El político estadounidense Mitt Romney pidió que se pudieran abrir las ventanillas de los aviones..., después pedirá lo mismo en los submarinos. |
¿Cómo es posible que alguien que ha viajado incontables
veces en avión pueda tener esta ocurrencia y, lo que es peor, decirlo en
público sin avergonzarse? La respuesta es fácil, se trata de alguien con luces
más bien escasas, de alguien que no es que tenga más o menos cultura, sino que
su limitación intelectual le lleva a soltar lo primero que se le pasa por la
cabeza sin dedicar medio segundo a pensar. Y entonces, al decir en voz alta
cualquier disparate, cae en el ridículo, pues sólo un badulaque puede exigir
que se puedan abrir las ventanillas de los aviones; todo el mundo sabe (sobre
todo si se ha volado) que a partir de 3.000 metros de altura
la diferencia de presión es tremenda, la temperatura cae drásticamente y los
niveles de oxígeno hacen el aire irrespirable. Sin embargo, el candidato del
partido conservador de Estados Unidos, Mitt Romney, se quejó de que no se
pudieran bajar las ventanillas al haberse producido una gran humareda dentro
del avión… Días después quiso arreglarlo alegando que estaba de broma, pero una
broma de ese tipo se tiene por tal desde el primer momento, es decir, no hay
que explicar a posteriori que se hablaba en tono de chanza.
Esta muestra de sesera escasa y ociosa se ha visto en
numerosas ocasiones en puestos de altísima responsabilidad. Por citar sólo un
par de ellos, los casos de Bush (hijo) y Zapatero. Siendo presidente y ante una
auténtica plaga de incendios forestales que estaba sufriendo su país, Bush tuvo
para combatir el problema una idea luminosa: talar los bosques y de este modo
terminar con los incendios. Genial. Por su parte, el ex presidente español dio
muestras en innumerables ocasiones de que la inteligencia no es una de sus
virtudes. Como cuando repartió dinero entre toda la población creyendo que así
solucionaría algo; como cuando no se levantó al paso de la bandera de Estados
Unidos (siendo presidente) pensando que así estaba reprendiendo a su homólogo…,
sin caer en la cuenta de que lo que consiguió fue ofender a todos los
compatriotas de Bush, lo que le votaban y los que no. El caso de Zapatero viene
de lejos; en su ciudad, León, cuando el ex presidente tendría en torno a 15
años iba a jugar a las cartas a un bar llamado ‘Submarino’ (era largo y
estrecho), ya allí un día le pillaron intentando hacer trampas, así que lo
echaron con cajas destempladas e insultos; pero, demostrando que ya le faltaba
un hervor, al día siguiente volvió al bar con intención de jugar, con sonrisa
despreocupada y como si nada hubiera ocurrido…, lógicamente no se lo
permitieron (no son pocos los que recuerdan este hecho).
Más allá del aspecto risible de las ocurrencias y simplezas
de estos tres políticos, la cosa deja de tener gracia si se tiene en cuenta el
poder que alcanzaron dos de ellos y el que puede obtener el tercero. Este es
uno de los grandes inconvenientes de la política de partidos, que pueden
nombrar candidato a auténticos tuercebotas, a personajes sin el más mínimo
mérito o virtud, a militantes saturados de ideología pero carentes de sentido
común, sensatez…, hasta de astucia. Y muchas veces, estos que no harían un buen
conserje alcanzan la cumbre del poder, con el consiguiente peligro, pues alguien
perverso y artero calcula antes de
obrar, mientras que el torpe al que le falta un hervor actúa sin haber dedicado
un segundo a pensar.
“Cráneo previlegiado”, como dice Valle Inclán en ‘Luces de
Bohemia’.
CARLOS DEL RIEGO
Entre otras, ahora se me ocurre el Consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid intentando ofender a un miembro de la oposición que le recriminaba la subida del metro bus. Lo hizo afirmando que mentía porque dicho tipo de billete no existía, provocando que acto seguido todos los miembros de su partido en la asamblea le aplaudieran a rabiar. Otro ejemplo: http://www.youtube.com/watch?v=aSuqjYjefX0 O como aquel/aquella que hablaba de un organismo que había recibido ayudas llamado ONG. Como dice Lolo, la política es el refugio de los inútiles
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