La mala política es la que busca la ruptura y la separación. |
Dijo
un filósofo de la Grecia Clásica que la buena política es la que une, mientras
que la política que busca separar, disgregar, enfrentar, es como una plaga que
sólo trae miseria e infelicidad. Es una reflexión plenamente acertada y que
muchos (desde políticos a ciudadanos de a pie) deberían sopesar y tener en
cuenta. Actualmente se están observando muchas actuaciones políticas cuyo
objetivo es desunir. La España actual (XII-18) afronta un problema de desunión:
una parte importante de políticos y ciudadanos de Cataluña se ha fijado como
principal objetivo, como única meta a la que supeditar todo, la segregación, la
separación del resto del país. Estas ansias de alejamiento, estas ganas de
división y encierro en la propia tribu son también actualidad en Inglaterra,
donde el ideal aislacionista ha penetrado en el sentir de una proporción
significativa de la población. En ambos lugares, los que tienen el cisma como
bandera buscan el enfrentamiento, intentan culpar de todos los males a los
demás, a “ellos”, a la vez que se presenta la división como única solución para
“nosotros”.
Son
dos casos evidentes y cercanos, pero podrían señalarse otros muchos. Y en
todos, en todos, quienes meten el veneno de la separación y el enfrentamiento
son los dirigentes políticos, que tienen sus propios intereses como verdadero
motor. En realidad, estos gobernantes pretenden hacer y deshacer a su antojo,
sin tener que dar cuentas a nadie, y por eso buscan separarse de estancias
políticas superiores. De este modo, esos pésimos dirigentes dividen a las
personas entre “nosotros” y “ellos”, entre buenos y malos, y mucha gente les
compra tan odioso pensamiento. Aunque el contexto histórico y las
circunstancias son totalmente diferentes, la metodología es la misma que la que
se usó en la Hispanoamérica del siglo XIX, donde los que mandaban (hijos de
españoles nacidos allí) no soportaban las restricciones de poder que les
imponía la metrópoli, o sea, pretendían no tener que rendir cuentas, hacer y
deshacer a su antojo y de modo casi siempre dictatorial (los indios veían los
enfrentamientos como ‘guerras entre españoles’; además, las mayores matanzas de
indígenas se produjeron después de las independencias).
Lo
que buscan los políticos que proclaman la desunión como ideal perfecto, como si
fuera la fórmula mágica que curará todas las dolencias de la sociedad y del
individuo, es precisamente eso: un territorio en el que ejercer el poder y manejar
todo sin verse obligados a dar explicaciones.
Sí, tantos
años después el pensador griego sigue en lo cierto: la política deseable es la
que busca unir, amigar, aproximar, mientras que la que trata de aislar, separar,
enfrentar resulta verdaderamente odiosa.
CARLOS
DEL RIEGO
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