La lista de canciones que superan su
tiempo puede ser interminable. De hecho, no deja de aumentar, pero cada tema
que se te ocurre empieza a tener un poco menos, un poco menos de talento y
brillantez, alcanzó un poco menos de popularidad, su pervivencia es un poco
menor... Sin embargo, aun quedan discos con algunas brillantes ideas a la hora
de combinar notas musicales, aun hay melodías que merecen su regreso al
presente. Por cierto, para que una canción pueda considerarse imperecedera han
de pasar un par de décadas desde su aparición, y si no es así, tal vez sólo sea
flor de su época.
Otro título inmortal que no deja de sonar
nunca es el arrebatador ‘More than a feeling’ (1976) de los estadounidenses
Boston; películas, publicidad, juegos de ordenador (como el ‘Guitar hero’),
versiones sin fin, aparición en recopilatorios..., la pieza es de las que
parecen ser estrenadas cada año. Publicada en el álbum del mismo título (uno de
los tres más vendidos en toda la década de los setenta), es uno de esos temas
que siempre se encuadran en aquello que dieron en llamar AOR (rock orientado
para adultos), aunque también puede integrarse en el cajón de baladas rock. El
tema comienza con unas guitarras limpias, cristalinas, que dejan paso a la
dulce voz de Brad Delp (algo de Freddy Mercury, algo beatleliana), que presenta
la melodía. Acto seguido, profusión de guitarras: acústica, de doce cuerdas, distorsionada
y una más casi a pelo esculpiendo la maravillosa e inspirada melodía; ésta, en
la aterciopelada voz de Delp, se antoja emocionante. Luego, los solos de
guitarra, los tonos altísimos de la voz y más guitarras (sólo con la Gibson se consigue ese
sonido tan flexible, tan suave y tan profundo). Pocas canciones resultan tan
seductoras desde la primera escucha. El texto es un homenaje a la música:
“cuando estoy cansado me escondo en mi música, olvido el día y sueño con la
chica”, y aunque la referencia a la chica parece obligada, lo cierto es que la
letra es bastante nostálgica y evocadora de momentos felices, sin olvidar un
punto melancólico cuando dice “muchas personas han venido y se han ido”, pero
cuando “escucho esa vieja canción (...) comienzo a soñar más que un sentimiento”.
El grupo (que ha visto infinidad de cambios en su formación) no se ha retirado
de escena nunca, aunque a veces pasara largos períodos de silencio.
Desgraciadamente, Brad Delp se suicidó en 2007: “soy un alma solitaria”, dejó
en una nota prendida a su camisa.
“Todo lo que somos es polvo en el
viento”, cantaba Kansas en 1977 en su memorable ‘Dust in the wind’. Esta
deliciosa melodía, como toda obra artística que muestra auténtico talento,
sigue resultando hoy (35 años después) tan apasionante como entonces. Bastante
alejada de la línea estilística del grupo, pues es uno de sus escasos temas
acústicos, entra con una sencilla pero eficacísima secuencia de guitarra acústica
que da pie a la preciosa melodía vocal, a la que se le añaden coros hasta
llegar a ese impecable e irresistible solo de violín, unos cuantos segundos que
casi hacen levitar. Es, sin duda, una canción que roza la perfección porque, a
diferencia de la gran mayoría de éxitos del pop y el rock en los que casi todo
es chicas, velocidad, drogas y alcohol, diversión y aventura, este ‘Dust in the
wind’ es algo así como la actualización del clásico ‘sic transit gloria mundi’,
o sea ‘así pasa la gloria de este mundo’ (y perdón por la pedantería); es
decir, esta canción se atreve con un tema de profundo alcance, como es la
insignificancia de la vida, pues “nada es par siempre excepto el cielo y la
tierra”. Además también señala, sin apartarse de ese pensamiento filosófico,
que “todo tu dinero no comprará un solo minuto más”. Es de los pocos grandes
temas de la historia del pop y el rock que entra en terrenos normalmente
inasequibles para los jóvenes compositores.
Desgraciadamente, ese tema fue el único
momento que no ha sido polvo en el viento en la larga trayectoria de Kansas.
Como curiosidad hay que subrayar que su autor, Kerry Livgren, fundó
posteriormente uno de los grupos pioneros del rock cristiano, una banda hard
llamada AD.
En los momentos iniciales de la ‘new
wave’ británica unos tipos llamados Horn, Downes y Woolley tenían un grupo y
habían escritos varias canciones juntos, pero antes de grabarlas se separaron,
formando los dos primeros Buggles y el segundo editando en solitario. En los
álbumes de ambas facciones aparecía el tema ‘Vídeo killed de radio star’, Horn
y Downes bajo el nombre de Buggles, Wolley con su Camera Club. El disco de
aquellos se convirtió en un éxito tremendo, mientras que el Wolley (editado
anteriormente) quedó apenas para unos cuantos iniciados... Sin embargo, si se
tiene la oportunidad de escuchar la versión de Bruce Woolley (la de Buggles la
conoce todo el mundo) se verá como un tema distinto, mucho más pop, más
enérgico que la del dúo, que es techno suave y civilizado. El contenido de la
canción está resumido en su título, ‘la vieja estrella de la radio fue retirada
por el vídeo’, así que no resulta extraño que fuera la primera canción emitida
por la cadena MTV. La versión de Buggles comienza con las voces sonando como al
otro lado del teléfono y contestadas por un coro intrascendente y un tanto
chillón, aunque no exento de encanto y personalidad; el sonido se caracteriza
por esos teclados tan típicos de los primeros años del techno, como queriendo
romper con el pasado de guitarras y baterías..., igual que la letra, que viene
a mostrar el momento del cambio tecnológico y la nostalgia que produce en
quienes ya no son jóvenes, así como el desprecio de éstos para con todo lo
anterior. La canción ha sido versioneada y utilizada infinidad de veces, pero
siempre la de Buggles. Es, en fin, un tema muy significativo y que,
evidentemente, sigue teniendo vigencia..., más que su estrella de la radio.
“My my my
my Sharona”. Seguro que todo el mundo está ya
rememorando el apabullante ‘My sharona’ con el que los californianos The Knack
dieron en la diana. Fue su único éxito, pero con él lograron traspasar la
frontera de varias generaciones (ha salido hasta en Los Simpsons como un tema
histórico). La canción es arrolladora, con un riff de guitarra inconfundible,
eficacísimo, mucho más cerca del rock que del pop gracias a una sección de
ritmo agresiva, casi violenta. El texto es más bien tópico: “tú enciendes mi
motor (...) cuándo me lo vas a dar, dámelo (...) nunca me detendré, ríndete”;
lo curioso es que Sharona sí existía, pues era una chica de la que se había
enamorado Doug Fieger. The Knack publicó varios discos, pero como dijo el
malogrado Fieger cuando tocó en el festival Purple Weekend de León en 2007, dos
años antes de su muerte: “si en algún concierto no tocamos un par de veces ‘My
Sharona’ la revuelta está asegurada”. Afortunadamente siempre estará ahí para
encender nuestros motores.
(CONTINUARÁ)Carlosdelriego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario