domingo, 28 de octubre de 2018

LAS PATALETAS DE LOS RECHAZADOS POR EL ROCK & ROLL HALL OF FAME Esto del Salón de la Fama del Rock & roll es, como todos los premios basados en la opinión y la subjetividad, una verdadera fábrica de descontentos y resentidos que, como es lógico, protestan por no ser incluidos; si se niega el premio a gentes del mundo de espectáculo en general habrá ruido, pero si son del negocio del rock hay que esperar todo tipo de insultos. Este año no ha sido distinto, es decir, algunos ‘viejos rockeros’ han despotricado lo suyo contra el salón de marras a causa de, claro, haber sido rechazados


  
Bon Jovi y The Moody Blues han entrado este año en el salón.
Se entregan cada año  tal cantidad de premios, trofeos, condecoraciones y honores que, como alguien dijo alguna vez, estaría bien que se organizara una especie de concurso para elegir el mejor premio del año. Entre los que más ruido meten están los relacionados con la farándula, con el ‘show business’, y dentro de ese diverso sector se encuadran los musicales, los casi infinitos Grammy, Grammy Latino, Emmy o esa especie de entrada en los altares que es la inclusión en el Rock & Roll Hall of Fame. Estos últimos vienen designándose desde 1986, cuando industriales del entretenimiento, empresarios del mundo del disco, editores y (¡cómo no!) abogados, pusieron en marcha la iniciativa; hasta la fecha se han glorificado a alrededor de 220 ‘santos’ del r & r, la aplastante mayoría de los cuales están ahí por evidentes merecimientos, aunque ni están todos los que son ni son todos los que están.

Repasando la lista del santoral incluido en esta capilla se notan ausencias escandalosas, pero lo que realmente ofende es ver algunos nombres indignos de figurar ahí, de modo que se comprende que algunos de los excluidos echen chispas. Este 2018 ni siquiera han entrado en las previas nombres como Iron Maiden o Ted Nugent que, como no podía ser de otro modo, han gritado más que en un concierto y echado más insultos a la organización que a los managers y discográficas. Bruce Dickinson, de Iron Maiden, vino a decir que ese salón era algo así como un contenedor de basura, y que quienes deciden quién entra y quién no deberían beber más cerveza y tomar menos prozac; por su parte, el desafiante guitarrista acusó a los jurados de marginarlo por sus ideas políticas, ya que él suele alardear de sus preferencias e inclinaciones republicanas, derechistas y de amante de las armas, así que también utilizó el término ‘basura’ para referirse a los que no le permiten subirse a los tabernáculos del rock.

Y es que, ciertamente, es como un directo al ojo ver nombres como Abba al lado de los Stooges de Iggy Pop; aunque casi peor es que figuren raperos en los altares del rock, puesto que el rap no debería ser considerado ni siquiera música, ya que, a diferencia de cualquier composición musical del tipo que sea, ningún rap puede tararearse ni transcribirse a una partitura; en fin, ¿es posible imaginarse un rap instrumental?, parece tonto siquiera plantearlo, ya que el hip hop es una especie de poesía callejera que se recita o declama con un fondo musical, pero eso no lo convierte en música, y muchísimo menos en rock & roll.

Según se especifica en su normativa, para acceder a tan famoso salón se tienen en cuenta ‘la influencia, significado y contribución del artista al desarrollo y perpetuación del r & r’. Así, ¿cómo se explicaría el significado e influencia que para el rock tienen los raperos?, o ¿cómo ha contribuido Abba a perpetuarlo?   

Si siguen así las cosas que a nadie extrañe que un día entren en el Salón de la Fama del R & R rockers tan auténticos como Enrique Iglesias o Lola Flores, Pavarotti o la Sinfónica de Viena, Antonio Machín o Charles Aznavour, los derviches danzantes de Turquía o los diyéis de moda…

Casi todo artista tiene un ego sobredimensionado, y si tiene que ver con el negocio del rock puede afirmarse que tiende al 100% el porcentaje de los que poseen egos del tamaño del Himalaya. Eso explica el cabreo y los insultos del cantante de Iron Maiden o de Ted Nugent. Claro que hubo otros que rehusaron estrepitosamente pertenecer a tan ‘distinguido’ club, como Johnny Rotten de Sex Pistols, que cuando en 2008 fueron aceptados en el salón lo despreció con un “no me apetece mancharme de pis”.

Sea como sea, eso de la ceremonia con alfombra roja y exhibición de vanidades parece una manera de domesticar, asimilar, normalizar, homogeneizar e incluso organizar esto del rock & roll, algo que va contra su esencia misma.

CARLOS DEL RIEGO


miércoles, 24 de octubre de 2018

JUEGOS OLÍMPICOS DE MÉXICO 1968,50 AÑOS DEL MOMENTO DEL BLACK POWER Resulta sorprendente que apenas se haya dado espacio en los medios a la conmemoración del cincuentenario de los Juegos Olímpicos de México 68 a pesar de los múltiples hechos que allí concurrieron: los estudiantes muertos en la manifestación de días antes de la inauguración, los prodigiosos récords mundiales conseguidos y, sobre todo, la imagen del ‘black power’ en el pódium de los 200 lisos, convertida ya en una de las fotos ilustrativas del siglo XX

Los campeones pasan, los records se superan, pero la imagen del 'black power' en México 68 quedará como uno de los hitos representativos del siglo XX.


El Año 1968 está cargado de significado a causa de sucesos que se mantienen en el recuero y se asocian a dicho año: Los amenazantes tanques soviéticos entrando en las calles de Praga, las manifestaciones y algaradas de París que se recuerdan como el ‘Mayo francés’, las protestas en USA contra la guerra de Vietnam, el asesinato de Martin Luther King… Y los Juegos Olímpicos de México, que han dejado para la historia no sólo un sinfín de hazañas deportivas, sino también algunos momentos inolvidables, emblemáticos, como aquella manifestación de denuncia del racismo que aún persistía en Estados Unidos, el Black Power.

