miércoles, 30 de diciembre de 2020

EL BOCHORNOSO CASO DE LOS BARCOS QUE ESPAÑA COMPRÓ A RUSIA EN 1817

 


Así eran los barcos de guerra a comienzos del siglo XIX, nada que ver con lo que colocó Rusia a España (pintura de Carlos Parrilla Penagos)

Poco conocido es el timo que sufrió el pueblo español a manos del rey Fernando VII, su secretario personal, el embajador de Rusia y el propio Zar, quienes acordaron que España compraría barcos de guerra a Rusia. Cuando las naves llegaron se vio que estaban en condiciones lamentables y que el vendedor no había cumplido ninguno de los requisitos estipulados en el contrato. No se sabe cuánto costaron pero sí quiénes se llevaron el dinero 

En España y en cualquier país del mundo siempre ha habido políticos y gentes con poder que aprovechan su situación privilegiada para trincar, defraudar, sustraer, expoliar. En 1817 el rey Fernando VII y sus ministros decretaron la compra a Rusia de barcos de guerra para la maltrecha Armada Española. Del negocio se encargaron el favorito del monarca, Ugarte, y el embajador de Rusia, Tatitscheff, que se ocuparon de llevar todo en el más absoluto secreto y de borrar todo rastro de la operación…

Se contrató la compra de cinco barcos de 64 cañones y tres fragatas de 44; además, debían estar todos debidamente equipados, armados, cargados con munición y provisiones para la tripulación, herramientas, utensilios… Los navíos empezaron a llegar a finales de 1818, siendo recibidos por una comisión de ingenieros navales, oficiales de la Armada e incluso el ministro de Marina. Los buques venían vacíos, sin munición ni provisiones y, lo que es peor, todos tenían el caso podrido, de modo que tras hacer la inspección se concluyó que sólo dos de los ocho eran relativamente recuperables. Un auténtico timo. El ministro de Marina (Vázquez de Figueroa) entregó personalmente el informe al rey, quien ordenó su detención esa misma noche y su deportación a Santiago de Compostela; luego, cuando los comandantes nombrados para cada barco quisieron conocer a fondo el estado de los mismos, fueron destituidos inmediatamente e incluso algunos dados de baja de la Armada.

Los barcos, que fueron rebautizados como ‘España’. ‘Numancia’, ‘Fernando VII’ o ‘Ligera’, apenas pudieron hacerse a la mar. En tan mal estado estaban que, tal vez avergonzados, los rusos enviaron otras tres fragatas de regalo…, que estaba en unas condiciones tan calamitosas como el resto.

Dos de aquellos navíos estaban tan mal que jamás salieron de puerto y fueron desmantelados. Cuatro pasaron por el arsenal y salieron a la mar, pero hacían tanta agua que tuvieron que volver de inmediato, siendo calificados como inútiles y desguazados. Uno partió para América, pero tuvo que regresar antes de mitad del camino totalmente inundado y nunca volvió a navegar, pues acabó en el desguace. Uno de ellos consiguió llegar a Perú, pero fue apresado tras combate y quedó definitivamente inservible. Algo parecido ocurrió con los otros tres, que consiguieron llegar a duras penas a América para ser inmediatamente deshechos. En total, once barcos de guerra que deberían haberse entregado en perfecto estado y listos para el servicio pero que eran incapaces de mantenerse a flote.

¿Y cuánto le costó a España aquella operación? Los principales implicados (el rey, su favorito Ugarte y el embajador ruso Tatistcheff) se cuidaron mucho de que trascendieran las cantidades. Sólo se sabe que se manejaron (no se sabe si entregaron como primer plazo o se repartieron) 400.000 libras esterlinas (que Inglaterra había pagado a España como indemnización por abandonar el tráfico de esclavos y dejárselo sólo a ellos), pero el resto será siempre un misterio. La cantidad pagada en libras equivaldrían a más de 90 millones de pesetas o a 360 millones de reales (moneda utilizada entonces, pues la peseta se adopta como moneda unos 50 años más tarde). En todo caso una cantidad astronómica para la época y, sin duda, muy superior al valor de los barcos aun cuando hubieran estado en perfectas condiciones. Ugarte, Tatitscheff, Fernando VII y el zar Alejandro I fueron los que se llevaron la parte del león.

La catastrófica y ruinosa operación fue terrible, puesto que entonces se iniciaban los movimientos de independencia en América y España estaba sin Marina de guerra para defenderse; como consecuencia (junto a otros hechos y factores) los territorios americanos acabaron en poder de los criollos ricos y poderosos, que se encargaron de arrebatar a los indios todos los derechos que les garantizaban las leyes españolas y erigirse así como los auténticos dueños de cada nuevo país.     

CARLOS DEL RIEGO

domingo, 27 de diciembre de 2020

LOS ASTROS DEL ROCK MÁS MUJERIEGOS Y ENAMORADIZOS


Jagger y su actual pareja, M Hamrick, 44 años más joven

Una de las cosas que más se envidian de la estrella de rock es su facilidad para la seducción, para conocer mujeres (en sentido bíblico), para cambiar de pareja… No es algo matemático, claro, pero sí es cierto que muchos de los nombres más importantes de la historia del pop y del rock han mariposeado durante décadas y se han emparejado (con o sin boda) docenas, cientos de veces. Y entre los más destacados en estas actividades galantes están algunas de las máximas figuras

Son millonarios y famosos, cuentan con admiración multitudinaria, los medios siempre están pendientes de ellos…, y cambian continuamente de pareja, amante o esposa (por regla general, pues hay excepciones). Son los astros del rock y del pop, envidiados por todo ello. Algunos son discretos, pero lo normal es que traten de dar trabajo a sus habilidades amatorias sin ocultarlo, al contrario, a veces parecen disfrutar exhibiéndose con sus conquistas.  

El primer personaje que pasa por la cabeza al pensar en asuntos de mujeres es Mick Jagger. Según uno de sus biógrafos (Chris Andersen) ha tenido relaciones íntimas con más de ¡4.000 mujeres!, de hecho, hay libros y publicaciones dedicados exclusivamente a contar sus más destacados idilios. En algún momento debió pensar que no era capaz de sujetar ese impulso, así que ‘Morritos’ Jagger buscó ayuda profesional, pero tuvo la mala suerte de que le aconsejaran cierta especialista…, la cual acabó en su lista de conquistas. Ha tenido dos esposas, una docena de parejas oficiales y ocho hijos con cinco mujeres. Actrices y modelos son su tipo, y desde hace años bastante más jóvenes que él, como su actual pareja, una bailarina a la que saca 43 años. La nómina es interminable e incluye muchas famosas, como Edie Sedgwick, Pat Cleveland, Anita Pallenberg, Marsha Hunt, Farrah Fawcett, Chrissie Shrimpton, Uschi Obermaier, una jovencísima Angelina Jolie, Uma Thurman, Bianca Jagger, Jerry Hall, L. Scott, Carla Bruni, M. Hamrick ...Rico y famoso, con gran atractivo personal y con un largo historial como seductor deben hacerlo irresistible. Por más años que pasen, campeón.

