miércoles, 30 de junio de 2021

EL LINCHAMIENTO EN LAS REDES Y LA PROHIBICIÓN DE OPINAR Y DEBATIR

 


Desde el anonimato de las redes sociales cualquiera puede ser acusado de hereje y quemado en la hoguera de internet

Un joven músico ingles de rock se ha visto obligado a abandonar su grupo por la presión de las redes sociales, que lo han linchado tachándolo de fascista porque manifestó su opinión, que no era del agrado del los miles de personas esclavizadas por su mente totalitaria. Es otra consecuencia del actual imperio de la corrección política, donde no se puede discrepar, ni siquiera debatir, puesto que cuando la opinión es contraria al pensamiento único, la turba rabiosa, violenta y fanática exige quemar a la bruja, al hereje

Se llama Winston Marshal y era integrante del grupo inglés de folk-rock Mumford & Sons formado en 2007. Resulta que se le ocurrió calificar de ‘valiente’ la denuncia de un escritor estadounidense de origen asiático que publicó un libro señalando las abundantes y descontroladas subvenciones que reciben las asociaciones que integran el movimiento antifascista. El músico, que ni siquiera recomendó el libro ni dijo estar de acuerdo con el escritor (Andy Ngo, a quien se sitúa en la extrema derecha), sólo manifestó una opinión. Pero entonces, las hordas de cobardes escondidos tras el anonimato procedieron a su linchamiento, insultándolo, amenazándolo y deseándole todas las barbaridades que uno pueda imaginarse.

Después de la avalancha de mensajes a través de las redes contra él, contra sus compañeros, amigos y familiares, Winston Marshall ha abandonado el grupo para no perjudicar, puesto que las palabras gruesas e intimidatorias y las promesas de boicot provocaron una situación insostenible para todos. Lo más doloroso es que, como el propio artista ha explicado, hasta trece de sus familiares perdieron la vida en los campos de concentración nazis, con lo que ese tipo de insultos es absurdo, aunque hace mucho más daño.

Sin la menor duda, los que se hacen llamar antifascistas a la vez que usan el argumentario fascistoide y totalitario (consistente en la prohibición de cuestionar la ideología ‘verdadera’), así como sus los medios y recursos (insultar, humillar, amedrentar, amenazar), son los auténticos fascistas, pues como ellos se comportan, como ellos piensan y se manifiestan. Además, evidencian una mente simple y maniquea: conmigo o contra mí.

En el fondo lo que se está exigiendo desde ciertos sectores es el pensamiento único y la total prohibición de pensar y opinar. Se demuestra la actitud totalitarista en las redes cuando alguien manifiesta una opinión y, en lugar de rebatir, refutar o presentar argumentos contrarios, la masa se limita a descalificar, ofender y amenazar. O sea, no hay debate ni se permite la confrontación de ideas, sino que se acorrala al hereje que se atreve a llevar la contraria. Métodos de la inquisición.

No hace mucho una cantante estadounidense publicó fotos suyas en las que lucía ciertos elementos de una cultura indígena. La pobre, tras ver inundadas sus cuentas de terribles improperios, maldiciones y acusaciones de apropiación cultural (un concepto retrógrado, tribal), se disculpó diciendo que lo hizo como homenaje a las culturas nativas, pero fue peor, ya que a continuación aumentó el calibre de las injurias y las maldiciones; en uno de los mensajes alguien le escribió: “merecías que te ejecutaran ahora mismo, sin juicio”. En la misma dirección se sitúa el escarnio sufrido por el futbolista Morata, quien por fallar un gol vio cómo los descerebrados deseaban “la muerte de tus hijos”. Igual que el político al que amenazaron con “quemar vivos a tus hijos”. ¿Alguno de los que así se manifiestan en las redes se atrevería a decir lo mismo en público? El anonimato envalentona al frustrado.

Por un lado está la imposición del pensamiento único y el señalamiento y vejación pública del discrepante, y por otro la cobardía de los que se esconden tras un seudónimo en las redes y alivian su frustración y sus fracasos azotando a quien no piensa o actúa como ellos. Juntando esas dos actitudes se define a la perfección la mentalidad totalitaria, fanatizante y absolutista.

El director de cine Quentin Tarantino acaba de declarar que “en unos pocos años todos estaremos hartos de esta ola de lo políticamente correcto”. Seguro que así será (no hay mal que cien años dure), pero para entonces habrá muchísimos damnificados por la horda de inquisidores fanáticos y cobardes que pide la hoguera para el que opina diferente y defiende su postura desde el diálogo y el debate.    

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 27 de junio de 2021

EL ETERNO E IRRESISTIBLE ATRACTIVO DEL ELEPÉ Y EL SINGLE

 


Una de las portadas más espctaculares de la época dorada del vinilo

En las últimas semanas se han publicado las cifras de ventas de discos de vinilo, que siguen creciendo de modo imparable, sobre todo en EE UU e Inglaterra. Se venden más vinilos que CD´s, y no sólo álbumes de clásicos del rock, sino que muchos artistas de hoy publican en digital y Lp desde la primera edición. Es posible que se vuelva a ver el vinilo como algo más que un soporte físico para escuchar música

Cuando uno tiene un elepé o un single tiene algo, mientras que si las canciones sólo se tienen en soporte digital, en realidad no se tiene nada. Tal vez ese sea uno de los encantos que elevan las ventas de vinilos año tras año; se ha sabido que en 2020 se despachó un 30, un 40% más que el año anterior, y que los artistas vendedores son tanto los clásicos como los actuales. 

En los años dorados de la música rock (sesenta, setenta y ochenta) el disco de vinilo era el rey absoluto. Sólo tenía la competencia del casete (magnetófonos siempre hubo muy pocos fuera del ámbito profesional), pero el viejo elepé y el entrañable single tenían su propio encanto, su propio valor intrínseco más allá de lo que contuvieran. El CD parecía muy superior en todo, pero pronto se vio que no era así y que su vida no iba a ser larga; luego, la llegada de los soportes electrónicos (del mp3 al Ipod, el ordenador, el móvil...) aceleró la caída de las ventas de soportes físicos. Hoy se ha visto que lo digital y lo analógico pueden convivir, cada uno con sus pros y sus contras.  