El mundo asistió asombrado a las proezas de los atletas en el estadio mexicano…, después de los innumerables problemas que tuvo que superar la organización, incluyendo la terrible ‘matanza de la plaza de las tres culturas’. Se batieron asombrosos récords mundiales (algunos de los cuales permanecieron durante décadas), se produjeron avances técnicos y de material, la televisión otorgó una dimensión global a la cita olímpica, empezó la lucha contra el dopaje…, sin embargo, la imagen de los Juegos es la de los dos velocistas estadounidenses que, en el pódium de los 200 lisos y mientras sonaba el himno de su país, agachaban la cabeza y elevaban el puño enguantado en negro. Esa foto ha pasado a la historia no solo de los Juegos Olímpicos, sino del siglo XX. Pero, ¿cómo fue aquello exactamente?

Todo empezó antes de los Juegos. El racismo, aunque cincuenta años después pueda parecer increíble, seguía siendo cotidiano y manifiesto en Estados Unidos: los negros tenían vedada la entrada en establecimientos ‘sólo para blancos’ (incluyendo hospitales, bares o escuelas) y apenas tenían presencia en la política, la sociedad o la universidad; de hecho, sólo eran apreciados como músicos o deportistas. Así las cosas, los atletas afro-Usa sopesaron la posibilidad de no acudir en señal de protesta, pero pronto comprendieron que con ello apenas conseguirían repercusión y, además, otros irían en su lugar. Por eso decidieron competir y manifestar su reivindicación de algún modo (algunos rechazaron de plano participar, entre ellos un tal Lew Alcindor, que luego se cambió el nombre por Kareem Abdul Jabbar).

Entre los más deseosos de ‘hacer algo’ que mostrara al mundo la situación millones de personas en USA estaban algunos atletas prodigiosos, como el fabuloso Tommie Smith y su compañero John Carlos, favoritos en los 200 metros lisos. Ganó Smith con un asombroso record mundial (y eso que los últimos diez metros los corrió con los brazos en alto), segundo fue el australiano Norman y tercero Carlos (nacido en Nueva York pero de padres cubanos). Los dos ‘sprinters’ prepararon su protesta. Como las medallas se las entregaría en tiránico presidente del COI, su compatriota Avery Brundage, pensaron en darle la mano enguantada, de manera que así no tendrían que tocarlo. Pero segundos antes de la ceremonia vieron que Brundage no estaba y no sería él quien les colgara las medallas, así que improvisaron. Con las primeras notas del himno, Tommie bajó la cabeza y levantó el puño vestido de negro y Carlos lo imitó. Entre ellos, como testigo privilegiado, Norman, quien muchas veces declaró que él no vio agresividad en aquel gesto, sino más bien “una especie de desahogo”. Los gerifaltes del COI y los políticos echaban chispas y, como primera medida, ambos fueron expulsados de la villa olímpica, de los Juegos y del equipo estadounidense.

Y más cuando, unas horas después, otro prodigio del atletismo, Lee Evans, pulverizaba el registro mundial de 400 metros lisos (por primera vez se bajó de 44 segundos) con sus compatriotas James y Freeman copando el podio (“corre Lee, corre, demuestra de qué somos capaces”, le había dicho Tommie Smith minutos antes de ser expulsado). Evans, que como todos quedó pasmado ante el gesto de Smith y Carlos, decidió que él también tenía que hacer algo que evidenciara su protesta antirracista. Pero durante las horas previas a la entrega de medallas empezó a dudar, ya que a su habitación de la villa olímpica llegaron mensajes intimidatorios, en concreto seis telegramas en los que se le amenazaba de muerte si repetía la pose de sus compañeros; los remitentes eran de organizaciones tan repugnantes como el Ku Klux Klan, los Ángeles Blancos o la Asociación Nacional del Rifle (que entonces era puro racismo), es decir, la cosa no era para tomársela a broma. Cuando Evans y sus compañeros caminaban hacia el podio seguían indecisos, pero éste volvió a recordar palabras de Tommie Smith: “si ganas eres estadounidense, si pierdes eres sólo un negro”. Entonces se decidió, y tanto él como sus compañeros de pódium se calaron las boinas negras y levantaron el puño (sin guante), pero con los primeros compases del himno se pusieron firmes, así que no hubo represalias contra ellos (además, todo el mundo seguía asombrado del salto de Bob Beamon).

Expulsados de los Juegos, el regreso a Estados Unidos supuso el inicio de un calvario para Smith y Carlos. El entrenador del equipo de atletismo dijo a la prensa mexicana que “se arrepentirán toda su vida”. Pero no, no se arrepintieron a pesar de que perdieron las becas universitarias que obtienen todos los deportistas olímpicos, se les negó trabajo sistemáticamente (Carlos encontró empleo como lavacoches, pero lo despidieron porque nadie quería trabajar a su lado), se les cerraron sistemáticamente todas las puertas, se les insultó y deshonró en la prensa, se les arrinconó y señaló y, peor aún, las más brutales amenazas llegaban a sus casas a diario. Tal fue la presión que sufrieron los dos velocistas que la esposa de John Carlos, Kim (que fue la que compró los guantes de marras y probablemente la que tuvo la idea), no lo soportó y se suicidó.

 A pesar de todo, aquella protesta supuso una sacudida a la sociedad racista estadounidense, puesto que en todo el mundo se comprendió lo que significaba ser negro en Estados Unidos; de alguna manera, el desplante del pódium de los 200 lisos de México 68 ayudó a cambiar las cosas. Las marcas se baten, los atletas pasan, pero aquel gesto permanecerá para siempre, como un récord mundial imposible de superar.  

