jueves, 18 de septiembre de 2014

LA INCREÍBLE DOBLE MORAL DE JUECES Y LEYES Resulta descorazonador leer la noticia de un holandés que está en la cárcel por crímenes que, según pruebas irrefutables presentadas hace siete años, no cometió; a diferencia de lo ocurrido cuando se anuló la doctrina Parrot, ningún juez ha salido en su defensa.

No hay peor ciego que el que no quiere ver
Un hombre fue condenado por agresión, violación y asesinato según las absolutamente contradictorias versiones que dieron víctimas y testigos y contra las pruebas de ADN y huellas dactilares que lo exculpaban. Aun así, los jueces lo condenaron. Unos años después se demostró de modo irrefutable y concluyente que el degenerado que había perpetrado tan repugnantes crímenes había sido otro. Sin embargo, asombrosamente, espantosamente, preocupantemente, los jueces de la Audiencia Provincial de Málaga, demostrando una ¿desidia antiprofesional?, han permitido que el inocente haya permanecido entre rejas a pesar de una abrumadora cantidad de pruebas; como resultado de la aparente ¿negligencia?, siete años después de que quedara patente su inocencia, el desgraciado aún sigue en la cárcel.
Aun se recuerda cómo a las pocas horas de que los tribunales europeos tumbaran la retroactividad de la doctrina Parrot, la Audiencia Nacional exigió a voz en grito la inmediata puesta en libertad de terroristas, narcotraficantes, asesinos, violadores; sin embargo, ante una ¿iniquidad incuestionable? como la sufrida por este hombre (Romano Van der Dussen, holandés) encarcelado a pesar de haberse demostrado de modo concluyente su inocencia, no se tiene noticia de que ningún magistrado haya dicho una sola palabra para que el atropellado recobrara la libertad. En pocas palabras: dieron la cara y perdieron el culo para liberar a criminales confesos, pero se esconden cuando se trata de liberar a un inocente. Eso es, sencillamente, doble rasero, además de ¿desidia, desinterés, pasotismo?

¿Qué ocurrirá ahora?, ¿alguien acusará a esos jueces que permitieron que se consumara la injusticia?, ¿quién se atreverá a levantar la voz contra el Tribunal Supremo y/o las audiencias nacional o provincial que han obrado con tan imperdonable incoherencia?, ¿cómo pueden los encargados de administrar Justicia mostrar tanta (aparente) desidia, negligencia, impericia, dejadez y, en fin, tal bajeza moral?, ¿no habrá en toda España una juez Alaya  que demuestre tener lo que hay que tener para acusar a los responsables de semejante y bárbara injusticia?, ¿tan abundantes son los juez Tirado?, ¿alguno de los responsables de tamaña maldad pagará por ella?, ¿seguirá imponiéndose el hiperdesarrollado corporativismo existente entre esta clase profesional?

El gran problema es que los jueces son personas, y como tales están sujetos a preferencias, ascendencias, simpatías y antipatías, aversiones, ideologías, apegos y todos los sentimientos que alberga la conciencia humana; es decir, cometen errores o se dejan llevar por prejuicios que inconscientemente a ellos conducen. Sin embargo, lo que clama al cielo es que, una vez puesto en claro la equivocación, no se haya movilizado ninguno para corregirla, sobre todo cuando ha quedado patente que, cuando quieren, sí que se movilizan.

Eso sí, en todas partes cuecen habas. El atleta sudafricano Pistorius se ha librado de la acusación de asesinato y sólo se le inculpa de homicidio involuntario (al final seguramente no pase por la trena)…, y eso que disparó todo un cargador contra una persona a sabiendas de lo que hacía. O sea, la juez entiende que uno pueden acribillar a balazos a un semejante a medio metro de distancia sin pretensión de matar…, si la hubieran dejado, esta señora hubiera dicho que el que tiroteó en la cabeza a Miguel Ángel Blanco no tenía intención de acabar con su vida… El sueño de la razón produce monstruos y monstruosidades.

En fin, mejor ir a ver el partido y no pensar para no volverse majara.   
    

CARLOS DEL RIEGO

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