En aquellos años de vacas gordas (musicales), la industria estaba en su apogeo y los músicos estaban a la altura publicando muchos discos que el tiempo ha convertido en históricos; sin embargo, con la llegada de la tecnología digital, no sólo cayeron las ventas, sino que la calidad de la música también experimentó un notable declive. Cualquiera que tenga un poco de perspectiva (o sea años), podrá decir de carrerilla dos docenas de grupos de las décadas mencionadas que ocupan lugar destacado en la corta historia del rock, grupos cuyos discos se siguen vendiendo, siguen siendo imitados y su influencia está clara. Por otro lado, difícil sería señalar siguiera dos pares de bandas surgidas (surgidas, no que estuvieran activas) en los últimos veinte años que hayan hecho historia, y dos pares de álbumes para el recuerdo que marquen a posteriores generaciones. Sí, ha habido buenas canciones y algunos grupos de verdadero mérito, pero nada que ver con los años dorados del disco de vinilo.

Cuando entonces uno compraba el disco de vinilo se encerraba (solo o con alguien que compartiera la misma pasión) a escuchar minuciosamente, a escudriñar todo lo que el plástico tenía impreso, a descubrir lo que el artista había creado, a disfrutar por fin con eso que tanto anhelaba; y mientras tanto, investigaba todos los créditos: fotos, títulos, compositores, productores, músicos invitados, lugar y fecha de la grabación, sello discográfico, año de edición, dedicatorias, explicaciones..., y a ello hay que añadir el repaso a las letras, pues la mayoría de los álbumes de calidad se editaban con una hojita con los textos de las canciones. En realidad era como una liturgia, un ritual emocionante, íntimo, que implicaba a casi todos los sentidos; sí, hoy escuchas en el móvil con los auriculares la canción, pero nada más. Sin embargo, con el disco de vinilo recién comprado escuchabas y a la vez contemplabas y analizabas las fabulosas portadas, cargadas de arte e intención y con fotos estupendas (algunas ya legendarias), leías todo lo que estaba escrito allí, manejabas la cartulina, le dabas la vuelta, la mirabas de arriba abajo, buscabas mensajes escondidos (muchas portadas y contraportadas los tenían), en muchos casos se podían desplegar y, en fin, las mostrabas orgulloso a los amigos y con ellos las comentabas. Todo esto es imposible sin Lp en las manos. Cuando uno compraba un disco de vinilo era para disfrute de casi todos los sentidos, no sólo del oído, resultando finalmente un objeto muy enriquecedor, algo que iba mucho más allá de un producto de entretenimiento.

En este sentido, cuando se empezaron a transformar en digitales las grabaciones analógicas (las registradas originalmente en cintas magnéticas) de algún modo se estaba traicionando al artista, a la canción y a todos los que trabajaron en ella, pues fue ideada y materializada de aquel modo; al convertir lo analógico en digital se distorsiona incluso el sonido (de hecho, oídos expertos distinguen perfectamente un tipo de grabación de otra), que se vuelve más frío, más distante, más artificial; es como si las ‘imperfecciones’ de lo analógico aportaran calor, cercanía. Bien podría decirse que escuchar una de Beatles, Bowie o Ramones en el móvil está fuera de contexto.

Tenían sus inconvenientes (imposibles para el coche, delicados, se  deterioran), pero los discos de vinilo poseían un encanto inexistente en los soportes digitales (ni siquiera en el CD), una gracia especial, pues perfectamente pueden ser considerados testimonios de su época, testigos de gustos y costumbres, de inquietudes y mensajes más allá de la música.

Un dato significativo es que entre los artistas que más elepés han vendidos en EE UU en los últimos trece años sólo hay uno que repite: The Beatles; el ‘Abbey road’ fue el más vendido en 2009, 10 y 11 con un total de más de cien mil ejemplares; en 2017 fue el ‘Sgt. Ppper´s’, que despachó 72.000 elepés; y en 2019 el ‘Abbey road’ volvió para superar el récord de ventas de vinilo en las últimas décadas con 246.000. Pronto serán medio millón…

Por último, quien haya sido fiel al soporte analógico a 33 ó 45 revoluciones por minuto, hoy tendrá una estupenda, vistosa y valiosa colección. Quien se conforme con la música en formato digital, sin soporte físico, podrá escuchar las canciones, pero nada más, de modo que irá consumiendo música del mismo modo que chicles o pañuelos de papel.

Quien tiene vinilos tiene tesoros.  

CARLOS DEL RIEGO

 

miércoles, 23 de junio de 2021

LO QUE BOLÍVAR PENSABA DE LOS INDIOS Y EL EXTERMINIO DE LOS PASTUSOS QUE ÉL ORDENÓ

 


El recuerdo de la masacre de la Navidad negra permanece en tierras de Pasto

Vuelven a producirse ataques contra estatuas y otros símbolos de la presencia española en América, los más recientes en Colombia y México (curiosamente no reniegan de las universidades, hospitales o catedrales construidas en tiempos de virreinato). Y casi siempre esa furia indigenista tiene a Simón Bolívar como héroe, como deidad cuyo dogma no se cuestiona. Sin embargo, ‘El libertador’ detestaba profundamente a los indios, como demuestran sus cartas y episodios como el llamado la ‘Navidad negra’.   

Seguramente el personaje histórico más conocido y con mejor posición en el imaginario colectivo de Sudamérica es Simón Bolívar, cuyo nombre se toma frecuentemente como máxima referencia ideológica indigenista y antiespañola. Pero el propio Bolívar en sus cartas deja bien claro qué concepto tenía de los indios, y la Historia muestra los modos del ‘Libertador’, como sucedió el 24 de diciembre de 1822.

Cuando ya había terminado la guerra contra España, Bolívar mantuvo correspondencia frecuente con sus amigos ingleses. En una de esas cartas dice textualmente: “De todos los países, es tal vez Sudamérica (sic) el menos a propósito para los gobiernos republicanos, porque su población la forman indios y negros, más ignorantes que la raza vil de los españoles, de la que acabamos de emanciparnos». En otras califica a los indios de “… ladrones, ignorantes y embusteros, faltos de principios morales que pudieran guiarlos. Necesitaban que otros gobernaran y decidieran por ellos”. Es contradictorio y servil que los descendientes de aquellos “ladrones, ignorantes y embusteros” veneren a quien tanto los despreciaba.

Pero Bolívar no se quedó en las palabras. Los habitantes de Pasto (hoy región de Colombia) se mantenían fieles a España incluso cuando ya había terminado la guerra. Así, los guerrilleros pastusos causaron durante todo 1822 varias derrotas y daños a las tropas criollas. Entonces, Bolívar declaró una “guerra a muerte” a la ciudad de Pasto. En ese contexto emerge  uno de los héroes de la región, el líder hispanista indio Agustín Agualongo, aun hoy recordado con admiración y respetado por negros, indígenas y mestizos de aquella zona.

