecha, la rivalidad entre Gibson y Fender no ha cesado. Unos músicos prefieren una y otros otra, aunque es seguro que todos habrán probado ambas y tendrán de todo en su ‘arsenal’ (incluso otras grandes marcas, como Gretsch, Rickenbacker, Mosrite…). Todo el que toca rock o cualquier otro género, ya sea gran estrella o aficionado, tiene o desea una Gibson y/o una Fender. Sin ellos, sin aquellos tipos que idearon un nuevo instrumento para el jazz o el country, no habría rock & roll. O sería muy distinto.

 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 8 de junio de 2022

SIMILITUDES ENTRE EL LOS MÉTODOS DEL IMPERIO AZTECA Y EL III REICH

 

Los jerarcas y sacerdotes aztecas hablan a la masa fanatizada en un escenario grandioso, como hicieron otros en el siglo XX (fotograma de Apocalypto)

Una historiadora afirmó que lamentar la caída del Imperio Azteca equivale a lamentar la caída del III Reich nazi, ya que uno y otro llevaron a cabo una agresión sangrienta contra todos los pueblos que estaban a su alrededor. Y también coinciden los dos reinos en la intención de utilizar a sus vecinos como si fueran animales a los que esclavizar, eliminar o comer, sin escrúpulos morales. Sólo la unión de los pueblos-víctima y la llegada de ayuda exterior pudo finalmente acabar con la tiranía, nazi o azteca

No es que los aztecas fueran nazis medio milenio antes, eso es un anacronismo sin el menor sentido. Lo que sí es cierto es que existen similitudes que, salvando la enorme distancia temporal, permiten equiparar los métodos que utilizaban los americanos con los que siglos después utilizarán los nazis.

El III Reich agredió sin más motivo que el sentimiento de superioridad a todos los países que estaban a su alrededor: Polonia, Bélgica, Holanda, Francia, Inglaterra, URSS...; y consideraban ‘untermenschen’ (infrahumanos), a quien no fuera ario, o sea, de su supuesta raza. El Imperio Mexica, el más fuerte de toda Mesoamérica, atacaba con mucha frecuencia a todos los pueblos de la zona: tlaxcaltecas, zapotecas, tarascos, totonacas…, hasta casi un centenar de cacicazgos y culturas, considerados como poco más que víctimas para el sacrificio, animales de carga y comida. Los alemanes se llevaron a las cámaras de gas y a los crematorios a millones de personas, mientras que los mexicas las llevaron a las pirámides de sacrificios para arrancar miles, cientos de miles de corazones en vivo (imposible saber cantidades). ‘Der dritte Reich’ se quedó con las posesiones de sus víctimas antes de eliminarlas, y después aprovechaban cabello, piel, dientes de oro…; los aztecas también se quedaban y aprovechaban el cuerpo de los otros indios: una vez sacrificados eran despiezados y devorados, y las partes que no les gustaban se las echaban a los animales.

Los altos jerarcas nazis pronunciaban, en grandes escenarios y con gran despliegue de pompa y parafernalia, encendidos discursos ante masas enardecidas y fanáticamente convencidas de los ideales que sus jefes proclamaban. De manera similar, los sacerdotes y grandes personajes del Imperio Azteca lanzaban sus arengas desde lo alto de las pirámides de sacrificio entre un gran despliegue de disfraces, máscaras y rituales ante un gentío adoctrinado. Puestas en escena muy parecidas 

Sobrecogedoras son las imágenes de los trenes de ganado que conducían a los judíos y otros cautivos a los campos de concentración y exterminio, unos destinados en principio al trabajo esclavo, pero todos finalmente sentenciados a la cámara de gas o el paredón. Los mexicas transportaban a sus víctimas (para trabajo esclavo, para sacrificio y para comérselas) sujetas por el cuello a unos haces de cañas largas, seis u ocho cabezas por haz, con las manos a la espalda y recibiendo palos al mínimo indicio de debilidad; así, cuando caminaran un haz tras otro, podrían semejarse a vagones transportando víctimas (hay que tener siempre presenta la inmensa distancia temporal entre unos y otros). Las maquinarias nazi y azteca llegaron a ser muy eficaces en cuanto a la matanza masiva, planificada y sistematiza de personas.

