Los Beckham, como todos los que alcanzan el gran éxito, son objeto de envidia |
Al cantante británico Morrisey no le gusta la familia
Beckham, y su forma de expresar su inquina es pedir públicamente que sean
apaleados, arrastrados. ¿Cuál es su execrable crimen?, no roban, no matan, no
predican violencia…, nada de eso, su pecado es, según el cantante, “ser
horteras, ser insoportables para cualquier persona” y, además, ser poco menos
que analfabetos pues “no pueden identificar lo que es un arpa”.
El ex cantante se ha atribuido el poder para imponer a los demás cómo deben er |
Nunca se sabe, pero esto suena a la envidia del que no
soporta que alguien a quien considera inferior goce de popularidad y fama,
parece la reacción del soberbio que sufre al ver que otros salen más que él en
los periódicos, de modo que el engreído rabia cuando el público y los medios
hacen más caso a otros.
El que fuera cantante y compositor del grupo The Smiths
(banda de los 80 del siglo pasado con temas espléndidos como ‘Hand in glove’,
‘This charming man’ o ‘What difference does it make’) tiene todo el derecho del
mundo a opinar, a ser sarcástico y a criticar hechos o personas, pero cuando
insulta y amenaza, cuando propone castigo y violencia para quien no piensa,
actúa, habla o se viste como él quiere, lo que está haciendo es puro
totalitarismo: persecución y desprecio a quien se atreva a ser distinto. En la
película de Hitchock ‘La soga’ unos jóvenes malinterpretan y llevan a la
práctica palabras similares a las del cantante, con resultado fatal; Marat, el
revolucionario ‘amigo del pueblo’, también estaba todo el día publicando
diatribas contra sus rivales políticos y exigiendo cabezas, así que,
finalmente, el pueblo le complació; y de igual modo los que proclaman a voz en
grito la violencia, como ha hecho Morrisey. Seguro que en su defensa se diría
que es una forma de hablar, que no se pide al pie de la letra que sean
“arrastrados”, que se dice de modo simbólico, que lo que quiere es reseñar que
no se merecen nada por ser unos horteras… Pero exigir violencia, aunque sea en
modo figurado, siempre conlleva riesgo.
Por otro lado, a él le parecen Beckham y esposa unos
personajes ordinarios, bastos, y por eso pide para ellos pública sanción, sin
embargo, puede que otras personas opinen que el chabacano y vulgar, que el que
carece del menor estilo es él, Morrisey, y por tanto estarán legitimados para
insultarlo públicamente y pedir para él lo que él pide para el famoso
matrimonio.
Protesta este hombre porque son inmerecidamente populares,
pero la realidad es que él es, a sus 37 años, una estrella del deporte y ella lo
fue de la música, y esas combinaciones siempre multiplican la fama, como
demuestran los matrimonios Joe Dimaggio y Malilyn Monroe o, aquí, la Pantoja y
Paquirri. Y el caso es que, mucho o poco, algo de mérito tienen. Él es un gran
futbolista, pues si no fuera así no seguiría jugando con sus años (además,
seguro que todos los entrenadores que ha tenido no son tontos); y ella integró
un grupo de éxito, de calidad discutible (incluso aquí sí cabe lo de hortera),
pero de éxito, y esto debe poner verde de envidia al faltoso Morrisey. Es
decir, ambos tienen atracción para el público, puede fastidiar o enfadar, pero
es así, del mismo modo que cuando existían The Smiths seguro que había quien se
ponía verde de envidia con sus éxitos y hubiera deseado que les partiera un
rayo. Por cierto, ¿a quién envidiará más, a él o a ella?
Y en cuanto a la acusación de incultura, fácilmente será
así, pero todo el mundo es profano en algo, incluso el propio Morrisey y, en
todo caso, la ignorancia no es merecedora de castigo. En resumen, todo aquello
por lo que este artista despotrica contra la famosa pareja es opinable, lo que
quiere decir que a él se le podría acusar exactamente de lo mismo.
A este tipo de personas habría que pedirles que perdonaran
la vida de los que no son de su gusto, habría que rogarles que sean
condescendientes con todos los que no son tan interesantes, elegantes, inteligentes,
geniales y tan buenas personas como ellos, habría que suplicarles que permitan
vivir a quienes no alcanzan sus niveles de excelencia y, en fin, habría que
pedirles perdón por existir siendo tan contrarios a sus gustos. Este tipo de
personas tiene la certeza de estar en posesión de la verdad única y, por tanto,
se siente superior moralmente, con lo que se cree legitimado para decidir sobre
la existencia de los demás. Este modo de pensar, en fin, siempre apunta al
fanatismo.
CARLOS DEL RIEGO
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