Según el especialista Felipe Arias: “En aquel conflicto hubo comunidades indígenas tanto realistas como independentistas, al igual que pasaba con los americanos, los criollos, los negros y los mestizos. En Pasto se sostiene una oposición a la independencia porque implicaba la desaparición de una monarquía que protegía sus propiedades colectivas frente a los abusos históricos cometidos por los terratenientes criollos que simpatizaban con la república". O sea, muchos indios vieron que, al contrario que las nuevas constituciones, las leyes españolas los protegían contra los poderosos locales.

En una carta a Francisco de Paula Santander, Bolívar se lo dijo bien claro: “Porque ha de saber usted que los pastusos (…) son los demonios más demonios que han salido de los infiernos. Los pastusos deben ser aniquilados y sus mujeres e hijos transportados a otra parte, dando aquel país a una colonia militar. De otro modo Colombia se acordará de los pastusos cuando haya el menor alboroto, aun cuando sea de aquí a cien años, porque jamás se olvidarán de nuestros estragos, aunque demasiados merecidos”. Era y es la ideología bolivariana: exterminio del desafecto.  

Así, el 24 de diciembre de 1822, las tropas del general Antonio José de Sucre, cumpliendo al pie de la letra las órdenes del libertador, perpetraron el exterminio de la población de Pasto en un episodio conocido como la ‘Navidad negra’. Al poco de empezar la batalla, los pastusos se rindieron en masa, pero los soldados bolivarianos no tuvieron compasión, pues la orden era “guerra a muerte”. Según un programa emitido en Colombia en 1970 bajo el título de ‘Colombia ayer, Colombia hoy’, “Se vengaron implacablemente. Unos rendidos, otros heridos, todos fueron muertos. Familias enteras desaparecieron. Penetraron a caballo a la iglesia de San Francisco y ultimaron a todos los asilados, incluyendo mujeres y niños". Casi medio millar cayó en las primeras arremetidas. Luego, más de mil pastusos fueron reclutados obligatoriamente y destinados a Perú y Ecuador. En palabras de Bolívar: “Los hombres que no se presenten para ser expulsados serán fusilados, y los que se presenten serán expulsados”.

Los excesos, violencias y reclutamientos forzosos continuaron en la zona durante años. La intención era despoblar totalmente la ciudad y la región y que el vergonzoso episodio de la ‘Navidad negra’ fuera olvidado; sin embargo, ese recuerdo colectivo no sólo no se olvida sino que se refuerza con el tiempo.

Aun así, gran parte de la población de Sudamérica, incluyendo los indígenas, seguirá teniendo a Simón Bolívar como el gran libertador de los indios.

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 20 de junio de 2021

LA VIDA DISPARATADA Y VIOLENTA DE JAMES BROWN

 


James Brown, un monstruo de la música y un monstruo en su vida personal

Es muy habitual que la vida de las grandes estrellas de la música rock y géneros afines sea muy intensa, con abundantes escándalos, excesos y disparates (otros artistas también, pero menos). Igualmente sucede muchas veces que la persona dotada de talento muestra, al mismo tiempo, un comportamiento canallesco, ruin y dañino hacia los que lo rodean. Este es el caso del gran James Brown, gran figura de la música y cruel persona

En escena resultaba irresistible, hipnótico a veces, pero en el trato cercano James Brown llegaba a ser literalmente peligroso. En su descarga podría mencionarse su problema con las drogas (algo que siempre afecta al pensamiento y al comportamiento), pero no excusa todo el daño que hizo.

Según los informes médicos, James Brown nació sin respiración, y gracias a una tía que le hizo las maniobras necesarias, el bebé comenzó a vivir. Cuando tenía cuatro años su madre se largó de casa, siendo acogido por su tía Honey, pues su padre estaba siempre fuera. Ésta no lo trató mal, el problema es que tenía una ‘carhouse’, o sea, un prostíbulo en el que también se jugaba; y además, para conseguir unos pavos más destilaba y vendía su propio alcohol ilegal. No parece un ambiente muy educativo. Eso sí, la tía Honey se ocupó de llevarlo a la iglesia, donde el pequeño James se encontró con la música. 

Lógicamente, como adolescente sin control, estaba dispuesto a cualquier cosa. Trabajaba unos días aquí y luego se iba sin más, hurtaba por aquí, robaba por allá…, hasta que a los quince años lo detuvieron por reventar coches para llevarse lo que hubiera, por lo que lo condenaron a una pena de ocho a dieciséis años (si hubiera sido blanco habría sido menos, seguro). El joven James aprovechó la cárcel para cantar y mejorar sus aptitudes musicales; así, cantaba para los internos de vez en cuando (le llamaban ‘Music Box’), mientras los funcionarios y el gobernador de la cárcel observaban. Cuando se presentó la junta de libertad condicional, el incipiente cantante recibió muy buenas recomendaciones, así que en apenas tres años estaba en la calle.   

Pasó por la trena varias veces. En septiembre de 1988 estaba en libertad condicional. Empapado en polvo de ángel (PCP) Brown irrumpió en una convención de agentes de seguros (podía haber sido de cualquier cosa) con una pistola y una escopeta. Colocao hasta las cejas, el cantante encañonó a todo el mundo y ordenó que salieran (¿) y luego se largó en su furgoneta perseguido por la policía. Kilómetros después, dispararon contra las ruedas y lo detuvieron. Los agentes declararon que antes de iniciarse la persecución Brown había intentado atropellarlos, mientras que el músico dijo que sólo quería entregarse a un policía negro, pero que los polis blancos le habían tiroteado y por eso tuvo que huir. Fue condenado a seis años y medio.

El ‘Padrino del Soul’ se las tuvo con otro gran cantante de rythm & blues, Joe Tex. Los dos había firmado con el mismo sello (King Records) y como su estilo era similar, competían por promociones, por los mejores escenarios y ‘shows’, por lanzamientos y ventas de discos, e incluso hicieron versiones de los mismos temas; hasta que la competencia profesional se transformó en pura inquina personal.  Tex acusó a Brown de haberle robado la novia, Bea Ford, y así lo contó en el tema ‘You keep her’ (‘Tú te quedas con ella’) en el que llama Brown por su nombre. La cosa llegó al máximo cuando, en un club de Georgia en 1966, Joe Tex se burló de la capa que entonces llevaba James Brown en escena, imitándole y haciendo como que se enredaba con ella. Furioso, el malhumorado cantante sacó dos escopetas y abrió fuego contra todo lo que se moviera, incluyendo Tex; por increíble que parezca no hubo más que rasguños. Los escoltas y ayudantes de Brown guardaron su huida repartiendo billetes de cien pavos a los heridos y testigos para que no abrieran la boca. Y funcionó, pues no se presentaron denuncias.

