John Lennon con Alan Klein antes de que éste lo traicionara. |
Eso de traicionar y defraudar confianzas
tiene que ser uno de los oficios, costumbres o deportes más antiguos del mundo.
En los más altos centros de poder o en los entornos más humildes, en cualquier
relación donde se promete fidelidad, la debilidad o el interés se convierten en
traición. En la esfera del rock & roll ese tema suele tener a los managers,
productores y administradores como grandes judas, aunque también abundan las
infidelidades sentimentales, e incluso hay buenos palos contra los traidores
con mayúsculas, los políticos.
En la historia del rock son muchos los casos en que
el artista depositó su confianza y la administración de sus ganancias en un
representante que resultó ser un sinvergüenza, un traidor. Cuando esto sucede
los músicos se vengan de los trincones gestores con letras explícitas. En su
‘Steel & glass’ (1974) John Lennon se dirigió sin eufemismos a un manager
que le salió rana. Alan Klein fue contratado para llevar las cuentas de los
Beatles en 1969 (Paul, que lo conocía, se negó, cosa que fue otro factor de
enfrentamiento), pero su gestión no debió ser satisfactoria. ‘Steel & glass’
tiene un tono amargo, el tono de quien se siente traicionado por alguien en
quien había confiado y a quien había defendido: “tu madre te dejó cuando eras
pequeño, pero desearás no haber nacido (…) tu teléfono no suena y ya nadie te
contesta”; versos llenos de rencor, pues la madre de Klein había muerto,
efectivamente, cuando era niño. No, Lennon no se andaba por las ramas.
En términos parecidos se expresan Queen en la
potente ‘Death on two legs’ (1975). Va dirigida a Norman Sheffield, quien fue
manager del grupo y quien no confió en ‘Bohemian rhapsody’. Freddy (siempre
volcánico) le dedicó lindezas como “vieja mula descarriada con modales de
cerdo (…) deprimente, mala persona, charlatán, aborto, eres el hijo de un
cerdo castrado (…) ¿te sientes al borde del suicidio?, deberías probar”.
Sheffield, que lógicamente se sintió aludido, demandó al grupo, pero hubo
arreglo extrajudicial. Fueran o no justificados los insultos, es evidente que
Freddy se sintió traicionado.
El desengaño amoroso es la
forma de deslealtad más habitual, también en el mundillo del rock. El tema ‘Whisky
in the jar’ es una tradicional irlandesa
versioneada hasta el infinito por todo tipo de bandas, siendo la versión de
Thin Lizzy de 1972 la que le dio su forma más reconocible. Va de un bandido
irlandés que roba para contentar a su novia Molly, pero ésta no era muy de
fiar, o sea, lo traiciona, lo delata, y el enamorado malhechor da con sus
huesos en la cárcel. La letra es explícita: “Robé su dinero y se lo llevé a
Molly (…) ella juró que me amaría siempre. Pero esa mujer tenía el diablo
dentro y me engañó”, de modo que estando borracho, lo pillaron y lo echaron al
trullo: “aquí estoy con una bola y una cadena. Pero lo que importa es que haya
whisky en la jarra”. Es una forma de decir que el mal de amores se cura, o al
menos se olvida, con bebercio.
La amistad traicionada deja
siempre profundas cicatrices. Morrisey, cantante de los.Smiths, se sintió
rechazado y traicionado por un amigo muy cercano que se enteró de que el
cantante era gay. Entonces escribió ‘What different does it make’ (1984), uno
de los primeros éxitos de la banda. El propio Morrisey declaró que la música
del tema es excelente, pero que la letra es demasiado fácil, “vergonzosa”, y
afirmó: “es como si la hubiese hecho Duran Duran”. Hoy no parece tan horrible:
“Todos los hombres tienen sus secretos y aquí está el mío (…) Creí poder
confiar en ti, y sin embargo empiezas a retroceder. ¿Cuál es la diferencia?,
ninguna (…) Ya sabes la verdad sobre mi (…) haces que me sienta tan
avergonzado”. Confiar algo tan íntimo a un amigo y que éste te dé de lado debe
ser muy decepcionante.
Pero los más traidores, los que más
defraudan la confianza en ellos depositada son, sin duda, los políticos, como
se demuestra estos días (XII-18). Muchas, muchísimas veces el rock & roll
se ha revuelto contra estos embaucadores, profesionales de la mentira y la
traición, aunque pocas veces con tanto acierto y desencanto como The Alarm en
su ya clásico ‘The deceiver’, ‘el impostor’ (1984). La voz desglosa, de modo
muy vehemente, un texto crudo y acusatorio que encaja perfectamente en la
descripción de cualquier político, e incluye términos tan descriptivos como
impostor o manipulador, y versos como: “tu presunción me pone enfermo (…) eres
la codicia y el engaño” (…) tus promesas se van a la basura (…) muerdes las
manos que te alimentan”. Sin decirlo explícitamente, se entiende que ese
‘deceiver’, ese impostor mentiroso y codicioso es el dirigente político.
En todas partes cuecen habas y en todas
partes hay traición, aunque sólo en las esferas del poder es seguro y
general.
CARLOS DEL RIEGO
No hay comentarios:
Publicar un comentario