(Con información de ‘Los Juegos Olímpicos y sus mitos’, de César F. Buitrón y Carlos del.Riego)

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 21 de octubre de 2018

CUANDO ELVIS, MARLEY O HARRISON ESTUVIERON A PUNTO DE MORIR La vida de las estrellas del rock se entiende como plena de emociones y momentos excitantes. Y la realidad parece confirmar tal impresión. Es más, algunas de las grandes figuras del género han pasado (a veces sin ser conscientes de ello) por momentos muy apurados en los que su vida corrió peligro cierto


Bob Marley, cubierto de sangre, muestra la herida del tiro que recibió en un brazo.

Aunque la historia del rock no ha cumplido aún los setenta, su trayecto ha sido tan intenso que podrían escribirse infinidad de libros sobre todas las peripecias, anécdotas, batallitas y momentos de auténtico peligro de muerte por los que han pasado casi todos los que se dedican a este negocio, estrellas incluidas.

Una vez Alice Cooper apuntó a Elvis Presley con un 38… Corrían los primeros años setenta cuando, una noche, Elvis se encontró con Alice Cooper, su novia Liza Minelli (¡jo!) y otras personas en Las Vegas y les invitó a todos a tomar algo en su casa. Según ha explicado el cantante de hard-rock, una vez que todo el mundo se había puesto cómodo, Elvis le pidió que le acompañara a la cocina, y allí, con el fin de hacerle una demostración de sus habilidades de karateca y otras artes marciales, le entregó una pistola cargada, quitó el seguro y le dijo que le apuntara como si fuera a matarlo, y que no se preocupara, puesto que él lo desarmaría con un par de movimientos. Alice Cooper ha confesado que durante un segundo, mientras encañonaba a su colega, por su mente pasó la idea de disparar, como si una voz interior le gritara “¡tira, dispara!”, e incluso durante ese instante tuvo tiempo de imaginarse el escándalo que a escala mundial originaría el hecho de que una estrella del heavy acabara con el rey del rock & roll. Afortunadamente (según palabras del propio Cooper) el ángel bueno del hombro derecho se impuso sobre el malo. En todo caso, al segundo siguiente Elvis lo había tumbado e inmovilizado poniéndole su pie sobre el cuello. Luego salieron de la cocina, el rey siguió la fiesta como si nada, pero Alice Cooper se quedó pensativo e incluso asustado del pensamiento homicida que cruzó su cabeza…

También resulta divertida la batallita que pasaron el cantante de U2, Bono, su colega Jimmy Buffet, el productor Chris Blackwell y sus respectivas mujeres e hijos. Todos ellos volaban hacia Jamaica disfrutando ya de lo que serían unas maravillosas vacaciones. Sin embargo, la policía jamaicana había identificado el hidroavión en que viajaban los músicos y sus familias como el de unos narcotraficantes en plena operación; así, cuando amerizó, los agentes empezaron a disparar a discreción (ya preguntarían después), con lo que los asustados turistas optaron por tirarse al agua para evitar las más de un centenar de balas que tiraron los policías. “Cuando estaba bajo el agua me sentí como si estuviera en una peli de James Bond”, dijo Bono posteriormente. Enseguida se aclararon las cosas y las autoridades de Jamaica pidieron disculpas, pero el cantante irlandés optó por no esperar a las explicaciones, de manera que, en el momento en que todo estaba preparado, decidió volver a embarcar y poner rumbo a Miami con toda su prole. Fue un momento de peligro para todos, aunque los niños lo contarán como emocionante aventura.

Y es que las calles de Jamaica han tenido siempre fama de ser muy violentas, como muy bien podría explicar el que fuera el jamaicano más ilustre, Bob Marley. Poco antes de las elecciones presidenciales de 1976, el país estaba violentamente dividido en dos partidos políticos, cuyos partidarios se enfrentaban a tiros casi a diario por las calles de Kingston y otras ciudades; la policía se sumó a la vorágines y hubo cientos, tal vez miles de muertos. En ese ambiente, el candidato oficial pidió a Bob Marley que actuara para todos, que lejos de teñirlo de política sería un concierto de unión y concordia de todos los jamaicanos. Marley aceptó y se fijó fecha. Pero dicho político (manipulador y marrullero como todos), que era el primer ministro, cambió la fecha del referéndum para un par de días después de concierto, con lo que daría la impresión de que Marley lo apoyaba. Los partidarios del otro se lo tomaron como afrenta, como traición, y a primeros de diciembre de aquel año hombres armados asaltaron la casa del músico disparando sin preguntar, luego se pusieron a atizar a los presentes, resultando heridos Marley, su esposa y otros invitados. Una vez que sacudieron a todo el mundo, los pistoleros escaparon sin que nunca se aclarara el suceso. Afortunadamente no hubo heridos graves y Bob Marley dio el polémico concierto en la fecha prevista y sin ocultar vendajes, heridas y contusiones. Tal vez la intención de los asaltantes no fuera matar, sino asustar y tratar de disuadir al músico, pero en una ‘balacera’ siempre puede escaparse un tiro fatal.

