sábado, 5 de mayo de 2012

GRUPOS DE UN SOLO ÉXITO (Parte II) Canciones que son recordadas por sí mismas más allá de su tiempo y por encima de sus autores

Aunque es muy relativo elegir canciones que van más allá de su momento (puesto que cada uno tendrá las suyas), es evidente que hay algunas que no dejan de sonar, de un modo u otro, por más años que pasen. Aquí va una segunda tanda de canciones que volverán a sonar en el cine, en la televisión, en spot publicitarios, en conciertos de grupos de todo el mundo...
El grupo de Los Ángeles The Turtles estuvo 
activo a lo largo de la década de los sesenta 


publicando siete álbumes que los colocaron entre los más significativos del pop americano de aquellos años. Sin embargo, si se les recuerda es por el contagioso tema ‘Happy together’, una pieza desenfadada, divertida, jovial, que transmite buen rollo y optimismo vital y que apareció en 1967. La letra es muy de la época, adolescente, ingenua, casi ridícula, casi como una parodia: “yo y tú, tú y yo... lo único para mí eres tú y tú para mí, felices juntos”; no, la letra no es gran cosa. Pero la melodía sencilla y directa y, sobre todo, los fantásticos arreglos de viento (atención a la finura del que acompaña a la voz en la segunda y tercera estrofa), los múltiples detalles, las armonías vocales y los coros son de los que quedan grabados para siempre, de modo que con un par de notas todo el mundo empieza a recordar, a evocar. 
En aquel 1967, en Inglaterra, el grupo Procol Harum lanzaba la inmortal ‘A whiter shade of pale’, que en España fue desde el primer momento ‘Con su blanca palidez’. Cientos de versiones y apariciones por todas partes la han confirmado como una de las mejores canciones lentas de toda la historia; de hecho, según una encuesta, es uno de los dos mejores singles jamás publicados, además, un asteroide y una flor llevan su nombre y, dice la leyenda, John Lennon podía pasarse la tarde entera escuchándola una y otra vez. En dos o tres etapas el grupo publicó no menos de 15 álbumes, pero sería casi imposible encontrar a alguien que pudiera mencionar otro de sus títulos; es más, la canción la conoce mucha gente que jamás ha escuchado el nombre de la banda. La canción impresiona desde el principio con esa majestuosa entrada; después, una voz profunda y apasionada habla de modo simbólico y aparentemente poético, aunque entre líneas la cosa no es tan fina, puesto que el autor de la letra (el poeta Ketih Reid) ha dicho en alguna ocasión que se basa en uno de los ‘Cuentos de Canterbury’, y que si la chica se pone pálida (en realidad “un blanco más que pálido” o “blanco más que lo pálido”) es porque alguien le hace una proposición deshonesta; pero la letra se presta a múltiples interpretaciones, aunque el fondo tiene que ver con la insistencia del enamorado. El ambiente es más blues que otra cosa, aunque apenas hay guitarra y sí un omnipresente órgano (tal vez con sonido clásico) que conduce toda la melodía que, junto al cadencioso ritmo y la voz profunda de Gary Brooker, configuran una melodía irrepetible y que jamás deja a nadie indiferente.



En Manchester se formó a principios de los sesenta Herman´s Hermits, una estupenda banda de pop que logró en su momento más de un éxito, incluso todo un número 1 al comienzo de su carrera. Sin embargo, nadie recuerda de ellos más que el ‘No milk today’ (1966). Compuesta por Graham Gouldman (polifacético artista que escribió muchos temas de éxito para otros, formó el original grupo 10 cc y produjo, entre otros, a Ramones), la canción cuenta con una orquestación fantástica, sorprendente, limpísima, con una increíble cantidad de adornos y arreglos de todo tipo, violines y violonchelos, coros, campanas..., incluso hay algunas cosas en el acompañamiento que no resultan fáciles de identificar; es, en fin, una canción que tiene mucho más de lo que se detecta y parece más compleja de lo que a primera vista podría sugerir su júbilo contagioso. La letra despista con ese comienzo “No hay leche hoy, mi amor se ha marchado”, pero luego también recurre a la soledad y la pena, aunque el ambiente siempre resulta optimista gracias a un estribillo pegadizo y alegre; además, hay un verso que dice “la compañía era gay, nos convierte la noche en día”, pero parece que la intención de gay no era homosexual, sino alegre. Es otra pieza que siempre agrada escuchar, que evoca los sesenta y que todo el mundo puede tararear tras la primera escucha.


Un caso verdaderamente curioso es el de los holandeses Golden Earring y su trepidante ‘Radar Love’. Formado a principios de los sesenta, Golden Earring siguen activos en la actualidad, han publicado nada menos que 35 álbumes y un sinfín de singles y son auténticos ídolos en su país, donde han logrado ventas multimillonarias. A pesar de su productividad y longevidad, fuera de Holanda sólo se les recuerda por este ‘Radar love, que vio la luz en 1973. El texto es cien por cien de carretera (salvo interpretaciones) y dice algo así como que aunque yo vaya en el coche no necesito ninguna herramienta para estar con mi nena, pues tenemos un radar de amor. Tiene un comienzo en plan apoteósico, seguido por el ritmo de la batería; luego se establece un diálogo entre la voz y una poderosa guitarra para finalmente entrar todo el grupo a plena potencia. Varios cortes permiten ir introduciendo diversos matices con la voz, la guitarra y la batería, siempre en un ambiente veloz, inmediato. Se trata, en fin, de rock duro en sus más estrictos términos. De este tema se han hecho no menos de 300 versiones y ha aparecido en incontables películas, series de televisión y recopilaciones de todo tipo. Es, sin duda, un clásico de rock de todos los tiempos.

En 1977 el efímero grupo americano Ram Jam editaba el potentísimo ‘Black Betty’. Su comienzo es demoledor, con una aplastante guitarra que es protagonista absoluta de la pieza, ya sea dibujando la melodía principal o aportando una serie de solos brillantes, acertados y tremendamente eficaces en el terreno del rock duro; la voz se acompaña en principio sólo con la batería y con cortes de guitarra. Luego hay un cambio que da paso a un episodio que machaca cerebros de modo impío, siempre con esa pareja de guitarras cabalgando como potros desbocados. En apenas dos minutos y medio el oyente tiene la impresión de haber sido arrastrado por una verdadera locomotora de rock. Curiosamente, se trata de una adaptación de un tema del sensacional bluesman norteamericano Leadbelly (1888-1949) que en origen no duraba ni un minuto. La letra fue acusada de racista (sería ‘La negra Betty’), sin embargo, lo que cuenta es la pasión por una chica negra, o sea, de racista nada. Al año siguiente el grupo desapareció, pero dejó esta imperecedera perla del rock.  
Carlosdelriego.
          
  




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