En la Diada se manifiestan muchos miles de personas, pero ¿cuántos no se manifiestan? |
Cada 11 de septiembre tiene lugar la Diada, la fiesta de
Cataluña. Curiosamente, ese día los catalanes conmemoran la caída de Barcelona
ante las tropas de Felipe V, o sea, al igual que Castilla y León, la fecha
escogida para celebrar su gran fiesta es la de una derrota…
Como es sabido, los
gerifaltes catalanes de 1714 (el pueblo tenía otras preocupaciones) optaron, en
la Guerra de Sucesión, por apoyar a Carlos de Austria, el rival de Felipe de
Borbón como pretendiente al trono de España; por cierto, el archiduque Carlos
era muchísimo más absolutista que Felipe, como demostró cuando heredó el trono
de Austria olvidándose del de España. Ganó Felipe V e impuso los Decretos de
Nueva Planta, que afectaron a todo el reino; en Cataluña esas reformas se
centraron en diversos aspectos políticos y administrativos, en la implantación
del castellano como idioma oficial (ley que no afectó al uso del catalán, como
prueba la gran cantidad de diccionarios y gramáticas catalanas editados en el
siglo XVIII) y en la exigencia del pago de impuestos, como en el resto de
España, sobre la industria, el comercio, la propiedad… Y esto es precisamente
lo que más movió al descontento de la población afectada (provoca sonrisa
comprobar cómo los impuestos han sido causa de numerosas guerras y
revoluciones: la chispa que dispara la Revolución Americana y su subsiguiente
Guerra de Independencia fue el impuesto sobre el té. Y por negarse las
aristocracias urbanas a pagar más y pretender mantener sus privilegios
medievales, es por lo que, en el fondo, se produjo la guerra que protagonizaron
los Comuneros de Castilla). O sea, la cosa del separatismo viene de que los que
más tenían en aquella Cataluña (en realidad todo el Reino de Aragón) no querían
cotizar más, sino conservar el derecho a pagar menos que el resto. Por cierto,
aquellos decretos pretendían unificar las leyes de todo el territorio.
Estos son los antecedentes de la celebración de la Diada en
Cataluña. Este año, el President y todos los politicastros que viven del cuento
se muestran más separatistas que nunca. Sin embargo, en el fondo, ni uno ni
otros desean la segregación de España, puesto que si esa llega un día, perderán
el chollo de tener a un malo al que echar todas las culpas, un culpable de
todo, un enemigo contra el que luchar y contra el que lanzar a una población (a
una parte) que ha asimilado premisas falsas y se ha creído una Historia de
Cataluña basada en embustes, tergiversaciones y manipulaciones (las armas de
todo político, unos las usan de un modo y otros de otro).
Si un día Cataluña
dejara de pertenecer a España, el President y sus consellers tendrían que
asumir su propia responsabilidad en temas como el paro (actualmente casi tres
cuartos de millón de personas), el déficit astronómico, la deuda institucional,
el preocupante estado (por impago) de su sanidad y educación, las monstruosas
cantidades que se barajan por lo bajini con el curalotodo de la ‘identidad
nacional’ y que terminan en los bolsillos de los bien situados gracias a su
bien visible nacionalismo… Sí, si un día Cataluña deja de ser España ya no
tendrán los políticos separatistas cabeza de turco a quien cargar toda la
culpa, y por eso, en el fondo, en el fuero interno de cada uno de ellos, no
desean esa segregación, sino que sólo lo parezca; y es que no hay que olvidar
que son políticos y, por tanto, la mentira les es tan propia como las plumas a
un ave.
Y otro detalle de que no quieren lo que piden: el presidente
del FC Barcelona también se dice segregacionista, pero tampoco lo es, pues si
así fuera tomaría una medida a su alcance: no inscribir al Barça en la Liga
Española, lo que sería algo más que un gesto simbólico; es decir, desgajar
Cataluña del resto de España no se puede hacer legalmente, pero dejar a la liga
sin el Barça sí, y sin incumplir leyes. No lo hará.
Nota: jamás
Cataluña fue independiente, aunque sí dejó de pertenecer a España; fue en 1641,
tras el suceso conocido como Corpus de Sangre, cuando los dirigentes catalanes
entregaron Cataluña a Francia (la cosa es más complicada, pero el interesado
tiene mil fuentes para enterarse a fondo). Pronto comprendieron que Luis XIII de
Francia y el cardenal Richelieu eran más centralistas, ambiciosos y crueles que
Felipe IV, de modo que vivieron los catalanes diez años bajo el yugo francés,
costeando y proveyendo ejércitos, siendo tratados como súbditos de segunda de
los franceses, perdiendo todo poder sobre sus finanzas, comercio, navegación,
política... Incluso Cataluña fue despojada de sus territorios del otro lado de
los Pirineos (Rosellón y parte de la Cerdaña). Al volver las aguas a su cauce y
hacer balance, España había perdido mucho, pero muchísimo más Cataluña.
CARLOS DEL RIEGO
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