A finales de los años sesenta del siglo pasado se celebraron los festivales legendarios de la historia del rock, Monterey, Woodstock…, y también el de Altamont, cuyo recuerdo siempre está asociado a los ‘Ángeles del infierno’, los Rolling Stones, la violencia y la muerte; y tuvo un colofón en el que corrió peligro la vida de Mick Jagger. Aquel festival contó con los propios Stones, Crosby, Still, Nash & Young, Santana, Jefferson Airplane o Grateful Dead (que no tocaron asustados por los incidentes violentos). El caso es que alguien del entorno de los Stones contrató a los ‘Ángeles del infierno’ como cuerpo de seguridad de la banda, los cuales, empapados en cerveza, se dedicaron a sacudir a quien les miraba mal durante toda la actuación, o sea, dieron de palos a un montón de gente; al final, cuatro muertos: dos en accidente, un ahogado y un chaval de 18 años que, después de recibir unos cuantos porrazos, sacó una pistola poco antes de que uno de los motoristas le metiera un palmo de acero inoxidable en el cuerpo…, varias veces. Casi todo puede verse en la película que se filmó. Pero la cosa no acabó ahí. Al parecer, el propio Mick Jagger exigió despedir a esos ‘encargados de la seguridad’  (¿a quién se le ocurriría tan peregrina idea?), algo que enfureció a los violentos moteros. Según un agente del FBI, varios integrantes de los ‘Hell´s Angels’ planearon liquidar a Jagger en su casa de Long Island; así, tenían previsto acceder a la casa por el mar, con lo que burlarían la seguridad, cogerían al cantante y le darían su merecido. Pero claro, gobernar un bote, barquito o barquichuela no es lo mismo que conducir una Harley, de manera que, una vez embarcados, al menor oleajillo que se levantó se fueron todos los moteros al agua, con lo que quedó frustrado el chapucero intento. De todos modos, lo que digan desde el FBI…

Peor, muchísimo peor fue lo de George Harrison. Todo aficionado recordará  aquel suceso de los últimos días de 1999, cuando un desequilibrado entró en su casa armado con un cuchillo y una espada de piedra que había cogido de una estatua (¿); el chiflado, un esquizofrénico diagnosticado, gritaba que George era un brujo que lo tenía poseído, así que Dios le decía que había que matarlo. El agresor allanó la casa del ‘beatle’, éste lo vio y ambos se enzarzaron en una pelea, Olivia (mujer de George) cogió un atizador de chimenea y atizó al majara, los tres rodaron por el suelo, el agresor apuñaló a músico en el pecho, Olivia avisó a la policía y el peligroso demente fue detenido. Ingresado en un siquiátrico, desde entonces vive bajo vigilancia y con una fuerte medicación que lo mantiene ‘tranquilo’. El pobre George, siempre tan espiritual, padeció secuelas físicas y sicológicas el resto de su vida, que apenas fue de un par de años.

También es conocido el episodio en que un imbécil (no un enfermo mental), creyendo que su novia estaba colada por Frank Zappa, irrumpió en un concierto de éste (en 1971) y lo empujó fuera del escenario, cayendo desde unos cinco metros; resultado: fractura de pierna y tobillo, laringe aplastada, costillas rotas, un brazo casi paralizado y pérdida de memoria, un año en silla de ruedas y dolor crónico de espalda. No murió, pero estuvo cerca.

CARLOS DEL RIEGO
                                                            


miércoles, 17 de octubre de 2018

ZAPATERO SIGUE PRESUMIENDO DE ‘IMBECILIDAD’ Recientemente el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el uruguayo Luis Almagro, dijo textualmente: “el señor Zapatero tiene un problema grande de comprensión (…) definitivamente, el señor Zapatero está en el grado más alto de imbecilidad”. Es esta una conclusión a la que llegan, tarde o temprano, todos los que entran en tratos con él. Por si fuera poco, se ha sabido que se reúne con terroristas

Zapatero hubiera hecho un buen Homer Simpson, tienen el mismo cerebro



Y es que el ex presidente de España va presumiendo de su falta de luces cada vez que se mueve. Se acaba de saber (X-18) que el muy tonto se reunió con el terrorista Otegi (¿para qué?, ¿para negociar algún trato?) y que, cuando era jefe de gobierno, sopesó la posibilidad de indultar a asesinos etarras para facilitar la negociación con la banda mafiosa; es decir, estaba dispuesto a bajarse los pantalones ante los asesinos, estaba dispuesto a ciscarse sobre los cadáveres de las víctimas (entre las que había muchos compañeros suyos) y estaba dispuesto a limpiarse el trasero con conceptos como moralidad, decencia o integridad.

Hay que imaginárselo llegando al lugar de encuentro con el capo de los asesinos y, con esa sonrisa bobalicona que le caracteriza, estrechando cordialmente la mano del terrorista; charlaría amigablemente con el prosimio y se despediría con buenos deseos y otro apretón de manos (¿tal vez un abrazo?). Claro que su escaso cerebro no da para pensar que, si hubiera llegado el caso, el Otegi y su banda no hubieran dudado en matarlo a él y a toda su familia si con ello hubieran conseguido algo…, o sin ningún otro propósito que hacer daño. Igualmente, tampoco tuvo ni tiene fuerza mental suficiente para pensar (¿) en los muertos y sus familiares y amigos, ya que sólo un majadero integral cree obrar correctamente ofreciendo beneficios al asesino, cuando lo que realmente está haciendo es convertirse en su cómplice (tanto peca el que mata como el que tira de la pata, dice el refrán). Moralidad, dignidad, integridad son barreras éticas que deberían obligar a la persona, sobre todo al poderoso, a no traspasar las líneas que suele imponer la propia conciencia.

Tampoco ha perdido Zapatero la ocasión de demostrar sus capacidades mentales en Sudamérica. Resulta que el tipo se presenta en Venezuela como mediador (¿quién lo nombraría?) entre gobierno y oposición, cuando es evidente su simpatía por el matón de Maduro y, por tanto, su antipatía hacia los miles de muertos de esa falsa democracia que llaman ‘chavismo’, incluyendo el opositor que ‘se tiró’ por la ventana de la comisaría (dicho sea de paso, los planos del cuartel descartan esa posibilidad). Por otro lado, con total y absoluta seguridad, jamás se hubiera propuesto como intermediario en caso de que el dictadorzuelo hubiera sido de derechas, y con certeza matemática, jamás de los jamases hubiera contemporizado con él.