Jagger siempre ha tenido atractivo físico, al contrario que Keith Richards, que si alguna vez lo tuvo, lo perdió muy pronto. Sin embargo, eso de ser un chico malo y feo también tiene público. Keith Richards estuvo enrollado con muchas mujeres (famosas y no tanto) durante los sesenta y setenta, incluyendo a Sable Starr, Nancy Spungen (que fue novia de Sid Vicious), Candy Apples, Kari Ann Moller, Marianne Faithfull, que entonces era novia de Jagger (éste nunca le perdonó aquella jugarreta), Anita Pallenbrg y muchas otras, algunas muy jóvenes, demasiado. Pero todo terminó cuando formalizó su relación con la actriz y modelo Patti Hansen.  

Lemmy ‘Motörhead’ Kilmister fue otro Casanova de gran éxito, y aseguran los que estuvieron cerca que se lo montó con más de un millar de chicas. Acerca de ello le preguntaron en una entrevista si alguna vez lamentó haberse acostado con alguna, a lo que el poderoso bajista de voz aguardentosa respondió: “Bueno, nunca me he acostado con una fea, pero sí que me he despertado con alguna. Nuestro iluminador nos contó que en una gira por Alemania nos siguieron dos chicas a las que llamábamos los Monstruos del rock, porque una tenía tres dientes, la otra estaba calva y ambas eran gordas. Una noche, borracho y desesperado, se fue con una de ellas. Cuando despertó se encerró en el baño hasta que ella se fue”. Lemmy tampoco era lo que se dice un cara guapa pero… 

Igual que Marilyn Manson, pues ya sea maquillado o no, el tipo parece llevar siempre una careta, cosa que no le impidió ‘acomodarse’ con muchas. De hecho, a Evan Rachel Wood, Rose McGowan, CariDee English o las estrellas del porno Jenna Jameson y Stoya nunca pareció importarles despertarse ante semejante jeta, lo que quiere decir que tiene que tener algo más que no se ve. Brian Warner, que así se llama, pareció retirarse del mariposeo cuando en 2005 se casó con Dita Von Teese, aunque se divorció dos años después tras conocer ésta sus nuevos amoríos con unas y otras. Su actual es Lindsay Usich, la cual se separó pero luego volvió..., sí, debe tener habilidades ocultas.  

Tommy Lee, batería del grupo de glam metal Mötley Crüe, también tiene un extenso expediente de líos de faldas. Cuatro veces estuvo casado: con Elaine M. Starchuk (un año), con la actriz Heather Locklear (de la que se divorció porque ella no quería hijos…, pero luego los tuvo al empezar a salir con otro), con la ‘llamativa’ Pamela Anderson (con la que se casó a los cuatro días de conocerse y de la que se divorció tres años después) y con Brittany Furlan, su actual. Pero es que en los entreactos se lo montó con otras mujeres de bastante buen ver, como Carmen Elektra, Pink, Kimberley Stewart o la actriz porno Jenna Jameson, a la que parecen ponerles los rockeros.

El bocazas de Aerosmith, Steven Tyler, también puede lucir un extenso historial en el que, además de un sinfín de desconocidas, aparecen abundantes nombres célebres. Para empezar, salió con Elizabeth Jagger, la hija de Mick; al poco se emparejó con una chica de 16 años, y no tuvo mejor ocurrencia que pedir a sus padres la tutela, para así poder vivir juntos… el escándalo fue estruendoso. Se emparejó con la modelo de ‘Playboy’ Bebe Buell, y luego, aun en los 70, se casó con Cyrinda Foxe (ex modelo de Andy Warhol y ex esposa de David Johansen, cantante de los New York Dolls); luego con una diseñadora, Teresa Barrick, y más tarde, en 2011, estuvo a punto de contraer nuevas nupcias con la modelo Erin Brady, a la que dejó por una de las asistentes del grupo, Aymee Preston, su actual pareja, que como la penúltima tiene 40 años menos que él. A pesar de la evidencia, Tyler presume de ser tan hombre como mujer.      

Evidentemente esto es sólo lo que se sabe…

CARLOS DEL RIEGO

 

viernes, 25 de diciembre de 2020

HEMINGWAY EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. EXAGERACIONES Y MEDIAS VERDADES

 


Hemingway junto al general republicano Enríque Líster

La Guerra Civil Española atrajo atención mundial, de modo de en aquellos años se vio por aquí políticos, combatientes y asesores militares, espías, periodistas y escritores procedentes de muchos países. Muchos estadounidenses pasaron por España entre el 36 y el 39, algunos de los cuales se convirtieron después en grandes personajes. Uno de estos fue Ernest Hemingway, que vino como corresponsal de guerra. Sus crónicas, que ya mostraban a un gran escritor, no coincidían siempre con la realidad

Se ha comprobado infinidad de veces que las informaciones que aparecían en la prensa internacional sobre la guerra española eran siempre pura manipulación, cuando no pura mentira; y los medios españoles eran instrumentos de propaganda. Cantidad de escritores y periodistas vinieron y contaron, pero rara vez contaron la verdad, o al menos lo que vieron.

Ernest Hemingway fue enviado por la ‘Nana’ (Alianza norteamericana de periódicos), y llegó a Barcelona el 18 de marzo de 1937 (día en que finalizó la batalla de Guadalajara), en avión de allí a Alicante, alquiló un coche con chófer y partió hacia Madrid, a donde llegó el día 22. Se hospedó en el hotel Florida, en una habitación doble que siempre estaba bien abastecida. De hecho, muchos de sus compañeros de profesión lo miraban con envidia, pues en su cuarto había de todo: comida abundante (jamón, mermelada, fruta…), cigarrillos, mujeres y, sobre todo, whiskey, litros y litros; se cuenta que jamás salía de casa sin una enorme cantimplora bien repleta al cinto. Además, tenía a su disposición dos coches y un conductor, que lo llevaba a catar los caldos de bares, hoteles y restaurantes.

