lunes, 30 de abril de 2018

JUICIOS Y JUECES A VISTA DE ROCK & ROLL Jueces, juicios, tribunales, sentencias, apelaciones… son términos de uso generalizado, pues casi de continuo se celebran procesos judiciales que atraen poderosamente la atención de los medios y la ciudadanía. El rock & roll también opina sobre ello

Ya en 1956 el gran Chuck Berry ambientó su
'Brown eyed handsome man' en una sala de juicios.


Los jueces, como los árbitros, casi nunca dejan contentos a todos los implicados, al contrario, sus decisiones suelen provocan decepción e incluso enfado en alguna de las partes, aunque también es habitual que desagraden a todos; y es lógico, pues cada uno tiene su visión y su opinión del asunto en cuestión y, además, el juez está sujeto a las mismas debilidades que los demás, es decir, es susceptible de equivocarse. Sea como sea, excepto los abogados, nadie en este mundo desea vérselas con ese tipo del traje negro y el martillito de madera que manda y ordena en la sala. El rock & roll, muchos de cuyos músicos han pasado por el trago de declarar, no ha dejado de expresar con estupendas canciones las sensaciones y emociones que le transmiten los tribunales.

Cualquier incondicional de los Beatles reconocerá al segundo el tema ‘Maxwell´s silver hammer’ del glorioso ‘Abbey road’ (1969). Su desenfadado y divertido ritmo contrasta con la letra, la cual cuenta que el tal Maxwell se dedica a aplastar la cabeza a la gente con su martillo de plata, y así liquida a su chica, a la profe y, finalmente, ya en el juicio, se acerca por detrás al juez que va a condenarlo y le atiza con el martillo plateado. ¡Qué poco respeto por la judicatura! Se trata de una sorprendente divagación de Paul.

El ska ligero de Specials siempre trasmitía buen rollo y ambiente alegre. En su primer álbum, de 1979, incluyeron la canción ‘Stupid marriage’, la cual describe un proceso judicial: “Se abre la sesión (…), ¡orden! Soy el juez Pendenciero (Roughneck ) y no voy a tolerar desmanes en la sala”; después se leen los cargos y se hacen las alegaciones, el juez explica cómo ve las cosas (“te emborrachaste y rompiste la ventana de tu ex”), dicta seis meses de prisión y concluye: “antes de que te lleven a tu celda ¿tienes algo que decir?”; el acusado trata de explicarse echándole las culpas a ella, pero todo termina cuando el señor juez ordena “llévenselo!”. Specials eran grandes admiradores de todos los pioneros del ska y el reggae, y por eso la pieza tiene relación con ‘Judge Dread’ (1967) de Prince Buster, en la que se habla de un juez apodado ‘Hundred’ (‘dread’), o sea, cien, por la manía de poner penas de cien, doscientos, trescientos años…

Al final de la cara B del segundo disco del ‘The wall’ (1979) de Pink Floyd aparece ‘El juicio’, ‘The trail’. Vuelve a mostrarse la figura del juez indignado que increpa al acusado, cuyo delito es exhibir sus sentimientos: “La evidencia ante el tribunal es incontrovertible. No hay necesidad de que el jurado se retire. En todos mis años de juez nunca he escuchado antes de alguien que merezca la pena máxima de la ley. La forma en que hizo sufrir a sus exquisitas esposa y madre. Me dan ganas de cagar” (¡este Waters!). No puede decirse que dicho tema, de ambiente surrealista, operístico, esté entre los mejores o más recordados de la banda.

Con una construcción más liviana de lo que acostumbra, Neil Young grabó en 1989 ‘Crime in the city (Sixty to zero)’, un tema que anteriormente había presentado en vivo varias veces con el título de ‘Sixty to zero’. El texto, largo y con varias temáticas, incluye el de un juez que va a trabajar todos los días y se pasa la vida en el juzgado para mantener la perspectiva; “él tiene mucho en su mente y respeto su decisión”, puesto que “es bueno con el martillo aunque duro con las multas”. Incluida en el fantástico ‘Freedom’, es una pieza estupenda que, a pesar de sus nueve minutos, en ningún momento se vuelve pesada (los arreglos de saxos, trompetas y trombones, exquisitos).

Chuck Berry, en fecha tan temprana como 1956, presentó una visión irónica sobre la sala de juicios en su ‘Brown eyed handsome man’, o sea, ‘Apuesto hombre de ojos marrones’. Parece ser que a Chuck se le ocurrió la idea de la canción tras ver cómo la policía se llevaba a rastras a un manifestante en cuya defensa salió una mujer. Las primeras frases de la letra son descriptivas: “Arrestado con cargos de desempleo, él estaba sentado en el estrado de los testigos” , pero ocurre algo inusual: “La esposa del juez llamó al fiscal del distrito y le dijo que liberase a ese apuesto hombre de ojos marrones”, es más, le amenazó diciendo “si quieres conservar tu trabajo, es mejor que liberes a ese apuesto hombre de ojos marrones”. Es decir, la esposa del juez se sintió con poder suficiente como para presionar al fiscal…; inspirada en aquel hombre arrestado por el que se interesó una mujer, muchos han querido ver en esta letra una fanfarronada de Chuck, que siempre presumía de tener un atractivo irresistible para las mujeres blancas…

Uno de los grupos españoles más desconocidos e injustamente olvidados es Azahar. Típico del rock setentero andaluz-progresivo-sicodélico, en 1977 editaron ‘¿Qué malo hay, señor juez?’ dentro de su primer Lp ‘Elixir’ (¿venía con un frasquito de perfume de azahar?). La canción es como una declaración de un testigo que compara el delito real (el del vecino que mata a su esposa) con el que no es tanto (“fumar humo de reír”); la letra es elocuente “tenía yo dos amigos que fumaban humo de reír (…)¸ un día me los ligaron (…), al que resistió lo mataron y al otro el juez lo condenó” , y por si fuera poco, “al vecino le tocó salir”; así, suplica de modo ingenuo “¿pero qué malo hay en fumar, señor juez?, e incluso vaticina que “tampoco está muy lejos el día en que vea usted su error”. El sonido es etéreo, casi irreal, sin batería pero con mucho sintetizador, con la guitarra a veces ausente y otras potente y protagonista, y una voz algo aflamencada y con arabescos. Seguro que al juez de aquellos años setenta no le gustaba ni la canción ni su contenido.

