Fallece el histórico Sleepy LaBeef, uno de los que estaban allí cuando nació el rock & roll |
El pasado día 26
fallecía un pionero del rock & roll, Sleepy
LaBeef, pero a diferencia de otros con nombre rutilante, y a pesar de su
indudable mérito y su gigantesco trabajo, apenas ha aparecido nota de su
fallecimiento en la prensa, y muy poco en la especializada española o
estadounidense. Cierto que nunca logró un número uno, pero publicó infinidad de
discos y actuó por medio mundo, llevando siempre el espíritu de los que estaban
allí cuando nacieron el rock & roll y el rockabilly
Sleepy LaBeef fue uno
de los que ayudó en el parto del rock & roll. Era seis meses más joven que
Elvis, con el que compartió escenario, de hecho, en cierta ocasión contó que el
rey le había pedido prestada su guitarra para un concierto, y al terminar se la
devolvió hecha unos zorros. Ha muerto a los 84 años, después de haber publicado
más de treinta elepés (grabó y publicó muchos otros que no aparecen en su
discografía oficial) y otros tantos singles; además, es de los muy pocos que ha
publicado discos a lo largo de siete décadas: el primero en 1957, el último en
2012. Acercó su rockabilly a miles de audiencias, siempre con esa voz clara y
profunda, con esa imponente presencia (dos metros de altura) y con una
naturalidad y cercanía sorprendentes. Tiene méritos sobrados para que su muerte
no pase desapercibida, pero… En fin, nunca fue una de las estrellas más
brillantes, pero Sleepy La Beef será siempre recordado como un grande del rock
& roll, sobre todo por parte de los que saben de qué va esto. Es buen
momento para recordar sus palabras y pensamientos y volver a escuchar sus
discos.
A finales del siglo
pasado, Sleepy contaba: “Sería 1954, George Jones, Tommy Sands, Roy Orbison y
yo nos esforzábamos por comenzar, por hacer carrera con este nuevo ritmo”. Eran
los tiempos en que se forjaron las primeras leyendas del rock: “Tocábamos
nosotros durante la primera hora, y luego salía Elvis con Scotty Moore y Bill Black".
Desde entonces, la mayoría de los que protagonizaron aquellos momentos han
muerto o han desaparecido de escena; Sleepy tuvo colgada su guitarra hasta el final
y nunca dejo de actuar; su último concierto lo dio tres meses antes de su
fallecimiento.
Su forma de ser,
“alegre, campechana, sincera” (dicen quienes lo conocieron), y su carácter
hogareño y familiar, contrastaban con su estatura y corpulencia, incluso con su
voz grave y potente. No es casualidad que se dijera que tenía voz de cantante
de country, aunque él nunca quiso ser encasillado: “A veces mis shows tienen mayor
porcentaje de blues, a veces será más boogie-woogie y otras será más rockabilly.
He podido probar y experimentar casi todo tipo de música, y después de tantos
años me siento con libertad para ir en cualquier dirección. Lo importante es
mover al público, y si lo consigues puedes llamarlo blues, puedes llamarlo
hillbilly, o como quieras, ¿qué importa?”.
Desde niño estaba
hechizado por la música, por toda la música, escuchaba de todo y por eso podía
hacer casi de todo. Muy joven sintonizaba emisoras de Nashville para descubrir
a gigantes del blues como Muddy Waters y Howlin 'Wolf. Luego, en Texas, se topó
con las canciones de Bob Wills y los Texas Playboys (country & western), y también
escuchó al imprescindible Hank Williams en Baton Rouge. Todo fue asimilado por
un joven LaBeef, quien posteriormente grabó cientos de canciones influenciadas
por todo aquello.
Sonriente, amable y
honesto, también trataba en aquella entrevista de los excesos: "Puedo
cantar canciones sobre emborracharse o engañar, pero no haría tales cosas",
y añadía: “No se trata de que toleres o
no ese estilo de vida, sino de que estás cantando sobre la vida, y por eso alguien
por ahí sabrá sobre qué estás cantando. El mensaje es que uno no puede beberse
sus problemas, porque estos siguen ahí cuando se pasa la borrachera, y hasta
que se arregle esta parte de la vida, beber (o consumir otras cosas) sólo será
otro problema. Sin embargo yo no soy el juez de estas personas, es decir, ese
estilo de vida no sería nunca para mí, pero no juzgaré a los demás”.
Su figura, su
sempiterna guitarra, su vozarrón, su pasión por el escenario y su sincera
sencillez quedarán para siempre en los anales del rock & roll: “Amo estar
cantando en un escenario, con eso tengo suficiente; quiero decir que puede que
nunca gane un millón de dólares, pero esa no es mi prioridad. Crecí creyendo
que si tienes salud y felicidad, personas que te aman, comida a diario, ropa
abrigada para usar en el invierno y suficiente dinero para comprar gasolina…,
bueno, eso es todo lo que necesitas. Por ejemplo, podría estar conduciendo mi
Ford del 84, está muy bien y me lleva a donde quiero, tiene aire acondicionado
y te calienta si hace frío. Tengo todo eso, así que ¿debo preocuparme?”
Country, blues,
bluegrass, góspel, rockabilly e incluso surf instrumental fueron los
principales géneros que practicó, aunque visitó muchos otros. Sin embargo, a lo
largo de su extensísima carrera apenas escribió (y siempre en colaboración con
otros) una docena de canciones: “Hay tantos autores que me superan en ese
terreno… ¿Por qué debería escribir canciones cuando ya hay tantas tan buenas?”.
Por eso él siempre se definió como un intérprete capaz de hacer suyas canciones
de otros: en su repertorio había más de seis mil temas.
Como muchos otros
artistas y grupos estadounidenses, Sleepy La Beef fue más apreciado en Europa
que en Estados Unidos; uno de sus destinos favoritos era España, donde grabó
varios discos y donde ofreció innumerables y vibrantes conciertos. Al respecto
afirmaba: “Nos tratan muy bien en Europa, tanto que sorprende cuando volvemos a
Estados Unidos y mucha gente ni siquiera nos conoce. Afortunadamente aquí (en
España) tenemos muchos admiradores leales que son muy buenos con nosotros, son buenos
viejos amigos y preferimos estar aquí que en cualquier otro lugar”.
Bonachón, sencillo y
maestro del rock & roll, Sleepy LaBeef merece que se reconozca su mérito,
su esfuerzo, su ilusión inagotable por la música. Y también que Elvis le repare
su guitarra.
CARLOS DEL RIEGO