Se suele decir que es más peligroso un tonto con poder que un perverso con poder; éste calcula las consecuencias de sus actos y, además, todo lo que haga buscará siempre un propósito, beneficioso para él o perjudicial para sus enemigos; mientras, el tonto con poder no se detiene un segundo a pensar qué ocurrirá si hace esto o dice aquello y, en fin, su acción no tiene objetivos deseables (sustentar a Maduro pisoteando a sus opositores no parece algo deseable).

En fin, hay que tener presente que el ex jefe de España no saluda amigablemente a terroristas o se pone de parte del tiranuelo por maldad o codicia, sino por pura y simple imbecilidad (como dijo el mencionado Luis Almagro). No hay que olvidar que Zapatero es un tonto puro, un tonto inmaculado, es decir, su estulticia no está contaminada por intenciones perversas, nada de eso, él es exclusivamente tonto. No podrá extrañar, por tanto, que en Iberoamérica también se den cuenta de su ‘grado de imbecilidad’.

Lo peor es que su sucesor al frente del partido no es menos memo, pues copia, plagia y reproduce a diestro y siniestro (textos, discursos, conferencias, fotos, vídeos…, él y su negro) y cree que nadie se dará cuenta nunca, o sea, además de escaso de luces, es también un evidente tramposo.

CARLOS DEL RIEGO
                                       


domingo, 14 de octubre de 2018

FREDDIE MERCURY, EL CALVARIO DE SUS ÚLTIMOS AÑOS Se estrena este mes (X-18) una película sobre el malogrado cantante Freddie Mercury, un personaje cuya leyenda no deja de crecer. Sus canciones, su voz suenan a diario en cualquier parte, su imagen es de lo más reconocible del mundo del espectáculo, su nombre se lee o escucha frecuentemente en cualquier parte… El éxito lo acompañó hasta el fin, pero no todo fue glamour, fiesta y rock & roll, especialmente en sus últimos años

Aunque sus últimos años fueron un calvario, Freddie mantuvo
su fuerza hasta el final.


Una de las peculiaridades de Freddie es el hecho de que muchos de sus seguidores más entusiastas no habían nacido cuando el artista murió, lo que quiere decir que continuamente se añaden soldados a la legión de incondicionales del cantante. Además, si ya el sonido de Queen es inconfundible con esas guitarras, armonías o coros tan singulares, la voz con que él remataba las canciones hacía de cada una de ellas algo especial, único, algo con clase y elegancia sin perder la esencia rock & roll. Sin embargo, sobre todo al final, su vida lejos de los focos y la fama no fue tan idílica como su trayectoria artística. En cualquier caso, siempre es momento oportuno para hablar de Freddie Mercury.       
No hay adepto a la causa del rock que no sepa su verdadero nombre, donde nació, cuál era su exótica ascendencia o cómo desde muy pronto surgieron sus facultades artísticas. También se sabe de su timidez y de lo ‘acomplejado’ que  estaba de chaval a causa de esos dientes disparados que, con el tiempo, serían parte de su imagen. El caso es que sus compañeros de clase, al comprobar que esos piños desbocados le acomplejaban, no dejaban de burlarse de él y ponerle los motes más ofensivos; debido a ello, durante mucho tiempo procuraba taparse la boca al reír, incluso siendo ya una estrella..

Varias de sus biografías coinciden en que se infectó de sida en 1982 en Nueva York, e incluso que a finales de ese año empezó a mostrar síntomas. Él, a pesar de que intuyera que algo no iba bien, no quiso que nadie se enterara de su enfermedad, del mismo modo que tampoco deseaba declarar su orientación sexual, pues seguía siendo un hombre tímido y, seguro, recordaría las burlas de que había sido objeto en su niñez. Por eso se limitó a dejar de aparecer en público. Le aterraba que todos se enteraran de su enfermedad, le avergonzaba decir qué es lo que tenía; incluso trató de ocultársela a sus más allegados, a quienes decía que estaba gravemente enfermo, que su estado era terminal y que, sin duda, iba a morir pronto…, pero nunca admitió tener sida, no quería que nadie se compadeciera de él. De hecho, siempre guardó celosamente todo lo relacionado con su vida privada. Esto de tener que estar siempre escondiendo (los dientes, su sexualidad, su enfermedad) tuvo que ser una carga muy pesada.

Y a ello se añaden las elucubraciones, tergiversaciones y falsedades de la prensa sensacionalista británica, que cada poco tiempo publicaba disparatadas teorías sobre su enfermedad, supuestos y terribles diagnósticos o ‘informaciones de buena tinta’. Ante eso, él callaba. Y sus compañeros y amigos aceptaban la situación, no preguntaban, nunca hablaban de ‘eso’, era cosa de Freddie y si él no quería hablar no había razón para preguntar; al parecer se estableció una especie de pacto de silencio implícito en torno al tema: nadie acordó nada con nadie, pero todos sabían que lo principal era respetar su deseo. Pero llegó un momento en que la enfermedad se hizo tan evidente que ya no fue posible hacer como que nada ocurría. A finales de 1990, cuando el grupo estaba grabando su Lp ‘Innuendo’, Freddie estaba debilísimo, delgadísimo, demacrado, con sus extremidades y cara cubiertas de manchas (cáncer de piel llamado sarcoma de Kaposi); incluso llegó a perder parte de un pie, pero él prefería llevar en silencio su dolor y su angustia, ya que no quería ser objeto de lástima; sólo una vez les enseñó a Brian, John y Roger cómo estaban sus pies, y ellos, espantados, sólo pudieron comprobar el terrible  dolor y sufrimiento de su amigo.

