domingo, 29 de junio de 2014

EL PODER DE LA TRISTEZA Y EL DESENCANTO EN EL ROCK El músico de rock y de pop trata, cuando escribe sus canciones, de compartir sus emociones y sensaciones con los demás; y casi todas esas canciones tienen un fondo alegre o triste, independientemente de que el tema sea amor, amistad, gustos, odios… Curiosamente, el pesar posee más poder de atracción que el contento.

Joy Division (aquí su cantante ... a melancolía y el pesimismo
La música pop y rock transmiten todo tipo de sentimientos, de modo que el artista busca la confluencia de letra y música para conseguir que quien escucha capte lo que él quiere expresar, lo que él siente. Estos géneros musicales surgidos en la segunda parte del siglo pasado siempre han sido, desde el primer momento, muy pasionales, viscerales a veces, a la hora de expresar emociones, estados de ánimo, anhelos… y también tristeza y desencanto. Raro es el autor que no tiene en su repertorio una docena de piezas con las que conmover, temas con los que llevar a lo más profundo del interlocutor esa sensación de pesar que agarra el corazón y que se suele llamar, de modo genérico, tristeza.


Podrían hacerse varias listas de canciones que hablen de este asunto, más lacrimógenas o más serenas, piezas que se quejan por una u otra causa, hechas a toda máquina o lentas como ordenador de los ochenta. En todo caso, algunas de esas composiciones cien por cien tristes presentan una potencia, un atractivo, una capacidad de seducción verdaderamente arrolladoras; de hecho, las canciones felices y despreocupadas suelen dejar menos huella que las que se refieren al desencanto, tal vez porque, en general, la dicha penetra menos en el oyente, quizá porque la desdicha suscita más empatía que el regocijo, o porque es más fácil identificarse con el mal ajeno que con su suerte. Así es: la queja doliente es más potente y causa más impacto.


Escoger buenas y representativas canciones afligidas, amargas o quejumbrosas es fácil, pues hay un extenso catálogo. Estas tres son buenos ejemplos. Son tres chicas tristes.

 ‘Sad Lisa’ fue publicada por Cat Stevens en 1970 dentro de su excepcional álbum ‘Tea for the Tillerman. Esta ‘Triste Lisa’ es más una enferma depresiva, aislada y silenciosa, que una chica ocasionalmente mustia, pues algo hay en su cabeza que no funciona bien: “Ella va sola de un lado a otro. Perdida en la habitación, no puede oírme, aunque yo sé que le gusta estar cerca de mí”. Emotiva y pesimista, su final es agridulce: “Puede que un día yo la libere, aunque sé que nadie puede verla”. La voz habitualmente algo descosida de Cat Stevens se vuelve aquí casi suplicante, con la simple compañía de un piano cristalino y con apenas una guitarra que dibuja los compases de una melodía sencilla e irresistible. El resultado es tremendamente emocionante, conmovedor, estremecedor.



Otra pieza con la chica como patético protagonista es el sensacional ‘Nadie te quiere ya’ de Los Brincos. Su seductor estribillo increpa desdeñoso, casi con desprecio, un terrible “nadie te quiere ya”, mientras que las estrofas acusan cargadas de amargura y resignación. Es una canción de desencanto, de desamor, casi de animadversión, pero con un esperanzador (y a la vez cínico) “lo mejor es olvidar, volver atrás”. Se trata de una de las mejores canciones de uno de los mejores grupos de pop-rock que jamás ha habido en España. Posee una melodía inspiradísima y a la vez fácil de retener, un arreglo refinado y estiloso (evocadora trompeta, sutil violonchelo), un tratamiento de voces y coros muy de la época pero absolutamente válido en cualquier momento, unas guitarras comedidas pero sólidas y con mucha clase…, en fin, es un tema elegante, convincente, con muy buen gusto. Fernando Arbex, autor de casi todos los grandes temas de Los Brincos y un auténtico genio para esto del rock y el pop, la escribió en 1968 para ‘Contrabando’.



Si The Beatles hubieran durado unos cuantos meses más seguro que el ‘Another day’ hubiera entrado en su repertorio, pues Paul McCartney la grabó muy poco después del anuncio de la separación, es decir, muy probablemente ya la tuviera ideada en vida del grupo. La grabó en 1970 y salió a principios del 71 (fue su primera publicación tras los Beatles). La melodía (tremendamente ‘beatleliana’) es grandiosa, con acompañamiento de acústica, punteos eléctricos ocasionales, bajo muy presente (lógico), coros y voces desbordantes de armonía, y genio, mucho genio. La lírica muestra una imagen de la vida oscura y repetitiva de una mujer siempre solitaria, de casa al trabajo y del trabajo a casa, una existencia monótona y sin alicientes, tan desesperada que “encuentra difícil mantenerse viva”, y sólo en sueños “su hombre ideal viene a romper la maldición (…) pero él desaparece al día siguiente”, dejándola “Tan triste. A veces ella se siente tan triste”. Finalmente, se repite el primer verso y todo vuelve a empezar, pues “Es sólo un día más, otro día más”. (Por cierto, si la separación del grupo se hubiera retrasado, ¿cómo hubiera sido esta canción de haber contado con un toque Lennon?).


Todo el interesado en la música tendrá sus preferidas en el apartado en cuestión; por ejemplo, el angustioso y desesperado ‘Love will tear us apart’ de Joy Division, el desgarrado por el dolor ‘Tears in heaven’ de Eric Clapton, el ‘Only he lonely’ de Roy Orbison…

La tristeza da mucho juego. 


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 26 de junio de 2014

LEGÍTIMA DEFENSA Un ladrón entró a robar en una casa. El dueño lo descubrió y le plantó cara. El ladrón le clavó un cuchillo en la pierna. El dueño sacó una pistola y le disparó, también en la pierna. Resultado momentáneo: los dos detenidos, el agresor por cuestiones obvias, la víctima por defenderse y provocar ‘lesiones’.

