Cuatro décadas después sus canciones siguen resultando milagrosas |
Idolatrado en todo el mundo, las
canciones de los Creedence han salido en cientos (sí, cientos) de películas,
series de televisión, spots publicitarios, obras literarias, videojuegos, en
los discos e incluso en las letras de las canciones de otros artistas a lo
largo del planeta; y es que sus canciones funcionan en cualquier momento, en
cualquier parte, en cualquier cultura.
¿El secreto?, el poderoso e inagotable
talento de uno de los mejores compositores de canciones que dio el siglo XX,
John Cameron Fogerty, autor de todos los grandes temas y para muchos a la
altura de Bob Dylan o Neil Young. Pero además, las deliciosas melodías escritas
por éste eran luego arregladas por él mismo de modo original pero con elementos
reconocibles, cien por cien americanos y de procedencia principalmente sudista.
Así, básicamente los Creedence eran rock & roll, pero en sus arreglos
aparecen muy diversos matices e instrumentos de todo tipo, de modo que las
inspiradísimas melodías de John pueden sorprender con barnices de rock
pantanoso, con delicias country más o menos montañés, con toques de pop de una
elegancia sencilla y sin impostura, con detalles más psicodélicos y, cómo no,
con momentos especiales reservados para el blues más pasional. La cosa se
construye con una batería siempre viva, generalmente a buen ritmo y copiosa en
cambios, redobles, cortes y demás; el bajo dibuja sin parar, asomándose de vez
en cuando al primer plano, pero casi siempre quedándose en un imprescindible
pilar, poco visto, pero fundamental; luego una deliciosa y casi omnipresente
guitarra rítmica muchas veces acústica que proporciona un dinamismo
sorprendente; luego la eléctrica, el saxo, el violín, la armónica, el dobro...;
y finalmente esa voz característica, inconfundible, a veces chillona, a veces
más sugerente y profunda, pero siempre eficaz y fabricada a medida del sonido
del grupo (o es al revés). Y todo ello registrado sin trucos de estudio, sin
grandes pompas, de modo natural, lógico.
¡Y prácticamente todo lo pensaba John
Fogerty!, hasta el punto de que a mediados de los setenta circulaba por ahí la
especie de que una vez terminada la grabación, el cantante, compositor y
guitarrista americano cogía el reproductor más sencillo que hubiera en el
estudio con la cinta de la canción y se bajaba al coche para escucharla como la
escucharían los jóvenes en las radios de sus autos; y si con esta audición no
quedaba convencido volvía para retocarla... Tal vez sea solo leyenda, pero
encajaría.
John es un compositor dotadísimo para
construir canciones, pues sabe cómo tocar la fibra sensible con una melodía y,
a la vez, escribe con intención y sobre temas de actualidad, sobre
experiencias, sobre momentos para el recuerdo..., y también de chicas, pero en
tonos mucho menos almibarados que la mayoría.
La lista de sus éxitos y grandes
canciones es interminable. De apariencia y asimilación sencilla y directa,
curiosamente el concepto, desarrollo y ejecución del tema es mucho más
complicado de lo que luego resulta, es decir, suena sencillo pero es difícil de
hacer. Todo ello lo demuestran títulos tan universales como ‘Have you ever seen
the rain, ‘Looking´ out back my door’, ‘Bad moon rising’, ‘Proud Mary’, ‘Green
river’, ‘Lodi’, Fortunate son’, Travelin band’, ‘The midnight special’ (sobre
canción tradicional), ‘Who´ll stop the rain’, ‘Molina’, Hey tonight’, ‘Effigy’,
Fortunate son’ ‘Up around the bend’, ‘Born on the bayou’, ‘Conmmotion’, ‘Down
on the corner’, ‘Tun throug the jungle’, ‘Whis i could hideway’, ‘Long as can
see the light’, ‘Sweet hicker’, ‘Pagan baby’, ‘Sailor´ lament’..., ¡si es que
las que no se mencionan son tan buenas!, sin olvidar sus escogidísimas, acertadísimas
y personalísimas adaptaciones de títulos ajenos que demuestran una vez más el
buen gusto de John Fogerty y sus Creedence (su hermano Tom, Stu Cook y Doug
Clifford). Es difícil mencionar otro grupo con tantos títulos para el recuerdo.
Hace más de 40 años que se escribieron y
grabaron esas canciones, la gran mayoría de las cuales tuvieron éxito inmediato
en todo el mundo (aquí, en España, había festivales en los colegios en los que
los chavales salían haciendo play back con sus temas), y hoy día siguen sonando
igual que entonces, cientos de veces cada día en cualquier lugar del mundo, con
el mismo magnetismo, la misma gracia, el mismo encanto que entonces. Esto es
magia.
CARLOS DEL RIEGO
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