Evidentemente el rock & roll también hace temblar la sala de juicios.  

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 25 de abril de 2018

LLEGA LA BESTIA DE LA CORRECIÓN POLÍTICA En la película ‘Planeta prohibido’ (1956) el malo es una bestia sin cuerpo, que es el subconsciente de un hombre. Hoy, otra bestia incorpórea, la corrección política, es una amenaza constante. En Usa se han dado casos escalofriantes; y se propaga como la peste

La corrección política conduce inevitablemente al absurdo
y la estupidez.


Aunque parezca difícil de entender, la corrección política está imponiéndose en sociedades avanzadas (sólo en éstas), lo que viene a significar que gran parte de los individuos nacidos y crecidos en dichas comunidades se esfuerzan por alcanzar la cima de la más infantil necedad. Así, para muchas criaturas el mérito ha dejado de tener valor, y lo que de verdad se tiene en cuenta es pertenecer al grupo o ideología mayoritarios y correctos. Esta bestia informe y etérea, la corrección política, avanza y crece sobre todo en el terreno de las palabras, de modo que exige no sólo poner en el punto de mira al que se sale de la pureza del lenguaje, sino que encañona al que simplemente lo piensa (Orwell escribió algo al respecto). Es la censura en su más estricto sentido; en épocas pasadas los censores atendían principalmente a que no se viera demasiada anatomía femenina en el cine, mientras que ahora los puritanos están pendientes del uso del lenguaje, como si estuvieran convencidos de que los problemas se resuelven usando el habla del modo que ellos (¡y ellas!) exigen. Es más, seguro que hay gentes convencidas de que, con la narración y el discurso adecuados, desaparecerán de la Historia las guerras, los crímenes, las injusticias… Se trata además de un intento de uniformizar individuos e identidades, de imponer el pensamiento único, ya que quien se atreve a discrepar es inmediatamente deslegitimado, descalificado como persona y tildado, ¡cómo no!, de facha. Lo mejor del caso es que esas criaturas son las que más gritan exigiendo libertad de pensamiento y expresión, pero sólo para ellas y para quienes como ellas piensan.

En Estados Unidos se han producido casos de corrección política absolutamente esperpénticos, estúpidos, espeluznantes. Y si allí la cosa se ha propagado como una epidemia, es de suponer que pronto se habrá extendido por todo el mundo hasta convertirse en pandemia. Algunos de esos sucesos ‘made in Usa’ pueden dejar boquiabierto al más advertido… 

Al acercarse la fiesta de Halloween, las autoridades de una universidad hicieron circular una carta en la que aconsejaban al alumnado que no se disfrazara de minoría étnica o marginada, o sea, ni de afroamericano (se dice así, ¿no?) ni de indígena, ni de gitano, ni de asiático, ni de gordo, ni de mujer, ni de musulmán… Una profesora, sin embargo, contestó con otra misiva explicando que es casi una obligación de los jóvenes trasgredir las normas, ser provocadores, deslenguados e irreverentes… Le cayó lo que se dice la del pulpo, pero no de las autoridades académicas, sino de los propios estudiantes, aborregados y abducidos por una mezcla de estupidez pueril y corrección buenista. La pobre fue forzada a dimitir.

En la Facultad de Derecho de otra universidad los estudiantes protestaron porque, en clase de Derecho Penal, se pronunciaban constantemente palabras como violación o agresión sexual; la protesta obligó a la profesora a avisar cuándo iba a proferir tan horribles palabras y tan innombrables expresiones con el fin de que los cursis sentimentaloides pudieran taparse los oídos. Al parecer, los futuros abogados consideraban como agresión sexual el simple hecho de hablar de ello con las palabras justas, de manera que puede deducirse que los susodichos estarán convencidos de que si no se pronuncian tan alienantes vocablos, los repugnantes crímenes sexuales dejarán de producirse… Claro que llegado el momento, habría que ver qué eufemismos utilizan ante el juez. Y en el mismo plano está el docente que fue ‘denunciado’, menospreciado e insultado porque, en clase de Historia, dijo varias veces ‘negro’.

A la cúspide de la estulticia más pura se llegó en otro centro universitario donde iba a tocar un grupo de música que combina los ritmos africanos con el funk, una banda que definía su estilo como ‘afrofunk’. Sin  embargo, cuando los estudiantes se enteraron de que casi todos los integrantes de la banda eran blancos, exigieron a las autoridades que se cancelara el contrato, puesto que ese grupo se estaba apropiando de una identidad cultural que no le correspondía, y por si fuera poco, la identidad usurpada correspondía a una cultura marginada… Es decir, por la misma regla de tres, esos universitarios ¿se rebelarán contra la ‘insolencia’ de que un blanco cante blues o de que un negro haga ‘hillbily’? ¿Se puede ser más cerrado, palurdo y retrógrado?

Incluso se ha denunciado a la serie Los Simpsons porque presenta a Apu (indio de la India) como un estereotipo y, por tanto, con tintes racistas. Pero nada se dice de que el protagonista, Homer, es estadounidense, blanco y heterosexual, pero sobre todo es glotón y borrachuzo, vago, machista y grosero, mentiroso, caradura y egoísta, ignorante, violento, mal padre…, pero no se han levantado voces indignadas contra tan evidentes muestras de discriminación contra los blancos y heteros de aquel país. La propia serie ha propuesto el asunto de la corrección política: en un episodio de las primeras temporadas, los buenistas logran que se suprima la violencia en los dibujos animados y que se sustituya por amistad, amabilidad y buenos sentimientos, con sosos, mediocres y anodinos resultados. 

