Si todo lo dicho es cierto, Tarrés traspasó la línea que separa la palabrota motivadora de la injuria |
La ‘acusada’ no ha explicado su versión de los hechos, pero
la cosa parece que viene de lejos. La ex entrenadora del equipo español de
natación sincronizada, Ana Tarrés, ha sido descrita por sus pupilas ¡y por ella
misma! como dictadora. Pero aunque aún no se haya defendido, son muchos los
testimonios, muchas las chicas que han elevado la voz como para pensar en un
contubernio, en una confabulación de las nadadoras contra la exitosa
preparadora. Es difícil admitir que todas mientan, que se hayan inventado todos
los hechos que denuncian, que muchas de las que ya no están (y por tanto nada
tienen que ganar o perder) hablen ahora, y por ello, es lógico que también sean
ciertas las antiguas denuncias contra la entrenadora y, del mismo modo, que se
lleven años hablando de los métodos de Tarrés. Pero como los resultados eran
indiscutibles, se prefirió pensar que las niñas exageraban cuando hablaban de
acoso, insultos, vejaciones y humillaciones, hostilidad y, en fin, auténticos
malos tratos.
“No te la mereces” dijo a una de las ondinas españolas
mientras le arrancaba su medalla casi sin haber descendido del podio en Pekín
2008. “No, trágatelo” aseguran que ordenó a una de las chicas que pedía permiso
para salir de la piscina para vomitar. Y lo peor de todo lo que han contado
quienes estuvieron a sus órdenes: “No te hagas la estrecha, que te has tirado a
todo lo que se mueve”, afirman que le dijo a una nadadora de 14 años que no
conseguía lo que ella exigía. Esta última imprecación muestra una desvergüenza
y una infamia que bien pudieran ser objeto de denuncia y, además, evidencia una
concepción fascistoide y totalitaria del poder; no en vano las sirenas también
ponen en su boca la confesión: “Esto es una dictadura y yo soy la dictadora”, aseguran
que gustaba proclamar. Aunque algunas de las nadadoras defendieron a la ya ex
instructora, ninguna desmintió los insultos y menosprecios, lo que indica lo cierto
y cotidiano de los mismos. Hay que tener en cuenta el contexto, pero con trato brutal
no existe disculpa.
Evidentemente, Tarrés se convenció de que vale todo para
ganar, de que el fin justifica los medios, de que para lograr el objetivo es
lícito pasar por encima de lo que sea y de quien sea, creyó que el triunfo
valía más que de los derechos de la persona…, en definitiva, se acercó al
fanatismo. Cierto que el entrenador está sometido a fuertes presiones y, por su
parte, exige hasta el dolor al deportista, cierto que a veces le grita e
incluso llega al menosprecio, cierto que a veces parece que trata al discípulo
peor que si fuera un caballo de carreras, pero todo tiene un límite, todo en
este mundo es cuestión de medidas, y vejar a una niña de 14 años con esas
insinuaciones bien merece la repulsa y el desprecio, si no una denuncia. Y la
señora en cuestión (si todo se confirma) cruzó la raya que separa el
adiestramiento exigente de la simple tiranía.
¿Cómo aguantaron las chicas?, porque con 14 ó 16 años es
difícil atreverse con el maestro, porque poco a poco se va uno acostumbrando y
llega un momento en que ya se ve como algo normal, porque se construye una
coraza, porque se piensa en el posterior beneficio, porque si hablas te vas…
También habría que preguntarse si quien estaba por encima de
Tarrés, un presidente de federación, sabía todo lo que estaba pasando y lo dejó
correr pensando sólo en los resultados… En este caso también el directivo tiene
culpa.
Como se ha demostrado, no hace falta recurrir al insulto y
la mala educación, al ultraje y la blasfemia, a la humillación pública para
obtener éxitos en el deporte; así lo demuestran entrenadores como Vicente del
Bosque, que seguro que también exige lo suyo, pero parece impensable que trate
a algún jugador como Tarrés a las niñas. Sin embargo, seguro que ésta no es la
única en recurrir a esos métodos, seguro que en deportes en los que a los
chavales se les exige como a profesionales resultan habituales situaciones como
la presente; aterra pensar en lo que habrá pasado y seguirá pasando en los
gimnasios donde se entrenan futuros campeones. No hay que olvidar que quien
entrena a adolescentes y niños tiene una posición de dominio total, sobre todo
en entornos aislados (una piscina), y quien necesita manifestar su superioridad
se dejará llevar por la ira y llegará al insulto e incluso la agresión: “Eres
una mierda”, le dijo a una de las chicas. Claro que no haría lo mismo ante un
profesional de 25 años.
CARLOS DEL RIEGO
Me parece que no tienes relación con un adolescente “revoltoso”, claro que seguro que no hace deporte.
ResponderEliminar“Las grandes obras de la humanidad se han hecho a fuerza de látigo”, decía un profesor mio.
Me gustaría ver la exigencia que se aplica en las escuelas del Barcelona o del Madrid, si paseas por un campo escolar donde los jugadores son aficionados y la presión que mete un entrenador (muchas veces padre de alguno).
Tambien podríamos recordar las condiciones de entrenamiento de los países del este o china, no me los imagino diciendo “ven cuando quieras o cuando estés inspirado” ni a ellos ni a los de la selección de Del Bosque (aunque el látigo tenga forma de dinero).
Por ultimo también me recuerda un poco a la Mili, cuando se llegaba un poco listo, y te colocaban la primera semana.
Todos los que tienen cierta edad han tenido una relación como esa, de todos modos, ninguna de aquellas niñas y adolescentes se atrevería a rechistar a un entrenador autoritario y gritón, y eso lo se por experiencia. Hace unos años vi un reportaje sobre cómo se entrenaban los futuros campeones chinos de gimnasia; eran niños de entre 8 y 12 años, y fue aterrador, con entrenadores continuamente gritando y amedrentando, con los niños llorando..., y luego, cuando se iban solos a sus clases o habitaciones, no jugaban y reían, no corrían ni gritaban ni bromeaban como hacen los niños de esas edades. Lo de la mili es distinto, y no ibas con 14 años. Sea como sea, con esas edades no se tienen recursos para defenderse.
EliminarGracias y un saludo