Muchos pueblos y sociedades mesoamericanas con cultura y tradición propia sufrían la tiranía azteca, pero dadas las rencillas ancestrales entre ellos, no eran capaces de ponerse de acuerdo para defenderse de la continua agresión de Tenochtitlán, Texcoco y Tacuba, la Triple Alianza, base del poder azteca; tuvo que llegar alguien del otro lado del mar para unirlos, organizarlos y, entre todos, derrotar al imperio caníbal. De igual modo, los países invadidos y bombardeados por los alemanes a partir de 1939 se mostraron absolutamente incapaces de ponerse de acuerdo para hacerles frente, hasta que llegó un poderoso aliado del otro lado del mar con el que, ahora sí, consiguieron acabar con la sangrienta y cruel tiranía nazi.   

No hay que perder de vista que todos los pueblos de aquella zona sacrificaban y se comían a las víctimas, y no debe juzgárselos por ello; era lo que imponían las costumbres y tradiciones y nadie se lo cuestionaba. En otras palabras, cualquiera de los presentes, si hubiera nacido allí en aquel momento, hubiera comido, vestido y actuado igual, incluyendo sacrificios y antropofagia.

En fin, no se trata de comparar aztecas y nazis y ponerlos a la misma altura, nada de eso, pero sí que se pueden encontrar ciertas similitudes que conducen a la conclusión de que la caída del imperio azteca trajo mucho bien a toda Mesoamérica, de igual modo que la caída de los nazis trajo muchos beneficios a Europa. Finalmente, también puede deducirse que antes de la llegada de los españoles había en América mucha más violencia que después. 

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 5 de junio de 2022

LOS IMITADORES DE ELVIS, AMENAZADOS CON EL PAGO DE DERECHOS

 

Miles de estadounidenses se casan en la 'iglesia elvisiana' con una de las reencarnaciones de Elvis como oficiante

En Estados Unidos es una profesión respetada y sindicada: ‘Elvis Presley impersonator’, o sea, imitador de Elvis. Pero la cosa va más lejos, puesto que, según la legislación de allá, el Elvis falso está incluso legitimado para oficiar bodas perfectamente válidas. Lo que ocurre ahora es que los propietarios de la imagen del rey se han cansado de que los imitadores ganen pasta aprovechando el tirón que aun tiene Presley

Algo tiene la figura de Elvis Presley que sigue cautivando tanto tiempo después de su muerte. No se trata ya de su enorme personalidad y talento a la hora de cantar, sino de su imagen, su figura, su presencia inolvidable y tan fácil de reconocer. Muchos otros cantantes con una estampa distintiva han muerto jóvenes y en circunstancias no totalmente claras, sin embargo, sólo la reproducción de Elvis se mantiene en el tiempo. Algo tendrá el agua cuando…

En las últimas fechas se ha sabido que la empresa que controla los derechos de imagen de Elvis Presley, la Authentic Brands Group, se puso en contacto con un buen número de empresas y ‘autónomos’ de Las Vegas, a quienes amenazó con emprender acciones legales si continuaban usando, sin permiso ni licencia, los artículos y marcas registradas, los nombres ‘patentados’ como ‘Elvis’, ‘Elvis Presley’ y ‘The King of rock and roll’, la imagen y todo lo que está protegido por las leyes de la propiedad intelectual. Entre los más afectados por la amenaza están los que viven de los espectáculos imitatorios o de casar a las parejas en nombre de Elvis.

Realmente las hipotéticas demandas tendrían pocas probabilidades de sentencia favorable según las leyes del estado de Nevada, a pesar de lo cual los oficiantes de capillas con tupé y exagerado traje blanco con lentejuelas están lo que se dice acongojados. Uno de ellos, de nombre Jesse Garon, afirma que tener que dejar de oficiar bodas en traje de Elvis lo llevaría a la ruina, pues ese es su medio de subsistencia; y es que este ‘impersonator’ de Las Vegas declaró que oficiaba nada menos que ¡650 bodas al año!: “las bodas son alrededor del 80% de mi negocio”, afirmó. Cada boda de este tipo cuesta entre 550 y 700 dólares, aunque las hay por menos, desde 150, pero sin tanto encanto, sin toda la parafernalia.

