domingo, 28 de abril de 2019

GRANDES ÉXITOS QUE TUVIERON QUE PASAR POR EL JUZGADO

John Fogerty, de los Creedence, pasó por el juzgado acusado de haberse plagiado a sí mismo.


Es una constante desde que comenzó la aventura del rock & roll: las acusaciones de plagio o apropiación intelectual han obligado a que fuera un juez quien decidiera si el autor del tema era el acreditado o si el reclamante lo ideó antes. Hay parecidos que llaman la atención y otros no tanto. El caso es que, además de las que más escandalosamente han visitado el juzgado, hay grandes canciones cuya aventura legal no es tan conocida, y no siempre por acusación de copia

Todo buen aficionado a esto del rock &roll sabe de los problemas que por este asunto del plagio han tenido algunos autores, como Page y Plant de Led Zepellin, como Lennon con Beatles o Harrison ya en solitario, los Beach Boys o el mismísimo Chuck Berry. Sí, hay temas emblemáticos que siempre tendrán colgado el sambenito de la duda (algunos injustamente). Y también hay otros con gran significado e incluso enorme éxito que se han visto obligados a comparecer ante el juez y cuya peripecia legal ha pasado casi desapercibida.

No hay amante del rock que no sienta una sacudida cuando empieza a sonar ‘La Granje’ (1973) de ZZ Top. La canción habla de un burdel relativamente famoso en Texas, por lo que muchos tejanos sabían desde el principio qué contaba; sin embargo, cuando la canción se hizo tan popular, la ‘casa’ tuvo que cerrar temporalmente. La música está inspirada en una de John Lee Hooker (muerto en 2001) titulada ‘Boogie chillen’. Veinte años después de su lanzamiento, el propietario de los derechos de ese ‘Boogie’ dijo que acababa de escuchar por primera vez la de los tejanos, que era muy parecida a la de Hooker y por eso exigía derechos de autor. Tras años de tribunales, uno falló que el ‘Boogie’ era ya de propiedad pública y, por tanto, ZZ Top, inocentes.

Un tema tan icónico como el ‘A whiter shade of pale’ (en España ‘Con su blanca palidez’) de Procol Harum, tuvo también su acusación. Publicada en 1967, el fantasma del plagio esperó casi 40 años. Matthew Fisher, organista en la grabación, presentó una demanda exigiendo derechos de autor por su contribución. En 2006 un juez estimó la demanda de Fisher y le otorgó parte de los derechos de autor, pero un par de años después otro anuló la sentencia anterior por haber esperado tanto el demandante (cuatro décadas), sin embargo, a la vez, falló que, efectivamente, la aportación de Fisher era suficiente para acreditarlo como co-autor. El demandante apeló a la Cámara de los Lores, y en 2009 estos le dieron la razón especificando que no había límite de tiempo para reclamar derechos de autor según la ley inglesa. Por otro lado Fisher explicó que intentó presentar demanda cuatro veces desde 1972, pero que su abogado le insistía en que no tenía ninguna posibilidad. Hasta que cambió de letrado…

Un título inolvidable para todo iniciado es el ‘Aqualung’ (1971) de Jethro Tull. En este caso la acusación viene por otro lado. Resulta que Aqualung es una marca registrada (Aqualung Corporation) de un aparato para buceadores, cuyos dueños emprendieron acciones legales al poco de salir el Lp. El caso se desestimó. Por otro lado, la portada está hecha a partir de una foto de Burton Silverman a Ian Anderson, la cual fue retocada para esa reconocible cubierta. Todo el mundo quedó sorprendido cuando Silverman puso restricciones a su uso, prohibiendo que se reprodujera en otros soportes promocionales, como camisetas o carteles, bajo amenaza de denuncia.

Cuando Simon & Garfunkel sacaron su ‘El cóndor pasa’ (1970), todos los hispanohablantes sospecharon; y con razón. La primera grabación es del peruano Daniel Robles, que la hizo en 1913. Simon le añadió letra y la firmó convencido de que era un tema tradicional, pero el hijo de Robles no estaba de acuerdo y demandó a Simon, quien aceptó la reclamación y otorgó a Robles la co-propiedad de los derechos. Algo parecido le ocurrió cuando el dúo grabó su (magnífica) versión del tradicional inglés ‘Scarbourgh fair’, ya que un desconocido cantante llamado Martin Carthy declaró que el arreglo era suyo, cosa que no pudo probar.

‘Down under, el gran éxito de 1982 de los australianos Men at Work, tuvo que comparecer 27 años después, cuando la discográfica Larrikin Music declaró que el arreglo de flauta era de uno de sus grupos, Kookaburra. Lo curioso es que también se dijo que la canción era copia de un original de una maestra de música llamada Marion Sinclair, que la escribió en 1932. En todo caso, el juez falló a favor de la acusación explicando que el tema de los Men reproducía gran parte del de los Kookaburra; la disquera exigía el 60% de los beneficios generados, pero sólo se le otorgó el 5% y sólo desde 2002, en total unos 100.000 dólares; Colin Hay, autor e integrante de Men at Work, desveló que los abogados le habían costado cuatro millones y medio, y declaró que “moriré sabiendo que el tema es cien por cien original, que Marion Sinclair (que vivía cuando ‘Down Under’ ya era éxito clamoroso y la conocía) jamás insinuó que se pareciera a la suya, y que en casi treinta años después de aparecer nadie dijo nada”. El flautista, Greg Ham, siempre se sintió muy dolido por la acusación, tanto que, según el propio Colin Hay, esa decepción, esa angustia que sufrió por lo que consideraba una injusticia, fue lo que le condujo a la muerte prematura en 2012, con 58 años.  

Evocadora es la trepidante ‘Speedy Gonzales’, con la que Pat Boone tuvo un gran éxito en 1962. Once años más tarde Elton John dio el campanazo con su ‘Crocodile rock’, cuyo “la, la la la la la” es casi calcado al de ‘Speedy’, pero claro, la cosa no fue estimada, ya que ‘la la…’ se ha usado tantas veces… De todos modos, Boone siempre gustaba de remarcar que Elton le copiaba. Y eso que el tema ni siquiera era suyo.

