miércoles, 28 de septiembre de 2022

LA SUPERPOSICIÓN DE CULTURAS NO FUE ALGO EXCLUSIVO DE AMÉRICA, SINO UNA CONSTANTE EN LA HISTORIA

 

Roma impuso su cultura, lengua y legislación a todas las culturas de su imperio (expansión máxima, año 117 d d C.)


Los indios empezaron a usar pantalones en una muestra de mestizaje cultural 

(Códice Florentino)

Una de las principales acusaciones del indigenismo americano (tanto del auténtico como del impostado) contra los conquistadores españoles es la ‘destrucción’ de las culturas indígenas y sus tradiciones. Sin embargo, no se tiene en cuenta que, a lo largo de la Historia, siempre se ha producido una superposición de la cultura conquistadora sobre la nativa. Esto sucedía muchos siglos antes de que se tuviera noticia de la existencia de América

Las invasiones, las conquistas o la toma de ciudades o territorios a sangre y fuego es una constante en el devenir histórico en todas partes. Por eso, cuando los que reivindican la herencia indigenista americana insultando, exigiendo reparación y el borrado histórico de la presencia española, parece que quieren dar a entender que lo sucedido en la conquista de América fue algo único, algo que no se había producido nunca en ninguna parte. Pero basta con un mínimo conocimiento de cualquier época para darse cuenta de que aquello no fue algo extraordinario, sino lo el procedimiento habitual. Por el contrario, la llegada de los conquistadores españoles a América supuso la preservación de muchas de las culturas precolombinas.

Desde que hay civilización hay invasión. Por ejemplo, en la Península Ibérica florecían múltiples pueblos con cultura, lengua, tradición y religión propias que fueron arrinconadas al llegar otros más fuertes; así Tartesos, una civilización riquísima de la que habla incluso La Biblia, la cual fue borrada a mediados del primer milenio antes de Cristo por los cartagineses. Al llegar Roma existían en Iberia muchos pueblos con sus propias leyendas, mitos, creencias y costumbres (astures, galaicos, lusitanos, bastetanos, carpetanos, cántabros, vetones…), todo lo cual fue prácticamente anulado, olvidado ante el empuje de las legiones, la lengua, la cultura, la tradición, la literatura y el derecho romanos. Luego los suevos, alanos, vándalos y visigodos se impusieron e impusieron lo suyo a base de apartar lo que había. Así podría continuarse con todas las invasiones sufridas por este territorio a lo largo de tres mil años.

En el resto de Europa los hechos estaban cortados por idéntico patrón. Julio César aplastó a los galos con sus legiones, pero pronto se impuso el latín, el derecho, la cultura y tradición romanas sobre la lengua, los usos y tradiciones galas. Más tarde, en la vieja Europa se produjeron infinitas invasiones procedentes del este y del norte (hunos, normandos, godos, sajones, alamanes…), y siempre se llevaban a cabo a sangre y fuego, y nadie se paraba a reflexionar sobre lo conveniente de preservar las culturas autóctonas. En el resto del mundo las cosas se hacían de igual modo: los musulmanes impusieron su religión, lengua y cultura en todos los territorios que conquistaron (excepto en Hispania, el único del que fueron expulsados), y para ello eliminaron cualquier vestigio de las civilizaciones preexistentes. La invasión de los mongoles fue devastadora para Asia; por ejemplo, el nieto de Gengis Khan asaltó, saqueó y quemó la ciudad de Bagdad en el año 1258, destruyó los sistemas de irrigación que había en Mesopotamia desde hacía milenios y, no contento con ello, ordenó sembrar con sal los campos para que se volvieran estériles…, es decir, se tomo muchas molestias para suprimir esa cultura.

Y en la América precolombina las cosas no eran distintas. Las culturas dominantes (aztecas en Mesoamérica, incas en el sur) impusieron por la fuerza todas sus costumbres, mitologías y tradiciones, y antes de esas ya hubo otras que invadían, ocupaban y se superponían. Todas las culturas invasoras se impusieron a las preexistentes.

En resumen, todas las conquistas y ocupaciones que en el mundo han sido en los últimos cinco milenios tienen un denominador común: invariablemente se llevaron a cabo con la máxima violencia y con la intención de implantar el pensamiento y la civilización del más fuerte. Por ello no parece razonable acusar a España de hacer lo mismo que se hacía y venía haciendo en todo el mundo, América incluida.

 Además, lo poco o mucho que se sabe de las culturas nativas americanas es gracias a los misioneros y cronistas españoles. Hay que tener en cuenta que todas aquellas civilizaciones precolombinas eran ágrafas, o sea, desconocían la escritura, de manera que no tenían forma de preservar su cultura; eso cambió con la llegada de los clérigos e historiadores, muchos de los cuales se tomaron la molestia de aprender las lenguas autóctonas y luego pasar a papel todo lo que pudieron.

 ¿Que la llegada de los españoles dañó las culturas preexistentes?, sin duda, pero no se puede señalar ese hecho como algo único, algo extraordinario que hay que combatir incluso hoy, puesto que tal cosa se ha venido repitiendo una y otra y otra vez a lo largo de la Historia y en todos los continentes. Es estúpido juzgar el pasado y tratar de adaptarlo a la mentalidad contemporánea. La Historia sucedió y es inútil enfadarse con lo sucedido.

