El púgil, con guantes de cuero y metal, parece atender a las indicaciones de su entrenador (copia romana de un original griego) |
¡Qué diferentes son los juegos de la Era Moderna de los que
se celebraron hace, por ejemplo, 2500 años! La diferencia es abismal, puesto
que entonces, entre los atletas no sólo no existía compañerismo, es más, ni
siquiera existían rivales, todos eran simplemente enemigos entre sí. Claro que
los juegos de la Antigüedad tenían una intención religiosa y militar más que
deportiva; y además, poco inteligente sería valorar formas de pensar de hace
tanto tiempo utilizando los parámetros y avances sociales de la actualidad.
El culto al cuerpo nace en aquella sociedad, que para honrar
a los dioses del Olimpo se inventó una carrera. Fue el comienzo, pues poco a
poco se fueron añadiendo diversas especialidades, alguna de las cuales sigue
formando parte del programa olímpico, como el salto de longitud, la carrera y,
por supuesto, el lanzamiento de disco. Pero las pruebas que más encendían la
pasión del numeroso público que acudía a los recintos eran las de lucha, las de
combate. Así el pugilato, boxeo con puños desnudos, primero, y luego revestidos
de tiras de cuero con incrustaciones de metal; el pancracio, lucha
absolutamente libre donde sólo se prohibía morder y meter los dedos en los
orificios del contrario y que sólo terminaba con la rendición (casi nunca por
vergonzosa) o con la muerte; el hoplitodólico, una carrera con armas defensivas
y ofensivas en la que valía todo y ganaba el que llegaba más entero a meta.
Pero los juegos de entonces fueron incorporando nuevas disciplinas, nuevas
carreras, saltos y lanzamientos, diversas modalidades de lucha y diversas
carreras de caballos.
También hubo grandes campeones, puesto que con el paso del
tiempo el triunfador en los juegos cobró una popularidad parecida a la de hoy,
de modo que todo su pueblo se enorgullecía de sus éxitos y lo premiaba con
estatuas, poesías e incluso dinero. Entre los más recordados está, claro,
Filípides, quien se dice que corrió de Maratón a Atenas para comunicar la
victoria sobre los persas, dando así origen y nombre a la carrera mas larga; no
hay seguridad histórica de este hecho, pero sí de que el tal Filípides (o así)
corrió en cierta ocasión de Esparta a Atenas, 240 kilómetros , en
sólo un día y medio. También se recuerdan las hazañas del gran Miló de Crotona,
legendario luchador que venció en seis ediciones en la especialidad de lucha y
cuya muerte es no menos asombrosa: fue devorado vivo por las fieras al quedar
una de sus manos atrapada y no poder defenderse. Y Leónidas de Rodas, que logró
doce triunfos en tres carreras a lo largo de cuatro ediciones consecutivas de
los juegos desde los de 164 antes de Cristo. Llama la atención que el emperador
Nerón (y otros políticos, como Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro
Magno) lograra ganar una carrera de cuadrigas…, claro que el resto de
participantes fueron retirándose misteriosamente, de modo que sólo él llegó a
meta.
Por cierto, las mujeres no podían competir (en aquellas
mentalidades era inconcebible la pelea entre mujeres, pues los juegos tenían
carácter militar y religioso) y tampoco acudir a los recintos olímpicos, ya que
los sacerdotes y dirigentes pensaban que tras ver a los atletas (siempre
desnudos) al llegar a sus casas los compararían con sus maridos…
Sí, la cosa era muy distinta.
(Más información sobre los juegos de la Antigüedad y de
la Era Moderna, en el libro ‘Citius, altius, fortius. Los Juegos Olímpicos y
sus mitos’).
CARLOS DEL RIEGO
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