El luego Premio Nobel de Literatura no pudo de ningún modo estar en Guadalajara los días que duró la batalla. Visitó los escenarios días después y mandó su primera crónica luego de dos semanas, sin embargo, al utilizar el presente de indicativo da la impresión de que lo vivió en primera persona. Incluso en una de sus crónicas cuenta que habían encontrado, él y algunos compañeros, “…un puesto de observación al abrigo del peligro, cuando una bala rebotó contra un saliente del muro, cerca de la cabeza de Ivens”. También escribió: “Nada más terrible ni más siniestro que el rastro que deja un carro de combate”. El último episodio de la batalla de Guadalajara fue la toma de Brihuega por el ejército republicano, el 18 de marzo; el escritor no llegó a lo que fueron campos de batalla hasta cinco o seis días después, pero envió a su agencia de noticias un despacho que decía: “Los obuses disparados por los cañones de sesenta carros de asalto que acompañaban a la infantería al combate a la batalla de Brihuega, hicieron volar en mil pedazos…” Hemingway sugiere una y otra vez en sus textos que estuvo presente allí, en el frente en plena batalla, cuando silbaban las balas y operaban los tanques. Cosa que es físicamente imposible.

También exageró los datos e importancia de los combates. Escribió que las tres divisiones italianas que combatieron (en aquella batalla hubo pocas fuerzas del ejército nacional) perdieron unos tres mil hombres y otros tantos heridos, pero se olvidó de apuntar las bajas republicanas, que debieron ser bastante parecidas. Es decir, contó sólo la mitad de la verdad, lo cual dista mucho de la verdad. Asimismo hinchó la importancia de la batalla y de la victoria republicana (una de las últimas veces que la República tuvo algo que celebrar); así, dijo en una de sus crónicas: “… afirmo sin reservas que Brihuega tendrá un lugar entre las batallas decisivas de la historia militar del mundo”. A primeros de mayo ya estaba en Estados Unidos, donde aseguró que tras la victoria de Guadalajara Madrid no caería y que la República tenía ganada la guerra. Evidentemente, la toma de Brihuega no tuvo la importancia bélica que Hemingway afirmó, Madrid cayó y la República no ganó, y tampoco aparece esa batalla cuando se habla de las grandes y más decisivas de la Historia.  

Esto de hacer periodismo desde la ideología termina por chocar con la realidad.

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 20 de diciembre de 2020

SEPARACIONES MUY SONADAS DE GRUPOS DE ROCK LEGENDARIOS

 


El ego y la soberbia de Roger Waters y su trato tiránico a los demás llevó a Pink Floyd a la desbandada y la enemistad eterna

Como en toda asociación, en los grupos de rock suelen producirse diversidad de pareceres, diferencias profesionales o económicas, lucha de egos, actitudes de soberbia y superioridad e incluso odios e inquinas personales. Todo ello suele conducir, antes o después, a la separación. Y como es lógico en estos ambientes tan pasionales, es habitual que haya rupturas que meten mucho ruido, y más cuanto más grande y exitoso es el grupo   

Realmente parece de lo más corriente que una banda de rock nazca, se desarrolle y desaparezca, como cualquier otro bicho viviente. Pero claro, cuando se trata del mundillo del rock todo se vuelve exagerado, de modo que la ruptura puede resulta estruendosa. Y no importa que la banda esté en su momento cumbre, pues no pocas han deshecho su relación a pesar del éxito.  

La primera ‘gran’ separación es, claro, la de Beatles. A pesar de que se han señalado múltiples causas, casi siempre hay un denominador común, Yoko, y no sin motivos. La ruptura causó gran revuelo pero ¡cómo hubiera sido con una potencia comunicadora como la que hay hoy! Sea como sea, la japonesa se incrustó como un cuerpo extraño en un engranaje que funcionaba. George Martin recordó varias veces la frustración que sentía cuando Yoko se quedaba allí, a su lado ante las mesas de mezclas durante las sesiones de grabación, hablaba, daba su opinión, hacía gestos a unos y otros…; el resto del grupo estaba realmente molesto con que Yoko fuera  al estudio como uno más, como si su aportación fuera decisiva. George, entonces, empezó a llevar amigos y  colaboradores, como Eric Clapton; y Ringo desaparecía sin avisar. Paul dio gran importancia a los asuntos económicos y comerciales y a la gestión del administrador. Y a ello se sumó que John y Yoko empezaban a meterse heroína, algo que siempre ensucia cualquier ambiente. No hace mucho se difundió una carta de John y Yoko a Paul que contenía acusaciones como: “Espero que te des cuenta de la mierda que tú y el resto de mis amables y desinteresados amigos ​​nos echasteis a Yoko y a mí desde que estamos juntos”. Sí, hubo varias causas, aunque la principal tiene nombre japonés.

Una de las principales causas de roces, fricciones e inquinas dentro de los grupos de rock es el deseo de mando absoluto de uno de los integrantes, como ocurrió con los inolvidables Creedence. Como es sabido, en apenas cuatro años publicaron media docena de discos de gran éxito. Pero todos esos grandes éxitos, todo lo de los cinco primeros estaba firmado por John Fogerty (salvo las versiones y un único tema escrito con su hermano Tom), por lo que él era el solista y decidía por dónde ir. Los demás, claro, no querían bailar siempre al son de John y ansiaban meter sus canciones en los discos (el autor cobra más), sobre todo Tom, quien se hartó de la supremacía de John y se largó enfadado. Ante la nueva situación, John cedió: “Muy bien, quien quiera cantar y tener voz y voto que escriba sus propias canciones”. Y así, Cook y Clifford consiguieron que sus temas aparecieran en el último disco de los Creedence, el ‘Mardi grass (1972), sin duda el peor de todos con diferencia; sólo tiene una que merece la pena, y está firmada por John Fogerty. A todo esto, líos con los productores y discográficas. Fue el fin. El gran compositor y guitarrista de los CCR nunca perdonó a sus ex compañeros, como demuestra el hecho de que cuando entraron en el Salón de la Fama del Rock & Roll, en 1993, John se negó a tocar con Cook y Clifford, y no hubo forma de hacerle cambiar de idea, es más, cuando estos dos formaron Creedence Clearwater Revisited, Fogerty les puso una demanda, aunque la perdió. Cuando se separaron, John les puso una cruz para siempre.

Allman Brothers Band sufrió muy pronto la pérdida de su pieza principal, Duane Allman. El guitarrista Dickey Betts tomó entonces las riendas como compositor y solista. Sin embargo, a mediados de los 70, Betts recibió un mensaje “… en el que me notificaban que no tocaría en la próxima gira de los Allman. El texto exacto dice: ‘No has hecho un buen trabajo, y como resultado nuestros shows han sido decepcionantes tanto para los fans como para nosotros’. Y como explicación insinuaban problemas de salud y de drogas. Falso, todo es falso”, afirmó rotundo Betts. Y explicó: “Me puse a escuchar tranquilamente las grabaciones de las últimas actuaciones, de toda la gira, y me quedé impresionado, la banda sonaba genial, el resultado era de muy alta calidad y me sentí orgulloso de mi trabajo con la guitarra”. Hubo pleitos y abogados, arreglos y reuniones tapándose la nariz o simulando que todo iba bien. Pero “No se puede guardar rencor para siempre”, dijo más tarde como haciendo las paces, aunque no volvió a la banda a partir de 2000. Fuera como fuera, eso de poner a un compañero de patitas en la calle con un fax parece feo.