Hay que imaginarse que uno está en casa, oye un ruidito, sale al pasillo y se encuentra con esto_ si elige defenderse tiene que observar antes qué arma
lleva el agresor

Los expertos, abogados, penalistas y juristas defienden que tiene que haber proporcionalidad entre la agresión y la defensa, que si te amenazan con cuchillo no puedes usar pistola. Es decir, según esta ley, según estas opiniones, el agresor (que ha entrado en casa ajena para robar y agredir, violando el lugar donde uno se siente más seguro) tiene el derecho, el beneficio, el privilegio, la cortesía legal de elegir los límites de la pelea y las armas que se pueden utilizar; o sea, si entran en tu casa elementos con navajas no puedes tirar de pipa (teniendo permiso), sino que has de procurarte armas blancas para defenderte, sin que se tenga en cuenta que, seguro, los navajeros serán expertos esgrimistas. Por tanto, según la legalidad vigente, llegado ese momento del enfrentamiento, toda la defensa ha de supeditarse a la equidad de recursos y herramientas, viéndose obligado el defensor a rechazar cualquier ventaja respecto al intruso, sin tener en cuenta consideraciones tan ‘secundarias’ como: que uno está en su casa y el otro la fuerza; que éste ya viene armado y dispuesto a todo y aquel se llevará el susto de su vida y se verá atenazado y desconcertado por el miedo; que el dueño de la casa se juega también la integridad de su esposa e hijos; por no mencionar la angustia permanente que el allanamiento amenazante provocará en las víctimas (no digamos si hay niños), o que los bienes que destrozará y robará el ladrón habrán costado su esfuerzo.

Estas observaciones no son relevantes para la resolución del caso, pues el que tiene que decidir examinará con lupa cómo se defendió la víctima, y la castigará si no se defendió acorde con las reglas que el atracador impuso. O sea, que a todas las desventajas a que ha de enfrentarse el agredido, ha de sumarse la de estar pendiente de hasta dónde llega el extraño en su ataque. La defensa proporcionada así entendida será, con total seguridad, una defensa insuficiente, entre otras razones porque uno de los contendientes está acostumbrado a pelear y tirar de chaira y el otro no. De este modo, al coartar la defensa del inocente se está favoreciendo el triunfo del culpable, que entonces será dueño de hacer lo que quiera con la casa y con quienes allí estén.  

Esta manera de pensar muestra preocupación exclusiva por el bien del agresor, del matón; de hecho, las leyes de los códigos españoles están escritas pensando en el beneficio del atacante. Según la ley, éste, el malhechor, no debe sufrir ninguna penalización por el hecho de agredir, sino que una vez iniciada la lucha tiene idéntica consideración legal que la víctima, aunque ésta esté desprevenida, en bata y zapatillas y, evidentemente, no tenga ninguna culpa ni provoque la pelea. Así, si el ladrón entra en casa mientras estás cenando, lo primero has de mirar con qué amenaza, y si es navaja has de calcular qué cuchillo coger, sin pasarte, conservar la calma sin que el miedo te inmovilice, no permitir que la adrenalina te haga hervir la sangre e intentar llamar a la policía… En esto has de pensar cuando se te echen encima sujetos que ¡vaya usted a saber qué intenciones traen! Estando cómodamente sentado en el sillón, ¡qué fácil resulta decir cómo hay que actuar en casos extremos!     
Esta forma de entender la legítima defensa evidencia que legisladores y legalistas de todo tipo (que no todos) piensan antes y ante todo en el delincuente, al que no se le ponen restricciones, mientras que a quien sufre la agresión sí que se le exigen limitaciones. Es como si tomaran partido por el que inicia la gresca, como si se identificaran con él y sólo tuvieran en cuenta sus derechos; no le reprochan la intrusión y la violencia, las amenazas, el golpe que supone sufrir la violación de tu casa…, nada de eso, para muchos juristas (no todos) lo primero son los derechos del fuerte y después los del que defiende su casa y su familia. Es como si se dejaran amedrentar por el que amenaza, como si entendieran que éste tuviera algún derecho para irrumpir en tu casa y, por tanto, tienes obligación de darle algo, de permitirle algo; y si te defiendes has de darle ventaja en la pelea.
Este modo de legislar y entender la legítima defensa difiere radicalmente del de otros países para situaciones similares, donde el dueño puede defender su casa con todo lo que tenga. O sea, lo que los legisladores y legalistas españoles opinan sobre cómo rechazar un allanamiento es eso, una opinión, discutible y fácilmente rebatible por otros legisladores y legalistas con, seguro, menor complejo de inferioridad respecto a quien invade tu casa.    

En el caso en cuestión (tuvo lugar en Sevilla) el ladrón podría ser condenado a cinco años por robo con violencia y lesiones, y el dueño de la casa a entre 6 y 12 años por lesiones.

Conjura de necios.


CARLOS DEL RIEGO

lunes, 23 de junio de 2014

COMPOSITORES: CREADORES DE MAGIA. COMO GERRY GOFFIN En el universo artístico el hecho creativo es lo más difícil. Sea pintura, literatura o música, nada pondrá en marcha una exposición, imprenta o concierto, nada daría movimiento a la maquinaria del arte sin el autor, sin el creador. En el terreno del pop y el rock abundan los grandes desconocidos, como el recientemente fallecido Gerry Goffin


Gerry Goffin en sus años dorados
Hace unos días fallecía Gerry Goffin a los 75 años. Sería dificilísimo encontrar a alguien con menos de cuatro o cinco décadas a sus espaldas que supiera quién era aquel tipo. Es lógico; si ya resultaría chocante que los seguidores de Imagine Dragons, One Republic o incluso Arctic Monkeys o Coldplay conocieran a los grupos que triunfaron hace veinte o treinta años, sería absolutamente excepcional, casi increíble, que supieran de los nombres de los autores de las canciones de esos grupos.