También se las vio en las listas con Elvis Presley, pero con el rey siempre mantuvo una relación muy amistosa, de hecho, Brown consideraba que Elvis era de los pocos que estaban a su altura. Cuando Presley murió, el ‘soulman’ afirmó que “no sólo soy su fan, sino su hermano; nunca discutimos sobre quién lo hacía mejor, nos admirábamos y respetábamos”.

La relación con sus parejas y esposas fue a veces siniestra y a veces esperpéntica. La deliciosa Tammi Terrel (que se separó de él en 1963) dijo que la había golpeado muchas veces, incluso con un martillo, sucesos que concuerdan con muchas otras acusaciones que sus mujeres hicieron contra él.  A Deirdre Jenkins (su esposa del 70 al 79) la sacudía a diario y la maltrataba sicológicamente, contó su hija. Cuando estuvo casado con Adrienne Lois Rodríguez, el sheriff de Aiken, Georgia, recibía casi a diario llamadas de la mujer denunciando abusos y palizas; está demostrado que, en un arrebato de furia asesina, Brown se puso a disparar contra un abrigo de Adrienne, y cuando estaba lleno de agujeros el cantante recargó y tiró contra todo lo que había en el armario. Entonces él consumía cantidades industriales de PCP, y ella también, por lo que en aquel matrimonio debió pasar de todo. Por ejemplo, cuenta uno de los que trabajaba en casa de los Brown que una vez la Rodríguez le puso a su marido una generosa cantidad de PCP en un helado, y en otra ocasión apuñaló a una de las amantes de Brown. Adrienne murió en 1996 tras una fracasada liposucción y la mezcla de medicamente y drogas.

No es muy conocido el afán que James Brown tenía por imitar a Little Richard. Como James no era famoso, se hizo pasar por éste varias veces, llegando a cobrar actuaciones como si fuera Ricardito. En una ocasión empezó un concierto imitando a Richard, pero el público se dio cuenta y lo entendió como una broma, y nadie se marchó ni protestó, pues les encantó el show.

Curiosamente, James Brown cuidaba mucho su aspecto y era muy exigente en escena: sus trajes, capas y complementos, siempre de colores brillantes, estaban perfectamente planchados y recolocados. Y lo mismo exigía a sus músicos y coristas; su saxofonista Pee Wee Ellis declaró: “Todos estábamos amedrentados, temerosos de sus estallidos de ira por cosas estúpidas; nos multaba y gritaba si los zapatos no brillaban lo suficiente o si nuestros trajes o uniformes tenían alguna arruga o no nos caían como él quería”. Sorprende el control que buscaba en escena y el descontrol que dirigía su vida.

Con quien se deshacía en cariños James Brown era con su caniche ‘Poojie’. Cuando el animalito murió (una puerta cayó y le rompió la cabeza) Brown lloró desconsoladamente, organizó un gran funeral en su casa en Georgia y lo enterró en un ataúd blanco, sin dejar de llorar ni un momento.

Ni muerto dejó de ser causa de escándalo. James Brown murió en 2006, desatándose entonces una guerra por su fortuna entre amantes, esposas, ex y los hijos de todas  El caso es que hubo muchas demandas de paternidad, de manera que su cadáver fue removido hasta en 14 ocasiones. Y cuando ya estaba embalsamado se pidió una nueva prueba de paternidad, por lo que le amputaron las piernas para extraer médula y obtener ADN.

James Brown vivió muchas vidas, en unas fue un genio, en otras un…

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 16 de junio de 2021

1631, EL ALMIRANTE OQUENDO DERROTA A LA ESCUADRA HOLANDESA

 


Los buques insignia de las flotas hispana y holandesa se enfrentaron y cañonearon hasta el hundimiento del holandés

Durante varios siglos los descubrimientos de España fueron envidiados por media Europa, sobre todo por ingleses, holandeses y franceses, que no dudaron en recurrir a la piratería para robar, asaltar, quemar y destruir barcos y plazas españolas de ultramar. Por ello, son abundantísimos los episodios en los que naves, ciudades y asentamientos hispánicos sufrieron los ataques perpetrados por buques de aquellos países. Como la batalla naval de los Abrojos en 1631 contra una escuadra holandesa

Aprovechando que la Guerra de los 30 Años (1618-1648) asolaba Europa, naves holandesas se sintieron fuertes para atacar plazas españolas y portuguesas en América. Desde 1630 los neerlandeses llevaron a cabo acciones depredadoras y piráticas en la región de Pernambuco (la más al este de Sudamérica), por lo que desde la metrópoli se organizó una flota para que combatiera a esos piratas, y para reforzar las defensas hispano-lusas de la zona, al mando del almirante Antonio de Oquendo. Este donostiarra valiente y decidido que a lo largo de su vida tomó parte directa en más de cien combates y batallas, demostrando siempre arrojo, serenidad y conocimiento; además, según cuentan los especialistas, sabía imponer una disciplina férrea a sus hombres, siendo este uno de los factores determinantes de sus victorias.

En Lisboa aparejaron barcos de todo tipo para conformar una flota con la que combatir a los holandeses en América; reunieron no menos de cuarenta naves, aunque sólo 16 eran barcos de guerra; ninguno superaba las 700 toneladas y sus cañones eran de poco calibre. Tardaron un par de meses en cruzar el Atlántico y tocar tierra en Brasil, donde desembarcaron soldados de infantería e impedimenta. Enteradas la autoridades enemigas, pusieron al mando del capitán Hans Pater una flota de más de treinta navíos de guerra, casi todos de más de mil toneladas y con cañones de grueso calibre; en un acto de engreimiento y fanfarronería, Pater dejó la mitad de sus barcos en puerto y salió con 16, convencido de que eran más que suficientes para derrotar a la escuadra de Oquendo. Éste, por su parte, tampoco quiso que fueran a la batalla barcos que no eran de guerra, de modo que al ver que la flota enemiga se presentaba a la batalla con otros 16 buques, dijo “bah, son poca ropa”.