Entre gritos e insultos se separó Pink Floyd. De la tensión se pasó a una atmósfera violenta, tóxica. Roger Waters, principal compositor, se sintió el dueño absoluto del grupo y, por tanto, hacía y decía lo que le salía, chocando con los otros continuamente. Pero con quien peor se portó fue con el teclista, Rick Wrigh, un tipo muy educado, refinado y con un tanto de filosofía hippy; Waters lo despreciaba, le gritaba, humillaba e insultaba en público, sin que el otro respondiera; hasta que lo echó…, para luego contratarlo como músico de estudio. También le hubiera gustado echar a Gilmour, pero sabía que sus composiciones ganaban mucho con las aportaciones del guitarrista. Finalmente el ego de Waters se impuso y rompió el grupo. Los demás quisieron seguir usando el nombre y el famoso cerdo hinchable, pero él se negó. Durante la batalla legal (en los 80) Waters declaró: “Si alguien puede llamarse Pink Floyd soy yo, ese es mi grupo y también ese es mi cerdo”. Sin embargo, los otros siguieron con el grupo y con el cerdo hasta la separación definitiva en 1996. Luego hubo un intento de reconciliación, pero la cosa acabó mal, ya que en plena presentación ante la prensa empezaron a insultarse y amenazarse. En 2005 se reunieron para una actuación benéfica a pesar de que Waters y Gilmour eran irreconciliables; éste recordó luego: “Había momentos en que veía a Waters luchar consigo mismo para no comportarse como un mandón…, mientras yo luchaba por seguir siendo mandón. Pero luego decidí no revivir las viejas disputas”. Hoy Waters sigue siendo enemigo de todos los demás.

Sólo eran dos pero nunca congeniaron. Simon & Garfunkel no eran amigos, al menos no buenos amigos. Tuvieron infinidad de disputas y choques por causa de canciones, discos y lanzamientos, además de algunas sonadas faenas de estudio, como cuando Garfunkel grabó su parte para un disco de reencuentro y, estando a solas en el estudio, Simon eliminó las voces de aquel y sacó el disco como propio. El origen del desencuentro está en que Paul se cree que todo el mérito es suyo, que Art apenas aporta y que se lleva parte de ‘su’ pastel. La superioridad con que el bajo mira al alto quedó patente cuando fueron incluidos en el Salón de la Fama del Rock & Roll; en su discurso, Garfunkel elogió el talento de Simon para componer, a lo que éste respondió “Art y yo nunca estamos de acuerdo, pero en lo que ha dicho ahora sí, he enriquecido mucho su vida”.  Pura soberbia.

CARLOS DEL RIEGO

 

miércoles, 16 de diciembre de 2020

MÁS PRUEBAS DE LA INFANTILIZACIÓN DE PARTE LA SOCIEDAD

 


Una infantil solución propuesta por un partido contra la crisis económica es imprimir más y más billetes, hasta que sólo valgan como ladrillos para que jueguen los niños, como pasó en Alemania en los años 20 del s xx

La infantilización de gran parte de la sociedad es una evidencia. Casi cada día los medios de comunicación y las redes sociales ofrecen pruebas irrefutables de la propagación de un pensamiento infantil, como por ejemplo ese que está convencido de que las soluciones a los problemas más complejos están en algo tan simple como cambiar los usos del lenguaje, o que contra la crisis económica lo mejor es imprimir más y más billetes

El pensamiento infantil es simple y maniqueo (bueno o malo, blanco o negro, de los míos o de los otros), y por tanto su visión de cada cuestión es totalmente superficial y no tiene en cuenta lo que hay debajo; es como el que da su opinión sobre un libro basándose en la portada y el título. Hoy se ha extendido esa forma pueril de expresar opiniones, fobias y filias, y tal vez se deba a lo fácil que resulta divulgar.   

Una de las últimas evidencias infantilizantes en hacerse visible es la que ha difundido un grupo animalista. Resulta que proponen dejar de utilizar expresiones como ‘matar dos pájaros de un tiro’, ‘coger el toro por los cuernos’, ‘como el perro y el gato’ o ‘no seas gallina’, las cuales denotan un “lenguaje anti-animal y especismo”. ¡Hay que tener una mente de niño y poco seso para creer que quien dice ‘no seas gallina’ odia a los animales, los ofende o les falta al respeto!; sobre todo teniendo en cuenta que ellos, los animales, no hacen caso de semejantes gilichorradas, les importa menos que nada, vamos (¿y decir ‘tiene vista de águila’, ‘es rápido como una gacela’ o ‘astuto como un zorro’ es antianimalista?). Esta pretendida humanización del animal deja clara la tendencia infantilizante de quien la defiende, puesto que los dos pájaros del tiro no se van a ofender por lo que dicen los refranes; sólo un chaval muy pequeño podría pretender ‘defender’ a los animales de las palabras de los humanos, pero tal pretensión en un adulto es puro ridículo. Esto está en la línea de quienes exigen cambiar títulos y textos de novelas (como ‘Diez negritos’ de Agatha Christie) o insultan a los que se atreven a disfrazarse. Son criaturas, en fin, que siempre están a la búsqueda de algo por lo que ofenderse en nombre de otros. Alguien apuntó una vez, muy certeramente, que este tipo de ideologías son características de sociedades acomodadas, en las que siempre hay quien busca solucionar problemas que no hay.

¡Y qué se puede decir de la petición de un representante de un partido político que propone, como solución a todas las cuestiones económicas, imprimir y repartir todos los billetes que se necesiten! La simpleza e ignorancia que demuestra tal petición no puede ser más propia del niño de ocho años, de hecho, si fuera el chaval quien la dijera provocaría sonrisas e incluso ternura.  Cualquier adulto sabe que los billetes tienen que tener un respaldo (reservas de oro), y que la impresión ilimitada de dinero conduce a una inflación insoportable. Tal medida se puso en práctica en la Alemania de finales de los años veinte, y ocurrió que una barra de pan llegó a costar diez millones de marcos y los niños construían casitas con los fajos de billetes como ladrillos; algo parecido hicieron mucho más recientemente en Argentina, donde a los billetes les llamaban ‘papel pintado’. Sólo una mentalidad aniñada podría pensar en una ‘solución’ tan simplona e ingenua… y que a nadie se le hubiera ocurrido antes.