La romántica ‘How deep is your love’, que los Bee Gees grabaron para ‘Saturday night fever’ (1977) no se libró del mal trago. El caso es que un tal Ronald Selle, un anticuario estadounidense, los demandó alegando que esa canción estaba basada en una que había escrito él un par de años antes; los hermanos alegaron que jamás la habían escuchado, pues jamás había sido publicada; pero un musicólogo hizo un análisis técnico de las notas de ambos temas y concluyó que la de Bee Gees había copiado a la otra, con lo que convenció al jurado…, pero no al juez, quien desautorizó el veredicto al estimar que no se podía probar el plagio a pesar de las conclusiones del experto. El demandante apeló, pero con idéntico resultado. Con el tiempo este fallo ha sentado precedente, pues afirmaba que “semejanzas que parecen evidentes no son prueba suficiente de plagio”, o sea, que el demandante tiene que demostrar que el demandado conocía su obra. Tal vez por eso los editores y compositores son alérgicos a prestar atención a partituras no encargadas.

Muy chocante es lo que le ocurrió a John Fogerty, de los Creedence, que fue acusado de haberse plagiado ¡a sí mismo! Todo empieza cuando un facineroso llamado Saul Zaent se hizo con los derechos de publicación de los discos de los Creedence. Así, cuando Fogerty publica ‘The old man down the road’ en 1985, el tal Zaent lo denunció alegando que era copia de una de Fogerty con los Creedence (de cuyo material era propietario). En la propia sala del juicio, Fogerty tomó su guitarra e hizo una demostración al tribunal, inventándose un punteo parecido pero distinto a otros suyos, dejando claro que sí, que el estilo de Fogerty se parece al estilo de Fogerty, pero que de auto-plagio nada de nada (¡quién hubiera estado allí!). Ante tamaña demostración, la acusación fue desestimada. Años más tarde, hablando del asunto ironizó: “¿Es delito que Elvis se parezca a Elvis, Dylan a Dylan, McCartney a MacCartney?”.

Es sólo una muestra de los éxitos que han tenido que comparecer ante el juez.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 24 de abril de 2019

LOS REPUBLICANOS ESPAÑOLES SECUESTRADOS POR LA URSS AL ACABAR LA GUERRA CIVIL

Tras la Guerra Civil, muchos republicanos españoles, gran parte de ellos comunistas, fueron secuestrados por la Urss y enviados al Gulag


Poco conocido es el calvario sufrido por los republicanos que estaban en manos de la URSS al terminar la Guerra Civil Española. Aviadores, marineros y otros españoles fueron retenidos sin acusación, sin juicio ni motivo, o sea, secuestrados, por la Unión Soviética en aquellos inciertos días entre el final de esa guerra y el comienzo de la mundial, a finales de 1939 

La Unión Soviética de Stalin no tuvo nada que envidiar a los más extremos, paranoicos y deshumanizados totalitarismos del siglo pasado. Allí todo el mundo era sospechoso: ya fueran altos cargos del partido, militares, poderosos funcionarios o ciudadanos de a pie, cualquiera podía ser detenido, juzgado o no y enviado a Siberia, o al paredón; no importaba si había acusación formal, pruebas o testigos. Por ello, si el que era señalado por el NKVD o cualquier otra policía política era extranjero, las sospechas se convertían en condena.

Esto ocurrió con no pocos republicanos españoles en los últimos años treinta y la década siguiente. Trágica y a la vez ridícula, incluso kafkiana, es la desventura padecida por un grupo de comunistas españoles que, al terminar la Guerra Civil Española, se fueron al exilio en Francia; cuando ésta fue ocupada por los nazis fueron capturados y deportados a Alemania como mano de obra forzosa. Luego, en 1945, al entrar los rusos en Berlín, aquellos españoles, viéndose libres de los nazis, crecidos y envalentonados, deciden esperar al Ejército Rojo en la Embajada de España (ya abandonada), donde izaron una bandera republicana y otra roja llenos de orgullo y satisfacción. Sin embargo, al llegar los oficiales soviéticos los tomaron por el embajador y demás miembros de la legación española y sus familias. Aquellos desgraciados españoles trataron de explicar que eran comunistas, que eran republicanos huidos del régimen franquista, no eran diplomáticos franquistas, y que si estaban en la embajada era porque la habían ocupado para recibir, como se merecían, a sus camaradas del Ejército Rojo que acababan de derrotar a los nazis… Nada, no hubo forma de convencer ni a los militares ni a los funcionarios soviéticos, así que, de entrada, fueron enviados a un campo de concentración cerca de Moscú, y luego a otro, y luego a otro… Veinte años después, aquel grupo de desdichados republicanos españoles que quisieron agasajar a los soldados soviéticos seguían secuestrados (no había ni siquiera acusación contra ellos) en la URSS, y ello a pesar de que, con total seguridad, Moscú ya sabía que aquellos no eran diplomáticos.

Durante los tres años de la Guerra Civil, la República envió grandes cargueros a recoger material bélico a los puertos de la Unión Soviética. Sin motivos razonables, varios de aquellos barcos fueron incautados con los pretextos más peregrinos (errores en la documentación, papeles, permisos, embarque…), de manera que para julio de 1939 eran nueve los buques que la principal aliada del bando republicano se había quedado: el Cabo San Agustín, el Juan Sebastián Elcano, el Cabo Quilates, el Inocencio Figueredo, el Mar Blanco, el Isla Gran Canaria, el Marzo, el Ciudad de Tarragona y el Ciudad de Ibiza. La mayoría de sus tripulantes fueron repatriados rápidamente, pero hubo otros, alrededor de cincuenta, que fueron retenidos en Unión Soviética; ¿por qué a unos se les dejó marchar sin problemas y a otros no? El caso es que la policía política, llegado el momento, les preguntó qué opción escogían: quedarse a vivir en la URSS y adoptar su nacionalidad, volver a España o irse a otros países; los que eligieron quedarse fueron enviados a los koljós (granjas colectivas) y de ellos nunca más se supo; quienes dijeron que preferían irse a México o Francia siguieron retenidos (secuestrados), pues los comisarios políticos entendieron como un desprecio que quisieran vivir en esos países antes que en el paraíso comunista; sorprendentemente, los pocos que se atrevieron a pedir volver a España fueron repatriados sin más, pues la policía política pensaba que serían represaliados por el aparato franquista. Al pasar el tiempo, los retenidos-secuestrados fueron detenidos formalmente y enviados de un campo de concentración a otro; a varios se les perdió la pista para siempre (por ejemplo al capitán del Mar Blanco, Ángel Leturia, y otros cuatro marineros), mientras que al resto se les embarcó en el río Yeniséi (frontera entre Siberia Occidental y Central) hasta su desembocadura (al norte de Círculo Polar Ártico) para construir carreteras. Luego pasaron a otro campo del Gulag para, diecisiete ó dieciocho años después, ser finalmente repatriados. Al igual que los anteriores, no habían sido acusados ni juzgados ni condenados, simplemente secuestrados. No hará falta decir que, a su regreso, eran profundamente anticomunistas.

