Son 266 senadores y cobran 6.000 al mes, más ordenador, móvil y otros artilugios, dietas para taxi, viajes, comidas y demás complementos. Y todo a cambio de nada. |
El problema económico de España (y sin duda de la mayoría de
los países, puesto que todos los gobiernos se parecen, ya que no hay nada que
se parezca más a un político que otro político, independientemente de sus
ideas) no se resuelve aumentando los impuestos, exprimiendo todo lo posible a
la clase media, que es la que siempre corre con todos los gastos, sino
simplemente gastando menos; es decir, si el ingreso es insuficiente, lo lógico
es gastar menos. Sería como, por ejemplo, si un comerciante gasta cinco pero
sólo ingresa cuatro, lo que debe hacer es gastar tres, no subir los precios
para mantener el ingreso y así seguir gastando, puesto que los precios altos
terminarán por ahuyentar al cliente y caerán en picado las ventas.
De esto se puede deducir que, o el gobierno está totalmente
equivocado al aumentar impuestos, o es que no quiere, o no se atreve a resolver
realmente el problema; en pocas palabras, si se quieren cuadrar las cuentas, lo
que hay que hacer es evitar los gastos inútiles, los ostentosos, los otorgados
en función de simpatías o afinidades ideológicas, los fraudulentos… El problema
es que quieren cuadrar las cuentas sin evitar esos gastos colosales, y si no
evitan esos gastos es porque no se atreven, porque no tienen el coraje
suficiente para acometer las reformas necesarias para corregir la actual
situación.
Ciertamente los ciudadanos tienen muy claro qué suprimir
para evitar que el dinero se evapore tan fácil y abundantemente, y lógicamente los
que pueden tomar decisiones también, pero no se atreven, tienen vértigo, se
asustan ante la adopción de medidas de choque, tienen tal pavor a dar un paso tan
decisivo que ni siquiera se lo plantean.
Así, lo del Senado es ya un auténtico escándalo, pues
requiere unas cantidades que nada tienen que ver con lo que a cambio ofrecen la
institución y los senadores, del mismo modo las subvenciones a partidos
políticos y sindicatos y, como catarsis reformista, la supresión de las
comunidades autónomas (excepto tres); estas tres decisiones son reclamadas por
más y más ciudadanos, y cada vez más alto. Sin la menor duda, el beneficio para
la economía del país sería inmediato y duradero.
Pero claro, si se acabara con el senado, si dejara de regalar
a partidos y sindicatos, si se desarman las autonomías y otras instituciones
prácticamente inútiles pero tremendamente onerosas (los consejos del reino, los
procuradores del común, los consejos de cuentas…), los políticos se quedarían
sin puestos a los que enviar a los que han servido al partido o a los que ya
están quemados para la actividad política, se quedarían sin destino-canonjía
para una plácida retirada. Por eso, los que tienen poder para decidir jamás
iniciarán el camino que lleve al adelgazamiento de la estructura del estado;
unos por interés y otros porque carecen de la valentía suficiente, el caso es
que ninguno de los que actualmente están tiene lo que hay que tener para agarrar
el toro por los cuernos. Ojalá la cosa no sea tan cierta y un día llegue
alguien con dos razones...
Además, el actual gobierno mintió descaradamente, puesto que
al llegar al poder hizo lo contrario que había dicho cuando aspiraba al mismo;
pero esto es lo normal en el político, de modo que posturas y mentiras como
esta (siendo indignantes) ya casi no afectan por la inevitable repetición, porque
ya nadie espera otra cosa de quien quiere mandar.
En fin, lo que tiene que hacer el gobierno, y la
administración en general, es gastar menos en sí misma, y hasta que el gasto
generado por los políticos no disminuya de modo drástico, iremos arrastrando
deudas, aumentando el paro y obligando al ciudadano a pagar impuestos desbocados.
Pero no hay voluntad y sí cobardía, no hay político o gobierno con grandeza
suficiente para ver las cosas como las ve el que paga, así que la solución
sencilla y beneficiosa para la mayoría tendrá que esperar.
CARLOS DEL RIEGO
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