A unas 250 millas de los Abrojos (término derivado del portugués ‘abre olhos’, abre ojos, el cual explica que navegar por zona tan peligrosa exigía tener los ojos muy abiertos), en septiembre de 1631 se avistaron las dos escuadras. Cuentan los historiadores (y también el propio Oquendo) que la nave de Pater intentó embestir al Santiago, el buque insignia capitaneado por el marino vasco; sin embargo, éste se dio cuenta de la intención de su enemigo y maniobró de tal modo que se colocó a su lado y a barlovento, es decir, en el costado por donde venía el viento, con lo que todo el humo de cañones, arcabuces y fuegos varios iba directo al barco holandés. Mientras, otros buques hispano-lusos se cañoneaban con los holandeses.

Las batallas navales eran muy distintas a como las imagina y las presenta el cine. El mar estaba muy grueso aquel día, con potentes corrientes, vientos muy fuertes y olas enormes, situación que, seguro, era la habitual. Es decir, que un proyectil de cañón hiciera blanco era algo muy difícil, pues los barcos no dejaban de cabecear, de subir y bajar, por lo que gran parte de los cañonazos iban directos al agua. Sin embargo, cada vez que el navío recibía un impacto los daños solían ser graves, ya que inutilizaba velas, mástiles o timón y provocaba fuegos y vías de agua. A todo esto, el ruido de la artillería y la fusilería, el humo y el olor a pólvora, los alaridos de los heridos y los gritos de los mandos, boquetes en el casco y vías de agua inundándolo todo, crujidos de los mástiles al romperse, el sonido de los garfios y el abordaje… Nada que ver con las películas de piratas y combates navales.

El caso es que, finalmente, un proyectil del Santiago impactó en el barco de Pater (el Prins Willem), donde se declaró un gran incendio; desde el Santiago los arcabuceros españoles tiraban contra los marineros holandeses que trataban de apagar el fuego, de modo que el incendio se propagó y marineros, oficiales y capitán tuvieron que abandonarlo y saltar al mar unos segundo antes de que el Prins Willem estallara. El almirante holandés y gran parte de su tripulación murieron ahogados. Pero el Santiago, que debía estar muy dañado y sin capacidad de maniobra, permanecía enganchado al buque insignia enemigo; por suerte, muy poco antes de la explosión de la santabárbara del Prins Willem, otro barco español, el Concepción, consiguió separarlo del barco enemigo en llamas. ¡Cómo quedaría el Santiago del almirante Oquendo tras la batalla para que tuviera que ser empujado por otro navío para salir del atolladero! 

Vista la situación, las demás naves neerlandesas pusieron pies en polvorosa, y sólo desde muy lejos lanzaron andanadas contra las españolas sin que estas corrieran el mínimo peligro. Pudieron reanudar los combates más tarde e incluso al día siguiente, pero el sustituto de Pater, Thys, prefirió huir. Según las fuentes, los muertos y heridos, prisioneros y desaparecidos (o sea, ahogados) fue de unos 580 en el bando hispano-luso y unos 2000 en el holandés (incluyendo su almirante), que perdió sus tres naves principales.       

¡Cuántos episodios parecidos, cuántas batallas campales y navales, escaramuzas, asedios y combates de toda clase protagonizaron durante más de tres siglos aquellos arrojados hispanos!

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 13 de junio de 2021

LA CARA OSCURA DE THE MAMAS & THE PAPAS

 


Aunque su sonido folk-pop parecía sugerir otra cosa, el grupo vivió una corta y tormentosa trayectoria

Una de las melodías más identificables, más representativas de una época y presentes por más años que pasen es ‘California dreamin´’. Escrita por John y Michelle Phillips en 1963, salió en el 65 y no deja de sonar desde entonces. Pero a pesar de las delicias vocales y el tono melancólico-hippy, la otra cara de The Mamas & The Papas es fea y a veces repulsiva

Tan emblemática canción se asocia al universo hippy, al ‘paz y amor hermano’, al ‘haz el amor y no la guerra’ y a las drogas alucinógenas (y las otras también). Además, siempre que suena ese tema provoca una especie de bienestar y unas ganas irresistibles de hacer los coros. Sin embargo, la vida interna de The Mamas & The Papas fue cualquier cosa menos pacífica y armoniosa. Drogas, traiciones, sexo entre todos e incluso incesto fueron frecuentes entre ellos.

Lo de meterse LSD en aquellos años sesenta debía ser más común que el pelo largo. Cuentan que una vez se colocaron los cuatro a la vez con el mismo material, y que decidieron hacer un viaje al azar, uno cerró los ojos y señaló en el mapa las Islas Vírgenes. Allá fue toda la comuna, incluyendo la hija de John y Michael, McKenzie, que tenía 5 años. Se instalaron en la playa y pasaban el día bebiendo y consumiendo, hasta que se acabó la pasta. Cuentan que Cass Elliot se puso a trabajar de camarera y que al poco volvió con ¡un litro! de LSD. Sólo cuando se acabó el ácido, un mes, a casa.

Cuando el grupo se separó (en 1968 aunque volvieron para un último Lp en el 71) John Phillips intentó una carrera en solitario que no tuvo éxito, lo cual lo condujo a la depresión y al aumento del consumo de drogas. El experto Keith Richards declaró que “nunca había visto a nadie engancharse a la heroína tan deprisa”; sus brazos se ennegrecieron, pues se pinchaba coca y caballo todo el día. Según los que estaban allí gastaba alrededor de un millón de dólares al año hasta que, en1980, entró en rehabilitación. Su hija McKenzie también recibió tratamiento por lo mismo, y también el otro de los Papas, Denny Doherty, alcohólico. John cambió el polvo por el licor, y tanto bebió que murió en 2001 a los 65 años de infarto tras un trasplante de hígado.

Entre los eslóganes más repetidos en este mundillo está lo de ‘sexo, drogas y rock & roll’. The Mamas & The Papas mantuvieron este orden a rajatabla. John estaba casado cuando se enamoró de una adolescente Michelle; pidió el divorcio y se casó cuando ella cumplió los 18, en 1962. Al poco de ponerse en marcha el grupo, Michelle y Denny Doherty se enrollaron. Cuando John se enteró se puso furioso…, a pesar de que él tenía una o dos amantes más. Luego Michelle tuvo una aventura con Gene Clark, de los Byrds. Mama Cass Elliot se enamoró de Denny, pero no fue correspondida y el desengaño la afectó seriamente. Doherty dijo:”Cass me amaba, yo amaba a Michelle, Michelle me quería a mí, John amaba a Michelle…”. Lógicamente, esta situación hizo insostenible la supervivencia del grupo.