Aquella última grabación debió resultar dura y difícil para todos, para sus amigos y colegas al contemplar el estado del desdichado cantante, y para él al saberse en sus últimos días y, seguro, porque no le gustaría nada ver a sus queridos compañeros tan tristes y preocupados por su causa. En su última aparición en público para recibir un premio apenas pudo decir “Gracias, buenas noches” antes de irse. Contaba Brian May que para grabar ‘The show must go on’ hubo que llevarlo en brazos y sentarlo ante el micro; sin embargo, Freddie dejó a todos pasmados porque, sin que nadie supiera de dónde, sacó fuerzas de sobra para cantar esa última canción con toda la energía que tuvo siempre; debió ser un momento tremendamente emocionante. ´

Pero ni en aquellos momentos pudo escapar de los periódicos sensacionalistas, pues los fotógrafos hacían guardia ante su casa para intentar sacar la última foto (cuanto más patética mejor) con la que vender muchos ejemplares. Y si no, simplemente esperaban el momento en que alguien comunicara la muerte del artista. Y del mismo modo que los buitres esperan que el animal muera para lanzarse sobre su cadáver, esos diarios amarillistas, cotillas y charlatanes publicaron las más burdas calumnias e insultos tras su muerte.

Debieron ser unos años de gran sufrimiento físico y sicológico. Él lo llevó con gran dignidad y, llegado el momento, se fue sin protestas ni quejas. Elegante hasta el fin. Un gran tipo.

CARLOS DEL RIEGO

                                                            


miércoles, 10 de octubre de 2018

HACE 890 AÑOS BERENGUELA DE BARCELONA VIAJÓ A LEÓN PARA CASARSE CON ALFONSO VII Y CONVERTIRSE EN REINA Hace nada menos que 890 años, concretamente en noviembre de 1128, la hija del Conde de Barcelona, doña Berenguela, llegaba al Reino de León para casarse con el Rey Alfonso VII. La intención del monarca era forjar alianzas en las que cimentar una deseada unidad política en la península. Para el conde Ramón Berenguer III fue un éxito y un gran honor emparentar con el emperador leonés


 
La elegante estatua yacente de doña Berenguela sobre su sepulcro en
 la Catedral de Santiago
 Lo que es actualmente cada una de las regiones de España tiene que ver con la historia conjunta, de modo que ningún territorio puede explicarse sin tener en cuenta el resto. Por ello puede afirmarse que Cataluña (parte de cuya población está dispuesta a negar ahora y siempre la realidad por más evidencias que se expongan) ha contribuido decisivamente a la evolución histórica del resto de España, del mismo modo que el resto de España ha tenido influencia directa en el devenir histórico de Cataluña (de modo similar ocurre con cualquier otra región española). Pactos y alianzas, guerras y conjuras, proyectos y objetivos comunes, matrimonios e hijos… entrelazan las historias particulares de todas las tierras de España desde hace milenios, de manera que la historia conjunta es precisamente esa relación de todos con todos. Uno de los infinitos episodios que demuestra los vínculos que unen de modo indiscutible las regiones peninsulares fue la boda de Alfonso VII de León y Castilla con Berenguela de Barcelona, hija del Conde Ramón Berenguer III y hermana de Ramón Berenguer IV.
Alfonso VII tenía la idea de unificar toda España, algo evidente al comprobar que en mayo de 1135 se hizo coronar en la Catedral de León (la antigua) ‘Imperator totius Hipaniae’, latinajo que no precisa traducción y que demuestra sus intenciones (además de seguir la tradición de sus antepasados). Y una herramienta que los reyes han usado desde siempre para adquirir poder y territorios es buscar el enlace matrimonial adecuado, ya fuera para sí o para sus hijos e hijas. El séquito de Ramón Berenguer y su hija (encantados por el ascenso social que la boda suponía)  emprendió el camino y llegó a Saldaña (hoy Palencia) en los primeros meses de 1128. Como dato curioso cabe señalar que para agasajar a los recién llegados se organizó una corrida de toros en la plaza de la localidad, que es la primera de que se tiene noticia.
El enlace se celebró en León (hay autores que sostienen que tuvo lugar allí mismo, en Saldaña) con la presencia de obispos, abades, toda la aristocracia de León, Asturias, Galicia, Castilla, Navarra, Portugal…, y también representantes del Califato de Córdoba, de Gascuña y otros condados francos, todos los cuales se arrodillaron ante el Emperador y le besaron la mano, reconociendo así la autoridad superior de la corona de León. Según las crónicas, Berenguela cayó muy bien desde el principio en la corte leonesa, y siempre contó con el respeto y la admiración general; inteligente, refinada y culta, atractiva y discreta, alegre y bondadosa, hizo muy buena amistad con Sancha, hermana de su marido (al que acompañaba en sus campañas militares), y juntas llevaron a cabo diversas obras benéficas, favorecieron la cultura y la fundación de monasterios. Asimismo, ella y Sancha solían aconsejar a Alfonso en muchas cuestiones (incluyendo militares y políticas), e incluso hay autores que afirman que asumió con entusiasmo la idea de su marido de unificar bajo su autoridad todos los reinos de España. Tal vez por ello prefería mirar hacia otro lado cada vez que Alfonso se ‘veía’ con otras. ¿Pensaría que la unificación de todos los territorios peninsulares era más importante que las infidelidades de su marido?
Así, la hija del Conde de Barcelona se convirtió en Reina de León y Emperatriz ‘de toda España’ (totius Hispaniae). Y aunque tardó en tener el primero, tuvo hasta siete hijos con Alfonso VII, tres de los cuales no llegaron a la edad adulta, mientras que los otros cuatro también fueron reyes: Sancho III de Castilla, Fernando II de León, Sancha, esposa de Sancho IV de Navarra, y Constanza, esposa de Luis VII de Francia.
Es solamente una prueba de los nexos que ayudan a dar forma a la historia común, la cual impide explicar aisladamente la de un único territorio. Lógicamente, además de las siempre determinantes relaciones de parentesco que se creaban entre los altos estamentos políticos (sin ir más lejos, el padre de doña Berenguela, Ramón Berenguer III, se casó con María Rodríguez, hija del Cid), el pueblo llano de cada territorio también entraba en contacto con los de al lado con total naturalidad. Es evidente, la Historia de España es, entre otras muchas cosas, la de las relaciones entre los diversos territorios que la conforman, los cuales no tienen sentido por separado.
CARLOS DEL RIEGO
                                                            