En este asunto del rock, el pop y otros géneros musicales son necesarios muchos talentos para crear una canción que termine perdurando. Productores, arreglistas, músicos de estudio, cantantes… y los más importantes, los autores, los compositores, los creadores. Éstos son los que dan el imprescindible primer paso, los que sacan magia de la nada. Cualquiera que tenga interés sabrá de Lennon y McCartney, de Jagger y Richards, de Neil Young, Van Morrison, Bob Dylan, John Fogerty y un larguísimo etcétera en la lista de grandes compositores de canciones a lo largo del último medio siglo; pero si estos sonoros nombres tienen reconocimiento mundial es precisamente porque son ellos mismos quienes han puesto voz y cara a las canciones.
Sin embargo, existe otra división de autores que rara vez aparecen en las fotos, compositores que siempre están lejos de la fama porque no han puesto cara y voz; son personajes tan imprescindibles como desconocidos para el gran público que, por otra parte, en cualquier momento puede cantar una de sus melodías si ésta sale en un anuncio de la tele o se escucha en la peli o serie del momento. En este apartado es en el que se puede encontrar al mencionado Gerry Goffin…, y tantos otros ‘inventores’ de partituras y textos imperecederos. Aunque desconocidos, también son creadores de magia. Así, pocos sabrán quiénes eran Holland-Dozier-Holland, pero puede que conozcan canciones como ‘Dancing in the street’, ‘Reach out I´ll be there’ o ‘You can´t hurry love’; no habrá muchos con menos de la treintena a los que les suenen Leiber y Stoller, pero casi seguro que reconocerían el ‘Jailhouse rock’ (el ‘Rock de la cárcel’), ‘Poison ivy’ o el recurrente ‘Stand by me’; de Chinn y Chapman saben pocos, pero seguro que hay muchos más que identifican ‘Balroom Blitz’ o ‘Living next door to Alice’. Y así podría seguirse con la nómina de autores de grandes canciones cuyos nombres quedan exclusivamente para los especialistas.   

Pocos sin canas asociarían a Gerry Goffin a algunas de sus canciones (era un gran letrista sobre todo, aunque también escribía partituras con mérito), por lo que la noticia de su muerte habrá dejado indiferente a la mayoría. A pesar de todo, esa mayoría podría canturrear alguna de sus creaciones sin dificultad, como el inmortal ‘The locomotion’, tal vez algunas de los primeros discos de The Beatles (‘Chains’, ‘Take good care of my baby’), el ‘Will love you tomorrow’ y dos docenas más.


Gerry Goffin ya con 75 años.
El mayor mérito en el arte está en la idea original, ese impulso creativo que usa del sentimiento y la imaginación para concebir una precisa combinación de elementos cuyo resultado sea capaz de conmover a otros, de despertar emociones, de apasionar, de sorprender, de enternecer o enfervorizar. La obra pictórica parte de la composición, de la situación de figuras, piezas y demás componentes, es decir, de una imagen que el pintor piensa y luego representa; otros factores como el tratamiento del color, la luz, movimiento, expresión… resultan determinantes, pero nada tendría sentido sin esa chispa divina que es la inspiración artística. Igualmente en el terreno musical; los productores pueden dar forma, cuerpo y textura a la melodía, y los músicos y cantantes ejecutarla con virtuosismo, pero nada sería posible sin que antes alguien haya extraído de la nada esa organización de notas y palabras llamada pieza musical que consigue construir invisibles y emocionantes nexos con el público.

El autor es la base: sin él no hay expresión artística. La que fue su mujer y compañera profesional, Carle King, lo ha dejado bien claro: “Gerry sabía expresar lo que la gente siente pero no sabe cómo decir”. Y esto es muy difícil de lograr: para ello hay que ser un artista.



CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 18 de junio de 2014

EL MUNDO ESTÁ LOCO, LOCO, LOCO La desternillante película de Stanley Kramer de 1963, en la que los disparates más delirantes se suceden casi con normalidad, se queda corta ante las chifladuras que protagonizan lunáticos y memos de todo el planeta.

La muerta asistió a su propio funeral con unas bebidas en la mesa
y un cigarrillo en la mano
En la ciudad estadounidense de Nueva Orleans, una mujer recién muerta asistió a su propio funeral; y no, no se trataba de un error. Al parecer, sus hijas decidieron que el cadáver ‘presenciara’ el oficio religioso, las llantinas, los suspiros, los sermones laudatorios y los ‘nunca te olvidaremos’. Para ello vistieron a la difunta con sus mejores galas, le encasquetaron su más vistosa peluca y las gafas más caras, la maquillaron (ojos, cara, labios), le pintaron las uñas y la sentaron a una mesa (tipo bar) con una cervecita, un güisqui y un cigarrín en los dedos (la señora debía se aficionada a trasegar todo tipo de licores, caldos y elixires). Lo que no está claro es si los asistentes se acercaron a ella a presentarle sus saludos para luego comentar “está mejor que nunca”, “pues no parece que esté muerta” o incluso “¿te has fijado?, la ropa que le han puesto no le va nada”. En fin, es una forma de que la última imagen que tengan los allegados no sea la del fiambre en la caja. Hay que imaginarse cómo estarían los tanatorios de por aquí en caso de que la cosa se ponga de moda. 