Estos ejemplos, que son apenas la cúspide del iceberg, parecen lejanos, pero tal y como se extiende la corrección política y el buenismo, tal y como penetran los sentimientos simplones, intantiloides y maniqueos, pronto se verán situaciones semejantes en toda Europa…, si es que no se están viendo ya.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 22 de abril de 2018

CANCIONES DE ÉXITO DE LA PRIMAVERA DE 1978 Siempre resulta gratificante recuperar piezas de rock y géneros afines que hicieron época, que gustaron en todo el mundo y que no pierden brillo con los años. Así, en las listas de la primavera de 1978 se encuentran títulos que nunca han dejado de escucharse


1978 fue uno de los grandes años de la 'new wave', con Elvis Costello en la cresta, pero dejó mucho más rock para el recuerdo.
Seguro que alguien dijo alguna vez que para comprender el presente hay que entender el pasado. En el terreno del rock & roll la cosa no está tan clara, ya que si se revisan los temas de éxito de hace, por ejemplo, cuatro décadas, resulta difícil encontrar algún nexo con los temas que ocupan las listas en la primavera de 2018. Cierto que en los ‘charts’ de entonces también aparecen coas mucho más vulgares, tópicas y con finalidad eminentemente mercantil, pero aun así, aquellas listas se antojan envidiables. Además, también se hizo mucho rock & roll que no tuvo reflejo en ellas, aunque sí dejó su huella. 

Cuarenta años atrás, en la primavera de 1978, el rock & roll es pura efervescencia. Conviven las formas de siempre con nuevos modos de entender y de hacer. En las listas inglesas la ‘new wave’ se hace notar, quedando claro que había ansia de cambios. Así, se dejan ver los neoyorquinos Blondie con una adaptación ‘nuevaolera’ de ‘Denis’, un tema que ya había sido éxito en 1963 y que cobró una segunda vida con el trepidante arreglo que tanto gustaba entonces. Uno de los ideólogos de esa nueva ola (como compositor y como productor) es el gran Nick Lowe, que conoció el sabor de los ‘charts’ con su cadencioso ‘I love the sound of breaking glass’. Precisamente uno de sus más aventajados pupilos, Elvis Costello, a quien produjo desde el primer momento, volvía con un magnífico segundo elepé y con canciones tan representativas de aquella época como ‘(I don´t want to go to) Chelsea’, pieza que no ha perdido chispa pasados cuarenta años.  Los ‘mutantes de Akron’, Devo, se atrevieron a hacer una adaptación revolucionaria en clave techno (del de la época) del clásico ‘Satisfaction’ de los Stones, una versión con tanta personalidad que hay momentos que uno se olvida de que ‘sólo’ es una reinterpretación. Una de las musas de los nuevos movimientos era la estadounidense Patti Smith, que en su tercer álbum incluyó el poderoso ‘Because the night’, escrita a medias con Springsteen y que sonaba destinada al éxito duradero desde su aparición.

Todo eso estaba en las listas de la primavera de 1978. Pero no todo era ‘new wave’, puesto que también había espacio para otros estilos. Como el reggae y su máximo profeta, Bob Marley, que deslumbró entonces con su álbum ‘Kaya’ y el rítmico y humeante ‘Is this love’, el cual se bailó mucho en la disco. También se dio a conocer en las listas Kate Bush, cuyos modos tenían que ver poco con cualquier cosa; con su agudísimo tono de voz  llevó el ‘Wuthering Heigths’ al número uno varias semanas; y eso que, en aquella España, un gracioso dijo que a veces parecía la voz de Gracita Morales… Y también en aquella primavera lucía el sol en la londinense calle Baker gracias al ‘Baker street’ del escocés Gerry Raferty; una pieza presidida por un ‘riff’ de saxo que no ha perdido fuerza ni personalidad.

En Estados Unidos los catálogos de éxitos estaban presididos por las canciones de la película ‘Fiebre del sábado noche’, una especie de maremoto cuyos efectos tardarían un poquito en llegar a Europa. Así, sonaban sin parar Travolta y Olivia con el ‘You’re the one that I want’, los Bee Gees con ‘Staying alive’, The Tramps con el ‘Disco inferno’…, el caso es que la cosa parecía flor de un día, pero el señor Tiempo ha decidido que perdure. También se hacía notar en los ‘charts’ estadounidenses el sonido barroco y brillante de los británicos Electric Light Orchestra con uno de sus (muchos) grandes temas, ‘Sweet talking woman’. Igual que el funk de Earth, Wind & Fire y su evocador ‘Fantasy’. Una canción que seguía en lista en la primavera del 78 a pesar de haber salido meses antes era la eterna (a pesar de que la letra habla de que nada es para siempre) ‘Dust in the wind’ de Kansas; se trata de uno de esos temas que se escuchan casi a diario casi en cualquier sitio, una de esas melodías que tienen la propiedad de gustar a todo el mundo, o casi. 

Pero es que, además, en la primavera de hace cuatro décadas no llegaron a tener presencia en lista muchos grupos punk y ‘new wave’ que aun hoy mantienen nombre y prestigio. Y un tal Prince publicó su primer álbum, ‘For you’. Los alemanes Kraftwerk popularizaron la música techno con su extraordinario ‘Die Mensch Maschine’. AC DC, aun con Bon Scott, seguían añadiendo granito a su discografía con ‘Powerage’. Y también publicaron en aquella lejana primavera algunos viejos guardianes del rock como Frank Zappa, o nuevos valores con mucho que decir, como Tom Petty,

Para los incondicionales del rock & roll y estilos cercanos, aquellos fueron, sin duda, verdaderos buenos tiempos.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 18 de abril de 2018

ESPAÑOLA AGREDIDA POR NO HABLAR EN EL IDIOMA DE LA TRIBU Parece haber pasado de tapadillo la noticia de la agresión sufrida en Londres por una española que, por hablar en español, fue golpeada por dos mujeres de raza negra. Se trata de un caso claro de xenofobia, y también de ‘tribalización’ y pensamiento racista

Vestigio del Paleolítico, el sentimiento tribal conduce al odio
y la violencia hacia los otros, los que no son de la tribu.


Así es y no es la primera vez que algo así sucede en Inglaterra (también han ocurrido sucesos parecidos en la Usa ‘trumpista’). Pero lo que llama especialmente la atención en este caso es el hecho de que personas de raza negra, la cual ha sido considerada inferior y esclavizada durante siglos, hayan adoptado una postura tan cercana a los racistas que esclavizaron a sus ancestros, pues esa xenofobia no deja de ser una variante del racismo más retrógrado y apestoso. Asimismo, se puede afirmar que esas mujeres no deben saber que sus padres o abuelos, cuando llegaron, no sabían hablar inglés, y tampoco que hasta hace cuatro días (como quien dice) no nacían individuos de su raza en las islas británicas. Igualmente sorprende que sean “mujeres hembras de variedad femenina” (palabras de Los Simpsons) las que sacudieran a otra y sólo a otra, es decir, ¿los chicos con los que hablaba la agredida respondían en inglés?, ¿o es que ellas sólo se atrevieron con ella y a ellos les ‘permitieron’ seguir charlando en español? En todo caso, es digno de estudio el hecho de que quienes han sido víctimas de algo tan odioso como es el racismo adopten posturas racistas y las pongan en práctica a la mínima oportunidad que se les presenta. ¡Con qué rapidez han olvidado esas dos criaturas todo lo que los africanos y sus descendientes han padecido!    

Puede observarse además que, desde que ganó el ‘brexit’, una parte importante de la sociedad inglesa se ha tribalizado, es decir, se ha encerrado en su tribu, disparándose ese sentimiento tribal que, en la práctica, equivale a xenofobia. Se trata de esa sensación de pertenencia al clan que suele ir acompañada por otra de superioridad que, fácilmente, deriva en desprecio por los extraños; de ahí a la agresión (primero verbal y luego física) apenas hay un paso.

El caso es que en España también se ven a diario conductas e ideas parecidas que, realmente, son vestigios del Paleolítico: “la tribu, la tribu es lo que importa, y el que no sea de la tribu, fuera!”; o sea, existen zonas donde hay tribalización excluyente y endogámica. Y sin duda, al igual que en el mencionado suceso londinense, también aquí se está utilizando el idioma como arma y como pretexto, de manera que a nadie le extrañe si se llegan a producir en determinadas comunidades autónomas agresiones semejantes; téngase en cuenta que las agresiones verbales, las amenazas, desprecios, acosos, pintadas vejatorias e insultantes…, son cosa cotidiana en ciertos sitios, con lo que ya están preparados para el siguiente paso.

El problema es que los líderes del sentimiento tribal y sus acólitos están continuamente repitiendo un discurso falso, victimista, sectario y manipulador que tarde o temprano convencerá a los más fanáticos de que están autorizados no sólo para menospreciar, insultar y amenazar, sino para dar el siguiente paso, que es la agresión física, la paliza y, en último extremo, el atentado.

Parece una contradicción, pero es evidente que en el momento presente, en que el género humano está más comunicado que nunca, hay individuos que desean encerrarse en su tribu y reconcentrarse en su sentimiento tribal. Estas gentes no tendrían problema en adaptarse a aquellos prehistóricos días en que la tribu lo era todo y matar a los otros casi una obligación.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 15 de abril de 2018

EL ENCANTO DEL BESO EN EL R&R Acaba de ‘celebrarse’ el Día Internacional del Beso (13-IV). Sí, hay día dedicado a todo lo que uno pueda imaginarse. El beso, en todo caso, tiene infinitas modalidades, representaciones y significados, y por ello ha sido tema para grandes piezas rock

A pesar de su fama de cascarrabias, Van Morrison también suplicó 'dame un beso'.


Bueno, si hay Día del Lavado de Manos, ¿por qué no del beso? Aseguran los que han estudiado a fondo este asunto del ósculo que puede haber hasta veintidós tipos de besos, cada uno de los cuales tiene su propio significado, y también muchos lugares donde posar los humanos morros. Como toda manifestación de afectos y sentimientos de la persona, el contacto labial se ha representado insistentemente en las artes plásticas, y también ha sido protagonista de innumerables partituras, de manera que se pueden encontrar besos tanto en piezas clásicas como en canciones populares. De hecho, acotando el asunto al terreno del rock & roll, pueden citarse cientos de títulos que hablan explícitamente del besuqueo. Y así ha sido desde que este género dio sus primeros pasos. De este modo, puede resultar divertido echar un vistazo a algunas de esas canciones que giran en torno a esa caricia bucal que tanta fascinación causa; eso sí, hay que tener presente que si la cosa va de besos las letras tenderán hacia el rosa… 

Hace nada menos que 55 años el demente Phil Spector escribió (con otros) y produjo el enamoradizo ‘Then he kiss me’, que fue lanzado en las voces de las Crystals (luego muchos más la hicieron). Deliciosas armonías vocales, atención a los coros, potentes arreglos de cuerda, sonido recargado pero en absoluto pesado y, en fin, expresiva melodía configuran una pieza histórica y, además, muy característica del trabajo de Spector (su ‘muro de sonido’) en aquellos años sesenta del siglo XX. La letra es simple y directa: “Se levantó, se acercó y me preguntó si quería bailar (…), luego me acompañó a casa, cuando brillaban las estrellas, y entonces me besó (…), me besó como nunca había sido besada, de la manera que yo quiero ser besada siempre”. Lógicamente, tras un beso y un encuentro tan idílico, no extrañará que la cosa acabe en boda…   

Más o menos de la misma época es el ‘Shoop, shoop song ( It`s in his kiss)’ que Betty Everett cantó en 1964 y tantos otros después. El texto explica que la mejor manera de saber si un chico te ama es fijarte en sus besos, no en sus ojos, ni en su cara, ni en sus abrazos, ni en sus suspiros…, con todo eso te puede engañar, pero no con sus besos. Nuevamente la cristalina voz solista y los arreglos corales dan vida a una melodía excelente, una canción que se ha moldeado en todas las formas y estilos posibles, desde el pop melódico hasta el glam rock.

Claro que para enamoradizo, el ‘Sealed with a kiss’. Almibarada hasta el empalago, la canción, sin embargo, tiene su chispa (a lo mejor debido a que está inspirada en una obra de Bach). La letra habla del fin de un amor de verano, aunque el enamorado promete dar muestras de su amor por carta diaria, la cual siempre irá “sellada con un beso”… Hoy resulta excesivamente azucarada, pero hay que situarse en su época, pues la primera versión es de 1960, alcanzó el éxito dos años más tarde con Brian Hyland y, con el paso del tiempo, varias veces más con otros cantantes.   

De The Beatles podría recordarse su versión del clásico en español ‘Bésame mucho’ (grabado en Hamburgo en 1962), aunque apenas se atrevieron con los versos originales, escritos por la mexicana Consuelito Velázquez en 1940. El cuarteto de Liverpool hizo otras veces referencia al beso; por ejemplo en el delicioso ‘All my loving’ (1963), cuyas primeras frases son de un romanticismo adolescente: “Cierra tus ojos y te besaré, mañana te echaré de menos (…) mientras esté lejos te mandaré todo mi amor por carta e imaginaré que beso tus labios (…) esperando que estos sueños se hagan realidad”. De todas las canciones escritas por Paul, esta era una de las que más le gustaba a John.

El inigualable Van Morrison hizo en 19870 su ‘ Give me a kiss’ (dame un beso), una canción con contenido igual de tópico, pues viene a decir que sólo quiere un beso, un dulce beso, que las sonrisas o ir de la mano por la calle está bien, pero lo mejor es un dulce beso, “es todo lo que quiero, todo lo que necesito, lo que me satisface”. Muy tierno se puso en esta ocasión el irascible norirlandés, que al parecer estaba pensando en su mujer y en su hija recién nacida cuando la escribió. De todos modos su fuerte está en la partitura, ideada como un arrollador blues-rock que eriza el pelo y una interpretación  que exhibe la desbordante energía que este singular personaje es capaz de liberar.   

Y se podría continuar con otros títulos surgidos de la ‘Leyenda del beso’, como titula la célebre zarzuela estrenada en 1924. Así la aguerrida cantante y guitarrista Lita Ford (ex Runaways) y su ‘Kiss me deadly’(1988); rock poderoso y un texto un tanto descreído que desprecia casi todo (bailar, beber, pelearse) repitiendo “no fue gran cosa”, pero luego pide a gritos: “bésame una vez, bésame dos, bésame mortalmente”. Los siempre melancólicos Echo & The Bunnymen hablaban de ‘labios como azúcar y ‘besos de azúcar’ en su ‘Lips like sugar’ (1987), aunque al final ella se larga riéndose de ti…; el caso es la banda de Liverpool sigue sonando elegante y mantiene ese ambiente enigmático, cautivador. Desde Manchester, New Order parecía indicar cómo ha de ser ‘The perfect Kiss’ (1984), pero en realidad no da indicaciones acerca de cómo dar el ‘beso perfecto’, al revés, explica que “ahora sé que el beso perfecto es el beso de la muerte”’…, pero uno de los autores (el cantante Bernard Sumner) confesó que, en verdad, no tenía ni idea de qué iba finalmente la letra; su ritmo endiablado no pierde capacidad de contagio, a la vez que la producción resulta aun asombrosa: el sonido parece no admitir nada más, pero siempre hay sitio para otro arreglo, para otro instrumento…, y funciona..

Como reclamaba The Cure en 1987, ‘Kiss me, kiss me, kiss me!’, ¡bésame, bésame, bésame!

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 11 de abril de 2018

EL EX PRESIDENT Y EL JUEZ ALEMÁN: LA FERIA DE LAS VANIDADES La política hace mucho que se ha convertido en un escenario en el que el foco es para el que más sobreactúa, caso de Puigdemont. Y algo parecido ocurre en muchos tribunales de justicia, como demuestra el espectáculo protagonizado por ese juez alemán






















Todo el mundo tiene su vanidad, especialmente quienes detentan poder, 
aunque muchas veces den risa

¡Qué razón tiene aquel ancestral dicho: “Vanidad de vanidades y  todo es vanidad”! La jungla de la política hace tiempo que es un teatro con un texto simplón en el que los actores gesticulan exageradamente y hablan con gran pomposidad y voz campanuda, buscando parecer solemnes, hinchándose de fatuidad y creyéndose el centro del universo. Y ciertamente a veces es así, sobre todo si el protagonista tiene talento. Lo malo es cuando quien ocupa el centro del escenario es un actor mediocre, que es exactamente lo que está ocurriendo con el ex president Puigdemont. ¿Alguien se ha fijado en la enorme sonrisa y cara de felicidad absoluta que tiene Carles en todo momento? Da la impresión de que no le importa lo más mínimo la posibilidad de extradición, detención o ingreso en la cárcel, ni lo tiene en cuenta, ya que lo que le anima realmente es precisamente ser el foco de atención, el hecho de que todo el mundo hable de él, estar en todos los periódicos y ser rodeado por cámaras, luces y público apenas pisar la calle. ¡Está encantado con la situación!, tanto que puede aventurarse que lo que más desea él no es la independencia, sino que el procés nunca termine, puesto que eso significaría que su situación se prolongaría meses o años, con lo que todo ese tiempo seguiría siendo el núcleo de la información. Si a ello se añade además que se trata de un tipo tan escaso de luces como de méritos objetivos, el hecho de que media Europa lo tenga como noticia de primera página le debe producir poco menos que el éxtasis. Por ello, ahora mismo Puigdemont está alimentado por una desbordante vanidad que lo llena plenamente, de manera que todo lo demás le resulta muy secundario, banal, ¡qué más le da lo que pase a su alrededor o a sus correligionarios!, él está en todos los informativos y eso le llena de felicidad, está viviendo en la plena satisfacción. ¿Qué puede haber mejor para el mediocre que estar en boca de todos?, de esa manera borrará toda duda acerca de sí mismo y, seguro, ya se creerá un auténtico genio… Pero no es un caso único, nada de eso: a otra escala, esa misma vanidad y soberbia se observa en tipos tan dudosos como Trump o Putin, ególatras de manual.

