Es fácil ver similitudes entre el que fuera honorable y el chistoso y corrupto alcalde Quimby |
Lo de este tío es verdaderamente asombroso. Parece
que ya no hay ningún problema en señalarlo como un sinvergüenza que, como
mínimo, ha estado escaqueando dinero durante décadas; pero además, se antoja
más que probable que fuera el cabecilla de una trama por la que se extorsionaba
a empresarios para que un porcentaje del coste de la obra fuera a parar a su
bolsillo particular y a las arcas del partido. Evidentemente su esposa, que es
cualquier cosa menos tonta, lo sabía (si no participaba activamente), y sus
hijos han seguido la tradición familiar.
Es evidente que Pujol estuvo implicado (saqueó,
sería más preciso) en lo de Banca Catalana y no fue ajeno a otros casos
(Casinos, Palau…), pero se libró por el apoyo de los que mandaban entonces en
España, que obligaron a los fiscales y jueces a mirar a otro lado, dejando bien
patente así que la separación de poderes no es un hecho en España (a este
respecto existen muchas otras evidencias); además, parece que lo del tres por
ciento (cinco dicen otros) era cosa sabida por todos los catalanes, pero se
callaba con la esperanza de que, ignorándolo, el asunto desapareciera; lo de
llevarse dinero a paraísos fiscales, el fraude a hacienda y otras ‘cosillas’ similares
es pecata minuta dentro de una lista de fechorías perpetradas a lo largo de 34
años. Lo curioso del caso es que el ex honorable fue perdiendo su dignidad a
medida que iba aumentando su discurso antiespañol, en un paralelismo que
conduce a la sospecha de que lo que pretendía era no tener que dar cuentas a
instancias superiores; en fin, que si Cataluña se desgajaba de España ya no
existiría problema con sus dudosas actividades, pues siendo este territorio su
finca particular nadie se atrevería a señalarle con el dedo y sería mucho más
fácil tapar todas sus cacicadas (es oportuno recordar aquí que cuando un
inspector de hacienda alemán se atrevió a avisar a Hitler de que no había
pagado por los ingresos de la venta de su libro ‘Mi lucha’, dicho funcionario
recibió una ‘visita’ que enterró definitivamente el problema).
Esa intención separatista de quien esencialmente pretendía
ser el jefe absoluto y eterno para ejercer de dueño del territorio, ya se ha
visto en anteriores episodios de la Historia. Por ejemplo, cuando Simón Bolívar
exigió y luchó en pos de la emancipación americana de España, lo que quería era
mandar él sin tener que depender de otros, hacer y deshacer a su antojo como
‘monócrata’ (palabra acuñada por él mismo, pues siempre despotricó contra la
democracia); también es bueno recordar que el pueblo llano y los indios
desconfiaban de las autoridades criollas, como demuestra el hecho de que cuando
los trabajadores de sus tierras se quejaron de las verdes y rijosas maniobras
del padre del Libertador, rico hacendado, con sus esposas e hijas, lo hicieron
ante los poderes españoles, pues sabían que los gobernantes americanos estaban
a las órdenes de los poderosos propietarios. Y entre éstos figuraba destacado
Bolívar, que al igual que Pujol, pretendió no la independencia del pueblo
hispanoamericano, sino la suya para manejar, manipular y trincar impunemente,
sin que nadie le exigiera explicaciones, recibos y libros de cuentas. De aquí
viene la deriva secesionista del despreciable (antónimo de honorable) ex
president, puesto que por mucho que proclamó su limpieza (llegó a explicar que
su desapego a España procedía de la gran corrupción existente en su clase
política…, perfecto ejercicio de cinismo), él sabía que tarde o temprano los
muertos del armario empezarían a oler, así que la única solución era que no
hubiera nadie por encima que le pudiera sacar los colores.
Asimismo también llama la atención con la que el
actual honorable regatea el caso. Mas pretende hacer creer al personal que no
sabía nada de los tejemanejes pujolistas, que era un cero a la izquierda, que a
pesar de estar décadas como encargado de los dineros del partido y como brazo
derecho del padrino, no se enteraba de cómo entraba la pasta ni tenía
conocimiento de qué pasaba después de caja. A nadie le gusta que le traten de
cantamañanas, de mequetrefe que no se entera de la misa la media, sin embargo,
Mas (y todos los políticos en general) no tiene inconveniente en pasar por un
pelele del que todo el mundo se reía, un títere al que todos a su alrededor
engañaban, un tontorrón que se chupaba el dedo, que no pintaba nada en el
partido y que no tenía a nadie a su lado que le contara lo que verdaderamente
estaba pasando; ¡qué ausencia de integridad moral hay que tener para
presentarse como un bobalicón ignorante! No es descabellado suponer, sospechar,
considerar que no sólo sabía, sino que participaba activamente en componendas y
chanchullos.
El también ex presidente González (otro que también
se llamó a sí mismo tontorrón al que todos en el partido se la pegaban) ha
salido a la palestra raudo y veloz para echar un capote al dudoso y turbio
Pujol, porque el ex honorable (a quien Tarradellas, un catalán íntegro y sin
dobleces, caló y calificó acertadamente) tiene que conocer trapos sucios de
todos sus colegas coetáneos, los cuales estarán aterrados ante la posibilidad
de que el indigno se vaya de la lengua, de que empiece a cantar.
CARLOS DEL RIEGO
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