Un ciudadano chino con problemas mentales (cuentan) intentó suicidarse, pero no eligió veneno, pistola, precipicio, cuchilla para venas, tren…, no, el hombre decidió irse al zoo y meterse  en una jaula con dos tigres de Bengala. Las pobres bestezuelas, desorientadas ante el ofrecimiento cárnico, se acercaron, agarraron como para tantear, rugieron un par de veces y, aburridas, se dieron la vuelta a sestear. Es decir, no probaron ni un solo bocado, de manera que el frustrado suicida salió tan entero como había entrado. Seguro que los animalitos acababan de comer y no les apeteció ‘una de chino loco poco hecho’. Otro chino se cortó su adminículo desesperado por no encontrar novia, pero inmediatamente cambió de idea y se fue en bici al hospital; sin embargo, al llegar le dijeron que sí, que se lo podían reimplantar, pero entonces el atormentado individuo cayó en la cuenta de que se había dejado el asunto en casa, así que tuvo que volver a pedalear, coger la cosa y volver al hospital…, ya era tarde, demasiado tarde.


Una muestra de la patética estupidez humana.
Una zapatería holandesa prometió descontar diez euros de cada par de zapatos por cada gol que Holanda metiera a España. El dueño debió felicitarse por tan genial idea pensando que la cosa sería parecida a lo de Sudáfrica, pero ni en sus mejores-peores sueños llegó a imaginar lo del 5-1. El caso es que al día siguiente había cola, pues cada cliente llegaba con una promesa de 50 euros, con lo que prácticamente dejaron la tienda sin existencias y la caja apenas con la calderilla. Al día siguiente cerró por enfermedad.

Aquellas son chaladuras, pero hay otra modalidad más cercana al cretinismo, algo así como una autoselección artificial… En la naturaleza manda la selección natural: los ejemplares más débiles, viejos, enfermos o heridos son presas fáciles de los depredadores; en la sociedad humana eso no pasa, pero sí que ocurre que los que menos sentido tienen corren voluntariamente riesgos innecesarios, fácilmente evitables y, en buena lógica, con resultado fatal casi siempre; es decir, ellos son sus propios depredadores y, a la vez, presas. Por ejemplo,  en Inglaterra dos jóvenes hacían el amor en el balcón a la vista de los sorprendidos (y algunos envidiosos) vecinos; cegados por el fragor del momento, buscando postura más cómoda y sin mirar riesgos o peligros, se pusieron cerca de la barandilla y, lo lógico, cayeron desde una altura de seis pisos, estampándose contra el suelo y pereciendo los dos en el acto; todo a la vista de los pasmados mirones, que no pudieron hacer otra cosa que eso, mirar. Otro ejemplo, en Francia un chico se tiró a un lago montado en bici mientras otro grababa, pues es una especie de apuesta: “o te tiras o pagas”; el muchacho cumplió lo primero, se tiró, pero no lo segundo, pues del agua no salió vivo (por cierto, es el segundo caso en poco tiempo). Y otro más, un esteticista venezolano se inyectó aceite de bebé en nariz, frente, pómulos, labios…, pues quería eliminar “estas arruguitas de aquí que me hacen mayor”; el resultado fue el natural: el rostro totalmente deformado, monstruoso, inmovilidad, dolores insufribles y la necesidad de un costoso tratamiento, lo que ha llevado a esta patética criatura desde su estudio de belleza a la mendicidad callejera (hay que tener menos cerebro que un percebe para irse al quirófano estando sano). ¿Y en indio (de la India, no uno que hace el indio…, que también) que lleva 25 años caminando hacia atrás para pedir la paz en el mundo?; no parece haber logrado resultados, pero el tronco afirma ahora que ya no se acuerda de caminar hacia delante así que, ‘patrás’.

Actos tan grotescos, estúpidos y descomunales  producen una mezcla de pena, vergüenza ajena, incredulidad… El mundo está loco, loco, loco.



CARLOS DEL RIEGO

domingo, 15 de junio de 2014

‘GHOST STORIES’, EL NUEVO DE COLDPLAY, MUY POCO QUE RECORDAR Es una de las bandas con más tirón del momento, como demuestra la gran acogida que ha tenido su más reciente álbum. Se trata de los británicos Coldplay, cuyo nuevo disco ha metido mucho ruido en los ambientes iniciados. Sin embargo, presenta mucho brillo y poco contenido.

Nunca han sido la alegría de la huerta, pero el nuevo de Coldplay
resulta más desmayado y mustio que nunca.
Con un estilo melancólico y parsimonioso, con ambientes un tanto desmayados, muy Oasis y U2 en sus inicios pero ganando personalidad con el paso de los discos, Coldplay es actualmente una de las bandas más fáciles de reconocer; sus creaciones siempre han tenido el denominador común de lo etéreo y melódico, con teclados melosos, guitarras limpias y, generalmente, medios tiempos con potente golpe de batería; así, su sonido no tiene aristas o altisonancias, excepto en algunas señaladas excepciones. La voz suplicante de Chris Martin,  suave, siempre contenida, elástica, sin cortes…, y como pretendiendo no elevar el tono para no molestar ha sido y es una de sus señas de identidad.


Una buena colección de éxitos a escala mundial han convertido a los londinenses en una de las grandes atracciones de la escena musical internacional, por lo que la aparición de su sexto álbum, ‘Ghost stories’, significó un pequeño acontecimiento entre sus seguidores en particular y entre los incondicionales del pop británico en general, así como de cara a las listas. El disco resulta tanto o más perezoso que los anteriores, a veces incluso se antoja desmayado, otras parece ambient, chill out, y goza de menos inspiración en la composición de melodías. Todo parece sacrificado a la construcción de mundos atmosféricos, de modo que las canciones parecen perder no sólo energía, chispa, sino también el atractivo de un estribillo pegadizo y fácil de recordar y tararear. Apenas hay variación entre un tema y el siguiente, con ritmos y ambientaciones similares, con los inicios de cada pieza siguiendo también un patrón; a veces da la impresión de que tratan de experimentar, pero todo está demasiado repulido para que el pretendido experimento llegue a algún sitio; hay momentos en que se espera un arranque, un chispazo, una descarga de gracia, sin embargo la cosa no acaba de brillar, no termina de transmitir esa emoción melancólica que caracteriza a la banda. Del tono general del disco se sale ‘A sky full of stars’, un título más dinámico al que, sin embargo, le sienta fatal la ambientación dance (¡esos colaboradores!), que da al tema un tono más ordinario, más vulgar; aunque también le falta empuje, podría haber sido otra cosa con otro tratamiento.