domingo, 7 de octubre de 2018

JANIS JOPLIN MURIÓ HACE 48 AÑOS, SU VIDA FUE CORTA E INFELIZ Hace ya 48 años que murió Janis Joplin. Considerada una de las mejores cantantes de blues y rock de todos los tiempos, una sobredosis la calló el 4 de octubre de 1970. Tenía los ‘peligrosos’ 27 años, edad maldita en estos géneros musicales. Como las estrellas que más lucen en el cielo, brilló mucho y vivió poco; su existencia fue turbulenta y, a veces, muy desgraciada.

Janis Joplin, de cuya muerte se cumplen ahora 48 años, cuando empezaba como cantante folk.

Aunque en el ámbito del rock y estilos cercanos se mira hacia ellos como buenos tiempos, no todo en los años sesenta fue ‘prodigioso’. Para entonces ya estaba asentado el concepto de estrella del rock, y desde entonces esa figura estará siempre asociada a excesos, peligros y una vida… desordenada. La inconfundible Janis Joplin no superó viva aquella década, aunque sí queda su voz y su leyenda como iconos incontestables para todo adicto al rock & roll. Su muerte por sobredosis fue el último palo a una existencia infeliz.

Según ella misma contó, en el colegio era despreciada, insultada, marginada casi a diario; estaba algo llenita y tenía la cara llena de granos, lo que provocaba las burlas y menosprecios de sus compañeros de clase, que la acosaban y se reían de ella incluso fuera del colegio o el instituto, y más de una vez le lanzaron monedas entre risas despectivas. Debía sentirse muy desgraciada, insegura, marginada; tal vez por eso le gustaba ir a los barrios donde tocaban ‘bluesmen’ negros (seguro que allí nadie se reía de ella). Luego, ya adulta, no ocultaba su pasión por el sexo salvaje con hombres y con mujeres, algo que llegaba a oídos de sus padres y que, seguro, se lo tomaban como un humillante escándalo (eran los años 60), así que muchas veces le dieron la espalda, lo que, a su vez, debió ser otra causa de inseguridad en una personalidad tan escasa de autoestima como la de Janis.  

Su ciudad natal no le traía buenos recuerdos, como demuestra el hecho de que especificó varias veces que, a su muerte, no la enterraran en Port Arthur, Texas. A principios de los sesenta se largó de allí y se fue a San Francisco en el momento en que se empieza a gestar la cultura hippie; aquí comienza a cantar en pequeños escenarios, sobre todo música folk, pero también entra en contacto con las drogas, anfetaminas hasta enloquecer y heroína hasta desmayarse, y siempre, siempre, abundante whiskey. Aseguran que la que había sido adolescente rellenita pesaba ahora unos cuarenta kilos y, además, siempre estaba triste y abatida. Mostraba un estado tan lamentable que sus amigos hicieron una colecta para que, en 1965, volviera a casa.

El regreso le sentó bien…, en principio. Dejó las drogas y el alcohol, recuperó peso, volvió a buscar pequeños escenarios donde cantar e incluso se matriculó en la universidad; increíblemente sus compañeros de campus volvieron a ridiculizar su aspecto y a meterse con ella, hasta el punto de que en el periódico de la escuela la calificaron como ‘el hombre más feo del campus’. La pobre chica debía estar pasándolo fatal, pero ahora encontró refugio en la música, cada día más importante en su vida (empieza a componer y a modular su estilo vocal). Sin embargo, desgraciadamente volvió a las drogas. 

Es conocido su desengaño amoroso con un tal Peter de Blanc, al que conocía desde su primera estancia en San Francisco y que consumía drogas en cantidades industriales, mucho más que ella, con lo que ambos tenían mucho ‘en común’. El caso es que un día el tal Blanc se presentó en casa de Janis y le pidió oficialmente matrimonio. Al poco, cuando ella y su madre planificaban los detalles de la boda, el tipo avisa que de lo dicho nada, que acababa de dejar embarazada a otra y que, claro, iba a casarse con ésta. Nuevamente despreciada, abandonada, lo que fue un palo muy gordo para ella, ya que las cartas que le escribía la mostraban poseída por una ardiente pasión amorosa.

Para mediados de los sesenta ya se dedica profesionalmente a la música, publica disco y, gracias a su fuerza, a su voz incendiaria y al desbordante sentimiento que transmite, alcanza el éxito y el reconocimiento. Está en la cima, actúa en los festivales más multitudinarios, todos se rinden a su energía salvaje, a su excitante blues-rock, Ya es una estrella de la nueva cultura. Pero eso no la aparta del caballo ni del alcohol. Hacia 1969 su adicción era brutal: los que estaban cerca de ella aseguran que se gastaba unos doscientos dólares diarios en heroína y se trasegaba no menos de dos o tres botellas, lo que significa que su estado debía ser cercano a la incapacidad; en varios conciertos, incluyendo en Woodstock y en el Madison de Nueva York, salía borracha, colocada hasta las cejas y en un estado verdaderamente lamentable. Prensa, compañeros e incluso el público veían su declive. Su grupo de acompañamiento se deshace.

Explican sus biógrafos que poco antes de su muerte decidió darse el gustazo de acudir a una reunión de antiguos alumnos del instituto de su ciudad, Port Arthur, para restregar su triunfo a aquellos descerebrados que la acosaron e insultaron; había avisado a la prensa y se presentó acompañada de fotógrafos y redactores. ¿Qué sentiría Janis al ver las caras de asombro y envidia de los que años antes la despreciaban? Además, en esos días había anunciado su intención de casarse… con un chico que se dedicaba a trapichear heroína.