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 25 de septiembre de 2022

CÓMO RECUERDAN SUS PROTAGONISTAS LA PORTADA DEL ‘LONDON CALLING’ DE THE CLASH

        

Foto original usada para la portada del disco



Estado en el que quedó el bajo Fender de Simonon tras aquel arrebato 

(Museo de Londres)

Cuando los elepés dominaban la industria discográfica era muy habitual que las portadas se convirtieran en emblemas, en símbolos de identificación. Una de las portadas más recordadas y fáciles de reconocer, sobre todo para los que ya estaban en esto del rock & roll a finales de los años setenta, es la del doble Lp ‘London calling’ de The Clash. Quienes hicieron posible aquella icónica imagen del punk de primera hora contaron qué pasó en aquel momento

Contemplar esa inconfundible portada equivale, para muchos, a escuchar aquellas fabulosas canciones…, casi. Sus protagonistas son, lógicamente, la fotógrafa que captó la imagen y el músico que estampa el bajo contra el suelo; ambos han contado varias veces sus recuerdos de aquellos instantes. 

La composición de la portada y las letras están ‘inspiradas’ (casi copiadas) del primer disco de Elvis Presley (1956); y también puede aceptarse que eso de romper instrumentos lo hicieron The Who antes, pero lo que representa este magistral doble álbum desde primera vista (antes incluso de la primera escucha) es la actitud puramente rock & roll y la ira del punk de los setenta, todo ello capturado en una imagen sin preparación, sin planificación…, fue puro instinto rock.      

Todo sucedió en el Palladium de Nueva York el 21 de septiembre de 1979. El potente bajista Paul Simonon recuerda: “El concierto iba muy bien en general, pero yo, en el fondo, no estaba satisfecho con cómo estaba tocando. Así, en un momento determinado, sentí el impulso de desquitarme con el bajo y lo estampé. Si hubiera sido un poco más inteligente, si lo hubiera previsto habría cogido el bajo de repuesto, que no era tan bueno ni tan caro como el que destrocé. En cuanto a la foto, al verla ahora pienso que debería haber levantado un poco la cara para que se me viera. Pero todo fue instintivo, inesperado, repentino”. En realidad, eso es rock & roll. 

El otro protagonista de la instantánea es la fotógrafa británica Pennie Smith. Trabajaba para la revista New Musical Express y en aquel momento acompañaba a The Clash en su gira por EE UU. Desde el primer momento a  Smith no le gustó aquel disparo, de modo que se opuso a que fuera usado como portada del tercer disco de los Clash, puesto que “está ligeramente fuera de foco, ya que estaba retrocediendo porque me parecía que Paul me podía sacudir con el bajo”, contó. Mucho después, en 2003, explicó: “Está muy bien recibir todos esos elogios, pero actualmente no puedo contemplar esa imagen. Además, se ha usado muchas veces, modificándola, distorsionándola…De todos modos, hice muchas otras fotos del grupo mucho mejores por diversas razones. Bueno, sí, la foto termina por gustarme, pero la he visto tantas veces…, ya no experimento aquel sentimiento visceral, ya no siento la excitación de aquel momento. Hoy son las canciones de The Clash las que me llevan a aquella sensación”. 

Paul Simonon reflexionaba: “Cuando salió ese disco de Elvis, en los cincuenta, el rock & roll parecía muy peligroso. Y supongo que cuando sacamos nuestro disco, el rock era algo peligroso”. 

Siempre es buen momento para sacar ese ‘London calling’ y admirar su portada mientras se escucha cualquiera de sus cuatro caras. 

CARLOS DEL RIEGO

 

jueves, 22 de septiembre de 2022

LOS VIAJES A LO DESCONOCIDO DE LOS MARINOS ESPAÑOLES EN EL SIGLO XVI QUE MOSTRARON AL MUNDO CÓMO ES

  


Había que tener un temple especial para embarcarse en esos insalubres cascarones hacia mares y tierras absolutamente desconocidas

Hace medio milenio en España se proyectaban, armaban o partían expediciones hacia lo desconocido casi todos los días. La ilusión de la fama y fortuna eran los principales objetivos, pero también existía una atracción irresistible por la aventura y la satisfacción de llegar antes que nadie a tierras remotísimas y totalmente desconocidas para el Viejo Continente. De ahí la gran cantidad de gestas descubridoras que protagonizaron los marinos hispanos a lo largo del siglo XVI que mostraron al mundo cómo es Inglaterra, Holanda y otros países europeos jamás han podido disimular la insana y eterna envida que tienen a España a causa de las increíbles hazañas de los marinos y descubridores españoles. Aquellos países del norte siempre se creyeron superiores a ese país mediterráneo, por lo que nunca han podido disimular los celos y la rabia que les produce que fuera España (a quien tenían por atrasada en todo) el que realizara aquellos prodigiosos viajes.

Y es que a partir del de 1492, las naves que partían mayoritariamente de puertos andaluces emprendían peligrosísimas travesías para encontrar, situar y cartografiar lugares que nadie (aparte de los nativos) había visto jamás. Con posterioridad, aprovechándose de los mapas e indicaciones realizadas por los cartógrafos y navegantes extremeños, vascos, andaluces, gallegos…, llegaban los veleros ingleses, holandeses, franceses y de las demás potencias marítimas y, sin reparo ni escrúpulo alguno, se apuntaban el mérito de ser los primeros, daban nombre a las tierras y, en fin, se atribuían todos los méritos ocultando el hecho de que jamás hubieran llegado allí sin las indicaciones de los verdaderos descubridores.

