James Brown cantó explícitamente al buen rollo con aquel 'I feel good'. |
Hay canciones que ponen buen cuerpo, que transmiten buen
rollo. Lógicamente lo que a unos les dibuja una sonrisa a otros deja
indiferente, pues pocas cosas hay tan subjetivas como las emociones. Sin
embargo, hay partituras que a la mayor parte de la gente le caen bien, melodías
que levantan las cejas y el ánimo, piezas que contagian buenas vibraciones. Un
buen ejemplo, fácil de reconocer y tararear, es el ‘In the mood’, ‘En forma’,
de Glenn Miller. Y si, junto a titulares deprimentes, corren celebraciones como
los días de difuntos, de muertos y de disfraces terroríficos, es el mejor
momento para festejar la vida, para poner buena cara y mirar al frente con
optimismo. La música es, sin la menor duda, una de las mejores terapias para
levantar el ánimo, y es por eso que existen miles de títulos que cumplen la
difícil misión de imponer buen ambiente, composiciones que ofician de remedio
contra un espíritu decaído. Además, no hace falta entender o interpretar la
letra, ya que el lenguaje universal regido por las siete notas es capaz, por sí
solo, de trasladar al oyente las emociones más profundas sin que sean precisas
las palabras.
Prácticamente todos los géneros musicales populares cuentan
con tonadas que contagian buenas sensaciones. Así, dentro del terreno del pop y
el rock, uno de los grupos que dejó más partituras cargadas de ilusión es The Beatles.
Una de ellas es ‘Here comes the sun’ de George; el tema entra con esa acústica trasparente,
etérea, como un irresistible canto de sirena que atrae irremediablemente; luego
llega esa delicia melódica que da sensación de estar ante la salida del sol,
con serenidad absoluta, como levitando…, buen rollo hecho partitura. Igualmente
‘I saw her standing there’ (de Paul y John), que tiene un efecto euforizante
desde el primer compás, de modo que, por fuerza, sacude la modorra al más
aletargado; su ritmo, su estribillo, las entradas de las voces…, todo en ella
irradia emociones positivas. El caso es que los Cuatro de Liverpool tienen
mucho donde escoger cuando se trata de infundir emociones positivas; así el
singular ‘Penny Lane’, la vitalista ‘I want to hold your hand’ e incluso el
‘Lady Madonna’, que sin estar entre sus mejores creaciones emite señales
luminosas…
Un auténtico especialista a la hora de crear ambientes afables
y entrañables, de esos que impiden la formación de malas sensaciones, es el
genial Louis Armstrong, de quien podría citarse un largo listado. Sí, con ‘What
a wonderful world’ se tiene la seguridad de que todo el mundo la va a agradecer
y va a sentirse mejor, pero tanto podría decirse de su ‘Hello Dolly’, un tema con
el que el cantante y trompetista expandió climas vivificantes por los cinco
continentes. Y es que ¿quién puede resistirse a su sincera, eterna y empática
sonrisa?, ¿hay alguien que no se estremezca al escuchar la inconfundible voz de
tan excelso artista?; ¿es posible quedarse impávido ante esa entonación ronca
pero afectuosa, grave y entrañable? La expresión que siempre presenta ‘Satchmo’
es una de las más célebres imágenes de la cultura del siglo XX: sus increíbles
labios, esos ojos como platos que expresan pura bondad, el brillo sudoroso de
su frente y sus mejillas, trompeta en una mano y blanco pañuelo en la otra… Hay
que ser de hielo o estar muerto para no reaccionar a la presencia en escena de
este gigante capaz de volver luminoso el sentir más apagado. Cuando este músico
prodigioso se arranca con el ‘Hello Dolly’ se nota cómo la ternura se apodera
de uno y desaparecen las malas ideas (el vídeo adjunto es un remedio infalible
contra el abatimiento).
The Queen también aportó abundantes títulos a la causa del
optimismo y las mejores sensaciones. Se pueden citar el vitaminado ‘Don´t stop
me now’ o el ya célebre y recurrente ‘We will rock you’ entre los títulos que
la banda de Freddy Mercury hizo con intenciones revitalizantes. Tan es así que
ambas piezas se han convertido en emblemas del buen rollo, y si a ello se añade
la desbordante expresividad del cantante… Y tampoco se puede olvidar la alocada
‘Seaside rendezvous’ cuando se trata de reanimarse.
A botepronto cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad
citaría fácilmente media docena de canciones que inoculan el virus del contento
y las ganas de vivir. ¿Se puede permanecer indiferente cuando James Brown grita
aquello de ‘I feel good’? ¿Acaso no se nota cómo ‘The twist’ de Chubby Checker
penetra en la corriente sanguínea con su entusiasmado ritmo? ¿Y qué tal la
naturalidad del ‘Mr. Sandman’ de las Chordettes para recuperar las ganas, o el
‘Stand by me’ de Ben E. King para cantar de contento? ¿Algo más divertido que
‘Un paso adelante’ de Madness?
Hay muchísimas más piezas musicales con carga de optimismo
en el catálogo de todos los géneros musicales (desde ‘La primavera’ de las
‘Cuatro estaciones’ de Vivaldi hasta el ‘Fiesta’ de The Pogues), auténticas píldoras
estimulantes que son especialmente recomendables para los días en que los
difuntos cobran protagonismo, para las noches de miedo, para las noticias
deprimentes, para el mal cuerpo y, sobre todo, para esas criaturas que todo lo
ven negro, siempre enfadadas y permanentemente hundidas en la protesta. De
todos modos, esas partituras vienen bien a todo el mundo, sea cual sea su circunstancia
anímica.
No hay duda posible, hay mucha música con (entre otras
muchas) propiedades reconfortantes. Hay, afortunadamente, cantidad de canciones
que procuran una necesaria energía vital.
CARLOS DEL RIEGO