El otro caso de vanidad patológica es el que ha demostrado el juez alemán que ha tumbado una orden procedente del Tribunal Supremo español. En el ámbito futbolístico hay veces que se dice que al entrenador de un equipo le ha entrado “un ataque de entrenador”, que quiere decir que, en un momento determinado, tomó una decisión inopinada, disparatada, confiando en que, si le salía bien, todo el mundo alabaría su genialidad; lo malo es que lo más probable, casi al cien por cien, es que la jugada salga mal, rematadamente mal. Algo parecido ha debido sucederle al crecido magistrado alemán, quien seguramente ha sufrido un “ataque de juez”, se ha sentido estupendísimo y ha debido pensar que esta era su oportunidad de ser un gran protagonista, una ocasión para que se hable de él en todo el continente y para que todos estén pendientes de sus decisiones… De otro modo no tiene explicación que el puñetero (si es que los jueces de allí gastan puñetas como los de aquí) haya juzgado y sentenciado en apenas unas horas un sumario que a varios de sus colegas españoles les llevó meses confeccionar y que, segurísimo, no ha tenido tiempo material de leer; es decir, ‘der Richter’ (el juez en alemán) se ha extralimitado y ha juzgado cuando no tenía que juzgar, ya que sólo tenía que hacer cumplir la ‘euro-orden’ si el cargo presentado existe en sus códigos legales, como así es. Pero el ‘Untersuchungsrichter’ (juez de instrucción) creyó llegado su momento estelar, sus quince minutos (o quince días) de gloria, de modo que no pudo resistir la tentación y cayó en un “ataque de juez”; y no le importa que fuera de Alemania nadie sepa su nombre o reconozca su cara, le basta con saber que países enteros dependen de su decisión…, y eso debe excitar su vanidad hasta alcanzar el nirvana.

Es evidente que muchas veces (seguro que más de las que uno se imagina) desde los centros de poder se toman decisiones movidas más por vanidad que por verdaderos intereses.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 8 de abril de 2018

LO FALSO, LO ‘FAKE, A TRAVÉS DEL CRISTAL DEL ROCK & ROLL Más que nunca, hoy hay omnipresencia de falsos y falsedades; así, abundan y se propagan como la peste las noticias falsas, las ‘fake news’, se falsifican documentos, currículos y títulos, y lo de adoptar identidades falsas en la red es algo corriente.

The Cure, o sea, Robert Smith, aún en los 70 señalaron a los tipos falsos preocupados sólo por las apariencias.


Sí señor, a pesar de que siempre ha existido la persona falsa y el rumor malintencionado, la impostura y la falsificación, en la actualidad y con los medios existentes, lo que se conoce como ‘fake’ cabalga desbocado; tanto que sesudos estudios aseguran que las noticias falsas, las llamadas ‘fake news’, tienen mayor y más rápido alcance y, asombrosamente, mayor crédito que las informaciones auténticas y contrastadas. No cabe duda de que las leyendas urbanas, las engañifas y tergiversaciones, así como los impostores que se hacen pasar por lo que no son, cotizan al alza respaldados por la posibilidad de multiplicar hasta el infinito la divulgación de la paparrucha. Además, tanto el gerifalte de toda especie como el más común de los terrícolas, antes o después falsifica. Obviamente, el rock & roll no ha dejado de ocuparse de estas variantes de la mentira con canciones excelentes. Por ejemplo… 

The Cure publicó a comienzos de su carrera, en 1979, el excelente ‘Jumping someone else´s train’, una canción trepidante con un original juego de guitarras y el tono suplicante, melancólico de la voz. Habla de las apariencias, de fingir lo que no se es, ya sea para darse el pote o simplemente para encajar, para pertenecer al grupo; el tema trata de desenmascarar a quienes se apuntan rápidamente a las modas, a todas, a esos que se incorporan inmediatamente a las tendencias y posturas del momento como si así hubieran sido toda la vida, de modo que nunca sienten ni son lo que aparentan, sólo van apuntándose a la última. Parece estar escrita pensando en esas criaturas que presumen de haber sido los pioneros (de lo que sea) y de haber estado presentes en los grandes acontecimientos. “Tomas el tren de otros en marcha. No tardarás en aprender la nueva sonrisa (…) y si te das prisa podrás decir que estuviste allí”, explican algunos de los versos de esta refrescante pieza.

John Lennon escribió poco después de Los Beatles, en 1971, ‘How do you sleep?’ (¿Cómo puedes dormir?), una canción que parece hacerse eco de la leyenda urbana que sostenía que Paul McCartney había muerto: “esos monstruos tenían razón cuando dijeron que habías muerto”. Es decir, todo hace indicar que con ese verso John está denunciando una enorme falsedad, una usurpación de personalidad…, claro que no hay que olvidar que en aquellos momentos uno y otro estaban enzarzados en mil disputas. Además, en este tema John se refiere de modo explícito e irónico al que fuera su compañero cuando explica con tono despectivo: “lo único que hiciste fue ayer, y desde que te fuiste solamente eres otro día”, en clara referencia a los títulos de Paul ‘Yesterday’ y ‘Another day’. Ritmo lento, casi solemne, y un ambiente más bien ritual envuelven esta pieza bastante olvidada que trata sobre uno de los chismes más sonados en torno al cuarteto.  

El genial Hank Williams publicó nada menos que en 1949 su ‘Mind your own business’ (Métete en tus asuntos). Este antecedente del rockabilly es un alegato contra los cotilleos y rumores que alguien insinúa y, como bola de nieve, crecen de boca en boca, sobre todo cuando se trata de parejas y personajes famosos. “Si mi esposa y yo discutimos, es cosa nuestra”, vienen a decir las primeras frases, y luego: “si me voy con otra, ¿a ti que te importa?”, así que, “¿por qué no te metes en tus asuntos y te olvidas de los míos?”. Incluso casi al final desafía: “yo también puedo inventarme historias, ¿por qué no te preocupas sólo de tus cosas?” La canción es otra evidencia de que Hank es, sin duda, uno de los más brillantes músicos estadounidenses del pasado siglo.  