Parece oportuno por tanto recordar los nombres y hazañas de aquellos esforzados, valientes y temerarios españoles que, evidentemente, los tenían más grandes que el caballo de Santiago…Podría empezarse por el extremeño Núñez de Balboa cuando, en 1513, se adelantó al resto de la expedición que buscaba otro mar al oeste, se puso todo el hierro (coraza, casco…), y con la espada en una mano y los estandartes en la otra tomó posesión en nombre de los reyes de España (hay que imaginarse esa escena, hay que visualizar al explorador metido hasta la cintura en el mar, gritando y agitando armas y banderas, debió ser digno de verse). Uno de los grandes descubrimientos del XVI fue el hallazgo de una ruta para volver de Asia a América, lo que se llamó el ‘tornaviaje’; el vasco Andrés de Urdaneta (que ya había tomado parte en expediciones extremadamente peligrosas), encontró, describió y documentó perfectamente el mejor trayecto para ir de Filipinas a México (más de 14.000 kilómetros de océano), a donde llegó en octubre de 1565; en realidad llegó un poco antes Alonso de Arellano, que capitaneaba una nave de la misma flota, pero como el que documentó y cartografió fue Urdaneta… 

En aquellos años, en Europa se llamaba Lago Español al Océano Pacífico, ya que sólo lo surcaban naves españolas; hubo que esperar unos años hasta que los ingleses se enteraran de que había que atravesar el Estrecho de Magallanes para pasar del Atlántico al Lago Español. Y tampoco hay que olvidar el coraje, la bravura y valor de los marineros que se embarcaban sin saber a dónde, sin tener claro cuánto tiempo estarían sin ver tierra, sin estar seguros de llevar provisiones suficientes y sin la menor idea de lo que se iban a encontrar: sirenas, monstruos marinos, gigantes (entre el escorbuto, el hambre y las enfermedades tropicales no es raro que vieran focas y las creyeran sirenas). Sí, sin duda les sobraban agallas. 

En fecha tan temprana como 1526 el vizcaíno Toribio Alonso de Salazar, embarcado en la flota de Jofre de Loaisa, fue el primer no oceánico que vio las islas Marshall; murió aquel mismo año de una enfermedad común entre los tripulantes de aquellos barcos, el escorbuto. Antes aun, en 1511 (otros dicen que en 1505), el onubense Juan Bermúdez encontró las Islas Bermudas y les dio su nombre. El leonés de El Bierzo Álvaro de Mendaña partió de Perú y se topó, en 1567, con las islas Salomón (las llamó así porque le habían dicho que por ahí estaban las minas del rey Salomón), y también con Guadalcanal, las Marquesas…; en expedición posterior, en 1595, murió de malaria, tomando entonces el mando su mujer, Isabel Barreto, que también tenía muchos ‘riñones’, como demostró con los marineros díscolos y levantiscos. El cartagenero Juan Fernández (que da nombre a un archipiélago de Chile) fue el primer europeo en poner los pies sobre Nueva Zelanda en 1576 y, casi con total seguridad, en Australia.  El gallego Luis  Váez de Torres navegó por el estrecho que hay entre Nueva Guinea y Australia, hoy el estrecho de Torres. ¿Y el palentino Gabriel de Castilla, que llegó más allá de los 64º Sur, siendo el primero que vio tierras antárticas, en 1603? ¿Y el extremeño Francisco de Orellana, que fue el primero que descendió el Amazonas desde los Andes hasta el Atlántico en un viaje de casi 5.000 kilómetros? Tampoco se puede olvidar la expedición científica que protagonizó el toledano Francisco Hernández en 1571, quien catalogó, describió y dibujó en 38 tomos los animales, plantas y minerales de la Nueva España.  

Y eso sólo recordando los viajes más importantes y que alcanzaron el éxito, ya que hubo muchos otros que fracasaron, terminaron en naufragio o, por cualquier otra causa, en desastre. Y sólo ciñéndose al siglo XVI, ya que en la siguiente centuria son abundantísimas las aventuras descubridoras y documentadoras de los buques españoles. Ya en el XVIII se lleva a cabo una de las más importantes expediciones, la capitaneada por Malaspina y Bustamante (1789-1794). Aparte, claro, de Elcano, Cortés, Cabeza de Vaca, Pizarro, Ojeda… 

Para valorar estas proezas hay que pensar en cómo era la vida en los barcos: el hambre y la sed, el hacinamiento, el calor sofocante o el frío intenso, el miedo a lo desconocido y todas las penalidades que superaron. Hazañas tan asombrosas que  nadie de los presentes puede ni siquiera imaginar. 

CARLOS DEL RIEGO

 (Actualización de texto de agosto de 2019)

domingo, 18 de septiembre de 2022

LA CARA MÁS FEA DEL MUNDO DEL ROCK EN LOS AÑOS SETENTA

 

Apenas comenzada la década de los setenta, las tres jotas pasaron al universo de la leyenda. Las drogas, la estafa y las agresiones sexuales fueron cosa corriente en aquellos años

Para los incondicionales del rock la década de oro fue la de los setenta. Y es posible que artísticamente así fuera. Fue la época en que se empieza a hablar de sexo, drogas y rock & roll, una combinación que produjo no pocas situaciones calamitosas e indeseables, sobre todo por los excesos en lo segundo y lo tercero. Eso sí, nunca hubo exceso de r & r 

La década de 1970 estuvo llena de sexo, drogas y rock 'n' roll, al menos en lo que respecta a la esfera de la música. Ésta era más dura, más pesada, con peores intenciones y más mala leche. Lo peor es que la industria de la música rock alcanzó una madurez destructiva, abusiva, violenta e indeseable. Hubo gerentes y productores que estafaron a sus bandas, no pocos músicos se revolcaron en el abuso de las drogas y algunos pervertidos forzaron y violaron a chicas e incluso a niñas. 

