miércoles, 10 de octubre de 2018

HACE 890 AÑOS BERENGUELA DE BARCELONA VIAJÓ A LEÓN PARA CASARSE CON ALFONSO VII Y CONVERTIRSE EN REINA Hace nada menos que 890 años, concretamente en noviembre de 1128, la hija del Conde de Barcelona, doña Berenguela, llegaba al Reino de León para casarse con el Rey Alfonso VII. La intención del monarca era forjar alianzas en las que cimentar una deseada unidad política en la península. Para el conde Ramón Berenguer III fue un éxito y un gran honor emparentar con el emperador leonés


 
La elegante estatua yacente de doña Berenguela sobre su sepulcro en
 la Catedral de Santiago
 Lo que es actualmente cada una de las regiones de España tiene que ver con la historia conjunta, de modo que ningún territorio puede explicarse sin tener en cuenta el resto. Por ello puede afirmarse que Cataluña (parte de cuya población está dispuesta a negar ahora y siempre la realidad por más evidencias que se expongan) ha contribuido decisivamente a la evolución histórica del resto de España, del mismo modo que el resto de España ha tenido influencia directa en el devenir histórico de Cataluña (de modo similar ocurre con cualquier otra región española). Pactos y alianzas, guerras y conjuras, proyectos y objetivos comunes, matrimonios e hijos… entrelazan las historias particulares de todas las tierras de España desde hace milenios, de manera que la historia conjunta es precisamente esa relación de todos con todos. Uno de los infinitos episodios que demuestra los vínculos que unen de modo indiscutible las regiones peninsulares fue la boda de Alfonso VII de León y Castilla con Berenguela de Barcelona, hija del Conde Ramón Berenguer III y hermana de Ramón Berenguer IV.
Alfonso VII tenía la idea de unificar toda España, algo evidente al comprobar que en mayo de 1135 se hizo coronar en la Catedral de León (la antigua) ‘Imperator totius Hipaniae’, latinajo que no precisa traducción y que demuestra sus intenciones (además de seguir la tradición de sus antepasados). Y una herramienta que los reyes han usado desde siempre para adquirir poder y territorios es buscar el enlace matrimonial adecuado, ya fuera para sí o para sus hijos e hijas. El séquito de Ramón Berenguer y su hija (encantados por el ascenso social que la boda suponía)  emprendió el camino y llegó a Saldaña (hoy Palencia) en los primeros meses de 1128. Como dato curioso cabe señalar que para agasajar a los recién llegados se organizó una corrida de toros en la plaza de la localidad, que es la primera de que se tiene noticia.
El enlace se celebró en León (hay autores que sostienen que tuvo lugar allí mismo, en Saldaña) con la presencia de obispos, abades, toda la aristocracia de León, Asturias, Galicia, Castilla, Navarra, Portugal…, y también representantes del Califato de Córdoba, de Gascuña y otros condados francos, todos los cuales se arrodillaron ante el Emperador y le besaron la mano, reconociendo así la autoridad superior de la corona de León. Según las crónicas, Berenguela cayó muy bien desde el principio en la corte leonesa, y siempre contó con el respeto y la admiración general; inteligente, refinada y culta, atractiva y discreta, alegre y bondadosa, hizo muy buena amistad con Sancha, hermana de su marido (al que acompañaba en sus campañas militares), y juntas llevaron a cabo diversas obras benéficas, favorecieron la cultura y la fundación de monasterios. Asimismo, ella y Sancha solían aconsejar a Alfonso en muchas cuestiones (incluyendo militares y políticas), e incluso hay autores que afirman que asumió con entusiasmo la idea de su marido de unificar bajo su autoridad todos los reinos de España. Tal vez por ello prefería mirar hacia otro lado cada vez que Alfonso se ‘veía’ con otras. ¿Pensaría que la unificación de todos los territorios peninsulares era más importante que las infidelidades de su marido?
Así, la hija del Conde de Barcelona se convirtió en Reina de León y Emperatriz ‘de toda España’ (totius Hispaniae). Y aunque tardó en tener el primero, tuvo hasta siete hijos con Alfonso VII, tres de los cuales no llegaron a la edad adulta, mientras que los otros cuatro también fueron reyes: Sancho III de Castilla, Fernando II de León, Sancha, esposa de Sancho IV de Navarra, y Constanza, esposa de Luis VII de Francia.
Es solamente una prueba de los nexos que ayudan a dar forma a la historia común, la cual impide explicar aisladamente la de un único territorio. Lógicamente, además de las siempre determinantes relaciones de parentesco que se creaban entre los altos estamentos políticos (sin ir más lejos, el padre de doña Berenguela, Ramón Berenguer III, se casó con María Rodríguez, hija del Cid), el pueblo llano de cada territorio también entraba en contacto con los de al lado con total naturalidad. Es evidente, la Historia de España es, entre otras muchas cosas, la de las relaciones entre los diversos territorios que la conforman, los cuales no tienen sentido por separado.
CARLOS DEL RIEGO
                                                            


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