Durante 1938 el Gobierno Republicano envió muchos estudiantes a la escuela de pilotos de Kirovabad (hoy Ganja), en Azerbaiyán. Al terminar la Guerra Civil quedaban allí unos doscientos. Las autoridades soviéticas les hicieron la misma pregunta, ¿quedarse o irse? Un tercio, más o menos, decidió quedarse, y el resto pidió irse a Argentina, Chile, México… Pasado un tiempo y tras presiones y promesas, otros cuarenta comunican su deseo de adoptar la nacionalidad rusa, mientras que algunos optaron por quedarse sólo hasta que terminara la II Guerra Mundial. El resto fue recluido en una ‘residencia’ llamada Monino; de ésta, a principios de 1940 fueron sacados y fusilados cinco de ellos, los que con más aplomo y vehemencia exigían su liberación. Los pilotos republicanos, entonces, deciden pedir ayuda a las embajadas de los países aliados de la URSS, pero sólo tres de ellos consiguieron salir de allí al acreditar tener familiares en otros países. Después de meses de retención y vigilancia (ya en 1941) aquellos aviadores españoles que habían resistido casi lo irresistible para conservar su dignidad y su nacionalidad, son finalmente detenidos, iniciando el consabido viaje por el Gulag, de un campo siberiano a otro. Fueron repatriados en 1954 (una vez muerto Stalin) echando pestes del comunismo y los comunistas…

Son muestras del ‘aprecio’ que los gerifaltes soviéticos (empezando por Stalin) tenían hacia la República Española y sus defensores.

CARLOS DEL RIEGO
(Actualización del texto publicado en septiembre de 2016)

domingo, 21 de abril de 2019

GRANDES TÍTULOS DEL ROCK CARGADOS DE ESPIRITUALIDAD

U 2 ha escrito muchas canciones que hablan de espiritualidad, mística y trascendencia.


Es uno de los temas más revisados en todas las artes. La espiritualidad ha inspirado e impulsado a los creadores de cualquier disciplina artística desde las primeras manifestaciones. Y como es lógico, también ha sido fuente de la que han bebido los autores de este apartado del arte musical que es el rock & roll. De hecho son muy abundantes los títulos que de un modo u otro adquieren tintes trascendentes, reflexiones que van más allá de lo material

Desde que el Hombre adquirió el sentimiento de trascendencia, siempre ha tratado de reflejarlo en sus manifestaciones culturales, como se puede comprobar echando un vistazo a cualquier período de la Historia del Arte. En el terreno musical hay infinidad de obras con esa característica, incluso géneros dedicados exclusivamente a la espiritualidad (como el góspel). Y tampoco eso es raro en este negocio del rock & roll, ya que la espiritualidad, la mística, lo que va más allá de lo puramente físico ha movido a muchos a escribir letras  que dan vueltas alrededor de este inmaterial asunto. Una pequeña muestra.

Los integrantes del grupo U2, como buenos irlandeses, siempre se han reconocido fieles católicos (excepto tal vez Clayton) y así lo han expresado en muchos de sus títulos. Por ejemplo ‘Gloria’ (1981), que en su estribillo dice ‘In Te Domine’, latinajo que significa ‘En Ti Señor’. Bono la escribió sin saber muy bien qué querían decir los latines, los cuales había aprendido de memoria durante la misa y otros oficios, pero los metía en las letras (luego, una vez encajados en la música, comprobaba su significado). Este ‘Gloria’ (que tiene que ver con la del mismo título de otro irlandés, Van Morrison) es un tema muy espiritual en el que Bono expresa su devoción e incluso parece suplicar al Ser superior. En esta y en otras canciones hay voces y melodías inspiradas en el canto gregoriano, así como letras que también ‘tiran’ de La Biblia, como en ‘Wake up, Dead Man’. Es curioso que, al poner en marcha el grupo, llegaron a dudar si iría contra sus creencias, pero por fortuna vieron que el r & r se amolda a todo.

Pero no toda espiritualidad tiene que ver con la religión, al menos con las occidentales. Supertramp obtuvo en 1977 un gran éxito con su ‘Babaji’. Fue escrita por Roger Hodgson (aunque esté acreditada también a Rick Davies) y su letra explica el ‘camino espiritual’ de Hodgson, que comenzó durante la grabación del álbum, ‘Even in the quietest moments’. Un ‘babaji’ es un santón hindú (en este caso Mahavater Babaji). Al parecer, su inclinación por la trascendencia hindú le venía de lejos: “Fui un adolescente durante toda la era de los Beatles, así que recibí de ellos muchas influencias; con ellos vi el camino, cambiaron mi vida, nuestra cultura, el mundo…”. Algunos versos evidencian ese misticismo adquirido vía Beatles: “Toda mi vida sentí que estabas escuchando / buscando modos de ayudarme. ¿Babaji, vendrás a mí?”. Al resto del grupo no le hacía gracia cantar sobre este asunto.

‘My sweet lord’ (1970) fue el primer tema que George Harrison lanzó en solitario. En pleno éxtasis hinduista, apasionado por el karma y la meditación trascendental, el ya ex-beatle parecía obligado a escribir sobre el misticismo oriental; así, en el tema repite el mantra hindú ‘Hare Krishna’; Harrison explicó su intención: “Hare Krishna es lo mismo que Aleluya”, y al repetirlo se entra al mantra: “Los mantras son como una vibración mística encerrada en una sílaba. Tienen poder hipnótico”. Lo que no tuvo tan buen karma fue la acusación de plagio a la que se enfrentó George, pues el parecido con el ‘He´s so fine’ (1963) de The Chiffons es más que evidente. Sin embargo, él afirmó haberse inspirado en el espiritual negro ‘Oh happy day’ de Edwin Hawking Singers.

En su ‘Long distance roundaround’ (1971) el grupo de rock sinfónico Yes mostraba dudas, confusión, desconcierto, en torno a la figura divina. La escribió el solista Jon Anderson, que explicó en tono enigmático: "Va sobre cómo la religión parecía confundirme totalmente; le daba vueltas y vueltas buscando el sonido de Dios en la realidad. Va de cómo yo siempre estaba confundido porque nunca pude entender la religión”; se refiere sobre todo a la hipocresía de algunos fieles. “Ese sentimiento siempre se me ha presentado cada vez que me pongo a escribir”. Sea como sea, la letra puede significar cualquier cosa.