John y Michelle Phillips se ponían los cuernos mutuamente a la mínima ocasión que se presentaba. Y un día se presentó a John una ocasión llamada Mía Farrow, entonces esposa de Frank Sinatra, que se encontraba de gira. Enterado, el marido burlado se puso rabioso, y aseguran que pidió a su amigo Sam Giancana, capo de la mafia de Chicago, que le explicara con quién se jugaba los cuartos. Dos sicarios mal encarados fueron a visitar a Phillips y le debieron hacer una oferta irresistible; a pesar de ello, Phillips mantuvo la compostura y declaró no sentir miedo…, aunque se compró varias armas y, que se sepa, nunca más volvió a encontrarse con la Farrow.

Michelle, por su parte, tampoco era torpe a la hora de liarse, a pesar de que John trataba de controlarla. Y parece que la chica tenía tendencia hacia los actores. Primero ‘conoció’ a Dennis Hopper, se casó y, al cabo de una semana, se divorció (seguro que eran tal para cual); luego se lo hizo con Jack Nicholson e inmediatamente con Warren Beaty, los cuales terminaron peleándose por ella cuando filmaban la peli ‘Dos pillos y una herencia’.

Los integrantes de esta especie de comuna de mamás y papás engendraron once retoños. Algunos de los de John cayeron en las drogas y el alcohol gracias a su desnaturalizado padre; “todos mis hijos están en alcohólicos anónimos”, dijo el tipo); dos de los que tuvo antes de conocer a Michelle se engancharon cuando no habían cumplido los 15. El muy pervertido le encargaba a su hija McKenzie que le liara los porros… a los 10 años, y también le explicó cómo pincharse coca, algo que, según ella, la marcó de por vida. Sólo se salvaron los que consiguieron mantenerse lejos de este individuo.

Pero lo peor se supo cuando en 2009 McKenzie Phillips, años después de la muerte de su padre, publicó una autobiografía en la que contó la incestuosa relación sexual que mantuvo con su depravado papá. Dijo que la noche previa a su boda, cuando tenía 19 años, recibió la visita de su colocado progenitor: “Yo tenía cantidad de pastillas y papá tenía de todo…Nos metimos sin control, me desmayé en la cama, me desperté y me encontré teniendo sexo con él”. Asimismo, la hija de los Papas confesó que mantuvo relaciones consentidas con su padre durante unos diez años… Las dos esposas que tuvo Phillips negaron que eso sucediera, que él jamás haría algo así. Claro que si se ponía tanto y tan diverso su cerebro estaría como la bayeta de una tasca. La hermanastra de Mckenzie declaró que conocía la historia desde hacía años.

Famosas eran las fiestas de drogas que John montaba en una lujosa casa que compró en la célebre zona de Bel Air en Los Ángeles. Por allí pasaron los que eran algo en los sesenta, incluyendo Beatles y Stones. Nada más llegar se dispensaba al invitado LSD, y dentro había recipientes de farlopa para que cada uno se sirviera a su gusto. Dicen que John Phillips y Keith Richards se convirtieron en inseparables gracias al polvo, e incluso acordaron hacer un  disco juntos, pero cuando iban al estudio no hacían más que ponerse y ponerse hasta que quedaban inconscientes. También es conocido el episodio en que Mick Jagger invitó a comer a John y su hija McKenzie, y en un momento dado le pidió a John que fuera a la cocina a por cualquier cosa, momento en que el ‘stone’ lo encerró mientras él y McKenzie se lo montaban.

Imagen del grupo era la presencia de Cass Elliot, siempre con sobrepeso, aunque en apariencia no la afectaba, sobre todo por su actitud abierta y alegre. Sin embargo, le preocupaba profundamente. Por eso probó muchas dietas, algunas muy dudosas, como cuando se pasó siete meses dejando de comer cuatro días cada semana; así perdió más de 45 kilos, pero acabó en el hospital. A causa de su peso y las dietas padeció de hepatitis, hemorragias e inflamaciones periódicas. Murió a los 32 años de un ataque al corazón.

La cara oculta de The Mamas & The Papas fue tóxica, venenosa.  

CARLOS DEL RIEGO

 

miércoles, 9 de junio de 2021

AÑO 921, ÚLTIMA CAMPAÑA GUERRERA DEL REY ORDOÑO II DE LEÓN

 


Guerreros medievales preparados para la batalla

Hace 1.100 años apenas Galicia, Asturias y León quedan fuera del dominio musulmán. Ordoño II es el monarca del recién constituido Reino de León. Este rey, que siempre fue muy bien tratado por los cronistas, es el primero que es ungido y coronado solemnemente, retomando la costumbre visigoda. Pero su principal objetivo es la lucha contra los mahometanos, a los que combatió incansablemente. En el año 921, Ordoño II emprendió su última campaña contra los caldeos (así les llamaban)

A finales del año 914 ‘Ordonius Rex’ comienza su reinado. Casi desde el primer momento tiene como principal objetivo hostigar a los agarenos (también les llamaba así) y recuperar el terreno que, según tradición neogótica, había sido usurpado por los invasores a sus legítimos dueños, los visigodos. Así, las tropas de Ordoño partieron muchas veces hacia el sur atacando ciudades y pueblos dominados por los musulmanes, causando muchas bajas y regresando a León con gran botín de riquezas, animales y cautivos.

Cuando se asaltaba una plaza o castillo se solía respetar la costumbre de perdonar vida y bienes a sus habitantes si se rendían de entrada, sin combatir; si la rendición llegaba a mitad de asalto, se les permitía marchar con lo puesto; pero si el lugar tenía que ser tomado por la fuerza hasta el final, los supervivientes serían ejecutados inmediatamente, las mujeres y niños esclavizados y la plaza saqueada y arrasada. Así se hacían las cosas hace más de un milenio. Por eso, los ataques de los ejércitos leoneses causaban rabia y deseos de venganza en el territorio musulmán, como demuestran los cronistas árabes: “Tirano Ordoño, rey de los leoneses infieles a quienes Dios maldiga” (Ibn Jaldun). El recién nacido reino (los autores sarracenos se referían al territorio de León como Yilliqiyya) se convirtió en la principal preocupación de los califas, empezando por el gran Abederramán III.

En 917, en la batalla de San Esteban de Gormaz (o Castromuros), los ismaelitas ya estaban a orillas de Duero cuando  “el rey Ordoño acometiolos tal como un león de la Libia se ceba en el indefenso rebaño, y causó tanto estrago entre los enemigos, que el número de sus cadáveres excedía el cómputo posible de los astros (…), muy pocos escaparon y pudieron noticiar el suceso al rey cordobés”, según la Historia Silense. Ordoño mandó cortar la cabeza del jefe del ejército califal, Hulit Abul Habat, y la colocó en lo alto de la más alta almena del castillo de dicha población al lado del morro de un jabalí.

