Con esas herramientas es imposible el acuerdo y la paz
Desde los años treinta del siglo
pasado se han hecho hasta cinco propuestas reales y firmes para que palestinos y
judíos se repartieran el territorio y, así, formar cada uno su propio estado.
Mientras que los judíos estuvieron de acuerdo en casi todos los casos, los
palestinos rechazaron obstinadamente toda posibilidad de tratado, pues
consideraban que conceder cualquier derecho territorial a los judíos era
impensable
Quienes más se interesan y más saben
de este enrevesado asunto son capaces de retroceder en el tiempo hasta, más o
menos, el siglo XIII o XIV antes de Cristo. Se sabe que los filisteos (de donde
surgirá el término palestinos y Palestina, latinización de términos griegos,
arameos…) llegaron desde el Egeo por esa época; se sabe que lucharon contra
diversas tribus hebreas, que estaban ya allí o llegaron poco antes o poco
después. Siempre vencían los filisteos, pues tenían armas de hierro, mucho más
eficaces que las de bronce de los hebreos… En los siglos y milenios posteriores
aquella tierra fue escenario de infinitos enfrentamientos.
Ya en el siglo XX, en 1917, se
proclama la Declaración Balfour, que proponía la fundación de un estado judío
en Palestina, que entonces formaba parte del Imperio Otomano. Posteriormente,
ante la imposibilidad de que judíos y palestinos acercaran mínimamente sus
exigencias, se produjeron varios intentos por parte de la comunidad
internacional de redactar posibles acuerdos que siempre incluían la formación
de un estado palestino. Desde los primeros momentos los judíos aceptaron
dividir el territorio y crear dos estados, puesto que estaban convencidos de
que lo primero es tener un estado y luego, con el tiempo, ya irá creciendo y
tomando forma. Desgraciadamente los palestinos no aceptaban nada si se quedaban
allí los judíos, les daban igual las propuestas.
En enero de 1937, Hajj Amin Husseini,
el Mufti de Jerusalén, que se erigió en el plenipotenciario palestino, rechazó
tajantemente la propuesta de la Comisión Peel británica liderada por Lord Peel,
en la que ofrecía el establecimiento de dos estados en Palestina, uno para
árabes y otro para judíos. Éstos aceptaron, pero no hay acuerdo si una parte no
quiere.
En noviembre de 1947 la ONU propuso
otro plan de partición (resolución 181), el mismo Mufti se negó a adoptar la
propuesta de partición de la ONU que ofrecía establecer dos estados, uno judío,
el otro árabe, con un área de control internacional en Jerusalén y Belén.
Inglaterra, que tenía entonces el mandato sobre la zona, se retiraría el año
siguiente y, un par de meses después, ambos estados serían reconocidos. El plan
incluía el respeto por los dos cultos y por las minorías. Los judíos
colaboraron en todo con la ONU, pero los árabes con el Mufti a la cabeza, se
dedicaron a boicotear cualquier reunión y, por supuesto, no aceptaban nada que
incluyera la presencia de judíos en la zona.
El sucesor del mencionado Mufti
Husseini fue Yasser Arafat, representante de la Autoridad Palestina en la Cumbre
de Paz de Camp David en julio del año 2000; Ehud Barak fue el diplomático judío
y Bill Clinton el anfitrión. Hubo algún acuerdo, pero sólo de buenas
intenciones: evitar la guerra, evitar acciones unilaterales…, pero en el fondo
nada. Arafat proclamó que no se les daba lo suficiente, y los judíos que no
podían ofrecer más. Clinton dijo que el fracaso de las conversaciones se debía
a la obstinación de Arafat, que nunca hizo ninguna propuesta ni contraoferta ni
nada que buscara acuerdo. En todo caso Yasser Arafat rechazó cualquier acuerdo
que incluyera el Estado de Israel, e incluso se negó rotundamente a reconocer
su existencia.
En noviembre de 2001 se celebró la
Conferencia de Taba (Península del Sinaí, Egipto). Nuevamente el presidente de
la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, rechazó la propuesta de paz que habría
establecido un estado palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza con
Jerusalén Este como capital; hay que dejar claro que en esta ocasión Israel
exigió no devolver los asentamientos judíos en Jerusalén Este. Saeb Erekat, el
negociador palestino, dijo que ambas partes estuvieron muy cerca de llegar al
entendimiento, pero el fin de la presidencia de Clinton y la candidatura de
Barak a la presidencia de Israel dejó todo en el aire; y todo se convirtió en
papel mojado con la llegada de Ariel Sharon a la presidencia israelí.
Finalmente, en 2008, Mahmoud Abbas,
entonces presidente de la Autoridad Palestina, rechazó otra propuesta de paz
del primer ministro israelí, Ehud Olmert. Esta proposición volvía a ofrecer un
estado palestino en Cisjordania (prácticamente toda) y la Franja de Gaza, con
Jerusalén Este como capital. Otra vez estuvieron cerca de llegar a un acuerdo,
pero los grupos terroristas palestinos lo boicotearon, lo rechazaron y amenazaron
a sus propios representantes si se llegaba a firmar algo con los judíos.
En todas esas ocasiones Palestina pudo
aceptar las condiciones (por malas que les hubieran parecido) y conseguir un
estado propio, con representación, voz y voto en la ONU y en todos los
organismos internacionales. Y a partir de ser y presentarse como una nación, un
país, un estado soberano, podrían continuar mucho más eficazmente con sus
reivindicaciones, exigiendo derechos y demandando territorios mediante la
diplomacia. Pero cualquier acuerdo exigía el reconocimiento de Israel, y antes
que pasar por ahí los palestinos están dispuestos a no tener nunca una patria
reconocida internacionalmente.
Desgraciadamente los que mandan
actualmente en Palestina, la organización terrorista Hamás, prefieren cualquier
cosa, cualquier situación, cualquier guerra antes que convivir con los judíos,
los cuales suelen responder con dureza desproporcionada y ciega (y en su
momento también recurrieron al terrorismo con grupos como Irgun o Stern). Y con
estas condiciones es imposible cualquier acuerdo que conduzca a la paz.
CARLOS DEL RIEGO
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