El álbum no es que esté tan mal, es ‘muy coldplay’, pero tiene muy poco que recordar. Es como si se hubieran limitado a dar otra vuelta de tuerca a lo que el ‘mainstream’, a lo que todo el mundo espera que hagan, y ha resultado un pop blando, inofensivo, a veces debilucho, enclenque, otras incluso frío y, peor aún, aburrido por momentos. Demasiada baladita mustia y lastimera, demasiado melodrama y ambiente folletinesco que, paradójicamente, transmiten poca emoción.
Al final, después de todo, el disco no resulta ni comercial. Es un trabajo bien hecho en el aspecto sonoro (quizá con exceso de pompa electro), sin embargo, contiene muy pocos momentos a la altura de su producción anterior, sobre todo sus primeros elepés. En definitiva, viene a ser como un paquete muy grande (más bonito o más hortera) con muy escaso contenido.  

La mayoría de sus seguidores más convencidos estarán encantados, aunque es posible que los más exigentes se hayan quedado algo desencantados con estas historias de fantasmas en las que hay más fantasmas que historias. De todos modos, sólo hay que esperar algún tiempo para comprobar qué es lo que se recuerda, qué permanece de este ‘Ghost stories’.  


CARLOS DEL RIEGO

jueves, 12 de junio de 2014

MONARQUÍA VERSUS REPÚBLICA Es uno de los debates más en boga tras la abdicación de Juan Carlos I, sin embargo, existen muchas creencias equivocadas en torno al asunto, hasta el punto de que hay quien cree que el cambio de sistema terminaría con todos los problemas de España

Las diferencias reales serían inapreciables para el ciudadano.
En todos los medios de comunicación, en la red, en el bar, en la calle, en todas partes hay discusiones encendidas sobre la conveniencia de continuar con un rey como jefe del estado o cambiar su figura por la de un presidente de la república. Sobre esto, es sintomático que quienes más se significan por la república están convencidos de que república equivale a izquierda, como demuestra el hecho de que las banderas tricolor que se ven en cualquier aglomeración de gente luzcan siglas y emblemas de esa tendencia con total libertad (por cierto, hoy los republicanos pueden expresarse sin problemas, al contrario que los monárquicos durante la II República, pues Manuel Azaña prohibió desde el primer momento manifestaciones y símbolos monárquicos y cerró los periódicos de esta tendencia, mostrando cómo entendía él la libertad y la democracia). Sin embargo, habría que recordar que la II República Española fue pergeñada tanto por derechistas como por izquierdistas en aquel Pacto de San Sebastián de agosto de 1930; igualmente, los países con tradición republicana, como Francia (cuyo presidente tiene escaso poder y quien manda es el primer ministro) o Estados Unidos (república presidencialista en la que el máximo mandatario es el presidente) alternan democráticamente gobiernos de un signo con los de otro sin ningún trauma, sin que los de derechas sean considerados menos republicanos que los de izquierdas. En fin que se equivocan quienes asocian república con tendencia de izquierdas; así, si mañana se producen en España cambios hoy inopinados y se opta por un sistema republicano, apenas se producirán cambios políticos, sólo la figura del rey sería sustituida por la de presidente de la república (fuera ésta del tipo que fuera), nada más, y desde luego el ciudadano no notaría en su vida y quehacer cotidiano la más leve modificación.

De todos modos, se prefiera lo que se prefiera, hay países con larga tradición de monarquía parlamentaria a los que no les ha ido demasiado mal, como Inglaterra, Dinamarca o Noruega; igual que los que vienen siendo república en los últimos tiempos, como los mencionados, Alemania o Italia. O sea que en realidad, al final, las diferencias resultan muy escasas, mucho menores de lo que piensa la mayoría de quienes exigen cambio. Cada lugar tendrá sus motivos para conducirse con uno u otro sistema.

En España la mayoría de ciudadanos republicanos exigen la transformación, entre otras razones, porque Juan Carlos I fue designado por el dictador Franco en aquellos azarosos años setenta del siglo pasado; cierto, pero si no lo hubiera señalado el entonces jefe del estado, los más franquistas no hubieran aceptado de buen grado y se hubiera vuelto a liar la cosa, es decir, los más inmovilistas del agonizante régimen aceptaron al rey por lealtad (casi fanática) al Generalísimo. Por otro lado, hay que recordar que el ya ex rey Juan Carlos aceptó firmar las exigencias de Franco con la idea de ‘traicionarlas’ y poner en marcha un proceso democrático, como demuestra el hecho de que unas semanas después de la muerte del dictador encargara a Adolfo Suárez la redacción de una constitución democrática, elecciones generales… Si Juan Carlos de Borbón le hubiera contestado a Franco que aceptaba la corona pero con intención de instalar una monarquía parlamentaria, el general le hubiera apartado de la sucesión (como hizo con su padre, don Juan) y hubiera señalado como sucesor a un afecto incondicional al régimen, con lo que nuevamente hubiera vuelto el lío a la calles.       
      
