La atleta griega Papachristou hizo una broma de mal gusto sin saber que hoy día no se pueden hacer chistes sin sufrir las iras de los adoradores de la corrección política. |
La atleta griega Papachristou fue apartada del equipo griego
poco antes del comienzo de los juegos por publicar en su Twiter “Con tantos
africanos en Grecia, al menos los mosquitos del Nilo Oeste tendrán comida
casera”. Hay varios puntos a considerar al respecto (además de lo confuso de la
frase o la traducción). Primero, la irresistible fuerza de difusión de las
redes sociales; segundo lo peligroso que es lanzar reflexiones u opiniones por
Internet, pues nunca se sabe qué consecuencias puede traer o quién puede
sentirse afectado u ofendido; tercero, que no hay marcha atrás, lo escrito
escrito queda, y ya no valen posteriores disculpas; cuarto, que más vale no
hacer chistes ni comentarios jocosos sobre etnias y colectivos protegidos por
la llamada discriminación positiva. Y por otro lado, parece sanción excesiva por
unas palabras impropias, sí, pero que no constituyen causa suficiente para
pasar por alto el trabajo, esfuerzo, tiempo y renuncias que entrega el atleta
durante cuatro años; la desproporción entre la falta y el castigo es evidente.
El futbolista suizo Morganella dijo por el mismo conducto tras
jugar el partido “Voy a dar una paliza a todos los surcoreanos. Menudos
retrasados mentales”. En este caso hay amenaza e insultos evidentes, por lo que
la expulsión (el máximo castigo), puede ser decisión más fácil de entender,
aunque no deja de ser una bravata de adolescente. Sin embargo, el caso de la
triplista griega es muy distinto, pues en realidad, lo que ha dicho no es otra
cosa que un chiste de muy mal gusto, casi ofensivo, pero no más allá de una
broma desafortunada.
Pero lo que la saltadora no sabía es que hoy día no se
pueden hacer chistes, pues siempre habrá alguien que se sienta aludido, y si no
es así ahí están los abanderados de la corrección política para llamar la
atención; si en el chiste aparece un negro, asiático, gitano, indio, magrebí…
te llamarán racista, si una mujer serás un machista, si un judío serás nazi, si
un homosexual serás homófono, si ciudadanos de otros países serás xenófobo, y
algo encontrarán con qué tildarte si hablas en tono chistoso (que no tiene por
qué ser en tono despectivo, injurioso o malintencionado) de un enano, un
minusválido, un ciego, un musulmán…
La cosa cambia con otro tipo de insultos, es decir, el
racista es mucho más grave que cualquier otro; por ejemplo, si en lugar de
vocear estúpidamente “¡vuélvete a la selva, negro!”, el imbécil suelta “¡árbitro,
hijo de p…!”, no pasará nada; del mismo modo, cuando Luis Aragonés arengó a un
jugador en un entrenamiento gritándole “usted es mejor que el negro de mierda”
casi se produce un conflicto internacional, pero la cosa apenas se habría
comentado si el rival del futbolista hubiera sido inglés y Aragonés hubiera
dicho “… que el rubito de mierda”.
En ese sentido, ¿hubieran sido los mismos castigos si la
atleta en vez de africanos hubiera dicho norteamericanos, y el futbolista
austriacos en lugar de surcoreanos?
CARLOS DEL RIEGO