El combate era extremadamente sangriento, con nubes de flechas que, invariablemente, atravesaban a unos cuantos, con la infantería chocando entre gritos y estruendo metálico de espadas, escudos y lanzas, con los  caballeros con armadura arremetiendo y danto tajos a izquierda y derecha, relinchos, alaridos y sangre, mucha sangre y ‘trozos’ por todas partes. Una vez comenzada la batalla no había piedad.

Las hostilidades, ataques y venganzas, cabalgadas y actos de guerra se sucedían sin tregua; en la Alta Edad Media no se sabía de Derechos Humanos, Convención de Ginebra o Tribunales Internacionales. Abderramán III, enfurecido por la derrota de Castromuros (o Castromoros), reunió un poderoso ejército que vengara tal humillación, de modo que en 920 volvió a enfrentarse al ejército de Ordoño II (apoyado por tropas navarras) en la batalla de Valdejunquera. En esta ocasión la victoria fue para el califa de Córdoba, que infligió una dura derrota a las tropas cristianas, cuyos cronistas disimularon señalando que “hubo muchos muertos por ambos bandos” o explicando que la derrota fue por los muchos pecados de los cristianos. El Rey Ordoño II culpó a nobles castellanos del descalabro, entre ellos a Nuño Fernández y a Fernando Ansúrez, así que los convocó sin decirles el objetivo de la reunión en un lugar llamado Téjar junto al rio Carrión, donde los cogió prisioneros, los acusó de deslealtad y mandó encarcelarlos.

Sin desanimarse y obligado por su convicción de que había que expulsar a los caldeos y recuperar la península para los herederos de los visigodos, Ordoño II armó otro ejército en el año 921, con el que marchó sobre las fronteras sureste de su reino, llegando hasta Sintila (Cendejas, Guadalajara), destruyendo sembrados, poblaciones y castillos (Castejón de Henares, Palmaces, Magnanza…), llegando a una sola jornada de Toledo (algún cronista dice Córdoba, pero entonces no andaban muy bien de geografía). Orgulloso con su botín regresaba Ordoño a León, pero al llegar a Zamora le comunicaron que había muerto su esposa, la reina Gelmira (Elvira). Era agosto de 921. A los pocos meses volvió a casarse con la gallega Aragonta, de la que se separó al poco  “por no resultarle placentera”…

Fue la última campaña militar de Ordoño II Adefónsiz, hijo de Alfonso III de Asturias. Pocos años después, en 924, moría el gran rey de León. Se le enterró en una primitiva catedral construida en el terreno donado por el propio Ordoño, donde se conservaban los restos de unas termas romanas; a mediados del siglo XI, Fernando I construía allí mismo una segunda catedral, románica; y ya en tiempos de Alfonso X El Sabio (mediados del siglo XIII) se emprende en el mismo lugar la construcción de la actual catedral gótica, donde está enterrado el segundo rey de León.. 

Era la Alta Edad Media, la guerra era la circunstancia más habitual en la península, en toda Europa y en el resto del mundo. No es fácil ponerse en la piel de quienes vivieron hace mil cien años.

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 6 de junio de 2021

ESTRELLAS DEL ROCK Y PADRAZOS CON MUCHOS HIJOS

 


Rod Stewart con una de sus cinco mujeres y cinco de sus ocho vástagos

El común de los mortales suele envidiar muchas de las ventajas y beneficios  que tienen los músicos de rock, estando entre lo más deseado su facilidad para cambar de pareja una vez, y otra, y otra…Y en la mayor parte de los casos dejan constancia de la relación en forma de hijos. En la lista de los más prolíficos aparecen muchos nombres célebres, algunos con muchos hijos y muchas mujeres, y otros con sólo una o dos. Desean, en fin, perpetuar sus genes.

Lo de tener muchos vástagos es algo que dejó de ser la tendencia dominante hace muchas décadas. Sin embargo, no pocas estrellas del rock han tenido seis, ocho, diez, doce hijos…, normalmente con muchas mujeres, aunque no siempre. Hijos reconocidos, claro. Las chicas suelen mariposear menos y, por tanto, no dejan tanta descendencia.

Algunos no sabrían decir ni ellos mismos cuántos hijos y mujeres han tenido. Por ejemplo James ‘Sex machine’ Brown, del que sólo se conocen nueve hijos de  cuatro mujeres, aunque se tiene constancia de que tuvo muchas otras parejas que también le dieron descendencia. Algo parecido ocurre con otro de los grandes pioneros, Bo Diddley, un verdadero ‘correcaminos’ que reconoció a seis hijos, aunque no pudo precisar con cuántas mujeres…

Viejas glorias tenidas por grandes calaveras no han brillado en esta relación de ‘bravos’. Como Ozzy Osbourne, que sólo ha tenido media docena de vástagos con dos mujeres. Igual que Keith Richards, con nada más que cinco con solamente dos atrevidas señoras. McCartney se ha ‘conformado’ con dos mujeres y cinco retoños.

Gregg Allman repartió esfuerzos, ya que tuvo cinco ‘hermanos y hermanas’, uno con cada una de sus cinco mujeres, una de las cuales fue Cher. Otros que también repartieron equitativamente fueron Dylan, Ron Wood y Sting, que con dos señoras criaron  seis herederos cada uno. David Gilmour también distribuyó de modo igualitario, pues con sólo dos damas superó ‘el muro’ de los ocho retoños. Paul Weller siguió esa senda pero con otra proporción, ocho con cuatro compañeras

Eric Clapton ha generado cinco descendientes con tres chicas, pero no consiguió ninguno con ‘Layla’, con la que además terminó de forma tormentosa. John Fogerty tiene siete ‘fortunate son’ con dos mozas. Siete con dos señoras (ninguna es ‘Barbara Ann’)  ha tenido Brian Wilson, Con cuatro señoritas tuvo Jerry Lee Lewis seis descendientes, demostrando a qué se refería con aquello de ‘Great balls of fire’.

Mick Jagger no ha dejado nunca de hacer honor a su fama de conquistador, y además de los  idilios que se le conocen y los que no, ha estado casado con cinco mujeres, con las que ha tenido una auténtica familia numerosa, ocho, y ninguno con ‘Angie’. Otro señalado siempre como donjuán es Rod Stewart, que ha engendrado ocho hijos con cinco damas, las cuales debieron encontrarlo ‘suficientemente sexy’.

