El director de cine estadounidense Oliver Stone ha realizado
algunas películas excelentes, reflejando el sentir de su país en algunos
momentos de su historia reciente. Pero como siempre que alguien siente tener la
verdad en exclusiva, Stone ha conseguido que cada una de sus palabras no
referidas al cine sea sinónimo de tontería. Ahora acaba causar auténtico
bochorno durante la entrega de los premios Donostia en el ámbito del Festival
de Cine de San Sebastián. El máximo responsable de la reveladora JFK soltó
varias majaderías sin sonrojarse, un poco como el profano que quiere pasar por
experto y lo único que consigue es provocar miradas de condescendencia y
vergüenza ajena.
El tal dijo que “… me gustaría llevar a Aznar al Tribunal de
la Haya por apoyar a Busch en la Guerra de Irak…”, en otro momento,
evidentemente afectado por el consumo de marihuana, lanza semejante estupidez:
“La Guerra de Irak ha traído problemas en todo el mundo, llevando a los
cárteles mexicanos de la droga la práctica de cortar cabezas…, toda la
violencia que ha llegado de la Guerra de Irak…”; y no contento con quedar como
engreído pretencioso y salvador de la Humanidad, Stone se atreve a pontificar
en torno al tema de Wikileaks “Ahora el perseguido es Asange, cuando los
auténticos terroristas están en libertad”.
Suelta la lengua y mermadas las entendederas por efecto del
humo, Stone no se da cuenta de que él mismo está perfectamente ensamblado en la
maquinaria del capitalismo, pues promociona y anima el consumo (de cine, en
este caso), y su actividad cuenta con capital privado y otros instrumentos del
mencionado sistema económico; por eso choca que el personaje se crea de
izquierdas, pues utiliza todos los recursos del modelo que dice odiar (este
caso demuestra que para pasar por sociata o similar sólo hay que decirlo, no
hay que hacer nada más).
Aznar apoyó la guerra, pero dentro de sus facultades como
gobernante legítimo; eso sí, mintió como buen político, como hacen a diario
todos los dedicados a esta actividad. Por otro lado, no se sabe de crímenes
materializados u ordenados por Aznar, por lo que no está clara la acusación que
caería sobre él. Quien sí tendría que responder por sus crímenes en La Haya es
su idolatrado amigo Fidel Castro, el tirano que quitó a otro tirano para
ponerse él como tirano, y que lleva décadas aplastando a todo el que levante la
voz. A este sátrapa dedica Stone las más encendidas loas y alabanzas.
En segundo lugar, según él, antes de la Guerra de Irak no
había ni cárteles de la droga ni violencia extrema en México, y no es hasta la
invasión (¿a cuál se referirá a la de 1990 ó a la de 2003?) que comienza a
correr la sangre en el mundo. Y respecto a lo de Assange, no dice nada Stone de
las acusaciones de violación, dejando claro que como ha atacado a Estados
Unidos cuenta con su apoyo incondicional, sea culpable de lo que sea; y luego afirma
que “Assange está en la cárcel y los auténticos terroristas en libertad”…,
dando a entender que el de Wikileaks está acusado de terrorismo y que los Aznar
sí que son los auténticos terroristas; que se sepa, ni uno ni otros pueden ser
considerados como tal, pero como todos los que tienen ese modo de pensar,
Oliver Stone se cree legitimado para retorcer el significado de las palabras y
darles el que conviene, algo típico de quienes se sienten un escalón por encima
gracias a su ideología, a su forma de pensar.
Sorprende la tendencia al fanatismo de esos que, viviendo
cómodamente en la democracia occidental, defienden a auténticos dictadores y
muestran hacia ellos tal empatía que les justifican cualquier barbaridad y
aplauden el resto.
CARLOS DEL RIEGO
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