Joan Jett arremetió contra las amistades interesadas en su ‘Fake friends’ de 1983. El texto va contra esos que se dicen amigos y te adulan cuando estás arriba, pero cuando la cosa cambia, cuando caes, incluso se ríen. Con una poderosa guitarra presidiendo la partitura, la letra de este ‘Falsos amigos’ resulta muy explícita: “cuando estabas abajo desaparecieron (…) pero si vuelves a subir ellos volverán”; además, esta contundente canción contiene una frase que no puede ser más cierta y que cualquiera puede aplicarse: “no pierdes nada si pierdes falsos amigos”.

El sonido siempre multicolor de Sly & The Family Stone dio forma, en 1968, a la vibrante ‘Plastic Jim’. En ella, el imprevisible Sly Stone arremete contra los que se dicen hippies porque está de moda pero ni sienten ni comprenden de qué va la cosa, aunque realmente carga contra todo tipo de hipocresía. Arreglos explosivos, armonías vocales, irresistibles ritmos funk envuelven pensamientos y observaciones como: “es amable dos veces por semana, el resto del tiempo estará mintiendo”. El término ‘plástico’ se usa aquí como sinónimo de falso, ‘fake’.

Y hablando de falsos y falsedades, ¡cómo olvidarse de los políticos, los auténticos profesionales de la impostura, la manipulación y el postureo! Mucho rock se ha escrito acerca de esta especie singular, y nunca con palabras bonitas… The Alarm  les dedicaron toda suerte de calificativos en su adictivo ‘The deceiver’ de 1984; así, tras un rabioso “me pones enfermo con tu engreimiento”, se suceden los improperios y maldiciones: “eres el manipulador, te llamas codicia y eres un tramposo, eres un embustero (…) ¿no tienes vergüenza?”. Normal, hay que tener en cuenta que el político tiene la falsedad y la hipocresía como principales herramientas.

No cabe duda, eso de la trola y su propagación da mucho de sí.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 4 de abril de 2018

ROTONDAS Y OTRAS TRIBULACIONES DE CONDUCTOR ¡Ah, las rotondas! Para muchos se trata de uno de los grandes enigmas de la conducción. No extrañará que Tráfico haga campañas para que el personal se entere de cómo hay que negociarlas. Pero las recomendaciones también tienen puntos negros

La rotonda es un enigma, un paso obligado, un punto de encuentro para todo automovilista y el lugar propicio a malos entendidos.


La DGT ha lanzado varias veces a las redes y medios de comunicación mensajes ilustrativos e indicativos de cómo han de gestionarse las entradas y salidas de las glorietas, tan abundantes en todo tipo de vías. Pero las explicaciones también tienen puntos negros, y además, pueden ser incompletas.

Uno de los primeros requisitos obligatorios para hacer las cosas bien, aseguran los jefes de Tráfico, es entrar y salir de las rotondas siempre por el carril derecho. Así, desde que se ha insistido tanto en este ‘detalle’, se ha desatado una verdadera fiebre por el carril derecho, de modo que hoy está más cotizado que el oro en barras, se defiende la posición con uñas y dientes y nadie lo abandona pase lo que pase. Lógicamente, dada su tremenda demanda, el carril derecho se colapsa con facilidad, con lo que no es extraño ver cómo se abarrota de rotonda a rotonda obligando a todos a poner punto muerto. Y mientras, en el carril izquierdo apenas dos o tres inadaptados llegan a la siguiente rotonda en unos segundos entre las miradas poco amistosas de los que se han enganchado al derecho. Lo curioso es que, si uno se queda a observar, comprobará que la mayoría de los incondicionales de esa parte de la calzada no abandonan la plazoleta ni a la primera ni a la segunda salida…, pero como son muy previsores, prefieren estar bien colocados con antelación, con muchísima antelación. 

Otro factor de desconcierto que se observa muy a menudo en las dichas ‘redondas’ es el que propicia el chófer o choferesa que pone el intermitente a la derecha nada más acceder a la misma, sin tener en cuenta si la abandonará a la primera, a la segunda, a la tercera salida; de ese modo, el aviso lumínico no sirve nada más que para despistar al resto de los usuarios de la calzada: uno que va a entrar en la rotonda ve la intención de aquel y, suponiendo que el aviso es para salir inmediatamente, intenta incorporarse…  llevándose el gran susto al comprobar que, en contra de lo que su intermitente indica, el equívoco conductor sigue circulando por la rotonda y pasando salidas con su indicador luminoso señalando a la derecha.  
También es bastante habitual cruzarse con el temerario que entra a toda mecha pero un segundo más tarde que otros más lentos que acceden a la plazuela por otras vías, con lo que aquel se cree con preferencia porque, equivocado por su exceso de velocidad, está convencidos de haber accedido antes. En el otro extremo está el timorato que no se atreve a sumergirse en el universo ‘rotondero’ si ve algún otro coche en lontananza, es decir, cuando mira a su izquierda y atisba un auto a veinte metros de la glorieta, espera…, con lo que puede tirarse allí un ratito para desesperación de los que están detrás. Y en el mismo saco cabría el piloto indeciso y/o despistado, que parece iniciar la maniobra de salida para, repentinamente, cambiar de opinión, con lo que se ve obligado a realizar una maniobra brusca que, cuando menos, sorprenderá a sus compañeros de conducción más inmediatos. Y seguro que todo el que guía automóviles se ha encontrado (o incluso él mismo lo ha sido) con el oportunista que aprovecha cualquier huequecillo para meterse; no es que vaya rápido, no es que cree situaciones de peligro, sino que está siempre muy atento y previsor, concentrado, calculando la velocidad de unos y otros y, en fin, moviéndose con agilidad pero sin causar molestias…, salvo al que le fastidia que alguien utilice óptimamente el espacio disponible.    

