Germán Coppini en Golpes Bajos |
Aquellos primeros años ochenta del siglo pasado
vieron una potente explosión creativa en las calles españolas. Había muchísimo
movimiento artesano y casero: surgen aquí y allá sellos discográficos
independientes, se editan infinidad de fanzines y chapuceras publicaciones en
fotocopia, se forman grupos en cada ciudad, en cada barrio.., y por los mismos
lugares que frecuentan todos los implicados en esa auténtica movida también
pululan artistas de variado pelaje, fotógrafos, pintores, actores, escritores…,
y gente, gente llenando la noche, gente ávida de novedad, de canciones y bandas
nuevas, de conciertos, de ideas, de propuestas . Era una continua ebullición en
la que casi todo valía, cresta punk y melena jipi, rock urbano y ska-reggae,
cuero y parka verde, negro riguroso, tupés rockabilly, camisas techno…, todo es
aceptado y todo se vive con desatado entusiasmo.
Fueron momentos efervescentes y con una juventud que
por primera vez en mucho tiempo podía dar rienda suelta a sus inquietudes y gritar
sus exigencias (visto desde ahora se antojan más que inocentes), de modo que en
muchas ciudades españolas podía escucharse estruendo de ensayos, ensordecedoras
distorsiones y golpes machacones que atronaban al vecindario. Pero aquellos
locales de ensayo fueron los hornos donde se cocinaba la nueva ola del pop
español. En Vigo había varios de aquellos obradores, de forma que sólo hizo
falta tiempo para que empezaran a verse apetitosos bizcochos y sabrosas empanadas.
Quien estuviera entonces sabrá que Siniestro Total
surge cuando varios de los miembros del grupo destrozaron un coche con tal
balance. A finales de 1981 preparan su primera actuación, pero ninguno se
atreve a enfrentarse al público con la sola protección del micrófono, así que
llaman a un tipo que habían conocido poco antes, sabe cantar y aunque es algo
raro se hace con el puesto; era Germán Coppini. La historia es tópica y difiere
muy poco de otras miles que se producen en cualquier lugar donde suene rock.
Pero una cosa es Siniestro y otra lo que Germán tenía
en la cabeza; lo de éste era algo opuesto al punk gamberro y divertido,
ingenuamente travieso, deslenguado y desvergonzado que Julián y los otros siniestros
pretendían. De hecho, en alguna ocasión presentó letras para canciones, pero
fueron rechazadas por el resto del grupo al ser más bien serias y coherentes,
sin puntos en común con las ocurrencias surrealistas, disparatadas y urgentes,
siempre asociadas al grupo vigués. Germán era más refinado, más profundo, con
ideas e inquietudes más filosóficas y reposadas. Sin embargo, dos singles y el
primer Lp de Siniestro Total cuentan con él como solista con resultados
contundentes; claro que entonces Germán era muy joven (más que los otros) y por
tanto con gran capacidad de adaptación, y además, en aquellos años todo menor
de 25 tenía algo de punk. Por eso no le resultó difícil acoplarse a las
exigencias siniestras, de modo que consiguió el tono vocinglero suficiente para
amenazar con sangre en ‘Hoy voy a asesinarte’, el acento gramberroide para
‘Todos los ahorcados mueren empalmados’, ‘Chochos voladores’ o la de ‘Nocilla’,
la agresividad necesaria para volverse punk violento en ‘Matar hippies en las
Cíes’, e incluso supo hacerse desagradable en ‘Las tetas de mi novia’ y
cómicamente melodramático en ‘Ponte en mi lugar’; ¡y qué decir que de su
actitud en ‘Me pica un huevo’ y, sobre todo, en ‘Ayatollah!’!; aquí Coppini se
atreve con los musulmanes con descaro y naturalidad , aunque esa letra, de
haberse publicado hoy, hubiera puesto al grupo en el punto de mira de la yihad;
entonces no pasó nada. Sin embargo, todo tiene un único fin: el cachondeo más
elemental, sin ninguna otra intención.
Germán Coppini supo adaptarse perfectamente a la
chupa de cuero cargada de cadenas y pins, pero él estaba ahí de paso. Así, tras
el primer álbum, entró en contacto con Teo Cardalda con el que dio forma a
Golpes Bajos; ganaron un concurso (entonces se organizaban muchos) e incluso
salieron en la tele, pero el cantante olvidó mencionar que también lo era de
Siniestro; ante esa situación, los otros tres lo citaron en un bar y le
acusaron de prestar más atención a golpes que a ellos, a lo que él respondió
que pensaría sobre el asunto, pero los siniestros le espetaron de inmediato que
no había nada que pensar, que no le estaban pidiendo opinión, que estaba en la calle,
vamos.
Un álbum y un par de epés son sus frutos siniestros.
Pero ese punk macarra y desafiante era demasiado tosco y vulgar para Coppini,
de hecho en su cabeza ya había dado el paso siguiente, que se materializó con
los mencionados ‘porrazos enanos’. Su refinamiento barroco produjo excelencias
como ‘Malos tiempos para la lírica’, ‘No mires a los ojos de la gente’,
‘Colecciono moscas’ y otras tantas muestras de genio poético con temáticas
inquietantes. Pero para muchos su mejor creación fue ‘Cena recalentada’, una deliciosa
pieza con preocupaciones y zozobras adolescentes que es cantada por el
cántabro-gallego con pasión arrebatadora: “Dónde has estado, mirad que facha,
qué horas son estas, vete a la cama”…, ningún joven en aquel momento dejó de
oír esos reproches; y luego “Un beso en un portal un abrazo hasta mañana, qué
hombre me sentía cuando a ti te acompañaba”, ¿qué quinceañero no se ve en esos
versos?
Después Germán Coppini tomó parte en otros proyectos
de muy menor envergadura, por eso será siempre recordado por su desenfado juvenil
y, luego, por su reflexiva madurez. ¿Dónde has estado, Germán?
CARLOS DEL RIEGO