En lo más alto de la relación de las figuras del rock con más tendencia a la procreación están dos auténticos gigantes, Bob Marley y Ray Charles. El rastafari dejó once hijos con siete señoras, y eso que murió con sólo 36 años; les susurraría ‘no woman no cry’ y claro… El gran Ray Charles no fue sólo grande como músico, pues a pesar de no ver lo que tenía delante, tuvo hasta diez parejas ‘oficiales’, con las que engendró una docenita.

Claro que también hay veteranos del rock que nunca han cambiado de compañera, como Jon Bon Jovi, casado con la misma desde hace más de treinta años y con la que ha tenido cuatro vástagos.

Ellas, las chicas con tanto rock como ellos, son menos dadas al mariposeo ‘productivo’. Chrissie ‘Pretenders’ Hynde ha tenido tres parejas, la primera Ray Davis de The Kinks y la segunda Jim Kerr de los Simple Minds, concibió una hija con cada uno. Patti Smith también estuvo emparejada con dos músicos de rock, Allen Lanier y Fred ‘Sonic’ Smith, guitarristas de Blue Oyster Cult y MC 5 respectivamente; con el segundo tuvo niño y niña. La ‘proud’ Tina Turner, dos maridos y cuatro hijos. La irlandesa Dolores O´Riordan, un solo marido y tres hijos. Dolly Parton está casada con el mismo tipo desde 1966, pero no pudo tener hijos. La explosiva guitarrista Lita Ford (que militara en The Runaways) ha tenido hasta cuatro parejas, pero sin ‘producción’. Igual que la gran Janis Joplin, que tuvo incontables compañeros-as, pero tampoco dejó descendencia. Como puede verse, ellas siempre fueron mucho más razonables, mucho más cuidadosas y, sin duda, razonables.

CARLOS DEL RIEGO

 

miércoles, 2 de junio de 2021

EL PODER CORROMPE, EL POLÍTICO TIENE PODER, LUEGO ES CORRUPTO

 


Todos están de acuerdo cuando se trata de asignarse sueldos, pensiones, pluses, regalos..., y cargos y puestos para colegas

Es una certeza matemática: el poder corrompe. El político tiene poder. Luego el político es corrupto por definición. Tan cierto como que dos y dos son cuatro. Pero lo peor no es la corrupción clásica y perseguida por la ley, la de trincar dineros, sino la corrupción con cobertura legislativa, que es la más abundante y la más costosa para el paganini  

Grandes escándalos se producen en todos los países del mundo cuando se descubren los tejemanejes de los políticos para allegarse dinero, actividad que llevan practicando desde que existe la figura del político y que, como es lógico, se puede presentar de infinitas formas. Pero hay otra manera de exprimir al contribuyente sin que se entere, sin que le duelan las continuas clavadas, y es la confección de leyes que benefician a quienes las promulgan, disposiciones que les permiten llevarse por aquí y por allá sin caer en el delito, aunque cayendo hasta el fondo en la más soez inmoralidad. Lo sorprendente es que el político que declara sesenta, ochenta, cien mil al año (más los pluses, regalos y gastos varios) no tiene conciencia de hacer nada moralmente reprochable, al contrario, está convencido de que está mal pagado…, a pesar de que gana el triple o el cuádruple de los que escotan para hacer frente a sus abultados ingresos. Es la corrupción aceptada, legalizada.  

El gasto anual en sueldos de los veintitantos ministros con su legión de asesores, consejeros, ayudantes, secretarios…, de los políticos nacionales, regionales, provinciales y locales, de los altos cargos, así como los miles de puestos de toda clase, regalados a dedo por los propios políticos, supera los 25.000 millones de euros. Es decir, se gastan en sí mismos todo eso. Pero hay algo peor en este asunto, y es la ingente cantidad de nombramientos de amiguetes, familiares, colegas del partido y enchufados de toda especie, a los que se elige no en función de su valía, conocimiento, dedicación, capacidad de trabajo u honradez, nada de eso, sino que se escoge al más servil, al que es más fiel al partido en cualquier circunstancia, es decir, al más fanatizado y dispuesto a cualquier cosa en beneficio del partido y sus líderes. Esto de llenar de paniaguados todos los organismos oficiales, empresas públicas, consejos de administración e instituciones varias es absolutamente inmoral aunque esté permitido por la ley, por la ley que ellos hicieron en su propio beneficio.

Se ha sabido que en el año 2020, el del confinamiento, los señores del Congreso se gastaron 800.000 euros en kilometraje y taxis…, y eso que no se debía salir de casa más que para lo más imprescindible. Y se pueden añadir los gastos que no tienen obligación de justificar, ni los regalos que reciben a costa del contribuyente, ni los beneficios, prebendas y extras por infinitos conceptos que, siempre, suponen pasta. Disponen del dinero público para gratificar y dar premios y bonificaciones a subordinados y machacas que les sirven con fidelidad canina; y es que con pasta ajena se es muy magnánimo.

Todo trabajador tiene que haber cotizado a la Seguridad Social durante treinta años para cobrar su pensión, mientras que los diputados, senadores, ministros, presidentes y otros que ocupan puestos de poder, sólo tienen que cotizar ocho años para cobrar la máxima pensión; incluso menos: el que fuera presidente de Castilla y León durante ocho meses (¡ocho meses!), José Constantino Landa, cobrará toda su vida ochenta mil del ala cada año. ¿Es esto moralmente aceptable o es pura y simple corrupción aceptada por la ley?

Pero no hay que pensar que esto sólo pasa aquí. No, los políticos son idéntica especie con idénticos comportamientos, apetitos e intenciones en cualquier hábitat del planeta. Y se mueven por idénticos impulsos y objetivos los de todos los países, los de todas las ideologías, los de todos los partidos. No se puede ser político si no se es corruto y embustero. No hay político bueno, pues un buen político es el que miente muy bien, el que tergiversa, manipula, trinca, enfrenta y siembra cizaña muy bien. Alguien dirá que no es correcto generalizar, pero hay veces que es oportuno; por ejemplo si se dice que todos los violadores son unos criminales asquerosos.

Es increíble que los políticos se suelan referir a sí mismos como servidores públicos. Debe ser el único caso existente en que el servidor gana muchísimo más que el patrón. En fin, la única solución es prohibir la figura del político y sustituirla por el ciudadano metido temporalmente a labores políticas.

CARLOS DEL RIEGO