martes, 28 de noviembre de 2023

EL ROCK & ROLL Y EL ASESINATO DE KENNEDY

 


Bob Dylan escribió en 2020 el explícito tema 'El asesinato más asqueroso'

Hace sesenta años del asesinato del presidente Kennedy. Libros, documentales, entrevistas a los médicos y testigos…, fue un acontecimiento que sacudió la conciencia de todo el mundo y que aún permanece, puesto que el misterio perdura. Los músicos de rock, lógicamente, también reflejaron en sus canciones lo que aquello supuso

 

No son pocos los músicos de rock que se vieron afectados por el asesinato de JFK, como demuestra el hecho de la cantidad de canciones que velada o explícitamente tratan de la persona y, sobre todo, de su muerte.

 

Uno de los primeros que compusieron canciones sobre John F Kennedy es Bob Dylan, que ha tratado el tema varias veces. La primera fue en 1963, cuando el presidente aun vivía. El tema ‘I shall be free’ narra una supuesta conversación con él: “Mi teléfono sonó sin parar. Es el presidente Kennedy llamándome. Me dijo: Amigo Bob, ¿Qué tenemos que hacer? ¿Crece el País?”. Es evidente que la figura de Kennedy tenía un atractivo irresistible… para algunos.

 

Mucho tiempo después, en 2020, Dylan escribió ‘Murder most foul’ (más o menos ‘El asesinato más asqueroso’), una especie de canción fúnebre (de 17 minutos) que se centraba en el magnicidio: “Fue un día oscuro en Dallas, noviembre de 1963. Un día que vivirá en la infamia (…) Lo llevaron al matadero como un cordero al sacrificio (…) Luego le volaron la cabeza cuando aun estaba en el coche”. La larguísima letra de la canción incide una y otra vez en el suceso, y a lo largo de la misma aparecen nombres reconocibles, como Beatles, Altamont, Woodstock…El tema, que alcanzó el número uno de la revista Billboard, “para mí no es nostálgico”, dijo el propio Dylan, que en uno de los versos se permite una broma macabra: “Viviendo en una pesadilla en Elm Street”, que es el nombre de la calle donde todo sucedió.

 

En la siempre evocadora ‘Sympathy for the devil’ (1968) de los Stones, Mick Jagger canta: “Grité: ¿quién mató a los Kennedy? Cuando después de todo fuimos tú y yo (…) Espero que hayas adivinado mi nombre (…) Simplemente llámame Lucifer”. O sea, “fuimos tú (quien sea) y yo (el demonio)”, quienes asesinaron a JF y a Robert F Kennedy.

 

En el icónico Festival Monterrey Pop (1967), The Byrds tocaron una canción tradicional, ‘He was a friend of mine’, a la que ellos habían puesto una letra nueva que se refiere al asesinato. En la misma se dice: “Estaba en la ciudad de Dallas. Desde una ventana del sexto piso. Un hombre armado lo mató a tiros”; es decir, apoya la versión del asesino solitario. Sin embargo, el mismo David Crosby desdijo la intención de esa letra cuando, ante la audiencia dejó claro que no fue sólo Oswald, que hubo más implicados. Crosby dijo: “Sé que están grabando esto para la tele, por lo que estoy seguro que lo van a editar (modificar). Pero quiero decirlo de todos modos. Kennedy no fue asesinado por una sola persona. Le dispararon desde diferentes direcciones, con diferentes armas. La historia ha sido cambiada y los testigos eliminados…, este es vuestro país, damas y caballeros”. Crosby estaba convencido, en contra de la canción, de que hubo más de un tirador; sin embargo, su compañero Roger McGuinn desdeciría más tarde estas palabras de Crosby.

 

El pionero del rock & roll Jerry Lee Lewis escribió en 1966 el tema ‘Lincoln limousine’, que era el coche en el que iba Kennedy cuando fue asesinado. En la letra escribe: “Era un gran, gran líder llamado Kennedy. Luchó por el derecho y la libertad, trató de mantener limpia esta nación. Pero le dispararon en el asiento trasero de una limusina Lincoln (…) Un rifle de veinte dólares cortó la vida de este gran hombre (…) Se supone que este país es la tierra de los valientes y libres. Pero le dispararon en el asiento trasero del Licoln Limousine”. Duro alegato contra cierta parte y cierto pensamiento de EEUU.