Otro ‘Elvis’ que no se fía de las acciones de la empresa que tiene los derechos, Harry Sahoian,  declaró: “Las capillas para bodas están abiertas los 365 días del año, puesto a la gente le vuelve loca que sea Elvis quien los case; el último domingo oficié 22 ceremonias, he llegado a hacer más de 30 en un solo día y más de 100 en una semana. Y la primera condición que ponían las parejas era, claro, el traje y toda la iconografía Elvis” 

La cosa ha llegado a la esfera política; la alcaldesa de Las Vegas, Carolyn Goodman, afirmó con rotundidad: “Tenemos una industria de bodas que ha pasado por malos momentos a causa de la pandemia y la consiguiente caída de la actividad económica. Por eso, una medida como esa sería devastadora para toda la gente que trabaja en esa industria. La empresa propietaria de los derechos debería pensar más en las personas y menos en el beneficio”.

La empresa propietaria, ABG, explicó que su intención no es terminar con las ‘bodas Elvis’, sino que pretende “tener control sobre el uso del nombre, la imagen y la semejanza de Elvis, y para ello lo mejor es que los imitadores tengan licencia y autorización oficiales”. Esto viene a suponer que quienes quieran casar o cantar metidos en los trajes del rey tendrá que sacarse el carnet oficial y, claro, pagar por ello.

Pero los afectados no tienen tan claro que haya que pagar por vestirse, peinarse y actuar como Elvis. Así, Ben Lehavy, que tiene tres capillas ‘elvisianas’, proclamó que “pienso que el término Elvis se ha convertido ya en algo genérico, como aspirina, celofán, escalera mecánica o hielo seco, términos que ya son tan populares que han dejado de identificarse con la marca a pesar de que en principio fueron eso, marcas registradas”.

Este sacerdote de la ‘congregación Elvis’ se mostró pesimista: “No se sabe qué es lo que pretende lograr ABG con una medida como esta”.

El rey siempre estará presente por más años que pasen. La suya es, sin duda, una de las imágenes del siglo XX, uno de los máximos representantes de esa centuria. Hay otras figuras emblemáticas, claro, pero pocas tan identificables y ninguna que siga viviendo en sus muchísimo imitadores.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 1 de junio de 2022

LA MASACRE DE ABORÍGENES DE MYALL CREEK, AUSTRALIA, EN 1838

 


Fotografía fechada ya en el siglo XX que muestra cómo seguían siendo tratados los aborígenes.


Así se ilustró la masacre de Waterloo Creek, perpetrada unos meses antes que la de Myall Creek.

En junio de 1838 los granjeros y ganaderos de Australia van ampliando sus territorios a costa de los aborígenes. Usurparon la tierra, talaron bosques para pastos, acabaron con las fuentes de recursos de los nativos…, y si se cruzaban en su camino, los liquidaban sin esconderse. Eso ocurrió en junio de 1838 en lo que se conoce como la Masacre de Myall Creek, que fue una más de las muchísimas matanzas de nativos perpetradas por los colonos, pero a diferencia de las demás, esta fue investigada y se llevó a juicio y a la horca a los asesinos

Inglaterra se deshizo de miles de sus delincuentes enviándolos a Australia. Así, asesinos y criminales sin escrúpulos ni frenos morales se vieron libres, con enormes extensiones de tierra por explotar y prácticamente sin ninguna ley ni policía que se interpusiera en su camino. El problema es que había aborígenes que estorbaban, pero los criminales ingleses no tuvieron dudas a la hora de suprimirlos. Desde finales del siglo XVIII los presidiarios ingleses se establecieron ilegalmente en ranchos ganaderos, y si tenían que expulsar de ‘su’ territorio a los aborígenes, lo mejor era liquidarlos. Los asesinatos en masa de nativos se hicieron cosa corriente, tanto que los ex presos británicos que los perpetraban no se escondían, sino que los contaban con detalle y henchidos de orgullo.