En 1975 el empresario Kim Fowley trataba de montar en Los Angeles un grupo de chicas, y para ello encargó a un ayudante que buscara chicas muy jóvenes y atractivas. Más o menos así se formaron The Runaways. Pero el indeseable Fowley ya tenía antecedentes de agresión sexual, pues ese mismo año había abusado de una chica de 18 y una niña de 14. Jackie Fuchs (nombre artístico Jackie Fox) tenía 15 años cuando conoció al pervertido, el cual la incorporó rápidamente al nuevo grupo. Después de uno de sus primeros conciertos, precisamente en Nochevieja de 1975, Fowley drogó a Fuchs, se la llevó a una habitación y la violó. Ella recuerda que “abrí los ojos y él estaba encima de mí, me violaba mientras había gente mirando”. Desgraciadamente ninguna de sus compañeras ni nadie cercano a la banda movió un dedo y nunca hablaron de ello. “Durante décadas sentí vergüenza porque pensé que yo era la culpable”, declaró la adolescente violada muchos años después. Su sustituta en la banda, Vicki Blue, dijo que todas las integrantes del grupo presenciaron la violación. El vil Fowley murió de cáncer en 2015 sin responder por sus crímenes. 

Por desgracia la persecución de niñas y adolescentes fue bastante habitual por parte de algunas estrellas del rock en aquellos setenta. El compositor, productor y cantante R Dean Taylor explicaba en su tema ‘Shadow’ (1972): “Cuerpo de mujer, mente de niña. Shadow, seguro que me vuelves loco. Solo tienes 14 años”. Personajes tan señalados como Jimmy Page fue ‘novio’ de la groupie Lori Madox cuando ésta tenía 14 años; él lo sabía pero calló, e incluso la encerró en una habitación de hotel en Los Angeles donde perpetró la agresión; nunca fue acusado ni señalado, ni nadie le reprochó sus terribles actos. También tenía 14 años Reeca Smith cuando en 1973  'conoció' a Elvis. 

La industria de la música de la década de 1970, desafortunadamente, fue el hábitat de depravados viciosos. Uno de esos personajes fue Paul Gadd, Gary Glitter. Esta bestia de dos patas abusó de tres niñas entre 1975 y 1980 (que se sepa), pero no se descubrió hasta 2012, justo después de que se destapara el escándalo de otro depredador abyecto, el famoso presentador del programa ‘Top of the Pops’ Jimmy Saville, quien desde los años sesenta violó a no menos de quinientos (500) niños y niñas de entre 7 y 15 años; también se probó violaba muertos (necrofilia); la BBC hizo todo lo posible para tapar el escándalo a pesar de las infinitas denuncias que pesaban sobre el pervertido presentador, que murió ‘de rositas’ en 2011. Por su parte, quedó probado en el juicio que el mencionado Glitter “se aprovechó de su estatus de estrella para atraer y luego violar a chicas y niñas. Su falta de remordimiento y cómo decía que las víctimas mentían hace que sus crímenes sean más odiosos”. Afortunadamente este repugnante criminal sigue en prisión. 

Las drogas acabaron con algunos de los grandes iconos del rock. A finales de 1970 el manager de Janis Joplin fue a buscarla porque no se había presentado en el estudio de grabación; la encontró muerta por sobredosis de heroína. Apenas unas semanas antes Jimi Hendrix había muerto también por sobredosis de varias drogas mientras dormía. Y unos meses después (julio del 71) fue el turno para la tercera J, Jim Morrison, muerto en la bañera por paro cardiaco provocado por la mucha heroína que se metió. En la autopsia de Elvis, en 1977, se hallaron restos de catorce drogas diferentes… Ya casi no era noticia que una estrella del rock muriera por sobredosis. 

También el talentoso Gram Parsons (Byrds, Flying Burrito Brothers) murió por sobredosis de heroína en California el 19 de septiembre de 1973; al parecer, la cantidad que se metió hubiera acabado con tres yonquis muy enganchados. Su caso tiene un epílogo escatológico: al día siguiente dos tipos borrachos como cubas, el manager Phil Kauffman y otro colega, robaron su cadáver y lo quemaron en el parque Joshua Tree porque, dijeron, Parsons había dicho que ese era su deseo. Los tipos fueron multados con unos cientos de pavos por robar el ataúd, ya que no estaba penado el robo de cadáveres. 

En 1975 Queen ya era un grupo de gran éxito, pero aunque parezca increíble, estaba en la pura ruina. ¿Cómo fue posible? El dueño de Trident Studio, Norman Sheffield, que también era el manager de Queen, ingresaba grandes cantidades a la vez que inventaba mentiras para no pagar al grupo. Freddie le escribió el tema ‘Dead on two legs’ (en el ‘A night at the opera’) en el que le acusaba: “Has tomado todo mi dinero y quieres más. Vieja mula”. Sheffield se sintió ofendido y los demandó, se llegó a un acuerdo extrajudicial, pero el grupo lo despidió. Y el dinero empezó a llegar. 

Otros managers trincones y desaprensivos fueron Allen Klein, que estafó a Beatles, Stones o Sam Cooke y se llevó la parte del león del Festival por Bangla Desh, Michael Jeffery (Animals, Jimi Hendrix) o Saul Zaentz (Creedence). El estafador Stan Polley se llevó todo el dinero del grupo Badfinger y consiguió que firmaran un contrato que imposibilitaba la reclamación; en abril del 75 el guitarrista y compositor Pete Ham se suicidó, frustrado, desesperado e impotente ante las argucias de Polley, que evidenció su catadura moral al querer cobrar su seguro de vida. Ocho años después también se suicidó el guitarrista del grupo, Tom Evans, por lo mismo. Son los autores del millonario ‘Without you’. 

También de los setenta es la trágica historia de Syd & Nancy: ésta apareció muerta en octubre del 78, Syd fue acusado de asesinado y luego liberado porque estaba tan colocao que no recordaba nada, y en febrero del año siguiente apareció muerto por sobredosis.

Como todo, los aclamados setenta tuvieron su cara B. 