El guitarrista de The Who Pete Townshend fue seguidor del gurú indio Meher Baba que, entre otras ocurrencias, pasó sus últimas décadas de vida en silencio, renunció al habla y solo se comunicaba señalando las letras escritas en una tabla. El caso es que ‘el magisterio’ de Baba se deja notar en algunas canciones de The Who, como ‘Love, reign O'er me’ (1973) del magnífico ‘Quadrophenia’; el tema revisa unas palabras de Meher Baba acerca de que la lluvia es una bendición de Dios y el trueno es su voz. La canción, que tiene tono de súplica, presenta al protagonista de la ópera, Jimmy, pensando en suicidarse o en regresar a su desasosegante vida familiar, laboral y social. El solista Roger Daltrey siempre dijo que es una canción “muy espiritual, iluminada, y yo la interpretaba como un grito de frustración”.

Puro góspel es el irresistible ‘Somebody to love’ (1976) de Queen. Las voces de Freddie, Brian y Roger se repiten y superponen una y otra vez para sonar como si se tratara de un coro cantando un espiritual negro. Freddie estaba muy orgulloso de esta canción, cuya letra habla de alguien que llama a Dios y pregunta por qué no puede encontrar el amor; al final recupera la esperanza. Por su parte, Brian solía decir que el sonido estaba inspirado en las atmósferas que reinaban en las canciones de Aretha Franklin. El resultado no puede ser más convincente.

Alguien tan emocional, apasionado y sensible como David Bowie también transitó por los caminos de lo trascendente. Una muestra es la trepidante ‘Station to station’ (1976). El título se refiere a las Estaciones de la Cruz, o sea, al Vía Crucis, los catorce episodios (‘station to station’) de la Pasión de Cristo, pero el texto también contiene referencias a la Cábala, al Gnosticismo y otroas místicas. Tal empanada mental se explica si se tiene en cuenta que, en aquellos momentos, Bowie vivía empapado en cocaína, o sea que seguro que era sincero cuando afirmaba no recordar nada de cuándo ni cómo y por qué escribió aquella canción, de hecho dijo que “sé que la grabamos en Los Ángeles porque lo leí”. ¿Qué ideas y pensamientos ocuparían su cabeza cuando escribió la letra?

No cabe duda de que la espiritualidad, las creencias trascendentales han producido canciones sublimes, celestiales.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 17 de abril de 2019

CAUSAS DE LA DERROTA REPUBLICANA EN LA GUERRA CIVIL

Milicianos y guardias de asalto conformando una curiosa unidad motorizada.


Dejando a un lado las cuestiones ideológicas o morales y atendiendo exclusivamente a los aspectos estrictamente bélicos, se pueden encontrar con relativa facilidad las causas principales de la derrota de la República en la Guerra Civil Española. Del final de ésta se cumplen ochenta años, por lo que parece momento oportuno para recordar lo que inclinó la balanza hacia el bando sublevado.

Motivo siempre de encendidas controversias, el mejor modo de comprender por qué la Guerra Civil Española acabó como acabó es despojándose de prejuicios, de ideologías, de odios, para que nada distorsione la realidad (esto es imprescindible para estudiar y entender cualquier episodio de la Historia). En caso contrario, o sea, si se estudia la Guerra con la ideología por delante, se verá todo a través de las gafas ideológicas que cada uno tenga, con lo que todo aparecerá distorsionado por el color de dichas gafas. Centrándose exclusivamente en cuestiones bélicas y todo lo que conlleva una situación de guerra, pueden señalarse las principales causas de la derrota republicana.

Puede empezarse recordando cómo fueron disueltas las unidades del ejército cuyos mandos se unieron a la sublevación y se licenciaron esas tropas, cuyos soldados no tenían por qué concordar con sus mandos. Asimismo, el Gobierno republicano se quedó anonadado tras el intento de golpe estado, desconcertado, sin saber qué hacer y sin tener idea de quiénes permanecían leales, quiénes no y quiénes esperaban cómo iba la cosa para tomar partido. Esa indecisión tuvo importancia en el comienzo.

Mal que aquejó a la República desde su instauración fue la falta de autoridad y orden, sobre todo en la calle. Unos días después del 18 de julio del 36, en muchísimos pueblos y ciudades de España se incrementaron los actos violentos; y hay que recordar que en los primeros meses de ese año hubo no menos de 300 muertos por violencia callejera (además innumerables actos vandálicos) sin que hubiera respuesta del Gobierno, sin que las fuerzas policiales recibieran orden de poner fin a todo ello. El caso es que una vez declarada la guerra aumentaron los casos de saqueos, robos y requisas por la fuerza, incendios, violencias y asesinatos, con un Gobierno incapacitado, paralizado, con terror a dar las órdenes de acabar con los infinitos disturbios.

Una de las causas determinantes de la derrota fue la negación de ayuda por parte de las potencias democráticas. Pero hay que tener en cuenta que los gobiernos de esos países (Francia e Inglaterra sobre todo) vieron con horror esos estragos y atentados en la zona republicana, las ejecuciones masivas, la persecución hasta la muerte de los ‘desafectos’ y, sobre todo, la inacción del Gobierno; es decir, Londres y París tomaron la decisión de negar la ayuda no tanto por el estado de anarquía y violencia como por el hecho de que el poder ejecutivo no moviera un dedo para detener los excesos. Evidentemente no iban a ayudar al bando rebelde, pero tampoco echarían una mano a un gobierno que permitía todo tipo de barbaridades. No será necesario remarcar que a las potencias que ayudaron al bando nacional la violencia contra el enemigo les traía sin cuidado.

El desorden y la indisciplina reinantes en el bando republicano desde los primeros momentos también afectaba a la eficacia de su ejército. Al no haber una intendencia ordenada se producía un tremendo despilfarro de recursos (armas y municiones, transporte, combustible, alimentos, material médico…), que se distribuían según preferencias y simpatías, no según necesidades. Además, las tropas (regulares o milicianos) sólo obedecían a sus propios mandos: los cuerpos sindicalistas a sus comisarios, los comunistas a los suyos, los socialistas a los suyos…, con lo que existía una falta de autoridad y coordinación que mermó su eficiencia en combate. Hubo muchos jefes que hicieron tremendos y desesperados esfuerzos por poner orden, pero…

Esa indisciplina provocaba que (en no pocas ocasiones) las tropas acordaran en asamblea por dónde avanzar sin tener en cuenta las exigencias que toda acción militar requiere; otras veces cambiaban de rumbo sobre la marcha o porque se quería ‘escarmentar’ a este o aquel. Los jefes y oficiales de cada compañía, división o cuerpo de ejército también desconfiaban el uno del otro, por lo que no existía coordinación, ni objetivos comunes, ni colaboración, sino que cada uno decidía por sí sin informar (hubo casos en que uno avanzaba o retrocedía sin dar cuenta a nadie, con lo que se contaba con ellos y no estaban o se topaban con tropas que no se esperaban); además aquellas rivalidades y rencillas de partido llevaba a unos a no apoyar un ataque, a otros a no proteger un flanco, y a los otros a una retirada injustificada… En resumen, cada uno de las unidades estaba integrada por militantes de los diversos grupos políticos que conformaban el Frente Popular y cada cual trataba de hacer la guerra por su cuenta según su interés o parecer.