En estos días (VI-2014) hablan en uno u otro sentido todo tipo de ciudadanos; en una de estas encuestas publicadas por los periódicos, un científico razonaba con los pies en el suelo, señalando que si hay que escoger entre un presidente procedente de uno de los dos partidos, un presidente elevado por méritos de partido y (casi seguro) con mucha más ideología que formación y que por tanto siempre estará escorado, o una persona que se va formando para el cargo desde niño, con estudios específicos, superiores y prácticos, una persona ajena a tendencias políticas, hablante de varios idiomas, experta en diplomacia y que sin duda tiene mayor predicamento internacional…, si hay que optar por aquel o por éste, la razón práctica no tendría duda. Otro intelectual se ceñía a las experiencias más cercanas: con el rey saliente ha habido en España democracia y libertad para silbar, abuchear, criticar e incluso insultar a la corona, mientas que durante la II República no existía libertad para manifestarse monárquico o antirrepublicano. Y otro más especificaba que el dilema monarquía frente a república es, en la práctica, algo muy secundario respecto a los verdaderos problemas del país, y que si éste entra de lleno en esa disyuntiva, se gastará mucha energía, tiempo, ganas, ilusiones e incluso dinero que deberían dedicarse a asuntos más importantes y, sin duda, más urgentes.

En fin, que ambos sistemas presentan pocas diferencias, que la república no significa izquierda como la monarquía no equivale a derecha, que ninguno es la panacea y que el ciudadano no notaría, en su día a día, si vive en república o en monarquía parlamentaria. Como siempre, todo depende de la valía y honradez de las personas.

Un detalle más: la mayoría de los republicanos que se echan a la calle suelen pasar por alto el hecho de que en los países comunistas (Cuba, Corea del Norte) existe una monarquía hereditaria de hecho, pues Fidel Castro traspasó el poder a su hermano Raúl como Kim Jong Il recibió el poder de su padre Kim Il Sung y lo traspasó a su hijo Kim Jong Un.


CARLOS DEL RIEGO

domingo, 8 de junio de 2014

CUATRO LENTAS CON ALMA Dentro del universo del rock también hay lugar para las piezas poco revolucionadas pero con mucha carga, con mucha alma. Cada amante del rock podría decir sin respirar no cuatro, sino cuarenta, y todas tendrían enorme capacidad de evocación

Las baladas rock dan mucho juego en los conciertos.
La pieza lenta, el ritmo pausado y cadencioso, la melodía calmada y sosegada forma parte imprescindible del repertorio de la práctica totalidad de los grupos de pop y rock que han tenido algún peso en la historia de estos géneros musicales. Casi siempre esas piezas de atmósfera premiosa tienden al tema amoroso, recurso infinitamente repetido que, por increíble que parezca, sigue siendo la materia con la que se construyen la mayoría de las canciones. Hay, sin embargo, lentas que se separan del sentimentalismo más o menos acaramelado, melodías cuya parsimonia rítmica contrasta con un contenido fogoso, cargado de sentido e intención. El catálogo de grandes canciones con muy pocos golpes de bombo por minuto es interminable, así que hay que escoger.

Aquí van cuatro que bien podrían ser cuatrocientas, cuatro que cualquiera podría sustituir fácilmente por otras tantas de igual categoría y significado, dos pares de títulos que, con paso calmo, tienen significado específico
   


The house of the rising sun’ es un tradicional estadounidense de autor anónimo; la primera grabación que se conoce es de 1934 y quien la cantaba explicó que la conocía porque se la cantaba su abuelo…, y poco más se sabe de su origen (tal vez incluso británico). Aunque existen no pocas versiones, la que lanzaron The Animals en 1964 (grabada de una sola toma y con todos tocando a la vez) es la que más recorrido ha tenido; ese arpegio con que da comienzo, esa voz profunda y modulada de Eric Burdon, ese órgano evocador y ese ambiente melancólico e incluso inquietante que tienen los dos minutos y pico, transmiten la intención pecadora de la pieza. Como todo interesado en el asunto conoce, la casa del sol naciente es un prostíbulo-casino de juego (un ‘saloon’ del oeste tal vez) que “ha sido la ruina de muchos pobres chicos, y yo soy uno de ellos”, dicen los versos más evidentes del tema, pero hay otros que remarcan el ambiente de vicio y perdición de aquella casa de Nueva Orleáns, como “Madre, dile a tus hijos que no sigan los pasos que yo seguí, malgastando sus vidas en pecados y miseria en la casa del sol naciente”. Juego, mujeres y alcohol, eso es esa casa.


‘Accidents will happen’ abría el tercer álbum del gran Elvis Costello, ‘Armed forces’ editado en 1979, con el que el londinense no hacía sino confirmar su talento inagotable. La melodía es deliciosa (como casi todas las que componía en aquellos creativos años), con la voz dando inicio y con una secuencia musical lógica, sencilla, fácilmente asimilable, tarareable, dulce y melancólica. La letra trata de dos de los asuntos que siempre han preocupado a Costello, la infidelidad y la culpa, la traición y el remordimiento; así, explica que “ocurren accidentes, golpean y se van, no quiero escucharlo, porque sé lo que he hecho (…) es el daño que hacemos y que nunca sabremos”. Es de tema amoroso, pero va mucho más allá de la simpleza superficial de la canción sensiblera y enamoradiza.


‘Golden brown’ es una preciosa pieza con irresistible compás de tres por cuatro en donde brilla un órgano muy meloso, el cual adorna una tonada melódica de esas que enganchan desde la primera audición y que siempre se desea volver a escuchar (un periodista inglés dijo que era ‘un intento de vals’). The Stranglers irrumpieron en la primera hornada punk, pero pronto se les quedó pequeño el género, ya que poseían demasiada capacidad interpretativa y creativa para limitarse a hacer canciones de dos acordes y tres arreglos. Incluida en su elegantísimo álbum de 1981 ‘La follie’, su letra resulta tremendamente ambigua, tanto que ellos han dicho que debe escucharse como si fuera un test de esos en los que te enseñan manchas y dibujos y tú tienes que decir qué te sugieren, qué es lo que ves en ellos; sin embargo, en alguna ocasión, los propios ‘estranguladores’ han comentado que, en realidad, tiene referencia tanto a la heroína marrón como a una chica de piel dorada. Los versos dicen (más o menos) “marrón dorado de textura como el sol, me posee, se lleva mi mente (…) marrón dorado, la gran tentadora”. ¿Chica o droga?, da igual, canción preciosa.