También desde el mundo hipersubvencionado de los partidos políticos llega otra declaración necesitada de pañales: “El gordo de navidad incita al odio, no es inclusivo y alienta en bullying”. Tal vez provoque envidia (mayormente sana), pero nadie odia al que gana a la lotería porque ganó; y lo de inclusivo…, quizá exigen repartir el premio entre hombres, mujeres y trans, blancos, negros, asiáticos y aborígenes, capacitados y discapacitados…; lo del acoso es ya inexplicable. En todo caso, para un pensamiento normal y corriente, resulta difícil asimilar que algo que lleva tantos años celebrándose provocara todo eso sin que nadie se diera cuenta hasta ahora, hasta que los lumbreras lo descubrieron. Sólo la mente más inmadura podrá pensar que hay que repartir equitativamente los premios de una rifa. Y ya puestos, que medallas olímpicas y títulos deportivos se distribuyan de modo inclusivo y democrático, y que se eliminen las notas y los suspensos: todos aprobados igualitariamente y así se acaba con el fracaso escolar.

Las redes sociales tienen que ver en estos asuntos. Así, hay no pocos usuarios que desatan y vierten sus emociones sin pensar; son habituales las exageradas muestras de cariño, de amor entre amigos con expresiones que nunca se utilizarían de estar cara a cara (“siempre te admiré”, “sois imprescindibles en mi vida”); igualmente ocurre con las manifestaciones de odio y repulsa, pues en las redes se escupen amenazas, juramentos, desprecios, humillaciones o deseos de muerte con una ‘naturalidad’ que asusta (“los colgaba a todos”). Esa incontinencia emocional y oral es típica del rapaz, que no piensa antes de hablar y no calcula las consecuencias de lo que dice.

Lo peor del asunto es que, como los niños, las mentalidades infantiloides son más fáciles de manipular y llevar: con golosinas, colorines, lemas y consignas sencillas, gestos exagerados, actos grandilocuentes con poca o nula trascendencia… Esto lo tienen comprobado los expertos en propaganda y manipulación de masas, que son los que finalmente conducen a los políticos y a los gobiernos, los cuales obedecen a aquellos ciegamente. Y es por ello que todos los gobiernos (municipal, provincial, autonómico o central, aquí y en todas partes) gastan millones en propaganda y autobombo.

El escritor portugués Virgilio Ferreira dejó dicho: “Ingenuidad es un modo de ser inocente. Infantilismo es un modo de ser idiota”.

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 13 de diciembre de 2020

KEITH RICHARDS, 77 AÑAZOS. LAS VECES QUE ESTUVO AL BORDE DE LA MUERTE

 


Pocos habrían sobrevivido a tanto

Es sin duda un caso bastante inusual. Y es que pocas personas seguirían vivas de haber pasado por alguno de los abundantes episodios en los que Keith Richards estuvo al borde de la muerte. El tío cumple 77 tacos, y aunque su físico muestra el paso del tiempo, muchos otros no han llegado tan lejos (sólo hay que repasar la lista) a pesar de no haber pasado por tantos trances mortales como el enjuto guitarrista

El 18 de los corrientes alcanza los 77 añazos, contra todo pronóstico, uno de los grandes calaveras de la historia del rock, Keith Richards. Siempre fue lo que se dice un crápula, un tipo que siempre actuó sin calcular las consecuencias. A veces por los excesos con que castigó su cuerpo, otras por no pensar antes de hacer y otras por puro azar, el caso es que su ángel de la guarda ha tenido mucho trabajo para mantenerlo vivo, puesto que el viejo rollingstone ha estado muchas veces a un paso del otro barrio.

Casi siempre fue por su propia voluntad, aunque la primera vez que la Parca lo rondó apenas había nacido. Vino al mundo en Dartford, zona varias veces bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial (había fábricas), el 18 de diciembre de 1943, mientras la Luftwaffe soltaba unas toneladas de bombas. Un tercio de la calle desapareció en un enorme cráter y murieron vecinos de un lado y otro de donde estaban él y su aterrada madre. Pero no les pasó nada. A ese episodio debe referirse el primer verso de ‘Jumpin´ Jack Flash’ que dice: “Yo nací en un huracán de fuego cruzado”.

A comienzos de los años setenta, el músico, siempre dispuesto a meterse lo que hubiera, aceptó fumarse ‘algo’ con unos tipos…, hasta que empezó a sentirse extraño. Al parecer aquello que fumaban (polvo, seguro) estaba cortado con estricnina. Él mismo recordaba el suceso: “Alguien había puesto estricnina en ‘mi’ droga. Entonces me sentí totalmente inmovilizado aunque estaba despierto y podía escuchar a los que estaban allí, que decían: ‘¡está muerto, está muerto!’; yo lo escuchaba todo, estaba perfectamente despierto, pero incapaz de moverme. Entonces traté de levantar un dedo para convencerme a mí mismo de que no, que no estaba muerto”. Finalmente fue reanimado, pero sin duda debió ser un mal trago, un mal viaje.   

Varias veces en su vida estuvo a punto de palmar en incendios varios. Hacia 1972 Keith y su novia de entonces, Anita Pallenberg, se quedaron dormidos en la cama mientras él fumaba (pocas fotos de Keith sin pitillo); el cigarrillo cayó en la sábana y empezó a echar humo; no hubieran sido los primeros intoxicados y muertos por los humos de una combustión sin llamas. Aquel mismo año, los Stones hicieron un descaso de una gira y fueron a visitar la Mansión Playboy, que entonces estaba en Chicago; el irredento tarambana y otro compinche se encerraron en un baño a meterse unas ‘golosinas’ (¿no había nada mejor que hacer en aquella casa?); de repente, una gran humareda dentro del baño, pero los dos ‘colocaos’ apenas se movieron; afortunadamente los de seguridad se dieron cuenta y echaron la puerta abajo mientras ellos seguían sentados en el suelo, inmóviles y con los ojos muy abiertos… En 1973 su casa de Redlands Estate se quemó totalmente; él dijo que había sido por culpa de un ratón que masticó los cables eléctricos, aunque todo el mundo tenía la certeza de que el culpable no era ningún roedor…

En 1976 se quedó dormido al volante con su hijo de siete años, Marlon, en el asiento trasero. Tras un concierto en Knebworth, Inglaterra, estrelló su precioso Bentley contra un árbol. Durante años el asiento trasero exhibía la huella de la mano ensangrentada del niño y la abolladura de la cabeza de Keith en el volante. Fue arrestado y la policía encontró ácido en la guantera. Su inconsciencia pudo costar caro a otros.

