Chuck parece decir a Keith 'no me toques la guitarra o te sacudo'
Una característica de (casi) todas las
estrellas del rock es poseer un ego desmesurado. Por eso, cuando se ven cara a
cara dos de ellas nunca se sabe qué puede pasar…, y la realidad es que ha
pasado de todo
Es casi inevitable que, antes o
después, las grandes figuras de la Historia del rock se encuentren cara a cara;
así, no es extraño que se vean, se hablen, se saluden, que compartan escenario,
discográfica, giras y conciertos, discos, televisión, fiestas... Lo que puede
ocurrir cuando dos estrellas del rock se miran a los ojos es algo impredecible.
Y hay muchos ejemplos.
En una ocasión, una noche de 1970 en
Las Vegas, el entonces novato Alice Cooper recibió una llamada telefónica en la
que alguien le dijo que Elvis Presley (¡nada menos!) quería conocerlo. Debió
sentirse el más afortunado del mundo cuando acudió al hotel donde había sido
citado. A llegar al hotel se encontró con que otros personajes habían sido
convocados para la ‘audiencia’ con el rey: Chubby Checker, la actriz Liza
Minnelli, la actriz de cine para adultos Linda Lovelace…Cuando por fin Alice
Cooper (en realidad Vicent Furnier) se encontró con Elvis, éste empezó elogiar
su número de la serpiente boa, viva y retorciéndose sobre él y por todo el
escenario; es más le aseguró que ojalá se le hubiera ocurrido a él ese “genial”
show. Luego Elvis le dijo que lo acompañara a la cocina, abrió un cajón y sacó
un revólver, comprobó que estaba cargado y lo puso en la mano del asustado
Alice Cooper; a la vez, le dijo que lo apuntara y que sabía muy bien cómo
desarmar a un tipo que lo amenazara con un arma. El autor de ‘Posion’ recuerda:
“Antes de que asimilara lo que estaba pasando o lo que debía hacer, estaba en
el suelo con la bota de Elvis Presley presionándome la garganta”.
Al parecer, a Elvis le entusiasmaba
eso de la defensa personal, como demuestra otro ‘suceso’ similar. Brian Wilson
(de Beach Boys) y el propio Presley estaban grabando en el mismo estudio, de
modo que Wilson vio, encantado, la gran oportunidad de conocer al rey del rock
and roll. Lo invitó a la sala donde estaba grabando para que escuchara sus
nuevas canciones. Cuando Elvis se presentó, Wilson, a modo de broma y acto de
complicidad, hizo como que le lanzaba un golpe de kárate, pero Presley bloqueó
el ‘golpe’ con otro gesto de kárate y colocó el otro brazo para devolver el
‘ataque’, aunque no lo descargó. Wilson quedó alucinado, asustado: “Realmente
me hizo daño con su movimiento, y él también quedó desconcertado con la
situación, porque sólo acertó a decir, ¡me voy, me voy!, y se fue sin más”.
Tremendamente repugnante fue un
encuentro entre Ramones y Johnny Rotten (Sex Pistols). Dee Dee recordó que,
poco antes de un concierto, quiso ir al baño, pero Joey llevaba muchos minutos
allí encerrado. Entonces Jhonny, a quien también llamaba urgentemente la
naturaleza, al ver que el baño no se abría, cogió una botella vacía de cerveza
Miller y echó una buena meada. Johnny Rotten, que estaba entre bastidores, vio
la botella y pensó en la suerte de toparse con una birra huérfana, de modo que
se la pegó a los labios y tras los dos primeros tragos gritó “¡Osti, esto sabe
a orina!", para a continuación gritar, insultar, perjurar, amenazar,
maldecir… Dee Dee, no obstante, culpó al propio Rotten: “Hay que ser tonto para
coger una botella del suelo y, sin más, ponerse a beber”. El bajista tenía toda
la razón. Y seguro que el incidente fue una de las causas del odio hacia
Ramones que tenía el cantante de los Pistols.
Muy conocida es la ‘anécdota’ del
puñetazo que le propinó Chuck Berry a Keith Richards. Cuenta el ‘Stone’ que
durante un concierto de Berry, él estaba entre bastidores. Justo al terminar,
“Chuck dejó su guitarra en su camerino y salió corriendo a cobrar su dinero…,
sí, era bastante tacaño”. Entonces Keith se fijó en la legendaria Gibson de
Chuck Berry, se quedó embobado mirándola y entonces no pudo resistir la
tentación. “Vamos Keith, sólo un par de toques”, se dijo a la vez que la tomaba
en sus manos…, justo en el momento en que Berry regresaba contando la pasta,
vio la escena y gritó “¡Nadie toca mi guitarra, nadie!”, a la vez que le lanzó
un directo que aterrizó en la mandíbula de Richards… Pasado el tiempo, éste
reconocía: “Si entro en mi camerino y veo que alguien ha cogido mi guitarra,
seguramente hubiera reaccionado igual. Me pilló y, sin duda, merecía aquel
puñetazo”.
También es de dominio público que
Michael Jackson y Prince se llevaban fatal (celos, rivalidad, envidias). El
manager Drink Champs, que había trabajado con ambos, recordó que un día se topó
con Michael Jackson en Las Vegas y se arriesgó a invitarlo a tocar con Prince.
Jackson lo rechazó de plano, y cuando le preguntaron por qué, declaró
contundente: "¡Prince es un sucio tacaño!", y añadió que Jackson le
dijo entonces: “Además, una vez ese tipo intentó atropellarnos a mí y a mi mamá
con su coche”. El desprecio de Jackson era correspondido por Prince, según
explicó el productor Quincy Jones, que desveló que Prince se había enfadado
hasta casi subirse por las paredes cuando ambos habían sido invitados a subir
al escenario durante un concierto de James Brown, puesto que Prince consideró
que Jackson no había dejado de hacer su show cuando era el turno de Prince,
quien siempre sostuvo que en aquella ocasión Jackson lo había boicoteado. Los
egos desmesurados…
Michael Jackson y Freddie Mercury, en
los años 80, quisieron grabar algunas canciones juntos (nunca se publicaron
oficialmente). El bajista de aquellas fallidas sesiones, Jo Burt, aseguró que
Freddie se sintió inquieto, ofendido, cuando Jackson se presentó con su llama,
y más cuando Michael siguió llevando al animal en sesiones posteriores. Al
parecer, el representante de Queen, Jim ‘Miami’ Beach, contó que recibió la
llamada de Freddie diciéndole “Oye, Miami, cariño, ¿puedes venir a sacarme de
aquí? Estoy grabando con una llama al lado”. Además, David Wigg, periodista
amigo de Freddie, contó que éste se había cogido un gran enfado porque Jackson
colocaba a su chimpancé, ‘Bubbles’, entre los dos cantantes y grababan así las
tomas, e incluso se dirigía al simio y le preguntaba si le gustaba lo grabado o
pensaba que habría que repetirlo. Wigg aseguró que “tras unos días así, Freddie
se largó sin más”. Normal.
CARLOS DEL RIEGO
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