No hay que olvidar que ese desgobierno, ese desbarajuste provocó innumerables ‘incidentes’. Por ejemplo, cuenta el anarquista Cipriano Mera en sus memorias que tanto las Brigadas Internacionales como las unidades de Líster o los batallones de la CNT “retrocedían en desorden sin que hubiera forma de pararlos y reorganizarlos”, y señala que la causa era la falta de disciplina de la tropa y la negativa a obedecer órdenes. De hecho, el cuerpo que mandaba Mera recogió miles de fusiles y muchas piezas de artillería abandonadas por las tropas de El Campesino que huían en desbandada.

Una muestra evidente del desgobierno y descoordinación que imperaba en las filas leales a la República es lo que se conoce como el ‘Incidente de Tarancón”, sucedido en noviembre del 36. El mencionado Cipriano Mera estuvo a punto de fusilar a los miembros del Gobierno de la República que escapaban de Madrid pensando que la ciudad estaba perdida y que había que ponerse a salvo. Es decir, sin comunicar nada a los altos mandos militares, varios ministros y altos cargos eran los primeros en huir. Mera, el albañil que llegó a general de división, lo calificó como “verdadera vergüenza”, y añadió “si no monto ahora una gorda por mi cuenta es porque tengo conciencia de que no deben imponerse los puntos de vista particulares”. Otra muestra del desbarajuste se produjo al final de la guerra, cuando el coronel Casado se rebeló contra lo que quedaba del gobierno republicano: una guerra dentro de la guerra.

El otro bando se recompuso rápidamente del desorden inicial, se reorganizó, estableció una cadena de mando, impuso la disciplina, todo el mundo obedecía a sus superiores, las operaciones militares estaban coordinadas, pensadas, organizadas… Todo lo cual es imprescindible para ganar una guerra, y sin ello la derrota es segura. Habrá otras causas, pero estas fueron determinantes.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 14 de abril de 2019

ROCKEROS TAN JUDÍOS COMO JESUCRISTO

Cuesta ver a los estrafalarios Gene Simmons y Paul Stanley, de Kiss,ejerciendo de judíos, pero la realidad es que lo son 


El rock & roll no sabe de etnias, pueblos, creencias, culturas…, y por eso hay grandes figuras de cualquier procedencia. Por ejemplo del judaísmo. Así, no pocos rockeros de primera fila comparten orígenes con el judío más importante de la Historia, Jesús de Nazaret. Por otro lado, sin embargo, la ascendencia semítica no parece haberles influido (al menos aparentemente) en su carrera artística   

Casi todo el mundo conoce algo de la historia del judaísmo, e igualmente sería fácil mencionar a algunos de los judíos que han dejado huella en la Historia.  Entre estos están varias de las figuras del rock & roll, que serán recordados por músicos y no por hebreos.

Tal vez sea Bob Dylan el más famoso de los que reúnen la condición de semita y de gran personaje del rock. Su linaje es cien por cien judío. Sus abuelos hablaban yiddsh y sus padres eran practicantes muy activos, y de niño pasaba sus vacaciones en un campamento para judíos. No extrañará, por tanto, que en algunas de sus letras se note un profundo conocimiento de la tradición judía. Pero, como es sabido, a finales de la década de los setenta se convirtió al cristianismo, aunque pocos años después retornó a sus ancestrales creencias. Finalmente se ha definido a sí mismo como un cristiano judío comprometido. La respuesta debe estar en el viento.

Cualquier interesado en este negocio del rock & roll sabe de Ramones, aunque tal vez no sea tan conocido que su cantante era judío. Sí, Jeffrey Ross Hyman, Joey Ramone, lo era. Al parecer, sus padres se conocieron en un centro de reunión de Nueva York frecuentado por judíos solteros al término de la Segunda Guerra Mundial. No consta que Joey fuera un devoto practicante, sin embargo, tal vez en privado se pusiera el kipá y leyera la Torá, ya que en 2005 (cuatro años después de su muerte) recibió uno de los Premios de la Música Judía. Era menos judío que punk-rocker, igual que Sheena.

Otro judío triunfador en el planeta del rock es Paul Simon. Según uno de sus allegados, Simon tuvo la ‘típica infancia de un judío de Nueva York’; apasionado de la música y del béisbol, él mismo contó que escuchaba por radio los partidos de los Yakees junto a su padre (judío de ascendencia húngara, como su madre). En pocas de sus canciones hay referencias al judaísmo, y casi nunca ha manifestado abiertamente si es o no creyente (a diferencia de Dylan o Leonard Cohen). Sin embargo sí que ha cumplido con el precepto de viajar a Jerusalén; durante su más reciente visita le obsequiaron con un ‘shoffar’, un instrumento musical de los rituales judíos. Tal vez lo toque cuando cruce ese puente sobre aguas turbulentas.

Marc Bolan, líder de T-Rex y una de las grandes figuras del glam rock, era hijo de un camionero de ascendencia judía askenazi y procedencia polaco-rusa llamado Simeon Feld (la askenazi es una rama judaica que, tras la diáspora, se asentó cerca del río Rin y luego en el centro y este de Europa). Fue criado en la tradición familiar (aunque su madre era gentil), y siempre manifestó estar orgulloso de su origen hebraico. De todos modos, a este respecto declaró: “Creo en un Dios pero no tengo religión”. Fue un verdadero gurú del metal.

Dos de los integrantes de Kiss también tienen ancestros judíos. El bajista Gene Simmons se llamaba Chaim Witz y nació en Haifa, Israel, pero cambió su nombre por el de Eugene Klein (luego Gene) cuando se mudó a los Estados Unidos a los nueve años. Su madre y su tío Larry, procedentes de Hungría, fueron  los únicos miembros de su familia que sobrevivieron a los campos de concentración nazis; su padre, Ferenc Witz, se quedó en Israel. Asistió a una escuela judía y ello le marcó, pues ha declarado sentirse muy cercano a su herencia: “Soy judío, soy un extraño en Estados Unidos”. En 2011 viajó a Israel, donde conoció a sus hermanastros y donde sorprendió a todo el mundo hablando en perfecto hebreo (también habla alemán y húngaro). Fue nombrado ‘Hijo predilecto de Haifa’. Por su parte, Paul Stanley, guitarrista y cantante de Kiss, se llamaba Stanley Harvey (o Bert) Eisen. Su padre era de origen polaco y su madre había huido de la Alemania nazi. Fue criado como judío, pero no de modo estricto, de hecho, nunca tuvo su ‘bar mitzvah’. Una vez explicó que “cuando era chaval era el único niño judío en un vecindario irlandés”, o sea católico. Curiosamente, otros que integraron Kiss también tenían ancestros hebraicos, como Bruce Kulick y Eric Singer. Todos fueron creados para amarte.

