Por imágenes tan 'terribles' como esta John Lennon tuvo estuvo en el punto de mira de los federales. |
Muchas veces se dice, en broma o no
tanto, que uno de los factores que determinan la importancia de una persona es
el interés que despierta en las agencias de espionaje. La tecnología actual
permite casi a cualquiera husmear,
fisgar, meter las narices en la vida de otro, lo que significa que los
gobiernos y sus departamentos especializados pueden observar cada paso o
conversación de todo ciudadano (cosa que ya hacen o desearían hacer). Y si en
lugar de tratarse de un contribuyente de a pie se trata de espiar a una figura
de alcance internacional, seguro que a los especialistas en cotillear al
prójimo se les caerá la baba de gusto. Por eso no puede extrañar que personajes
significados de la música en general y del rock en particular fueran objetivo
de las principales agencias de espionaje de Usa.
Antes de que el rock hiciera su ruidosa
aparición ya existían músicos que molestaban y, por tanto, eran objeto de
sospecha y observación. Hacia 1941 se fundó en Nueva york un grupo de folk cuyas
letras eran comprometidas y protestonas, una banda de corta vida llamada
Almanac Singers, en la cual militaban dos personajes tan imprescindibles como
Bob Seeger y Woody Guthrie. Eran críticos con el sistema, presentaban ideas
‘izquierdosas’, revolucionarias y antibelicistas. Se hicieron muy populares por
la gracia de sus letras, siempre chispeantes e ingeniosas. El Fbi se fijó en
ellos, pero no para disfrutar o difundir sus canciones, sino para tacharlos de
‘grupo sedicioso y peligroso’, algo casi lógico en aquel ambiente de
patriotismo extremo y paranoico. Cuando se produce el ataque a Pearl Harbour (a
finales de 1941) el grupo se vuelve muy sospechoso y, además, no todos sus
integrantes tenían tanta política dentro como Seeger, así que se separa. Pero
éste y Guthrie jamás abandonaron su activismo, por lo que fueron observados muy
de cerca por la agencia durante décadas; se dice que Bob Seeger tenía un
expediente de casi dos mil páginas, en los que se anotaban desde sus letras
hasta cómo vestía. Guthrie les pareció menos importante porque su dosier apenas
tenía cien páginas; sin embargo éste recibió la visita de un agente que le
preguntó por Seeger, y mientras charlaban, el investigador vio la guitarra de
Woody en la que estaba escrito “Esta máquina mata fascistas”, con lo que la
entrevista concluyó. En su informe, el detective anotó que “se confirma que
este hombre y su grupo son activos propagandistas del comunismo”.
Hoy sorprende que cosas tan nimias como
la forma de vestirse tuvieran tanta importancia para las agencias de espionaje
de Usa en el pasado: una camisa sin abrochar era motivo suficiente de sospecha.
En este ambiente, muchos músicos de jazz tenían el cartel de ‘indeseable’, pues
se atrevían a pedir igualdad de
derechos. Entre estos estaba el ‘peligrosísimo’ Duke Ellington. A finales de
los años 30 investigaron y observaron sus conciertos (¡qué suerte ver a Duke en
vivo!), como el que dio para una especie de congreso juvenil en el que se
hablaba de desempleo…, algo terrible para los directores de agencias de
espionaje, que calificaron a El Duque como integrado en el “frente comunista” y
por tanto, un peligro para la nación…, y ello a pesar de que el músico siempre
manifestó su anticomunismo e incluso escribió canciones en las que así lo
expresaba. Más de cuarenta años estuvo Ellington bajo el microscopio de los
agentes. Sí, era peligrosísimo: hacía bailar a la gente.
Caso emblemático es el de John Lennon.
Desde el momento en que se fue a vivir a Nueva York al separarse su grupo se
convirtió en sospechoso a vigilar. El mismísimo J. Edgar Hoover se encargó
personalmente del asunto y escribió al presidente Nixon señalando sus
“posiciones revolucionarias y peligrosas”, ya que estaba en contra de la guerra
de Vietnam, consumía drogas y hablaba de paz y amor; por ello recomendaba
expulsarlo del país. A finales de 1971 Lennon participó en un festival a
beneficio del escritor, activista pacifista y ex representante del grupo MC5
John Sinclair, que había sido condenado a 10 años por posesión de un par de
porros; allí tocó una canción titulada así, ‘John Sinclair’, y como
consecuencia la condena fue invalidada y el activista puesto en libertad. En la
agencia estaban furiosos, de modo que la presión sobre Lennon se intensificó a
lo largo del año siguiente. Pero nunca encontraron causa para la deportación. Y
es que de lo único que puede acusarse a John es de haberse casado con una bruja.
El rey, Elvis, también despertaba
sospechas y había que espiarlo (faltaría más). Su vida fue escudriñada a fondo
cuando recibió amenazas, intentos de chantaje y anónimos varios, aunque ya
venía siendo observado con recelo desde sus inicios, desde 1956, cuando un
director de periódico escribió a la oficina federal explicando que las
actuaciones y música de Elvis eran “un producto sucio y dañino”. También se
hablaba de que sus “movimientos obscenos” eran un peligro para la juventud y la
seguridad de Usa (¿de verdad hubo quien pensó así?); el informe que elaboró la
oficina tenía casi 700 páginas. Eso sí, todos quedaron boquiabiertos cuando Elvis
se ofreció a Nixon como agente…
¿Alguien puede pensar en The Monkees como
un grupo subversivo? Pues sí. Hace unos años se desclasificó parte de un
informe escrito por un agente que acudió a un concierto del grupo en 1967, en
el cual se decía que vestían como ‘beatniks’ (terrible), lanzaban mensajes
subliminales y proyectaban en una pantalla imágenes de “naturaleza subversiva y
de izquierda”… ¡Qué se tomaría ese agente para ver todo eso en ese grupo!
El injustamente desconocido cantautor
Phil Ochs fue vigilado, acechado e incluso agredido (presuntamente) por agentes
federales durante toda la década de los sesenta. Él lo sabía y así lo manifestó
muchas veces, como cuando en un concierto en 1966 dijo al público: “ya sabéis
que soy el cantante folk del Fbi”. Pero el público e incluso sus más allegados no
le hacían mucho caso, pues lo tenían por un alcohólico paranoico, siendo lo
primero pero no lo segundo. De todos modos Phil no dejó nunca de cantar sus letras
cargadas de política e ideología antibelicista (en plena guerra de Vietnam eso era
visto por muchos estadounidenses como una traición) y, por si fuera poco, no
ocultaba su simpatía por Fidel Castro. Así, en 1973 hizo un viaje por países de
África Oriental donde el dictador cubano contaba con importantes apoyos; en la
capital de Tanzania, Dar es Salaam, fue atacado y estrangulado casi hasta la
muerte (lo que arruinó su voz), ¿quién ordenó esa agresión?. Al final temía por
su vida. Y bebía y bebía. La agencia tenía un dosier de casi 500 páginas en el
que se le calificaba de “activista de izquierda radical”. Tal vez decidió
adelantarse a sus enemigos y por eso se ahorcó. Pobre.
También Dylan, Joplin o Hendrix tuvieron
el ‘honor’ de ser espiados. Está claro que muchos músicos (y otros artistas)
provocan en algunas criaturas unas ganas irresistibles de indignarse.
CARLOS DEL RIEGO
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