A partir de 1820 todos los ganaderos-criminales ex presidiarios británicos empezaron a ampliar sus ranchos a costa de quitar terreno a los nativos, que a veces se defendían, lo cual ocasionaba sangrientas represalias, muchas de ellas organizadas por las autoridades coloniales y perpetradas por su policía (este modelo lo siguieron los ingleses en otros lugares del mundo). Se produjeron infinitas matanzas y degollinas de aborígenes, algunas conocidas y muchas más de las que no existen más que rumores. Una de ellas es la conocida como Masacre de Myal Creek, perpetrada el 10 de junio de 1838.

Un grupo de treinta y tantos aborígenes se refugiaron en el rancho de un granjero, al que tenían por amigo, huyendo de la persecución de otros ganaderos. Al llegar la partida de linchamiento, el supuesto amigo les dijo que estaban detrás, en un corral. Allí fueron los criminales ingleses (Australia no fue independiente hasta 1901) y los masacraron a casi todos (casi todos mujeres y niños), pues pudieron huir al menos dos; usaron espadas y cuchillos, ya que entre los gritos desesperados de las víctimas sólo se oyeron dos disparos. Luego los cortaron en trozos y los quemaron en una gran hoguera.

Numerosas matanzas semejantes se habían producido en años, en meses anteriores, pero esta vez otro granjero se tomó la molestia de informar a las autoridades. Y se encargó de la investigación a un fiscal que pensaba que un hombre es un hombre, sea blanco, negro o aborigen. Llevó a cabo una labor minuciosa que condujo a los asesinos a juicio, donde fueron absueltos debido a que el testigo de cargo (un joven de los que huyó pero lo vio todo) no era cristiano y por tanto no podía jurar sobre La Biblia. El fiscal (John Plunkett) no se desanimó, sino que mantuvo los cargos, y mientras se preparaba un nuevo juicio evangelizó y bautizó al joven aborigen, que entonces sí pudo declarar. Siete de los once acusados fueron declarados culpables y ahorcados antes de terminar el año a pesar de las protestas de la población, la prensa, los políticos…, que estaban convencidos de que no se podía juzgar a un blanco por matar a un negro. El cabecilla del linchamiento nuca fue capturado.

Uno de los miembros del jurado del primer juicio declaró después a un periódico: “Los negros son como monos, y cuanto antes sean borrados de la tierra mejor. Todos sabíamos que los acusados eran culpables de asesinato, pero nunca condenaré a la horca a un hombre blanco por matar a un negro”. Y un periódico de Sydney publicó: “La vida de todos los animales de raza negra no vale ni el dinero que los colonos tendremos que pagar por la impresión de los estúpidas actas judiciales en las que ya hemos perdido demasiado tiempo”.

La tendencia no cambió a pesar del juicio y la sentencia. El racismo tan británico seguía profundamente instalado en el sentir y en el pensar de la sociedad colonial de Australia, por lo que los asesinatos y matanzas de aborígenes continuaron, ya fuera de mano de la autoridad o de los propios interesados; lo único que cambió es que desde entonces nadie hacía alarde de sus matanzas. Y nunca hubo más blancos juzgados por matar aborígenes. La última matanza documentada  fue en 1928; no hubo acusados.

No hay que olvidar que el Gobierno Británico declaró en el siglo XVIII Australia (y muchos otros territorios) ‘terra nullius’, es decir, tierra de nadie, cosa que viene a significar que allí no viven humanos y, por tanto, que los nativos no son personas. Para el inglés, el aborigen era como el canguro, que podía ser cazado por deporte. Y todo fue aun peor para los australianos cuando, hacia mediados del siglo XIX, se descubrió oro.

Allí donde llegaron los ingleses exterminaron sistemáticamente y se quedaron con las tierras. Ese fue siempre su procedimiento: constituir colonias en las que sólo ellos tenían los derechos. Otros fundaron provincias de ultramar.

CARLOS DEL RIEGO