Uno de los grandes iconos del rock estadounidense es Lou Reed, cuyo padre tenía un apellido tan judío como Rabinowitz, de modo que al llegar a Nueva York lo cambió; o sea, Lou Reed nació como Lewis Reed. Y parece que, a pesar de que sus padres eran judíos conservadores y practicantes, él nunca estuvo por observar estrictamente la religión, al revés, era un trasto, un transgresor. Cuando le preguntaba no negaba su ascendencia judía, aunque proclamaba con orgullo que su dios siempre fue el rock & roll. Y tal cosa se nota al escuchar sus canciones y sus letras, su guitarra y su actitud, que siempre lo empujó a caminar por el lado salvaje.

Ser judío o gentil, esquimal o bosquimano no está reñido con el rock, de hecho, no se tiene conocimiento de ninguna creencia religiosa que diga nada en contra del rock & roll.

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 10 de abril de 2019

LA PARADOJA DE LAS TEORÍAS ‘CONSPIRANOICAS’

Si la Tierra fuera plana todos los continentes recibirían la luz del sol a la vez, pero al ver por la tele el tenis desde Australia se ve que  es de noche y aquí de día. Pero el 'conspiranoico' no querrá ver la evidencia.


Resulta verdaderamente contradictorio que en plena época de la información, cuando más acceso se tiene a todos los medios de comunicación, más éxito tienen las historias sobre tremendas conspiraciones. Se difunden y son aceptadas hoy varias creencias conspiranoicas que, sorprendentemente, son ‘compradas’ por personas razonablemente ilustradas y con cierta formación. Lo curioso es que quien milita en una de esas creencias habla de las demás con desprecio sin darse cuenta de que, en realidad, todo es lo mismo.

Esta es la paradoja: defender con todo entusiasmo la existencia de una gran conspiración mundial a la vez que se rechazan airadamente las otras. De este modo, el creyente de esta o aquella utiliza contra las demás los mismos o parecidos argumentos que se le exponen para contradecir la suya. Sin embargo, no hay diferencias, ya que todas las teorías conspiranoicas son desvaríos que chocan contra la evidencia.   

Los expertos en conspiraciones auténticas, esos que se han visto envueltos en ellas o los que las estudian, las investigan y las combaten, los que saben de qué va esto, afirman que una conspiración sólo puede tener posibilidades de éxito cuando son pocos los implicados, cuanto menos mejor. Y esto es así porque cuando hay decenas, cientos o miles de envueltos en la trama, no es que se corra gran riesgo de delación, sino que será casi una certeza, puesto que siempre habrá quien hable más de la cuenta para hacerse el importante, o quien quiera aparecer como un héroe, o quien caiga en la tentación de convertirse en rico y famoso por desenmascarar el complot, o quien descuidadamente diga una palabrita de más, o incluso el que pueda tener remordimientos por participar en una mentira… En fin, con muchos conspiradores las posibilidades de que todo se descubra tienden al cien por cien. Así lo explicó uno de los implicados en el escándalo ‘Wateregate’, quien afirmó que, a pesar de estar todos entrenados en la mentira y no ser muchos (unas pocas decenas), en el momento en que empezaron a hacer preguntas empezaron las contradicciones, y los investigadores no tardaron en relacionar respuestas, con lo que en poco tiempo todo se descubrió.    

Sin embargo, las principales teorías conspiranoicas, las que más adeptos tienen, exigen que miles e incluso millones de personas ‘estén en el ajo’, o sea, que conozcan el engaño. Entre las más difundidas y ‘aceptadas’ están la de ‘la Tierra plana’, la de los ‘antivacunas’, la que niega la llegada a la luna, la de los ‘chemtrails’ (que dice que la estela de los aviones es producto químico)…, y entre las ‘históricas’ pueden recordarse la que sostiene que los campos de concentración y las cámaras de gas fueron un montaje, la que dice que Hitler consiguió escapar, la que defiende que el club Bilderberg mueve los hilos del mundo…

El disparate que proclama que la Tierra es plana resulta hilarante y se podría rebatir con infinidad de argumentos, aquí va uno muy simple. Si la Tierra fuera plana todos los continentes recibirían la luz del sol a la vez, sin embargo, cuando se ve por la tele el Abierto de Australia de Tenis se comprueba que allí es de noche y aquí el sol está en todo lo alto. Los ‘terraplanistas’ dirían que todo es un montaje, un truco televisivo, lo que querría decir que estarían implicados los árbitros, recogepelotas, comisarios, entrenadores, patrocinadores y jugadores, los diez mil espectadores en vivo y, en realidad, todos los australianos, todos los cuales deberían se habrían conchabado para engañar al resto del planeta. ¿Es posible que alguien defienda tamaña necedad? Además, ¿qué objeto tendría este amaño?

El mismo argumento sirve para quienes están convencidos de que las vacunas causan enfermedades como el autismo. Si así fuera habría cientos de millones de autistas, ya que son cientos, seguramente miles, los millones de personas que se vacunan. Sin embargo no es así; además, estarían pringados todos los que trabajan en la sanidad (pública y privada), empresas farmacéuticas y sus trabajadores, distribuidores, farmacéuticos, estamentos encargados del control de medicamentos…, en fin, otra vez millones de conspiradores. Esta supuesta conspiración encaja dentro de la mente de quien cree que el sistema siempre está buscando formas de sojuzgar, controlar, mediatizar a la población mundial.

Los que niegan la llegada a la luna no caen en la cuenta de que el proyecto involucró a miles de especialistas, y que si hubiera sido un fraude (no sólo el primer alunizaje, sino los seis que hubo de 1969 a 1972) sería imposible que alguno de esos técnicos no se hubiera ido de la lengua antes o después; claro que a lo mejor hay quien piensa que los técnicos también fueron engañados, pero ¿quién podría engañar a los máximos especialistas mundiales en su especialidad?