 

Lou Reed tenía 21 años en 1963. El magnicidio le afectó profundamente y le formó un recuerdo indeleble. En 1982 editó su ‘The blue mask, en el que incluyó un tema con título explícito, ‘The day John Kennedy died’, que dice: “Soñé  con una unión perfecta y una ley perfecta (…) Y sobre todo soñé que olvidaba el día en que murió John Kennedy (…) Recuerdo donde estaba ese día (...) El equipo de la universidad estaba jugando al fútbol en la televisión. Entonces la pantalla quería morir y el locutor dijo Ha habido una tragedia”.

 

Y hay bastantes títulos más que tocan o se sumergen en aquel trágico acontecimiento. El rock nunca se olvida de asuntos tan trascendentes.

 

CARLOS DEL RIEGO

 


jueves, 23 de noviembre de 2023

LA BATALLA DEL RÍO ÓRBIGO (LEÓN), AÑO 456, LOS VISIGODOS APLASTAN A LOS SUEVOS EN TERRIBLE COMBATE

 


Es difícil imaginar cómo fue la batalla, pero seguro que el río bajó rojo a lo largo de kilómetros

En el año 456 tuvo lugar la Batalla del río Órbigo (provincia de León), en la que el visigodo Teodorico derrotó al suevo Requiario, al que luego persiguió, dio caza y ejecutó. El Imperio Romano de occidente vivía sus últimos momentos (cayó veinte años después) e Hispania era invadida por todo tipo de pueblos bárbaros

 

Sin duda, la Hispania de hace 1567 años debía ser un lugar terriblemente inseguro (como toda Europa), puesto que el orden romano era un recuerdo, los pueblos bárbaros invadían a sangre y fuego casi sin oposición y todas las violencias imaginables eran cosa cotidiana. En realidad, todo el Imperio Romano vivía en la anarquía. En este escenario, el rey visigodo del reino de Tolosa Teodorico II vio una oportunidad para aumentar su poder ante el muy debilitado emperador Avito.

 

El pueblo suevo entró en la península a comienzos del siglo V (junto a otros pueblos germánicos como los vándalos y los alanos), empujado por los hunos y las malas condiciones en las que vivían. Lógicamente estas hordas llegaban, atacaban a sangre y fuego y saqueaban toda población con la que se encontraban; eran bárbaros, que en latín venía a significar extranjeros, pero dada su forma de actuar, pronto se asoció bárbaro a cruel, bestial, salvaje. Así, el Reino Suevo llegó a abarcar lo que hoy es Galicia, norte de Portugal y grandes zonas de las provincias de León, Zamora, Palencia y Asturias. Continuamente emprendían campañas de saqueo que sólo buscaban botín, sin intención de dominar, organizar o imponer leyes en los nuevos territorios…, es decir, no puede hablarse de un verdadero reino. Según el historiador Hidacio (contemporáneo de los hechos), el rey Requiario se dedicó al pillaje desde su coronación (año 448); desde Lérida (Ilerda) hasta Mérida pasando por Zaragoza, las tropas suevas iban matando, quemando, violando, saqueando y, en fin, destruyendo todo a su paso; hay que imaginarse el terror de la gente cuando veía lo que se les echaba encima: espadazos, tajos, fuego y humareda, palos, gritos, llantos, miedo, sangre… y salvajes chillidos y risotadas de los atacantes. Imposible entender hoy cómo era aquello.