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 14 de septiembre de 2022

LA VIOLENCIA, ANCESTRAL RECURSO EN TODAS LAS CULTURAS

  

Restos de un niño de ocho o diez años hallado en Huachanquito, Perú, al que, aun vivo, le abrieron el pecho para extraerle el corazón

No ha habido momento en la Historia que no pueda contar episodios de enorme violencia. Incluso antes de que existiera la Historia (o sea, antes de la escritura) hay constancia de que el hombre recurría a la crueldad y la brutalidad como primera herramienta. Y aunque la cosa sea hoy menos generalizada, la realidad es que de todas partes llegan noticias de guerra, sangre y violencia 

Desde que se tiene noticia, no ha habido cultura, civilización u organización social que no tenga en sus anales episodios escalofriantes de brutalidad y ensañamiento. Las pinturas rupestres del levante español certifican masivos enfrentamientos armados, y desde que hay constancia escrita se han narrado infinitas atrocidades: en Mesopotamia y Egipto, en Grecia y Roma…, hunos, godos, mongoles, sarracenos, incas, aztecas…, todas las culturas han dejado constancia de lo sanguinario de sus costumbres y tradiciones. Y como quiera que la violencia sigue estando presente hoy en cualquier parte, puede afirmarse que, al menos en ese aspecto, el homo sapiens está aún muy cerca de sus antepasados prehomínidos y australipitécidos de hace millones de años, quizá debido al hecho de que la especie dominante lleve poco tiempo aquí, apenas unos 200.000 años. 

No es extraño por tanto que todas las mitologías y leyendas de cada cultura tengan el denominador común de la atrocidad, y si sus ídolos, héroes y dioses se han conducido así, es lógico que los pobres mortales sigan su ejemplo. Quedándose en la vieja Europa se pueden señalar pueblos y sociedades cuyas prácticas y credos llegan a poner los pelos de punta. Por ejemplo la  idealizada cultura celta, la cual está saturada de fábulas, costumbres y narraciones en las que la crueldad es el método, y la sangre se observa casi con naturalidad, como algo lógico. Se sabe que los celtas adoptaron la ancestral costumbre de cortar cabezas de enemigos, e incluso que los jefes de las diversas tribus conservaban en tarros de miel las de los que les habían combatido con valentía para, posteriormente, en reuniones en torno al fuego, sacar y mostrar con orgullo la testa de quien le había dejado esta o aquella cicatriz…, a la vez que explicaba cómo había sido la lucha. Los mitos celtas chorrean sangre a mares. El legendario héroe irlandés Cuchulain (hijo del dios Lugh), cuando montaba en cólera, perdía la razón, se deformaba hasta volverse un ser horrible (uno de sus ojos desaparecía y el otro crecía desproporcionadamente) y mataba sin mirar, amigos y enemigos; célebre es la llamada ‘matanza multiplicada por seis’, en la que Cuchulain, él  sólo, acabó con tantos enemigos que sus cadáveres cubrieron el campo de batalla nada menos que con seis capas. En otras leyendas celtas se habla de ‘sangre hasta los codos’ o ‘abrir el vientre del enemigo y dejar que, huyendo, tropezara con sus propias tripas’. 

La península Ibérica ha sido escenario de innumerables invasiones y ocupaciones, siempre a sangre y fuego. Y entre los pueblos que llegaron aquí para adueñarse del solar destacan por su extrema crueldad los visigodos. Originarios de Gotland (actual Suecia), la guerra era para ellos la única actividad digna, por eso despreciaban a los campesinos y nunca se mezclaron con la población hispanorromana. Los mitos nórdicos (de los que ellos bebieron) cuentan prácticas como la conocida como ‘alas de sangre’, que consiste en inmovilizar al reo y sacarle por la espalda los omóplatos, de manera que dieran impresión de ser unas alas ensangrentadas (otras versiones aseguran que lo que se extrae son los pulmones); y si el desdichado perdía el conocimiento se le inyectaba por la nariz agua con sal para que lo recobrara. También se cuenta que un jefe mató a un subordinado desleal, le cortó la cabeza y se la colgó del cinto, pero tras hacer un movimiento brusco, uno de los dientes de la colgante testa se le clavó en el muslo, se infectó la herida y dicho jefe terminó tan muerto como su víctima. 

Los visigodos trajeron a Hispania esa tradición guerrera y crudelísima, dejando para la Historia episodios de asombrosa brutalidad. Pueden recordarse las costumbres de sacar los ojos o cortar manos, orejas, narices… El increíble Chindasvinto (que llegó al trono a los 79 años y lo ostentó hasta su muerte a los 90, acaecida en 653) tomó como primera medida ejecutar a unos 200 posibles rivales de la alta nobleza (primates) y a 500 de la baja (mediogres), aunque en algunos casos se sintió magnánimo y se conformó con cegarlos y quedarse con todas sus propiedades. Muchas veces el pretendiente al trono asesinaba al rey tras un banquete con abundante vino; otras se inhabilitaba al aspirante amputándole ambas manos. A algunas consortes, cuando ya no eran útiles, se les cortaban las orejas e incluso la nariz (tal cosa hizo el vándalo Humerico con la hija de Teodorico I). 

La práctica de vaciar las cuencas pervivió tras la batalla de Guadalete. Ramiro II de León (que reinó de 931 a 951), cansado de que su hermano Alfonso IV ‘El Monje’ un día renunciara al trono para retirarse a un monasterio y al siguiente se retractara (algo que hizo más de una vez), lo derrotó, lo apresó y para que no volviera a las andadas, le arrancó los ojos, a él y a varios familiares que lo apoyaron. Uno de los métodos utilizados era aplastar contra la cara del condenado una máscara de metal que, a la altura precisa, tenía como dos sacacorchos… Pero en todas partes cuecen habas, así que los francos, ostrogodos, vikingos, teutones o hunos se encargaron de que no hubiera rincón de Europa sin narraciones (legendarias o históricas) de violencia feroz.            

