El Aquelarre, una de las pinturas negras de Goya, representa a la perfección al etarra y sus correligionarios. |
Un ideólogo del grupo terrorista Eta, un individuo
cuya colaboración ha sido necesaria para asesinar, un sujeto condenado por secuestro
y por organizar y militar en banda armada, un fulano que sólo ha mostrado su
apoyo a los verdugos y jamás ha mostrado la mínima empatía con las víctimas…,
un vasco indeseable que ha ayudado y animado a matar, habló en el Parlamento
Europeo sobre Derechos Humanos. En un ejercicio de relativismo moral, de
cinismo criminal y de bajeza humana, tanto el susodicho como quienes lo jalean
sólo atribuyen esos derechos a quienes ellos quieren, ya que jamás se les ha
escuchado una sola palabra acerca de los derechos de quienes sufrieron, sufren
y sufrirán toda su vida a los etarras.
Tan asqueroso como el hecho de los discursos del criminal
es la cohorte de desalmados zopencos que lo celebran, incluyendo políticos,
ciudadanos y prensa. Todos esos clamaron por la libertad de tan dudosa
criatura, pero jamás se les escuchó a ninguno una frase de aliento para los
familiares de los muertos, jamás escribieron una mínima declaración de apoyo a
las víctimas, jamás mostraron la mínima inquietud por los Derechos Humanos de
los que recibieron el tiro, de los mutilados, los secuestrados, los
traumatizados, los que nunca más volvieron a levantar cabeza tras enterrar a
sus hijos; ¿alguien es capaz de imaginarse lo que debe ser padecer esta
desgracia en primera persona y, al tiempo, soportar que haya quien llame presos
políticos a los prehomínidos de las bombas?
Es asombroso, pero hay personas que se ponen de
parte de los pistoleros e incluso vejan, insultan, menosprecian e incluso
amenazan a las víctimas (como a esa mujer a la que, siendo niña, le cortaron
las piernas), casi culpándolas de que los descerebrados asesinos (y quienes los
ponen en marcha) pasen años en la cárcel; aquellas gemelas de tres años
descuartizadas por la goma-2, los chavales a quienes les explotó el
juguete-bomba, el concejal secuestrado cuando iba a ensayar (tocaba la batería)
y después de puesto de rodillas…, el que recibió un tiro en la nuca y cuando su
mujer se arrodilló para atenderle la mataron también, ¡qué más les da!..., todo
este dolor no causa más que desprecio entre algunos políticos, algunos
ciudadanos y algunos medios de comunicación. Por incomprensible que parezca, esto
es así.
Lo más curioso, lo que demuestra el sectarismo
fascistoide y fanatizante de verdugos, instigadores y quienes los apoyan desde
la política o los medios, es lo alto que gritan cuando se trata de crímenes de
otro origen mientras aplauden a los que ponen bombas en el supermercado, en la
parada del bus o en un edificio de viviendas. ¡Hay que tener una mente cerrada
para indignarse por los perseguidos y muertos de hace casi un siglo y, a la
vez, permanecer indiferente con los perseguidos y muertos la semana pasada!, ¡Hay
que ser necio para pedir por los asesinos, sólo por los asesinos, y dar la
espalda a sus víctimas! ¿Alguien ha escuchado alguna vez una frase de
condolencia o un gesto de solidaridad a los dirigentes de IU o Podemos hacia
quienes enterraron un hijo, una madre o un hermano?
Los de esos partidos, algunos politicastros de otros
lugares pero con la misma podredumbre moral, y ciertos periódicos (digitales)
no sólo secundan al proetarra para que exponga el punto de vista del asesino,
sino que se ponen descarada e inmisericordemente de su parte y en contra de los
que padecieron la violencia. Y así, defienden toda la tergiversación de la
verdad con que el tiparraco y sus adláteres se expresan: hablan de conflicto
vasco, cuando lo único que ha habido es una banda mafiosa y terrorista que
roba, extorsiona, amenaza, secuestra, asesina…; hablan de paz, cuando lo cierto
es que no ha habido guerra, sino una pandilla de criminales dispuestos a pasar
por encima de todo derecho y de toda persona y, por tanto, perseguidos por las
leyes; hablan de presos políticos, cuando se trata de sujetos con crudelísimos
delitos de sangre (no como los auténticos presos políticos que hay en
Venezuela); exigen que la cosa se cierre ‘sin vencedores ni vencidos’, lo que
daría valor a las bombas y los tiros en la nuca y colocaría al despiadado
sicario a la misma altura que los inocentes, es decir, pretenden que asesino y
víctima tengan la misma consideración, y por tanto, desean la legitimación de
la banda mafiosa. Es evidente, asimismo, que no lamentan ni les aflige la
sangre y sufrimiento de los otros, no sienten el mínimo remordimiento o atisbo
de arrepentimiento, al revés, volverían a hacerlo, que nadie lo dude.
¿Sería posible que el terrorista islámico detenido
en Bélgica diera un discurso en el Parlamento Europeo acerca de los Derechos
Humanos? Parece un disparate de la mente más delirante, una grosería digna de
la obra más negra de Goya, sin embargo, seguro que si se pregunta su opinión a
aquellos que militan en esos partidos, dirían que sí, que hay que dejar hablar
a los terroristas, a todos, yihadistas incluidos, para que se sepan sus
‘razones’ para matar…; eso sí, si las mismas atrocidades las hubieran
perpetrado terroristas de extrema derecha su postura sería radicalmente opuesta
y, como es lógico, apoyada por todos.
Asusta pensarlo, pero que nadie tenga duda: si ese
dirigente etarra fuera a conseguir sus propósitos pegándole un tiro al jefe del
Podemos y salir impune, no se detendría ante tal ‘nimiedad’; y quien dice a un
jerifalte político dice a cualquier ciudadano, incluyendo los que se sienten
más identificados con el pistolero que con el tiroteado.
CARLOS DEL RIEGO