 

Ante todo esto el visigodo Teodorico recibió el encargo de parar los pies a los suevos, así que emprendió el camino hasta encontrarse con el ejército de Requiario a orillas del río Órbigo, a 12 millas (unos 50 kilómetros) de la ciudad de Astorga, el 6 de octubre del año 456. El historiador y obispo gallego Hidacio no da muchos detalles de lo que fue la batalla en sí, limitándose a señalar la infinidad de muertos que sufrió el bando suevo. El enfrentamiento debió ser feroz, en primer lugar porque aquellas sociedades germánicas no sabían de tácticas ni estrategias de batalla, sino que se lanzaban a toda velocidad contra el enemigo, gritando enardecidamente y blandiendo sus armas: lanzas de unos dos metros para la primera acometida, espadas largas de hierro, hachas arrojadizas, arcos, escudos…, y los más pudientes irían a caballo con yelmos, cotas de malla de hierro y otras protecciones. La escena tuvo que ser apocalíptica, con varios miles de combatientes por ambos bandos en medio de una indescriptible confusión, con un ruido insoportable de metal contra metal, entre alaridos desesperados y el relinchar de los caballos, los golpes continuos, el caer de los cuerpos… El río Órbigo tuvo que bajar teñido de rojo y transportando restos humanos a lo largo de kilómetros.

 

Incluso el rey suevo resultó herido (hasta los reyes entraban en combate) y como pudo logró huir. Pero Teodorico no iba a dejar escapar la presa y lo persiguió casi obsesivamente. El derrotado rey se refugió en Braga, que fue atacada sin piedad por Teodorico; Requiario consiguió huir nuevamente, y el godo se entretuvo unos días saqueando, quemando y violando. Finalmente Teodorico capturó a Requiario en Portucale (Oporto) y lo ejecutó; es de suponer, teniendo en cuenta cómo se las gastaban los godos en esto de las ejecuciones, que la cosa debió ser lo más brutal, lento y sanguinario que pueda imaginarse. Fue el fin del reino suevo, que languideció unos años más.

 

Al volver, ya en 457, Teodorico atacó varias poblaciones, entre ellas el Castrum Coviacense, Coyanza, hoy Valencia de don Juan, puesto que los nobles godos estaban descontentos al no haber tomado botín suficiente a lo largo de la campaña.

 

Más de quince siglos hace de aquello. Los godos se imponían a los bárbaros, pero poco más de dos siglos y medio después, la península vivió otra invasión (la enésima pero no la última) y, lógicamente, tierras y aguas volvieron a regarse con sangre. ¡Cuántas de estas se han vista en la vieja Hispania!

 

CARLOS DEL RIEGO

 

lunes, 20 de noviembre de 2023

AUNQUE PAREZCA INCREÍBLE, JIMI HENDRIX FUE TELONERO DE LOS MONKEES, Y LA COSA NO ACABÓ BIEN

 


Hendrix fue telonero de Monkees

 En la corta historia del rock & roll se han producido infinidad de anécdotas, curiosidad y hechos insólitos, como cuando uno de los gigantes del rock y el blues-rock, Jimi Hendrix, actuó como telonero de The Monkees. Lógicamente, el público de unos era muy diferente al del otro, por lo que el genial guitarrista abandonó en poco tiempo tras ser abucheado por los niños y adolescentes que sólo querían Monkees

 

Visto hoy parece una herejía: el inimitable Jimi Hendrix abriendo el concierto de The Monkees. Y además, soportando los chillidos y broncas de un público infantil. Pues tal cosa ocurrió. Hendrix había formado parte de los grupos de acompañamiento de Sam Cooke, Jackie Wilson, The Isley Brothers, Little Richard…, y a mediados de los sesenta ya vislumbraba su propia carrera.

 

Mikey Dolenz, batería y cantante de The Monkees, era un incondicional de Jimi Hendrix desde la primera vez que lo vio. El propio Dolenz recordaba años después que lo descubrió gracias a John Lennon y Eric Clapton, quienes le pusieron una casete de Hendrix  en un restaurante de Londres. Luego, en 1967 lo vio tocar en un local de Nueva York y “estuvo increíble, genial”, recordaba Dolenz, y entonces pensó que sería un buen telonero para The Monkees. No tardó en darse cuenta de su error.