‘Wind of chance’, de Scorpions, es tal vez el tema que mejor se identifica con aquello que se llamó ‘perestroika y glasnost’ (en ruso, apertura y transparencia, o algo así), con la caída del Muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría. Aquel ‘viento de cambio’ comienza en Moscú , ‘hacia el parque Gorky (…) una noche de verano (…) soldados que pasan escuchando el viento de cambio (…) el futuro está en el aire (…) llévame a la magia del momento de una noche de gloria (…) recuerdos distantes enterrados para siempre en el pasado”. Lenta, muy lenta, es una balada típica de los alemanes que, siendo heavys de toda la vida, siempre mostraron predilección por las lentas con melodías especiales para hacer ambiente en los conciertos. Quienes vivían y contemplaran asombrados las imágenes históricas de la caída del ‘muro de la vergüenza’ las recordarán con emoción, que es precisamente el gran valor de esta canción: la evocación de un instante inolvidable, de una noche de gloria que significó un cambio perceptible en todo el planeta.  


Son sólo cuatro lentas con alma y corazón, pero estas otras también ‘Please dont let me be missundertood’, ‘Forever Young’, ‘Perfect day’ y ‘Dead flowers; ¿y qué tal estas otras cuatro? ‘Hey Jude’, ‘White bird’, ‘If you ever seen the rain’ y ‘Lady stardust’; y también podrían ser ‘California dreaming’, ‘Heart of gold’, ‘Dust in the wind’ y ‘Knocking on heaven´s door’. Todas son maravillas a muy pocas revoluciones, pero todas tienen espíritu, sentimiento, humanidad.   


CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 4 de junio de 2014

LA IRA POR LAS PALABRAS Y LA INDIFERENCIA POR LAS SALVAJADAS La hipocresía, la doble vara de medir, el cinismo…, el relativismo moral es una constante en cualquier parte del mundo y en cualquier época.

Cuando son ellos los objetivos del chiste, no les hace ni ... ros
 se ríen con esta muestra de libertad de expresión.

Hay veces que el mismo hecho es calificado por la misma persona de distinto modo: si afecta a sus correligionarios se considera de una manera, y si la cosa tiene que ver con ‘los otros’ tiene diferente tratamiento. Igualmente ocurre con ciertos hechos que se maximizan o minimizan según interese: la cosa es una montaña o un grano de arena en función de la postura política

Esto no ha merecido ni una palabra por parte de grupos feministas
 ni de políticos-as que como tales se tienen.

Desgraciadamente, en los últimos meses están llegando noticias escalofriantes de algunas zonas de Asia (en realidad de cualquier región del planeta): unas adolescentes son secuestradas, violadas por varios y finalmente asesinadas (ahorcadas); una mujer es ejecutada por su marido (que anteriormente había liquidado a su primera esposa) y parientes de éste a pedradas; una niña de trece años es muerta a palos por sus hermanos al rechazar casarse con quien ellos querían… Tres simples ejemplos de una lista que podría alargarse simplemente revisando los sucesos de las últimas semanas. Asombrosamente, las feministas militantes europeas y estadounidenses, las integrantes de los más combativos grupos feminazis, los partidos que siempre están elevando la voz exigiendo ventajas para la mujer por el hecho de ser tal…, mantienen la boca cerrada ante salvajadas semejantes. No hace mucho, un político español se dejó decir (en campaña para las europeas) una majadería más infantil que malintencionada, encontrando inmediatamente una respuesta airada por parte de las mujeres del partido contrario, tanto que prácticamente convirtieron aquella declaración en el leitmotiv de su campaña; sin embargo, ninguna de esas mujeres que se sintieron tan ofendidas por un granito de arena han elevado su voz para condenar aquella montaña de atrocidades que sucedieron (suceden) en teocracias musulmanas, ninguna pidió micro para manifestar su indignación y exigir duro castigo para los culpables. En pocas palabras, les parece peor, infinitamente más espantoso, una declaración sin el menor recorrido ni intención que el secuestro, tortura y asesinato de dos hermanas de 14 y 16 años. Tal desequilibrio es verdaderamente indignante, pues es una muestra indiscutible de la catadura moral de aquellas mujeres de la política.

En las mismas están las integrantes de un grupúsculo pretendidamente feminista pero que, en realidad, sólo busca el enfrentamiento, la gresca, el insulto y la falta de respeto (de ahí al acto violento apenas hay una zancada). Ciertamente estas mujeres se muestran dispuestas a casi todo cuando el adversario es, en la práctica, inofensivo (como ha quedado demostrado), de modo que chillan, se desnudan y piden libertad para matar  bebés en los vientres de sus madres, cosa que parece su única preocupación. Sin embargo, no sólo no se han desplazado a los lugares donde las mujeres son tratadas peor que animales para hacer oír sus quejas, sino que ni siquiera han organizado una manifa de protesta, una sentada frente a la embajada correspondiente con la que condenar aquellas maldades o una simple declaración a los medios para dejar bien claro que protestan contra actos tan criminales como machistas; claro que para ello hay que tener coherencia y ellas no están en eso, hay que tener valentía y coraje pero ellas sólo tienen mala educación y zafiedad. Ellas se atreven con el más indefenso de los seres, para el que piden pena de muerte si no interesa, pero se muestran cobardes si tienen que enfrentarse a alguien que puede defenderse. En este caso desaparecen de escena, como si no tuviera que ver con sus convicciones feministas, como si lo que ocurra con las niñas de países lejanos no les afectara lo más mínimo.

¿Dónde están las aguerridas feministas y los políticos que tanto gritaron?, ¿dónde los periódicos que los apoyan y que no han publicado ni un comentario crítico contra la barbaridad cuando sobre el desliz verbal vertieron ríos de palabras? Hipocresía, fariseísmo, cinismo.