En aquel final 1970 había iniciado un nuevo proyecto con nuevo grupo, nuevo productor y nuevo disco. El día 1 de octubre grabó ‘Mercedes Benz, y en los días siguientes dieron los últimos retoques; sólo quedaba una última canción para terminar el que sería su último disco. El día 4 habían quedado en volver al estudio para grabar la voz de esa última canción, pero ella no apareció. La fueron a buscar y la encontraron en su habitación, muerta a causa de una sobredosis de heroína y con sangre en nariz y boca, pues debió perder el conocimiento, caerse y golpearse la cara contra el suelo. El disco apareció unos meses después y fue un gran éxito.

Sí, Janis Joplin fue una estrella del rock y como tal vivió a toda velocidad y sin frenos. Es y será una de sus figuras identificativas, sí, pero no puede decirse que la suya fuera una vida envidiable o deseable, fue intensa pero muy corta y, salvo momentos puntuales, infeliz. En una entrevista que concedió cerca del final dijo: “No puedo escribir una canción a menos que esté emocionalmente destrozada, traumatizada, deprimida", y teniendo en cuenta que escribió canciones para los cuatro Igualmente, como todos los heroinómanos, pensaría muchas veces en dejarlo, lo intentaría algunas (jamás pensó dejar de beber) y se comería el ‘mono’ otras tantas; luego, cuando recayera, le asaltaría la culpa. Y es que, como alguien dijo, nunca se ha visto a un yonqui feliz.

No, aunque fuera una estrella, no fue la suya una vida deseable.

CARLOS DEL RIEGO

                                                            


miércoles, 3 de octubre de 2018

LOS LÍDERES INDEPENDENTISTAS NO QUIEREN LA INDEPENDENCIA, SINO UN ETERNO ‘PROCES’ Tras años de montar un número tras otro, ya hay mucha gente que se va dando cuenta de que lo que desean los caudillos del independentismo catalán no es la independencia, sino que el ‘procés’ se alargue todo lo posible. Es decir, se encuentran muy cómodos en la actual situación (2018), en la que mantienen engañados. a tantos.


 
Los caudillos de la causa independentista, al igual que los líderes de las sectas, están muy cómodos mientras sus adeptos esperan ese gran día, que nunca llegará.
El nacionalismo siempre apela a los sentimientos, nunca a la razón ni a la realidad. Es por eso que para captar nuevos adeptos hay que excitar sus sentimientos, sobre todo el odio, que es el más potente. A eso precisamente se refería el escritor irlandés Geroge Bernard Shaw cuando escribió que “el nacionalismo es una curiosa creencia que consiste en pensar que la tierra donde uno ha nacido es la mejor del mundo precisamente porque uno ha nacido allí”, es decir, si uno hubiera nacido en la tierra de al lado sería ésta la mejor del mundo. También se ha dicho que el nacionalismo (que es el deseo de tener una nación distinta a la que se tiene, mientras el patriotismo no anhela otra nación) es, en realidad, un vestigio del sentimiento tribal que, sin duda, afectó a todo espécimen del género homo a lo largo del Paleolítico.

Lo especial del nacionalismo-separatista catalán es que sus líderes no quieren alcanzar la independencia, puesto que están muy a gusto con el ‘procés’. Por un lado esos cabecillas saben a ciencia cierta que no hay posibilidad de culminar la separación ilegal y unilateral, saben que tienen en contra todos los organismos internacionales, saben que no habría reconocimiento por parte de los gobiernos democráticos y, en fin, saben que sólo cuentan con el apoyo de los grupos ultraderechistas. Es decir, a pesar de que los caudillos de la rebelión contra la legitimidad saben que el empeño es absolutamente inútil, mantienen un discurso que anima la esperanza de sus seguidores e inflama el sentimiento de odio a todo el discrepante. En otras palabras, están engañando a los adeptos a la causa: ellos saben que es imposible pero dicen que están cerca.

Por otro lado, si por un insólito giro del destino mañana Cataluña fuera independiente, esos políticos que hoy prometen el paraíso tendrían que hacer frente a los verdaderos problemas, a la realidad, a las cuentas, a las acusaciones de corrupción, a las exigencias y reivindicaciones de los diversos colectivos profesionales…, algo agotador; además, en poco tiempo el personal comprobaría que de paraíso nada, y que la promesa de riqueza y felicidad para todos era falsa. Además, muchos exigirían recompensa por los ‘servicios prestados’ durante la revuelta, al igual que los que vivían de la subvención y de los infinitos cargos creados para colocar a los afines. O sea, sería un follón y mucho trabajo, mientras que ahora (2018) nadie les exige atender a los problemas reales y cotidianos del contribuyente, al revés, con mantener el sermón de que todos los demás son malos y tienen la culpa de todo, se aseguran el aplauso de los discípulos y la continuidad en el sillón de privilegio. Así las cosas, ¿por qué iban a cambiar el estado actual del asunto?

En fin, es evidente que mantienen a sus adeptos en el engaño, del mismo modo que los líderes de las sectas a los suyos, que les prometen un paraíso perfecto, que pronto vendrán a buscarlos y que irán a un sitio donde serán eternamente felices…, pero claro, ese momento nunca llega, y mientras, los predicadores viven a costa de los incautos fieles.

Se mire por donde se mire, los sumos sacerdotes de la religión separatista están muy a gusto con la situación actual, y de ningún modo desean que se modifique. Lo que de verdad ansían, aquello con lo que sueñan es con que el ‘procés’ sea eterno. Pero esto no es posible, y menos aun en un planeta tan traicionero como el de la política, donde los que hoy son aliados mañana se entenderán con los rivales.

CARLOS DEL RIEGO