El respeto al docente ha de regir desde el primer día |
SI LOS NIÑOS Y ADOLESCENTES TRATAN DE TÚ
AL MAESTRO, DE IGUAL A IGUAL AL PROFESOR, TARDE O TEMPRANO CUESTIONARÁN A SUS
PADRES, A LA POLICÍA, AL JUEZ, A CUALQUIERA QUE REPRESENTE LA AUTORIDAD. EL
PROBLEMA ES QUE YA SE HA INICIADO EL CAMINO.
En el patio del instituto: “¡Coño Pepe,
por qué demonios no nos avisaste de que íbamos a tener examen!”, y Pepe
contesta buscando un tono de disculpa que no enfade a sus interlocutores:
“Bueno, a principio de mes os di el calendario de exámenes, creo que yo no
tengo la culpa, no la toméis conmigo, no os pongáis así, ya veremos cómo lo
solucionamos”. El problema es que Pepe es en realidad don José, profesor y
director de dicho instituto, y quienes le increpan son alumnos suyos.
¿Puede parecer una situación exagerada?,
nada de eso, es habitual en gran parte de los centros educativos de España,
sobre todo en institutos de enseñanza media, donde los profesores han perdido
totalmente la autoridad, donde el trato con el alumno es de igual a igual,
donde se cuestionan las decisiones en todo tipo de temas y, en casos extremos
pero cada vez más comunes, se llega a la amenaza directa, a la destrucción de
posesiones o a la violencia contra el maestro, despojado de toda autoridad.
Se conocen múltiples casos en colegios e
institutos en los que los alumnos se muestran maleducados, incultos,
malhablados; y es que la propia sociedad ha ido consintiendo poco a poco hasta llegar
a situaciones en que son los jóvenes quienes tienen posición de superioridad,
por lo que algunos profesores, amedrentados y carentes de herramientas y apoyo
(de las familias, de las leyes), no pueden impedir que se infrinjan las reglas
sin que pase nada, y así los escolares van a clase con el teléfono y otros
artilugios electrónicos aunque esté prohibido, no se les reprende por insultar
o amedrentar a compañeros, se transige con todo tipo de desplantes, se admiten
las faltas de educación y de disciplina, la chulería, el desafío. Así, normas
tan básicas de educación como son el trato de usted, el tono respetuoso, el
saludar al cruzarse en el pasillo, el levantarse cuando entra cualquier persona
de relevancia en el aula, el acudir con la ropa adecuada o, simplemente, el responder
al profesor cuando se dirige al estudiante, se han convertido en auténticas
rarezas en muchas centros españoles (por cierto, todas esas normas son de
obligado cumplimiento en la práctica totalidad de países democráticos desde
hace...).
En la escuela antigua el profesor solía ser autoritario, pero lograba buenos resultados |
El origen del problema hay que situarlo
en el momento en que se permite que el niño que llega al colegio trate de tú al
maestro, y luego al profesor de secundaria, puesto que ese es el primer paso
para que el alumno considere que el profe es como él, una especie de colega
mayor al que hablarle como se habla a los compis en el recreo. Después llegarán
las bromitas y los apelativos cariñosos con los que pervertir totalmente la
relación entre uno y otros, más tarde se pasará a las palabras subidas de tono y
así hasta llegar a la agresión contra la persona y sus pertenencias.
Nunca se valorará en su verdadera
magnitud el daño que hicieron aquellos infaustos legisladores que pensaron que
había que hacer de las clases y los estudios algo divertido, una actividad que
no costara esfuerzo y que no produjera la frustración del suspenso, un lugar en
el que aprender pero en donde nadie lo pasara mal, donde nadie sufriera el
estrés de una amonestación, de una visita al director, de una expulsión de
clase y, ni mucho menos, de unas malas notas que obligaran a repetir el curso.
El principal objetivo era que el niño fuera feliz. El perjuicio que causaron
aquellos lechuguinos que creían descubrir la pólvora se traduce ahora en la
pérdida de la autoridad y el respeto que debe el estudiante al docente, al que trata
como a otro más; no es extraño que algunos cedan y se plieguen a las exigencias
de los niños y adolescentes, y que incluso vayan un poco más allá con el ánimo
de empatizar y ganarse a los chicos (cosa que de ese modo no conseguirán jamás,
sino que esa postura los animará a exigir más y más, a imponerse más y más). Hace
medio siglo el maestro en clase podía hacer casi lo que quisiera, pero para
modificar esa situación, los encargados de regular la educación pasaron al
extremo contrario, arrebatando al enseñante cualquier indicio de autoridad en lo
que fue un mediocre intento de venganza retroactiva.
Debido a todo esto, la docente se ha
convertido en una de las profesiones más atacadas por casos de depresión y
estrés, ya que quienes han de imponerse en clase se han visto despojados de
todas las herramientas y apoyo necesario para llevar a cabo su trabajo con
profesionalidad y eficiencia.
Y todo parte del momento en que se
permite (incluso se aconseja) tratar de tú a quien te va a enseñar, y algo
aparentemente tan nimio puede conducir a no asumir ninguna clase de autoridad,
a enfrentarse a cualquier representante de la ley, a no mostrar ningún respeto
por las reglas establecidas y, en definitiva, a relacionarse con mala
educación.
CARLOS DEL RIEGO
El respeto empieza en casa, los chicos de 14 a 16 no respetan ¡¡a sus PADRES!!! "NO PUEDO CON EL/ELLA" "QUE HARIA USTED".Los padres tienen que poner los cimientos, sólidos en este caso, para que cuando los chic@s lleguen a esta edad tan conflictiva, no se tambaleen y se caigan sobre todos, padres profesores y alumn@s.
ResponderEliminarSaludoSGM