 

A comienzos de julio de 1967, Jimi Hendrix aceptó ir de telonero de Monkees en una gira por EE UU. Pero la cosa fue mal desde el primer show, puesto que al poco de comenzar su actuación recibió unos incomprensibles abucheos. Así, tras el octavo concierto el guitarrista abandonó tan descabellada idea. Jimi dijo luego con amarga ironía: “Vaya, creo que desearían reemplazarme por Mickey Mouse”. Fue Chas Chandler, manager y productor, quien solicitó que Jimi dejara la gira, pero para que tal abandono no produjera vergüenza se inventó que había sido por culpa de la ultraconservadora asociación ‘Hijas de la revolución americana”, que habían denunciado que el show de Hendrix era excesivamente erótico para el público de The Monkees, que iba de los siete a los doce años. Una excusa muy buena que evitó muchos sonrojos.

 

Dick Clark, promotor de la gira, recordó: "Hendrix tenía un gran atractivo. Pero sólo para gente que tuviera un mínimo de conocimiento musical. Y esa no era, definitivamente, la audiencia de The Monkees”.

 

El guitarrista de Seattle comentó que The Monkees sonaban como “el agua de lavar la vajilla”. Mikey Dolenz recuerda que Hendrix era “tímido, muy tranquilo, experto en la calle pero muy ingenuo para los negocios”.

 

Lo que tuvo que soportar el guitarrista debió ser una tortura, y no sólo para él, sino también para los muchos seguidores que ya tenía y que leían las cónicas de los conciertos cada día. El batería y voz de los Monkees  rememora las actuaciones de Jimi: “Él y su grupo (Jimi Hendrix Experience) estaban tocando maravillas como ‘Purple haze’ o ‘Foxey lady’, con los dientes, con la guitarra detrás de la cabeza…, pero el público solo gritaba ‘queremos Monkees, queremos Monkees’, noche tras noche. Debió ser muy frustrante para Jimi”.

 

Lógico, Monkees fue un grupo ‘prefabricado’, ideado desde el departamento de marketing, mientras que Hendrix era lo más genuino, auténtico y pasional.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

martes, 14 de noviembre de 2023

LOS POLÍTICOS SON EL CÁNCER DE LA DEMOCRACIA, Y LOS PARTIDOS SUS METÁSTASIS

 


El que fuera gran actor británico Peter O´Toole dijo acertadamente, Puede haber honor entre los ladrones, pero nunca entre los políticos

 

Los políticos se han convertido en el cáncer de la democracia, y los partidos en sus metástasis. Puede parecer una afirmación excesiva, pero existen sólidos argumentos que la sustentan

 

Tal vez en otro tiempo hubo políticos honrados que realmente procuraban el bien común, pero en la actualidad, independientemente del color de cada partido, el profesional de la política ha devenido en una dolencia incurable para la estructura de la democracia. Y tal cosa sucede en cualquier país democrático (claro que es mejor vivir con un tumor que ser envenenado por una dictadura). 

 

Aunque se haya repetido mil veces, siempre es oportuno recordar lo que una mente clarividente dijo una vez: “Los políticos son como los pañales, al poco de puestos ya están sucios, y por tanto hay que cambiarlos con mucha frecuencia”. Y aquí está la clave: la permanencia en política. La experiencia, lo que se ve prácticamente a diario, es que en unos pocos años de actividad política el político se olvida (si es que alguna vez lo tuvo presente) del bien de los ciudadanos, y vierte todas sus fuerzas, pensamientos, ideas, tiempo, actividad… en la política, quedando lo demás en muy segundo plano. En otras palabras, hay que ser muy ingenuo, tonto o fanático para creer en el político, puesto que a éste lo único que le importa es la política, o sea, el poder, conservarlo o conquistarlo. Así, el mandatario que vive a expensas de la población sólo pensará en cosas de partido: cómo esconder este escándalo y cómo magnificar el del rival, con quiénes nos asociamos para alcanzar el poder, qué les ofrecemos y qué puestos nos quedamos, cómo hago para ascender y conseguir mejores cargos, qué tipo de campaña propagandística será la mejor y de dónde sacamos dinero para pagarla…, pero ni un solo segundo perderán en idear soluciones que mejoren la vida del ciudadano.

