Aunque sus últimos años fueron un calvario, Freddie mantuvo su fuerza hasta el final. |
Una de las peculiaridades de
Freddie es el hecho de que muchos de sus seguidores más entusiastas no habían
nacido cuando el artista murió, lo que quiere decir que continuamente se añaden
soldados a la legión de incondicionales del cantante. Además, si ya el sonido
de Queen es inconfundible con esas guitarras, armonías o coros tan singulares,
la voz con que él remataba las canciones hacía de cada una de ellas algo
especial, único, algo con clase y elegancia sin perder la esencia rock &
roll. Sin embargo, sobre todo al final, su vida lejos de los focos y la fama no
fue tan idílica como su trayectoria artística. En cualquier caso, siempre es
momento oportuno para hablar de Freddie Mercury.
No hay
adepto a la causa del rock que no sepa su verdadero nombre, donde nació, cuál
era su exótica ascendencia o cómo desde muy pronto surgieron sus facultades
artísticas. También se sabe de su timidez y de lo ‘acomplejado’ que estaba de chaval a causa de esos dientes
disparados que, con el tiempo, serían parte de su imagen. El caso es que sus compañeros
de clase, al comprobar que esos piños desbocados le acomplejaban, no dejaban de
burlarse de él y ponerle los motes más ofensivos; debido a ello, durante mucho
tiempo procuraba taparse la boca al reír, incluso siendo ya una estrella..
Varias
de sus biografías coinciden en que se infectó de sida en 1982 en Nueva York, e
incluso que a finales de ese año empezó a mostrar síntomas. Él, a pesar de que
intuyera que algo no iba bien, no quiso que nadie se enterara de su enfermedad,
del mismo modo que tampoco deseaba declarar su orientación sexual, pues seguía
siendo un hombre tímido y, seguro, recordaría las burlas de que había sido
objeto en su niñez. Por eso se limitó a dejar de aparecer en público. Le
aterraba que todos se enteraran de su enfermedad, le avergonzaba decir qué es
lo que tenía; incluso trató de ocultársela a sus más allegados, a quienes decía
que estaba gravemente enfermo, que su estado era terminal y que, sin duda, iba
a morir pronto…, pero nunca admitió tener sida, no quería que nadie se
compadeciera de él. De hecho, siempre guardó celosamente todo lo relacionado
con su vida privada. Esto de tener que estar siempre escondiendo (los dientes,
su sexualidad, su enfermedad) tuvo que ser una carga muy pesada.
Y a
ello se añaden las elucubraciones, tergiversaciones y falsedades de la prensa
sensacionalista británica, que cada poco tiempo publicaba disparatadas teorías
sobre su enfermedad, supuestos y terribles diagnósticos o ‘informaciones de
buena tinta’. Ante eso, él callaba. Y sus compañeros y amigos aceptaban la
situación, no preguntaban, nunca hablaban de ‘eso’, era cosa de Freddie y si él
no quería hablar no había razón para preguntar; al parecer se estableció una
especie de pacto de silencio implícito en torno al tema: nadie acordó nada con
nadie, pero todos sabían que lo principal era respetar su deseo. Pero llegó un
momento en que la enfermedad se hizo tan evidente que ya no fue posible hacer
como que nada ocurría. A finales de 1990, cuando el grupo estaba grabando su Lp
‘Innuendo’, Freddie estaba debilísimo, delgadísimo, demacrado, con sus
extremidades y cara cubiertas de manchas (cáncer de piel llamado sarcoma de
Kaposi); incluso llegó a perder parte de un pie, pero él prefería llevar en
silencio su dolor y su angustia, ya que no quería ser objeto de lástima; sólo
una vez les enseñó a Brian, John y Roger cómo estaban sus pies, y ellos,
espantados, sólo pudieron comprobar el terrible
dolor y sufrimiento de su amigo.
Aquella
última grabación debió resultar dura y difícil para todos, para sus amigos y
colegas al contemplar el estado del desdichado cantante, y para él al saberse
en sus últimos días y, seguro, porque no le gustaría nada ver a sus queridos
compañeros tan tristes y preocupados por su causa. En su última aparición en
público para recibir un premio apenas pudo decir “Gracias, buenas noches” antes
de irse. Contaba Brian May que para grabar ‘The show must go on’ hubo que
llevarlo en brazos y sentarlo ante el micro; sin embargo, Freddie dejó a todos
pasmados porque, sin que nadie supiera de dónde, sacó fuerzas de sobra para
cantar esa última canción con toda la energía que tuvo siempre; debió ser un
momento tremendamente emocionante. ´
Pero ni
en aquellos momentos pudo escapar de los periódicos sensacionalistas, pues los
fotógrafos hacían guardia ante su casa para intentar sacar la última foto
(cuanto más patética mejor) con la que vender muchos ejemplares. Y si no,
simplemente esperaban el momento en que alguien comunicara la muerte del
artista. Y del mismo modo que los buitres esperan que el animal muera para lanzarse
sobre su cadáver, esos diarios amarillistas, cotillas y charlatanes publicaron
las más burdas calumnias e insultos tras su muerte.
Debieron ser unos años de
gran sufrimiento físico y sicológico. Él lo llevó con gran dignidad y, llegado
el momento, se fue sin protestas ni quejas. Elegante hasta el fin. Un gran
tipo.
CARLOS DEL RIEGO
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