domingo, 27 de noviembre de 2022

WILKO JOHNSON, EL GENIAL GUITARRISTA QUE SE REBELÓ CONTRA EL ROCK DE SU TIEMPO Y CONTRA EL CÁNCER


El estilo singular, vertiginoso, de Wilko Johnson produjo un gran impacto tanto entre el público como en músicos posteriores

La noticia era esperada desde hace casi diez años. Wilko Johnson, el genial guitarrista y compositor, sucumbe al cáncer que le fue diagnosticado en 2013. Cualquiera que tenga un mínimo interés en esto del rock & roll habrá disfrutado con el estilo ‘espídico’ de Wilko en sus diversas etapas. Su forma de tocar resulta inconfundible, tanto que en su momento consiguió romper con los viejos esquemas y abrir la puerta a la evolución, al punk y la new wave 

En 2013 le diagnosticaron cáncer de páncreas y le dieron menos de un año de vida. Wilko decidió aprovechar ese tiempo y se buscó y encontró cómplices. Pero un año después le dijeron que la cosa podía no ser tan inmediata si se le extirpaba ese tumor; así, le retiraron nada menos que tres kilos del abdomen y le dieron unos cuantos años más. En fin, podría decirse que Wilko Johnson sobrevivió diez años a su destino. Pero finalmente ha caído. Lo mejor es colocar el ‘Stupidity’ en el plato y subir el volumen. Ahí está Wilko Johnson. 

Wilko Johnson ha sido uno de los guitarristas de rock más fácilmente identificables gracias a sus modos entrecortados, a su estilo electrizante, trepidante, vertiginoso, siempre en el filo de la navaja. Como es sabido, casi nunca utilizó púa, por lo que era capaz de llevar, él solo, el ritmo y el punteo simultáneamente. Siempre dijo que se había inspirado en la técnica de Mick Green, el guitarrista del pionero Johnny Kidd & Los Piratas. Cuando Dr. Feelgood irrumpe en la escena británica, en la primera mitad de los años setenta, el rock estaba un tanto acomodado en el progresivo más indulgente, el sinfónico más pretencioso y el heavy más previsible; pero cuando sale su fantástico primer disco (‘Down by the jetty’) el público se da cuenta de que hay algo más, que se puede hacer algo diferente con las mismas guitarras y baterías. Así, Wilko y aquella magnífica banda de rock & blues desbrozaron y limpiaron de pompa y exceso el rock roll, volviéndolo más lógico, más auténtico, pero sin perder ferocidad, al revés, con más colmillo. Y esta idea de Wilko y los suyos fue aprovechada por el punk y la new wave para dar el siguiente paso en la trayectoria del negocio. 

Entonces, en el 75, cuando apareció el mencionado primer Lp, la prensa especializada catalogó a los Feelgood como ‘pub rock’, un término que a Wilko (a quien describen sus allegados como “un hombre extremadamente inteligente y sensible”) no le pareció nada bien: “Nunca me gustó eso de ‘pub rock’, puesto que no describe un tipo de música sino un lugar, el pub, donde podían actuar bandas de folk, rock, blues, jazz, country…, cada una con su estilo y muy diferentes entre sí”. 

En lo que sí estuvo de acuerdo siempre fue en la convulsión que supuso la aparición de Dr. Feelgood: “Sacudimos al personal, lo hicimos plantearse cosas; éramos mucho más agresivos que los grupos a los que el público se había acostumbrado. En fin, creo que dimos un susto a todos, al público, a las discográficas, a los otros grupos…” 

Con los Feelgood sacó cinco álbumes superlativos (Wilko compuso todas las canciones excepto las versiones de clásicos del rock), pletóricos de energía, de blues-rock hiperenergético, de rock & roll desnudo y guitarrero. ¡Cómo resistirse a la potencia, al vigor, al hechizo del Lp ‘Stupidity’, al trepidante ritmo de ‘Roxette’, al blues incendiario del ‘Back in the night’ o a la energía ilimitada del ‘She does it right’! Luego, en 1977 Wilko Johnson se separó de Dr. Feelgood: “Pero no me fui, me echaron”, declaró el artista, quien añadió: “Dijera la prensa lo que dijera, yo quería continuar en la banda, pero la relación con Lee Brilleaux (cantante) se había vuelto muy tensa; Lee era un tipo encantador, pero las discusiones en torno a las canciones (forma, sonido, autor) llegaron a ser demasiado acaloradas”.  

Para entonces el punk había hecho su ruidosa aparición, y como dijeron entonces, el “rock & roll sin grasa” de los Feelgood era el modelo. “Dicen que hay miles de personas tocando la Fender gracias a Joe Strummer, de los Clash, cierto, pero hay que decir que Strummer se puso a ello gracias a mí; y yo me puse a tocar gracias a Mick Green”. Luego, ya fuera de la emblemática banda, Wilko Johnson se enroló en el grupo de Ian Dury, al que dio un toque de personalidad y carácter; luego inició su carrera en solitario acompañado por el bajista de Dury, el magnífico Norman Watt-Roy. Y luego llegó el cáncer y la sentencia a muerte en diez meses. 

Él recordaba: “En realidad aquella experiencia me condujo a uno de los mejores años de mi vida…, en muchos sentidos. Eso de enfrentarme a la muerte, sentarme cada día a las tantas de la mañana pensando ‘qué mierda, voy a palmar cualquier día’. Esto es algo que hay que experimentar para entenderlo. Pero no todo fueron esos pensamientos, sino que casi siempre estaba de buen humor y con el espíritu alto. En fin, miraba alrededor y me decía ‘estoy vivo y es tan hermoso’. Además, hubo cosas muy divertidas durante el año en que contaba los días que me quedaban: los directos, las colaboraciones, la grabación con Roger Daltrey… Durante un concierto en el festival Fuji Rock noté que todo el público me miraba sabiendo que mi muerte estaba muy próxima, así que pensé que de ningún modo podía equivocarme”.   

Estuvo al pie del cañón hasta el último día. Eso era lo que lo hacía feliz: “Sí, soy un fulano miserable, puesto que los únicos momentos en que soy realmente feliz, absolutamente feliz es cuando estoy en el escenario o en el estudio con la guitarra colgada. Mientras pueda seguir, seguiré. Muchos o pocos, la música llenará los años que me queden”, explicó en 2017. 

Wilko Johnson no fue una estrella del rock (no iba de eso), pero sí una figura imprescindible. Tocó mucho en España, donde siempre se le recordará con admiración y cariño. 

CARLOS DEL RIEGO


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