 

Por otro lado, resulta verdaderamente irritante, hiriente, comprobar cómo hay elementos que permanecen en política (comiendo la sopa boba) desde los veinte hasta los setenta, pasando de un nombramiento a otro, de un destino a otro, de una dirección o secretaría a otra. Sería infinitamente más democrático que fueran muchos los ciudadanos que entraran a la labor política durante un tiempo, y no que unos cuantos acaparen la mayoría de los puestos, cargos y poltronas durante décadas y décadas. Pero claro, se vive muy bien siempre ahí arriba, buenos sueldos (y otros ingresos), atención mediática, machacas a los que mandar…, en fin, poder. Y para conseguir el poder la mayoría están dispuestos a todo, a traicionar, a vender a quien sea. Es absolutamente innegable que el poder corrompe, y cuanto más se tiene más corrupto se es.

 

No será necesario recordar que todas las guerras las provocan y las declaran los políticos (aunque no se sabe que ninguno pereciera en el frente), como tampoco que las mayores masacres, degollinas, genocidios y hecatombes han sido perpetradas invariablemente por políticos.

 

Pero con las cosas como están no parece posible que el político renuncie a todos los beneficios de su odiosa ocupación. Por eso, los políticos son como un tumor que crece y se ensancha a costa de la sociedad, a la que van exprimiendo, manipulando, engañando, parasitando y sembrando cizaña.

 

Por todo, la democracia pierde gran parte de su esencia, de su legitimidad cuando la persona se enquista toda su vida en ese ámbito habitado por trepas parásitos e indignos. Y los medios tienen su parte de culpa, puesto que hablan de ellos con enorme respeto, como si fueran personas honestas. Todo sería distinto si quien entra la actividad política fuera una persona que, al cabo de seis u ocho años, volviera a su trabajo, a su verdadero trabajo; no tendría que pensar cómo permanecer o cómo conquistar el poder, no tendría que mirar y especular con las próximas elecciones, puesto que tendría siempre presente la fecha en la que termina su tarea pública. Y se dedicaría a lo que debe.

 

Los partidos políticos, por su parte, no son más que máquinas pensadas para ganar elecciones, para colocar a todos sus cabecillas y para hacer constante, sectaria y agobiante propaganda. Las empresas tienen como único objetivo ganar dinero, y del mismo modo los partidos, que sin el menor freno moral hacen lo que sea para ganar las elecciones, acaparar poder, maniobrar para perpetuarse el mando. Y cuanta más autoridad mejor, pues habrá más recursos para seguir y seguir. Lógicamente, el partido político también utiliza la división y el enfrentamiento entre los ciudadanos, siembra la cizaña, separa a ellos de nosotros y, como consecuencia, se quiebra la convivencia hasta que la inquina se enquista en la población como un cáncer, como indeseables metástasis. El partido político, en fin, es partidista, y al igual que las empresas sólo piensa en sí mismo y en los suyos, en sus propios intereses, en lo mejor para el partido, nunca jamás en lo mejor para la sociedad, la cual, desgraciadamente, es la que lo mantiene y subvenciona.      

 

El tumor maligno de la democracia es la figura del político vitalicio (fanático dispuesto a traicionar a la sociedad y a sus convicciones por el bien del partido), y las metástasis que corroen al común son los partidos.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

lunes, 6 de noviembre de 2023

LA RECONSTRUCCIÓN, REGRABACIÓN Y REMEZCLA DEL TEMA DE LENNON NO ES UNA CANCIÓN DE LOS BEATLES

 


 Lennon y Harrison, jóvenes, Paul y Ringo, octogenarios. La 'nueva' canción es tan anacrónica como la foto

Todos los que gustan de escuchar canciones de los Beatles, es decir, miles de millones, están sorprendidos, maravillados o no, con la canción que se ha lanzado como ‘la última de los Beatles’. Sin embargo, no sólo técnicamente sino artísticamente no hay tal canción de los Beatles

No cabe duda de que se trata de un interesante experimento, un proyecto que ilusionó a sus protagonistas desde que se encontró esa canción, ‘Now & then’, en una cinta de casete que Ono dio a Paul entre otras cosas de John. Al parecer, cuando se intentó por vez primera (en 1995) no hubo forma de separar la voz de un piano casi indetectable, por lo que se abandonó el proyecto; hoy, con la inteligencia artificial, ha sido posible separar ambos sonidos, con lo que se ha podido mejorar todo hasta el punto de construir una canción completa, con todos sus arreglos, producción y mejoras.