Lo ‘conspiración’ de los ‘chemtrails’ es de las más recientes. Dicen sus defensores que las estelas de condensación de los aviones son productos químicos que poderes oscuros (gobiernos, grandes empresas, tenebrosas organizaciones) lanzan para contaminar a la población. No hay que ser un experto para saber que desde esa altura (10 kilómetros) no es eficaz la fumigación por que se expandirá y no se sabrá dónde ni cuándo caerá, es decir, afectaría a muchos de los implicados y sus familias. Y nuevamente está la cantidad de gente (pilotos, tripulaciones, trabajadores, empresas, directivos) que conocería la conjura.  

El problema es que dan igual las evidencias que se pongan sobre la mesa, quien está convencido de que la conspiración existe no sólo no cambiará de idea, sino que puede acusar a quien le contradice de estar con los que manejan el engaño.

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 7 de abril de 2019

MICK JAGGER, OPERADO DEL CORAZÓN: BATALLITAS Y RECUERDOS DE SUS 75 AÑAZOS

A pesar de verse obligado a pasar unos días en el taller, Jagger lleva muy bien sus tres cuartos de siglo.


Es una de las personas más famosas del planeta, de modo que cuando genera alguna noticia, el nombre de Mick Jagger aparece en las portadas de la prensa mundial. Tal cosa acaba de ocurrir (IV-19), ya que el eterno cantante de los Rolling Stones, al igual que muchos de su edad, ha tenido que pasar por quirófano para que le ‘reparen’ el corazón. Camino ya de convertirse en octogenario, Jagger podría contar infinitas ‘batallitas’ 

Las grandes estrellas del rock, llegadas a cierta edad, están sujetas a las mismas debilidades que el común de los mortales, incluso más, ya que la mayoría han bailado muchísimas veces sobre el exceso, con lo que suelen presentar más ‘desgaste’ que la mayoría. Mick Jagger no es el único, de hecho podría hacerse una larga lista de grandes nombres del rock que han tenido que poner sus rockeras vidas en manos de los galenos. En todo caso, los 75 años largos del ‘rollingstone’ han dado para mucho.

Como los más iniciados saben, Mick Jagger nació en plena Segunda Guerra Mundial, en 1943, cuando Londres recibía casi a diario una lluvia de bombas, un auténtico ‘huracán de fuego cruzado’, como dice el primer verso del ‘Jumpin´ Jack Flash’. Cuenta él que, como no había tele ni otras diversiones, su familia se entretenía montando pequeños festivales de música y baile en casa. Luego empezó a frecuentar ‘malas compañías’, o sea, gente metida en eso del rock & roll, afición que fue en aumento en contra de la opinión de papá y mamá (profes ellos). Aunque siempre tuvo de rebelde, la familia le mantuvo dentro de los límites, algo que mucho después reconoció: “Cuando eres joven y tienes cerca a la familia, eso te ayuda a no perder la cabeza después”.

Pero eso sería mucho más tarde. Con poco más de veinte años Mick ya anunciaba lo que iba a ser. En 1964 los Stones aterrizaron en Estados Unidos. Él recuerda que ciudades como Nueva York o Los Ángeles le parecieron “maravillosas”, pero el resto le hizo torcer el gesto. Dijo: “Era una sociedad muy represiva y cargada de prejuicios, empezando por el racismo, que estaba en todas partes. Además, la actitud de la mayoría de la gente era retrógada, con un pensamiento muy anticuado. En este sentido la sociedad estadounidense me sorprendió por su estrechez mental”. No, no parece haber tenido una buena primera impresión, aunque pronto comprendió que tener éxito en Estados Unidos era tenerlo en todo el mundo.  

En la larga y agitada historia de Jagger y los Stones hay abundantes malos tragos, pero tal vez el peor se produjo allí, en Usa, en el festival de Altamont, California, en 1969. Alguien tuvo la pésima idea de contratar a los motoristas ‘Hell´s Angels’, los Ángeles del Infierno, como servicio de seguridad. Con tales matones dotados de autoridad, la cosa acabó como tenía que acabar: muertos y heridos. Uno de sus hombres de confianza explicó que “Jagger estaba destrozado, abatido, igual que los demás cuando se supo lo del asesinato”. Él mismo explicó: “Fue una de las experiencias más horribles de mi vida…, y no dejaba de pensar en lo mal que lo tenían que haber pasado las familias de los muertos”. También tuvo palabras gruesas para los ‘angelitos’ de marras, los cuales se sintieron tan ofendidos que quisieron hacerle pagar su desprecio: el FBI informó posteriormente que los matones motorizados planearon asaltar su casa de Long Island y matarlo, pero la cosa quedó en nada, pues los moteros cambiaron ‘el cerdo’ (la Harley) por un barquito para acceder a la casa, y como se desató una tormenta tuvieron que volver nadando, o casi. El tema que sonaba en el momento de mayor violencia en Altamont era ‘Sympathy for the Devil’, por lo que el cantante asoció la canción con el suceso, a causa de lo cual pasó mucho tiempo antes de que volvieran a tocarla.      

Muchas otras veces los acompañó el escándalo, algunas asociado a las letras de sus canciones. Una vez preguntaron a Jagger en qué estaba pensando cuando escribió ‘Brown sugar’, él dijo: “Pues no lo sé, de verdad, no lo sé. Recuerdo que la escribí en Australia, pero no recuerdo dónde ni muchísimo menos qué tenía en la cabeza”. Otras veces dijo que se refería a una chica, y de todos modos se le puede creer cuando afirma no recordar. Lo que sí tiene bien presente es que casi todos sus títulos emblemáticos surgieron estando de gira: “En esos momentos te sientes inmerso en tu grupo y tu música; creo que es el mejor momento para escribir. Acabas el concierto, vas al hotel, comes algo, te tomas unas cervezas y luego, en la habitación, te pones a escribir y todo sale. Yo era capaz de escribir una docena de canciones en un par de semanas de gira. El viaje me proporcionaba muchas ideas”. Aunque otros fueron “producto de la imaginación calenturienta de adolescente”.