Tal vez el suceso más ‘espectacular’ que sufrió fue cuando, el 3 de diciembre de 1965, mientras tocaba en el Memorial Auditorium en Sacramento, California, su guitarra entró en contacto con su pie de micro, se produjo un tremendo chispazo y Richards cayó al suelo fulminado. El promotor, Jeff Hughson, estaba convencido de que el guitarrista había recibido un disparo, y el asistente Mick Martin declaró: “Vi a Keith salir volando hacia atrás, literalmente; estaba seguro de que estaba muerto, me quedé horrorizado, todos lo estábamos”. Sucedió que hubo una sobrecarga en su micro y, al tocar la guitarra, los voltios pasaron por el cuerpo del sufrido Richards. Lo entubaron y llevaron al hospital, donde le dijeron que había estado muy cerca, y que seguramente le salvaron las gruesas suelas de goma de sus zapatos. Al día siguiente volvió a saltar a escena como si nada. Hay que recordar que otros que sufrieron lo mismo no tuvieron tanta suerte.

No tan aparatosa fue la vez que se le cayó una estantería encima. Fue en 1998, cuando se subió a una silla para coger un libro, la silla cedió, él se agarró a la estantería y se le vino encima toda ella, cargada con cientos de libros. ‘Sólo’ se rompió tres costillas. Sin perder el humor, dijo: “Fue uno de esos momentos en que hay que decidir si asumir lo sucedido o pegar cuatro tiros a aquella condenada librería”.

Una de las últimas no deja de tener gracia. Hacia 2006 el grupo estaba de descanso en medio de una gira, así que se fueron a una isla privada en las Fiji, en el Pacífico Sur. Tras un chapuzón marino, vio un árbol no muy alto, “era bajo y con muchos nudos, casi una rama horizontal, a dos o tres metros del suelo”, describió él. Alguien dijo “¡a comer!” y él quiso saltar ágilmente del árbol, pero se resbaló y se dio un señor trompazo en la cabeza. En principio no le dio importancia, le dolía un poco el coco, pero nada preocupante. Días después el dolor iba en aumento, “era un dolor cegador”, explicó, y una noche sufrió convulsiones mientras dormía. Lo llevaron inmediatamente a Auckland, Nueva Zelanda, donde fue operado de urgencia y se recuperó sin problemas. 

Sí, la Parca lo ha rondado varias veces, pero el tío que esnifó las cenizas de su padre (“A él no le hubiera importado”, comentó) es un tipo duro de pelar.

CARLOS DEL RIEGO

jueves, 10 de diciembre de 2020

500 AÑOS DEL PASO DEL ATLÁNTICO AL PACÍFICO. LAS HORRIBLES CONDICIONES EN AQUELLOS BARCOS

 


Réplica de la Victoria con unas 45 ó 50 personas, igual que las que iban a bordo 

(foto Juanmatassi)

Hace quinientos años un barco pasó por primera vez del océano Atlántico al Pacífico, una de las mayores hazañas humanas y navales de toda la Historia. Fue en el transcurso de la asombrosa expedición Magallanes-Elcano, que a lo largo de tres años, de 1519 a 1522, tocó cinco continentes. Partieron 239 personas en cinco naves, volvieron 18 en una

Se conoce con bastante precisión casi todo lo que ocurrió con aquellos aventureros, pues iba el italiano Antonio Pigaffeta (que quería “ver cosas admirables”) como cronista, tomando nota de todo, de los enfrentamientos armados con nativos y entre españoles, de los temporales y, sobre todo, de las insalubres condiciones de los viajeros, las enfermedades, el hambre y la sed. Es increíble que hubiera supervivientes. Puede considerarse tan asombroso aquel viaje de unos 78.000 kilómetros (según Fundación Nao Victoria) como que hubiera quien conservara la vida.

Si aquellos cinco barcos hubieran sido ingleses, franceses, portugueses, holandeses o de cualquier lugar, semejante odisea sería la gran gesta del país, fiesta nacional, una exaltación del ‘espíritu indomable de la nación’, puesto que había que ser verdaderamente resistente y decidido para asimilar todo lo que soportaron aquellos auténticos tipos duros.

Además de todos los episodios violentos, motines, deserciones, ejecuciones, apresamientos, batallas y peleas, las causas principales de las bajas fueron las terribles condiciones de vida en los barcos (en realidad hubo 12 supervivientes más, que habían sido hechos prisioneros por los portugueses y, liberados, llegaron semanas después). Hay que tener en cuenta que los expedicionarios navegaron por mares por los que jamás había pasado un barco y, por tanto, estuvieron absolutamente solos; que tocaron y cartografiaron tierras hasta entonces totalmente desconocidas para el resto del mundo; que vieron personas, animales, plantas y geografías nunca descritas… Y todo ello en veleros de, poco más o menos, 25 metros de largo y 7 de ancho, donde trabajaba, comía, dormía, vivía una tripulación de unos 45 a 60 hombres. Lógicamente se dormía donde se podía (sólo el capitán tenía algo parecido a un camarote), en cubierta, entre toneles y sacos, aparejos y herramientas, unos pegados a otros, hacinados, con frío gélido o calor sofocante, entre toses, ronquidos y muchos otros ruidos tan humanos…

La travesía del Atlántico la hicieron más o menos como tenían previsto, por lo que no padecieron grandes necesidades. Pero al ir descendiendo por la costa de lo que hoy es Brasil las cosas empezaron a ponerse ciertamente duras. Para hacerse idea de la situación hay que tener en cuenta que en diciembre de 1519 estaban donde se ubica Rio de Janeiro y que no cruzaron al Pacífico hasta noviembre de 1520, todo un año tanteando la costa, navegando y descubriendo, incluso yendo río arriba por el río de la Plata creyendo que era mar (su estuario es gigantesco)…, todo para encontrar un paso hacia el otro océano, algo que culminaron el 27 de dicho mes y año tras infinitas calamidades, levantamientos, deserciones, ejecuciones o el abandono de algunos sublevados en lo más inhóspito de la Patagonia. Por allí vieron animales jamás descritos, como guanacos, elefantes marinos o pingüinos.

Para entonces ya escaseaba la comida y, dada la cercanía a la Antártida, la marinería estaba casi todo el día aterida de frío. Pero encontraron por dónde pasar. Y pasaron a pesar de que esa zona era y sigue siendo uno de los lugares más peligrosos y hostiles del planeta: Estrecho de Magallanes, Cabo de Hornos, confluencia del Atlántico y el Pacífico con las gélidas aguas del Glacial Antártico, vientos y temporales aterradores… Todo lo superaron.