En la América precolombina la violencia era lo normal, llegando a su culmen con los sacrificios humanos; los mayas y los aztecas sacaban el corazón de la víctima en vivo (“bullendo” dice Díaz del Castillo), luego le cortaban la cabeza, se comían los mejores ‘cortes’ y el resto se lo daban a las fieras. Los incas tenían varios métodos de sacrificio y solían incluir niños: desde la extirpación del corazón en vivo hasta la muerte a golpes en la cabeza, pasando por la asfixia o enterrarlos vivos.  

Doscientos milenios lleva homo sapiens sobre la tierra, tiempo más bien corto en la trayectoria vital de una especie, tal vez por eso aún conserva el rasgo animal que le impulsa a utilizar la violencia para lograr sus fines. Sea como sea, es más que probable que el hombre siga siendo lobo para el hombre durante mucho tiempo: han de pasar cientos, tal vez miles de años antes de que la guerra y la violencia dejen de ser el primer recurso.   

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 11 de septiembre de 2022

EL ETERNO ENCANTO DE ‘JHONNY BE GOODE’, DE QUÉ VA Y DE DÓNDE VIENE

 


Era marzo de 1958 cuando Chuck Berry publicó este emblemático tema que perdura y perdura

Como en cualquier rama del arte, en la del rock & roll hay piezas señaladas, esas que tienen un significado que va más allá de lo puramente artístico. Una de ellas es el ‘Johnny B Goode’ de Chuck Berry, que nunca pasa, siempre aparece, siempre es un buen recurso, siempre está presente. Salió en marzo de 1958 y ‘sólo’ alcanzó el número ocho en las listas estadounidenses. Han pasado 64 años y todo en ella, desde la entrada al estribillo, han sobrepasado todas las fronteras. Su letra cuenta mucho de su autor 

‘Johnny B Goode’ ha sido catalogado como un cuento estadounidense sobre cómo pasar de la pobreza a la riqueza y la fama. Sin embargo, no es fantasía o imaginación, ya que es como una narración libre de los primeros años de su autor. Lógicamente, hay diferencias evidentes entre Chuck y Johnny. Berry era de San Luis, Missouri, mientras el protagonista del tema era de Luisiana. En el texto se explica que Johnny “nunca aprendió a leer o escribir tan bien”, pero Chuck recibió una buena formación; de hecho tenía un diploma de peluquería y cosmética, y por eso fue descubierto por Muddy Waters mientras trabajaba como esteticista en San Luis. En lo que sí coinciden la canción y su autor es en que Berry empezó tan pobre como cualquier negro del sur, y todo se lo debe a su talento musical. Según los biógrafos del artista, eso tan famoso de “go Johnny go” era el modo en que su madre le animaba a trabajar y perseverar. 

Importantes son los lugares y ubicaciones que se mencionan en la canción. Charles Edward Anderson Berry la escribió estando de gira por Nueva Orleáns; el joven artista estaba emocionado, encantado de tocar en un lugar tan relacionado con la esclavitud y, por desgracia, con el racismo. El verso en el que explica que Johnny B Goode vivía “en lo más profundo de Luisiana, cerca de Nueva Orleáns” se basa en uno de Muddy Waters que dice “Bajando por el camino de Luisiana, detrás del sol”. 

Otro de los versos significativos del texto de la canción describe la casa de Johnny, “en el bosque, entre los árboles de hoja perenne,  había una cabaña de troncos hecha de tierra y madera”. Berry no vivió en esa casa, pero sí debió vivir su bisabuelo (seguramente un esclavo), pues así se lo contó su madre. En su biografía explicó que deseaba “revivir esa época”. 

¿Y por qué el protagonista de la inmortal melodía se llama como se llama? Seguramente el apellido procede de la calle donde Chuck vivió su infancia, en la ‘Goode Street’ en San Luis. En cuanto al nombre del personaje, al parecer fue un homenaje al pianista Johnnie Johnson, el cual más tarde incluso demandó a Berry, al que acusó de no reconocer su ayuda en algunas de sus canciones más exitosas; la demanda fue rotundamente desestimada. 

Pero Chuck trató de identificarse con Johnny, pues el texto original hablaba de él como un ‘colored boy’, un chico de color, sin embargo, en el texto definitivo habla en el cuarto verso de un ‘country boy’, un chico de campo. Ese cambio, según diversas fuentes, se debió a que no quería de ningún modo suscitar polémicas raciales; en ese sentido, el propio Berry declaró que el cambio se debió a cuestión comercial, ya que con ‘colored boy’ hubiera tenido muchísima menor difusión en las radios estadounidenses que con ‘country boy’. Además, en aquellos últimos años cincuenta las tensiones raciales eran cotidianas, sobre todo en los estados del sur, e incluso los linchamientos de negros aún eran corrientes en el más profundo sur, rancio y cavernícola. Por eso, de haber mantenido el ‘colored boy’, el tema hubiera sonado muy poco en las emisoras de radio.   

El ‘Johnny B Goode’ se grabó en los Chess Studios de Chicago, donde grandes ‘bluesmen’ grababan sus canciones y, luego, muchos pioneros del rock & roll; no puede extrañar que Chuck adaptara sonidos, recursos e incluso frases y líneas melódicas del blues para construir el nuevo estilo. Por ejemplo, la célebre entrada es casi un calco de la de ‘Ain't that just like a woman’ (1946) del saxofonista y director Louis Jordan, y otras partes están claramente inspiradas en el ‘Strollin' with bones’ (1950) de T- Bone Walker. 