 

Bien, pero decir que eso es una canción de los Beatles es simplemente falso, y por varias razones. Primero, no puede haber Beatles si la mitad ya no están en este mundo, de modo que no hay posibilidad de que la banda, que lleva más de medio siglo desbandada, vuelva a la vida. Por otro lado, tomar una grabación casera y cocinarla y recocinarla una y otra vez en los estudios de grabación y con los últimos adelantos técnicos tampoco equivale a la resurrección de la banda.

 

Desde el punto de vista artístico, la canción es bastante característica del Lennon post-beatles y, por tanto, alejada de lo que firmó hasta 1970; de hecho es evidente su cercanía a otras del Lennon solista como ‘Jelous guy’, ‘Starting over’ e incluso ‘Imagine’. Y además, le falta el punto de magia y encanto que sólo proporcionaba el contacto con los otros tres y con George Martin. Por último, sus compañeros supervivientes (y el productor Gilles Martin, hijo de George), han añadido letra y melodía totalmente ajenas a John, algo que, tal vez, no le hubiera gustado.  

 

Cierto que ‘Now & then’ se escucha con interés, incluso con avidez, puesto que eso de ‘una nueva de los Beatles’, aunque finalmente no lo sea, desencadena la fascinación por todo lo que representaron y representan, pero fríamente la cosa es un producto de la tecnología, mucho más que una pieza artística y en absoluto una canción de los Beatles.

 

Es, en fin, una curiosidad, un logro técnico, una llamada a la nostalgia, pero poco más. Lo que sí estaría bien es que fuera una excepción; piénsese que se cogen las cintas con infinitos trocitos de canción o melodía que haya en los estudios y se empiezan a construir y grabar canciones ‘nuevas’ con la inteligencia artificial como principal herramienta. La de discos de Beatles, Elvis o Janis ‘nuevos’ que saldrían cada año. Y ya puestos, la IA puede componer una sinfonía con el estilo de Behetoven y lanzarse como una ‘nueva’ sinfonía de Behetoven.

 

CARLOS DEL RIEGO

 

jueves, 2 de noviembre de 2023

GRANDES METEDURAS DE PATA DE CIENTÍFICOS QUE SE CREYERON ADIVINOS


 Un eminente científico vaticinó, ocho años antes del primer vuelo de los hermanos Wright, que las máquinas más pesadas que el aire jamás podrían volar

A lo largo de la historia reciente no han sido pocos los científicos, ingenieros o investigadores que, eufóricos tras un descubrimiento o un experimento exitoso, se lanzan a la adivinación, a la futurología, sin tener en cuenta que ese camino conduce siempre al disparate, al ridículo. De hecho, cada vez que un sabio se atreve a ejercer de profeta se convierte en un charlatán, en un embustero

 

Siempre se ha dicho que la predicción y la adivinación del futuro es un camino que lleva inevitablemente al error, puesto que nunca se tienen en cuenta las variables y factores desconocidos que intervendrán en el asunto. Por ello resulta más chocante que sean reputados científicos e investigadores quienes, de forma totalmente acientífica, se toman a sí mismos como profetas. En los dos últimos siglos, que es cuando la ciencia termina por imponerse a la magia o la astrología, se observan algunos casos casi bochornosos.

