Sigue en América la guerra contra las
estatuas de los descubridores como si al derribarlas se consumara la venganza o
como si así se modificara la Historia. Además, hay gobiernos americanos que exigen
periódicamente compensaciones económicas a España por hechos y sucesos de hace
quinientos años, unas exigencias que tienen como único fin desviar la atención
de los verdaderos problemas a que se enfrentan esos gobiernos. Sin embargo, los
datos demográficos demuestran que no fueron los españoles los que exterminaron
a los amerindios
La efigie de Ponce de León ha sido
derribada en Puerto Rico (I-22), mientras que los presidentes de Venezuela,
México y otros sacan de vez en cuando la herramienta de que “España es la
culpable de todo y debe pedir perdón y pagar por la Conquista y por la muerte
de los indios”. Y aun hay gente a ambos lados del océano que, contra toda
evidencia, se tragan tanto la patraña como el anacronismo histórico. ¿Será
necesario repetir que la conquista de los imperios Inca y Mexica fue
protagonizada por indios y que los ejércitos de Pizarro y Cortés nunca tuvieron
más del diez por cien de españoles?
Basta comparar la demografía actual de
los países hispanoamericanos con la de los que están al norte de México para
dejar en evidencia quién cometió genocidio. Según los datos más actuales, en
Estados Unidos menos de un uno por cien de su población es indígena o mestiza;
en Canadá el dato mejora ligeramente con un cuatro por cien. Poco, muy poco
comparado con la población de Honduras, que cuenta con un 96% de indios o
mestizos; o con el 92% de Ecuador, el 88% de Bolivia, el 85% de México y Perú
(sedes de los imperios azteca e inca) o el 82% de indígenas y mestizos de
Nicaragua o Guatemala; en Estados Unidos el matrimonio mixto estuvo prohibido
por ley hasta los años sesenta del siglo XX. Con estos datos queda claro dónde
hubo y dónde no hubo genocidio.
No será preciso tampoco recordar cómo
Inglaterra primero y EE UU después promovieron, financiaron y ejecutaron
diversos planes para acabar con todos los indios; y no sólo mediante la
persecución directa, sino que utilizaron métodos como los contagios deliberados
de enfermedades, como cuando, en 1837, regalaron a diversas tribus mantas
contaminadas con gérmenes de la viruela, enfermedad que acabó con no menos de
100.000 amerindios del norte.
Pero también utilizaron los
estadounidenses los métodos más ‘tradicionales’ para el exterminio de las
poblaciones autóctonas. Es sabido que en batallas tan famosas como ‘Wounded
Knee’ (1890) el ejército de la Unión disparó sus más potentes cañones contra
población civil desarmada (niños, mujeres, ancianos) tras acabar con todos los
guerreros. También se utilizó la matanza de búfalos para acabar con la principal
fuente de alimentación y recursos de los indios; por ejemplo, el general
Sheridan diseñó un plan para, en 1872-73, exterminar a más de tres millones y
medio de búfalos, con lo que condenó a morir de hambre a cientos de miles de
personas. No se puede olvidar la ‘Ley para el gobierno y protección de los
indios’ (1850), que permitía esclavizar a los indios y vender a los niños y
jóvenes; hay que tener en cuenta que los indígenas no eran considerados seres
humanos, por lo que matarlos no constituía asesinato: “matar al indio es salvar
al hombre” decía la propaganda gubernamental estadounidense.
La Corona Española jamás pretendió ni
aspiró a la eliminación de la población autóctona para quedarse con toda la
tierra, algo que sí hicieron otras potencias conquistadoras, sobre todo
Inglaterra. España siempre quiso organizar socialmente, legalmente,
administrativamente los territorios americanos siguiendo su propia
organización, legisló para proteger a los indígenas, se preocupó por su
educación (construyendo colegios y universidades antes de que acabara el siglo
de la conquista) y por su evangelización (hay que ponerse en la época para
comprender lo importante que era eso entonces); siempre trasladó a las tierras
americanas todos los avances en legislación, ciencia, tecnología o pensamiento,
y siempre trató de proporcionar a aquellas tierras vías de comunicación,
ciudades e infraestructuras de modo idéntico a como se hacía en la metrópoli. Y
para todo ello se utilizaron las riquezas autóctonas, es decir, la mayor parte
del oro y plata extraída en los años de presencia española en Hispanoamérica se
quedó allí y sufragó aquellos gastos.
Quienes llevaron a cabo la emancipación
fueron criollos, hijos y nietos de españoles pero nacidos en América, que lo
único que pretendían era repartirse los territorios entre las familias criollas
más poderosas. Y para realizar tal empresa jamás contaron con los indios, a los
que consideraban ‘un lastre’.
Evidentemente EEUU consiguió su
propósito, que era borrar la presencia de los nativos en su territorio, pues
hoy día su número es residual, testimonial. De hecho, cuando fueron juzgados,
algunos nazis se inspiraron en ese genocidio para llevar a cabo el suyo, pues
vieron que era posible… Los números de indígenas y mestizos hoy demuestran sin
lugar a dudas la diferencia entre la actuación española y la de otros.
CARLOS DEL RIEGO
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