Teddy Roosevelt fue cualquier cosa menos pacifista, y su designación fue un disparate |
El Premio Nobel de la Paz es, tal vez, el más controvertido
de todos; lo entrega anualmente el Comité Noruego (este es el único que no
decide ni entrega Suecia) y, junto al de Literatura, tiene un evidente
componente político, ya que es en el que más pueden influir los factores y la
situación de cada momento. Por eso, el Nobel de la Paz, pasado el tiempo, puede
demostrarse injusto, aunque algunos fallos del jurado ya causar estupor en su
momento.
El inventor Alfred Nobel fue un auténtico innovador en el
terreno de los explosivos. Se creía socialista pero amasó un capital enorme,
sentía total aversión a los premios y condecoraciones pero instituyó los galardones
más famosos del mundo, despreciaba el arte y la música pero estaba fascinado
por las ciencias, inventó muchas cosas pero sólo una que no explotaba,
detestaba profundamente a juristas y abogados y menospreciaba a las mujeres
excepto a su madre y a la escritora austriaca Berta von Suttner, le encantaba
leer la Biblia pero se proclamaba ateo en público, sin embargo, le aterraba que
en el otro mundo le acusaran de haber fabricado los explosivos más avanzados.
Nobel era pura contradicción Quizá por eso los premios de la paz hayan sido
concedidos a grandes benefactores como Teresa de Calcuta o Martin Luther King junto
a personajes dudosísimos; también sorprende que pacifistas tan influyentes como
Ghandi no lo lograran nunca. Es el Nobel que más veces ha quedado desierto y,
en varias ocasiones, se ha otorgado a entidades u organizaciones, a veces con
criterio (Cruz Roja), pero otras a instituciones con integrantes más que
sospechosos.
Martin Luther King sí fue merecedor del Nobel de la Paz |
El Nobel de la Paz de 1906 fue para el presidente de EE.UU.
Theodore Roosevelt, un personaje tremendamente belicoso, ideólogo de la
política del ‘Gran bastón’ (o ‘Gran garrote’), el que acuñó la frase “Pega
primero y luego discute” y el que se encargó de los ‘riders’ en la Guerra de
Cuba, fue un presidente expansionista que invadió la República Dominicana y
promovió una revuelta en Panamá para controlar el canal, entre otras muestras
de apego a las armas; se le otorgó la distinción por mediar en la guerra entre
rusos y japoneses.
El de 1945 recayó el Nobel en el político norteamericano
Cordel Hull, que no sólo no era pacifista sino que siempre era partidario del
palo; lo obtuvo gracias a las poderosas presiones del presidente Franklin D.
Roosevelt, quien estuvo no menos de ocho años coaccionando y apremiando al
jurado noruego.
El argentino Saavedera Lams recibió el de 1936 por su
mediación entre Paraguay y Bolivia en la Guerra del Chaco…, claro que, como
ministro argentino, se había dedicado a vender armas a los paraguayos, o sea,
primero favoreció la guerra y luego ayudó a detenerla; como el pirómano que
provoca el fuego y luego colabora en su extinción para ser considerado héroe.
Otros políticos han sido distinguidos con la preciada
recompensa, como el alemán Willy Brand o el estadounidense Henry Kissinger,
quien se encargó de organizar alguna que otra revolución ultraderechista en
varios países sudamericanos; el israelí Begin y el egipcio Sadat, que tenían
más de un cadáver en el armario, igual que Rabin y Peres y el palestino Arafat,
quienes, sin duda, ordenaron acciones militares (de pura venganza) o
terroristas, incompatibles con la paz. Y qué pensar de los Nobel de la Paz que
poseen los políticos Jimmy Carter, Al Gore o Barak Obama, quien ha mantenido la
guerra, aumentado los presupuestos para armamento, continuado con la infame
prisión de Guantánamo… También causa
perplejidad que sea Premio Nobel de la Paz un personaje tan torpe como Kofi
Annand que jamás ha conseguido el más mínimo resultado y que siempre ha vivido
de cargo en cargo, de sillón en sillón, un diplomático de la Onu que nunca ha
pasado de las buenas palabras sin lograr ni un pequeño éxito, una persona que
se ofrece como mediador de conflictos (a cambio de pingües honorarios) sin
conocer nada del tema. Resulta bochornoso.
Claro que la lista de candidatos que, afortunadamente, no lo
consiguieron pone los pelos de punta:, El kaiser Guillermo II, el zar Nicolás
II, el propio Franklin D. Roosevelt, la diplomática soviética amiga
incondicional de Stalin Alexandra Kollontai…; incluso en 1935 se propuso para
el Nobel de la Paz a Benito Musolini y Adolf Hitler; y lo peor es que en aquel
momento no se consideró un disparate.
CARLOS DEL RIEGO
Muy interesante, Carlos. Difundo
ResponderEliminar