 

William Thomas, Lord Kelvin (1824-1907), fue un físico e inventor británico que dio su nombre a una de las escalas que miden la temperatura (las de Celsius y Farenheit son las otras), entre otras importantes aportaciones a la Física. Sin embargo, tal vez llevado por la vanidad de su evidente sabiduría, hizo una serie de predicciones que, lógicamente, fueron erradas. Así, en 1895 sentenció que “Las máquinas más pesadas que el aire no volarán jamás”, y añadió “no tengo ni una molécula de fe en la navegación aeronáutica” (claro que peor fue uno que, mes y medio antes del primer vuelo de los hermanos Wright en 1903, dijo en el New York Times que “se necesitarán entre uno y diez millones de años para construir una máquina voladora”). Un par de años después se atrevió a augurar que “La radio no tiene ningún futuro”. Y cuando Roentgen presentó los rayos X, Lord Kelvin se dejó decir que “Los rayos X son un engaño, un fraude”. Claro que todo eso se queda en nada comparado con su oráculo de 1898: “Sólo quedan 400 años de oxígeno en la Tierra”. Un científico nunca será adivino. 

 

Lee De Forest (1873-1961) fue un físico estadounidense, inventor con cerca de 300 patentes y gran pionero de la radio (inventó la válvula de vacío). Pero en 1926, cuando la televisión ya era un hecho desde 1920, se atrevió a ejercer de vidente y dijo: “Técnica y físicamente la televisión es posible, pero comercial y financieramente no es viable, es imposible”. En 1939 comenzaron las emisiones de televisión en Estados Unidos, pero un periodista radiofónico se sintió gran profeta y escribió: “El problema de la televisión es que hay que mantener los ojos pegados a la pantalla, y la familia estadounidense media no tiene tiempo para eso”. Más sentido tiene el vaticinio (errado) del oscarizado cineasta Darryl F. Zanuck (1902-1979), que debió ver en la televisión una terrible competencia y por eso dijo en 1946: “La televisión nunca retendrá una gran audiencia, pues la gente se aburrirá rápidamente de mirar cada noche una caja de madera”. Predecir es sinónimo de equivocarse.  

 

Mucho más recientemente, en 1995, el astrofísico Clifford Stoll, escribió en un libro: “Las guías telefónicas, los periódicos o los videoclubes no van desaparecer por mucho que se extiendan las redes informáticas”. Y más aún: “No creo que mi teléfono se convierta en una computadora para convertirse en un dispositivo de información”. Que Santa Tecla le conserve el oído porque…

 

Otro gran pionero de la informática y de Internet, Robert Metcalfe, predijo en 1995 que para el año siguiente Internet “colapsará catastróficamente como una supernova”. Y tan seguro estaba de su augurio que prometió comerse sus palabras sino sucedía así. En 1997, durante una conferencia internacional sobre el asunto de Internet, reconoció que se había equivocado (faltaría más) y, como había prometido comerse sus palabras, sacó un pastel con referencias a Internet y se comió una parte…, pero los asistentes esperaban más ‘penitencia’, más rigor a la hora de comerse sus palabras, así que lo abuchearon sonoramente. Ante esta situación, Metcalfe cogió el periódico en el que había escrito su vaticinio, rompió la página con su texto, la metió en una batidora con agua y se comió la pulpa resultante…

 

Siguiendo al anterior, en 1998, otro que no temía al ridículo, el economista Paul Krugman, predijo que “Internet se desacelerará porque la mayoría de las personas no tienen nada que decirse unas a otras”.     

 

Marty Cooper, uno de los inventores del teléfono móvil, incomprensiblemente profetizó en 1981: “Los teléfonos móviles nunca sustituirán a los de cable”.

 

Y esta pequeña lista de videntes a quienes el tiempo y la realidad desmienten una y otra vez, puede cerrarse con la sandez que lanzó en 2007 Steve Ballmer, quien fuera ejecutivo de Microsoft: “No hay ninguna posibilidad de que el IPhone consiga una cuota de mercado significativa, ninguna posibilidad”.

 

Es increíble que mentes tan despejadas, que brillantes investigadores e inventores caigan en la infantil y vanidosa tentación de predecir qué va a suceder en el futuro.

 

CARLOS DEL RIEGO