Y entonces empezó lo más duro, la travesía del Pacífico hacia el oeste, miles de kilómetros sin ver otra cosa que agua, más de tres meses sin tocar tierra. La comida se acabó, el bizcocho marino que llevaban (algo parecido al pan) era “polvo con gusanos (…) y con olor fétido, pues estaba impregnado de orina de rata”, según cuenta Pigaffeta, el escribano. Al no haber nada que llevarse a la boca, cogieron las pieles que protegían los mástiles, así como todos los correajes de cuero, y los pusieron en remojo durante varios días, para luego ‘guisarlos’ y comerlos. El agua que se veían obligados a beber no sólo era escasísima, sino que estaba putrefacta y olía a eso, a podrido (en realidad todo se estropeaba a las pocas semanas). Los pobres marineros también incluyeron en su menú el serrín y, como plato fuerte, la rata, que pasó a ser el producto más caro que había en el barco. A todo ello hay que añadir el escorbuto, enfermedad producida por la carencia de vitamina C (o sea, de fruta y verdura frescas), que deforma horriblemente la boca y que incluso impide comer (hay que especificar que a finales de ese siglo el español Agustín Farfán señaló la causa y remedio de esa enfermedad en un libro fechado en 1579, aunque los anglosajones dicen que quien antes la describió fue un escocés llamado Lind, dos siglos más tarde); sin olvidar las infecciones producidas por heridas, desnutrición o falta de higiene, las tormentas o la calma chicha.   

Además, ya en las islas de Asia y Oceanía, hubieron de vérselas con los nativos y también con los portugueses, que no querían perder el monopolio del comercio de especias. Pero pudieron con todo. Y esa docena y media de hombres (además de españoles había italianos, griegos y un alemán), que al desembarcar en Sanlúcar de Barrameda parecían esqueletos andrajosos, completaron el primer paso de uno a otro océano y la primera vuelta al mundo, entre otros descubrimientos. Y a bordo de un barco de vela, la Victoria, que resultó ser poco menos que indestructible.  

Hoy ya no es posible vivir una aventura tan asombrosa. Ni siquiera imaginarla.

CARLOS DEL RIEGO

 

domingo, 6 de diciembre de 2020

LAS RIDÍCULAS Y ESCANDALOSAS DETENCIONES DE ALGUNAS FIGURAS DEL ROCK

 


Una de las imágenes más disparatadas de la historia del rock. El poli le dice a Jim Morrison que pare de cantar, que lo va a detener

Es bastante común que la estrella del rock tienda a dar espectáculo incluso cuando no está en el escenario. Cierto que también las hay que cuando no están bajo los focos llevan una vida más discreta, pero suelen abundar los rockeros rebeldes deslenguados y desafiantes, muchos de los cuales tuvieron que vérselas con la ley y fueron detenidos. Algunos casos fueron ridículos, como de película disparatada

No es obligatorio que el músico de rock viva permanentemente en el exceso, aunque muchos parecen encontrarse ahí en su salsa; unos dejan el traje de gran estrella en el escenario mientras otros parecen estar siempre en plena actuación. A veces se pasan y la ley interviene, sin más. Pero hay otras que el modo, el lugar o la causa del arresto resultan absurdos, ridículos, grotescos.

Una de las detenciones más escandalosas y comentadas en el planeta del rock es la que sufrió Jim Morrison en 1967. The Doors tocaban en Newhaven, y unos minutos antes de comenzar, Jim estaba ‘relajándose’ con una fan en una ducha que había tras el escenario. Un agente de policía, que no sabía quién era aquel tipo, los sorprendió y ordenó que dejaran lo que estaban haciendo y se largaran. El cantante, que exhibía una curda de las que acostumbraba, no sólo se resistió, sino que se choteó del poli, el cual sacó la porra y repartió unos cuantos porrazos a uno y a otra. Lógicamente el concierto tuvo que retrasarse para dar tiempo a que Jim se recuperara. Una vez en escena improvisó una canción en la que contaba el suceso, acompañándose con abundantes gestos obscenos. La policía se sintió ofendida y, sin importarle el lugar y la situación, subió al escenario, interrumpió al cantante, lo detuvo y lo sacó a empujones, en medio de un follón de los que no se olvidan… La cara de Morrison ha quedado para los anales. 

Johnny Cash se las vio con la ley muchas veces. Una de las más tontas fue en 1965, cuando lo pillaron in fraganti…, recogiendo flores en un campo de propiedad  privada. El caso es que, después de un concierto en la Universidad de Mississipi y tras una noche de incontables copas y botellas, quiso despejarse caminando por el campo, y afectado por el mucho licor se puso a recoger florecillas. Llegaron los uniformados y lo detuvieron por allanamiento de morada y destrucción de propiedad privada; él se explicó afirmando que había tomado un atajo para ir a por tabaco. Pasó unas horas en comisaría y tuvo que pagar una multa. Mucho después, en 2007, fue ‘indultado’ póstumamente: sus fans se reunieron en aquel campo para recoger flores…   

Otro gran nombre del rock fue arrestado aquel mismo año (¡ah, los sesenta!). Al acabar un concierto en Chicago, a Frank Zappa se le acercó un tipo que le ofreció 100 pavos si grababa una cinta de audio en la que se le escuchara en plena actividad sexual. El siempre imprevisible Zappa vio la forma de ganarse un billete de manera fácil y aceptó. Fingió los ruidos y los grabó, y al día siguiente se reunió con el comprador, que resultó ser un agente de paisano y lo detuvo. Lo acusaron de productor y vendedor de pornografía, e incluso la ‘Vice squad’ fue a su estudio y se incautaron de todas las grabaciones. La prensa dijo al día siguiente que “los investigadores habían confiscado material pornográfico y detenido a un productor”.   

Lo que le pasó a The Who en Nueva York en 1969 fue como sacado de una de los Hermanos Marx. Sonaba el trepidante ‘Summertime blues’ cuando un agente de paisano saltó al escenario e intentó arrebatarle el micro a Roger Daltrey, quien lo defendió con uñas y dientes; en estas estaban cuando Pete Townshend se acercó por detrás y le sacudió una patada en el culo. Luego se explicó que el policía tomó esa decisión al enterarse de que el local de al lado estaba en llamas y todo el mundo tenía que salir. El guitarrista fue detenido, pasó una noche en el calabozo y pagó 30 dólares de multa.

En marzo de 1969 la policía se presentó en casa de George Harrison gritando “¡esto es una redada antidroga, que nadie se mueva!”. Se encontraron marihuana para hacer unos 120 porros (unos pocos gramos) y ‘otras cosas’ escondidas en los zapatos, aunque George negó que aquello fuera suyo. Todos a comisaría. Al final, Harrison fue multado con 250 libras, y otras diez guineas cada uno de los presentes. Sólo tres años después, el policía que supuestamente encontró las ‘otras drogas’ fue condenado tras demostrarse que había colocado pruebas falsas en otros casos.