Cientos y cientos de versiones (imposible saber la cifra exacta) de ‘Johnny B Goode’ han sido grabadas (en vivo o en estudio), pues rarísimo es el grupo o solista, gran estrella o aficionado que se ha resistido a gritar “go Johnny go”: desde ACDC hasta Elvis Presley, desde Beach Boys hasta Stray Cats, Jerry Lee Lewis, Elton John, John Lennon, Judas Priest, Lynyrd Skynyrd, Sex Pistols, Rolling Stones, Jimi Hendrix, Green Day, Santana… 

Chuck Berry murió en marzo de 2017, pero ‘Johnny B Goode’ vive desde marzo de 1958. Y sigue absolutamente presente, sea en el repertorio de miles de grupos en todo el mundo o en el cine y la televisión, en la publicidad, en la literatura, en el cómic… Chuck y Jhonny siguen vivos y en plena forma.      

CARLOS DEL RIEGO

miércoles, 7 de septiembre de 2022

¿QUIÉN VIERTE MÁS GASES NOCIVOS A LA ATMÓSFERA?

 

Según expertos, el aire en la India es veneno

No se puede negar la contaminación de tierras, aguas y aire. Es algo evidente. Sin embargo, lo peor que se puede hacer para solucionar un problema es la histeria, el pánico, que es lo que están proponiendo desde los centros de poder de (casi) todo el mundo. Así, en España (que apenas vierte el 0,7% de gases de efecto invernadero) se han propuesto medidas de chiste para contaminar menos, como quitarse la corbata, mientras los grandes contaminadores ni siquiera sopesan la posibilidad ensuciar menos 

El problema de los millones de toneladas de gases contaminantes vertidos a la atmósfera es real. Y para combatirlo y aprovecharlo los gobiernos de todo el mundo utilizan, principalmente, la propagación del miedo introduciendo en la población el pánico al futuro apocalíptico a la vez que la culpan de todo…, mientras gobiernos, instituciones y poderosos en general se pasan por el forro (y ostentosamente) aquello que exigen a los ciudadanos. Por otro lado, los países más contaminantes no tienen intención de frenar sus vertidos, de modo que es absolutamente inútil que los que menos ensucian el medio ambiente sean los que más medidas restrictivas se auto-impongan. 

El país que más gases nocivos vierte a la atmósfera es China, quien con unos doce mil millones de toneladas se adjudica casi el 30% del total (datos de 2018). En el segundo puesto está Estados Unidos, con más de un 13%; le siguen India con más del 7%, Rusia con un 6%, Japón un 3,5%, Alemania 2%, Irán 2%, Corea del sur 1,8%, Arabia Saudí 1,7%, Canadá 1,6%, Indonesia 1,6%... Como puede verse, sólo los cuatro primeros contaminan más que el resto del mundo, y los once máximos contaminadores son responsables de casi las tres cuartas partes del problema. España está en el gran pelotón de los que manchan menos de un uno por cien, puesto que su aportación al vertido de gases nocivos es apenas un 0,7 %. Si en España se reduce a la mitad el volumen de vertidos tal vez sólo mancharía un 0,69%, algo despreciable para el esfuerzo que supondría. También hay que tener en cuenta que las emisiones producidas cada año por barcos y aviones llegan al 1,6%, o sea, más de dos veces lo que todas las fábricas, industrias y transportes de España. 

Estas cifras dejan la situación muy clara: unos pocos ensucian muchísimo y otros muchos muy poco, lo que significa que si aquellos no hacen nada por reducir sus emisiones la cosa no se solucionará por mucho que se esfuercen los que menos vierten. En otras palabras, sin un plan global el problema no se va a arreglar. 

Se está produciendo una situación muy explicativa de la contradicción. España ha proscrito sus centrales nucleares, pero como tiene déficit energético compra energía a Francia, la cual vende la energía que sale de sus centrales nucleares. O sea, España (el gobierno, los gobiernos) no quiere nucleares pero sí la energía que proporcionan, España quiere estar exenta de los ‘peligros’ de las nucleares pero le parece perfecto que haya nucleares a unos kilómetros de sus fronteras… Otra muestra de hipocresía es exigir a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo que renuncien a la energía que durante más de un siglo han utilizado los ya desarrollados para desarrollarse. Aunque la máxima desfachatez es quitarse la corbata para contaminar menos y utilizar el avión para ir a un concierto; es tan tonto como si a uno con sobrepeso el médico le aconseja hacer deporte y él se pone a jugar al tenis en la videoconsola. 

Más que hipócrita es auténticamente histérica la postura adoptada por muchos de los profetas fanáticos que pretenden ‘salvar’ el planeta. Estos extremistas sectarios que se sienten ungidos por la verdad no sólo abominan de los combustibles fósiles (que son el mismísimo demonio), sino que también se muestran contrarios a las centrales hidroeléctricas porque la construcción de presas desplaza personas, anega los campos, destruye el paisaje, acaba con la fauna, modifica los cursos fluviales…; tampoco son partidarios de la energía eólica porque las palas de los aerogeneradores matan pájaros; y hay muchos que no quieren energía solar porque los parques solares ofenden al entorno y la construcción de las placas contamina muchísimo… En fin, que hay no pocas criaturas que estarían encantadas de volver al siglo XIX pero sin que se utilice la tracción animal en la agricultura o el transporte (por maltrato animal); es decir, mejor volver al Paleolítico, donde no había problemas energéticos, ni de contaminación, ni de explotación animal, ni de la Madre Tierra… 

Por otro lado, el poder político (en todo el mundo) está muy cómodo con las profecías apocalípticas que anuncian grandes desgracias en un futuro próximo, ya que meter miedo al personal es la mejor manera de tenerlo controlado, sometido y dispuesto a tragar lo que sea, e incluso a llegar a la histeria colectiva.  

