Visto hoy parece una herejía: el
inimitable Jimi Hendrix abriendo el concierto de The Monkees. Y además,
soportando los chillidos y broncas de un público infantil. Pues tal cosa
ocurrió. Hendrix había formado parte de los grupos de acompañamiento de Sam
Cooke, Jackie Wilson, The Isley Brothers, Little Richard…, y a mediados de los
sesenta ya vislumbraba su propia carrera.
Mikey Dolenz, batería y cantante de
The Monkees, era un incondicional de Jimi Hendrix desde la primera vez que lo
vio. El propio Dolenz recordaba años después que lo descubrió gracias a John
Lennon y Eric Clapton, quienes le pusieron una casete de Hendrix en un restaurante de Londres. Luego, en 1967
lo vio tocar en un local de Nueva York y “estuvo increíble, genial”, recordaba
Dolenz, y entonces pensó que sería un buen telonero para The Monkees. No tardó
en darse cuenta de su error.
A comienzos de julio de 1967, Jimi
Hendrix aceptó ir de telonero de Monkees en una gira por EE UU. Pero la cosa
fue mal desde el primer show, puesto que al poco de comenzar su actuación
recibió unos incomprensibles abucheos. Así, tras el octavo concierto el
guitarrista abandonó tan descabellada idea. Jimi dijo luego con amarga ironía:
“Vaya, creo que desearían reemplazarme por Mickey Mouse”. Fue Chas Chandler,
manager y productor, quien solicitó que Jimi dejara la gira, pero para que tal
abandono no produjera vergüenza se inventó que había sido por culpa de la
ultraconservadora asociación ‘Hijas de la revolución americana”, que habían
denunciado que el show de Hendrix era excesivamente erótico para el público de
The Monkees, que iba de los siete a los doce años. Una excusa muy buena que
evitó muchos sonrojos.
Dick Clark, promotor de la gira,
recordó: "Hendrix tenía un gran atractivo. Pero sólo para gente que tuviera
un mínimo de conocimiento musical. Y esa no era, definitivamente, la audiencia
de The Monkees”.
El guitarrista de Seattle comentó que
The Monkees sonaban como “el agua de lavar la vajilla”. Mikey Dolenz recuerda
que Hendrix era “tímido, muy tranquilo, experto en la calle pero muy ingenuo
para los negocios”.
Lo que tuvo que soportar el
guitarrista debió ser una tortura, y no sólo para él, sino también para los
muchos seguidores que ya tenía y que leían las cónicas de los conciertos cada
día. El batería y voz de los Monkees
rememora las actuaciones de Jimi: “Él y su grupo (Jimi Hendrix
Experience) estaban tocando maravillas como ‘Purple haze’ o ‘Foxey lady’, con
los dientes, con la guitarra detrás de la cabeza…, pero el público solo gritaba
‘queremos Monkees, queremos Monkees’, noche tras noche. Debió ser muy
frustrante para Jimi”.
Lógico, Monkees fue un grupo
‘prefabricado’, ideado desde el departamento de marketing, mientras que Hendrix
era lo más genuino, auténtico y pasional.
CARLOS DEL RIEGO
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