Mucho menos trágico, mucho más chusco es otro caso de ley del embudo. Resulta que unos políticos de izquierdas se han sentido ofendidos cuando un programa de televisión (de esos de guasa y cachondeo) los ha colocado bajo un cartel que dice ‘Trivagos’ (parodiando una empresa llamada así pero sin la ese final). Los tales han exigido la retirada del programa y el cese del periodista, hablan de ‘campaña’, de ‘desprestigio’, de ‘vergüenza’, de ‘difamación’. Sin embargo, cuando se han hecho idénticas chanzas con los de los partidos de enfrente, no han visto ni campaña, ni vergüenza ni nada similar; en fin que si hubiese sido en caso contrario hubieran reído el chiste y habrían apelado a la libertad de expresión, pero cuando ellos son el objeto de la burla, ésta se convierte en difamación intolerable y se olvidan de la libertad de expresión.

Doble vara de medir, cinismo, ley del embudo, relativismo moral: como piensan que tienen el monopolio de la verdad, ellos deciden qué es ofensa y qué libertad, ésta si va contra los otros, aquella si va contra ellos. 
  

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 1 de junio de 2014

CARLOS GARCÍA-BERLANGA, POSIBLEMENTE EL MEJOR COMPOSITOR DE CANCIONES DEL POP ESPAÑOL Se cumplen ahora doce años de la muerte del gran compositor, cantante y guitarrista Carlos Berlanga, autor de desbordante creatividad, ingenio y facilidad para idear melodías irresistibles. Pero en realidad no hace falta pretexto para recordar a este geni

Su aportación al pop hispano no se ha valorado como se ... ,
y son muy pocos los que reconocen su gran talento.
Aquí, en España, se suele valorar poco el verdadero talento, con lo que quienes poseen  ese don son escasamente reconocidos y rápidamente arrinconados, olvidados. Hoy, apenas doce años después de su muerte, Carlos García-Berlanga es un perfecto desconocido para los menores y un nombre perdido en la memoria de la movida madrileña para quienes lo escucharon en vida. Sin embargo, sus creaciones musicales exhiben genio y personalidad, desparpajo, chispa, pasión, temas superfluos o pensamientos profundos; y todo ello con gracia y estilo, capaz de tratar lo más atrevido con total ausencia de ordinariez y abundancia de inteligencia… Su padre ya había hecho gran cine según parámetros parecidos.


El currículo de Carlos lo señala como un auténtico pionero, como uno de los primeros en echarse a la calle en los últimos setenta del siglo pasado. Apenas era mayor de edad cuando, junto a otros nombres icónicos de aquellos momentos, firmó canciones que representan a la perfección a la primera juventud libre de dictadura: ‘Rosario’, en la que se anima con total ingenuidad, sin el menor atisbo de malicia, a largarse de casa tras clavar una lanza (¿) a alguien; ‘Toca el pito’, una oferta de amistad dicha con vivacidad juvenil, fresca y despreocupada; ‘Pero que público más tonto tengo’, esencia punk perfectamente identificativa de la época. En cuanto al sonido…, bueno, no se podía hacer mucho más con los medios que tenían y con su ‘destreza’ para tocar. Había mucha inmadurez, incluso inocencia en todo, pero eso es precisamente parte de su encanto.

Después llegó la hora de Pegamoides, que apenas duró dos o tres años, pero dejó una serie de canciones magníficas, casi todas escritas por Carlos, fácilmente recuperables gracias a sus inspiradas melodías y a sus textos, a veces inquietantes y otras intrascendentes, contradicción que estaba presente en grandes capas de la juventud de aquellos días (en realidad la juventud siempre es contradicción). Sí, es cierto que lo de ‘quiero ser un bote de colón y salir anunciado por la televisión’ es una tontería de escaso calibre, pero refleja la liviandad que se contrapone a la gravedad de ‘El Hospital’, una canción única, fascinante, sugestiva. Su único álbum contiene algunas excelencias pop, sencillas y ligeras, divertidas y frívolas, hilarantes, ingeniosas, encantadoras, como la elemental y directa ‘No sé por qué’, la desternillante ‘La tribu de las Chochoni’, o ‘Secretos de belleza’, en la que se señala hasta dónde llegar para estar presentable. Y detrás de casi todo estaba Carlos García-Berlanga, que recogía ahora influencias del rock siniestro (o gótico), del glam rock y hasta de la música disco más horterilla. Pero el resultado es innegable a pesar de las limitadas condiciones canoras de Alaska; ¿por qué cedería tantas veces la voz solista?
Lo de Dinarama fue una ligera vuelta de tuerca, de modo que cuando daba impresión de agotamiento, Carlos vuelve a inventar éxitos rotundos, emblemáticos, evidentes, piezas vehementes y apasionadas, melodías irresistibles que el tiempo no ha deslustrado. Durante toda la segunda mitad de los ochenta mostró potentes destellos de talento.  Luego, en solitario, las cosas no le fueron tan bien, a pesar de lo cual siguió escribiendo canciones meritorias y publicando muy buenos álbumes, como su obra final, ‘Impermeable’.

Tímido y reservado de puertas afuera, no era muy hablador y no le gustaba demasiado salir de gira, pero eso sí, era muy futbolero (en más de una ocasión la hora del concierto se fijó en función del partido del Madrid). Dejó casi dos centenares de composiciones en poco más de dos décadas, muchas de ellas ya convertidas en imprescindibles del pop español; pocos pueden situarse a su altura a la hora de idear canciones. Los críticos más puristas e intransigentes lo tachan de muy comercial, cosa que no deja de ser cierta, pero incluso en el terreno de las radiofórmulas y las listas se pueden lanzar productos brillantes u ordinarieces vacías y olvidables. 
  
En el caso de los Berlanga el genio artístico no se saltó una generación.

CARLOS DEL RIEGO
(A la memoria de Toño Caminero)