Keith Richards, el ‘stone’ más calavera, lleva junto a él desde… “No puedo recordar cuándo lo conocí”. El caso es que la relación con un tipo con tal querencia al droguerío como Richards no debe ser fácil, tal vez de ahí venga su célebre mutuo sentimiento de amor-odio. Lo que resulta sorprendente es que la pareja haya durado tanto, sobre todo por el choque de egos, que tantos dardos verbales mutuos ha producido; y también por lo de las drogas. “No sé como manejé la cosa, nunca es fácil tratar con adictos a las drogas, puesto que sólo piensan en la siguiente dosis y lo demás es muy secundario”. Sorprendentemente, “Aunque cuando se metía heroína era difícil estar y trabajar con él, por muy colocado que estuviera no perdía creatividad, pero se volvía muy lento. Todo esto afectó al grupo. Pero nunca he hablado seriamente con él sobre este asunto, no sé qué siente ni qué recuerda”.
Otro de sus compañeros, Brian Jones, también vuelve una y otra vez, como un fantasma del pasado, a la cabeza de Jagger. Muerto en extrañas circunstancias en su piscina en agosto de 1969, Jones era el más salvaje de los Stones, ingería todo lo que pudiera colocar y abusaba de todo lo que caía en sus manos. El cantante recuerda que “la última vez que se le vio interesado, implicado de lleno en la banda fue durante la grabación de ‘No expectations’, en mayo del 68”, y es que “era muy paranoico, lo peor que te puede pasar en este mundo”. Llegó un momento en que Brian era incapaz de sujetar la guitarra, por lo que Jagger y los otros decidieron prescindir de él, despedirlo. “Quizá fui algo infantil, pero éramos tan jóvenes…, y él se había vuelto celoso, manipulador…”.

Siempre ha tenido fama de mujeriego, y parece que bien ganada. Alguno de sus biógrafos asegura que ha salido con unas ¡4.000 mujeres! (más de 70 cada año si empezó con 20; ¡qué capacidad de trabajo, qué constancia!), algunas con tanto renombre como Margaret Trudeau cuando era esposa del presidente de Canadá Pierre Trudeau. O Carla Bruni, que había tenido otros amantes como Eric Clapton o el mismísimo Donald Trump; sin embargo parece que fue Jagger quien más dentro le llegó, ya que cuando Mick le dijo que volvía con su esposa Jerry Hall, Carla creyó que "nunca lo superaría”. Luego de separarse de Hall, Mick se fijó en otra famosa, Angelina Jolie. El descanso le vendrá bien.

Sorprende que con tanta vida social no soporte las entrevistas, y cuando accede exige que no pase de veinte minutos y que sólo trate de música. “Es que ya no lo necesito, así que ¿por qué voy a pasar por ello? Además, parece que la gente quiere que siempre seas como en 1969, como si con ello volvieran a aquel momento”.

Lo que está claro es que ha sabido mantenerse, de modo que, con las reparaciones necesarias, habrá Mick Jagger durante mucho tiempo.  

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 3 de abril de 2019

CUANDO SE SALE DE SU MAGISTERIO EL PAPA PUEDE EQUIVOCARSE

Infalible cuando trata asuntos teológicos, el Papa puede equivocarse cuando habla de temas terrenales, y de hecho se equivoca.


Algunas declaraciones recientes (IV-19) del Papa Francisco han provocado perplejidad y desconcierto en parte de la comunidad católica. Siempre que lo publicado coincida al cien por cien con lo dicho por Su Santidad (salvedad que permanentemente hay que tener en cuenta), da la impresión de que hace afirmaciones bastante alejadas de su magisterio, es decir, está vertiendo opiniones acerca de cuestiones de índole más mucho más ‘terrenal’, con lo que, al pisar esos terrenos, deja de ser infalible

En cuanto a cuestiones teológicas, cristianismo e Iglesia Católica, el Papa tiene una autoridad indiscutible, o sea, es infalible. Sin embargo, cuando se aparta de ese magisterio, pierde tal facultad y queda expuesto a la tan humana equivocación. El Papa Francisco viene haciendo en los últimos meses manifestaciones sobre temas ajenos a la religión (y no es que no tenga derecho a expresar lo que piensa, ¡faltaría más!), y entonces sí que cabe la discrepancia.  

Hace apenas unos días, preguntado por cuándo visitaría España, respondió: “Cuando haya paz”. Si tal respuesta se produjo tal cual (que puede que no fuera exactamente así) quiere decir que el Papa cree que en España hay una guerra, cosa que, evidentemente, no es verdad. Lo más seguro es que esté mal informado, por lo que tal pensamiento puede ser refutado fácilmente.

Por otro lado, meses atrás, afirmó el Papa Francisco que “Tirar la comida es robar”. Si lo dijo de ese modo, también se le puede rebatir, puesto que tirar la comida es un acto insolidario, inmoral, inhumano, deshonesto, indecente…, pero no es robar, no es apropiarse de algo ajeno. En temas de lingüística también se puede contradecir al Obispo de Roma.
En no pocas ocasiones ha cargado contra los países que no permiten la entrada libre, o sea, que controlan la inmigración. Cierto que los que huyen de su casa (por necesidad, violencia, guerra) deben ser socorridos, lo que no es lo mismo que abrir las fronteras y poner el cartel de ‘entrada libre’, ya que tal cosa desordenaría los países con, seguro, muy indeseables consecuencias. Sin duda, Su Santidad tiene presente lo de ‘dar de comer al hambriento y acoger al caminante (hoy emigrante)’, pero la mejor forma de combatir aquellas desgracias no es animar a abandonar en masa los países de origen, ya que éstos se quedarían sin jóvenes y sin futuro, por no hablar de que la desertificación avanzaría incontrolablemente. Lo razonable es invertir recursos y esfuerzos en origen. En fin, que la geopolítica internacional no es terreno en el que el Papa sea una autoridad. 

En 2015, en Bolivia, dijo: “… pido perdón por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. A continuación habló de la independencia de Sudamérica con palabras muy severas para España (“falta de libertades, saqueadores”). Aquí, Su Santidad cae en un error de bulto, porque las culpas son individuales (de Fulanito y Menganito); y porque cae en la trampa de juzgar hechos y personas de hace medio milenio con mentalidad de hoy; y porque no cae en la cuenta de que esos crímenes se llevaban a cabo no sólo en América, sino que se perpetraban en todo el mundo, incluyendo la América precolombina; y porque quienes cometieron esos crímenes eran criminales al margen de la leyes españolas; y porque aquellos pueblos vivían en la más primitiva barbarie; y porque muchos otros pueblos han sido invadidos y masacrados a lo largo de la Historia, no sólo los americanos, y por tanto también tendrían derecho a exigir disculpas… De hecho, ningún pueblo o colectivo ha recibido desde el Vaticano los palos que el Papa Francisco ha propinado a España. En resumen, en esta materia, el parecer del Santo Padre es discutible.

En fin, cuando el Papa habla sobre asuntos ajenos a su magisterio su opinión es tan discutible como la de cualquier otro, es decir, es tan falible como los demás. Por eso, si se posiciona políticamente, si asume los presupuestos de una ideología, correrá riesgo evidente de equivocarse.

Sólo es infalible si sentencia sobre Teología, por ejemplo cuando afirma: ‘Messi no es Dios”. Indiscutible.

CARLOS DEL RIEGO