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 4 de septiembre de 2022

¿QUE CANTABAS Y QUÉ BAILABAS TÚ EN EL 82?

 

Todos los que lo vivieron seguro que bailaron con esta melodía que salió hace cuatro décadas

Sólo hace cuarenta años, pero todo ha cambiado de modo radical, tanto en tecnología como en pensamiento. En 1982 la música tenía gran protagonismo entre la juventud, pues aquellos eran momentos de gran agitación, entusiasmo,  creatividad, talento… Cada semana se tenía noticia de un nuevo grupo, un nuevo ritmo, un nuevo sonido, y el personal estaba siempre abierto a escuchar y disfrutar. Además, quienes ya estaban allí entonces con edad para disfrutarlo eran tan jóvenes

Hay quien afirma que 1982 fue el último año en que la música rock dominó las listas de éxitos, aunque estas afirmaciones categóricas suelen tener muchas excepciones. En todo caso es innegable que la música rock, pop y los muchos derivados que iban apareciendo tenían gran presencia e influencia entre mozos y mozas (y algún que otro talludito), los cuales estaban o procuraban estar a la última y cantaban y bailaban aquellos magníficos discos. Seguro que todos los que lo vivieron los recuerdan y los asocian con tiempos jóvenes y felices.

El 82 fue el año del Mundial de Fútbol de España, que resultó calamitoso para el equipo anfitrión; los Rolling Stones honraron la cita con un concierto histórico; los golpistas del 23 f son juzgados y condenados. España entra en la Otan a pesar del ‘Otan, de entrada, no’ de cierto partido en la oposición que al llegar al poder pide el sí a la Otan. Seguía la Guerra de las Malvinas, Israel y Palestina continuaban su eterna pugna, el dictador guatemalteco Ríos Montt perpetraba la matanza de todos los habitantes de la aldea de Los Josefinos, tan terrible como los actos de los terroristas de Sendero Luminoso y la banda mafiosa Eta. 

Y entre todo eso, la música rock exigía su espacio. Uno de los grandes éxitos de aquel año es el de la película ‘Rocky’, el tema ‘The eye of the tiger’ de Suvivor, una canción que desde entonces se asocia no sólo al boxeo, sino a la intención de superar todo obstáculo. También fue el año del ‘I love rock & roll’ de Joan Jett & The Blackhearts (en realidad era una versión de un oscuro grupo inglés llamado The Arrows); con sus característicos ritmo y toque de guitarra, esta pieza vuelve una y otra vez, se recupera cada cierto tiempo; por algo será. Los australianos Men at Work sorprenden con un estilo muy particular y venden por todo el mundo su ‘Down under’. Otro título que continúa escuchándose cuatro décadas después es ‘Africa’ de Toto. Un tanto más olvidado es el combinado folk-hippy ‘Come on Eileen’ de los Dexys Midnight Runners. 

Todo eso se escuchaba en la radio, en el pub o en casa (casi todo el mundo tenía para escuchar discos o casetes). Y se bailaba mucho, sobre todo en las discos y similares. La ‘basca’ bailaba y cantaba desaforadamente, despreocupadamente, apasionadamente con unas melodías irresistibles. Se danzaba y tarareaba desde el primer compás del ‘Tainted love’ de Soft Cell (recuperada varias veces por la publicidad), con el simple y comercial ‘Do you really want to hurt me’ de Culture Club, con el tecno elegante y decadente de la Human League y su ‘Don´t you want me’, o con los deslumbrantes ‘Billy Jean’, ‘Thriller’ o ‘Beat it’ de un pletórico Michael Jackson. Y los que exigían algo más duro, más rock, se descoyuntaban con el ‘Town called Malice’ de The Jam y su revival mod, o con el excitante ‘Rock the Casbah’ de los Clash. Y también fue enorme éxito ‘The model’ de los alemanes Kraftwerk, que habían publicado cuatro años antes. 

España vivía su propia nueva ola, la movida. En todo el país se degustaban con avidez canciones y ritmos de lo más dispar, todo valía, o casi. Así, no había quien no moviera la pierna y el pie, la tibia y el peroné con el ‘Bailando’ de Alaska y Los Pegamoides, pero también se agradecía un ‘Bienvenidos’ de Miguel Ríos. Y se podía bailar al ritmo pausado de ‘La estatua en el jardín botánico’ de Radio Futura o con el rocoso ‘Va a estallar el obús’ de Obús. También se celebraba, como merecía, la locura de ‘Hay un hombre en mi nevera’ de Glutamato Yeyé, la desfachatez de ‘Me pica un huevo’ o ‘Ayatollah’ de Siniestro Total o el desparpajo chulapo de Los Nikis (‘Los Ramones de Algete’) con ‘Ernesto’. Incluso aquel 1982 Aviador Dro se atrevió a ir contra corriente, tanto en la intención del texto como con su sonido tecno, con el provocativo ‘Nuclear sí’. Hubo más, muchas más, claro, pero seguro que los que rondaban la veintena recordarán todas estas. 

Son canciones y melodías que, invariablemente, retrotraen a aquel año. Y además estaban las (mejores) pelis de Alomdóvar, las locuras de Javier Gurruchaba y la Orquesta Mondragón, ‘La bola de cristal, la ropa disparatada con aquellas hombrera… Todo se ve con nostalgia porque, ¿Quién no añora sus años de juventud y de aquellas interminables y musicales noches?  

CARLOS DEL RIEGO