Todos los crímenes que uno pueda imaginarse son abundantes en el universo de la droga |
La cosa tiene muchas caras, muchas partes involucradas,
muchos pros y muchos contras. Para empezar, bueno sería recordar que quienes
están a favor de la prohibición coinciden con la opinión y deseo de los
traficantes, mientras que los que claman por la legalización están de acuerdo
con los drogadictos.
El opio se prohibió de forma mayoritaria hace precisamente
un siglo, y desde entonces, más o menos, con mayor eficacia o con corrupción,
han sido perseguidas las drogas, los traficantes y, en muchos sitios, también a
las principales víctimas del indeseable negocio, los adictos. El ‘sector’ de
los estupefacientes mueve miles y miles de millones cada año, produce infinidad
de crímenes, causa escalofriantes desgracias personales en todo el mundo… Por
el contrario, la policía y el aparato judicial consiguen poner fuera de
circulación a unos cuantos delincuentes, la mayoría de escasa importancia, pero
la droga no falta nunca en las calles. Se invierten abundantes recursos humanos
y materiales en la represión, pero la droga nunca escasea allí donde haya
dinero. Se incautan enormes cantidades de ‘polvos’, ‘hiervas’, ‘pastis’…, pero
jamás hay escasez si hay quien compre. Sea como sea, el consumo no desciende,
de forma que puede que haya drogas que en unos momentos tengan más demanda que
otras, o que aparezcan nuevas sustancias con venta exagerada que luego no
tienen salida, o que haya otras que mantienen su nivel de venta siempre en el
mismo sitio. Es decir, si se pudiera hacer un estudio acerca de la cantidad
total de drogas que se han venido consumiendo en el mundo en las últimas décadas,
seguro que se mantiene prácticamente estable, con la lógica subida que propicia
el aumento de población. En resumen, la política exclusivamente represiva,
evidentemente ineficaz, parece dar la razón a los que se inclinan por la
legalización. Según esto, los que apoyan el cambio de postura afirman que si se
vendieran en las farmacias al menos se tendrían garantías sanitarias y se
recaudarían buenas cantidades, pues estarían bien gravadas de impuestos.
Asimismo, se asegura que si se levanta la veda definitivamente
disminuirán radicalmente los crímenes en todo el mundo, puesto que la mayoría
(aseguran sesudos estudios) tienen que ver con el narcotráfico y la
drogadicción, con lo que se ahorraría mucho en recursos, policías y en todo el
personal que interviene en la investigación o en el proceso que sigue el
detenido desde que se le ponen las esposas hasta que ingresa en prisión o
vuelve a la calle. De todos modos, la Historia deja bien claro que los
delincuentes siempre encuentran modo de delinquir, es decir, nada hace suponer
que no habría contrabando (lo hay de tabaco y alcohol a pesar de ser legales),
y si el comercio de la droga pierde rentabilidad buscarán otras actividades al
margen de la ley con las que hacer dinero que blanquear. Hoy, los grandes jerifaltes
del narcotráfico viven y se comportan como auténticos reyes, con su corte, con
su ejército y su escolta personal, con sus múltiples residencias, con un
‘pueblo’ a gobernar y con sus diversas escalas sociales, con ingentes
cantidades de divisas que hay que manejar y trasladar…, y por supuesto, con más
poder que muchos jefes de gobierno.
¿Desaparecería todo esto con la liberalización? Seguro que
se presentarían problemas imprevistos y la cosa no sería tan sencilla ni tan
eficaz para luchar contra ‘los malos’. Si un día se pudieran comprar todo tipo
de sustancias en las farmacias (si se venden libremente cocaína o heroína, ¿por
qué no ansiolíticos y tranquilizantes, excitantes, somníferos y, en fin,
cualquier medicamento), es posible que con el paso de los años la gente crezca
sabiendo que en la farmacia se venden libremente todo tipo de venenos, unos que
matan instantáneamente y otros a largo plazo pero con muchos daños colaterales.
El tema no es de fácil solución, sino que tiene infinidad de
matices y derivaciones, complicaciones, consecuencias, recovecos, pero lo que
está claro es que tras cien años de prohibición hay más consumo, más tráfico,
más crimen.
Hay que seguir pensando en ello, pero teniendo en cuenta
nuevas posturas, nuevas perspectivas, puesto que seguir con las mismas medidas
es estancarse, y los narcos tienen tiempo y dinero para evolucionar.
CARLOS DEL RIEGO
Con drogas y prostitución, estoy completamente a favor de su legalización, acompañada eso sí de un control. El ser humano tiene una potente atracción por lo prohibido, y cuando persigues, lo clandestino se multiplica y se da pie a actividades delincuentes más allá de la propia venta. Todo son ventajas, como llegas a plantear: Mejor control sanitario, mayor recaudación de impuestos. Por mucho que se persiga, tenemos otros cien, mil.. o diez mil años por delante con consumo clandestino. En este, como en tantos otros casos, no se pueden poner puertas al campo. Saludos
ResponderEliminarEn el fondo estoy de acuerdo.
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