La más infame detención de una estrella del rock la sufrió Paul McCartney en Tokio en 1980. Estaba todo vendido para sus conciertos. Paul iba con Wings, su mujer e hijos para pasar luego unos días en Japón. Como si supieran dónde buscar, los agentes de aduana fueron directos a la maleta de Paul, donde hallaron unos 200 gramos de maría. Arrestado y esposado delante de todos, fue llevado a prisión. Las autoridades no sabían si deportarlo inmediatamente o acusarlo de contrabando de drogas, lo que significaba siete años como mínimo. La prensa nipona pidió que se prohibiera su música. Luego se supo que Paul había llamado a John para decirle que se iba a Japón, pero sólo pudo hablar con Yoko, a la que dijo que iban al hotel del que tanto le había hablado John y ella; uniendo eso a la seguridad de los de aduanas con la maleta de Paul y la ‘tirria’ de Yoko… Diez días pasó Macca en la trena mientras los abogados se batían duramente. Finalmente fue deportado a Inglaterra.

Joe Strummer, de The Clash, fue arrestado en Hamburgo en 1980 después de usar su Telecaster como si fuera una cachiporra. Mientras tocaban, algunos punks recalcitrantes les gritaban e insultan acusándolos de ser unos vendidos y de estar acabados; lo malo es que también pululaba por allí una banda de skinheads, lo que era un seguro de pelea. Aparecieron navajas y cadenas, enorme trifulca, público que invadía el escenario, tortas, trompazos… En un momento, Joe vio que uno de los gritones estaba aporreando repetidamente a otro que estaba en el suelo, así que saltó del escenario y atizó al pegón en la cabeza con su Fender. KO. Enorme altercado y concierto suspendido. Policías, sirenas, carreras. Strummer fue detenido y conducido a comisaría, donde fue acusado de agresión a un ciudadano alemán. Siempre se arrepintió de aquello: “no se puede combatir la violencia con violencia”.

Hay más, muchos más profesionales del rock que tuvieron que escuchar lo de “Tiene derecho a guardar silencio…”.

CARLOS DEL RIEGO

 

jueves, 3 de diciembre de 2020

JFK Y SU HERMANO JOSEPH ESTUVIERON EN ESPAÑA DURANTE LA GUERRA CIVIL

 


John y Joseph Kennedy, que combatieron en la II Guerra Mundial estuvieron en España en plena Guerra Civil

Pocos sucesos del siglo XX han sido tan analizados, investigados y desmenuzados como la Guerra Civil Española. A pesar de ello aun hay hechos casi desconocidos, como que John F. Kennedy, que luego sería presidente de EE UU, y su hermano mayor Joseph, vivieron en España durante la guerra; JFK al principio y Joseph (que vivió un momento muy apurado en el Madrid sitiado) al final. Ambos dejaron constancia de sus viajes en cartas y diarios

La Guerra Española atrajo la atención de todo el mundo, de todas partes llegaron periodistas, combatientes, observadores y viajeros. El padre de Joseph  y John (Joseph Patrick, político, banquero, financiero, inversor inmobiliario, productor de cine, distribuidor de alcoholes y empresario de enorme éxito en muy diversos terrenos) deseaba que sus hijos viajaran y vieran otros países, otras culturas, pues tenía en mente que Joseph llegara a la Casa Blanca, y por eso envió a sus hijos a España, para que vieran y le contaran.

En el verano de 1936 JFK tenía veinte años, había terminado su primer curso en Harvard y se había embarcado en un viaje por Europa que lo trajo a España. Escribía frecuentemente a su padre sobre lo que pasaba y sus impresiones. Por ejemplo, vio una corrida de toros y no le gustó tanta sangre. Respecto a la guerra hizo un análisis objetivo de las ventajas e inconvenientes para Inglaterra (su padre era embajador en Londres) de la victoria de uno u otro bando. Igualmente le explicó que había comprobado que casi ningún estadounidense tenía idea de lo que había y ocurría en España, sobre todo a causa de que todos los corresponsales extranjeros llegaban con el bando bien tomado y no contaban la verdad; además, los periódicos españoles eran instrumentos políticos. Escribió JFK que en principio se puso del lado del Gobierno, pero después de enterarse de la violencia en la retaguardia republicana sin que las autoridades hicieran nada “… me ha apartado bastante del Gobierno”. También se preguntaba: “¿Sin la ayuda exterior qué posibilidades tendría Franco?, ¿si Franco triunfase cuánto debería a Italia y Alemania?”. Fueron sólo unos meses, pero a pesar de su juventud, sus análisis e impresiones resultan muy lúcidos.

Su hermano mayor, Joseph, era el elegido por su padre para que un día llegara a ser Presidente de Estados Unidos, el primer católico en lograrlo. A finales del 38 el patriarca, Joseph Patrick, entendió la situación prebélica en Europa y la importancia de la Guerra Española, así que quiso información de primera mano de lo que aquí estaba pasando y envió a su hijo mayor, Joseph, que llegó a Barcelona en enero de 1939, unos días antes de que tomaran la ciudad las tropas franquistas. El mayor de los Kennedy, suponiendo que habría lucha en las calles, se embarcó en un buque británico hacia Valencia, desde donde tomó un autobús para Madrid junto con otros estadounidenses; fue algo así como meterse en la boca del lobo, pues en esos momentos Madrid estaba sitiado, asediado, de hecho sufrió varios bombardeos, tanto de artillería como de aviación. Joseph contó  (y varias fuentes lo han confirmado) que quiso entrar en contacto con la ‘quinta columna’ y que, recién producida la sublevación de Casado contra el Presidente Juan Negrín, fue abordado una noche por un grupo de milicianos a los que el joven Kennedy (tenía veintidós  años) les pareció sospechoso… y estuvieron tentados de fusilarlo inmediatamente; él les mostró su pasaporte estadounidense y un salvoconducto de jefe de prensa del embajador estadounidense en Francia (documento que le había ‘conseguido’ su padre), cosa esta última que lo salvó. Estaba en la capital cuando entraron las fuerzas nacionales y aun seguía allí al concluir oficialmente la guerra (1 de abril). Unos días después volvió a Londres.

Como es sabido, Joseph Kennedy nunca fue candidato a presidente, ya que en agosto de 1944 murió al ser derribado el bombardero PB4 que pilotaba, mientras atacaba las rampas de lanzamiento de las V1 y V2 en la costa holandesa. Su muerte supuso que fuera su hermano John Fitzgerald Kennedy el que llegara la presidencia.

Que personaje tan poderoso como el magnate Joseph Patrick Kennedy se interesase tanto por lo que pasaba en España como para enviar a sus hijos a verlo sobre el terreno, demuestra la trascendencia que los protagonistas de la política internacional dieron a la guerra española.    

CARLOS DEL RIEGO