Sí, las rotondas son mucho más retorcidas de lo que parece. Y también son lugar de encuentro para las diversas especies de aurigas contemporáneos que, tarde o temprano, terminan por verse las caras allí. Lo malo es que no pocos llegan a ellas azuzando a sus caballos como si su principal objetivo fuera mirar por encima del hombro a los demás y como si quisiera repartir unos cuantos latigazos…

Todo esto y muchísimo más se puede observar a diario en esos enigmáticos puntos de reunión que son las rotondas.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 1 de abril de 2018

JESUCRISTO SUPERSTAR, EL ROCK PROFUNDIZA SOBRE LA FIGURA DE CRISTO El máximo protagonista de la Historia, Jesucristo, es celebrado en distintas épocas del año, siendo la Semana Santa la que más sentimiento conserva, El rock le ha dedicado muchas canciones y una brillante y exitosa ópera-rock, ‘Jesucristo Superstar’

Los protagonistas del disco original de 1970, Ivonne Elliman, Ian Gillan
 y Murray Head


Esta creación de los especialistas en grandes y exitosos musicales Andrew Lloyd Weber y Tim Rice, se centra en los últimos días de Cristo, en La Pasión, pero atendiendo sobre todo al Cristo-Hombre, sin pretensiones religiosas ni afán proselitista. Asimismo, además de la potencia de la historia, la obra posee mucho rock & roll y muchas y muy buenas canciones. ‘Jesucristo Superstar’ apareció como una producción musical en un doble álbum en 1970; luego se hizo más de una película y un sinfín de montajes teatrales en diversos idiomas, pero es la versión original la que tiene más rock y la que más apetece recordar.

Para empezar, los cantantes que prestaron su voz a los personajes de este elepé eran integrantes de bandas reconocidas de la escena del rock británico de aquella época. Así, Ian Gillan, solista de Deep Purple, encarna a Cristo, Murray Head e Ivonne Elliman (con números uno en sus carreras) a Judas y María Magdalena, además de otros solistas e integrantes de bandas diversas en los papeles de Pilatos, Herodes, sacerdotes… Una potente banda, apoyada a veces por una orquesta, completa una puesta en escena que concuerda perfectamente con lo que cabe esperar de un disco o concierto de rock.

La letra de las canciones, y en general la sustancia del argumento, se interesa principalmente en el componente humano de Cristo y en la relación que mantiene con Judas y la Magdalena, los tres protagonistas del relato. Jesús muestra debilidades típicas de las personas corrientes: se siente agobiado, superado por la multitud que lo rodea pidiéndole curación, se enfada con los mercaderes y prestamistas que aprovechan el templo para sus mercadeos y trapicheos, expresa más y más dudas a medida que se acerca la hora final, pide ser eximido de lo que se le viene encima y, finalmente, se resigna con algo tan humano como “hagámoslo pronto antes de que cambie de parecer”; pero la evidencia con que la obra muestra su idea de ceñirse a la faceta humana de Cristo es el hecho de que todo termina con sus últimas palabras en la cruz, antes de la resurrección. Por su parte, Judas, que tiene más papel en la obra, parece no entender las intenciones y el mensaje de su Maestro, pues critica que se deje ver con una mujer, María Magdalena, cuya ‘mala vida’ sólo traerá una pésima reputación a la causa; también parece desorientado cuando afea a sus compañeros que se gasten dinero en ungüentos cuando se lo podrían dar a los pobres… Y María Magdalena no tiene claro cómo ha de ser su relación con Jesús, y así lo expresa en una de las mejores canciones del disco: “No sé cómo amarlo”.  No faltan Pilatos, a quien se presenta indeciso y tibio, Herodes, decadente y burlón, el acobardado Pedro, los sacerdotes…, sin embargo apenas hay referencias a María y José u otros discípulos. 

La partitura es ciertamente brillante y muy rockera. Batería, bajo, teclados y guitarras de todo tipo se hacen casi omnipresentes, de manera que no extraña que muchos de los cortes del disco consiguieran triunfar de modo autónomo, como si fueran otros singles más que compiten en las listas de éxito. De las dos docenas de piezas que componen el álbum (todas verdaderamente inspiradas) merece la pena destacar ‘Getsemaní (sólo quiero decir)’ y las tres primeras de la cara B del segundo disco. En aquella, Ian Gillan hace un auténtico alarde vocal, una demostración de potencia y capacidad que posteriormente sería una de las señas de identidad de Deep Purple, sobre todo en sus discos en vivo; la melodía es pegadiza y cuenta con una elegante orquestación que aporta solemnidad a un texto que vuelve a mostrar un Cristo acosado por la debilidad humana: “Lo he intentado durante tres años que han parecido treinta”. La última cara del doble álbum arranca con ‘La muerte de Judas’, tema dotado de una enorme carga dramática; Judas increpa a los sacerdotes y les dice que no quería hacer daño a su Maestro, que ellos le engañaron, a lo que los Caifás y Anás le replican que deje de lloriquear y que no tenga remordimientos, puesto que será recordado eternamente por su acción; luego, desesperado, el traidor se lamenta, llora su traición y, antes de ahorcarse, pregunta a Dios: “¿Por qué me elegiste a mí para esto?”. A continuación se desarrolla ‘El juicio ante Pilatos y los 39 latigazos’; los silencios y las escasas palabras del Reo despistan al gobernador romano, que termina por ordenar pena de látigo; esos 39 latigazos están representados como un crescendo sonoro tenso y, a la vez, conmovedor. Y luego llega el tema más popular del álbum, ‘Supoerstar’, una canción memorable que alcanzó los puestos más altos de las listas en muchos países; combinando factores de rock y de góspel, el espíritu de Judas, acompañado por un coro de ángeles, clama en un ambiente lleno de intensidad y pasión en el que pregunta, sin que Jesús responda,: “¿Por qué viniste en esta época en la que no hay medios de comunicación?, ¿estaba todo planeado?, ¿qué hay de Buda y Mahoma?.. Sólo quiero saber”.

Se sea creyente o no, cualquier puede escuchar esta magnífica obra y disfrutar de la visión más rock de los últimas días de Jesucristo; además, como la historia que narra  debe ser de las más conocidas de todos los tiempos, es fácil comprender de qué va cada canción, cada movimiento, cada título.

CARLOS DEL RIEGO